Nunca digas Nunca Jamás

Capítulo 1

La Travesía

Dos días, han pasado solo dos días, dos días desde que Greg y Tamara secuestraron y torturaron a Regina, dos días desde que perdí a Neal en ese portal con una herida de bala, dos días desde que activaron el diamante que destruiría el pueblo que me cambio la vida, dos días desde que uniendo fuerzas con Regina conseguimos salvar Storybrooke de convertirse en el bosque que era hace 29 años y que todos sus habitantes siguieran con vida, dos días, solo dos días, 48 horas, 2880 minutos, 172800 segundos desde que cogieron a Henry y se lo llevaron por ese portal hacía Neverland, dos días desde que embarcamos en el barco de Hook para atravesar ese enorme portal y así rescatar a Henry. Cuando atravesamos el portal siempre pensé que todo sería más rápido, que llegaríamos a Neverland directamente, encontraríamos a Henry, les daríamos su merecido a esos dos individuos y volveríamos por donde vinimos, pero está claro que las cosas nunca son como uno piensa.

El vórtice nos dejó en medio de la nada, solo se puede ver agua, ni tierra, ni gaviotas, ni nada, solo el infinito mar que parece no tener fin, por el cual llevamos navegando desde que llegamos.

La travesía está resultando extraña, como la convivencia en este barco, a parte de los que embarcamos en Storybrooke, que fuimos cinco, hay que sumar los cinco piratas que conforman la tripulación de Hook, incluyendo al Señor Smee y al propio Capitán, aunque ellos no son el problema, ellos como buenos piratas se dedican a sus labores en el barco y a emborracharse por las noches. Los que me preocupan son los otros, porque aunque nos hayamos unido por un bien común, como es rescatar a Henry, no hay que olvidar que las rencillas siguen estando ahí, la venganza de Hook, la maldad del Oscuro y la venganza y maldad de Regina no son cosas que se olviden con tanta facilidad, porque aunque quieran cambiar, aunque quieran redimirse de sus errores, todo eso conlleva un tiempo, no se consigue de la noche a la mañana, aunque en su favor diré, que de momento, no ha habido ningún problema.

Mi madre y mi padre están todo el rato juntos, creo que están aprovechando todo el tiempo que no pudieron estarlo, Gold siempre va por separado, aunque lo he visto algunas veces acercarse a mis padres para intentar contrastar información para saber lo que está pasando, pero también sé que una parte de él se quedó en aquel puerto junto a Belle. No sé exactamente qué le pasó a Hook, no sé lo que le hizo cambiar de opinión y volver para ayudarnos, pero lo encuentro diferente, he cruzado varias palabras con él y todo ha sido como siempre pero hay algo que es diferente en él. Y por último esta Regina, la única persona que siempre consigue sorprenderme, al principio cuando llegue al pueblo pensé que no quería a Henry, pero desde que se rompió la maldición me ha demostrado que es capaz de hacer cualquier cosa por él, que lo quiere más que a nadie y que daría su vida por el sin pensarlo un instante, quizás sus maneras no son las mejores, ni las más adecuadas, pero sinceramente no seré yo quien la juzgue a partir de ahora, porque al fin y al cabo ella estuvo con el cuándo yo lo no lo estuve. Sin embargo es la que más diferente esta, desde que hizo el acto más altruista de su vida, como fue dar su vida para salvar a los demás, vive apartada, a veces se tira horas mirando al infinito y otras en las que mantiene su mirada gacha, solo el Señor Smee ha conseguido intercambiar unas palabras con ella, por lo demás, se mantiene alejada de los demás, incluyéndome a mí.

- ¿Emma?, Emma cariño, Hook quiere que… ¿Estas bien? – escucho a mi madre hablarme y salgo de mis pensamientos.

- Si Mary…, si mama estoy bien, solo estaba pensando, ¿Qué querías?

- Hook quiere que nos reunamos con el fuera, donde están los mástiles.

- En la cubierta.

- ¿Qué?

- Se llama cubierta.

- ¿Desde cuando eres una experta en vocabulario marinero?

- Desde que el Sr. Smee me enseña cuando le ayudo – por la mirada que me acaba de echar puedo jurar que no le agrada mucho la idea.

- Tiene algo importante que decirnos a todos.

- Esta bien, enseguida subo, déjame buscar mi abrigo.

Mientras subo las escaleras no puedo evitar pensar en cuanto le hubiera gustado a Henry estar viviendo este viaje con nosotros, ver a toda su familia junta sin intentar matarse entre ellos, hubiera sido tan feliz. Intento quitarme ese pensamiento de la cabeza en cuanto abro la escotilla que me lleva al exterior, no quiero que nadie vea ni una pizca de debilidad en mí, no ahora, no mientras Henry este con esos carroñeros, no mientras su vida esté en peligro, ya habrá tiempo para las debilidades más adelante, cuando él este de nuevo donde tiene que estar, conmigo, con Regina, con su familia.

- Si no he hecho los cálculos mal, nos quedan dos días para llegar a Neverland – escucho decir a Hook mientras me acerco despacio hacia donde están los demás, en su tono de voz deduzco que lo siguiente que nos va a decir no nos va a gustar ni siquiera un poquito – pero ha surgido un problema que puede que nos retrase un día – y ahí vamos con el problema – hay una tormenta que se acerca a nosotros peligrosamente, y he de añadir que por esas nubes que veo en el horizonte, no va a ser nada pequeña – creo que en algún punto de la última frase que dijo, deje de respirar, no sé exactamente si fue en 'tormenta', 'peligrosamente' o ' nada pequeña', pero empiezo a sentir crecer en mí una asfixia que no sé exactamente a que es debido, si es a que no estoy respirando o a que estoy en un barco en medio de la nada que va directo hacia la tormenta del siglo, estoy casi segura que es por ambas.

- ¿Cómo estas tan seguro de eso? – a veces David no está muy acertado con las preguntas que hace, todo hay que decirlo, como puede ser en este caso, pero al menos ha conseguido que respire de nuevo.

- Creo que el hecho de llevar toda mi vida navegando me da la suficiente certeza de saber cuándo hay tormentas y de cuando son grandes o pequeñas, pero si no me crees, puedes preguntarles a los 'señores mágicos', yo las puedo oler, pero ellos la pueden sentir, porque en este mundo… - hace una pausa dramática - todo contiene un poco de magia – para soltar eso y rematarnos a todos.

No sé porque mi primer impulso para comprobar que era verdad ha sido mirar a Regina, supongo que después de lo que paso en la mina, confió más en ella que en Gold. No me ha hecho falta preguntarle nada, solo me ha bastado con mirar a sus ojos, son tan transparentes en este instante, que podría jurar que veo la tormenta a través de ellos. Y entonces, sé que es verdad, que la tormenta que se acerca es grande y que si no hacemos algo rápido podría borrarnos del mapa en cuestión de segundos.

- ¿Y qué propones Hook? – la voz de mi madre se escucha con fuerza.

- Bueno, si miráis hacia estribor podréis ver como unas sombras, no es el efecto de las nubes y el mar, son unos islotes, los conozco, me resguarde en ellos varias veces la última vez que estuvimos aquí. Mi propuesta es navegar hasta ellos aprovechando el viento de popa y resguardarnos allí hasta que pase la tormenta, no la evitaremos, pero al menos no la cogeremos de pleno.

- ¿Y porque no usamos la magia para llegar directamente hasta Neverland?

- ¿Crees que si pudiera no lo hubiera hecho ya y así evitarme días encerrado en este barco? – el tono de Gold es como el de siempre, sarcástico, no he podido evitar sonreír al escucharlo - querido príncipe, la magia aquí es impredecible.

- Y aunque no lo fuera no podríamos hacerlo – después de dos días vuelvo a escuchar su voz, apagada y cansada, pero su voz – nunca he estado en Neverland, nunca había escuchado de su existencia hasta que vosotros la pronunciasteis, no puedo transportarme a un sitio en el que no he estado antes y aunque Gold si haya estado, ha pasado mucho tiempo, han podido cambiar muchas cosas y no sería seguro para ninguno de nosotros.

- Pues entonces decidido – mi voz es fuerte y no muestra ningún tipo de duda – nos resguardaremos en esos islotes y cuando pase la tormenta retomaremos el camino hacia Neverland.

- Caballeros!, desplieguen las velas, cambiamos rumbo 90 grados a estribor – Hook da órdenes a sus tripulantes, que se han puesto a trabajar en cuanto lo han escuchado pronunciar la primera palabra – Señoras será mejor que bajen, necesito que lo amarren todo, quiero que aseguren todos los ojos de buey para que entre la menos agua posible, después pónganse cómodas y sujétense fuerte, va a ser un viaje movidito.