-57-

Luna y Theo

La veía peinar sus largos cabellos rubios con esa pasmosidad de siempre, pasaba el cepillo lentamente mientras seguía con esa mirada perdida en el infinito de sus mundos, sumergiendo su mente en ese mar de imaginación, soñando despierta, pensado en lo imposible, en lo improbable y en la posibilidad de que ocurriera o existieran todos esos seres de los que su padre le había hablado. Porque su razón le había hecho descubrir que muchas eran fantasías pero en lo profundo de su corazón aun conservaba la esperanza de encontrar aquellos sueños locos de su padre.

El la miraba inundándose en la tranquilidad que emanaba cada acción distraída, la observaba desde su cama, en ese lecho aun cálido por su tibieza y ese aroma tan suyo, tan dulce como toda ella.

Al fin después de largo minutos parecía que regresaba en si, parpadeando un poco, como si despertara de un sueño y sentía esa mirada puesta en ella, giraba un poco y sonreía al encontrar esos ojos llenos de devoción que la observaba.

Esa sola sonrisa le bastaba a Nott para iluminar su día y su vida completa, para levantarse de la cama impulsado por una atracción magnética, acortar esa distancia que los separaba y fundirse en un cálido abrazo, para sentir que nada mas le hace falta para ser feliz.

Nott era muchas cosas, sumamente brillante, fríamente calculador, poco sociable y sumamente educado. Era demasiado directo y no esperaba nada de nadie, había crecido solo, sin el amor de una familia y se había obligado a no extrañar o añorar nada tan superfluo o sentimental. Hasta que la conoció a ella.

Mucho había pasado desde entonces, demasiadas cosas habían cambiado con la guerra, con el tiempo y las viejas heridas, pero en su corazón solo se había afianzado ese amor puro que sentía por ella y por los dos hijos que habían procreado con todo ese amo que sentían ambos.

El hacia todo por complacerla y aun cuando fue difícil entender la manera en que ella veía la vida, aprendió de sus largos silencios, de su manera de hacer fluir las cosas. Se sorprendió de encontrar que en sus distracciones tenía un sentido claro de la vida y lo que la rodeaba, era sencilla mas no simple, entendía y hablaba de las cosas más complejas con un par de frases que no necesitaban más explicaciones. Así era ella, así era su Luna y el la amaba.

-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-

Fedra y Blaise

Lo cierto era que por mucho tiempo, el miedo le impedía ser feliz por completo, quizás tenía una enorme fortuna para vivir varias vidas y el sincero amor de un hombre, sin embargo, en su interior siempre estaba sembrada la semilla del miedo.

Muchas eran sus pesadillas, esos sueños que le robaban la tranquilidad, en ellos veía a Pansy la mayoría de las veces reclamando ese cuerpo que no era el suyo, otras tantas ocasiones soñaba que seguía en el cuerpo de la morena, pero era como cuando compartía el cuerpo con su hermana y no tenia control sobre el. Asi veía sin poder hacer nada como Pansy Parkinson mataba a los que amaba, a Blaise, a Hermione y al final después de torturarla a Luna.

El tiempo fue la clave para alejar poco a poco esos temores y encerrarlos en lo profundo de su ser para poder vivir y ser feliz con Zabini, sin embargo, no fue fácil enfrentarse día a día a esa nueva imagen que le mostraba el espejo.

Pero sin duda lo más difícil, fue cuando quedo embarazada. El miedo se convirtió en un profundo terror, tan intenso que a veces le costaba respirar y temblaba como una hoja al viento hasta que su amado Zabini la abrazaba y aplacaba con palabras dulces un poco de esa marea de inseguridades que la golpeaba.

Pensaba mucho en ese pequeño ser que crecía en ella, pero en cuanto lo hacia no podía parar ese contraste de sentimientos que se arremolinaban en su interior y le producían escalofríos. Por un lado la ilusión de ser madre era algo maravilloso, algo que nunca se había planteado realmente, quizás de manera ingenua nunca había sopesado la idea de que ella fuera capaz de crear una vida en su interior y ahora que era real no podía creerlo por completo, sin embargo, a penas se dejaba llevar un poco de esa felicidad, su mente la llevaba a pensar en otros temas menos agradables.

Se preguntaba si se parecería a ella, le aterraba pesar que pudiera heredar algo de la personalidad de su hermana o incluso de Pansy, solo pensar es esa posibilidad se hacia desear no estar esperando ese pequeño ser, para no condenarlo a una vida de amargura y odio injustificado.

-Tengo mucho miedo. -Se atrevió a decir un día en voz alta.

Luna parpadeo un par de veces como regresando a la realidad cuando la escucho hablar mientras tomaban el té. - ¿Por qué tendrías miedo?

Fedra clavo sus ojos oscuros en los azules de su amiga. -No te das cuenta que puede ser que mi bebe termine siendo un moustro como mi hermana o como lo fui yo.

-¿Por qué tendría que serlo? -Pregunto de nuevo como si no comprendiera a que se refería.

Fedra se levanto exasperada, frotándose las manos impaciente. -Kendra mato a mi madre, a la mujer que le dio la vida, a quien la amo por sobre todas las cosas y que le dio todo cuanto pudo pedir. Yo… -Comenzó a decir con voz temblorosa. -Yo casi te mato e hice cosas horribles que ni siquiera me atrevo a mencionar.

Luna se levanto hasta colocarse frente a Fedra, tomo sus manos entre las suyas para hacer que se calmara un poco.

-Sabes que nada de eso fue tu culpa. -Le dijo con dulzura

-Pero si eso no es suficiente, si tengo que pagar todas las atrocidades que hice viendo como mi bebe se conviene en alguien como Kendra o Vladimir. -Le dijo casi en un grito mientras su respiración se agitaba.

-No tiene que ser así.

-¿Cómo lo sabes?

-Porque tu eres buena y le enseñaras a este bebe lo que es el amor. -Le dijo poniendo su mano sobre el vientre hinchado de la morena. -Kendra era soberbia y vanidosa pero fue Vladimir quien la termino de corromper, y el lamentablemente estaba lleno de odio y resentimiento, podrido por dentro. Tu sabes todo lo que un amor sincero puede lograr. No tengas miedo.

-Pero es que no puedo dejar de pensar que estando en este cuerpo, de alguna manera este hijo no será mio.

-Lo será. -Aseguro. -¿Tu lo amas? -Pregunto acariciando de nuevo su vientre.

Fedra no tuvo que pensar su respuesta. -Lo amo. -Afirmo sabiendo que esa era la realidad, que sin importar a quien se pareciera físicamente ella lo amaría con todo su corazón, que a pesar de los miedos y la incertidumbre que se apoderaba de su sentir, ella lo deseaba aun sin ser consiente de ello.

Los meses pasaron lentamente para Fedra, no podía dejar atrás del todo su pesar, pero quería aferrarse a la esperanza y la ilusión de esa pequeña vida que crecía en su interior.

La fecha llego entre el nerviosismo y la ilusión de los próximos padres. Blaise se paseaba de un lado a otro en la sala de espera, para él tampoco habían sido fáciles las cosas, pero ahora se encontraba ahí con una felicidad mezclada con el miedo que solo un padre primerizo puede sentir.

La puesta se abrió para dar paso a una enfermera. -Pueden pasar a ver a su esposa y a su bebe.

Impulsado por una fuerza invisible el moreno casi corre para entrar a la habitación de su amada.

Una tenue luz entraba por la ventana, iluminando el rostro cansado de Fedra, posiblemente ya no tenía el deslumbrante color rojo de sus cabellos, pero por algún motivo a la luz del sol su larga cabellera negra había adquirido un tono rojizo y en aquella piel blanca de su rostro se habían formado un par de pecas. Recostada en su cama sujetaba entre sus manos un pequeño bultito y sonreía aun con la frente perlada de sudor por el esfuerzo.

-Es una niña. -Le confió en voz suave mientras miraba a los ojos a Zabini. -Una hermosa niña.

Cauteloso se acerco para verla, y justo en ese momento la pequeña abrió sus pequeños ojitos con pereza.

Un Slytherin no cree en cursilerías baratas como el amor rosa, las mariposas en el estomago o el amor a primera vista. Pero sin duda justo ahora Blaise se daba cuenta que en cuanto al amor a primera ya no estaba para nada convencido. Si bien amaba profundamente a su mujer, le basto conectar la mirada con la de esa pequeñita para darse cuenta que nunca había experimentado un amor así.

Es curiosa la manera en que las cosas van encajando poco a poco, como después de llegar al punto más oscuro de la noche esta nos avisa que esta apunto de amanecer. De esa misma manera increíble todo miedo en Fedra había desaparecido por completo mientras sostenía a su pequeña bebe de piel de ébano y cabellos oscuros, pero con sus ojos, con los reales, del mismo color original que ella poseía antes de poseer ese cuerpo.

En ese momento supo de alguna manera que todo estaría bien, que a su hija le daría todo el amor que necesitara y le enseñaría todo cuanto pudiera para hacerla una persona de bien, alguien que fuera mucho mejor que ella, para que tuviera la oportunidad de tener una vida buena y feliz, llena de armonía, lejos de las sombras de un pasado que nunca conocería.

Ya no importaba que estuviera en el cuerpo de Pansy, cuando se miraba al espejo veía su esencia en los curiosos detalles que habían cambiado de su persona. Y en realidad asi era, quien alguna vez había conocido a Pansy Parkinson, tenía que reconocer que esa hermosa mujer no era la misma de antes, que después de los últimos acontecimientos era como si la hubiera cambiado.

Podían ver que sonreía de manera diferente, que toda la soberbia y altanería que la había caracterizado ya no existía, que ese temperamento indómito había sido sustituido por una candidez que la hacía brillar mas.

La mayoría no entendía como alguien podía cambiar tanto, al punto de no reconocerla. Aunque el secreto lo conocían unos pocos jamás revelarían que en efecto Pansy era otra mujer.

Una mujer feliz y completa por fin, una mujer que ya no se encontraba rota, ni dividida en su interior. Que actuaba con total libertad e independencia y que amaba con todo su corazón a su pequeña y a su esposo.

Lo que jamás supo de manera consiente Fedra es que en lo recóndito de su interior, en lo más profundo de su ser había quedado un fragmento del alma de Pansy que jamás podría salir a la luz, porque simplemente el brillo y la fuerza de la ex pelirroja la mantendría por siempre encerrada en un lugar donde jamás haría daño de nuevo.

-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-

Cartas de Amor

Sana mis heridas con tus besos, con tus pacientes manos borra mis cicatrices, para que no haya un pasado que importe y solo exista un presente que nos haga felices.

Sana mi corazón maltratado por las angustias y carcomido por los remordimientos, renueva su latir con el ritmo cadencioso de tu respiración sobre mi cuello.

Sana esas heridas que no son visibles y que tan bien conoces, desaparece las pesadillas y sustitúyelos con esos sueños que vamos construyendo con anhelos.

Sana a ese niño tonto lleno de inseguridades y prejuicios, y quédate con el hombre en que me has convertido y quiere amarte para toda la vida.

Sáname con tus manos tímidas, con tus conocimientos bastos, con tus caricias tiernas y tu paciencia inagotable.

Sáname con el latir de tu corazón contra mi pecho, con esa piel cálida y ese cuerpo hermoso entre mis sabanas.

Sáname con ese amor que inexplicablemente siente por mí y que no merezco.

D.

Draco termino de colocar el último punto de su carta y dejo satisfecho la pluma en el tintero. Sonrió mientras releía lo que había escrito, le había costado bastante hacerlo, pero se sentía convencido que era exactamente lo que quería plasmar en esa carta.

Hacía ya varios años que Draco y Hermione habían hecho de aquello una tradición, en su aniversario solían escribirse cartas de amor. Ninguno de los dos tenía muy claro como se habían dado las cosas, pero sin duda era algo que a ambos les gustaban.

Sabía que esa era una carta demasiado corta para los gustos de su mujer, pero también que era lo correcto, porque aun cuando todos los días le hiciera saber a Hermione cuanto la amaba, nunca le había hecho saber de esa manera cuento había pedido en silencio que le ayudara a sanar.

Tomo la carta y la metió en un sobre dejándola bajo la almohada de Hermione.

Si bien era cierto que ambos compartían cosas sumamente dolorosas, también era cierto que ambos se amaban profundamente y hacia que cada día valiera todo la pena. Porque valoraban incluso las cosas más simples de la vida.

Habían aprendido por las malas lo que ocasionaba el odio y la ambición, sin embargo en el camino también descubrieron que el amor puede sanar incluso a dos almas que se encontraban demasiado perdidas y heridas para sanar por si solas.

Fin

-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-0-

Hola a todos,

Esta historia llego a su fin, muchas gracias por seguirme hasta el final. Me disculpo por mis fallas, mis horrores ortográficos y mis tardanzas. Hare todo lo posible por aprender de mis errores y mejorar día a día.
Gracias por sus comentarios, el tiempo valioso que me regalaron al leerme y dejarme sus amables comentarios. Espero de todo corazón seguir contando con su atención y sigan leyendo mis historias.

Escribo por ustedes y para ustedes.

Besos,

Helena.