Nunca había mostrado todo lo que su corazón decía acerca de ella. Nunca había sido sólo una compañera, sino una amiga, una cómplice, y, ¿por qué no decirlo a estas alturas? Una amante ocasional y secreta con quien compartir los más oscuros secretos de sus respectivos dormitorios. Pero, además, en algún rincón de su alma comprendía, asumía, y adoraba saber que Tenten era además la única mujer que había en su vida, y no quería que aquello cambiase.
Sin embargo, como con todo, no había dicho ni una palabra. Demostraba su compañerismo colaborando, su amistad con casi imperceptibles muestras de afecto y ocultando su orgullo, pero el amor que sentía por ella no lo había puesto en palabras. Ni siquiera cuando yacían juntos, cuando tocaba su cuerpo y realmente ardía en todo tipo de deseos impropios de él, le había dicho cuánto la quería. Ella tampoco. Se trataba de una relación silenciosa por ambas partes, una relación que les hacía felices y que nadie tenía por qué conocer.
Pero ahora, sentado en su dormitorio de decoración minimalista, con la cabeza hundida entre las manos, llorando como hacía años que no lloraba, no dejaba de repetirse una y otra vez que tenía que haberle dicho lo que sentía. Porque ahora Tenten ha sido secuestrada por los desertores Hyûga, y Neji todavía no entiende qué quieren de ella, si hacerle daño es por amenazar, o quieren algo más teniéndola cautiva. O, al menos, eso en el mejor de los casos. Puede que la tengan torturada, expuesta a terribles dolores inhumanos, o incluso cabía la posibilidad de que fuese violada por mera búsqueda de diversión cruenta y deshonrosa. De todas las opciones que parpadeaban en su imaginación, la peor sin duda no fue verla desangrándose, mutilada o siendo brutalmente tomada por sus sucios captores, sino esa en la que su delicado cuerpo, esculpido con sinuosas curvas y una deliciosa tez acanelada, descansa inerte en algún barranco, con una detestable falta de paz reflejada en sus inertes ojos castaños.
Neji se pone en pie, no puede seguir pensando en todo eso. Sus brillantes lunas perladas reflejan el dolor que siente desde que, tras pedir la orden de registro, Lee, Gai sensei y él entraron por la fuerza en el apartamento de Tenten y descubrieron la escena del crimen. Nunca se había sentido tan desesperado. Bueno… una vez. Cuando su padre murió, sintió el mismo vacío, la misma soledad, la misma necesidad de huir y encontrar una venganza equiparable a su rabia. Se mordió los nudillos por no chillar de pura ira, y, reflejándose las estrellas en sus blanquecinas pupilas, juró que la encontraría. Viva o muerta.
Bien, me ha costado mucho, pero al fin me he puesto con el NejiTen. ¡Hay tantos que no era capaz de hacer algo original! Dependiendo de las reviews y opiniones que me dejéis sobre este prólogo, entonces seguiré subiendo o no. En todo caso, espero que os intrigue y queráis seguirlo hasta el final.
Drusila.