Capitulo 7

Las hojas secas de los árboles cubrían todo a su alrededor, mientras el frío aire otoñal que soplaba acaba con el ánimo de excitación que hacia más de una semana se respiraba en el colegio. El cielo gris estaba en sintonía con la tristeza que sentía Candy.

Después de aquella noche en la que Candy se había enterado lo que había tenido que sacrificar Terry para que ella pudiera permanecer en el colegio, ella se había sumido en un silencio casi absoluto lo cual sus amigos atribuyeron a que aún se encontraba molesta por aquella broma, sin imaginarse que lo único que ocupaba su cabeza era el encontrar la manera de que Terry reanudara su relación con su madre.

—Candy, los chicos han planeado un picnic esta tarde—le susurró Patty a la salida del desayuno—Terry también irá.

Annie y Patty aguardaban su respuesta, mirando la reacción de la rubia.

—Lo siento, pero no podré ir—respondió Candy con una mueca que pretendía ser una sonrisa.

Las tres caminaron en silencio, hasta que repentinamente Annie se paró en seco, provocando que las otras dos chicas se detuvieran.

—¡Esto ya es demasiado Candy!—dijo Annie encarando a su hermana, con las mejillas sonrojadas por el enojo—los chicos se han disculpado de una y mil maneras por lo sucedido la semana pasada, incluso han dicho que Terry está hecho una pena, pues no te has dignado en acudir a las citas que te ha hecho en el despacho de la hermana Grey—Candy miraba bastante sorprendida a su hermana, pues no recordaba que alguna vez Annie la hubiera enfrentado de esa manera—Creo que Terry no se merece tú trato, su único pecado fue el querer ponerle un alto de una vez por todas a los Legan, para que dejen de molestarte.

Para lo que Patty y Annie no estaban preparadas, era para el llanto que repentinamente brotó de lo más profundo del alma de Candy, dejándolas sorprendidas pues estaban poco familiarizadas con muestras de debilidad por parte de su mejor amiga, a quien siempre habían considerado un puerto seguro donde desahogarse, sin imaginar la fragilidad que en ella se escondía.

—Lo siento mucho Candy—murmuraba Annie, dándole palmadas de consuelo.

—Por favor Candy perdónanos, ya no volveremos a insistir—dijo dulcemente Patty—tú sabrás cuando será el momento para ver a los chicos y a Terry. Pero por favor, ya no llores.

A lo lejos de ahi, el resto de las chicas salía del comedor mirando llenas de curiosidad la escena pues era un secreto a voces que hacia casi quince dias que Candy no se reunía con Terry a la hora del té, y eso sumado al llanto que en esos momentos presenciaban sólo podía signifcar que Terry había roto el compromiso.

Elisa miraba con satisfacción la escena, y sin poder resistirlo apresuró su paso pues había llegado el momento de su venganza.

—Vaya, vaya ese llanto sólo puede significar que Terry por fin abrió los ojos y vio lo insignificante que eres a su lado—Elisa sonreía pues muchas chicas se habían detenído para escuchar la discusión—así que porque no le haces un favor y desapareces para evitarle la vergüenza de dejar tú reputación mancillada.

—¿Por qué no te callas de una buena vez Elisa?—dijo Candy limpiándose el resto de sus lágrimas—la que debería de largarse de una vez por todas de aqui eres tú. ¿Qué no te das cuenta el poco aprecio que te tienen todos a tú alrededor? Ni siquiera tú madre apesar de tus súplicas te quiso llevar a su lado. Y no me mires así que bien sabes que lo que digo es cierto.

Elisa miraba sorprendida sin dar crédito a las palabras hiriéntes que salían de boca de Candy, todas las chicas ahi presentes la miraban con lástima. Incapaz de soportar más humillaciones corrió lo más rápido que pudo a su dormitorio.

—Creo que debería ir a disculparme—dijo Candy una vez la muchedumbre se dispersó.

—No creo que sea buena idea Candy, ya sabes como es Elisa seguramente pensará que la quieres humillar más. Mejor vayamos a clase—expresó Patty, así las tres chicas se dirigiéron a sus clases, cada una inmersa en sus propios pensamientos.

Por fin las clases habían llegado a su fin, aún faltaba mucho para la cena mientras Candy se encontraba haciendo sus tareas escolares, le asaltó un sentimiento de culpa al seguir alejada de sus amigos así que rezando porque aún se encontraran en el picnic salió corriéndo de su habitación.

Grande fue su desilusión al ver a sólo cuatro personas disfrutando de la fresca tarde, silenciosamente se acercó a donde se encontraban sus amigos.

—Hola chicos, lamento interrumpir—balbuceaba Candy, mientras agachaba la mirada.

—¡Candy que alegría que hayas venido!—expresaron felices los hermanos Cornwell, maldiciéndose por no haberle insistído un poco más a Terry para que los acompañara al picnic.

—Gracias chicos y antes de seguir quiero ofrecerles una disculpa por mi mal comportamiento de estos días—Candy los miraba con grandes ojos tristes.

—No tienes porque disculparte—dijo Stear bastante abochornado por la manera en la que se disculpó Candy—admito que si se nos pasó la mano con la broma para Elisa.

—Si Candy, no te preocupes más—añadió Archie—prometémos no volver a molestar a Elisa.

—Gracias chicos—respondió bastante conmovida Candy—mejor díganme que hacían antes de mi llegada.

—Estábamos tratándo de disuadirlos de cometer una estupidez, esperámos que al menos a ti te presten más atención—dijo Patty mirándo con reprobación a los hermanos.

—Bueno ¿Y qué locura pretender cometer?—Candy se encontraba bastante divertida al ver las miradas de reproche de Annie y Patty y las miradas apenadas de sus primos.

—Quieren comprar un abrigo... y enviárselo de regalo de navidad a... Eleanor Becker—le respondió Annie con un mohín.

—Anda Candy, diles a las chicas que no tienen porqué estar molestas, es sólo un regalo—Archie levantaba los hombros para restarle importancia.

—Además no es como si le propusiéramos matrimonio—secundó Stear—Candy diles que es sólo un obsequio...

—Un obsequio bastante caro—expresó Patty—además ni siquiera saben si lo recibirá.

—Tal vez ni siquiera les agradezca el regalo que le envían—agregó Annie aún molesta—nunca ha respondido las cartas que le envían...

Candy hacia rato que dejó de escuchar la discusión que sostenían, pues sin querer sus queridos primos le habían dado la solución al problema que tanto la atormentaba.

—Chicos ¿A dónde envían sus cartas?—preguntó repentinamente, al ver cuatro pares de ojos que la miraban de manera extraña, se apresuró a añadir—a Eleanor Becker.

—¿Y por qué te gustaría enviarle una carta?—quiso saber Annie.

—Es que... los chicos la alaban tanto, y... y he escuchado que actúa muy bien...—Candy decidió guardar silencio, pues hablaba tan aprisa que si no se detenía estaba segura que terminaría dando información de más.

Stear buscó entre su vieja libreta de apuntes hasta que encontró la dirección de la compañía Strafford, y la extendió en dirección de la rubia.

—Pero... ¿Qué ustedes no la necesitan?

—No te preocupes Candy que nos sabemos de memoria esa dirección—respondió muy orgulloso Archie, ganándose una mirada de reproche por parte de Annie.

—¡Gracias chicos!—exclamó Candy emocionada, mientras repentinamente envolvía en un abrazo a sus queridos primos depositándo un beso en la mejilla de cada uno. Y de igual manera abrazó y besó a sus amigas—no se preocupen chicas, yo me encargaré de que este par les compren un regalo mil veces mejor que un abrigo.

Lo último que alcanzaron a ver, fue el guiño que Candy les hizo al igual que una radiante sonrisa como hacia mucho tiempo no veían.

—¿Alguien me podría decir qué acaba de suceder?—preguntó Patty bastante desconcertada por el cambio de Candy, mientras los demás mostraban la misma sorpresa en sus rostros.

Ooooooooo

Lo que en un inicio sería una pequeña carta, terminó convirtiéndose en una misiva de tres hojas, Candy caminaba de un extremo a otro de su habitación mientras esperaba a que la tinta de las hojas así como la del sobre secara por completo. Repentinamente unos golpes en su puerta la sacaron de su ensoñación, rápidamente acomodó las hojas y el sobre de manera que su visita no pudiera ver lo que estaba escrito.

—Siento interrumpirte Candy, pero Terry ha solicitado entrevistarse contigo—dijo dulcemente la hermana Margaret, esperando que fuese lo que hubiera hecho Terry, Candy por fin le diera la oportunidad de verla.

Candy mordía su labio pues por una parte quería verlo, pero también quería llevar inmediátamente su carta al correo de colegio, ya que si no la llevaba esa misma tarde, tendría que esperar una semana para que su carta fuera enviada.

—Hermana Margaret, por favor dígale que me encuentro indispuesta, que me disculpe—respondió Candy mientras jugaba con los pliegues de su falda.

—Muy bien Candy se lo comunicaré—la hermana Margaret dio la media vuelta dispuesta a salir, pero repentinamente la asaltó un deseo de intervenir a favor de Terry—Candy se que no es mi asunto, y disculpa mi intromisión pero Terry realmente lo ha estado pasando mal... ¿No podrías aunque sea darle cinco minutos para disculparse por lo que sea que te haya hecho?

—Hermana Margaret, le prometo que le daré esos cinco minutos, pero no en este momento—respondió Candy mirando impaciente su carta.

—Muy bien Candy. Aunque pensándolo bien, tal vez deberías de alargar un poco más tú molestia—ante la mirada dudosa de la rubia, la hermana agregó—me refiero a que es grato ver a Terry en misa, aunque su atención esté puesta en ti y no en el sermón del padre Gregory—la hermana sonrió al ver el sonrojo de Candy—bueno Candy, iré a darle tu recado a Terry.

—Gracias hermana—balbuceó Candy, mientras la hermana abandonaba la habitación.

Ooooooooo

La luz de la luna iluminaba tenuemente aquella habitación en penumbra, al otro lado de la puerta se escuchaban los pasos lentos de los chicos y el abrir y cerrar de las puertas de las habitaciones, el corazón de Candy comenzó a palpitar rápidamente mientras aguardaba a que Terry entrara en la habitación, sin poder aguantar más se levantó de la cama y empezó a pasearse por la habitación.

El girar del picaporte la puso alerta, aguantando la respiración sonrió tímidamente al rostro sorprendido de Terry.

—Candy—murmuró Terry sin dar crédito a lo que sus ojos veían.

—Hola—dijo Candy en un susurro, mientras sus ojos empezaban a empañarse.

—¡Por favor, no llores Candy!—Terry rápidamente la envolvió entre sus brazos, mientras la rubia sollozaba en su pecho—nunca debí haberte dicho esas cosas tan desagradables, y el haber estado molesto no es disculpa para mi comportamiento...

A su mente llegó aquella discusión del baile de hallowen...

Flash back

—Yo no me disculparé—dijo tajantemente Terry cruzándose de brazos, en un intento de dar por finalizada la discusión.

—Pues deberías, seguramente la pobre de Elisa debe de estar bastante triste por la humillación a la que la sometieron.

—¡Pobrecita de Elisa! —se burlaba Terry—lo mejor es que esto lo tome como un preludio de todo lo que le espera a ella y al imbécil de su hermano, hasta que les quede claro que no se deben de meter contigo.

—Por Dios Terry, no es necesario llegar a tanto, además sus travesuras no me han hecho daño alguno—dijo Candy con una sonrisa, en un intento de restárle importancia a las malas bromas de los Legan y halagada de que Terry la defendiera.

La furia al ver la poca importancia que Candy daba a las "travesuras" como ella acababa de llamar a las maldades de los Legan, hizo que la poca paciencia de la que era poseedor el castaño se perdiera por completo.

— Bien Candy tal vez sus travesuras a ti no te han causado daño ¡pero a mi si!—gritó Terry—¡de haber sabído que sus maldades para ti sólo son travesuras, me habría ahorrado el doblegárme ante mi padre y acceder a no tener contacto con mi madre!

Demasiado tarde se dio cuenta Terry de lo que había hecho, al ver la mirada cristalina de Candy supo el grave error que cometió.

—¿El duque te pidió eso?—ante el silencio de su interlocutor, Candy comenzó a llorar—¡Oh Terry, jamás debiste de haber aceptado eso! Por favor perdóname por el daño que te he causado.

Y sin esperar respuesta alguna, Candy corrió lo más rápido que le permitían sus pies, ignorándo los gritos desesperados de Terry.

Fin del flash back

—Anda Candy, di que me perdonas—dijo dulcemente Terry, tomando el rostro de la rubia por la barbilla para mirarla a los ojos.

—Yo... no tengo nada que perdonarte... soy yo la que debería aspirar a tu perdón, ni siquiera tengo el valor de mirarte a la cara... el pensar que por culpa mía tu padre te ha alejado de tu madre... ¡oh, Terry perdóname, por favor di que me perdonas!—los sollozos de Candy desgarrában el alma de Terry.

—Si te hace sentir mejor, te perdono tarzán pecosa—respondió Terry en un intento de tomarle el pelo, ambos se miraban sonrientes—pero que te quede bien claro Candy, tú vales todos los castigos y chantajes si con eso puedo darte aunque sea un poco de felicidad.

Terry la miraba seriamente, mientras Candy comprendía el significado de aquellas palabras.

—No te merezco Terry—un suspiro triste salió desde lo profundo de su ser.

—Calla, no digás nada más—Terry puso su dedo índice en los sonrosados labios de la rubia.

Azul y verde se miraban fíjamente mientras sus corazones latían al unísono, Candy mordisqueaba su labio inferior y sin poder resistírse Terry se acercó lentamente dándole la oportunidad de alejarse, pero para su sorpresa la rubia cerró los ojos, con una sonrisa de medio lado, Terry se posesionó de aquellos dulces labios, la boca firme y sensual de Terry la hizo sentir un delicioso hormigueo por todo su cuerpo reduciéndola a una vacilante sumisión. Dejando atrás el miedo, Candy correspondía de manera entusiasta al beso.

A regañadientes, Terry se alejó apenas unos centímetros, sólo para besárle la cara y descender hasta los expectantes y ansiosos labios de su amada, y Candy emitió un gemído sofocado, al sentir que la lengua de Terry se ahondaba en los secretos de su boca. Terry gruñó al sentir las temblorosas manos de Candy acariciándole la nuca, así que la besó con más decisión, mientras sus manos se habían vuelto una extensión de su boca, rozándo delicadamente las curvas de la rubia; al sentir sus caricias, ambos sintieron en cada parte de su ser que al fin habían encontrado la felicidad que tanto habían buscado.

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Fragmento tomado del diario de Annie Brighton

Londres, Inglaterra 16 de Noviembre de 1913

Querido diario:

Hoy tengo muchos sentimientos encontrados que embargan todo mi ser, me siento feliz, enojada y triste todo al mismo tiempo. Me da mucha alegría el saber que Candy y Terry por fin han arreglado sus diferencias no se cómo ni cuando sucedió, ya que apenas tres días atrás Candy aún se encontraba triste, pero el viernes tenía una sonrisa radiante tan contagiosa que no hubo necesidad de preguntar que era lo que le sucedía, pues en nuestro camino a la biblioteca nos encontrámos con los chicos que justamente venían saliendo de ese lugar, no encuentro las palabras adecuadas para describir la adoración con la que Terry miraba a Candy, la tristeza se apoderó de mi al ver el dulce guiño que Stear le lanzó a Patty pensando que nadie lo miraba, mientras que yo sólo recibía una escueta sonrisa de Archie.

Y hoy a mi regreso, me he enterado que Stear ha pedido formalmente el permiso para cortejar a Patty, me siento muy feliz por ambos pues aunque su amor se manifiesta de diferente manera a la de Candy y Terry, no puedo evitar sentirme enojada porque Archie no me ha pedido formalmente ser su novia.

¿A caso hay algo malo en mi que impide despertar amor en el corazón de Archie? A estas alturas no se si sea correcto seguir esperando una mirada cálida y dulce de esos ojos que amo tanto, y es cuando me doy cuenta que Archie y yo tenemos sólo una cosa en común: yo sólo pienso en Archie... y él sólo piensa en sí mismo.

Ooooooooooooo

Hola chicas lindas! He vuelto! Jejejeje mil perdones por el abandono, pero es que en verdad he hestado bastante atareada, pero ahorita que ya le voy agarrando el ritmo a la escuela pues me doy mis tiempecitos para escribir. ¿Qué les pareció el beso de nuestros rebeldes? He de confesar que para escribir esa parte, me puse a recordar ese primer beso "de verdad" jejeje espero lo haya descrito bien.

Mil gracias por sus lindos reviews que me motivan a no dejar inconclusas mis historias, prometido que nos leeremos pronto. Saludos lindas y espero hayan disfrutado el capítulo. Se les quiere! Que la buna vibra llene sus vidas! Xoxo