Severus Snape dormía. No podía simplemente evitar que lo hiciera a su lado y que la rodeara con sus brazos cuando se descuidara. Y sin embargo, parecía que no mucho había ocurrido ese día. Él continuaba con la idea de que ella estaba embarazada y los días continuaban pasando y Snape insistiendo. Pero ella estaba segura de que eso era imposible. Fingir un embarazo de la nada. Podía adulterar su ropa, hacerla más abultada en su vientre. Pero no podía hacerle tener un bebé solo con magia.
Quería ver eso.
Y mientras intentaba dormir, no podía mentir, estaba muy cansada, Severus Snape daba vueltas en la cama. Parecía tener una pesadilla. Se movía incómodo y susurraba palabras que ella apenas podía entender.
— Maldición. ¿Y ahora qué? — susurró dándose la vuelta para observarlo. En realidad, ¿qué otra cosa podía sucederle luego de toda esa paranoia absurda en la que estaba sumida?
"Hermione...¡No! ¡Por favor...!"
Se dio la vuelta con sumo cuidado de regreso a su postura original. No caería en otro de sus cuentos. Estaba bastante bien en los que ya había tenido que "aceptar". No necesitaba más tonterías. Más palabras absurdas.
"Hermione...¡Por favor no le hagan daño!"
Y antes de que pudiera incluso cerrar los ojos, Severus Snape había despertado violentamente y ella había fingido que dormía. Podía escuchar su respiración agitada y podía incluso creer que había visto lágrimas en sus ojos, mientras se contorsionaba en la cama.
Pero estaba segura de que todo eso era una farsa. Si no podía sangrar, si no podía tocar las cosas, entonces...
¿Cómo era posible que pudiera llorar?
Lo había sentido moverse en su dirección para mirarla y había colocado sus manos sobre su hombro, para mirarla. Hermione había fingido despertar también.
— ¿Qué rayos sucede, profesor Snape?
Parecía alienado, confundido. Ella se acomodó hasta sentarse, mientras él se ponía en pie y hurgaba entre sus cosas. Había tomado un cigarro y lo había encendido. Rápidamente. Desesperado, se había dejado caer en una vieja silla y había alzado la vista para observarla.
— Un sueño del pasado que se repite. Pero tú eres mi esposa y nada ni nadie podrá alejarte de mí. Podrá llevarte lejos de mi lado. Así tenga que morir en el proceso.
¿De qué estaba hablando?
Y mientras ella sostenía una conversación absurda con él, otras personas se hacían un par de preguntas.
"¿Estás seguro de que nadie la ha visto?"
"No. Desapareció hace un par de días. Nadie sabe dónde está. No contesta las cartas y tememos que algo grave le haya sucedido".
"Pero ella estaba en San Mungo, la última vez que la vimos. Estaba herida, no podía moverse lo suficiente como para escapar" "¿Crees que alguien la haya...?"
"¡No! No digas algo así. ¡Nunca!"
"No me refería a asesinado. Me refería a que alguien le haya ayudado a escapar o quizá, la hayan secuestrado."
"¿Con qué clase de interés? ¡Ella no hizo ningún mal a nadie!"
— Nadie te hará daño. Ni a ti ni al bebé. Estarás a mi lado, como debe ser.
Hermione había tosido por las bocanadas de humo que Snape dejaba salir cuando hablaba. Había apagado el cigarro y se había enjuagado el rostro en el lavabo del baño, para sentarse en la cama y sostener su rostro. Hermione había tratado de apartarse pero el agarre de Snape resultaba ser más fuerte de lo normal.
— No importa cuánto traten, nunca nos encontrarán para asesinarnos. Nosotros estaremos juntos el tiempo que tengamos que estar juntos.
¿Por qué eso resultaba ser más una amenaza que una declaración? Sentía que entre líneas; estaba condenada a jamás escapar.
— Mi hijo o mi hija, será libre de esos rufianes. Y nadie le pondrá un dedo a mi esposa sin que yo lo mate primero. ¡Eso es de cobardes! Atacar a una mujer.
Pero...¿cómo iban a atacarla, si ni ella sabía dónde estaba realmente? Severus se había inclinado para besar su frente con delicadeza y se había dejado caer en la cama.
— Vuelve a dormir, mi amor. El bebé y tú necesitan descanso. Lamento haberte sobresaltado, no era mi intención.
¿Y cómo iba a volver a dormir? Aquella aterradora imagen ya no iba a abandonar sus sueños. Aquella imagen de Snape luchando contra algo irreal, que seguramente él, encontraría una forma de volver realidad.
Un ataque sorpresa, para hacerle creer que toda esa "vida" resultaba ser cierta. Estaba condenada.
Tenía que encontrar una forma de salir de aquella locura, antes de que la situación empeorara. Y estaba segura de que así iba a ser en los próximos días. Con el bebé, con un Snape paranoide y con una Winky que ya no era la misma.
Ese espejo. Tenía que entrar en él y despertarse de alguna forma. De esa cama en la que se había visto.
Seguro esa era la conexión. Debía hallar una forma de despertarse y despertar a Winky. Quizá, romper el espejo desde dentro y que él jamás pudiera cruzarle.