CROSSING TWO RIVERS

Capítulo I.- Un Descanso

Mayo 07, 2014

Había transcurrido casi un año de los sucesos de China. A pesar de haber decidido retirarse de la BSAA, el sacrificio de Pierce no podía ser en vano, le debía su vida, ¡el mundo entero lo hacía! Chris Redfield continuaba como Capitán de la Unidad de Operaciones especiales de la BSAA. Había aceptado una misión tras otra, necesitaba mantener su mente ocupada, no pensar, no dejarse atrapar por los demonios que día y noche le perseguían. Hace poco había regresado de una misión en una aldea de la India. Corrieron con mucha suerte al lograr neutralizar el virus antes de que llegase a una ciudad con mayor población, además, esta vez las bajas en las filas de la BSAA fueron mínimas, y ninguna de ellas pertenecía al equipo comandado por él.

Por otro lado, y aunque se había mantenido lejos del alcohol, su vida personal, si es que se podía llamar así, estaba vuelta pedazos. Claire le llamaba frecuentemente siempre preocupada, (pero cuándo es que su hermana no estaba preocupada), le insistía en que pasara una temporada con ella, que necesitaba un descanso para aclarar su mente y esas cosas, que en cualquier momento su cuerpo y mente les pasarían factura por la intensidad de su ritmo de vida, pero él se negaba rotundamente; debía mantenerse ocupado… debía cumplir su promesa. Pero al parecer todos pensaban como su hermana.

Esa misma mañana había recibido una llamada de su superior quien requería su presencia en su oficina. Chris acudió pensando que se trataba de una nueva misión, pero al llegar se consiguió con un panorama distinto.

El director Jason Allen se encontraba sentado tras su escritorio revisando como de costumbre algunos archivos cuando su secretaria anunció la llegada de Chris. Al entrar lo saludó y le indicó que tomara asiento.

-¿cómo se encuentra, Capitán Redfield? – Sin esperar respuesta agregó – estuve revisando su informe sobre la operación en la India, fue una ejecución impecable, extienda mis felicitaciones al resto del equipo.

- Gracias, señor, sólo cumplimos nuestro deber, aun así se los haré saber – contestó, comenzando a preguntarse de que iba todo eso. Ya el director había conversado personalmente con todo el equipo respecto a la última misión.

- ¿Tiene idea de por qué solicité que viniera, capitán?

- ¿Para asignarnos una nueva misión, señor? Respondió el aludido

- No exactamente – dijo el Director Allen – Aunque de ser necesario tendré que pedirle que lo vea como tal, Capitán.

- Director, puedo saber de qué se tra…

- Verás Redfield, el día de ayer hubo una reunión de la junta directiva, nada extraordinario, repasamos los puntos de rutina, salvo uno, usted.- El director Allen miró sobre sus gafas a Chris y prosiguió – Hemos evaluado su desempeño desde la fundación de la BSAA, y el mismo ha superado las expectativas, convirtiéndolo en uno de nuestros mejores hombres, sino el mejor.

- Señor, sólo cumplo mi deber - Insistió el castaño -

- Sí, lo sabemos. Pero también sabemos que esto va un poco más allá. Existe un elemento personal, un alto nivel de compromiso para con la erradicación del bioterrorismo de nuestro mundo; más ese compromiso se ha convertido en venganza, me atrevería a decir.

Chris observaba fijamente y en silencio al director. En ese momento volvían a su mente Raccon City, Rockfort Island, los años durante los cuales pensó que Jill estaba muerta, Wesker, Edonia, Pierce… Sí, venganza era lo que mejor describía lo que sentía en ese momento, deseaba con todas sus fuerzas desterrar de este mundo el bioterrorismo, acabar con los responsables, deseaba que nunca nadie más tuviese que pasar el infierno que él vivió… que él vive.

- Vimos con preocupación su conducta después de lo ocurrido en Edonia, pero fue hasta cierto punto comprensible. Incluso pensamos que después de China se tomaría un descanso; pero no lo haría, por supuesto que no; no después de lo acontecido allí. Ha transcurrido casi un año y en lugar de eso ha atendido una misión tras otra, incluso ha solicitado ser incluido en misiones asignadas a otros equipos – a este punto el Director se había levantado y caminaba de un lado a otro por la oficina – Es por eso, Capitán Redfield, que hemos decidido que se tome un descanso – puntualizó mirando al mencionado directamente.

- Un… ¿descanso? Preguntó El castaño algo confuso

- Sí, y no es discutible, Redfield. El día de ayer la junta decidió que no podemos darnos el lujo de que uno de nuestros mejores hombres caiga víctima del estrés – nuevamente – prácticamente vives aquí, Chris – dijo Allen, tuteándolo y sin despegar la mirada de la cara de aquel– ¿Hace cuánto no pasas una semana seguida en tu casa?

- Con todo respeto, señor, eso es asunto mío. Ya lo dijo usted, mi compromiso con la BSAA va más allá de prestar un simple servicio, esta lucha va más allá de cualquier cosa ¡No puedo permitir que tantas vidas se hayan extinto en vano, no permitiré que sigan muriendo personas a lo largo del mundo por culpa de un puñado de locos que planean destruirlo!

El Director Allen esperaba esa reacción. Se limitó a tomar asiento nuevamente sin dejar de observar a Chris, muy interesado en sus palabras. Al final, respondió:

-Entiendo muy bien lo que dices, y esa es una de las razones que te vuelve tan valioso; pero justamente por eso, no permitiré que este trabajo te consuma, Redfield. Está decidido, no puedes hacer nada para cambiarlo. Este viernes a las 17:00 comienzan tus vacaciones. Un mes de vacaciones, cualquier otro saltaría de alegría en tu lugar, pero está claro que no eres cualquiera. –Dijo esto ya que veía lo contrariado que se encontraba el Capitán – Viaja a un lugar bonito y tranquilo, incluso puede que conozcas a una buena chica, Chris. Tómalo con calma, existen cosas que escapan a nuestro control.

- ¿Es todo, Director? – Preguntó el castaño. Su rostro y todo su cuerpo se encontraba tenso por lo que acababa de escuchar. Allen no podía entender, la maldita junta directiva no podía entender que el necesitaba aquello.

- Es todo, Capitán, se puede retirar – Respondió el hombre de las gafas mirando nuevamente sus informes.

Chris salió como un bólido de la oficina del Director, capaz de mandar al infierno a cualquiera que se cruzara en su camino, ni siquiera respondió el saludo de dos de sus hombres quienes intentaron llamar su atención en el pasillo. Llegó a su oficina y cerró la puerta con fuerza. No deseaba hablar con nadie en aquel momento. Estuvo un rato a solas, en silencio cuando decidió que no podía estar allí sin más. Consulto su reloj y decidió que si no les importaba enviarlo fuera por un mes, el que se tomara el resto del día no les debería importar en lo absoluto.