Nameru

Como de costumbre, el Thousand Sunny navegaba suavemente a través de las olas. Después de comer, el barco se había sumido en una inusual calma, debido a que los Mugiwara estaban centrados cada uno en sus cosas.

La arqueóloga del barco, Nico Robin, se paseaba tranquilamente por la cubierta de césped. Subió por las escaleras que le llevarían hasta la proa del barco, donde se encontraba el timón. Apoyado en una de las paredes laterales del navío, estaba descansando Zoro. Pasó por su lado, y notó como un objeto impactó contra su pie. Bajó la vista, y pudo ver la botella de sake del kenshi tumbada, derramando todo el sake por la cubierta.

Se agachó, dispuesta a poner la botella verticalmente, y notó la mano de Zoro acariciar su cuello, hasta posarse justo debajo de su oreja. Llevó sus ojos aguamarina a los negros del peliverde, intentando encontrar el motivo de esa caricia. Se miraron intensamente por unos segundos, y entonces, los labios de él sonrieron burlones.

-Has derramado mi sake, Robin… - Una sonrisa cruzó los labios de la morena al escuchar las palabras del kenshi.

-Gomennasai, Zoro. – Ella alzó su mano hasta acariciar la que él tenía posada sobre su cuello, notando que, al contrario de lo que aparentaban con tanto entrenamiento y manejar de las katana, eran suaves y cálidas.

Zoro cogió la mano de la mujer que acariciaba la suya propia, y, estirando, acercó el cuerpo de Robin al suyo. Sus ojos, chispeantes. Sus labios, a centímetros. Sus alientos, fundidos.

-¿Qué me vas a dar a cambio por mi sake desperdiciado, Nico Robin? – La voz del kenshi parecía un ronroneo gutural, e hizo que, de nuevo, los labios de ella se curvaran en una sonrisa.

Alzando la mano que Zoro tenía libre, la llevó a la nuca de Robin, atrayéndole hacia él. No le dejó responder, y simplemente tomó la venganza que él creía equivalente.

Besó aquellos apetecibles labios. Entonces, el kenshi vio como la húmeda lengua de la morena se asomaba entre sus labios, acercándose, tentadoramente, a los suyos. Se deslizó por ellos, dejando un rastro de saliva caliente, que provocó un aumento brusco en los latidos de su corazón.

Eso fue demasiado para él.

Notó como la sangre se le subía a la cabeza, y anticipó lo que iba a pasar. Apartó a Robin de un suave empujón de su cuerpo, y un chorro de sangre bajó por su nariz. La arqueóloga se relamió, en un sensual movimiento.

A Zoro le había salido la venganza por la culata.

Fin

Bueno, esto es todo. Es muy corto, pero aún asi creo que me ha quedado decente. ¡Un abruzo enorme a Cata, que sin ella no estaría aquí escribiendo! ;D Y también porque a ella le apetecía ver a un Zoro hemorragiando nasalmente e.e ¡Pues aquí lo tienes!

Muchas gracias también a todos los demás lectores que me leeís. Sin vosotros tampoco sería nada. ¡Y dejadme reviews, que tengo hambre!

Por cierto, 'Nameru' significa 'Lamer' e.e

Lasayo!