Autora: Mariasa

Título: Odio todo de ti

Ratting: K+

Anime: Hetalia Axis Powers

Paring: Alfred F. Jones x Alice Kirkland/Estados Unidos de América x Fem!Inglaterra

Resumen: Un día Alice recibe una poco deseosa proposición por parte de un muchacho que apenas conoce. Alfred le descubre sus sentimientos y esta solo puede sentir rabia por la insistencia de este ¿Cuanto puede tardar en convertirse el odio en amor?

Disclaimer: Hetalia no me pertenece es obra de Hidekaz Himaruya. Al igual que tampoco lo son las canciones mencionadas en el fic 'Jailhause rock' de Elvis Presley, y 'Oah' de Alexander Rybak

Dedicada: A MyobiXHitachiin por su cumpleaños... ¡Tal y como te dije, te dedique un hetero, nena! Espero haber manejado mas o menos bien a Alice, dado que es la primera vez. Gracias por ser una lectora tan fiel, una personita tan especial y espero seguir en contacto todo lo que podamos y más ¡Un abrazo y espero que disfrutes!


"Odio todo de ti…"

A primera vista puedo parecer una chica agresiva, por esta repentina declaración, ¡Pero no lo soy, ni mucho menos, maldición! Soy una dama, ¡Toda una dama! Puedo controlar mis nervios y mi compostura de buena gana en casi todas las situaciones posibles –aun que estando cerca de la rana francesa no cuenta. Francis es un cerdo y no merece que sea una dama con él-, pero hay momentos en los que me es imposible, ¡No hay manera humana ni concebible para que alguien soporte tantas estupideces juntas sin sufrir un revés!

Y todo comenzó desde el día que, sin ton ni son, el ruidoso, tragón y estúpido miembro del equipo de football del colegio se había plantado delante de mí y, sin demasiados miramientos, se había declarado enamorado de mi persona, y me exigía una cita con él, para poder salir formalmente. Atolondrada durante la primer milésima de segundo, mi siguiente reacción fueron unas ganas incontrolables de querer matarlo mientras mi cara, como siempre, respondía de una manera natural con un sonrojo que se acentuaba debido a mi extrema palidez y al color pajizo de mi cabello ¿¡No había un lugar mejor donde hacerlo que no fueran los pasillos del instituto!? Ni en un millón de años saldría con un elemento así, pero me habría evitado las risas mal disimuladas de mi ayudante en el consejo, Francis Bonnefoy, ni esas miradas por parte de todo aquel que pasaba cerca y había escuchado claro como el agua el grito escandaloso de aquel patán pidiéndome de salir.

Me negué rotundamente, diciéndole que era años menor y que ni tan siquiera lo conocía, pensando que quizás así no seguiría insistiendo ¡Pero el muy idiota salio entonces de que la edad no importaba, que tres años no importaban realmente, y que podíamos conocernos si salíamos a menudo! Saco mi lado irracional y furioso, al cual trate de aplacar y todo lo educadamente que pude –a pesar del tic que empezaba a saltarme en el ojo derecho-, le dije que no salía con mocosos, que realmente no salía con nadie, y que me dejara en paz. Y ahí empezó mi pesadilla…

Parece ser que tomo mi negativa rotunda como un "Conquístame, guapo", o quizás es que el joven ojiazul estadounidense adoraba las causas perdidas y absurdas. A partir de aquel día, Alfred F. Jones –como me indicaron mis amigas que se llamaban, entre risas- se convirtió en el icono de la pesadez y la persistencia, tratando de llenarme de detalles, regalos, presentes, palabras dulces… todo para tratar de abrirse camino y cumplir su objetivo y que acabáramos saliendo juntos.

Y a partir de ese día también empezaron mis jaquecas y mis estados malhumorados por todos esos chillidos hacia mi persona, las miradas, los seguimientos… y es que odiaba aquel acoso, era demasiado molesto. Odiar es una palabra fuerte ¡Y más para una dulce señorita británica como lo soy yo! Pero de veras aquel chico era insistente y había demasiadas cosas y actitudes para odiar de él que casi se podían hacer una lista descomunal…

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"Nº1. Odio tu sonrisa idiota adornando tu cara a todas horas, sin que haya nada que pueda borrarla"

¡Buenos días, Alice! — Aquella voz altanera y ruidosa se hizo presente por el pasillo del instituto a mis espaldas, haciéndome saltar y fruncir el rostro con una mueca amarga ¡Estúpido y escandaloso yanqui!

¿Jones, tienes que ser tan ruidoso de buena mañana? — Espeté tratando de mantenerme tranquila y calmada, pero sin borrar el mohín de mis labios. Giré la cabeza para reprenderle a la cara, topándome con su siempre inmaculada, perenne y absolutamente brillante sonrisa. Cada vez que le veía me preguntaba si nunca le dolía la cara a causa de aquella mueca que siempre tenia…

Alfred, ante mis palabras, rió por lo bajo, metiendo las manos dentro de los bolsillos de su chaqueta del uniforme, mirándome detenidamente — ¡No soy ruidoso, solo estoy animado! — Exclamó, guiñándome un ojo algo descarado. Apreté los dientes, sintiendo como mis mejillas se coloreaban a una velocidad escandalosa ante aquel acto ¡Siempre tenia que hacer cosas como aquellas para molestarme!

Simplemente negué con la cabeza, mirándolo con los ojos entrecerrados, algo rabiosos — Animado, ruidoso… En tu caso significan lo mismo, Jones, ¡Deja de chillar de una vez! — Espeté yo misma, alzando algo la voz y sonrojándome al darme cuenta de que nos estaban mirando varias personas. Tsk…

El muchacho ojiazul se acercó un poco más a donde yo me encontraba, sin dejar de reír o sonreír ni por un solo segundo, encogiéndose de hombros cuando estuvo enfrente de mí — ¡Te ves tan linda cuando te sonrojas, Alice! — Exclamo, sacándome de mis casillas. El estadounidense tenía aquel 'superpoder': poder alterarme tan temprano, cada día… ¡Maldito, gordo y estúpido idiota!

¡No digas co-cosas como esas tan a ligera, pedazo de estúpido! — Mis mejillas, como en todas las situaciones similares a las que me sometía todos los días, actuaban en mi contra, pasando de un ligero tono rosáceo a un fuerte color rojizo, empezando a acalorarme el rostro. Sacudí con fuerza la cabeza, sintiendo que las dos coletas que adornaban mi peinado se movían con nerviosismo alrededor mío debido a mi estado. Molesta y ajustándome las gafas, observe como Jones continuaba sonriendo y mirándome, sin perder un ápice de simpatía ¿Es que nunca dejaba de sonreír?

¿Y que tiene de malo? ¡Solo digo la verdad! — El tono de su voz empezó a hacerse más agudo a media que hablaba, mientras su cuerpo se balanceaba, como si empezara a ponerse nervioso. Casi podía oler su estado frenético y algo ansioso, al igual que pasaba siempre que estábamos demasiado tiempo el uno cerca del otro ¿Para que se acercaba si llevaba a alcanzar aquel estado? Es más, ¿para qué demonios se acercaba aquel ruidoso y estrafalario yanqui?

Como sea… ¿Quieres algo? Tengo cosas que hacer aparte de estar perdiendo el tiempo contigo, Jones… — Repuse, comenzando yo también a sentirme algo nerviosa al tener su molesta sonrisa tan próxima a mi persona, deslumbrándome de cierta manera.

Solo quería saludarte, ¡Y desearte un buen día! — Musito en un tono más afable, volviendo a repetir aquel aniñado y fanfarrón guiño de ojos, alejándose un poco y alzando la mano, volviendo a chillar como si estuviéramos a 20 metros de distancia, en vez de aquel simple par que nos separaban al uno del otro 'See you', Alice! — Bramó potente y alegre, dando media vuelta y comenzando a tararear un risueño "The band was jumpin and the joint began to swing" (1), dejándome allí, con las cejas alzadas y observando su danzarín cuerpo alejarse al ritmo de la música que el mismo estaba entonando. Jones me desconcertaba, ¿Por qué, a pesar de que lo tratara con tal indiferencia, seguía sonriendo así? ¡No había lógica alguna, por mucho que le gustara, algún día tendría que dejar de sonreír! ¿No?

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"Nº2 Odio los regalos sorpresa que asaltan de golpe en mi casillero"

¡Maldita sea! ¡Qué es esto! — Espeté asustada y sorprendida cuando un enorme y peludo cuerpo marrón callo de mi taquilla hacia el suelo, quedando ahí tirado. Mi grito pareció divertir a mi acompañante que se apoyo en el casillero contiguo, sin poder contener la risa, empapada de ese aire francés tan desagradable.

Creo que es un oso de peluche, 'mon cherè', ¡No te asustes así, creo que no es peligroso! — El tono jocoso y divertido de Francis no cesaba y solamente pude mirarlo con ojos asesinos, clavándole mis orbes jade como puñales ¡No era divertido! ¡Me había llevado un autentico susto!

¡Ya sé que es un oso de peluche, Francis, no soy idiota! — Chille agarrando la masa marrón del suelo y cargándola en los brazos, sintiendo cosquillas allí donde el pelo me tocaba. Era demasiado suave… — ¡Lo que quiero saber es que hace un peluche en mi taquilla! ¡Quien…! — Comencé a despotricar, cuando vi que de la cinta que el presente llevaba al cuello con la bandera de Inglaterra estampada en ella, había un pequeño cartel donde ponía 'Alfie' — ¡Jones! Maldito sea… ¿Cómo ha conseguido abrir mi taquilla para…?

Y acto seguido y con el peluche aun las manos, me recorrí el colegio entero, buscando al ojiazul estadounidense hasta encontrarlo, comenzando a perseguirlo furiosa y queriendo saber como diantres había conseguido meterlo allí, mientras él solo reía y me preguntaba si me había gustado su presente ¿Era idiota? ¡No iba a quedármelo!

Pero por mucho que me queje, fui incapaz de devolvérselo y tirarlo era impensable –no soy de las que tiran nada- así que 'Alfie' paso a tener un hueco en un rincón de mi habitación, aun que cada vez que lo miraba me daban ganas de estrangular al joven que me lo regalo ¡Aquello era innecesario! Al igual que los chocolates de la semana anterior… Y las chucherías de hacia tres semanas, ¡Nada era necesario!

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"Nº3 Odio tu voz molesta y ruidosa voz molestando por los pasillos y borrando la calma del instituto con estupideces y notas agudas"

—…Y parece que de nuevo, nos vamos a pasar del presupuesto inicial concedido para la administración de… ¿Francis, me estas haciendo caso? ¿Me escuchas, 'frog'? — Espeté con rabia observando como el ojiazul francés suspiraba melodramáticamente, sacudiendo su rubia y suave cabellera mientras miraba por la ventana, sumamente interesado ¡Estúpida rana! ¿Qué estaba mirando, y por qué no estaba pendiente de lo que estaban hablando? ¡Era importante, y no quería pasarme la noche entera allí, y menos con él! Tsk…

Por supuesto, 'mon cherè' ¡Pero estoy cansado! — Su voz melosa y dulce me hicieron sacudir la cabeza, tratando de relajarme, ¡Tranquila, Alice, tranquila! — ¡Llevamos ya casi dos horas arreglando papeleo! ¿No crees que podríamos..?

No.

¡Ni tan siquiera me dejaste terminar la frase…! ¡Y hasta tú necesitas reposar, mi amada presidenta! — Acusó Bonnefoy con cierto deje molesto en la voz, cruzándose de brazos y mirándome unos segundos, dejando que es su cara se atravesara una sonrisa traviesa. Escalofriante… — Bueno, ¿Y no podríamos tomarnos un pequeño descanso para…? — Ahora, su tono se había vuelto incluso más empalagoso –si eso podía ser-, arrastrando aquella ansia que a veces me ponía los pelos de punta. Mi rostro de enojo tendría que haber sido un claro aliciente de mi pensamiento ante su idea de 'pequeño descanso'

No Bonnefoy. Ni de broma… — Corté sin muchos miramientos, escuchando como soltaba una serie de suaves quejas, aun de brazos cruzados — Terminaremos esto y nos iremos, tengo mejores cosas que hacer en casa.

Estas de muy mal humor, querida. MÁS que de costumbre… — Francis no se detuvo ante mis cortes y mi claro enfurruñamiento. Alzó las cejas divertido, observando mis movimientos – que consistían en arreglar los papeles que se disponían ante nosotros, clasificándolos y formando grandes montones- y ronroneando como un felino, volviendo a mirar por la ventana y acto seguido al reloj ¿Qué estaba controlando? — ¿Qué sucede, tu príncipe azul volvió a hacer algo? ¿O te tiene abandonada, y por eso tienes ese humor pésimo, princesa?

Un tic nervioso me cruzo la cara, obligando a que lo mirara con gesto malhumorado y de pocos amigos ¿¡Como lo había llamado!? Aguanté mis ganas de lanzarle lo primero que cogiera de la mesa para simplemente pasarme la mano por la coronilla, buscando relajarme. Negué exasperada, mientras continuaba con mi tarea — No me importa nada ese… pesado. Además, hoy no hizo nada… ¡Gracias a dios! — Regrese a los papeles marcados con mi caligrafía, pensando en aquello. En todo el día Alfred había estado tranquilo, sin notas, sin chocolates. Sin nada…

¡Oh, quizás se este reservando algo especial para ti hoy! ¿Quién sabe no? Ese chico tiene ideas muy impresionantes y románticas, ¿Qué no te da un poco de pena ver como día a día te llena de regalos? — Claramente divertido, apoyo los codos en la mesa, posicionando la cabeza en ambas manos y mirándome con ojos curiosos. Suspiré, exasperada, como cada día que me sacaban el tema de mi 'querido' pretendiente.

Ya os he dicho mil veces que me da igual lo que haga, ¡No voy a salir con el! 'God', ese gordo yanqui me saca de quicio con tantas adulaciones, ¡y no entiendo porque estáis todos de su parte! — Acusé con ojos afilados — ¡Pronto se cansará y se ira con alguna de las descerebradas que están en el club de animadoras! Así que ya esta… — Quise dejar la charla finalizada con mi último apunte, que era algo que había estado cavilando desde hacia mucho. Seguramente, después de algunos meses, Alfred se cansara de sus negativas y acabara dándose cuenta de que lo mejor era irse con alguna de las artificiales e idiotas porristas que los animaban eufóricas en los partidos. A decir verdad, ¿No congeniaba el estadounidense más con alguien así? Mismos gustos, mismas tontas aficiones… ¡Era más lógico! Francis negó con la cabeza, manteniéndose en silencio durante unos minutos, rompiendo la calma justo cuando había vuelto a concentrarme en mi trabajo de nuevo. ¡Tsk!

¡Oh, mon cherè! ¿No escuchas eso? — Tanto su voz y su rostro trataban de mostrar una sorpresa y una incertidumbre que yo sabía perfectamente que no sentía, ¿Qué se creía aquel pervertido? Eran demasiados años siendo compañeros en el consejo… Negué silenciosamente con la cabeza, tratando de ignorarle, pero tras unos segundos tuve que hacerle caso. Una música se escuchaba en el ambiente, lejana… O quizás no tanto.

¿De donde diablos…? — Mascullé, apretando los dientes, tratando de reconocer el origen de aquel zumbido que llenaba ligera pero inexorablemente el ambiente. Pude reconocer una voz tenue acompañada de unos instrumentos y unas palmadas, pero era demasiado extraño, ¿Quizás los del departamento de música estaban ensayando? Pero… El lugar donde lo hacían estaba demasiado lejos de aquella sala, y no debía escucharse la música en tal caso, ni tan siquiera suave — ¿De donde viene eso? — Suspire algo irritada mientras dejaba los papeles en la mesa, desparramándolos sin orden alguno.

Francis, que claramente estaba tratando de reprimir una risa baja y juguetona, se encogió falsamente de nuevo, negando con la cabeza ¿Por qué me daba la ligera impresión de que si que sabia algo? — No tengo ni idea, 'princesse'… Aun que… ¡Oh, 'mon dieu'! ¿por qué tenia que ser tan exagerado de repente, levantándose teatralmente y acercándose a la ventana que estaba mirando hacia unos segundos? — ¡'Mon cherè', parece que aquí se escucha más fuerte! ¿Por qué no echas un vistazo? — Casi ronroneo y temí de repente, acertadamente. Negué con la cabeza mientras me aproximaba al punto que el me había señalado comprobando que, efectivamente, la música y las voces cantarinas se escuchaban mucho mas nítidas en aquella zona ¿Quería eso decir que venia del exterior?

Veamos de diablos hay ahí abajo… — Comenzando a perder la paciencia, abrí la ventana de golpe, asomándome con gesto contrariado, topándome con una extraña escena que me dejo paralizada durante unos instantes que en aquel momento se me hicieron eternos. Carriedo y el menor de los hermanos Vargas se encontraban justo enfrente de la ventana –dos pisos inferiores de diferencia- tocando una guitarra y un violín respectivamente, a un ritmo lento y acompañados de unas palmadas frenéticas por parte de Beilschmidt ¿¡Qué demonios…!? Pero lo peor era que, en medio de aquel espectáculo de percusión, estaban Alfred y Mathias, ambos juntos y tarareando una melodía –El segundo con mucha mejor entonación que el primero- que ahora llegaba perfectamente hasta mis oídos…

"Singing oah, I love you, Moa

I am way too young for you

But I don't mind..."

Abrí los ojos, completamente sorprendida ante aquel pequeño canto ¿Por qué…? Tragué saliva, escuchando los gritos de júbilo por parte del curioso grupo, que exclamaban palabras tales como 'Al fin apareció' y similares, ¿Me estaban esperando? ¿Para que…? En cuanto Jones me vio en la ventana, si sonrisa se ensancho aún más y, tras mirar cómplice a su compañero de canto, comenzaron con un ritmo diferente, quizás un poco mas rápido que el contrario, llenando el ambiente con aquella particular letra…

"Never mind what your girlfriends say

Deep inside, I'm quite okay

I may have fooled around once or twice

But I really need you
And it's not like I'm the only guy

I know how you make them cry

So let's start by being friends

And let this friendship never end

I knew you years ago

When I was, I don't know

But let you say it's love"

El mundo se paralizo mientras mi cara se tornaba de un tono carmesí que seguramente irradiaría un calor sobrehumano ¿Por que me tenía que estar pasando aquello? ¿Por qué tenia a aquella panda de idiotas allí, cantando cosas tan vergonzosas delante de prácticamente toda la escuela? Y para empeorar Francis se había puesto a mis espaldas, tarareando la melodía y sonriendo con picardía propia de él. Desvíe mis ojos hacía él, acusándolo con la mirada — Tú sabias esto, ¿verdad? — Mi tono estaba furioso debido a la vergüenza, ¡Claro que el lo sabía! Había insistido en quedarse en aquella sala, y por eso había estado tan pendiente del reloj. Él, el señor impresentable — ¡Francis, eres horrible! — Farfullé en un mohín de rabia.

No, 'mon cherè', yo no sabía nada, ¡No sé de que me hablas! — Trato de disculparse, pero yo ya sabía que era mentira. Me las pagaría, al igual que todos, pensaba matar uno por uno a todos ¡Se aliaban en su contra para hacerle pasar vergüenza! Sacudí el rostro, para tratar de aliviar aquella calentura que se había extendido por él.

¡Ya esta bien! ¡Parad de cantar! — Espeté con voz altanera y tratando de resultar convincente, pero eso no basto para hacerlos callar. Continuaron, a pleno pulmón, emocionados con su propia melodía…

"Singing oah, I love you, Moa

You're way too young for meBut I don't mind
Don't say maybe, just be my lady

No need to hesitate

'Cause you'll be fine, yeah

Don't go away, all what's left of me

I once believed you was in my soul

But if you saw me now crying secretly

Would you hold my hand and never let it go?"

¡Jones, ya esta bien! ¡Paren ya! ¡YA! — El muchacho, en cuanto lo reprendí directamente solo me sonrío mas abiertamente, guiñándome uno de sus ojos azules, continuando como si nada, pasando uno de sus brazos por los hombros del danés, el cual le devolvió el gesto ¡Estúpido yanqui! ¡Estúpidos e idiotas todos! ¡Estaban todos en mi contra! Resoplé, pidiendo que aquello acabara, pero ya todos habían vislumbrado el espectáculo de declaración con música, y era capaz de apostar d que aquello estaría en boca de la gente durante semanas. Quizás más…

"I'm singing oah

'Cause I love you Moa

You're way too young for me

But I don't mind
Don't say maybe, just be my lady

No need to hesitate

'Cause you'll be fine, hey"

Cuando finalizaron la canción recibieron un sin fin de aplausos de la gente que se encontraba afuera y mucha que, al escuchar la canción, se había asomado a las ventanas. Inclusive algún que otro profesor reía y aplaudía, como divertido ante aquella demostración de amor adolescente. Y mientras los observaba saludar a su afiebrado publico, los ojos de Alfred solo estaban fijos en mi rostro, mientras sonreía embobado ¡Acababa de hacerme sentir una vergüenza increíble! Aun que no me daría realmente cuenta hasta que punto era molesto hasta que escuchara unas cuantas veces por los pasillos un leve "I'm sinign oah" mientras caminaba por ellos. Iba a matar a ese yanqui y a todos sus amigos ¡Lo juraba, por dios!

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"Nº 4 Odio sentirme observada a donde quiera que vaya, sintiendo esos ojos azules clavados en mi persona"

Esta mirándome, ¿verdad? — Repuse seria mientras mis compañeras, Annette y Nicole cuchicheaban enfrente de mí, sin parar. Yo trataba de comer mi almuerzo tranquilamente, pero cuando ellas se ponían así siempre quería decir que el 'guapo y simpático' jugador de football –según ellas-, estaba mirándome, lanzándome sonrisas a mi espalda y suspirando cada vez que me movía ¡Aquel muchacho necesitaba pasatiempos mejores que mirarme!

Pues la verdad no es eso — Farfulló a media voz Nicole, mientras miraba a mis espaldas, con las cejas alzadas — Estaba mirándote hacia unos minutos, Alice. Pero ahora esta hablando con Rose… — Su tono de voz era de molestia y disgusto, y su mirada parecía tratar de llegar a la chica que me decían que estaba con mi pretendiente y quemarla viva — ¿Qué hace con Alfred esa? — Escupió con mala gana. Suspire profundamente, mirando a mi amiga con las reproche, negando con la cabeza, como siempre que salía aquel tema. Ambas estaban ilusionadas de que aquel muchacho me cubriera de atenciones y regalos, y estaban seguras de que yo le daría una oportunidad ¡JÁ!

¿No os habéis enterado? — Espetó en voz baja Annette, mirándolos intermitentemente a ambas. Yo simplemente repuse un no bajo, esperando que terminara aquella charla pronto ¿No había más temas que Jones? — Se comenta por toda la escuela que le ha pedido de salir esta mañana… — Alcé las cejas ante aquella declaración, ¿Se había cumplido por fin lo que yo había predecido una y otra vez desde que aquello comenzó? Vaya…

¡Pero como se atreve! Esta claro que él le ha dicho que no… ¿verdad? ¡Se supone que le gustas tú, Alice! ¿No vas a decir nada? — Y tras aquello comenzaron a cuchichear de que la razón de que la joven estuviera en la mesa del estadounidense podría deberse a que trataba de convencer al ojiazul de que saliera con él, o que quizás ya fueran pareja… y ambas opciones las ponían furiosas.

Yo simplemente continué con mi almuerzo, pensando en aquello. Quizás Jones había desistido y, tratando de conformarse, acepto la proposición de Rose… Simplemente suspiré ante aquel seguramente acertado pensamiento, era lo más lógico de pensar ¿No?

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"Nº5 Odio que a veces sepas que decir justo cuando lo necesito"

Aquello era horrible, ¡No era justo! ¡Para nada justo! Había estado estudiando incansablemente para el examen de Biología, y simplemente por un malestar, no había podido terminar la prueba con éxito, ¡Y el profesor se negaba a repetir el examen! Aun que le hubiera explicado mi situación, la jaqueca que había llevado a cuestas durante todo el día… El profesor permaneció impertérrito en su decisión de mantenerme el suspenso, dictaminando que ya podría recuperarlo a final de curso, ¡Pero aquello bajaría mi nota en aquella asignatura! Y eso solo podría ser algo negativo… ¡Maldito profesor, maldito dolor de cabeza y maldito todo!

Demonios… — Farfullaba a media voz, sin demasiadas ganas de hablar o toparme con nadie en mi camino. No tenía el humor para ello… Casi arrastrando los pies, caminaba hacia mi casillero para dejar los libros ya utilizados aquella mañana, luciendo una mirada triste y rabiosa al mismo tiempo ¡Solo tenia ganas de que el día terminara y poder regresar a casa! Con el pensamiento de que solo quedaban dos horas y podría volver, abrí la puerta de la taquilla casi con rabia, observando con gesto curioso como una carta caía al suelo de ella ¿Qué?

Me agache para recogerla, curiosa, aun que tampoco tenia que ser un lince para saber quien seria capaz de colar una carta de esa manera, todo aquello olía a Jones por donde se mirara — Dios… — Me queje, poniendo los ojos en blanco, sintiendo el impulso de tirar la carta a la basura, demasiado malhumorada para leer las seguras tonterías que el chico de cabellos dorados había escrito allí ¡Simplemente, no me sentía con fuerzas! Pero la curiosidad pudo con el malhumor, abriéndola y dedicándole una rápida mirada, esperando encontrarme con un millón de corazones, tal vez varios 'te quieros' e incluso un 'sal conmigo' escrito en mayúscula –como en otras ocasiones- , pero no. No había nada de aquello, era una carta corta y simple para venir de alguien tan hablador como Alfred.

"Sé que tuviste un mal día, pero trata de animarte
Cuando estas malhumorada eres soportable, pero verte triste es demasiado…

Ya veras como no es tan terrible ¡Eres demasiado buena estudiando, no te desanimes por una sola mala nota!

Alfred"

Simple, sin demasiadas complicaciones. Demasiado extraño del norteamericano, pero aquella era sin duda su letra, no era la primera nota que le mandaba, a veces acompañando a una pequeña caja de chocolates o simplemente plagada de corazones. Pero aquella fue la primera vez de todas en las cuales había encontrado una nota que había sonreído de aquella manera, casi sintiendo las lágrimas agolparse en los ojos ¡Estúpido yanqui! Podía ser acertado de vez en cuando… Aun que le costara…

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"Nº6 Odio tu caballerosidad esporádica y repentina"

A veces tenía que reconocer que era una idiota, ¡Una idiota y una descuidada! ¿Cómo no había caído en coger un paraguas antes de salir de casa aquella mañana? Afuera, unas gotas densas y enormes se desplomaban sobre el asfalto, encharcándolo de una manera torrencial ¡Y estaba tan enfrascada en la lectura de mis apuntes que no había escuchado el ruido del agua golpear contra los cristales con violencia! Tsk…

Vas a llegar completamente empapada a casa, Alice. Tsk… — Me dije a mi misma mientras caminaba por los pasillos desiertos, con la cabeza gacha. Aquel día había rehusado de la compañía de Francis para terminar el trabajo, y ahora estaba sola, y sin saber que hacer para llegar en perfecto estado a mi hogar sin tener que tragar con aquella media hora a pie hasta el mismo. Quizás coger un autobús… — ¿Pero donde hay una maldita parada por aquí cerca? — Chillé histérica mientras salía al patio, observando la lluvia caer a escasos metros de mi. Suspire con desgana, mordiéndome los labios

¡Ey, Alice! ¿Qué haces aún aquí? — Aquella molesta voz apareció detrás de mí, pero parecía que ya me estaba acostumbrando poco a poco, ya que a penas me sobresalté, pero si que le lance una mirada de reproche, volviéndome hacia él. Había aparecido por mi retaguardia con el pelo alborotado y goteando, la ropa mal puesta y sin las gafas que siempre llevaba. Se veía incluso más joven que de costumbre, como un pre-adolescente recién salido de un partido… — ¿Estas sola?

¿Qué te importa? — No tenía buen humor para aguantar sus preguntas incansables y su insistencia; y así se lo hice ver dedicándole una de mis miradas mas amargas — Si, estoy sola; y aún estoy aquí porque me quede haciendo papeleo. Pero como dije, no te importa — Mascullé, dándole la espalda y volviendo mi vista hacia la lluvia torrencial que no cesaba ¡Para maldita, para de una vez!

Alfred se quedo callado unos instantes y se posiciono a mi lado, mirándome de reojo durante unos instantes, como analizando mi comportamiento y mi posición estática enfrente de aquella cortina acuosa — Y… ¿Por qué no te vas? — Preguntó, alzando las cejas y abriendo la boca, como tratando de buscar la respuesta mientras yo simplemente lo ignoraba — ¿No trajiste paraguas?

Aquel acierto me hizo sonrojarme. No tenía nada de malo haber olvidado un puñetero paraguas, pero se suponía que yo era una muchacha responsable, una chica que nunca caía en nimiedades como aquellas — ¡Y-yo…! — Trate de explicarme, pero antes de que pudiera, había plantado un gran paraguas azul cielo delante de mi cara, dejándome sin palabras.

Úsalo — Ofreció Jones con media sonrisa mientras me tendía el objeto, tratando de que lo agarrara, pero yo solo lo miraba a él — De todas formas, yo ya estoy empapado de la ducha, ¡Además, no me importa mojarme! — Aclaró, sin perder la sonrisa y ya su característico guiño de ojo, obligándome a tragar saliva y desviar la mirada ¿Cómo iba a mojarse por qué yo llegara impoluta a casa?

No hace falta que seas un caballero, yanqui — Musité entre dientes, con una sonrisa cínica resbalándome de los labios, entrecerrando los ojos cuando este rompió a reír escandalosamente ¿Qué era tan divertido?

No soy un caballero, Alice. 'I'm a hero'! — Chilló en su tono infantil y, simplemente, pude negar con la cabeza. Aquel muchacho era tan aniñado que a veces me preguntaba si de verdad tenia 17 años… Se me hacía demasiado pequeño en ocasiones — ¡Así que aquí tienes, mi paraguas! ¡Salvé la tarde a una chica preciosa, eso debería estar premiado!

Tras estas palabras tan vergonzosas casi me lanzo el objeto encima, obligándome a cogerlo aunque no quisiera. Suspire, con pesar — ¿Y tú vas a irte andando sin paraguas? — Espeté, alzando las cejas. Jones simplemente asintió mientras metía las manos en los bolsillos de su cazadora de deporte, encogiendo durante unos leves minutos los hombros, en una actitud que decía que no importaba ¡Maldita yo y mis buenos sentimientos! — Esta bien, ¡Demonios! Vamos… — Abrí el paraguas de mala manera, dándome cuenta de que era lo suficientemente grande para albergar a dos personas en su interior — Caminaremos los dos bajo el paraguas y nos separaremos en un punto intermedio del camino, ¿Esta bien? ¡Y solo lo hago porque no quiero mojarme, y tampoco quiero que mojes esa cabeza de idiota que tienes! Bastante dañada esta ya, como para que encima se humedezca mas de la cuenta… — Espeté con mala gana acercándome mas a él, dándole el paraguas y lanzándole una mirada de 'Camina, ya'

El muchacho estadounidense estaba eufórico, podía notarlo en el brillo salvaje de sus ojos color cielo y en su sonrisa de perla mientras caminábamos bajo el ensordecedor sonido de la lluvia golpear contra el impermeable paraguas. Pero estaba mas callado que de costumbre, aunque suspirara cada vez que nuestros codos se chocaban ¿Qué le pasaba…? — Y… ¿Eso que estabas sola, Alice? — Al fin, abrió la boca, mirándome de reojo, deambulando por las calles casi desiertas. Me encogí de hombros, restándole importancia a aquello — Como sé que muchos días Francis se queda a ayudarte…

Hoy me pidió irse antes, tenia asuntos que resolver. O eso me dijo… — Apreté los dientes ante el recuerdo de la pequeña escusa dada por el galo que, como siempre, solo quería escaquearse de sus quehaceres diarios como miembro del consejo ¡Algún día se le acabaría la paciencia y lo mataría!

Ya veo…

Lo observe durante unos instantes, suspirando pesadamente y ladeando la cabeza. Hasta yo, que conocía a penas al yanqui, sabía que algo pasaba por su cabeza de chorlito, podía notarlo — Escúpelo — Farfullé con simpleza, topándome con su azulada mirada taladrándome durante unos instantes, como queriendo saber a que me refería — Hay algo que quieres decir y te estas callando. Y sé que no sueles hacerlo, me has dicho miles de cosas inapropiadas casi a los gritos… Así que desembucha, yanqui.

Alfred se sonrojo aun más, sin poder dejar de sonreír, carraspeando y tardando unos segundos en hablar — ¿Estas mejor? Ya sabes, la nota que te mande el otro día. Se que te suspendieron injustamente, y quería saber… Si estabas mejor — ¿Estaba volviéndome loca, o había hecho una pregunta coherente y con sentido? Suspire, sin poder evitar dejar entrever una sonrisa al recordar aquella pequeña nota de aliento y asintiendo ante sus dudas.

Si, me relaje. Pensé que si en el próximo examen saco una nota excepcional quizás se lo piense… Quien sabe. Gracias por dejármela, supongo… — Me encogí de hombros, mirando hacia otro lado. Aun que desde hacia meses aquel muchacho me 'perseguía', aquella era la primera vez que estaban hablando mas de cinco minutos seguidos para después marcharse cada uno por su camino — Oye Jones… Me han dicho que Rose te ha pedido de salir, pero nadie sabe que le respondiste… — Pude sentir como se encogía a mi lado, callándose de nuevo y caminando un poco más lento ¿Qué sucedía…?

Pues… le dije que no — Respondió simplemente a mi pregunta, pero sin mirarme, fijo en el lado opuesto al que yo me encontraba, suspirando. Alce las cejas, curiosa. Estaba segura de que su respuesta iba a ser otra.

¿Y eso? Supuse que quizás te lo habías pensado mejor, y al tener a una porrista a mano… — Me volví a encoger de hombros, pero también sin mirarle, quizás siendo demasiado sincera con él en ese momento — Ya sabes, ambos tienen más cosas en común, se mueven con la misma gente, entienden de deportes… Esas cosas…

¿Y por eso debe gustarme? — Espetó en tono alto Alfred, esta vez mirándome directamente, completamente sonrojado y mordiéndose el labio inferior. Había que admitir que sin las gafas y con aquella expresión era demasiado tierno… — A mi ya me gusta una chica, y no tiene nada que ver si nos movemos en mismos círculos, escuchamos la misma música o si nos gustan las mismas películas. Es la chica que me gusta, y eso no puede cambiar… Por muchas porristas que se pongan a mano — La voz del joven se empezó a volver más y más baja, y sin querer me saco los colores al saber que se refería a mi, pero agradeciendo que hubiera tenido el detalle de no decirlo directamente en aquella vergonzosa declaración. Y, por alguna extraña razón, el corazón comenzó a latir desbocado mientras Jones se pasaba la mano por el pelo, tratando de tranquilizarse — Solo me gustas tú, Alice… — Susurró, haciéndome sentir más incomoda ¡Ya estaba tardando en nombrarme! Para variar, negué con la cabeza, sonriendo de medio lado para relajarme yo también. Quizás compartir aquel paraguas había sido una mala idea.

No tengo ni idea de porque te gusto tanto, Jones. Soy irritante, malhumorada y desde el principio te he dado una clara negativa. No sé que ves en mi que te hace que vengas cada día a cantarme o a mandarme algo… — Repuse con verdadera sinceridad, mirándole de reojo. Quizás si le hacía ver mis defectos y puntos flacos, se desencantaría de mi más rápidamente, ¿Cómo no se me había ocurrido antes?

Alfred comenzó a reírse, dedicándome otra de sus sonrisas embaucadoramente hermosas, haciéndome abrir desmesuradamente los ojos para observarla — Me gustas porque me gustas. Tienes cosas malas, pero… — Soltó una risa baja, girando por una esquina y parando de repente — Tienes una mirada hermosa, y tu sonrisa es la cosa mas bonita que he visto nunca… ¡Además, un héroe nunca desiste de sus planes! — Anuncio sin dejar de sonreír, dejándome tumefacta durante unos instantes ¿Cómo podía decir aquellas cosas con tanta naturalidad y quedarse tan tranquilo? Era algo que nunca comprendería de aquel joven…

El estadounidense insistió en acompañarme a casa, y luego volver el en dirección a la suya, ya que según él, vivíamos bastante cerca. Me olio a mentira, pero tampoco dije nada, no tenía ganas de discutir, solo de pensar y cavilar un montón de preguntas que empezaba a plantearme… — Aquí es… — Farfullé después de diez segundos de silencio sepulcral solo roto por el sonido de la lluvia incesante — Gracias por el paraguas. Y por acompañarme. No hacía falta, pero bueno… — Mi voz era a penas un susurro, a lo que el contesto feliz con la sonrisa en el rostro. Estaba claro que acompañarme había sido su felicidad. Trague saliva mientras este se despedía, girándose lentamente y dejándome sola en el portal de casa.

Uno. Dos. Tres…

¡Eh, Jones! — Chillé, después de respirar profundamente y decidirme finalmente ante mis ideas y cavilaciones personales — ¿Este sábado te viene bien? — Su total rostro de desconcierto era incluso visible tras la cortina de agua, la cual me inquiría preocupado a que diablos me refería ¡Se veía tan cómico! — Diablos, llevas pidiéndome una cita meses, ¿Y no sabes a que me refiero? — Suspire con tono irritado y cruzándome de brazos para que estos no me temblaran. Rezaba por que ninguno de mis hermanos estuviera en casa en ese momento…

Alfred no contesto inmediatamente, aun que pude entrever como su cara se volvía completamente roja y sus ojos brillaban como nunca antes los había visto — ¿Ci-cita? ¿Eso quiere decir? ¿¡Este sábado!?— Las palabras salieron con un ligero tartamudeo, claramente nervioso y alborotado. Asentí, sintiendo que la cabeza me daba vueltas ¡Había prometido nunca aceptar una cita de aquel pequeño aprendiz de acosador yanqui! — ¡Claro que si, Alice!

Estupendo. Nos vemos… — No quise seguir viendo su rostro emocionado, aun que pude entrever como se ponía a danzar bajo la lluvia con éxtasis y euforia, chillando y corriendo por la calle empapada. Nada mas entrar en el interior de la casa, sentí el corazón a punto de estallar, sin creerme aun lo que acababa de aceptar, o más bien de pedir.

Subí corriendo las escaleras, notando los latidos de mi órgano vital zumbándome en los oídos y creándome un pitido agudo ante la idea que se formaba en mi mente. Una cita con Jones ¿Me había vuelto loca? ¿¡Completamente loca!? Definitivamente, el paseo bajo la lluvia, no había sido una buena idea…

···


Y por ahora lo dejare aqui... Asdas ¡La segunda parte ya esta escrita, pero dejare un día o dos para subirla! Disfruten de la primera, y de pensar si Alice odia tanto como dice a su acosador particular
¿Los gusto? ¿No?

Reviews, y espero que si, ¡De veras!

¡Saludos!