Capítulo 09

El primer mes en el trabajo se le hizo muy largo. Recuperar el ritmo le costó más tiempo del que le hubiera gustado. Parecía que su sustituto no sabía trabajar y tenía cientos de informes que rellenar de casos que no había llevado.

Y su abogado y Sherlock hacía que apenas tuviera tiempo para dormir. Su tiempo libre se había esfumado.

Además, la convivencia con Sherlock no fue fácil. Solía ser un chico que apenas hablaba y ahora que no podía ver aquello que hacía, no podía hacer sus experimentos, aunque eso hacía la situación un poco más complicada. Sherlock tocaba el violín a altas horas de la noche y despertaba a Greg a gritos para que el hombre le leyera algo de algún libro de química o una noticia de internet.

Aunque por suerte, Sherlock también avanzaba con su minusvalía. Usaba el bastón siempre que salía y poco a poco había dejado que su hermano, que pasaba por casa una vez por semana, le ensañara braille. Greg modificó un poco el teléfono de Sherlock, dándole la opción de marcación rápida memorizándole los teléfonos importantes en los nueve primeros dígitos.

Aunque eso quizás no fuera buena idea, ya que Sherlock consideraba cualquier información sobre la deducción importante así que más de una vez le había hecho salir de Scotland Yard casi corriendo a Baker Street.

—Estás listo —le dijo Sherlock una noche durante la cena.

Greg bajó el tenedor un momento y miró interrogante al detective.

—¿Disculpa? —preguntó.

Sherlock tomó un poco de agua y se aclaró la garganta.

—Has mejorado mucho en las descripciones y creo que podríamos empezar con casos de verdad, a ver qué tal lo haces. Por algo sencillo, nada importante pero es hora de empezar. Estoy demasiado aburrido.

Greg sonrió de medio lado.

—Vale. El primer caso de asesinato será tuyo.

Sherlock se quedó un momento en silencio moviendo la comida con el tenedor.

—Nuestro —rectificó —. Estoy obligado a trabajar contigo para siempre. O hasta que te hartes.

—En ese caso, entrenaremos a un inocente becario antes de que te abandone —dijo Greg poniendo voz melodramática.

Sherlock sonrió de medio lado, al igual que Greg. Poco después, el inspector se fue a dormir y el joven detective se fue a su cuarto a tocar el violín.

Dos días más tarde, pudieron actuar juntos. Un caso de asesinato en un parque de Londres los llevó allí y Greg fue a Baker Street a por Sherlock. En quince minutos estuvieron en el lugar del crimen.

Sherlock guardó el bastón nada más llegar y se quedó quieto cerca del cadáver. El forense asignado al caso comentaban algo acerca del cadáver. Sherlock, cogió a Greg de la manga del abrigo y le dio un leve tirón.

—Adelante —dijo.

Greg se frotó las manos nervios y se agachó a la altura del cadáver. Comenzó a describir los detalles más evidentes, hasta que oyó a Sherlock gruñir.

—Te he enseñado a hacerlo mejor —le dijo Sherlock —. Puedes hacerlo mejor.

Greg soltó un suspiro y recordó tres reglas de que le había dicho el joven Holmes.

Describe cualquier detalle, aunque sea una inmundicia.

El estado de la ropa, aunque solo sean arrugas, arreglos u olor a sudor es importante.

No es importante solo el lugar donde cae el cadáver, hay que contar los kilómetros a la rotonda.

Media hora más tarde, Greg acabó con sus descripciones. Sherlock le había ayudado, haciéndole pequeñas preguntas y poniendo ejemplos visuales que el podía recordar para saber cómo estaba realmente el cadáver. Tras eso, sonrió.

—Vamos a comisaría. Esperaremos el informe del forense y los análisis a los restos de sangre de las uñas. Vamos —dijo Sherlock dándose la vuelta, sacó el bastón y se alejó a paso rápido.

—Greg —le dijo el forense —. ¿En serio estás trabajando con ese tío?

—Sí —dijo el inspector con una sonrisita.

—Es solo un ciego friki de los crímenes —dijo la sargento asignada al caso.

Greg rotó los ojos.

—No puedes hablar mal de Sherlock Holmes hasta que no lo conozcas —le dijo antes de seguir al detective.

Cuando llegaron a la comisaría, Greg se dedicó a escribir en una libreta todas las observaciones. Luego, fueron hasta el laboratorio donde Sherlock se dedicó a meter prisa al pobre analista que no daba abasto.

—Podría hacerlo yo mismo… —dijo Sherlock con frustración tras media hora de espera.

—Podías —le corrigió Greg que estaba a su lado.

—Si estudiaras química…

—Sherlock, tengo casi cuarenta años. No voy a estudiar nada ahora.

—Pero…

—Pero nada, todo requiere de paciencia para que funcione así que vas a esperar como yo.

—¿Podemos tomar café? —preguntó alzando las cejas.

Greg rió, le dio un golpe en el brazo y se levantó.

—Vamos —le dijo.

Salieron de la comisaría y fueron a la cafetería de enfrente, allí, se tomaron dos cafés cada uno mientras hablaban sobre el caso. Sherlock exponía sus deducciones y Greg comentaba aún más detalles acerca de la observación.

Por la noche, llegaron a casa. Greg había cogido todos los informes, los resultados del laboratorio y las fotos del crímenes. Estuvieron toda la noche sin dormir pero realmente mereció la pena ya que al día siguiente, tras los resultados de la autopsia, pudieron demostrar muchas teorías acerca de cómo ocurrió. Solo tenían que encontrar a un asesino, y ya que el cadáver tenía ADN bajo las uñas solo quedaba la comparativa con dos de sus sospechosos.

Dos días más tarde, habían encarcelado al asesino y estaban esperando a juicio.

Greg y Sherlock llegaron a casa eufóricos, el primero por la resolución del caso y el segundo porque, a pesar de su ceguera, seguía siendo útil.

—¡Hay que celebrarlo! —exclamó Greg.

Sherlock rió divertido y se sentó en el sofá.

—Compraste cervezas hace unos días, según tu aliento tienen que quedar por lo menos cuatro, ¡coge dos!

Greg rió y le hizo caso, regresó al sofá y le tendió una a Sherlock.

—Porque sigues siendo el mejor detective del mundo —le dijo Greg con una sonrisa.

Sujetó la mano de Sherlock a su altura para poder chocar un botellín de cerveza contra el otro, luego le dio un sorbo.

Sherlock se sonrojó levemente y apartó la mirada de donde estaba sentado.

—El… El mérito no es solo mío, ¿no? —le dijo Sherlock mientras se recostaba contra el sofá, luego le dio un sorbo a la cerveza —. Eres mis ojos en la batalla… Creo que somos un equipo. Sí.

—¿Un buen equipo? —preguntó Greg con media sonrisa.

—Un gran equipo —dijo Sherlock.

Greg sonrió de medio lado y volvió a darle un trago a la cerveza. Mientras bebían, estuvieron hablando del caso, repasando las enseñanzas, las anécdotas.

Durante la segunda cerveza Greg le describió a Sherlock la cara de los que estaban a su alrededor mientras Sherlock deducía, cosa que provocó que ambos se rieran.

Al rato, Greg se levantó y miró en el frigorífico a ver si había algo de comer, pero al no encontrar nada apetecible, regresó al salón. Se dejó caer sobre el sofá y suspiró.

—Oye, ¿cómo vas con el braille? —preguntó con curiosidad.

Sherlock, que estaba un poco adormilado por la cerveza, abrió ligeramente los ojos.

—Bien, aunque es muy tedioso. Tengo cosas mejores que hacer que aprender eso…

—Te servirá para poder leer solo Sherlock.

—Los audiolibros existen —le dijo el detective suspirando.

—Vamos, enséñame un poco.—dijo el policía animado.

—Tú no eres ciego —gruñó Sherlock.

—¿Y? Quiero aprender, vamos —pidió.

Sherlock suspiró y se levantó del sofá, luego se agachó frente a este y sacó de debajo del mismo. Se sentó y lo puso sobre las rodillas abriéndolo al azar. Greg miró el libro impresionado.

Una cantidad incontable de puntos sobresalían de cada página. Sherlock acarició la página de la izquierda con suavidad y la llevó hasta la parte superior, luego cogió la mano de Greg.

—Relájala —pidió.

Greg dejó su mano relajada, como si no perteneciera a su cuerpo y dejó que Sherlock la guiara. Incluso cerró los ojos, para que la sensación de acariciar los puntos fuera mayor.

—Si hay un solo punto a la izquierda en la primera fila es que es una "A" —le dijo Sherlock —. Si aparece otro punto debajo, sería una "B"… Aunque también pueden significar "1" y "2" así que dependerá del contexto de la frase para sacarle significado. Verás…

Los dedos de Sherlock rozaban los de Greg, ambos leyendo la misma palabra. Sherlock traduciéndola, y Greg… Bueno, Greg estaba disfrutando como nunca con ese contacto.

Sintió como el peso de Sherlock caía sobre su hombro derecho, aunque no dijo nada. El muchacho, le había cogido la otra mano y la había dejado sobre el libro aunque no se apartó de él.

Greg sintió los dedos de Sherlock bailar entre los suyos y no tardó mucho en darse cuenta de que Sherlock había dejado de explicarle el braille, y que ahora solo se dedicaba a acariciarle las manos.

El inspector abrió los ojos y se fijó en las finas manos del detective. Los dedos índice y corazón recorrían sus dedos y se deslizaban por el dorso de la mano hasta llegar a la muñeca, luego deshacían el camino y vuelta a empezar.

Greg apoyó la frente en la sien de Sherlock y rozó la oreja de este con su nariz. El muchacho se ruborizó más si cabe, aunque no dijo nada.

—Sherlock —susurró Greg y sus labios rozaron el pabellón auditivo —. ¿Qué estás haciendo?

El pulso de Sherlock tembló ligeramente, lo que hizo que le tuviera que agarrar la mano a Greg para que no se le notara.

—Me gustaría… Celebrarlo contigo —respondió Sherlock en voz baja haciendo especial énfasis en la palabra "celebrarlo"

Los labios de Greg recorrieron la mejilla de este hasta que llegaron a la comisura de la boca.

—Por mí, bien… —susurró débilmente antes de aprisionar el labio inferior.

Sherlock se dio la vuelta para poder formar un beso en condiciones y, tras el primer roce, le respondió con ansia. Greg se aferró a los rizos del joven y continuó el beso.

Los labios de Sherlock estaban un poco secos así que no dudó en lamerlos antes de volver a besarlos. La mente de Greg viajaba a una velocidad increíble, aunque no se detuvo en ningún pensamiento en concreto. Dejó que Sherlock comenzara a morderle y lamerle la mandíbula, lo que le hizo darse cuenta de algo y llegar a una conclusión razonable.

—Vamos a tu cuarto —le dijo apartándose levemente de él.

Sherlock asintió, se separó y arrastró a Greg a su habitación. Le soltó la mano antes de entrar, se quitó los zapatos y se tumbó, esperándole.

Greg lo observó unos segundos mientras se quitaba los suyos, se quitó la camisa y luego se subió a la cama junto a Sherlock, poniéndose justo encima de este.

El detective alzó las manos para coger el rostro de Greg, luego elevó la cabeza y le besó la nariz, las mejillas y por último los labios, los cuales mordió con suavidad.

—¿Confías en mí? —susurró Greg entre besos y caricias.

—Si no confiara en ti no te dejaría hacer esto —le aseguró.

Greg sonrió de medio lado y lo empujó levemente contra el colchón.

—Entonces déjame hacer a mi Sherlock, disfruta.

El detective se resistió un poco, pero Greg comenzó a desabotonarle la camisa mientras le besaba el pecho descubierto y se dio cuenta de que debería de estar realmente quieto para disfrutar de todo aquello.

Greg le desabotonó la camisa mientras le besaba el torso, prestando especial atención a los pectorales. Lamió el pezón izquierdo mientras le quitaba los botones del final y cuando la camisa estuvo completamente abierta arrastró la lengua por el torso hasta el otro pezón que también lamió y mordisqueó.

El pulso de Sherlock era acelerado, pero el cuerpo se mostraba tranquilo. Respirando entrecortadamente mientras sentía como Greg descendía la lengua por el estómago para llegar al ombligo y lamerlo varias veces.

—¿Puedo? —preguntó Greg distraídamente mientras bajaba un poco la lengua y le besaba la parte baja del abdomen.

—Como no lo hagas tú lo haré yo —le aseguró Sherlock cuya voz sonaba algo desesperada.

Greg rió divertido y se incorporó. Le quitó el pantalón al detective y luego la ropa interior. La dejó esparcida por el suelo donde pronto también fue a parar sus propios pantalones. Observaba anonadado a Sherlock. Tenía un cuerpo blanco como la nieve y tan delgado que rozaba los límites de lo saludable.

Pequeños lunares se esparcían por la piel y un escaso vello rubio cubría algunas partes.

Greg se tumbó sobre él y lo volvió a besar mientras dirigía su mano derecha hacia el miembro semi-erecto del joven.

—Espera —pidió Sherlock de pronto agarrándole la mano.

Greg alzó las cejas sorprendido y le apretó la mano suavemente.

—Tranquilo, saldrá bien… ¿O eres…? —susurró Greg divertido.

—No soy virgen —dijo Sherlock con un áspero gruñido —. Solo que… Quiero memorizarte.

—¿Memorizarme? —preguntó Greg algo confundido.

—Greg… —susurró Sherlock mientras le cogía por la cintura y lo hacía girarse para quedar el encima —. No veo absolutamente nada. Ni siquiera sombras, ni cosas difusas… Si pudiera hacerlo te memorizaría con la vista, y ya que no puedo… ¿Puedo hacerlo a mi manera? —pidió Sherlock

El detective miró unos segundos a Sherlock, luego se incorporó un poco y le besó.

—Está bien —le susurró Greg al oído.

Sherlock apoyó su frente contra la de Greg y le empujó con suavidad para que se tumbara. Poco a poco, pasó la nariz por su rostro lentamente, rodeando los ojos, frotándola contra la mejilla derecha y deslizándola hasta el mentón.

Cuando pasó por el cuello, sustituyó la nariz por los labios y de nuevo volvió a acariciar lentamente toda la piel que podía. Sherlock comenzó a mover las caderas ligeramente contra Greg, haciéndole disfrutar doblemente de toda la atención que estaba recibiendo.

Cerró los ojos lentamente y se dejó llevar por los sentidos. Los labios de Sherlock recorrieron su pecho, mordiéndolo ligeramente y recorriéndolo con la lengua. Luego bajaron lentamente por el abdomen. Greg suspiró de placer cuando Sherlock hundió la lengua en su ombligo. Elevó las caderas levemente y eso Sherlock no lo pasó desapercibido. Aunque no dijo nada, simplemente siguió bajando y lamió el glande.

—Jod… —murmuró Greg abriendo los ojos de golpe.

Sherlock rió divertido y repitió la acción, haciéndole gemir de nuevo. Greg bajó la mano y agarró los rizos de Sherlock pero este le quitó la mano de ahí.

—Vuelve a hacerlo… —pidió Greg.

Sherlock le hizo caso y repitió la acción aunque luego se separó para tumbarse encima de él. Buscó a tientas las manos del policía y las puso por encima de su cabeza. Greg lo observaba con curiosidad lo que hacía.

—Veo que alguien no ha follado en mucho tiempo —susurró divertido.

—Ah… —dijo Greg divertido —. ¿Y tú sí?

—No se me oye tan necesitado… —dijo mientras comenzaba a frotarse lentamente contra Greg.

El policía suspiró de placer al sentir la erección de Sherlock frotarse contra la suya y no pudo otra cosa que responderle a los movimientos. Estuvieron largos minutos moviéndose así, emitiendo suspiros de placer que daban a entender que se dedicarían mutuamente el tiempo que necesitaran para disfrutar.

Cuando su miembro vibró peligrosamente, Greg apartó las manos del suave agarre de Sherlock y las puso en la cintura de este para darle la vuelta.

—Ahora tú serás el que suenes necesitado… — le dijo Greg mientras acariciaba la entrada con el pulgar.

—Ah, ¿sí? —le dijo Sherlock divertido.

—Oh si… —susurró Greg, se metió un dedo en la boca y lo introdujo parcialmente en el interior de Sherlock —. Te gustará, gemirás y pedirás más. Eso seguro.

El rostro del detective se contrajo al sentir el dedo en su interior, aunque no se quejó. Greg esperó un tiempo a que se acostumbrara antes de introducir un segundo dedo. Fue moviendo la mano los dedos en círculos, acariciando ligeramente la próstata del joven.

Le puso la mano sobre el abdomen para evitar que se moviera y disfrutó viéndole retorcerse bajo a él.

—Pídemelo… —susurró Greg divertido.

—¿Ah…?

—Pídeme que continúe —le dijo.

Sherlock abrió los ojos y pese a que no veía lo fijó en el rostro de Greg. El policía le observó, dibujando una pequeña sonrisa de superioridad pues sabía las palabras que iba a pronunciar el detective.

—Fóllame —pidió.

Greg sacó los dedos lentamente y apoyó ambas manos en los muslos para separarlos.

—Tus deseos son órdenes —le dijo.

Greg agarró su miembro con una de sus manos y acarició la entrada varias veces con la punta antes de comenzar a penetrarle. Los puños de Sherlock se cerraron alrededor de las sábanas de su cama, y se movió contra él.

—Relájate… —susurró Greg —. Se irá en poco, ya verás.

—Lo dice el tío que tiene su pene dentro de mí —comentó Sherlock.

Greg comenzó a reírse, al igual que Sherlock. Eso ayudó a relajarse por lo que Greg pudo comenzar a moverse en su interior.

Las embestidas comenzaron suaves, dejando que Sherlock sintiera cada roce y cada sensación de su cuerpo pero poco a poco, y por exigencias del muchacho, Greg comenzó a moverse cada vez más rápido.

La calor comenzó a expandirse por la habitación y los gemidos de ambos hombres comenzaron a llenarla. Minutos más tarde, Greg se corrió dentro de Sherlock, haciéndole llegar pocos segundos más tarde.

—Dios… —gimió Sherlock tras la primera eyaculación que salpicó en el pecho.

—Joder Sherlock… —murmuró Greg llevando la mano rápidamente al miembro del joven y apretándole para que expulsara las últimas gotas de semen.

Sherlock se retorció mientras volvía a eyacular.

—Greg… —suspiró.

El nombrado se abrazó a Sherlock y lo besó necesitado. Necesitaba volver a sentir sus labios de nuevo. Eran suaves y sabían tan maravillosamente bien que no quería olvidarlos.

—Eres… —murmuró.

—Cállate —pidió Sherlock mientras le devolvía el abrazo.

Greg rió y lo estrechó contra él. Se salió con suavidad y besó a Sherlock. Se separó un poco de él para estirar las sábanas y tumbarse bajo ellas.

—Oye… —murmuró Sherlock.

—Dime… —susurró Greg.

—No estás borracho, ¿verdad? Hiciste esto porque has querido hacerlo conmigo…

Greg rió, le apartó los mechones de pelo de la sudada frente y le besó la siente.

—Eres demasiado guapo como para no querer estar contigo. Y no. No estoy borracho.

Sherlock se quedó unos minutos en silencio mientras acariciaba el pecho de Greg.

—Podemos repetir esto las veces que quieras —le dijo —. Para celebrar un caso resuelto, para cualquier celebración o… Simplemente porque sí.

Greg alzó una ceja sorprendido.

—Me gusta esa idea —susurró —. Me gusta mucho esa idea…

Sherlock rió y le dio un beso en la barbilla antes de pegarse contra él y dormirse poco después. Greg le acarició la espalda lentamente y sonrió.

Aunque Greg no lo sabía entonces, ese era el dulce principio de su relación con Sherlock Holmes, el mejor y único detective consultor del mundo.

FIN


¡Dios! ¡Ya acabé! ¡Por fin!

Agradezco muchísimo cada uno de los comentarios que me habéis mandado y me alegro de que os haya gustado la historia. Siento lo que le hice a Sherlock, pero aún así sigue siendo el mejor detective del mundo, salvo que ahora tiene compañía.

¡Gracias por todo!