La luz de sol tocó la cara de Regina y ésta, poco a poco, fue abriendo los ojos. Si algo le gustaba de su nueva habitación en la casa de su padre era ese gran ventanal que tenía, que le permitía ver gran parte de la ciudad y del puerto y a la vez dejaba que la luz del sol iluminara toda la estancia. La joven alargó su mano para coger su móvil y repasó la conversación vía mensajes que había tenido la noche anterior con Emma. Cuando la rubia se despidió para ir a dormir, Regina había informado de los progresos a Kathryn, que entusiasmada le había dicho que todo iba a salir bien y que descansara, pues al día siguiente tendría que planear cuidadosamente los pasos a seguir durante la tercera fase de su magistral plan. Kathryn le había dicho que Emma ahora estaría menos receptiva, por lo que tendría que ser especialmente convincente para que la rubia accediera a quedar con ella. Kathryn le había dicho textualmente "Emma tiene que pensar que es algo inocente, pero tú tienes que organizar la mejor cita de la historia".
Tras el desayuno, Regina se reunió con sus amigos y les pidió ayuda, los necesitaba si realmente quería impresionar a Emma. A su vez, también envió un mensaje a Ruby, ésta sería su compinche para hacer salir a Emma.
A las 8:05 Regina se dirigía, nerviosa, hacia el punto de encuentro con Emma. Ésta, al verla aparecer, trató de disimular que la había visto y se dio la vuelta. La morena, sin embargo, se acercó y la saludó.
- Hola, Emma.
- ¡Regina! Vaya no te había visto... ¿Qué haces aquí? Yo estoy esperando a Ruby, debe de estar al llegar.
- Ruby no va a aparecer. Le he pedido que quedase contigo porque pensaba que si te lo pedía yo, dirías que no.
- ¿A qué viene esto, Regina? - Emma estaba un poco molesta.
- No te enfades y confía en mí. - La morena cogió de la mano a Emma para que se pusiera en marcha, pero ésta se soltó rápidamente - Emma, por favor, ven conmigo, tengo una pequeña sorpresa.
Emma siguió a Regina a regañadientes. Se adentraron en la ciudad y durante los 10 minutos que duró el camino a penas intercambiaron palabras, Emma estaba algo confundida y molesta, mientras que Regina estaba tan nerviosa que no le salían las palabras.
- Hemos llegado - afirmó Regina mientras señalaba a la salida de emergencia de un local - Ven. - Regina sacó unas llaves de su bolso y abrió, caminó un poco en la oscuridad y encendió las luces. Estaban en el "Skate Salon", el salón de patinaje de la ciudad. - Una vez me dijiste que te encantaba patinar, pero que te agobiabas cada vez que venías aquí porque siempre está lleno de gente. Aquí lo tienes, para nosotras solas.
- Pero Regina... ¿Cómo... cómo lo has hecho? - Emma miraba asombrada el lugar.
- David trabaja aquí y como hoy está cerrado por ser entre semana... Me ha dejado las llaves para que te traiga. Sólo podemos utilizar la pista, el bar está cerrado.
- Pero... ¿por qué?
- Emma, no me cuestiones. Simplemente vayamos a patinar. Quiero que lo pases bien.
La morena condujo a su acompañante hacia la estantería donde se encontraban los patines. Cada una cogió patines de su número y la rubia en seguida se dispuso a patinar. Regina la siguió. Lo cierto es que la morena se defendía en patines, pero la rubia parecía que flotaba. Tras unos 10 minutos, Regina se sentó y se dedicó a admirar a Emma. La chica estaba radiante, lo estaba disfrutando y Regina llegó a pensar que más que patinar, volaba.
Regina miró su móvil. Llevaban allí algo más de media hora y ya tocaba seguir adelante con su cita. Le dijo a Emma que se tenían que ir y, aunque le costó convencerla, eso hicieron. En la cara de Emma no quedaba ni rastro de enfado, todo lo contrario. Salieron del local por donde mismo habían entrado y la morena cerró. Caminaron por la calle, hasta que Regina se paró al lado de un coche, haciendo señales a Emma para que subiera en el asiento del copiloto mientras hacía lo propio en el asiento de piloto.
- ¿Y este coche?
- Es el coche de mi padre, me lo presta esta noche.
- ¿A dónde vamos?
- Ya verás.
Las chicas se dirigieron hacia las afueras de la ciudad, llegando al comienzo de un espeso entramado de árboles. Comenzaron a subir una montaña, rodeándola. Emma entonces se dio cuenta de a dónde iban, ella misma había llevado a Regina allí en su primera "no cita". La morena paró el coche donde mismo había hecho la rubia tiempo atrás. Se bajó del coche ante la sorprendida mirada de Emma, rodeó el coche y abrió la puerta del copiloto, ofreciendo su mano a su compañera para que saliera. Sin soltarle la mano, cerró el coche y caminaron hacia la espesura, atravesando la oscuridad hasta llegar a un claro que tan bien recordaban ambas jóvenes. Para sorpresa de la rubia, en el suelo había un mantel con varios platos de comida encima. Emma miró atónita a Regina, que sonreía nerviosa y agradecía mentalmente a sus amigos, mientras se sentaba y hacía señas a Emma para que hiciera lo mismo. Casi sin hablar, ambas comenzaron a cenar, observando el paisaje que se extendía antes ellas, con miradas furtivas de la una a la otra y con sonrisas tímidas. Regina sabía que debía hablar, tenía preparado su discurso, pero le aterraba la posibilidad de que todo aquello no hubiese servido de nada, la posibilidad de que Emma terminara rechazándola.
- Gracias, Regina.
La morena entrecerró los ojos y sonrió.
- Estás preciosa, Emma. - Regina sintió como sus latidos se aceleraban y sus manos comenzaban a sudar.- Emma, me gustaría hablar contigo. Mira, me gustas, me gustas mucho. Sé que acabas de romper con Neal y no quiero que te tomes esto como que te estoy presionando. Solo quiero que sepas que me gustas y que, si me lo permites, voy a intentar conquistarte. - Emma la escuchaba atenta, sin saber qué decir. Se tomó un tiempo para responder.
- Regina, ya me tienes conquistada. Es solo que todo esto es nuevo para mí. Hasta no hace mucho, yo tenía mi vida hecha. Tenía un novio que me quería y al que yo quería. Pero apareciste tú, dándole una vuelta a todo mi universo. De repente me di cuenta de que no amaba a mi novio y que, además, me gustaba una chica.
- No tengo prisa. Mi mundo también ha cambiado radicalmente en poco tiempo, pero sé lo que quiero y eres tú. Soy una persona paciente y sé que tú te mereces toda mi paciencia.
La respuesta de Emma fue apartar las cosas del mantel y moverse de forma que quedó sentada al lado de Regina, a la que abrazó. Se miraron a los ojos y sonrieron. La morena deseó besar a la chica que tenía delante, pero sabía que no era el momento, por lo que se recostó, instando a Emma a hacer lo mismo.
- He estudiado, ¿ves esas estrellas de ahí? Eso es el cinturón de Orión. Si te fijas y tienes imaginación, verás que parece un cazador con su arco.