~ Como Una Familia ~

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Capitulo 1

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Los años pasaron y ahora, tal como todos lo esperaban, Sawada Tsunayoshi se alzaba como el Decimo Vongola en compañía de sus Guardianes. Nadie sabía cómo es que el inútil y patético chico que se negaba fervientemente a ser Jefe terminó cediendo.

Claro que debemos tomar en cuenta el factor Reborn.

Ahora todos habían crecido, fortalecido y madurado; los años hicieron mella en todos y cada uno de ellos, se convirtieron en hombres y mujeres excelentes. Elegantes, atractivos, sexys y mucho mas, claro que la mayoría de los hombres de Vongola ya estaban felizmente casados con personas que sin duda fueron toda una sorpresa.

Una sorpresa como la que pronto recibirían.

-¿Estás seguro de esto? – preguntó un anciano, el mayor se encontraba sentado sobre un tatami en su casa tradicional; sus ojos cubiertos por una venda que junto a la luz de las velas le daba un toque terrorífico.

-Por supuesto – respondió un segundo hombre, este un poco más joven, de cabellos blancos, rostro misterioso y ataviado en una yukata.

-De entre todas las personas, que seas tú quien quiere recompensarlos – soltó medio burlón.

-Hicieron mucho, no solo por los Arcobaleno, también por mí – se mantenía recargado en una de las paredes sin mostrar expresión alguna.

El Viejo Talbot mantuvo su vista al frente, pero totalmente consciente del lugar donde se encontraba su invitado y siendo capaz de identificar la sinceridad de sus palabras.

-Concuerdo contigo, pero hacerles un regalo de este tipo… – simplemente no podía creer eso, claro que le parecía sumamente interesante y divertido, pero no entendía el por qué hacer eso.

-No habrá ninguna repercusión si eso es lo que te preocupa – el mismo se había encargado de que así fuera, después de todo era el ser más poderoso, jugar un poco con ciertas cosas no era problema para él.

-Lo que me preocupa es la reacción del Decimo y sus Guardianes, sin mencionar la de ellos.

-Eso es lo de menos – ya se estaba hartando de tantas trabas - ¿me vas a ayudar o no? – preguntó por fin.

-Claro que si – sonrió enigmático.

-Bien, empecemos de una vez – se despegó de la pared y se acercó al anciano.

-Que impaciente estas, Kawahira – sonrió divertido – pero necesitamos algunas cosas antes de empezar.

-Cosas que ya tienes – se sentó frente al otro – no necesitas los anillos, solo llámalos con ayuda de tus frascos – al decir eso hizo una mueca de desagrado.

-Sí que lo planeaste bien – comenzó a sacar algunas cosas de su túnica – aun necesitamos una gran cantidad de llamas – lo miró expectante sabiendo de antemano la respuesta.

-Las mías son suficientes – lo miró a los ojos.

-Bien, bien – regresó la mirada – manos a la obra.

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En algún lugar de Italia se estaba llevando a cabo una importante reunión donde la Familia Vongola era quien presidía. En el espacioso salón de aquel hotel se encontraban varias familias, personas que estaban más que atentas a cada movimiento o gesto de los Vongola. El Decimo se mantenía sentado elegantemente a la cabeza de la mesa, su expresión tranquila y seria, cada parte de su rostro mostraba madurez y sus ojos aun mantenían aquella chispa inocente y cálida que resultaba bastante engañosa para quienes no lo conocían. Detrás de él se encontraban todos sus Guardianes, para molestia de algunos que odiaban asistir a reuniones sin motivo o interés para ellos.

Ya llevaban alrededor de dos horas en aquel salón, francamente ya estaban aburridos y mas que irritados, al parecer solo se trataba de una insulsa reunión para medir sus capacidades e intentar encontrar algún punto débil en ellos. Pobre gente que aun creían que Tsuna y sus Guardianes no daban la talla.

Tsuna podía sentir el aura hostil e irritada de su Guardián de la Nube, sin mencionar que Mukuro – quien extrañamente había aceptado asistir – ya no tenía su típica sonrisa. Todo era tan aburrido. Incluso él mismo se perdía en sus pensamientos, no necesitaba de toda su concentración para seguir el ritmo de la reunión, además de que contaba con Gokudera, quien a pesar de su malhumor tomaba y prestaba la atención necesaria.

Dejó vagar sus pensamientos hasta que llegaron a los sucesos de los años anteriores, cuando esas personas llegaron a sus vidas para ponerlas aun mas de cabeza. Sonrió sutilmente, recordar aquello le hacía pensar en lo que estarían haciendo ahora, sin duda le enviarían un montón de papeleo por revisar, bien, mientras regresaran a salvo no importaba mucho.

Entre pensamientos y responder a los comentarios de los otros Jefes la bendita reunión por fin terminó, se dispuso a despedir a los hombres cortésmente. Los vio salir y en el salón solo quedaron Vongola, estaba a punto de hablar a sus compañeros cuando una extraña sensación llegó a él, su intuición se activó causándole un pequeño sobresalto que no pasó desapercibido para sus Guardianes, quienes se enderezaron analizando lo que le sucedía.

No tenía ni idea a que se debía esa sensación, no era el aviso de un ataque, de eso estaba seguro; era algo mas, vio discretamente su anillo Vongola y frunció imperceptiblemente el ceño, su anillo estaba brillando tenuemente. Levantó la vista a sus Guardianes y vio como sus respectivas joyas Vongola brillaban igual que la suya.

Algo muy extraño estaba pasando.

Y como si fuera una respuesta, uno de sus subordinados irrumpió en el salón bastante agitado y sorprendido.

Decimo! - llamó el hombre.

-¿Qué manera de entrar es esa? – dijo a su vez Gokudera, no estaba contento con la manera en que el subordinado se dirigía a su Jefe.

-Lo siento – se disculpó rápidamente, pero sin dejar su agitación - ¡Decimo! – volvió a llamar.

-¿Qué es lo que pasa? – preguntó el castaño.

-Yo, bueno, fuera del hotel están… están – no podía terminar su frase, era demasiado para él.

-Habla de una vez – el peli plata dio un paso ya harto.

-Tranquilo Gokudera, el pobre ya está bastante alterado – intervino Yamamoto con una ligera sonrisa, también estaba bastante intrigado por el comportamiento del subordinado.

-Dilo – la voz amenazante de Hibari hizo que el hombre diera un salto.

-Su… sus hijos están causando problemas fuera del hotel – dijo por fin dejando a todos pasmados.

-¿De qué hablas? – intervino un tanto shockeado Ryohei – Sawada no tiene hijos al EXTREMO.

-A menos que nos lo hayas ocultado – Lambo volteó a ver al castaño con cierta burla.

-Quien lo diría, Tsunayoshi-kun – rio burlón Mukuro.

-Yo no tengo hijos – respondió de inmediato.

-Jefe – Chrome lo vio ligeramente decepcionada.

-Decimo ¿Por qué no me lo dijo? – el peili plata lo vio decaído.

-Que no tengo hijos – repitió frunciendo el ceño – aún – agregó.

-No… no me refiero solo al Decimo – el subordinado habló bajamente.

-¿Qué? – inquirió de inmediato Gokudera.

-Pues… son los hijos de todos ustedes – dijo cerrando los ojos fuertemente.

-¿¡Que mierda estás diciendo!? – bramó el peli plata.

-Tengo un hijo y no lo sabía – Yamamoto sonrió aun en su sorpresa.

-Yo jamás tendría hijos – Lambo se estremeció al decir aquello.

-¡Hana y yo no hemos tenido hijos al extremo! – negó el boxeador.

-Oya, oya mira que decir eso – Mukuro lo vio amenazador.

-Por levantar falsos te morderé hasta la muerte – Hibari dio un paso.

Decimo! – el hombre pidió ayuda.

-Chicos, tranquilos – pidió una vez salió de su asombro – ahora explícanos ¿a que te refieres con nuestros hijos? – vio tranquilamente al hombre.

Definitivamente no había manera de que lo que decía fuera verdad, él y sus Guardianes no habían tenido hijos todavía.

-Mis compañeros y yo nos encontrábamos monitoreando todas las áreas del hotel cuando un grupo de niños apareció en el vestíbulo – comenzó su explicación un tanto tembloroso – pensamos que se trataba de niños perdidos pues actuaban bastante desorientados, pero cuando nos acercamos nos dimos cuenta del gran parecido que tenían con ustedes. Lo primero que pensamos es que se trataba de sus hijos – dijo un tanto nervioso por las miradas de sus Jefes – así que quisimos tomarlos bajo custodia, pero cuando nos vieron acercarnos se pusieron a la defensiva, intentamos hablarles, pero solo retrocedían… así que fuimos por ellos, pero los niños empezaron a atacarnos – dijo por fin.

-Niños que se parecen nosotros – musitó Tsuna un tanto incrédulo.

-¿Qué pasó con ellos, los atraparon? – preguntó Yamamoto.

-Ese es el problema – dijo el hombre – empezaron a atacarnos y aun siendo unos niños han sabido defenderse.

-¿Escaparon? – preguntó esta vez Chrome.

-No, nos las arreglamos para mantenerlos en el vestíbulo – regresó su atención al Decimo – es por eso que vine corriendo por ustedes.

-Entiendo – respondió Tsuna – chicos – llamó a sus Guardianes, quienes entendieron que era hora de encargarse.

Se dispusieron a salir y dirigirse al vestíbulo, mientras bajaban por el ascensor pudieron escuchar varios ruidos de golpes.

-Si son idénticos a nosotros podría tratarse de clones – comentó Ryohei y de inmediato todos lo vieron incrédulos.

-No digas estupideces, Sasagawa – el más irritado era Gokuedera.

-Pero el Sempai no puede estar del todo equivocado – apoyó Yamamoto.

-¿Tu también? – ya ni lo miró.

-Bueno, ninguno de nosotros ha tenido hijos todavía ¿Qué otra explicación puede haber? – se encogió de hombros.

Porque, que ellos supieran sus respectivas esposas no se habían embarazado en ningún momento y de haberlo hecho se los hubieran dicho, no por nada estaban casados, además de que de ser así, ellos habían hecho la mitad del trabajo aportando el esperma. Aunque… sus princesitas tenían extraños desordenes mentales y tal vez se los ocultaron. Agitó su cabeza, eso era imposible, sus esposas podrían ser lo más extraño e incomprensible del mundo, pero jamás les harían algo como eso.

-Sea lo que sea, me asegurare de descubrirlo – Mukuro sonrió escalofriante – nadie juega con mi apariencia ni mucho menos para pasar por nuestros hijos, ¿verdad? Nagi – vio a su esposa.

-Si, Mukuro – respondió ya sin su típico "sama".

-No me interesa, solo los morderé hasta la muerte – Hibari se mantenía en una esquina del elevador, lo más alejado posible.

Lambo solo se mantenía escuchando, no tenía el mas mínimo interés en lo que sucedía, si había un niño parecido a él pues ¡Genial! Seguro era tan grandioso como él.

Por su parte, Tsuna estaba sumido en sus pensamientos, tal vez lo que ocurría tenía que ver con su intuición, lo mas probable es que le estuviera advirtiendo de esos niños.

Por fin llegaron al vestíbulo y al salir se encontraron con varios de sus hombres corriendo de un lado a otro tratando de atrapar y a la vez esquivar a siete niños. Analizaron la situación, a pesar de que los mencionados niños no tenían armas se las arreglaban para asestar buenos golpes y tratar de escapar.

Se tomaron unos segundos para observar a los niños y ver que tan cierto era su parecido, fue cuando sus ojos se abrieron de la sorpresa. No era que ellos se parecieran, ni mucho menos que llegaran a creer que eran sus hijos, lo que los tenía completamente pasmados y sin poder reaccionar, era el hecho de que esos niños eran la viva imagen de la Primera Generación Vongola.

-¿Pri… Primo? – soltó Tsuna.

Como si hubiera gritado, a pesar de haber sido apenas un susurro, su voz se abrió paso por el caótico lugar y los dichosos niños pararon sus acciones.

El pequeño rubio de ojos azules, que se mantenía en medio de todo aquello, volteó su rostro y clavó sus ojos en los recién llegados, al igual que el resto de los infantes en una increíble sincronización, más precisamente en quien lo llamó por su honorifico.

-¿Decimo? – dijo a su vez con voz infantil.