Fanfiction no es responsable de lo que aquí se publica, cada quien es responsable de lo que lee.
Los personajes de Candy son propiedad de su creadora, yo solo los uso para fines recreativos y sin afán de lucro.
Flor Imperial
Capitulo XI
La Jugada Final
Por MaryLuz
Aun no era muy tarde, las estrellas brillaban en el cielo mientras una luna llena adornaba el centro del mismo. Candy abrió los ojos al sentirse extraña, no era la primera vez que se sentía así. Se había acostado temprano para ver si mejoraba, pensaba que era a causa de los nervios por la cercanía de la boda, pero ahora. Se levantó de la cama y tomó su camisón para dirigirse al balcón y tomar un poco de aire. ¿Hacía cuantas noches que Terry había estado allí mismo?, no podía recordarlo, solo sabía que poco le había importado que estuviera en la habitación contigua a la de Niel. Parecía que a Terry tampoco le importaba, sólo quería sentirla, saber que ella estaba bien y si el estaba a su lado, a ella tampoco le importaba lo que pasaba a su alrededor. Varías visitas de ese tipo se habían repetido en el transcurso de las semanas. Nadie parecía darse cuenta que Terry se colaba a escondidas por el balcón de la habitación de Candy y salía de la misma forma antes de que saliera el sol.
Nada parecía dar resultado en cuanto al plan para obtener los papeles del Hogar de Pony, en una semana se llevaría a cabo la boda con Niel y aún no habían podido obtener los papeles. Terry le había prometido conseguirlos antes de la boda, pero no parecía haber tenido suerte.
Desde aquella noche en la que Niel pensó haberla hecho suya, él se mantuvo a raya, tal como lo había pensado, por lo mismo no lo había sacado de su error. No entendía como Niel creía semejante tontería, pero no parecía ser el único que lo pensaba, ya que en toda la casa se hablaba de que encontraron, los zapatos del señor y el reloj, en la habitación de la señora. Sin embargo no le daba mucha importancia, ella sabía la verdad, jamás había sido de Niel y trataría de jamás serlo.
Contemplaba la enrome luna que se dejaba ver delante de ella a través de su balcón - Luna llena de nuevo- se dijo a si misma, como cuando Anthony apareció por primera vez. - ¡Luna llena!... ¡LUNA! ¡LLENA! - Un sobresalto se apoderó de ella al saber que algo había pasado, no, más bien algo había faltado, algo que ocurría cada cuarto creciente y había pasado para cuando llegaba la luna llena. Temerosa por lo que imaginaba, sintió entonces como una nube negra cruzó por sus ojos y todo comenzó a darle vueltas y sin poder evitarlo, cayó al piso.
El ruido de algo que golpeaba el suelo se escuchó en la habitación de Niel, quien salió para dirigirse a la de Candy. Como aún era temprano, Candy había dejado la puerta sin llave. Niel entró y pudo ver como ella se encontraba en el piso. Se acercó corriendo y la tomó en brazos para colocarla en la cama.
- ¡Dorothy! – gritó desde la puerta, pero ante los gritos de Niel aparecieron Sahara y Elisa.
- ¿Qué sucede Niel? – preguntó Elisa acercándose a la habitación de Candy.
- Candy se ha desmayado, dile a Dorothy que traiga las sales para despertarla.
- Yo iré hijo – dijo Sahara alejándose de donde estaban sus hijos. Niel regresó al lado de Candy, mientras Elisa lo seguía.
- Así que se desmayó – dijo Elisa pensativa – dime Niel, ¿no la has visto algo extraña estos últimos días?
- ¿Extraña?, no se a que te refieres Elisa – dijo sin ver a su hermana y sosteniendo la mano de Candy.
- Pues casi no come y si come son solo golosinas, duerme más de lo acostumbrado y ahora este repentino desmayo – dijo sonriendo.
- ¿A qué quieres llegar Elisa?
- ¡Pues que quizá un heredero viene en camino querido hermano! – dijo Elisa más que feliz al pensarlo.
- ¿Un, un hijo? – dijo Niel poniéndose de pie mientras sonreía.
- ¡Vaya!, ¡un Legan Andrew! ¡Más que conveniente! – rió Elisa.
aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa aaaaaaaaaaaaaaaa
Candy se negó a ver al médico de Lakewood después de despertar del desmayo, sabía mejor que ellos de su estado, pero debía mantenerlo oculto lo más que pudiera. Solo dijo que se había desmayado por falta de alimento y por los nervios de la boda. Así que Dorothy se encargaría de atenderla en los días faltantes para la misma.
Todo parecía estar saliendo más que bien, incluso a cuatro días del evento, el señor Legan padre, se había presentado con Niel para darle una gran noticia.
- Ayer estuve con William y me ha pedido que la boda se realice en la mansión de Los Andrew, en Lakewood – dijo el señor Legan sonriente.
- ¡Pero si todo estaba preparado para que se realizará aquí!, ¿por qué se le ha ocurrido que sea allá y avisa con tan poco tiempo? – dijo Niel algo molesto.
- Mira hijo, no nos conviene quedar mal con William, menos en estos momentos en que la banca esta tan cambiante, ya hemos perdido a varios de nuestros más importantes inversionistas.
- ¿Pero de qué hablas padre?, ¡si todo iba muy bien!, ¿cómo que hemos perdido a varios inversionistas? – El señor Legan comenzó a sudar al escuchar las palabras de su hijo.
- Por desgracia, el mercado de valores se desplomó al último cierre y afectó a varios de nuestros clientes. Por temor, retiraron su capital.
- Pero ¿por qué no me informaron de esto? Se pudo hacer algo, sacar el dinero del país, invertir en bienes raíces para recuperar lo perdido; algo se pudo haber hecho para que no se fueran – terminó Niel muy enojado.
- No cabe duda que necesitas ocupar el puesto ya, tus ideas en el mercado nos sacaran de apuros, en estos momentos no podemos gastar mucho en la boda y si William se ha ofrecido a solventar los gastos, no le vi el problema en aceptar. Además, el vendría siendo el padre de la novia y por tradición el debe pagar la boda.
- Está bien, creo que ya les habrán avisado a todos del cambio de lugar para la boda.
- Tu madre y tu hermana están justo en eso.
- Una vez que regresemos de nuestro viaje de bodas, yo personalmente hablaré con los inversionistas para convencerlos de que vuelvan.
- Estoy seguro de que lograras convencerlos hijo.
Aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa aaaaaaaaaaaaaaa
Faltaban solo dos días para la boda, todo se estaba llevando acabo en la mansión de Los Andrew, la preparación del evento y el arreglo. Candy seguía sintiéndose mal, pero ante todos mostraba una sonrisa. Ya ni si quiera había intentado entrar a la habitación de Niel para revisar si había dejado los papeles del Hogar de Pony, en su mente solo tenía la imagen de Terry que le decía que él obtendría los papeles antes de la boda, pero a escasos dos días, esa idea se había ido perdiendo.
Terry por su parte había seguido los planes de Jimmy para hacer que Niel apostara los papeles, pero a una semana de la inminente boda no había acudido a la cantina a jugar, parecía muy ocupado en atender otros asuntos de índole nocturno, ya que no salía de casa de Selene hasta muy entrada la madrugada.
Si esa noche no acudía a jugar, iría a casa de Selene y al salir le caería encima a golpes para quitarle los papeles a la fuerza. Pero si no los traía consigo, pondría en riesgo a Candy y eso era lo que quería evitar.
Por andar siguiendo a Niel no había podido ir a visitar a Candy como quería, ansiaba tenerla de nuevo entre sus brazos, besarla con pasión. Pero sabía que si lograba detener a Niel y quitarle los papeles, la tendría para siempre a su lado.
Tampoco sabía donde se había metido Jimmy, desde aquella noche en que se toparon en casa de Selene, había desaparecido y se preocupaba por él, pero sabía que estaba bien, las malas noticias son las primeras que se saben.
aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa aaaaaaaaaaaaaaa
Por la mañana del día anterior a la boda, Niel recibió una visita sorpresa.
- ¡Scott! – dijo Niel al ir entrando en la biblioteca y ver a su amigo, el abogado, sentado esperándolo.
- ¿Qué tal Niel, listo para amarrarte definitivamente, mañana? – dijo Scott burlón.
- Tanto como amarrarme, no, solo me caso.
- Para el caso es lo mismo mi amigo.
- Basta de burlas, dime, ¿a qué debo el honor de tu visita?, pensé que te vería mañana en la boda.
- También lo había pensado amigo, pero tuve un incidente que hizo que apremiara mi visita a Lakewood.
- ¿Incidente?
- Si hombre, aposté más de lo que debía con unos tipos nada recomendables y ahora requieren el pronto pago.
- ¿Y viniste huyendo?
- No, vine a cobrar por mi silencio – dijo riendo Scott viendo a Niel a los ojos.
- No te entiendo Scott.
- Simple querido amigo, sabes que además de ser abogado soy notario público fuera de Chicago y por mis manos pasan una serie de papeles.
- Papeles, ¿qué tipo de papeles?
- Todo tipo – dijo sonriente.
- Y en mis manos cayó un papel que puede hacer que no te cases con esa chica, Candy Andrew.
- ¿Qué?, no, no puedes hacer eso – Niel se puso a temblar de imaginar a que papel se refería Scott, no podía imaginarse perder a Candy, al objeto de su obsesión y menos ahora que creía esperaba un hijo de él. Scott se paró de su asiento y se dirigió a Niel tendiéndole una hoja de papel con una cantidad.
- Esto es lo que pido por mi silencio – Niel tomó la hoja y se quedó observando la cantidad abriendo muy grandes los ojos.
- ¡Estás loco!, para darte esta cantidad tendría que vender la mansión Legan.
- Ese no es mi problema – dijo Scott encogiéndose de hombros.
- No tengo ese dinero, la banca se desplomó al cierre de hace unos días y hemos perdido mucho...
- Ya te dije que no es mi problema – dijo Scott desinteresado de los problemas económicos de su "amigo".
- Espera, espera el fideicomiso, en tres meses más tomare posesión de ese dinero, tu sabes cuánto es, es mucho dinero y de allí podría...
- ¿No entendiste?, lo quiero para mañana, antes de que te cases, si no, no habrá boda.
- ¡No tengo esa cantidad!, ¡no sé de dónde la sacaría!
- ¿Por qué crees que nunca juego contigo a los naipes, Niel?, conozco tu juego y se que ganas cuando quieres y a cualquier costo. Puedes obtener el dinero en el juego.
- ¿El juego?, pero quien tendría... – Niel se quedó a medias en su frase y se quedó pensando - ¿quién tendría tanto dinero para apostar?, ¿quién?, sólo Robert White – sonrió para si – está bien Scott, te tendré el dinero mañana.
- Eso espero Niel, porque lo que tengo no solo impediría tu matrimonio con Candy; también te mandaría a la cárcel – Niel volteó a verlo furioso mientras Scott sonreía metiendo las manos a la bolsa de su pantalón para irse.
- ¡Cómo no solucioné ese problema antes de casarme con Candy! – dijo Niel arrepentido, pero ya era demasiado tarde.
aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa aaaaaaaaaaaaaaa
Era la una de la mañana pasadas, toda la gente del lugar estaba reunida en una sola mesa del local. Había una partida de Póker donde se jugaba más dinero del habitual.
Niel estaba feliz de haber podido encontrar a Roberth White, sabía que el era el único que tendría el dinero suficiente como para pagar el silencio de Scott. No debía perder, tenía que ganarle a como diera lugar y para eso pensaba utilizar todas sus artimañas.
Terry se extrañó de ver a Niel dirigirse a la cantina, pensaba que por ser su boda al siguiente día quizá permanecería en la mansión Legan o iría a casa de Selene. Pero se alegraba de que no hubiera sido así. Ahora tenía la oportunidad de hacer que apostara la propiedad del Hogar de Pony, era su última oportunidad. Si esa noche no lo lograba en el póker, tendría que asaltarlo al salir de la cantina. Tenía el ligero presentimiento de que Niel estaba desesperado por ganar y eso podía hacerle cometer severos errores. Solo para corroborar su teoría le dijo que se iría al día siguiente, ya que sus negocios con los Cartwright habían terminado y la expresión que vio en el rostro de Niel al decirle eso, le hizo estar mas seguro de que esa noche obtendría lo que buscaba.
Terry se había preocupado un poco por su disfraz, ya que por haber caído al rió la barba había perdido su vista natural para verse un poco deslavada, como si hubiera perdido color. Además el pegamento ya no había funcionado muy bien, pero lo había logrado acomodar lo mejor que pudo y dado que los comensales estaban muy interesado en el juego y el lugar tenía poca luz, no habían prestado atención a su apariencia.
Después de varías horas de estar jugando, solo dos eran los que quedaban en aquella mesa y seguían apostando. Hoy, hoy era una ocasión especial. Roberth White debía ganar a toda costa a Niel Legan.
Niel estudiaba sus cartas mientras una sonrisa se dibujaba en su rostro. Terry no dejó escapar ese gesto, sabía que Niel tenía una buena mano. El no quería ver abiertamente sus cartas, tener tanta gente detrás suyo no le daba confianza, sabía que Niel Legan hacía trampa y eso lo dejaría al descubierto esa misma noche.
Niel pidió una carta más para completar su juego, mientras Terry pidió tres quedándose solo con dos cartas. Niel sonrió, Terry no tenía nada, quizá solo un par. Al pedir tres cartas, era poco probable que pudiera superar su juego. Así que apostó todo lo que tenía. Era su oportunidad de retirarse temprano.
Los Ojos de Terry brillaron ante la apuesta de Niel, solo estiró su mano orillando todo lo que tenía y sacando un poco más de su cartera para completar la enorme cantidad.
Niel soltó la carcajada y puso su juego sobre la mesa, tenía un full, una de las jugadas más altas del Póker; una tercia de jotas y un par de reinas. Así que Niel se levantó un poco de la mesa para tomar todo el dinero que había ganado, pero Terry lo detuvo haciendo que la vista de Niel se clavara en los ojos cubiertos por los lentes de aquel hombre.
- ¿Qué pasa? Te he ganado, ¿no?- preguntó Niel algo nervioso.
Terry extendió sus cartas sobre la mesa, todos los hombres se acercaron para ver el juego... otro full...
Niel se regresó a su lugar y pesadamente se dejó caer en su asiento, Terry tenía otro full, pero este era de reyes y reinas, ¿qué posibilidades había de que eso pasara?
Todas las anteriores veces en que había jugado con él, había terminado ganándole fuertes cantidades de dinero, la mayoría de las veces él le había ganado, Roberth White había perdido más veces de las que ganó; pero ahora había sido una mala noche, acababa de perder muchisimo dinero, muchisimo mas de lo que antes hubiese perdido y se acababa de quedar sin plata para seguir apostando y tratar de recuperar lo que acababa de perder, le preocupaba mucho la amenaza de Scott, si no le llevaba el dinero antes de la boda, que era a las once de la mañana, no habría boda y lo peor del caso es que incluso podría ir a la cárcel y perdería la buena reputación ante los inversionistas de la banca Legan.
Niel estaba sumamente molesto, acababa de perder su gran reputación de ganador y no estaba dispuesto a irse así, en blanco, esa noche, tenía que hacer un último intento, ahora si tenía que ganarle.
Terry estaba a punto de retirarse, tenía que hacer que Niel se interesara en volver a jugar, así que fingió desinterés al saber que Niel se había quedado en banca rota. Sin embargo Niel lo detuvo.
- Espera - dijo Niel levantando la mano y poniéndose de pie para alcanzarlo.
- ¿Qué sucede señor Legan? - preguntó con voz ronca y utilizando el acento sureño que tanto le caracterizaba.
- Necesito recuperar lo que he perdido - dijo Niel de forma nerviosa - ¿podría darme un crédito?
- Lo siento señor Legan, pero no estoy acostumbrado a dar ningún tipo de crédito cuando juego, si tiene con que apostar jugamos, si no tiene, entonces me retiro - dijo Terry dándose la vuelta y disponiéndose a partir.
- ¡Espera! - volvió a detenerlo Niel, Terry se detuvo y vio como Niel sacaba de la bolsa interior de su saco unos papeles, su mirada brillo al verlo, pero tuvo que contener sus emociones - ¿Aceptarías jugar por una propiedad?
Terry tomó el documento y lo observó detenidamente, era él, era lo que tanto había estado buscando en todo este tiempo, por fin lo tenía entre sus manos. Pero debía controlar sus emociones y fingir que no le importaba.
- ¿Qué tanto puede valer un trozo de tierra? - dijo desinteresadamente.
- ¿Qué?, ¡pero si es una propiedad muy valiosa! - insistió Niel, pero Terry daba la impresión de no estar muy convencido de ello - es mas - agregó Niel quitándose su reloj - te agrego este reloj, es de oro macizo, una verdadera reliquia, ¡una antigüedad! - Terry entonces vio el reloj y sonrió. Niel vio este gesto, sabía que por fin Roberth había quedado convencido.
- Muy bien, juguemos... – y dándose la vuelta al cantinero gritó – cartas nuevas.
- ¿Cómo que cartas nuevas? – dijo Niel dudoso.
- No pensara que jugaremos con estas cartas – dijo levantando una de ellas. – ya están muy usadas y sería fácil identificarlas.
- Está bien – dijo Niel sentándose de nuevo en la silla y recibiendo del cantinero un juego nuevo de naipes.
Sin embargo, Niel suspiró aliviado, tenía la oportunidad de recuperar todo el dinero perdido y sabía perfectamente que no perdería, estaba dispuesto a hacer todo lo que sabía para mantener la propiedad del hogar de Pony en sus manos, además del dinero que había perdido y que necesitaba para callar a Scott, claro, más el dinero de Roberth White. No importaba que fueran cartas nuevas, para él no había imposibles en este tipo de juego, todas las cartas las proveía el mismo distribuidor.
Todos los comensales se volvieron a reunir en torno a aquella mesa en la cantina del pueblo, el juego se volvía interesante.
Niel tomó la baraja, estaba seguro de que se recuperaría y de que el titulo de propiedad se quedaría con él. Repartió las cartas y observó su juego... nada, esta vez no tenía nada. Así que no hizo ningún cambio de cartas al instante, se quedó con sus cinco cartas mostrando una sonrisa de confianza que estaba lejos de sentir.
Terry observó esa sonrisa, era diferente a la anterior y ya antes la había visto. Esa sonrisa aparecía cuando hacía trampa. No en balde había estado jugando con él por tanto tiempo, todo por saber cuales eran sus gestos y sus reacciones al ver sus cartas.
Terry pidió dos cartas a Niel, él entregó las cartas que pedía y aprovechó para cambiar su juego diciendo que solo cambiaría una, tenía practica haciendo trampa, podía cambiar sus cartas delante de la gente sin que estos se dieran cuenta.
Terry observó una a una las cartas que Niel había dejado sobre la mesa sin animarse aún a abrir su juego con tanta gente cerca.
Sobre la mesa estaba el botín a llevarse, Niel no dejaba de observarlo, así que sonrió y mostró su juego. Todos en aquella sala comenzaron a exclamar de admiración al ver las cartas de Niel, era casi imposible que Terry pudiera ganar ahora, Niel tenía un Póker de Ases...
Terry vio la cara triunfal de Niel, quien reía a carcajada abierta, pero el se mostraba sereno, algo que Niel no había visto.
- ¡Apenas y lo puedo creer! - exclamó Niel al mostrar su juego - ¡creo que ya he ganado señor White! Muéstranos que es lo que tienes - pidió Niel dejando de reírse y viendo las cartas de Terry que permanecían sobre la mesa boca abajo.
Todos voltearon a ver a Terry, Niel pudo ver como una ligera sonrisa se dibujaba en su rostro y eso no le agradó, ¿qué jugada tenía Roberth White para que se mostrara tranquilo ante la idea de perder todo lo que había ganado?, quizá no era de los hombres que se preocupaban por lo que ganaban o perdían ¿sería que él era el apurado en conseguir dinero y no perder aquello que le haría tener a Candy entre sus manos?
Terry comenzó a voltear las cartas de una en una, en el orden en que las tenía en la mesa.
Un nueve de Corazones rojos, eso no le decía nada a Niel.
Un Rey de corazones rojos. Nada, eso no era nada, llevaba dos cartas y Roberth aun no tenía nada.
Una Jota de Corazones Rojos. La sonrisa de Niel se fue ampliando mas, tres cartas y Roberth ya había perdido. Roberth volteó las últimas dos cartas y Niel comenzó a reírse mientras todos los comensales guardaron un silencio sepulcral.
Un Diez y una reina de corazones rojos...
Niel entonces vio como Roberth acomodaba las cartas de menor a mayor.
9, 10, Jota, Reina, Rey de corazones rojos...
- ¡FLOR IMPERIAL! - Gritó Niel poniéndose bruscamente de pie. ¿Qué posibilidades había de que después de un póker saliera una flor imperial y le ganara en el juego?, ¿qué posibilidades? ¿1 en 1 millón?, no era posible que le pasara eso, no un día antes de la boda con Candy.
Terry entonces aprovechó para pararse y lo primero que tomó fue el título de propiedad del Hogar de Pony. Niel reaccionó sumamente molesto y tomó las manos de Terry sobre la mesa para evitar que tomara el título de propiedad.
- ¡Has hecho trampa! - gritó furioso, al tiempo en que Terry levantó la vista para clavarla en los ojos marrones, chispeantes de cólera, de Niel.
- ¿Me acusas de tramposo? - gritó a su vez Terry - ¿tú me acusas de tramposo a mi? - volvió a repetir pausadamente inclinándose hasta Niel, al ver los ojos a través del cristal de los anteojos de Terry. Niel pudo ver que no solo su voz sonaba amenazadora, su mirada decía que lo había descubierto, pero solo era la mirada, nada más. Pero entonces pudo notar que había perdido su acento sureño y hablaba con un ligero acento inglés. ¿Acaso era su imaginación que le jugaba bromas?
Los comensales observaban atentos la escena. Niel comenzó a sudar ante las palabras de Terry, pero notó que él en ningún momento soltaba el título de propiedad.
- ¡Hiciste trampa! – gritó Niel poniendo la mano en el hombro a Terry al darse cuenta que se daba la vuelta para irse – ¡No te iras así como así!
- Gané honradamente – dijo Terry encarando a Niel y dándose la vuelta para salir, sin recoger el dinero ganado, solo llevando el título en la mano.
Niel tomó la mesa con todo su contenido y la lanzó a un costado de Terry. Quizás propiciar una pelea para confundir a todos y arrebatar el título de propiedad. No podía perderlo, no ese día, después de la boda si, pero no antes. Y sin pensarlo se abalanzó sobre Roberth White para intentar quitarle el título de propiedad. Roberth alcanzó a ver a Niel por el espejo del lugar y se alcanzó a hacer a un lado para evitar que Niel cayera sobre él. Y lo recibió con un puñetazo en la cara, ¡cuánto tiempo había deseado hacerlo!
- ¡Me las pagaras! – gritó Niel sobandose la mandíbula para tratar de soltarle un golpe, pero Terry logró esquivarlo a centímetros de su cara haciendo que los lentes saltaran. Pero justo en el momento en que Niel retiraba su puño, se llevó de encuentro la barba mal pegada – ¡Grandchester! – gritó Niel asustado al reconocerlo.
- ¡Tramposo! – se escucharon los gritos de varios hombres en el lugar. Niel volteo a verlos pensando que le gritaban tramposo a Terry, pero al voltear al suelo, vio como una lluvia de cartas caían de su saco.
- Por eso siempre ganabas Niel Legan, ¡eres un tramposo! – gritaron varios hombres.
Niel observó asustado a todos los hombres del lugar que se acercaban peligrosamente a él. No tuvo otra opción que correr, no podía arriesgarse a que le dieran una paliza justo unas horas antes de su boda ¿pero cuál boda?, - ¡Maldición! no había conseguí el dinero para callar a Scott y no tengo los papeles del hogar de Pony - pensaba mientras se deslizaba por el capacete del auto para meter a toda prisa el acelerador y huir de la cantina.
Terry salió corriendo detrás de los comensales que correteaban a Niel, tenía que ir por su caballo y alcanzarlo. No sabía cual era su plan, solo quería asegurarse que ese plan no incluyera dañar a Candy.
- Ahora si Candy, serás libre – dijo Terry apretando los papeles en su mano para salir corriendo en busca de su caballo.
- ¡Terry! – escuchó un grito en la esquina.
- ¡Jimmy! ¡Apareces en el momento justo!
- Me topé con el auto de Niel.
- Jimmy ya tengo los papeles, ¿sabes a dónde conducía Niel?
- ¡Los papeles!, he, si, si, va rumbo a la mansión Legan.
- Préstame tu caballo, él mío está atado detrás de la cantina, alcánzame en cuanto te sea posible.
- Claro.
Terry subió al caballo de Jimmy y a todo galope se dirigió a la mansión Legan, él tenía la ventaja de poder atravesar por el bosque de los Andrew, así reduciría cualquier ventaja que Niel pudiera llevarle al conducir el auto.
aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa aaaaaaaaaaaaaaaa
Niel conducía a toda velocidad por el camino rumbo a la mansión, tenía que hacer algo. ¿Pero qué?, Candy aun no sabía que había perdido los papeles del Hogar, podría intentar casarse con ella, pero Scott arruinaría todo al no llevarle el dinero.
- ¡Rayos! – dijo golpeando el volante del auto – ¿Qué hacía Grandchester en la cantina fingiendo ser Roberth White? – pensaba Niel.
¿A caso Candy ya estaba enterada de que Grandchester permanecía en el pueblo?, no, no era probable. Cuando lo vio en el pueblo lo trató como a un desconocido. - No, ella no sabe que Grandchester y White son la misma persona. Pero entonces, ¿por qué se llevó solo el título de propiedad?, tengo que hacer algo – dijo pasando varias veces su mano por su cabello de forma nerviosa - ¡Ya se!, me llevare a Candy esta misma noche, total nos iríamos mañana después de la boda, pero bien la podemos adelantar. No necesito que un cura nos case, nos iremos en el auto hasta llegar a NY y abordaremos el barco rumbo a Europa – Pero por un momento se quedo en silencio – No, si necesito que nos case el cura, necesito que el cura nos case esta misma noche - dijo tanteando en la guantera del auto para sacar un arma - necesito ese papel. Si no fuera por Scott, te llevaría a la estación sin casarnos por la Iglesia Candy, pero ahora lo necesito – pensaba Niel llegando a la mansión Legan.
Niel bajó del auto corriendo y entró a toda prisa en la casa, subió corriendo las escaleras para dirigirse a la habitación de Candy. Todo estaba a oscuras y silencio, solo las pisadas apresuradas retumbaban en el lugar. Niel metió las manos a la bolsa de su pantalón y sacó un juego de llaves. Torpemente y a toda prisa metió la llave al cerrojo y abrió de forma apresurada.
- ¡Candy despierta! – dijo Niel acercándose a la cama de Candy mientras tomaba un chal que estaba sobre el sillón para aventárselo.
- Niel, ¿qué sucede?, ¿qué haces en mi habitación? – dijo Candy sentándose en la cama.
- No tengo tiempo de explicarte nada, ¡tenemos que irnos ahora mismo! – dijo acercándose a ella.
- ¿Ahora mismo?, ¿a dónde? – dijo mientras se ponía de pie.
- A la iglesia...
Candy sintió que sus piernas comenzaban a temblarle, ¿a qué se dirigían a la iglesia?, Niel estaba sumamente nervios y apurado, no entendía nada.
- ¡Vamos muévete! – gritó Niel acercándose a la puerta.
- ¡No!, ¡no, yo no voy contigo! – dijo tratando de ser firme, pero su voz tembló al hablar al sentirse nerviosa y asustada.
- Vendrás conmigo quieras o no – dijo Niel acercándose peligrosamente a ella. Candy retrocedió solo un paso cuando vio como Niel se agachaba delante de ella y la subía a su hombro para llevarla con él.
- ¡Niel!, ¡bájame!, ¡bájame! – comenzó Candy a patalear y a golpear a Niel en la espalda para que la soltara.
- ¿Qué sucede? – preguntó Elisa que se despertó al oír el escándalo y llegaba corriendo para toparse con el espectáculo que daba su hermano.
- Nada Elisa, solo que la boda se adelanta, será esta misma noche.
- Pero de que hablas ¿estás loco? – Dijo mientras Niel bajaba las escaleras con Candy al hombro y salía a toda prisa de la mansión – ¡Mamá!, ¡mamá! – gritó Elisa corriendo por el pasillo hacía el cuarto de sus padres.
Niel colocó a Candy en el asiento del copiloto mientras el ocupaba su posición al volante. Candy se había sentido mareada cuando Niel la cargó, por lo cual estaba sumamente quieta y en silenció. Sentía como el auto se movía y la cabeza la daba vueltas. Así como se sentía le sería difícil escapar de Niel. Podría intentar correr, pero en su estado, no llegaría muy lejos.
Niel sonrió al ver a Candy pensativa, no lucía el blanco vestido de Novia que había escogido, porque ahora estaba en casa de Los Andrew, se lo habían llevado en la tarde, para que Candy se vistiera allá. En lugar de un blanco vestido, Candy usaba su camisón de seda blanco y sólo se cubría con un chal del mismo color. Realmente no le importaba que usara, se veía hermosa trajera lo que trajera.
Terry llegó demasiado tarde a la mansión Legan, parecía que el auto de Niel le llevaba demasiado ventaja, por lo mismo llegó cuando Niel subía a Candy al auto y partía a toda prisa por un camino diferente al que había usado para huir de la cantina y llegar a la mansión. Arrió al caballo pare tratar de seguirlos pero el auto quedo aun muy adelante, el caballo no corría tan rápido como le hubiese gustado.
- ¡Terry! – Jimmy apareció a la par de Terry – creo que a caballo jamás los alcanzaremos.
- ¿Sabes a donde lleva este camino Jimmy? – preguntó Terry sin dejar de arrear el caballo.
- Bueno, creo que va a la iglesia...
- ¿A la Iglesia?, ¿Acaso Niel trata de casarse con Candy por la Iglesia? ¿O Ira por Selene?
- ¿Selene?, no, no lo creo. Si va a casarse con Candy – afirmó - necesita un papel oficial que ampare que se casó con Candy y la iglesia se lo puede proporcionar.
- Pero tiene el otro, el del matrimonio civil.
- Ese no le sirve.
- ¿De qué hablas?...
- Ve a detener a Niel, debe ir a la Iglesia, yo tengo que ir a otra parte – dijo Jimmy deteniendo el caballo y dejando ir a Terry.
- Ojalá que lo que Jimmy tenga que hacer ayude a Candy con esto...
Aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa aaaaaaaaaaaaaaaa
Niel iba a toda velocidad que en poco tiempo llegó hasta la Iglesia, se subió a la banqueta y dejo el auto allí en medio de la entrada de la misma. Bajó del auto para sacar a Candy del auto, ella parecía estar enferma, estaba sumamente pálida y demacrada.
- Vamos Candy, después de esto descansaras en el barco rumbo a Europa – dijo Niel tomando a Candy por el brazo para hacerla caminar por enfrente de la Iglesia.
La Iglesia siempre estaba abierta para todos y este día no era la excepción. Niel abrió la puerta de la parroquia y entró de forma serena, no parecía que nadie lo siguiera, pero aun así tenía sus dudas y constantemente volteaba hacía sus espaldas para ver si alguien aparecía. ¿Y si Grandchester llegaba para arruinarlo todo?, no, no era algo que estaba dispuesto a soportar.
Caminó con Candy del brazo, hasta la parte delantera de la Iglesia, unas cuantas velas encendidas frente a los santos era lo único que alumbraba el lugar. Candy no pudo dar un paso más y se sentó en la banca que estaba al frente.
- Por favor Niel, no puedo más, me siento muy mal, me siento mareada – dijo sin levantar la cabeza.
- Está bien querida, quédate aquí, iré a buscar al cura – dijo Niel confiado, al ver el estado de Candy.
Niel caminó de forma rápida para perderse entre la puerta que llevaba a la sacristía y las habitaciones de los clérigos. Candy levantó la vista, tenía que intentar salir de la iglesia. Pero se sentía tan mal que no podía levantarse. Sentía que la cabeza le daba vueltas y el piso se movía.
Niel entró hasta las habitaciones del fondo de la iglesia, sabía que los cuartos de la gente de la iglesia estaban al fondo, las celdas, como ellos les llamaban. Tuvo suerte al ir caminando, pudo ver como un hombre de hábito, salía de una de las habitaciones.
- ¡Señor cura! – gritó Niel al reconocerlo.
- ¡Señor Legan! – se sorprendió el cura acercándose a Niel – ¿pero qué hace usted tan tarde aquí?, ¿ha pasado algo?, ¿necesita ayuda? – preguntó el cura.
- Si, si ha pasado algo – dijo Niel comenzando a encaminar al cura hasta la iglesia – necesito que nos case a Candy y a mí, ¡ahorita mismo!
- ¿Cómo? – dijo el cura deteniéndose – pero si la boda es dentro de unas horas – dijo el hombre negándose a moverse.
- Ha habido un ligero cambio de planes y adelantaremos la boda unas horas – dijo Niel tratando de sonreír, pero al darse cuenta de que el cura se negaba a moverse, saco el arma para apuntarle – no quería usarla señor cura, pero si no me acompaña me veré en la necesidad – dijo Niel apuntando al hombre.
- ¿Te atreverías a matar a un pobre cura de pueblo? – Dijo el sacerdote bajando las cejas por el enojo – claro que serías capas, ¿verdad?, si eres capas de forzar una boda.
- A veo que ya sabe – dijo Niel al percatarse que el cura estaba enterado del motivo de su boda con Candy – pero he de decirle, que yo en verdad la amo, por eso quiero casarme con ella.
- No es el modo...
- ¡Ya basta!, va a casarnos ahora mismo, ¡camine! – dijo Niel mientras hacía que el cura caminara hasta donde se encontraba Candy.
Aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa aaaaaaaaaaaaaaaa
Terry arriaba al caballo para que fuera lo más rápido posible, no sabía que quería decir Jimmy con que el papel del matrimonio civil no le servía. Pero si eso haría que Niel se quedara un poco más en el pueblo, daba gracias por eso.
Terry vio el auto de Niel estacionado justo enfrente de la Iglesia, él ya había llegado, parecía que Jimmy estaba en lo correcto y Niel deseaba casarse con Candy por la iglesia. ¿Desde cuándo ese mal nacido era tan creyente?
Sabía que Niel estaría al frente de la Iglesia, ya que el lugar donde dejó el auto así lo indicaba. Era una de las únicas entradas a la iglesia, pero el conocía otra que le llevaría directo al pulpito. Así que corrió con el caballo para entrar por la puerta trasera del lugar, por aquella que el sacristán le hiciera pasar con la leche.
La puerta era vieja y forzar la entrada no había sido difícil, al día siguiente se encargaría de repararla, ahora solo le interesaba encontrar a Candy y detener a Niel.
Caminó a prisa por el largo pasillo de la parte trasera hasta el frente de la Iglesia, podía escuchar el eco de las voces. Estaban en la Iglesia ya y tenía que darse prisa. Así que corrió por el pasillo para llegar a la entrada al pulpito...
Niel había llegado con el cura hasta la capilla de la Iglesia, Candy seguía en su lugar, el mareo parecía estársele pasando, pero aun no se sentía con fuerzas como para ponerse de pie por su propia cuenta.
El cura al verla quiso acercarse para ver si estaba bien, pero Niel se lo impidió.
- No se preocupe padre, ella está bien, solo tiene molestias por su estado – dijo Niel sereno y burlón. Candy levanto la vista sorprendida. ¿A caso Niel sabía de su embarazo? – sólo limítese a casarnos.
Niel se acercó a Candy y la tomó de nuevo por el brazo para hacerla parar a un lado de él.
- Estamos listos, comience – dijo aun sosteniendo la pistola entre sus manos.
- Terry... – pensó Candy con la cabeza baja – Terry, perdóname, perdóname por lo que voy a hacer.
- Estamos aquí reunidos para...
- Brínquese todo eso señor cura, me interesa más el "acepta usted por esposo..." – dijo Niel mientras volteaba de nuevo hasta la puerta para asegurarse de que nadie llegaba a interrumpir.
- Está bien, está bien- dijo el señor cura arreglándose los lentes en su rostro- Señor Niel Legan, ¿acepta usted por esposa a la señorita Candy White Andrew para honrarla y respetarla por el resto de sus días?
- ¡Si, acepto! – dijo Niel seguro.
Terry había escuchado lo que Niel había dicho y veía el estado en el que se encontraba Candy. Parecía estar muy enferma, le urgía sacarla de allí y llevarla con él. ¿Pero como haría para que le viera?, ella tenía la vista en el piso y Niel tenía un arma en su mano. Tenía que distraerlo para que Candy corriera a su lado.
Niel había vuelto a voltear hacía la puerta de la entrada de la Iglesia, Terry pudo notar que estaba nervioso, sabía que alguien podía llegar a interrumpir su boda.
- Señorita Candy White Andrew, ¿acepta por esposo al señor Niel Legan, para amarlo y respetarlo por el resto de sus días? – preguntó el cura viendo a Candy, al mismo tiempo que Niel también la observaba, sabía que una ves que ella dijera el, "si, acepto", las cosas quedarían selladas. Pero Candy estaba silencia y de su boca no salía ni una sola palabra, ya que sus labios estaban apretados y las lágrimas estaban cayendo por sus mejillas.
- Vamos querida, solo tienes que decir que si – dijo Niel a su oído. Entonces la mirada de Candy se elevó para tratar de ver al cristo que tenía al frente, y lo que vio hizo que la luz regresara a su mirada.
- ¡Nooo!, ¡nunca! – gritó alejándose de Niel mientras él por la sorpresa soltó el arma que cayó por la rendija del desagüe de las flores...
Niel volteó siguiendo a Candy en cámara lenta, lo que vio no lo podía creer, en el altar estaba él, Grandchester, sosteniendo los papeles del Hogar de Pony que hacía poco le había ganado. Y Candy corría a sus brazos para acurrucarse en el pecho de él, ¡de su eterno rival!.
- No puedes hacerme esto, ¡estamos casados! – dijo Niel gritando y tomándola del brazo para trata de arrebatársela a Terry. Pero Terry lo detuvo.
- Déjale en paz, no se casara contigo, tengo aquello por lo que la estabas obligando – Terry había encarado a Niel con la verdad, pero este no estaba dispuesto a perderla, no ahora que había estado tan cerca.
- Quizá no nos hemos casado aun por la iglesia, pero si lo estamos por el civil y yo no le daré tan fácilmente el divorcio – dijo Niel riendo, para después gritarle a Candy – ¡eres mi esposa! ¡Y debes regresar conmigo! Estamos casados por el civil!.
- ¡Pero ese matrimonio no es válido! – escucharon todos una voz a sus espaldas que retumbó haciendo eco debido a lo solitario del lugar.
- ¡Albert! – dijo Candy viendo a la entrada de la iglesia.
Albert había aparecido en compañía de Geroge y Jimmy, y los tres caminaban hasta el altar donde estaban los demás. Niel había palidecido al ver a su tío y más aun al escuchar que decía que el matrimonio con Candy no era valido.
- ¿Albert, a que te refieres con que el matrimonio con Niel no es válido? – preguntó Terry, mientras veía como Jimmy sonreía.
- Bien, señor Grandchester – dijo George – el joven Cartwrigth nos informó de la paternidad del señor Legan con respecto a una jovencita del pueblo y nos dimos a la tarea de investigar eso.
- Si Terry, Niel se casó hace cuatro años con la señorita Selene McAfey en el estado de Georgia – confirmo Albert ante la sorpresa de Candy y Terry.
Niel trató de salir corriendo de la Iglesia, pero Terry salió de tras de él para detenerlo.
- Así que eres bígamo Niel, ¿sabes que eso te costará la cárcel? – dijo Terry sosteniéndolo en una llave por el brazo.
- ¡Suéltame maldito actor de pacotilla! – dijo Niel tratando de hacerse el fuerte.
- ¡Hijo! – gritó Sahara al entrar en la iglesia en compañía de Elisa y del señor Legan y viendo como lo tenía sujeto Terry. Terry lo soltó y Niel se quedó en donde estaba.
- ¿Pero que pasa aquí? – dijo el señor Legan, pero entonces Niel se volteo para ver tanto a Terry como a Candy.
- Puede que el matrimonio civil no sea válido y que el matrimonio por la iglesia no se llevó a cabo, pero hay algo que no puedes romper, hay un lazo muy importante entre nosotros – dijo viendo a Terry - ¿O no, querida? – volteó a ver a Candy - ¡estas esperando un hijo mío! – gritó Niel encolerizado mirando a Terry, tenía que decirle lo del hijo, al fin y al cabo, ese lazo no se podía romper.
Terry al escucharlo se sorprendió y viendo a Candy sonrió.
- ¿Estas esperando un hijo? – dijo Terry asombrado y Candy sonrió afirmando con la cabeza. Niel sonrió a su vez, Candy había confirmado su sospecha. Terry beso a Candy en la frente, entonces Terry se acercó a Niel amenazador – Si Candy esta esperando un hijo ¡es mío!
- ¡Eso es mentira!, tu nunca... – quiso decir que él nunca la había hecho suya, pero era algo de lo que no estaba seguro, ni si quiera estaba seguro de que él hubiera tenido algo que ver con Candy, aquella noche había estado tan borracho que no recordaba que había pasado, solo sabía que había amanecido en la habitación de Candy totalmente desnudo.
- Vaya, vaya, así que la mosca muerta no solo es una huérfana y ladrona, sino que también es una vulgar ramera – dijo Elisa burlándose – me muero por decirle a la tía abuela.
- Y realmente te gustaría estarlo si le mencionas una sola palabra de esto – dijo Albert que había escuchado todo.
- Pero tío... – dijo Elisa sorprenda al escuchar las palabras amenazadoras de Albert, quien la tomaba del brazo y la alejaba un poco de sus padres para hablarle de forma baja, para que solo ella escuchara.
- Elisa, deberías ocuparte de tus propios asuntos amorosos, creo que aún no puedes regresar a Chicago por culpa de esos amores, ¿o me equivoco?, ¿sabe la tía abuela de esto?, ¿o tus padres? – dijo Albert en tono molesto. Elisa había guardo silenció ante las palabras de su tío. El único que sabía de sus amoríos era su hermano, nadie más, no entendía como su tío se había enterado, pero si su tía abuela se enteraba también, podía perder toda relación con ella y eso no estaba dispuesta a soportarlo, perder el apoyo de su tía abuela, era alejarse de forma definitiva de la alta sociedad.
- Deberías preocuparte por tu hija Niel – dijo Albert regresando hasta donde estaba Niel – Pero ya que ella no quiere saber nada de ti, lo haré yo.
- ¿Hija, cual hija? – pregunto Sahara confundida.
- La hija que Niel procreo hace más de diez años, es ahora una linda jovencita, muy parecida a ti Sahara, aunque cuando se enoja tiene el endiablado carácter de su tía Elisa, aunque tiene un corazón muy noble. Y para evitar que ustedes la contaminen con su maldad, yo me haré cargo de su educación en compañía de su madre.
- ¡Selene! – dijo Niel
- ¡Esa niña es una bastarda! – gritó Elisa sabiendo que al tener el apoyo de su tío, tenía también a su disposición la fortuna de los Andrew.
- Cállate Elisa, aunque no te guste, es mi hija y yo estoy casado con su madre – dijo Niel encarando a su hermana.
- ¡Exacto Niel, sigues casado con su madre, y más te vale que no te opongas a que me haga cargo de su educación, ya que de hacerlo, daremos a conocer tu doble matrimonio y no solo iras a la cárcel, si no que la banca de los Legan se ira a pique.
- Entonces ¿no me meterán a la cárcel? – dijo Niel dudoso.
- No, a menos que Candy opine lo contrario.
Candy que hasta el momento seguía sosteniendo los papeles del hogar de Pony en sus manos volteo al escuchar que era nombrada.
- He, no, no es necesario – dijo Candy tranquila – al fin y al cabo no ocurrió nunca nada – viendo a Niel a los ojos, volvió a repetir – ¡nada!.
Aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa aaaaaaaaaaaaaaaa
Niel salió de la iglesia en compañía de Elisa y sus padres, iba sumamente triste, había estado tan cerca de conseguir lo que quería, a Candy. Pero no lo había logrado y para colmo, ahora también perdía algo que acababa de descubrir y que comenzaba a gradarle, su hija.
Albert había llegado justo a tiempo, los días en que Jimmy había desaparecido los había dedicado a acompañar a George y a Albert a buscar información sobre la relación entre Selene y Niel. Grande fue su sorpresa al encontrar el acta de matrimonio entre ellos dos. Albert había ido a hablar personalmente con Selene y con Jenny, la niña en un principio se había mostrado muy enojada al saber a que familia pertenecía Albert, pero conforme fue escuchando lo que Albert les proponía se fue haciendo a la idea, de pertenecer a una gran familia, como lo eran los Andrew, como lo era Candy.
Jenny y Selene partirían a Europa, para que Jenny estudiara en uno de los mejores colegios de Londres. No el San Pablo, porque Selene se había negado a que fuera a un internado, pero si a una prestigiada escuela en el mismo país. Ninguna de las dos aceptó el apellido Legan o Andrew, a pesar de ser Selene la esposa legitima de Niel, eso le pareció a Albert muy honesto de su parte.
aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa aaaaaaaaaaaaaaaa
Terry veía ahora a Candy, con su camisón blanco, aquel camisón que le viera varías noches atrás, aquel camisón que le retirara cada una de las veces en su habitación.
Ahora si tenían todo el tiempo del mundo, ahora Candy ya era totalmente libre, ya ni siquiera había un papel que le uniera a nadie.
Candy observó a Terry parado a la altura de la última banca, antes de llegar al altar. Ella estaba parada justo debajo del cristo. No podía dejar de sonreír, la pesadilla había terminado, ya no había nada que le atara a Niel, ¡nada!
Terry dio dos pasos al altar, para quedar debajo de Candy. Sin dejar de verla a los ojos la tomó por la cintura para sujetarla fuertemente y bajarla poco a poco, para que sus labios quedaran unidos en un beso, un beso lleno de pasión y deseos, lleno de libertad y entrega.
- ¡Ejem!, ¡ejem! – se escuchó en toda la iglesia debido al eco de la soledad. Tanto Candy como Terry se separaron sin ganas de hacerlo – disculpen hijos, ¿pero cuando es la boda? – dijo el señor cura riendo. Sabía que Candy estaba enamorada de este hombre, lo había sabido desde aquella confesión en la iglesia.
- Yo creo padre... – comenzó Terry.
- Que les parece si lo hacen mañana – dijo Albert que seguía en la Iglesia – todo estaba listo para la boda de Candy, no veo por qué se tenga que suspender. Solo cambiaremos al novio.
- Pero Albert, necesitamos correr las amonestaciones y se tardan tres meses, ¿no es así padre? – dijo Candy volteando a ver al cura, sin dejar de abrazar a Terry.
- Bueno hija, hay ocasiones en que se pueden hacer ciertas... he, excepciones, jejeje – dijo el cura riendo de nuevo – no creo que haya ningún problema.
- Candy White Andrew – dijo Terry serio – ¿le gustaría ser mi esposa?
- ¡Terry! – Dijo abrazándose a él – claro que si Terry, nada me daría más gusto.
aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa aaaaaaaaaaaaaaaa
Candy despertó al escuchar que alguien llamaba a su puerta y pesadamente comenzó a abrir los ojos. Se sentía sumamente cansada, como si hubiera viajado mucho. Pudo escuchar como volvían a tocar a la puerta y como esta se abría.
- Vamos Candy, debes comenzar a arreglarte, ¡tu boda es dentro de un par de horas!
Candy abrió grandemente los ojos al escuchar la voz de Dorothy y recordar su boda. ¿Acaso todo había sido un sueño?, ¿Realmente Terry no había detenido la boda con Niel? No se atrevía a levantarse, no quería comprobar que todo lo había soñado, que no se casaría con Terry. Una lágrima involuntaria comenzó a resbalar por su mejilla y apretó fuertemente los ojos.
- ¡Candy!, ¡Candy! – Candy escuchó una voz conocida que entraba por su habitación – Pero Candy, ¿cómo es que no te has levantado?, ¿no te vas a arreglar?, mira que si llegas tarde, ¡Terry se molestara!.
- ¡Terry!, ¡Terry! – pensó Candy sentándose de golpe en la cama y volteando a ver a la segunda chica que le hablaba – ¡Annie! – gritó.
- ¿Pero como eres mala Candy, te casabas con el amor de tu vida y no tuviste la más mínima compasión de tu mejor amiga para avisarle? – dijo Annie con un reproche.
- Oh, Annie, es que yo... yo... – Annie comenzó a reír.
- Si, lo sé, todo fue tan precipitado, en verdad que cuando Albert me avisó que te trajera un vestido de novia, me sorprendí muchísimo.
- ¿Un, un vestido de novia?
- Si, un vestido de novia, espero que te guste, lo elegí para ti, pensando en tu sencillez – dijo Annie pensativa – pero míralo, aquí lo trae ahora Dorothy.
- Aquí lo tienes Candy – dijo Dorothy tendiendo el vestido sobre la cama – ya es hora de que te des un baño, ya está todo listo. Tienes solo dos horas.
Candy se quedo observando el vestido, era realmente hermoso, sencillo, no como el que aquella ocasión y por enojo con Elisa, había escogido. Era de una tela suave, muy blanca, de manga ligera y escote redondo en forma de ojal. La falda caía en suaves pliegues y se ceñía a su cintura con un lazo blanco, era un vestido precioso. Candy recorrió con la mirada la habitación, no recordaba cuando había llegado a la mansión Andrew, solo sabía que no estaba soñando.
- Dime Dorothy, ¿cómo es que estas aquí? – preguntó Candy aun incrédula de encontrase en la mansión Andrew.
- El señor William me mando buscar muy temprano y los señores Legan no se opusieron a que viniera – dijo Dorothy Sonriendo, para después volverla a apurar – ¡Vamos Candy, que el tiempo esta pasando y las dos horas pronto se convertirán en 2 minutos!.
- No te apures, que aquí esta Annie para ayudarte a quedar como una princesa...
- ¡Y no se olviden de mí!.
- ¡Patty! – gritó Candy al ver a su amiga.
- ¿Pensabas dejarme fuera de tu matrimonio?, que bueno que Dayana me mando un telegrama urgente, si no, Erick y yo no estaríamos ahora aquí.
- ¿Has traído a tu prometido? – pregunto Annie sonriendo.
- Quería presentárselos – dijo Patty sonriendo.
La mirada de Candy estaba perdida entre sus amigas y el vestido blanco que estaba sobre la cama, apenas podía creer tanta dicha, su amigo Albert había hecho todo eso por ella, Albert y Dayana habían mandado por sus mejores amigas para que la acompañaran en el día más feliz de su vida. Sin poder evitarlo las lágrimas de Candy comenzaron a brotar por sus ojos y resbalar por sus mejillas.
- Nooo – gritaron Patty y Annie al mismo tiempo.
- No debes llorar, es el día más feliz de tu vida, cuando te unes al hombre que amas – dijo Annie regañándola severamente.
- Si Candy, debes mostrar esa sonrisa que siempre has tenido – dijo Patty
- Hay chicas, si ustedes supieran por todo lo que he pasado...
- Pero ya habrá tiempo de que nos cuentes, ahora... – dijo Patty
- A bañarse señorita... – dijo Annie
Y las tres entraron al baño para ayudar a Candy a que quedara como una princesa. En ningún momento se tocó el tema del embarazo de Candy y mucho menos los terribles meses en que había vivido bajo la amenaza de Niel, era mejor olvidarlo todo y renacer a una nueva vida al lado del amor de su vida: Terry Grandchester.
Aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa aaaaaaaaaaaaaaa
Toda la mansión había sido decorada con rosas del jardín de Los Andrew, despedían un aroma dulce y los colores le hacían lucir sumamente alegre. Patty había cortado unas rosas blancas del jardín y les había atado listones de colores para que formaran el ramo de Candy. Eran las últimas dulce Candy que florecían fuera de tiempo.
Candy caminaba del brazo de su protector, de su amigo, de aquel que siempre había cuidado de ella, aun después de haber dejado de ser su pupila. Mientras la cola de su vestido era sostenida por la pequeña Pauna, hija de Albert y el pequeño Tommy, hijo de Tom.
Terry pudo ver como Candy se acercaba graciosamente hasta el altar de la Iglesia, caminando del brazo de su amigo, lucía feliz, se sentía en un sueño. Aun no podía creer que Candy, su Candy, estaba a punto de convertirse en su esposa y en poco tiempo le daría un hijo. No sabía que tanto bien habría hecho en su otra vida, para ser premiado de esta forma. Pero daba gracias, daba muchas gracias por eso.
Albert llegó hasta donde les esperaba Terry con Candy del brazo. La tomó después de la mano y la entregó a Terry sonriendo y ambos llegaron hasta el altar para hincarse ante el padre que les sonreía contento.
Scott, el abogado de Niel había entrado en la iglesia esperando ver a Niel en el altar, pero al no encontrarlo comenzó a preguntar por el novio y grande fue su sorpresa al saber que el novio no era Niel, sino el gran actor Terry Grandchester. No se quedó a la boda, partió para buscar a Niel, aun que sabía que si Niel no se había casado con Candy, ya no podría exigirle dinero y solo le quedaba huir de las personas a las que les debía.
- ¡Ahora si parece Candy una novia! – dijo Dayana feliz, a Albert, en el oído cuando este se acerco a ella, él tomó la mano de su esposa para sonreír y darle un tierno beso.
La señorita Pony y la Hermana María estaban sentadas en medio de la Iglesia, acompañadas por todos los niños del hogar de Pony, escuchando y llorando al ver casada a su pequeña niña. Jimmy había ido muy temprano a entregarles los papeles del hogar de Pony, juraba que jamás, jamás volvería a poner en riesgo a sus seres queridos y abandonaba el juego para siempre, tal como se lo prometió a Candy. Les había contado de forma resumida el motivo por el cual Candy se había casado con Niel y ahora se casaba con su verdadero amor. Ambas mujeres se habían mostrado sorprendidas, pero alegres al saber que Candy se casaba por amor y no obligada como lo había hecho al principio.
Ahora Jimmy veía lo feliz que estaba Candy colocando el anillo en el dedo anular de Terry. Era una suerte que los padrinos de anillos eran Albert y Dayana y para el lazó usaron el que habían usado para la boda de Puna, la mama de Anthony. Jimmy estaba ya resignado a que Candy se casara con Terry, había aceptado que él amor que sentía por Candy era pasajero, si ella era feliz, él sería feliz por ella.
- ¡Jimmy! – Jimmy volteo al escuchar un susurro muy cerca de él. Estaba en una de las últimas bancas de la Iglesia, por lo cual no se dio cuanta cuando alguien había entrado y se había sentado a un lado de él.
- ¿Jenny? – dijo Jimmy al percatarse de que era la pequeña hija de Selene, prefería pensar que era hija solo de Selene en lugar de Niel.
- Jimmy, vengo a despedirme – dijo bajando la vista, mientras se persignaba al igual que el resto de los feligreses y veía al piso.
- ¿Cómo? ¿a despedirte? – dijo Jimmy confundido.
- Me voy con mi mamá a Europa, mi tío Albert ha prometido pagar mis estudios allá y mi mamá ha aceptado. Yo no quiero saber nada de mi padre, pero me han convencido que el estudio es una buena oportunidad y que no debería desperdiciarla.
- Eso es cierto, Jenny – dijo Jimmy volteando al frente para seguir observando la boda.
- Solo vine a despedirme de ti, porque partimos en un par de horas – Jimmy se quedo viendo al frente, sin decir nada. Se había acostumbrado a las locuras de Jenny, a verla correr y sonreír por los pastizales a donde llevaba las vacas, no sabía que decirle, solo se le ocurrió responder de forma fría, aparentando que no le importaba.
- Espero que te vaya bien – dijo sin verla.
- Jimmy – susurro, pero Jimmy no volteo a verla. Las lágrimas de Jenny comenzaron a escurrir por sus mejillas sin poderlas detener – Jimmy, te prometo que voy a regresar... – dijo mientras salía corriendo de la Iglesia y Jimmy levantaba la vista para verla partir.
- Te voy a extrañar Jenny – dijo Jimmy sin poder evitar que las lágrimas salieran de sus ojos.
La misa llegaba a su fin, el padre solo mencionaba las últimas frases.
- Si alguien tiene algún motivo para que esta boda no se realice... que hable ahora o callé para siempre – al no escuchar nada en la iglesia, el cura prosiguió – bueno, ahora, por el poder que me concede dios y la iglesia yo los declaro Marido y Mujer, lo que dios ha unido que no lo separa el hombre, puede ahora besar a la novia señor Grandchester.
Terry se levantó para ayudar a Candy a levantarse al mismo tiempo en que pasaba sus manos por la delicada cintura de su esposa. Para él había desaparecido la gente, habían desaparecido los murmullos y solo existían los verdes ojos de su pecosa, que brillaban al tenerlo de frente.
Candy se perdía en los ojos azul profundo de Terry, de aquel chico rebelde que le había conquistado en el colegio al cual nunca había podido olvidar.
Todos habían desparecido a su alrededor, solo dos personas y dos corazones que latían al unísono existían en es momento. Sin importarles nada se habían ido acercando poco a poco para sellar su amor con un profundo beso, ansiado y deseado, ahora como marido y mujer.
Para ellos habían parecido siglos, cuando solo habían pasado unos segundos, una lluvia de aplausos se dejó escucha cuando los dos se habían separado.
Salieron de la iglesia y se detuvieron a la entrada para recibir las felicitaciones de sus amigos. Cuando una lluvia de pétalos blancos caían sobre todos ellos. Candy volteo al cielo y le pareció ver entre todos los pétalos, la imagen de su querido Anthony, que le sonreía y ella sonrió feliz. Terry también vio aquella imagen que desaparecía mientras los pétalos seguían cayendo como una ligera lluvia del color de la nieve.
Subieron a un carruaje repleto de flores de colores, que los llevaría a la mansión Andrew de Lakewood. La fiesta estaba saliendo muy bien, todos estaban muy felices, Candy sonreía y Terry reía con Albert y Archi. Erick, el prometido de Patty se había unido a los hombres que platicaban y reía con ellos.
Niel había partido junto con su hermana a Europa, no quería pensar en lo que había perdido con Candy, así que tomó los boletos del viaje de Bodas y le había pedido a Elisa que lo acompañara. Esta no se había negado y juntos se habían ido a descansar de todo lo que habían causado. No sabían cuando regresarían, pero por lo menos, Niel pensaba ocuparse de los negocios en Inglaterra y tratar de ganarse el amor de su hija. Elisa regresaría un par de meses después para seguir con sus problemas amorosos con sus amantes ocasionales.
Jimmy había permanecido solo un rato en la celebración de la boda, pero estaba sumamente triste. Jhon y Bob que le acompañaban se habían dado cuenta de su estado de ánimo y se ocuparon en tratar de averiguar el ¿por qué?. Cuando supieron el motivo los dos le animaron a irse a despedir de Jenny al anden del tren, faltaban aun 30 minutos para que el tren saliera, seguramente aun podía alcanzarla.
- ¡Jimmy! – gritó Candy al ver que este estaba por salir del jardín de los Andrew. Jimmy se detuvo y le sonrío al verla tan feliz – ¿Ya te vas? – preguntó acercando se a él.
- Jenny se va a Europa y el tren está por salir, quiero ir a decirle adiós – entonces Candy sacó de su ramo una rosa blanca y se la entregó a Jimmy, quien sorprendido la tomó.
- Dásela a Jenny de mi parte – dijo Candy sonriendo – ya que no estará aquí para cuando lance el ramo, yo le mando esta rosa – Jimmy sonrió y guardó la rosa en la bolsa de la camisa, dejando que los pétalos salieran.
- Yo se la daré de tu parte, ahora debo marcharme, si no te veo cuando regrese, quiero que sepas... – dijo viéndola a los ojos – que te deseo la mayor felicidad del mundo y que espero que me perdones por lo que te hice.
- Jimmy, tú no has hecho nada malo, yo no tengo nada que perdonarte – dijo Candy dándole un beso en la mejilla mientras sonreía.
- ¿Besas a otro en tu propia boda?
- ¡Terry! – dijo Jimmy sonrojado, mientras Candy sonreía y Terry se acercaba para darle la mano a Jimmy.
- Felicidades Terry y gracias por rescatarla.
- No tienes nada que agradecer Jimmy, yo debería ser quien te agradeciera a ti, porque si tú no me hubieras convencido de quedarme, ahora no estaría al lado de esta linda mujer – dijo dándole un beso en la mejilla a Candy.
Bueno, me retiro, si no, no alcanzare a Jenny.
- ¡Suerte Jimmy! – dijo Candy mientras veía como Jimmy se alejaba corriendo.
- ¿Besabas a otro? – preguntó Terry bromista.
- No, solo te beso a ti – dijo Candy dándose la vuelta para besar a su esposo.
Jimmy había subido al caballo en que había llegado y corrió para llegar al andén. Faltaban pocos minutos para que el tren saliera y Jenny y Selene ya habían subido. Jenny iba serena, pero triste, no quería separase de Jimmy, pero le gustaba estudiar y era algo que aprovecharía. Procuraría escribirle todos los días.
- Jenny! – el grito de una persona conocida le hizo parase bruscamente de su asiento. Pero estaba paralizada, sin poderse mover, no sabía que hacer, era la primera ves que no sabía que hacer.
- Vamos hija, sal a despedirte – dijo Selene empujándola ligeramente fuera del compartimiento donde estaban mientras sonreía cómplice.
- ¡Gracias mamá! – dijo Jenny corriendo por todo el pasillo del vagón para bajar corriendo las escaleras.
Jimmy se asomaba por todas las ventanas para ver donde estaba Jenny, no dejaba de gritar su nombre, estaba desesperado por verla. Jenny bajó corriendo y vio como Jimmy corría y brincaba para tratar de ver por las ventanas y eso la llenó de alegría.
- ¡Jimmy! – gritó Jenny parada en su lugar, cuando él volteo para verla.
- Jenny, yo... yo... – dijo Jimmy parado en su lugar si poder decirle nada. ¿Cómo se había dejado convencer por ese par de amigos de irla a buscar?, no sabía ni que decirle...
- ¡Jimmy!, ¡has venido a despedirme! – dijo ella acercándose hasta él.
- He, he, sí. – dijo él sonrojándose ligeramente – quería decirte que te voy a extrañar – dijo bajando la vista.
- Yo también te extrañare Jimmy, pero voy a escribirte todos los días, ¡te lo prometo!
- Tratare de escribirte, sabes que no me gusta mucho hacerlo.
- Lo sé, gracias por venir – dijo ella sonriendo.
El silbato del tren comenzó a sonar y el guardia del tren comenzó a decir que era hora de partir.
- Jimmy, ya me tengo que ir – dijo ella caminando de espaldas para llegar hasta la puerta del vagón. No quería dejar de verlo.
- Te vas a caer – dijo Jimmy sonriendo.
- ¡Quiero guardarte en mi memoria así como vistes ahora! – dijo riendo.
Jimmy volteo a verse, traía puesto un traje negro y zapatos del mismo color, paro al subir al caballo había tomado su sombrero. Volvió a sonrojarse. Entonces vio que traía la rosa que Candy le había dado para ella, pero Jenny subió al andén del vagón y volteo para agitar su mano en señal de despedida. – ¡nos vemos pronto Jimmy! – Jimmy tenía la rosa entre sus manos y Jenny la observó asombrada, entonces bajó corriendo para acercarse a él y le dio un beso en la mejilla mientras quitaba la rosa de las manos de Jimmy y regresó corriendo para subir de nuevo al vagón.
- ¡Jenny! – gritó Jimmy mientras el tren comenzaba a partir – la rosa te la manda Candy, es de su ramo de novia – Jenny sonrió feliz.
- ¡No te vayas a enamorar de nadie más, yo sigo siendo tu novia! – volvió a gritar Jenny mientras el tren ganaba velocidad.
- Yo no creo poder enamorarme de nadie más Jenny, ¿pero y tú?, ¿tú no te iras a enamorar de alguien más en Europa? – dijo Jimmy mientras un par de lágrimas resbalaban por sus mejillas y la imagen del tren terminaba por perderse a lo lejos.
La fiesta aun no había terminado, cuando Candy y Terry se retiraron a sus habitaciones para cambiarse, salían esa misma noche rumbo a un corto viaje de bodas, ya que las vacaciones de Terry terminaban y debía regresar al teatro.
- Señora de Grandchester – dijo Terry acercándose a Candy para tomarla por la cintura, quien estaba terminando de guardar las cosas en su maleta.
- ¡Terry! – dijo Candy volteando a verlo.
- ¿Eres Feliz tarzán pecosa?
- ¡Terry!, ¡no me llames así!
- ¿Por qué no, acaso ya no subes a los árboles como toda una tarzán?
- Bueno, sí, pero...
- Entonces mi tarzán pecosa, tengo algo para ti. Con todo este alboroto y la rapidez con que se dio todo, no tuve tiempo de dártelo.
- ¿Y qué es? – Terry tendió un pequeño cofrecito forrado de terciopelo negro.
- ¡Ábrelo! – Candy abrió aquel pequeño cofrecito y se quedo con la boca abierta al ver lo que había dentro.
- ¿Es para mí?
- Con todo mi amor para tarzán pecosa – dijo Terry sacando del cofre un hermoso anillo con una piedra blanca que brillaba con miles de colores – este anillo lo ha guardado desde hace años. Siempre soñé en que te lo daría, algún día. Lo compre aquella vez que fuiste a Broadway a verme en Romeo y Julieta. Nunca había salido sin él. Siempre lo llevaba junto conmigo, como algo meramente tuyo, al igual que la armónica.
- ¡Terry! – dijo Candy conmovida mientras Terry le deslizaba el anillo en su dedo.
- Te prometo, que seremos muy felices mi tarzán pecosa.
- Yo te prometo que seremos la pareja más feliz del mundo.
Y con un beso sellaron la promesa mutua que se hicieron para después salir rumbo a su luna de miel.
** FIN **
aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa aaaaaaaaaaaaaaaa
EPILOGO EPILOGO EPILOGO EPILOGO EPILOGO EPILOGO EPILOGO
aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa aaaaaaaaaaaaaaaa
Cinco inviernos y cuatro primaveras habían pasado y ahora regresaba la primavera de nuevo a Lakewood. Tres chicos descansaban del arduo trabajo de acarrear al ganado hacía los pastizales.
Aquel jovencito de ojos azules, ahora lucía unas facciones más maduras y sus ojos antes adolescentes, ahora tenían la chispa de la juventud en ellos.
Jimmy observaba el horizonte como todas las mañanas desde hacía cuatro años. Siempre su vista se paseaba por el mismo lugar de forma melancólica.
- Siempre el mismo recorrido – comento Jhon a Bob que junto con Jimmy descansaban bajo la sombra de un árbol.
- Dinos Jimmy, ¿Candy te he escrito? – preguntó Bob a Jimmy sacándolo de la melancolía habitual en la que se sumía desde hacía algunos meses.
- He, sí. – contesto Jimmy despertando de sus pensamientos.
- ¡Vamos, dinos que cuenta! – dijo Jhon sentándose enfrente de ambos chicos para que Jimmy comenzara su relato.
- Hace algunos días, recibí una carta de Candy, es más, de casualidad la traigo conmigo, déjenme se las leo.
Jimmy sacó la carta de la bolsa de su camisa. Estaba muy arrugada, señal de que la había leído varias veces. Y comenzó a leerles:
"Querido Jimmy
Espero que estés bien, Terry los niños y yo estamos muy bien. Jamás creí vivir en Nueva York y aun que ya tenemos aquí más de cuatro años, sigo viviendo como en un sueño. ¿Ya te conté como es la casa?"
- Me lo cuenta en cada carta que recibo, pero me encanta volver a leerlo – comentó Jimmy para continuar leyendo.
"Es un sueño, es enorme de color blanco. Tiene muchos cuartos y Terry bromea conmigo diciendo que quiere un niño en cada habitación. Y al paso que vamos, creo que no lo voy a decepcionar... serás tío de nuevo en unos meses."
- ¿Otro hijo? Se nota que son muy felices – dijo Jhon – y me alegro por ellos.
¿Pero que más dice?, ¡sigue contando! – Insistió Bob – cuando llegan cartas al hogar de Pony, tengo que conformarme con el resumen del pequeño Tommy ya que las lágrimas de las maestras hacen que entenderles a ellas sea imposible. Lo mismo pasan con las cartas de Annie, solo se que ella también esta esperando de nuevo, este será su tercer hijo.
- Bueno, dejen continuo – dijo Jimmy siguiendo con la lectura de la carta.
"Sé que Annie y Patty también están de encargo, te pido por favor que le des personalmente mis saludos a Annie, aun que le he mandado una enorme carta a ella también, ahora tu estas más cerca que yo. Patty sigue en Florida con su esposo, pero espero que ahora que regresemos a Chicago podamos vernos todos en el Hogar de Pony, como en otras ocasiones lo hemos hecho.
El pequeño Terry ya comenzó sus clases, la abuela Eleanor piensa al igual que el papá, que tiene madera de actor. Siempre pregunta por sus tíos Jimmy, Jhon y Bob, ni decir de sus dos abuelas la señorita Pony y la hermana María.
¿Sabías que Jenny estuvo aquí?"
- ¿Jenny?, ¿la misma Jenny que conocemos? – dijo Jhon sorprendido ante lo que Jimmy afirmó con la cabeza.
"Esta tan cambiada, es una linda jovencita de ojos vivases, tan alegre y simpática, a pesar de todo lo que ha pasado, sigue conservando su sonrisa y sus ojos siguen brillando. Nos contó que Niel la ha buscado muchas veces y que ha comenzado a tratarlo como amigo, pero sigue sin aceptar su apellido. (Creo que Niel definitivamente se quedara a vivir en Londres). Los niños adoraron a Jenny de inmediato. Estuvo con nosotros unos días para hacernos una invitación y regresó a Chicago, pero supongo que ya la has visto, ¿o no Jimmy?
Estamos esperando que Terry termine la presentación de su obra para poder ir a Lakewood a visitarlos. Extraño mucho el Hogar de Pony y a todos ustedes, mis amigos.
Bueno Jimmy, saluda a Bob y a Jhon de nuestra parte, se que ahora te ayudan con el ganado. Terry te manda sus mejores deseos y los niños y yo muchos besos.
Con cariño:
Candy Grandchester"
- No conozco al más pequeño – dijo Jhon.
- Ni yo – dijo Bob.
- Es rubio, como Candy y de ojos azules, como Terry, se llama Anthony. Primero Terry, después la pequeña Candy. Terry tiene cuatro años, Candy tiene tres años y Anthony no tarda en cumplir los dos.
- Así que Jenny estuvo en Nueva York, eso quiere decir que ya regreso de Europa – dijo Jhon ante la mirada perdida de Jimmy – ¿ya lo sabías? – preguntó Jhon viendo a Jimmy, pero este negó con la cabeza.
- Pensamos que te escribía seguido, o es que ¿hiciste lo que dijiste y regresaste sus cartas sin leer? – preguntó Bob interesado.
- ¡No claro que no!, eso sería muy cruel de mi parte, lo dije en un momento de enojo. Todas las cartas que no había leído las leí de un solo jalón - dijo Jimmy un tanto ruborizado por la confesión.
- Recuerdo que si estabas muy enojado, lo que no supimos era ¿por qué? – comento Jhon.
- Por nada, no tiene caso recordarlo – dijo Jimmy tratando de desviar el tema, pero pensando en el motivo que le orillo a molestarse tanto.
Jenny hablaba de un amigo Francés en una de sus cartas y sin saber ¿por qué? había roto la carta en mil pedazos y las que recibió en las semanas siguientes las había guardado para regresárselas sin leer. Sería su forma de vengarse, pero al meditar en lo que hacía, se dio cuenta de que algo pasaba en él. Y decidió, entonces, leer todas las cartas que había guardado y pegar aquella carta que había roto, ya que había guardado los pedazos. Al leerlas se dio cuenta que Jenny preguntaba ¿si estaba enojado?, ya que no había recibido respuesta suya en un buen tiempo. Pero ella seguiría escribiendo hasta que la hubiese perdonado, y le juraba que su amigo Francés era solo eso, un amigo y que además el estaba comprometido a casarse con su mejor amiga en Francia.
- Pero entonces Jimmy, si siguieron en contacto, ¿cómo es que no sabías que regresaba a Chicago?, ¿Acaso no recibas una carta cada semana? – preguntó Bob
- Sí, pero hace meses que no tenía noticias de ella, lo que me dice Candy en su carta es lo primero que se de ella en tres meses.
- ¡Tres meses!, pero que hiciste para que te dejara de escribir – dijeron los dos al mismo tiempo.
- ¡Nada!, les juro que esta vez no hice nada – dijo Jimmy a la defensiva.
- Quizá se cansó de escribirte y que tu no le contestaras – dijo Jhon en forma de recriminación.
- Pero si le escribía, no tan seguido ni tan extenso como ella a mí, pero si le mandaba una contestación.
- Vaya Jimmy, quien iría a decir, ¡tu escribiendo cartas! – se burlaba Bob.
- No te burles, si bien que me cuesta trabajo hacerlo, no soy como tú, un genio con la palabra escrita.
- Si Bob, tu eres un Don Juan - dijo Jhon un tanto molesto – antes eras el más tímido y ¡mira ahora! ¡Las chicas corren detrás de ti!
- Pero tú tampoco te quedas a tras Jhon, ¡tú también tienes cola que te pisen! – dijo Bob empujándolo para que cayera a un costado.
- Yo no la tengo tan larga como la tuya – y también lo empujo. Mientras los dos chicos comenzaban a jugar, Jimmy desvió de nuevo la vista hacía el campo.
- Espera Bob, mira, Jimmy se ha puesto de nuevo melancólico. Es al único que no se le conoce novia, y no es para nada mal parecido.
- Es por que está enamorado – dijo Bob al oído a Jhon – y eso las mujeres lo detectan muy rápido.
- Pero saben chicos – dijo Jimmy regresando su vista al par de chicos que se le quedaban viendo, como si la conversación nunca se hubiera interrumpido – desde que no recibo sus cartas me siento como vacío, como si algo me faltara – Jhon y Bob voltearon a verse sorprendidos y sonrientes para seguir escuchando a Jimmy – jamás pensé que llegara a decirlo, pero la extraño... extraño a Jenny como jamás creí poder extrañar a alguien. A veces imagino que llega corriendo por aquel campo – dijo señalando con el dedo índice el campo por donde corría el río con sus aguas cristalinas – gritando como siempre mi nombre y corriendo hasta mi para embromarme y hacerme reír...
- Por eso recorre con la vista el campo – dijo Jhon sorprendido, mientras Bob afirmaba con la cabeza.
- ¡Jimmyyyy!
Una voz que se escuchaba a lo lejos, interrumpió la plática de los tres amigos. Jimmy se paró de forma inmediata y se quedó observando el horizonte. Algo se movía por aquel basto campo, algo se veía correr. La cara de Jimmy se ilumino, aun no sabía quien se acercaba, pero su corazón lo podía adivinar...
Con el cabello volando al viento y el sombrero en las manos, corriendo por el campo mientras la falda del vestido flotaba con la carrera, Jenny sonreía feliz de ver a aquel chico que nunca había podido olvidar.
Jimmy no supo cuando sus piernas emprendieron la carrera para reunirse con aquella chica que ocupaba sus pensamientos y se iba adueñando de su corazón sin haberle pedido permiso. Pero ahora que la veía de nuevo sabía que aquella melancolía por no saber de ella era por amor, la amaba desde quien sabe cuando y ahora tenía la oportunidad de decírselo de frente.
Jimmy tomó a Jenny por la diminuta cintura para hacerla girar por los aires, mientras ella reía alegremente. Después de algunas vueltas la dejó gentilmente en el suelo.
- ¡Jenny que alegría volver a verte!, ¡pero mira nada más cuanto has crecido! – dijo Jimmy admirando la belleza de aquella jovencita que lucía su cabello más largo de lo que recordaba mientras sus ojos color miel brillaban de alegría.
- Tu estas mucho más guapo Jimmy – dijo ella coqueta, ante el rubor sorpresivo de Jimmy.
- He, he, no me apenes Jenny – comentó Jimmy ante lo que ella rio. Cuanto tiempo sin verla sonreía, pensó Jimmy feliz. – ¿Por qué no me avisaste que venías?, me tenías con pendiente.
- Era una sorpresa, ¡he vuelto para casarnos! – dijo Jenny sonriente.
- ¿Queee?
- Sé que llegue tres años tarde, pero necesitaba cumplir los 16 para poder casarnos.
- Jenny... – dijo Jimmy muy serio – claro que nos casaremos- dijo riendo de repente - no se en que momento te me metiste al corazón, solo se que te amo.
- ¡Jimmy!, yo te he amado desde siempre, desde que te vi en el Hogar de Pony jugando con los demás niños.
- ¡Felicidades! – dijeron Bob y Jhon que se acercaban – ¿Y para cuando es la boda?
- ¡Para mañana! – contesto Jenny sonriendo.
- ¡Heeee! – se sorprendieron los tres chicos.
- ¡Ya está todo listo!, mi tío Albert y mi tía Dayana se han encargado de todo, incluso la tía Candy y el tío Terry llegaran esta tarde.
- ¿Pero es que ya lo sabían? – dijo Jimmy sorprendido.
- ¡Claro!, ¿pues a que crees que fui a Nueva York? ¡Solo a invitarlos!
- El tío Archi y la tía Annie también vienen en camino, yo llegue con la tía Patty y el tío Erick. Vengo de avisar en el Hogar de Pony y ya pase también por el rancho de Tom y solo me falta ir a pedir tu mano a tu padre, el señor Cartwrigth.
- ¡Qué chica! – dijeron los tres, mientras Jenny sonreía pícaramente y se acercaba a Jimmy para darle un beso en la mejilla. Jimmy sonrió al sentir el cálido beso de ella y la tomo de la cintura para besarla en los labios, mientras Bob y Jhon se cubrían la cara con los sombreros para no verlos besarse.
FIN DEL EPILOGO