DESAPARECIDA

SECUESTRADA

-Mamá, ya me voy.

-Cuídate hija, no dejes de pasar al templo de regreso.

-Lo haré mamá.

Chihiro Ogino, estudiante del último año de la preparatoria, con su estilizada figura delgada y su cabello castaño atado en una colita alta salió corriendo de casa con el uniforme de la preparatoria regional a la que asistía, aquella falda café que le daba a las rodillas le acentuaba sus caderas con el tableado, era primavera, así que solo portaba una blusa blanca de manga corta y encima un chaleco de color café con el emblema de su escuela bordado sobre el área de su corazón, aquella chica de mirada inocente solo comenzó a caminar rumbo a la escuela cargando su maletín en la mano derecha observando el paisaje con alegría, habían pasado 8 años desde que se mudara a aquella área en la provincia y se sentía inusualmente animada, finalmente habían ascendido a su padre a vicepresidente del área Este de la compañía en que trabajaba, los esfuerzos de su familia finalmente comenzaban a dar frutos.

-¡CHIHIRO, ESPÉRAME!

-Hola Saya.

Saya Sugiwabara era una de sus compañeras, tenía la cara inusualmente larga, su cabello usualmente suelto, era domado el día de hoy por una diadema de color blanco, no es que tuviera el cabello demasiado largo esta chica, lo usaba justo a los hombros, pero se volvía una maraña a la menor provocación, sus ojos verdes y su cabello negro fueron lo primero en captar la atención de la castaña cuando apenas tenían 10 años de edad, desde entonces habían sido inseparables durante las jornadas escolares, coincidiendo extrañamente en las mismas clases cada año. El mayor problema con Saya eran sus retrasos matinales, jamás, en todo lo que llevaban siendo amigas, había logrado salir a tiempo para no perseguir corriendo a Chihiro por medio pueblo.

-Chihiro… ¿Cómo le fue a tu padre?

-Ayer nos confirmaron la noticia, parece ser que hoy tendrá una celebración en el centro del pueblo, así que tendré que ir ahí después de llegar a la casa.

-Es una lástima, tenía ganas de invitarte a ver una película.

-Lo lamento mucho Saya.

-Chihiro… ¿piensas cambiar de opinión ahora?

-¿Con que?

-¿Cómo que con qué? CON TU FUTURO, ¿CON QUE OTRA COSA?... está bien que leas todas esas cosas religiosas y que vayas a todos los servicios pero… ¿de verdad piensas entrenar para ser la Miko de la Montaña?

-Te lo dije Saya, no me interesa ir a la universidad… el Templo es el lugar donde me siento más segura.

-Podrías estudiar historia, arqueología o algo así, hasta los maestros te lo dijeron, así podrías seguir estudiando mitología y…

-Saya chan, eres mi mejor amiga y aprecio mucho tu preocupación, pero esta es una decisión tomada, mis padres ya han aceptado también, mi lugar en el mundo será el Templo a partir de la próxima semana.

-Ya veo… bien, si no hay forma de convencerte…

Ambas continuaron andando en silencio hasta acomodarse en sus lugares usuales, mañana sería la ceremonia de clausura, Saya sería la que hablara a nombre de la generación dada su excelencia en cuanto al aprendizaje de las asignaturas, después de que les entregaran sus certificados de preparatoria tendrían que separarse, Saya iría a la Universidad de Tokio donde ya había sido aceptada, Chihiro por su parte se mudaría al Templo de la Montaña donde aprendería todo lo posible para llegar a ser la Miko responsable de aquel lugar.

El día transcurrió como normalmente, Chihiro no pudo evitar recordar cuando llegaron a aquel poblado, eran budistas en ese momento, sin embargo, luego de perderse por dos semanas mientras atravesaban un túnel que daba la vuelta a toda la montaña y al bosque, algo había cambiado en su familia, sus padres se habían vuelto más precavidos, la impulsividad que había caracterizado a su padre se había tranquilizado, cosa que lo había hecho más calculador de los riesgos, esa era la principal razón de que hubiera ascendido tan rápido dentro de su empresa. La madre de Chihiro por su parte se había vuelto más responsable de la educación de Chihiro, más observadora también, ahora nada se le pasaba por alto, a veces podía llegar a ser un verdadero fastidio, no había manera de ocultarle nada. En cuanto a Chihiro, bueno, ella no había notado ningún cambio a parte de su repentino interés por la mitología Shinto, sus padres por otro lado le habían comentado en repetidas ocasiones lo orgullosos que estaban de que hubiera comenzado a madurar, se había vuelto más responsable, más perseverante, antes cualquier cambio, cualquier reto la asustaban, como si se tratara de un ratón pequeñito, luego de la mudanza había comenzado a imponerse retos por la mera satisfacción de descubrir de hasta donde era capaz de llegar. Este año no había logrado superar a Saya en los estudios, las matemáticas seguían siendo su talón de Aquiles, aun así, terminar siendo el segundo mejor promedio de la generación no estaba nada mal.

DING DONG DANG DONG

DONG DANG DING DONG

Había sonado al fin el reloj de la escuela anunciando el fin de las clases, Chihiro guardó sus cosas y se despidió de sus compañeras, Saya había tenido que salir con urgencia por una llamada de su casa hacía solo 5 minutos atrás, Chihiro solo se cambió sus zapatos escolares por los zapatos para salir y se dirigió hacia la montaña.

Respirar el aire puro que exhalaban los árboles y el ejercicio de subir los escalones siendo acompañada por la compañía del bosque eran algo que siempre hacia sentir mejor a Chihiro, lo único que le faltaba a aquel lugar, era un río.

-¡Shingo San!

No hubo respuesta, la joven castaña supuso entonces que el monje debía estar al otro lado del templo o abajo haciendo las compras, sonrió para si antes de dirigirse a la capilla de oraciones; dio las gracias por el trabajo nuevo de su padre siguiendo el ritual usual, luego se paró y dio un pequeño paseo por el templo, mentalizándose ante la idea de que aquel sería su nuevo hogar en un par de días y que la vida del templo sería su nueva realidad, casi se sentía a gusto con aquella perspectiva…

-¡Chihiro donno! Qué alegría me da verte por aquí pequeña.

-Shingo San, lo busqué cuando llegué pero no lo había visto.

-Lo lamento, estaba buscando unas cosas en la bodega, pronto tendremos una fiesta en el templo para agradecer al Dios de la Tierra.

-Ya veo, ¿podré ayudarlo a preparar la celebración?

-¡Por supuesto! Como aprendiz del templo me aseguraré de que disfrutes de tus nuevas obligaciones.

-Estoy ansiosa Shingo San.

-¿Tus padres aun se oponen Chihiro donno?

-No, ya no, han comenzado a aceptar mi decisión.

-¿Y tú?

Chihiro lo observó de reojo sin perder de vista la capilla donde había dado gracias hacia un momento, Shingo sabía que Chihiro aun dudaba si realmente ese era el único lugar donde podría encajar, sin embargo, luego de cavilar por un momento sus vivencias de ese año y las cosas que había visto y aprendido, pudo responder.

-Estoy segura Shingo San

-¿Completamente? Sabes que es importante que estés del todo convencida pequeña, tu corazón es piadoso, tu mente está concentrada, pero, si tu alma no está destinada a este lugar, la duda no te abandonará nunca y no podrás dedicarte al templo enteramente.

-Lo sé, Shingo donno…

Algo más tarde Chihiro se despidió, sus padres pensaban ir a festejar y le habían recordado que regresara a una hora adecuada para poder arreglarse, ella bajó despacio los escalones, aquella duda mínima seguía ahí, la joven castaña iba pensando en ello, demasiado concentrada como para notar el auto estacionado frente a la entrada a las escaleras del templo, tan metida dentro de sí misma que no escuchó el motor encenderse cuando ella terminó de bajar y viró con rumbo al pueblo, no fue sino hasta que un brazo enorme la rodeó de la cintura para jalarla que notó que era metida al interior de un vehículo, estaba asustada, su única esperanza eran un par de ojos verdes que se habían abierto de forma inmensa antes de desaparecer detrás de un árbol en el camino hacia el templo, ojalá Saya hubiera tenido tiempo de memorizar el auto y las placas, ojalá que los tipos en el interior del auto no la hubieran visto, ojalá todo fuera un mal sueño.

¡Riiiiiiiiiiiing Riiiiiiiiiiiiiiiiiing!

-Residencia Ogino, buenas tardes.

-¿Señora Ogino?

-Sí, soy yo.

-Tenemos a su hija.

-¿Co, como dice?

-Tenemos a su hija, queremos negociar.

-Mi… ¿mi hija?... no, no debe haber un error, mi hija viene para acá, llegará en cualquier momento y…

-Su hija estaba en el Templo de la Montaña cuando la interceptamos, esto es en serio señora, ahora ponga atención, sabemos que su esposo acaba de ser promovido a una vice presidencia, le daremos hasta el lunes para que reúna un millón de dólares en billetes chicos, la llamaremos ese lunes en la mañana para darle las indicaciones del intercambio y…

-Espere, por favor, no puedo creerle que tenga a mi hija, esto podría ser una mera estafa.

-Esperábamos que nos dijera esto señora, se la pasaré en un momento… ¿Mamá?

-¡CHIHIRO, CARIÑO! ¿ERES TÚ, ESTÁS BIEN?

-Estoy bien mamá, no me han hecho nada, me tienen atada y con los ojos vendados.

Justo en ese momento la puerta se abrió, el señor Ogino entró con el animo en alto, sin embargo, al ver que nadie se acercaba a la puerta se dirigió hacia la sala donde había escuchado a su mujer hablando con un cierto nerviosismo en la voz, él se asomó solo para ver que su esposa aferraba el teléfono con ambas manos y enormes lágrimas bajando por sus mejillas, él no preguntó nada, solo se quedó ahí escuchando mientras volteaba a ver alrededor, ¿Dónde estaba su hija?

-Cariño, no, no te preocupes, todo va a salir bien, conseguiremos el dinero y…

-No mamá, no les den dinero, no les den nada, ¿me oyes mamá?... ¡MAMÁ!...

-¡CHIHIRO!

-Lamento eso, ya sabe como son los niños de hoy en día, no piensan en las consecuencias de sus actos, por ahora, preocúpese por reunir el dinero y…

-¿DÓNDE ESTÁ MI HIJA? ¿QUÉ LE HICIERON?

-Solo le dimos una clase de buenos modales señora, no se preocupe, si quiere volver a ver a su hija con vida y en buen estado junte el dinero y no le diga nada de esto a la policía.

-Espere, ¡ESPERE!

TU TU TU TU TU TU TU TU

La mujer cuarentona de cortos cabellos castaños se derrumbó en ese momento, aun no había notado la presencia de su marido el cual, al comprender la situación, se había congelado en su sitio, despacio, luego de lo que parecieron siglos en esa atmósfera de angustia, el hombre comenzó a moverse despacio hasta sentarse en el sillón al lado de su mujer, sosteniendo su cabeza comenzó a respirar pausadamente para tranquilizarse, la responsabilidad de no sumarse también al miedo de su esposa era su motivación para atravesar rápidamente por lo que estaba comenzando a suceder, despacio, limpiando la única lágrima que había salido de su ojo, sin ver a otro lado que no fuera un punto en la nada, acercó su mano al hombro de su esposa hasta completar un agarre seguro sobre él, había tomado una determinación, debía ser fuerte.

-Yuko, nuestra hija ha muerto.

-No, no digas eso… todavía podemos… todavía podemos…

-No, no cariño, escúchame por favor, tenemos que dar parte a la policía.

-Noooo.

-Sé que esto es duro, pero no podemos pagar el dinero que hayan pedido, sea cual sea la cantidad.

-¡NOOOOOOOOOO! Noooooooooo, ellos dijeron que si les pagamos… ellos, ellos nos devolverán a Chihiro, ellos la traerán a salvo, por favor, tenemos que juntar el dinero y no decir nada.

-No, no podemos hacer eso.

-¡ES MI HIJA!

-¡TAMBIÉN ES MI HIJA!... Yuko, por favor, nuestra Chihiro ha muerto, tenemos que avisar a la policía, si logramos ayudar a que atrapen a los secuestradores…

-¡NOOOOOOOOOOOOO!

-… ¡TENEMOS QUE HACERLO!... tenemos que hacerlo… o ellos secuestrarán a otra chica inocente y lastimarán a otros.

-Tienen a nuestra pequeña.

-La tienen porque alguien debió enseñarles que esta era una forma fácil de tener dinero, yo se que duele, y no quiero hacerlo, no quiero renunciar a ella… pero piensa que si alguien más hubiera hecho esto, nuestra pequeña no estaría sufriendo ahora… ¿no crees que tengo razón?

Todo estaba obscuro, sus muñecas le escocían, justo igual que sus tobillos, sabía que estaba en la parte trasera de un auto, solo no sabía dónde estaba en realidad, se quedó inmóvil por temor a que la golpearan de nuevo, fingiendo que seguía desmayada, su mejilla le ardía como loca, pero no era momento de entrar en pánico, posiblemente estaba frente a sus últimas horas de vida en la tierra, tenía que tener fé en que aparecería una oportunidad para escapar… aun si eso significaba una muerte rápida.

-Oye, ¡sapo! Te dije que levantaras la tienda, no que la dejaras embarrada entre los árboles.

Ese debía ser el jefe, el tipo que había llamado a su casa y amenazado a su madre.

-Vamos sapito sapito, si no puedes algo tan sencillo, tendremos que educarte de nuevo, jejejeje.

-¡No me hables rata! Como si tú pudieras hacerlo mejor.

Sapo era el tipo que la había metido al auto, estaba casi segura que también había sido él quien la golpeara en la cara mientras le pedía a su madre que la abandonaran a su suerte, en cuanto a Rata, sonaba como el tipo que la había amarrado en la parte de atrás del auto.

-¡BASTA LOS DOS! Son un par de animales sin remedio.

-Si tanto les disgusta mi trabajo, podríamos ocultarnos en el taller de la rata.

-¡IDIOTA! No podemos llegar con una niña amarrada al taller del pueblo, ¿sabes cuánto tardarían en encontrarnos ahí?

-Si, además, al sapito parece que le dan miedo los árboles, jejejeje.

-¡Claro que no!… voy por leña, tengo hambre.

-Hasta que usas la cabeza Sapo idiota… ¿y tú qué haces aquí acostado Rata? Vete al auto y vigila a la niña, no sea que escape por incompetencia.

Escapar, como si tuviera oportunidad de hacerlo… ¿la tendría?... no se movió ni siquiera cuando sintió el auto moviéndose porque Rata se estuviera recargando en la puerta, no se movió cuando escuchó como Sapo volvía a discutir con Rata y con el Jefe, simplemente comenzó a rezar, solo necesitaba estar alerta a una oportunidad, una, por pequeña que fuera estaba bien, "Dios de la Montaña, por favor, ayuda a tu cierva a escapar, ayúdame a salir de aquí como sea… Dios del Bosque, ayúdame, cualquier cosa podría servir, por favor… Haku…" ¿quién era Haku?... en realidad, no era la primera vez que se encontraba a si misma incluyendo a un tal Haku en sus oraciones, no sabía quién era, pero el solo invocarlo le ayudaba a serenarse, usualmente cuando lo invocaba, algo salía bien.

El viejo auto con el que los Ogino habían llegado a aquel pueblo había sido reemplazado por un modelo más moderno en color gris perla, Ogino Akio había alegado que sería más fácil de limpiar en ese color y que se vería más elegante… tenía razón, sin embargo esa no era la preocupación del matrimonio que subía a toda velocidad.

El auto arrancó, moviéndose rápidamente hasta la entrada del Templo de la Montaña donde se detuvo mientras la marcha seguía funcionando, la puerta del copiloto se abrió, Ogino Yuko estaba por salir cuando de improviso regresó de nuevo con su marido.

-¿Y si nos están observando?

-No te preocupes amor, ya te dije que todo saldrá bien, tendrán que atraparlos, yo iré a la policía y tú…

-Rezaré, rezaré a los dioses para que nuestra pequeña pueda encontrar… paz.

-Si los dioses son realmente benévolos con nosotros y nuestra pequeña, hallarán la forma de devolvérnosla con vida, ya lo verás amor… ahora ve, no pierdas tiempo.

Se dieron un beso, más para tranquilizarse que por dedicarse algo de afecto, ella comenzó a subir las escaleras tan rápido como le fue posible, mientras el automóvil gris volvía a movilizarse, esta vez con rumbo a la comisaría de policías.

Era tarde, faltaban un par de horas para que anocheciera, había habido otro pleito entre los secuestradores antes de que decidieran el orden en que vigilarían por si acaso, el primer turno de vigilancia le tocaría a Rata por estúpido, el segundo turno sería para el Jefe, que tendría que estar algo descansado, el último turno lo tomaría el inepto de Sapo, con algo de suerte, podría encargarse a esa hora.

Chihiro estaba atenta, seguía rezando mentalmente, sabía que tenía que ser paciente, así que se mantuvo inmóvil todavía un poco más, escuchó al Jefe y a Sapo entrando a una de las tiendas donde comenzaron a repasar el plan una vez más, harían algunas cosas al día siguiente para convencer a sus padres de conseguir el dinero, estaban discutiendo eso.

Casi una hora después, ambos seguían discutiendo el plan, Sapo era de lento aprendizaje, hasta Chihiro se sabía el plan de memoria para ese momento, estaba a punto de dormirse cuando escuchó un ruido fuera de lugar, la puerta del carro se había abierto, el viento fresco de la tarde entró por ahí, acariciando su piel, se habría sentido reconfortada de no ser porque sabía que Rata estaba vigilando, así que el que había abierto la puerta era…

-Sshhh, no hagas ruido pequeña, tú y yo vamos a divertirnos un rato mientras ellos pelean, no te preocupes, nadie los escuchará, ahora, veamos… hermosos zapatos, pero me gusta más jugar con los pies de las chicas antes de divertirme con ellas ¿sabes?

Chihiro sintió la mano de su captor quitándole los zapatos despacio, luego las calcetas, ya le había acariciado uno de sus muslos en el proceso, estaba inquieta, estaba aterrorizada, no sabía cuánto podría soportar, de lo que estaba segura era que no deseaba eso, las lágrimas comenzaron a salir de sus ojos, fue entonces que sintió como le quitaban aquella venda, no podía ver a Rata, solo su silueta, tenía la cara alargada, le faltaba pelo, era flaco, muy flaco, y sus dedos huesudos no dejaban de recorrerle las piernas.

-Hermosos, muy hermosos tus ojos, jejejeje.

-¡No! Por favor no lo haga, máteme si quiere, pero no haga est…ffh…

-Shh, shh, tránquila, no dolerá demasiado, lo prometo, jejejejeje, así, mírame, no hay nada más excitante que los ojos asustados de una…

Estaba siendo amordazada con sus calcetines, no podía ser verdad, lloraba y rogaba una y otra vez, Rata estaba desabotonando su blusa, la había cegado por un momento con un flash inesperado cuando de pronto, sin previo aviso, el aire comenzó a agitarse fuertemente, polvo y hojas rancias volaban hasta meterse dentro del vehículo, algunos animales habían saltado al interior, Rata salió de ahí maldiciendo, el aire se volvió más feroz mientras el Jefe salía también de la tienda, "HUYE" escuchó Chihiro, no sabía de quien era esa voz, pero no tardó en obedecer, como pudo, salió del auto y sin prestar atención a nada, comenzó a correr, había tanta tierra que no sabía hacia donde iba, solo seguía la voz "Corre Chihiro, huye".

Notas de la Autora:

Hola de nuevo a todos, antes que nada, mil gracias por llegar hasta el final de este primer capítulo, debo decir que, por un lado, Sen to Chihiro no Kamikakushi no ha dejado de darme vueltas en la cabeza una y otra y otra vez, posiblemente deje de darme tantísimas vueltas cuando sea capaz de hacer algunos dibujos al respecto, así que, estaré dándoles algo de lata todavía... por otro lado... lo se, el tema del secuestro es un tema muy obscuro y muy pesado, bastante difícil de digerir, sin embargo, la idea surgió después de una noche de sueños extraños, este primer capítulo es justamente el inicio de aquel último sueño que tuve hace dos semanas aproximadamente, más pulido, no lo niego, en el sueño no recuerdo que hubiera tantos diálogos, en todo caso, espero que, a pesar de la temática, encuentren esta historia interesante y tal vez hasta entretenida, cualquier comentario, crítica, tomatazo, lo que sea, será bien recibido por aqui, de antemano, gracias por tomarse el tiempo de leerme, prometo subir cada semana un capítulo nuevo.

SARABA