¡Buenas tardes tengan todos ustedes, mis lindos y estimados lectores y fandoms! Ok, la siguiente historia es más bien el prólogo de un relato que hace rato que vaga por mi mente. Esta especie de crossover está inspirado al 100% en la genial película "The Hangover" (sí, esa película donde cuatro individuos se pegan una borrachera colosal y despiertan al día siguiente sin recordar nada). Ahora bien, con este crossover me introduzco en un nuevo fandom que hacía rato que quería también explorar.
Ese fandom es el del programa Ed, Edd 'n' Eddy; varios de ustedes conocerán poco o nada de ese programa, salvo aquellos que tuvieron la fortuna de conocer a esos personajes en su infancia y disfrutaron de las locuras de los tres amigos que huían como desquiciados del trío de hermanas que los acosaban siempre y en todo lugar, los cuales casi siempre eran catalogados de tontos por el resto de su vecindario.
En fin, sin más qué decir, excepto que los personajes de la siguiente historia (en orden de aparición) pertenecen a Danny Antonucci (c), a Ubisoft (c), a Matt Stone y Trey Parker (c), y a Hergé (c), aquí les dejo con esta especie de locura literaria.
¡Hasta luego!
Vicka.
P.d: Una advertencia: Los protagonistas están un poco fuera de su "personalidad" original (OoC)
¡¿Dónde está Tintin?!
Prólogo.
Las Vegas. Siete de la mañana. Hotel "Caesar's".
Eddward Moore, de 25 años, se incorporó lentamente en el amplio lecho sin importar que estuviera completamente desnudo y que sintiera en su boca un sabor muy raro. Observando con curiosidad el lugar, el joven se miró las manos…
- ¡¿Pero qué mierda…?! – exclamó muy asustado al ver que en uno de sus dedos había una alianza de plata.
Se levantó a diestra y siniestra de la cama con todo y la sábana, ya que también había caído en cuenta de que estaba desnudo. Alejándose, miró para todos lados, buscando una forma de salir de la habitación de… ¿De quién era esa habitación?
- ¡CHICOS! – gritó el joven al salir de la habitación - ¡Oh, Dios mío! ¡Chicos!
El cuarto, el cual había resultado ser una suite, estaba hecho un desastre; había una ventana rota, los sillones hechos pedazos, botellas rotas, manchas de quién sabe qué en la alfombra… Y hasta el inodoro aterrizado en la estatua de enfrente.
¡Momento! ¡¿Un inodoro?!
- ¡¿Pero qué chingados pasó ayer?! – se preguntó el chico de cabellos negros largos muy asustado - ¡¿Y-y c-con quién me… Me casé?!
- Ngh… Ngh… - gimió alguien.
Eddward, Edd ó Doble D para todos sus amigos y compañeros de trabajo, se volvió hacia el pasillo; ahí, levantándose con mucho trabajo del suelo, se hallaba un joven de cabellos castaños oscuros largos y bóxers blancos.
- ¡Ezio! – exclamó al reconocer en aquél chico a su gran amigo, Ezio Auditore.
- ¿D-Doble D? - replicó el Auditore mientras se sentaba en el sofá - ¡Argh! ¡Mi cabeza! ¿Q-qué…? Merda (Mierda)… ¿Qué sucedió…?
- Eso mismo me pregunto yo – le replicó el chico originario de Peach Creek, California, mientras se sentaba en el sofá.
- Mierda… ¿Y tú por qué estás cubriéndote con esa sábana, cabrón?
- Estoy desnudo. Desperté en una cama King size con una alianza de plata en mi dedo.
- ¡Órale! ¡¿Te casaste?!
- Lo peor es que no sé con quién… ¡Mira, es Leo!
Ezio se volteó hacia donde su amigo le señalaba.
Leopold "Butters" Stotch estaba caminando con una camiseta y sin nada de ropa interior como sonámbulo hacia el punto donde supuestamente estaba el baño. Tenía el cabello tan desordenado y los brazos tatuados con leyendas algo borrosas.
- Cabrón, ponte unos pantalones – le dijo Ezio.
- Sí, sí… - replicó el rubio.
Entrando al baño, alzó la tapa del inodoro y empezó a orinar… O al menos eso quiso hacer hasta que empezó a gritar como loco y salir corriendo del baño para abalanzarse encima de Ezio.
- ¡Oye, wey! – exclamó Ezio mientras se quitaba a Butters de encima - ¡Hazme el maldito favor de ponerte unos pantalones cuando menos! ¡Cielos!
- ¡H-HAY UN LEÓN EN EL BAÑO!
- ¡¿Qué?! – exclamó Doble D.
- ¡¿Un león?! – exclamó Ezio.
- ¡SE LOS JURO! – gritó Butters mientras se aferraba con fuerza a Doble D.
- Cielos, Leo, en serio tanto alcohol te afectó.
- ¡Pero les juro que es verdad! ¡Miren!
Tomó a Ezio de la mano y lo encaminó hacia el baño; al abrirle la puerta, le mostró al enorme animal que estaba sentado cerca de la tina observándoles fijamente con la mirada típica del depredador.
- ¡PUTA MADRE! – gritaron Ezio y Doble D al ver que Butters tenía razón.
Sin quedarse quietos por más tiempo, el trío salió corriendo del baño y cerraron la puerta como precaución para evitar de que el animal se escapara, cosa que no sucedió afortunadamente.
- ¡¿Pero qué carajo sucedió ayer?! – exclamó Doble D con desesperación.
- Mejor pregúntate qué le pasó a tu diente – comentó Butters mientras le señalaba un desagradable hueco en donde se supone ocupaba uno de los dientes superiores.
- ¡¿Qué?!
Doble D buscó rápidamente un espejo y se miró detenidamente en él.
Efectivamente le hacía falta un diente, cosa que podría explicar el extraño sabor con el que había despertado esa mañana.
- ¡¿PERO QUÉ DIANTRES PASÓ?! – gritó Doble D - ¡Me hace falta un maldito diente!
- No quisiera saber cómo lo perdiste, compadre – replicó Ezio -, aunque me muero de la curiosidad.
- ¡Cállate, Ezio! ¡Dios, mi diente! ¡Mi precioso diente! ¡No!
- Hey, relájate, Edd – dijo Butters con un par de palmadas en el hombro -. De seguro fue un accidente.
- ¡¿Un accidente?! ¡Leo, soy uno de los padrinos de la boda! ¡No puedo mostrarme así en la fotografía!
- Hablando de bodas – interrumpió Ezio -… ¿Dónde está Tintin?
- ¿Eh? – preguntó el rubio.
- ¿Tintin?... – murmuró Doble D.
- ¡Oh, santo Dios! ¡Tintin!
Los tres se levantaron y se pusieron a buscar como locos a Valentine "Tintin" Léroux, su amigo y el chico a quien le festejaron su despedida de soltería la noche anterior.
Nada.
No había señales de vida de él en toda la suite, ni siquiera en el baño donde estaba el león… Nada excepto el celular, al cual habían llamado y descubierto que estaba tirado debajo del sofá.
Eso no pintaba nada bien para los tres padrinos.
- Señores – sentenció Ezio -, tenemos un serio problema.