.

Epílogo

.

.

Hacía frío. La noche anterior no había parado de llover, así que el suelo estaba húmedo y el cielo nublado. Todo el castillo estaba sumido en un aletargado silencio, como si fuera un oso a punto de hibernar. Habían pasado cuatro días desde que Harry había despertado y, como no parecía tener secuelas de su largo sueño, al final lo habían dejado andar por la escuela a sus anchas, incluso los dolores de cabeza habían desaparecido. Madame Pomfrey le había explicado que los dolores eran provocados por hechizo que recibió: cuando él intentaba recordar algo, el obliviate actuaba y reprimía las memorias.

-Como si empujaras una caja por los dos lados- les había dicho la enfermera, mientras Harry terminaba de comer su segunda bandeja de comida. –Con el cerebro recibiendo tanta presión, resulta natural que doliese. En realidad, es un milagro que no hayas tenido mayores molestias que los dolores de cabeza.

Todos asintieron.

Unos minutos después de que el moreno despertara, Draco había llamado a la enfermera, y ella había traído al resto. Claro que primero se había tomado su tiempo para tener a Harry sólo para él; nadie podía culparlo luego del tiempo que había esperado por verlo despertar.

Ron y Hermione también habían estado ahí, encogiéndose más y más a medida que la enfermera explicaba las consecuencias de lo que habían hecho. Por puro milagro no los expulsaron, pero habían recibido un castigo considerable por sus actos. Por su parte, Harry se había limitado a mirarlos de manera severa apenas y habían entrado. Ahora que tenía sus recuerdos intactos, no podía evitar sentirse irritado por lo necios que habían sido ¡y todo porque tenía una relación con Draco! Lo único que le había hecho contener la sarta de reclamos que tenía preparada, había sido el hecho de que por fin parecían de acuerdo con la presencia de Draco a un lado suyo. Sería el colmo que siguieran sospechando del rubio luego de la cantidad de cosas que había hecho por Harry.

Todo estaba bien ahora. La guerra había terminado, Harry tenía sus recuerdos de vuelta, y lo mejor de todo, era que habían dejado de ocultar su relación. Después de que Draco velara el sueño del moreno durante toda una semana, se había ganado el respeto de muchos por la devoción que mostraba, además de que había colaborado con el Salvador del Mundo Mágico. Ambos habían puesto sus vidas en peligro en repetidas ocasiones, y eso les había exentado de prejuicios. Ahora se encontraban sentados en la hierba, en el mismo lar que tantas veces habían ocupado frente al lago.

Draco palmeaba torpemente el cabello de Harry mientras que él, sin levantar la cabeza de las piernas del rubio, luchaba por no reírse de la poca gracia de sus movimientos. Verdaderamente Draco odiaba esa clase de frío, así que iba tan abrigado como se esperaría de un soldado ruso: chaleco, suéter, bufanda, gorro, guantes y una gabardina que le llegaba hasta los talones. Harry le había dicho en broma que se veía un poco gordo, y eso le había costado una carrera por todo el castillo mientras evitaba los hechizos de Draco. Al final habían terminado agotados, en el mismo lugar donde estaban en ese momento, pero al menos habían entrado en calor. En realidad, Draco sabía cómo lucir la ropa de invierno, pero Harry prefería molestarlo para hacerlo ponerse en movimiento. Aunque no lo decía, le preocupaba que el rubio casi no se hubiera movido o ingerido alimento en todo el tiempo que estuvo junto a él, pero sabía que si los lugares se hubiesen invertido, Harry habría hecho exactamente lo mismo. Eran un par de tercos, y eso era lo que los hacía conjugar tan bien.

-¿Y la Comadreja?- preguntó Draco, lidiando con sus manos enguantadas para apartarle el cabello del rostro.

-Con Hermione, lavando calderos- contestó sin inmutarse por el apodo. Era difícil cambiar algunos hábitos, además, Draco no lo hacía malintencionadamente… o eso le gustaba pensar.

-Creí que hoy era lo de las babosas…

-No, no, eso es hasta el lunes.

-Es verdad, lo había olvidado… –dijo haciendo una mueca –que bichos tan desagradables.

-Bueno, lo tienen bien merecido.

-Creí que ya no estabas molesto con ellos.

-No lo estoy, pero es bueno que se hagan conscientes de sus actos.

-Sabes- comenzó el rubio, alzando la mirada hacia el lago –ya extrañaba todo esto.

-Dímelo a mí. Todo se sentía tan extraño, Draco, como si estuviera ahí y a la vez no lo estuviera… no puedo explicarlo. Como si estuviera consciente de que una parte de mí faltaba, pero sin saber qué era, aun cuando ya me habías mostrado tus recuerdos.- dijo de manera ausente. Draco dejó de acariciarle el cabello y le miró a los ojos –Pero ahora me siento completo y ni siquiera sé cómo ponerlo en palabras.

-Bueno, nunca fuiste muy brillante…- rio. Harry sonrió. Así era como recordaba que eran las cosas.

-Oh, cállate.

Pero no lo hizo. Pronto los dos estaban riendo y ni siquiera recordaban por qué.

-Hay algo que quería preguntarte- dijo Harry después de un momento de silencio.

-Adelante.

-El recuerdo que te di… ¿Aun lo tienes?

-Claro que sí, Harry.

-¿Lo viste?

-…Era muy tentador, pero no, nunca lo vi.

-Ya veo… Escucha, tengo que atender unos asuntos con MacGonagall. Te veré más tarde, ¿de acuerdo?

-¿Justo ahora?- le preguntó, alzando una ceja. Harry le besó la helada nariz, riendo.

-Así es. Nos vemos.

Y así, sin agregar nada más, Draco lo vio correr en dirección al castillo. ¿Y ahora qué le sucedía a Potter?


-Te lo digo, Draco, estás más delgado de lo normal…

-Pansy, ¿puedes dejar de criticar mi aspecto por cinco malditos minutos?- se quejó apretándose las sienes con los dedos. Él, Pansy y Blaise estaban sentados en el comedor, tomando el almuerzo… o por lo menos Pansy y Blaise lo hacían mientras él se dedicaba a clavar su tenedor en su comida, repetidamente. Su humor había empeorado desde el día anterior. Detestaba tener tanto frío y que la cantidad de ropa que llevaba no lo dejara moverse con normalidad; eso anudado al hecho de que no había visto a Harry desde su encuentro frente al lago, le tenían irritable. ¿En dónde se habría metido ese tonto? La hermana de Weasley tampoco estaba a la vista ¿y si la pequeña sabandija se lo había llevado para…?

Sacudió la cabeza.

Desde que Harry había despertado, la chica había estado pegada al moreno. Molestamente pegada al moreno. Odiosamente pegada al moreno. Esa Weasley… igual de molesta que el hermano…

Draco no se sentía de esa manera. Hasta cierto punto respetaba el hecho de que el pelirrojo y su novia hubiesen protegido a Harry con tanto ahínco. Estaban equivocados, claro, y al final sólo habían empeorado las cosas, pero no lo hacían con malas intenciones, y Draco respetaba la lealtad. Nunca lo admitiría en voz alta, claro, en especial en ese momento cuando se suponía que Potter estuviera almorzando, y en lugar de ello, estaba quién sabe en dónde… posiblemente en compañía de Ginevra Weasley…

Lo que sí era seguro, era que no estaba con la directora. Maldición.


Harry era una persona espontánea, de los que se levantan en la mañana sin un plan, y terminan haciendo un montón de cosas en el día. Vivía el momento y era algo perezoso, ambas características combinadas le convertían en una persona poco predecible. Draco era todo lo contrario. Criado como lo había sido, se había convertido en un joven de costumbres, con una rutina y un horario a seguir si quería que todo saliera como él quería. Era un Slytherin, y como tal, debía de estar dos pasos delante de los demás. Era inevitable.

Por eso, a pesar de su mal humor, Draco salió a caminar por los pasillos del castillo como hacía por las noches.

Luego de que comenzara a salir con Harry, esas caminatas se habían convertido en la coartada perfecta para verlo. Eso era lo bueno de las rutinas: nadie sospechaba de ti por seguirla a diario. Pero cuando eres una persona tan espontanea (como ciertamente lo era Harry) despertaba sospechas cuando comenzaba a hacerse de costumbres y horarios.

Desde que Harry había despertado, las caminatas habían regresado. Entonces charlaban sobre su día y se tomaban de las manos para ir a cualquier parte, porque en realidad, el destino no era lo relevante de esas salidas.

Tres noches. Sólo había necesitado de tres noches para re acostumbrarse a la compañía nocturna del moreno. Draco maldijo en voz baja, mientras metía las manos a los bolsillos de su abrigo. Podía ver el vaho de su aliento atravesando su bufanda. Quizá esa noche no debía de haber salido pero, de nuevo, era difícil para el rubio cambiar sus rutinas.

Una corriente de aire removió su cabello y se amonestó por no haber usado un gorro. Un estremecimiento recorrió su cuerpo. Ya había caminado bastante, sus pies lo habían llevado hasta la torre del reloj. Suspiró. Tenía, literalmente, muchos recuerdos ahí arriba. Cuando Harry perdió la memoria, su valija llena de recuerdos había sido bálsamo y verdugo, pero ahora que Harry estaba de vuelta, podía regresar el contenido de esos frascos a donde pertenecían. Sin demasiada prisa, comenzó a subir las escaleras de la torre. Tenía mucho desde la última vez que había estado ahí, pero confiaba en que todo estuviera tal y como lo había dejado la última vez, después de todo el pensadero y el baúl estaban bien escondidos.

Su respiración comenzó a acelerarse justo cuando estaba por alcanzar la cima de torre. No por la cantidad de escalones que había subido, que ciertamente eran bastantes, sino por el murmullo de voces que le llegaban desde arriba. Sacó su varita lentamente, terminando de subir con todo el sigilo que pudo, y se pegó a una pared para estar fuera del campo visual.

-…estás seguro de que no sospecha nada?- escuchó decir a alguien. ¿Una chica?

-Por supuesto, hasta donde él sabe, he estado con MacGonagall- La piel de Draco se erizó. No, no podía ser. Se asomó lentamente, sólo para estar seguro y lo que vio lo dejó helado. Era Harry. Harry estaba con Ginevra. Quiso salir de ahí de inmediato, pero los pies no le obedecían.

-Te has tomado muchas molestias sólo para esto, Harry- le dijo la pelirroja.

-Es importante, era algo que tenía que hacer.

-Importante… ¿No habría sido más sencillo que hablaras con él y…?

-No- la interrumpió el moreno, negando con la cabeza –esto es algo que necesitaba hacer por mí mismo.

-De todos modos no hemos podido…

-Ya sé, ya sé- la interrumpió de nuevo – es cuestión de tiempo, ten algo de paciencia.

-Seguro que aquí…

-Completamente seguro. Lo recuerdo todo, este es el lugar perfecto, es sólo…

Draco no podía escuchar más, no quería, no lo soportaba. Una parte de él dejó de prestar atención a lo que ambos decían y comenzó a retroceder, sin quitarles la mirada de encima. Quizá si hubiese visto en dónde pisaba, no se habría tropezado con uno de los pilares de la torre, causando un gran eco. Esta vez no le importó maldecir en voz bien alta y clara, y unos segundos después tenía dos varitas apuntándole en el pecho.

-Anda, dispara, Potter.

-¿Draco?

-Lo siento, no me esperabas ¿verdad?- contestó mordaz. Esa siempre había sido su mejor arma…

-¿Nos escuchaste?- preguntó el moreno, empalideciendo visiblemente, a pesar de la penumbra.

-Cada palabra.

-Creo que los dejaré solos…- murmuró la pelirroja, bajando los escalones uno a uno, haciéndole un gesto de despedida al moreno. Había que ser cínica…

Harry guardó su varita y le extendió la mano al rubio, pero él la hizo a un lado y se levantó por su propia cuenta. Le habría gustado sentirse humillado, pero desgraciadamente sólo estaba herido. Estúpido Potter, siempre saboteándolo.

-¿Por qué estás aquí, Draco?- Que suenen las campanas, el rey del cinismo acaba de aparecer.

-Eso no te importa, Potter.

-Draco…

-¿Qué quieres, Potter, que me disculpe por haber interrumpido tu tiempo con esa… Comadreja?

-¡Quiero que me escuches!

-Es una pena que yo no quiera escuchar…- murmuró dándole la espalda. No comprendía. Quería quedarse ahí. Quería irse. Quería escuchar sus excusas. Quería salir de la torre y encontrarse con Harry esperándolo a la orilla del lago, y contarse su pena y aferrarse a él. Pero era una estupidez, y era contradictorio. Comenzó a caminar hacia la entrada pero Harry le sostuvo por la muñeca.

-¡Espera, Draco! No quería que te enteraras así…

Oh, así que no negaba nada.

De pronto se sintió muy molesto. La ira se había sobre puesto al dolor.

-¿ENTONCES CÓMO? ¡¿PLANEABAS DECIRME QUE TENÍAS ALGO CON WEASLEY LUEGO DE TOMAR EL TÉ?!- gritó totalmente fuera de sus casillas. Nunca se había sentido tan mal. Después de todo lo que habían pasado juntos, ¿de verdad iba a terminar así? Quería vomitar, se sentía enfermo, y el agarre de Harry le quemaba, abrasaba su piel sin piedad y le hacía querer rogar por un poco más de contacto, y eso dolía aún más.

-¿Qué? Tener… ¿de qué estás hablando?

-¡Estabas hablando de eso con ella! Sí querías dejarme, lo hubieras dicho y ya, de nada serviría retenerte a la fuer-za…

Mierda. Su voz se estaba entrecortando. Eso no era bueno, le quitaba convicción a su hostilidad y lo dejaba al descubierto.

-Dejarte… ¿Estás loco? ¿Por qué haría algo así?- exclamó Harry, desconcertado.

-¡Es lo que yo quisiera saber!- murmuró agachando la cabeza. Ya no podía. Estaba cansado. Harry lo atrajo suavemente contra su cuerpo y lo estrechó. Draco no le devolvió el abrazo, pero se dejó hacer. ¿Por qué tenía que amarlo tanto?

Harry le acarició la espalda suavemente, tranquilizándolo y comenzó a susurrar contra su oído:

-No tengo nada con Ginny.

Las manos de Draco se aferraron a la túnica del moreno. No le importaba si estaba mintiendo, tenía tantas ganas de creerle que lo hizo al instante.

-¿Entonces qué hacían aquí los dos…? Dijiste que estabas con Minerva…- murmuró contra la ropa del moreno, sin mirarlo.

-Ginny me estaba ayudando a buscar algo, nada más.

-¿Pero por qué ella, por qué aquí?- se quejó sin ocultar su evidente molestia porque alguien más hubiese irrumpido ese lugar que era sólo de ellos dos.

-Porque lo que busco está aquí, naturalmente. Ella ha estado pasándome notas de Ron. Como ha estado castigado, él le ha pedido que me las entregue. Por eso no estoy molesto con ellos, de verdad se sienten mal por lo que pasó. Debido a las notas, hemos estado platicando mucho ella y yo. Ginny me dijo que estaba completamente de nuestro lado y todo eso, así que le pedí su ayuda para preparar…

-¿Qué cosa?

-Ehr… se suponía que era una sorpresa…

-¿Qué buscaban?

-El baúl con tus recuerdos.

-¿Qué? ¿Para qué?- preguntó separándose de su agarre para mirarlo a la cara. Esta vez fue el turno de Harry para desviar la mirada, levemente sonrojado.

-Supuse que ahí habías guardado el mío. Sí fui con MacGonagall, le pedí prestado su pensadero por unos días, y quería tener el recuerdo para mostrarte… Tenía planeado algo similar la noche en que… bueno, cuando Hermione me hechizó. Se suponía que te traería mañana, pero el tiempo se me venía encima y no podía encontrarlo… y luego llegaste hoy… Lo siento, debí de habértelo pedido, pero de verdad quería que fuese una sorpresa.

Draco rio. Bien podía haber sido una risa histérica, pero no lo era. En verdad estaba aliviado, y esta vez fue él quien abrazó al moreno.

-Eres un tonto- le dijo ocultando su sonrisa contra su hombro -¿De verdad crees que dejaría mis recuerdos contigo en un lugar donde cualquiera pudiese encontrarlos?

-Buen punto…- asintió devolviéndole el abrazo, casi tan aliviado como el rubio. Por un momento había sentido cómo el alma le abandonaba el cuerpo, pero ahora que tenía a Draco entre sus brazos, relajado y sonriente, todo estaba bien.

-Debajo de los engranes, sobre la segunda cadena- le dijo sin soltarlo.

-¿Qué cosa?

-Es ahí donde está el baúl.

-… Sabía que no estaba tan lejos- exclamó Harry. Draco rio de nuevo y después de un momento, lo soltó para ir por el baúl.

Todo estaba tal y como lo había dejado la última vez. Todos los frascos resplandecían frente a ellos. Draco tomó el que ocupaba el lugar que normalmente pertenecía a la snitch, y se lo ofreció a Harry, quien negó con la cabeza.

-Vamos- le dijo conduciéndolo al pensadero que en algún momento perteneció a Albus Dumbledore.

Draco vació el recuerdo entre las aguas, y los dos se sumergieron en el mundo de humo y sombras que se formaba frete a ellos.

"Un Harry mucho más joven pasó corriendo frente a ellos, tratando de arreglar su cabello inconscientemente mientras que, con su mano libre, trataba de aferrar sus libros de Trasformaciones y D.C.A.O.

Por su apariencia, Draco podía decir que se trataba de un recuerdo de hacía unos dos años, cuando estaban en quinto, pero no tenía manera de estar seguro, además de que el Harry del recuerdo le distrajo de sus cavilaciones cuando gritó:

-¡Draco!- aminorando el paso. El aludido volteó desde la columna en la que estaba recargado con los brazos cruzados, de inmediato alzo una mano y le sonrió. Harry se detuvo sin despegar su mirada de él. Draco le sonreía de una manera distinta. No era una sonrisa a medias y carada de ironía, sino que se trataba de una sonrisa sincera, de mejilla a mejilla: feliz de verlo.

Harry se quedó de pie largamente, con los ojos bien abiertos, como si acabase te cruzarse una veela por su camino. Draco le llamó con un gesto, y Harry caminó a su lado, comenzando a charlar animadamente. Entonces el recuerdo se desvaneció y ambos fueron expulsados de vuelta a la superficie."

Draco estaba desconcertado, parpadeando varias veces mientras procesaba lo que acababa de ver. Harry estaba divirtiéndose mucho admirando el desconcierto del rubio, y es que él, a diferencia del rubio, sabía que ese recuerdo en verdad era de su quinto año, poco antes de que se le declarase a Draco.

Era algo sumamente sencillo, cualquiera que lo viera lo juzgaría de una simple reunión, pero para Harry significaba mucho más. Dentro de toda esa simpleza se encontraba la manera en la que Harry miraba a Draco: de la misma manera en la que James Potter miraba a Lily Evans y viceversa. Aquel fue el día en que Harry se dio cuenta de que estaba total y completamente enamorado de Draco Malfoy. Sólo él y quizá Snape se darían cuenta de lo que significaba esa mirada, era por eso que había decidido mantener el recuerdo lo más alejado posible del alcance del profesor de pociones. Ya había tenido suficiente con el acoso que había sufrido en sus clases de oclumancia para que encima Snape tuviese acceso a su más grande epifanía, su recuerdo más valioso.

-Francamente…-comenzó Draco –esperaba que le ocultaras a Severus algo más… atrevido. –Harry lo miró, alzando una ceja –Quiero decir, sólo estamos ahí, ¡ni siquiera nos tocamos! ¿Qué significa?

-Significa que te amo- le dijo con una sonrisa pequeña. Draco lo miró a los ojos fijamente, hasta que alzó las cejas sorprendido, y Harry supo que el rubio comprendía lo que el recuerdo era.

La torre estaba más fría que el exterior gracias a toda la humedad que guardaba, pero ninguno de los dos era capaz de sentirlo. En realidad, nunca se habían sentido tan cálidos dentro de ese lugar.

Las palabras eran inútiles en ese momento, así que, sin saber quién se había aproximado primero, dejaron unir sus labios hasta que el espacio entre ellos se hizo completamente nulo, y se fundieron sus almas. Harry estaba completo ahora.

.

.

N.A: OH MI BUEN SALAZAR! No puedo creer que esto ya haya terminado, me siento tan extraña xD en verdad que ha sido una aventura este fic y me ha encantado enfrentarla junto a todos ustedes. Quien escribe no existe sin alguien que lo lea, y ustedes me han ayudado a hacer eso algo real. Espero que los personajes hayan sido creíbles y no haberlos empalagado o fastidiado. Lamento los retrasos, pero y sabíamos que esto iba a ser así hehe (o por lo menos yo lo presentía)

En fin, aqui abajo les dejo el link prometido. En verdad espero haberle hecho justicia al espléndido trabajo de Gaby M.

Pronto regresaré con más drarry, y estoy pensando muy seriamente escribir un thorki, por si a algun le gusta el ship xD

/watch?v=HLn14ekO5T4&list=FLFis-oRgbNb8GegGKuRApZg&index=6

Le agradezco con todo el corazón a mi beta por haberme apoyado durante todo este tiempo, verdaderamente no sé qué haría sin Chuliot, independientemente de los fics. Esto es también gracias a ti, querida.

Espero encontrarlos en mis siguientes proyectos, le prometo que para el próximo habré mejorado *3*

Un gran abrazo, hasta luego a todos. Chanee~