HEZTE HEZ EL HULTIMO KAPITHULE DE HEL FIQ ;-; HEZPERO LO DIZFRUTHEM TAMTO KOMO LLO.

POD FIM HENVARAZE A IMGLATEDA!UNO ZOI THAM FELIZ C:

WENO, ZOLO EN HEL FIQ.

GRASIAS HA TODOZ X LEER HEZTA HYSTORIA SHANTA i tanviem grasiazz POD LOZ REBIEWZ.

ALFREP LAS HAMA, NO TAMTO KOMO A HEL IMGLATEDA, PEDO LAZ HAMA.

Advertencias: MPREG,La kawaiiosidad de Alfrep( khomo siempre) No se quejen por las faltas de ortografía, o háganlo en reviews .w.

Disclaimer: Hetalia pertenece a Himaruya Hidekaz


Amor escrito hamor

Capitulo cinco: Conclusión

Era una hermosa y soleada mañana, Alfred había salido a caminar por las terrazas del hotel, acostumbraba a hacerlo por las mañanas, ya que le gustaba mucho ir por las malteadas de la zona campestre del recinto. Solía hacerlo, mientras esperaba que su esposo despertara, y como de costumbre, fue por su malteada, subió el ascensor hasta llegar al último piso, caminó por el largo pasillo, hasta toparse con la puerta de la suite más grande y cara de dicho hotel. Una vez que entró, dejó el resto de su maleada sobre la mesa de la pequeña cocina, se lavó las manos que tenía pegajosas y luego de secarlas, se dirigió a la habitación, que quedaba subiendo las elegantes escaleras de mármol.

Cuando entró a la habitación, notó que Arthur no estaba en la cama. Se preocupó mucho, ya que las veces que salía y lo encontraba despierto, ya fuera esperándolo en la cama con alguna pose sensual, o muy enojado de brazos cruzados para regañarle por haberlo dejado solo. El americano atravesó la amplia habitación se acercó a la cama y se sentó en esta, alzó la mirada y decidió bajar las escaleras, quizá estaba en la terraza, por lo que pensó en esperarlo en el sofá, para poder abrazarlo y acariciarlo como se debe. Después de bajar las escaleras cruzó la enorme sala de estar para llegar al largo los sofás blancos en forma de L y se acostó en él, quedándose en silencio unos minutos.

De repente, oyó quejidos provenientes desde el baño, se paró del sofá y fue a ver si Arthur se encontraba bien. El baño del planta baja quedaba al costado de la puerta de entrada, la cual estaba frente al sofá en el que el americano estaba recostado, por lo que no tardó mucho en llegar al baño, cuando entró, se sorprendió mucho al verlo sentado de rodillas frente al escusado, afirmándose con una mano el estómago, y con la otra se aferraba a la taza. Alfred se acercó lentamente, y notó que había estado vomitando.

Arthur, quien hacía un esfuerzo para no vomitar más, al notar la presencia de su esposo, intentó ponerse de pie, más le vino un fuerte mareo que casi lo hace caer y si no es porque el americano lo afirma de la cintura, probablemente se hubiese golpeado la cabeza. El inglés intentaba mantener la distancia con su marido, pues temía que a este le diera asco verlo vomitar así. En realidad no se sentía nada bien de hacía varios días, No había comido nada fuera de lo normal ni tampoco había bebido ningún licor, ya que si quería hacerlo con su esposo, no quería estar bajo los efectos del alcohol. Alfred lo afirmó delicadamente de la cintura, guiándolo al lavabo y lo ayudó a lavarse la cara. Una vez que pudo hablar, el inglés le dijo:

-Alfred, me siento muy mal.

-!QUÉ!, ¿DIME QUE TIENES MI AMOR?

-No lo sé, pero me duele mucho la cabeza y me siento mareado.

-Bien mi vida, vamos a que te recuestes un poco y me dices que más te molesta.

-No... no quiero arruinar nuestra luna de miel.

-Arthur.. . no estás arruinando nada, solo me preocupa tu bien estar.

Alfred se acercó a su esposo, y besó su frente, y tomándolo de la mano, salieron del baño en dirección al dormitorio, una vez que llegaron a este, Alfred lo llevó a la cama, no con la intención de tener relaciones, sino que para que descanse, ya que había notado cierto cansancio en el británico desde hacía algunos días, y esto le preocupaba de sobremanera. Temía que no se adaptara al estilo de vida americano.

También había notado que su esposo iba mucho más seguido al baño que de costumbre, estaba bien que se la pasara todo el día pegado a sus tazas de té, pero a veces el estadounidense tenía que subir o bajar las escaleras para poder usar el baño desocupado. Arthur a penas se recostó sobre la cama, se quedó profundamente dormido, Alfred se sentó al borde de la cama, pasó su mano por los suaves cabellos de su amado, y dejó escapar un suspiro; "tal vez te pegaste una infección o un virus". No había que ser un genio, ni Sherlock Holmes, como para deducir que podría ser una infección estomacal producto de la gran cantidad de comida que había ingerido el inglés, a la cual no estaba acostumbrado.


Pasaban los días, intentaban distraerse y disfrutar de su luna de miel que se habían convertido en vacaciones, pero a pesar que habían alargado su luna de miel de tres semanas a cuatro semanas y cinco días, Arthur estaba muy extraño, y eso comenzaba a preocuparle a ambos.

Su aversión a ciertos alimentos, fue lo primero que llamó la atención de Alfred, el olor del café o de un sándwich de jamón, a las hamburguesas y lo que comiera el americano, le provocaba nauseas. A esto se le sumaba su cansancio frecuente, ya no era lo mismo de antes; Les gustaba pasar tiempo juntos, hacer sus cositas y cariñitos, y pasear disfrutando de los lujos del hotel, pero ahora, el inglés se sentía cansado constantemente, dormir nunca era suficiente para él.


Una tarde, Alfred estaba saliendo del baño, cuando Arthur comenzaba a gritarle desde el pasillo:

-Ya me aburrí, ¿me oíste? quiero ir a casa.

-Arhtie, ¿qué tienes'

-No me llames así, baka! , quiero irme ahora.

-Dude,pero si tú mismo pediste que alargáramos nuestra estadía!

-Tonto, me quiero ir ahora.

Alfred se acercó para calmarlo, no quería que Arthur fuese a lastimarse producto de sus alterados nervios, pero este gritaba mucho más, y a medida que el americano se acercaba, el británico se alejaba, retrocediendo levemente y tambaleándose.

-No me toques!

-Te estas comportando muy extraño, como una adolescente.

-Es por que a ti no te aprieta la ropa ni te duele el estómago, y eso que comes todo el día.

Alfred sabía, de antes de casarse con Arthur, que este tenía un temperamento sensible, en el fondo era una de las cosas que más adoraba de su amado Tsundere, aun así, le dejó perplejo el repentino cambio de humor que había adquirido durante los últimos días.


Arthur también se estaba preocupando de sí mismo, aun así, intentaba disimular lo más que podía, no permitiría que sus malestares físicos influyeran en su tan anhelado matrimonio con el norteamericano.

Incluso la penúltima noche que pasaron en el hotel, Alfred se acostó silenciosamente para no despertar a su esposo, y una vez que estaba en la cama, sintió como este le abrazaba por la espalda y recargaba su cabeza en su hombro, parecía triste, cansado. De inmediato, Alfred se volteó para abrazarle, hace muchos días que no tenían relaciones, y no podía negar que tenía ganas de tocar a su amado uke. Arthur se aferró al abrazo de su marido, y comenzó a llorar en el pecho de este.

Alfred, estaba nervioso, tenía miedo de estarle fallando como su hero protector, y como sabía que se sentía mal de hace varios días, decidió quedarse en silencio y escuchar a su amado. Arthur, entre lágrimas, rompió con su orgullo tsundere, y le dijo a su esposo que lo amaba más que nada en el mundo, que tenía miedo de que lo abandone, y que no quería que sus cambios de humor repentinos, sus náuseas y su dolor en el abdomen le irriten y le harten. Alfred le dijo que no se preocupe, que volviendo terminándose la luna de miel, lo llevaría al hospital para ver que podía tener. Arthur, lloró aún más fuerte y con más ganas, diciéndole a su amado que no sacaba nada con ir al hospital, si los médicos solo trataban humanos, rara vez atendían a las naciones.


A la mañana siguiente, ambos salieron a caminar a orillas de la playa, habían decidido que sería la última tarde y noche que pasaban en el hotel, a la mañana siguiente, Alfred y el botones del hotel cargaban las maletas de la pareja felizmente casada a una limusina que les esperaba a ambos países a las afueras del recinto, Alfred, pese las quejas de su esposo, lo cargó en sus brazos hasta el vehículo, luego de cargar las maletas. Ambos emprendieron el viaje de vuelta al hermoso y lujoso departamento que Alfred había comprado para los dos. Era una casa muy lujosa, como la de las películas, con piscina, enormes ventanales, muy lujosa. Sin duda muy diferente a la casa de Arthur.

El inglés acomodó sus cosas, y se fue a descansar. Cuando despertó, al igual que siempre, su temperatura basal estaba muy elevada, por lo que decidió ir al baño de la habitación matrimonial, la cual compartía con Alfred, para lavarse la cara e intentar refrescarse. Al no haberlo conseguido, bajó al primer piso para tomar un vaso de agua, pero al intentar atravesar el living para ir a la cocina americana, se encontró con visitas. Alfred estaba conversando con Francis y Kiku, mientras el inglés había estado durmiendo un poco.

-Buenas tardes Kiku, Francis- saludó educadamente el inglés.

-Bonjour Arthur, por fin te veo después de tu boda, dime… ¿Qué tal la luna de miel eh?- El francés puso un énfasis de perversión a su pregunta.

-Wine Bastard, ¿Qué te trae por acá?

-Solo vine a saber si les ha durado el amour

-En realidad- dijo el japonés- Alfred nos llamó por que se preocupa por su salud, nos dijo que últimamente no se ha sentido bien.

-Al – exclamó Arthur, sentándose al lado de su esposo, quien se encogió de hombros.

El americano abrazó a su esposo suavemente, atrayéndolo y acariciándole la espalda, este se sonrojó e intentó que pasara desapercibido. Alfred estaba feliz de que, aunque estuvieran casados, aun Arthur se sonrojara con las muestras de afecto, ya sean en público o estando ellos solos.

-Hajaja , mi vida, Kiku vino a examinarte para ver qué es lo que te pasa.

-¿De veras, pero no se hubiese molestado en viajar hasta aquí'

-No es ninguna molestia, si usted se siente mal no me cuesta nada revisar que le sucede.


Arthur estaba sentado solo en ropa interior sobre la cama, Alfred esperaba afuera, junto con Francis, en lo que el japonés se encargaba de revisar al ojiesmeralda. El americano con el francés, mientras esperaba, conversaban de muchas cosas, entre ellas, Francis le contó que se estaba armando de valor para pedirle matrimonio a Matthew. Alfred, muy emocionado gritaba muy fuerte, lo que distrajo a Kiku y a Arthur.

-Bien, todo parece en orden, por favor descríbame los síntomas.

-Uh- suspiró el inglés- Verás, he sentido que el aroma a la comida que normalmente consume Alfred me dan nauseas, me dan ganas de orinar muy seguido, constantemente me siento cansado, mareado y al despertarme por las mañanas mi temperatura aumenta.

-¿Y está seguro que su nación no vive crisis alguna?

-Seguro. Todo marcha perfectamente.

-¿no ha tomado píldoras o ingerido alcohol durante las últimas semanas?

-Las pastillas no me hacen efecto alguno, y no bebo desde mi noche de bodas.

-La última pregunta –el japonés se sonrojó ante lo que iba a decir- ¿C-cuándo fue la última vez que hizo el "hamor" con Alfred, y con cuanta f-frecuencia?

Arthur se sonrojó mucho más, y mintió, como siempre lo hacía.

-Una o dos veces desde que nos casamos….

-Necesito que sea sincero, si es que es lo que estoy pensando, su respuesta depende…

-Está bien, hace cuatro días que no hemos … ya sabes.

-Bien, y con cuanta frecuencia…

-Entre… entre cinco o siete veces al día.

El japonés salió de la habitación y llamó al francés, quien subió corriendo la lujosa escalera caracol de metal, como esas de las revistas pent-house de millonarios. Francis llevó una bolsa plástica con el logo de una farmacia. La bolsa tenía una cajita, la cual le pasó el japonés al inglés.

-¿un test de embarazo?- preguntó Arthur, alzando sus enormes cejas, y examinando la caja.

-Por favor siga todas las instrucciones, ya que Las pruebas de embarazo caseras miden la presencia en la orina de una hormona HCG, propia del embarazo llamada gonadotropina coriónica humana , pero esta es una especial, no es fácil de adquirir en cualquier farmacia, ya que… está diseñada para naciones, por lo que su precio es muy alto y solo se puede conseguir en tres cadenas de farmacias a lo largo de todo del mundo.

Mientras Arthur estaba en el baño tomando la prueba, Kiku ya sabía cuál sería el resultado, conocía muy bien esos síntomas. Una vez que Arthur se asomó por el baño para llamar al japonés, este le hizo una seña a Francis para que este saque de la casa a distraer al Americano tal y como lo habían planeado. Una vez despejada el área, Kiku llamó al Inglés a la gran sala de living, para ver los resultados de la prueba de embarazo.

Arthur había dejado reposar la prueba posición horizontal con las ventanillas del resultado hacia arriba durante el tiempo que especifican las instrucciones, pero no había querido mirar los resultados, y es que estaba muy nervioso, por un lado, si salía positivo estaría muy feliz, ya sabía que las naciones podían dar a luz, sin importar fuesen hombre o mujer, pero por otro lado, tenía miedo la reacción de Alfred, ya que a pesar de que no tenía dudas de su amor, a veces el americano podía llegar a ser demasiado celoso, posesivo e infantil. Temía que lo rechazara, y por ende negara al bebe, le pidiera el divorcio, oh no, y como Arthur es Anglicano, su unión no solo quedaría anulada ante las leyes, sino que ante los ojos de… oh no, no lo podría resistir.

Arthur tomó la prueba, era una barrita larga y blanca, con dos ventanillas, una redonda que es para control, o sea, que te indica si la prueba está funcionando correctamente y la otra una cuadrada, para el resultado. Para que el test resulte positivo, deben estar ambas ventanillas con una franja vertical roja, para que dé negativo, la franja roja solo debe estar en la ventanilla redonda, y si el test no está funcionando correctamente, debe faltar la franja en la ventanilla redonda. Una vez que el inglés leyó estas instrucciones, quitó su pulgar de ambas ventanillas… y ahí estaban los resultados:

VENTANILLA REDONDA: FRANJA VERTICAL ROJA.

VENTANILLA CUADTRADA: FRANJA VERTICAL ROJA.

-X-RESULTADO DEL TEST: POSITIVO-X-


Por la noche, ambas visitas durmieron en las habitaciones vacías de la casa. Había tres sobrantes. Arthur se había metido a la cama temprano, en realidad mucho antes de que Francis y Alfred volvieran, se hizo el dormido lo más que pudo, incluso las tres veces que su esposo lo fue a ver mientras "dormia". Ya no podía seguir dándole vueltas al asunto. Abrió suavemente los ojos, para encontrarse con un Alfred semidesnudo, ligeramente bronceado quitándose la ropa para acostarse a dormir. Arthur se sonrojó demasiado, y su marido lo notó. Arthur intentó desviar la mirada, pero ya nada podía hacer, ya le habían entrado ganas al norteamericano.

Alfred se quitó los pantalones y las calcetas, y se dirigió a la cama tan solo en ropa interior, Arthur adivinaba sus intenciones, pero producto al cansancio y sus nervios, por más que quisiera que Alfred lo tocara, no tenía ganas de ejercitarse teniendo relaciones, además que temía dañar al bebé. Estaba tan perdido en sus pensamientos, que de repente notó que Alfred estaba sobre él, desabotonándole la camisa de pijama. Tenía que decirle la verdad, pero el suave roce de los dedos de Alfred deslizándose por su pecho… No, tenía que resistir.

-N-no Alfred… detente. –le dijo el inglés, pero el ojiazul pensaba que lo decía de lanera lujuriosa.

-Hmh…. ¿y qué si no lo hago, mi vida?

-Porfavor… Al, no quiero.- se quejaba el inglés aguantando los gemidos de placer.

-Vamos Arthie, siempre quieres… ¿o quieres jugar a ser el difícil?- dicho esto, el americano bajó sus manos hasta los pantalones de su esposo, pero cuando estaba a punto de bajárselos, recibió una fuerte parada que le golpeó la mejilla izquierda, lanzando los anteojos a la terciopelada y elegante alfombra.

-¿ARTHUR?- dijo preocupado más que molesto el menor, al ver que su esposo con ojos vidriosos intentaba ocultar sus lágrimas y desviaba la mirada.

-Alfred yo… lo siento, no puedo, no puedo hacerlo esta noche.

-Aw, mi amor, no te pongas así, me hubieses dicho que aun te sientes mal, podemos intentarlo mañana y…

-Tampoco se podrá mañana…

-Arthur – el americano tomó por los hombros a su esposo, haciendo que le mire de frente- MIRAME A LOS OJOS Y DIME QUÉ RAYOS TE SUCEDE, PUEDES CONFIAR EN TU HERO.

-Alfred- El inglés tembló, tragó saliva y con la cara extremadamente roja y los ojos vidriosos, enfrentó a su esposo- y-yo… -suspiró y tomó aire para hacer tiempo.

-Tu ¿qué?

-y-yo… tú…

-Por favor Arthur, dime que tienes. ¿es grave?

-n-no…

-¡Entonces dime de una vez!

- ESTOY ESPERANDO A TU HIJO!

-Q-qué dijiste!

-A-Alfred… vas a ser padre, seremos padres…

-…


Flashback:

-X-X-

Francis e iba de copiloto en el auto deportivo de Alfred, ambos se estacionaron cerca de un parque, se bajaron, ya que Alfred vio un carrito que vendía paletas de helados cerca del área de juegos, donde había muchos niños jugando con sus padres. Ambas naciones compraron helados, y se sentaron en una banca vacía a ver los niños jugar, mientras hablaban de temas random, hasta que Alfred inició el tema:

-Sabes Francis, me gustaría mucho, sé que suena estúpido, pero me gustaría tener un hijo, ya sabes, con Arthur.

El francés mordió la paleta helada, llegando incluso a congelar su cerebro, todo con tal de que no se le salga nada del plan de "distraer a Alfred mientras Arthur realiza el test de embarazo", el menor prosiguió al notar el silencio de su acompañante.

Alfred vio a un pequeño niño lastimarse la rodilla al caer del tobogán, su padre fue corriendo a recoger al pequeño, y la madre sacó de su bolsa un frasquito y un royo con algodón. El frasco contenía un líquido que al parecer era alcohol, el cual vertió en una pequeña cantidad sobre una motita de algodón, para limpiarle la rodilla rasmillada al pequeño, que no dejaba de llorar. Su padre lo sujetaba con mucho cuidado mientras la madre le limpiaba su herida.

-Sería lindo, sé que prácticamente es imposible… pero también conozco la teoría cromosomática de los inmortales, y tal vez… solo tal vez, exista la posibilidad de que Arthur pueda dar vida.

Francis seguía en silencio, solo escuchaba los delirios del joven Jones.

Una vez que la madre del niño lastimado terminó de limpiarle, el padre lo cargó cuidadosamente y lo llevó hasta el carrito de paletas heladas, le dio a escoger un sabor, y el pequeño llevaba una blanca, al parecer de piña o coco, y una sonrisa a pesar de aun tener los ojos llorosos producto de la caída.

-Yo amo a Arthur, y sé que nada me haría más feliz, que formar una familia con quien más amo, mi esposo. Quiero cuidar de él y de mi hijito, sacarlos a pasear, comprarle todo lo que desee, jugar con él, darle todo mi amor, tal y como se lo doy a Arthur. No dudarían ni un segundo en dejarlo todo por mi hijo, tal y como no dudo ni un instante en darle todo a mi amado.

-Suenas como un galán de películas- dijo finalmente el francés- recuerdo cuando Arthur te encontró, yo también estaba. Ambos peleamos por tu custodia, pero te dejamos decidir. En un principio me elegiste, pero viste que Arthur no estaba bien, por lo que te fuiste con él. Desde ese instante, noté que entre ustedes había una conexión especial, no por nada me llaman el país del amour.

-Es verdad.

La madre del niño, lo cargó en sus brazos, mientras que el padre se sentaba al lado, y acariciaba el cabello de la madre, quien le cantaba una canción al pequeño para que olvidara el dolor de su piernita. Pronto el pequeño, que no aparentaba más de tres años, se quedó dormido.

-Aun así, Arthur hizo un buen trabajo creándote, pero…le faltó algo, algo que sé que tú podrás darle. Amor conyugal. Tal vez sea ante los ojos de muchos un mujeriego, pero es porque en el fondo, siempre fui solitario, hasta conocer a Matthew, aun así, ahora que lo tengo, soy feliz, sé que hice lo correcto al no insistir y dejarte en manos de Arthur.

- Francis…

-Alfred, escucha, quizá no fue el mejor criándote, porque lo hizo solo. Te dejó mucho tiempo solo y eso influyó mucho en que crezcas más rápido.

-Quería crecer para casarme con Arthur…

-Sacre Bleu, no interrumpas. A lo que quiero llegar, es que si a pesar de los problemas pudo criarte bien, teniendo tu compañía y amor, podrá criar bien a un hijo propio, más bien si es sangre de su sangre y de quien más ama. Desde el momento que te vio, te amo, y eso no ha cambiado con los añ el padre tomó al menor y lo cargó en sus brazos, la madre tomó las cosas y caminaron no muy lejos, ya que estaba el vehículo de esta familia estacionado delante del deportivo de Alfred. La madre abrió la puerta, y el padre dejó al pequeño en el asiento trasero, abrochado a la sillita para bebés, luego cerró la puerta, le dio un tierno beso a su mujer, y ambos entraron al choche, partiendo del lugar.

-Quisiera que Arthur me dé un hijo, nuestro Hijo. Quiero ser un buen padre, cuidar a mi bebe y a su madre, que es toda mi vida y mi existencia en estos momentos.

-Entonces… creo que es hora, está atardeciendo. Ve a casa con tu amado esposo, que te debe estar esperando.

-X-X-

Fin flashback.


Alfred abrazó a su esposo, delicadamente y lo besó con ternura y felicidad, estaba muy eufórico por la noticia que Arthur le acababa de dar, era la mejor noticia que su amado le podría haber dado. Arthur sintió en aquel beso, la seguridad. Sabía que su esposo no iba a fallarle, ni como marido, ni como padre. Alfred podía ser inmaduro e infantil, pero desde ahora, su vida sería cien por ciento dedicada a su familia, y de veras no le importaba si su jefe lo regañaba o no, solo pensaba en hacer feliz a su esposo, y cuidar a su pequeño o pequeña que venía en camino.

Ambos, esa noche durmieron abrazados, disfrutando de la compañía de un con el otro, ya no eran dos, sino tres. Un pequeño y bien esperado hijo o hija venía en camino, ambos eran felices, pues formaban una familia con el ser que "hamaron" durante tantos años, y que finalmente podían estar juntos.

-Alfred, mi amor, ¿Cómo te gustaría ponerle a nuestro o nuestra bebé?

-Hajajaja, Si es niña, me gustaría que se llame Anahlie

-Me gusta más Annie

-¿Te parece que se llame Anahlie, pero le digamos Annie?

-Me encanta, ¿y si fuese niño?

-Hmm… déjame pensar en un nombre heroico.

-A mi me gusta, Alfred.

-¿Alfred?...¿Mi nombre?

-Si, por que es heroico, como tú.

Ambos se besaron dulcemente y luego se quedaron dormidos. Desde ahora en adelante, Se dedicarían a cuidar al niño que nacerá dentro de algunos meses.

Desde una simple obsesión, hasta una declaración, se fueron revelando cada una de las hermosa señales de que este, sin duda es un amor escrito HAMOR, de esos que no necesariamente necesitan ser perfectos, para ser completos.


Lizto, thermine hel fiq. Hezpero lez aya guztado muxo ele eme ele

grasias por leerme y lez agradezko por permitir leerlez en rebiews, azta la prokzima i rrekuerdem ke pod kara rebiew, heztam hayudamdo a ke he lijo o ija de eztoz doz nazka bien sanyto!uno.

NOS OLEMOS LUEGO…. GRASIAS X TODOOH

-Alfrep Llonz.