Disclaimer: Ningún personaje me pertenece… y no pretendo lucrar con ellos.

Espero que les guste esta historia. Originalmente iba a ser un one-shot, hasta que note que lo personajes pueden ser explotados al máximo para crear algo que, espero sea de su agrado.

Disfrútenlo….

Una hermosa mujer, de cabellos rubios y eterna sonrisa miraba, distraídamente a su hija trabajar. Sus adorables ojos azules, siempre cerrados, curioseaban a su bella hija. Una digna descendiente… había heredado sus largas piernas, su figura privilegiada y su largo cuello. Adoraba a Bulma, era su tesoro… pero como todo tesoro, para tenerlo, debías sortear mil y una trampas. En este caso, su inteligencia y carácter, la hacían candidata a una eterna soltería, más que a nada. Y claro, como consecuencia, jamás lograría tener el nieto que ella tanto anhelaba. Suspiró.

Bulma, ensimismada en la reparación de los robots que, el apuesto y joven Vegeta había destruido por milésima vez, dejaba de lado su trabajo, para ayudar. "es mi forma de contribuir a la exterminación de esos androides" se repetía. Pero cada vez que decía aquello, solía sonrojarse. Y eso sorprendía a su madre.

Bra Brief (* supongamos que se llama así… y que el nombre de su futura nieta tiene una explicación relativamente lógica… claro… dentro de la entretenida y sorprendente colección de rop… digo de nombres de esta familia), era más que una cara bonita. Le gustaba la vida, era alegre y risueña… pero por sobretodo era feliz. Y claro, disfrutaba pretender ser una cabeza hueca. Literalmente. Pero no era nada de eso, muy por el contrario. ¿Acaso creen que un científico de la Talla del Profesor Brief, se habría fijado en un ser no pensante? Le gustaba ser una sombre de ambulante, observándolo todo, fingiendo ser una "rubia tonta". Tenía sus ventajas, la gente solía caer en su juego y terminaban revelando más de lo que querían… o bajando su guardia.

Y en eso estaba. Mirando fijamente a su hija… su complicada, orgullosa, aventurera e inteligente hija. Suspiró.

Era una lástima que en la tierra los hombres fueren tan miedosos. Una mujer inteligente los espantaba… y una chica tan linda… bueno, solo la querían para un rato. Jamás tendría nietos… no en este mundo…. Y fue cuando un brillo maquiavélico se pudo apreciar en esos orbes azul mar… nadie de ESTE mundo….

Su hija había pasado tardes enteras alertándola del joven Vegeta… "mamá ten cuidado es un extraterrestre con mal carácter…" "Mamá no seas tan atenta, luego de un tiempo destruirá nuestro mundo y se irá lejos"… "Mamá es que acaso no entiendes que es un alienígena incivilizado"… "Mamá… ten cuidado, si lo exasperas te matará… su raza es la más sangrienta del universo"… "es un príncipe extraterrestre de una raza casi extinta que solo quiere destruir a Goku, mamá… deja de piropearlo!"

Quería a su hija feliz. Que encontrara a alguien que estuviera a su lado conteniéndola, no que la cambiara. Un hombre digno de ser el padre de su nieto… no es qué pensará que la misión de una mujer era ser madre… pero sabía que Bulma si lo deseaba. Era cosa de verla, cuando veía a los niños jugar… o recordar las discusiones que había tenido con su antiguo novio por el tema de agrandar la familia… evidentemente él aun no estaba preparado.

Había estado en una especie de relación con el joven Yamcha, durante casi 10 años… o más. En un principio le agradaba. Un tipo tímido, guapo, musculoso y protector. Sin embargo, con el tiempo se había ido transformando. Su hija solía decir que el traerlo a la ciudad había sido un gran error. Y Bra, concordaba.

Una ocasión especialmente le había molestado. Recordaba que el joven Yamcha, después de un partido había ido a ver a Bulma. Nada anormal, solo que, cuando amablemente le acerco una bandeja llena de pastelitos, su yerno, le había mirado los pechos, descaradamente, y había sugerido que era más hermosa incluso que su hija. Ella había sonreído, liviana, pero en el fondo, ya tomaba su inquebrantable decisión. Ese no sería parte JAMAS de su familia.

Desde ahí, se había dedicado a elogiar a cada esperpento terrícola y Namekuseiyano… y saiyajin que se cruzara en su casa.

Sin embargo, no fue necesaria su intromisión. Su hija, lentamente se iba desencantando de aquel hombre. Y hace casi 5 meses, definitivamente habían terminado. "una infidelidad" le había dicho ella llorando. Sin embargo, la pena no era tan grande. Las cosas hace mucho que entre ellos no eran iguales.

Sin embargo, aquella ocasión…. La señora Brief arrugo el entrecejo… que ciega había sido!... aquel día el joven Vegeta al verla llorar, se había sentado a la mesa, había comido sin pronunciar palabra, y al terminar, se levanto indiferente. Al llegar a la puerta, sin voltear le había dicho, fuerte y claro "un hombre que merezca tus lagrimas jamás te hará llorar"… y se había marchado.

Ese hombre, no solo era guapo. Era orgulloso, un tanto callado, descarado y bastante peleador. Le gustaba sacar de sus casillas a Bulma, pero, sorprendente mente, la trataba con respeto. Claro le gritaba sosas feas e irritantes, casi insultantes… en apariencias, pues no pasaban de comentarios típicos de un niño de kínder garden… pero con sus años y la experiencia, Bra, notaba que el joven príncipe solo tanteaba terreno. Cuando decía algo realmente hiriente, jamás lo volvía a repetir. Aprendía cual era el limite, y una vez sobrepasado, no volvía a cometer ese error.

Por otra parte, aunque Bulma no lo notara, también la protegía. Con comentarios un poco duros, pero se mostraba irritado cuando su hija, haciendo gala de su figura salía demasiado escotada, o cuando, como toda hija, se sobrepasaba con ella.

Sonrió al recordar una vez, que, mientras le ofrecía una bandeja de pastas al joven moreno, su hija le había dicho que era mejor que desapareciera, o el muchacho la mataría por sacarlo de su entrenamiento. Vegeta, la había mirado, y en un tono neutro había declarado "tu madre es atenta… déjala".

Es más… hasta con su lindo marido era educado. Contestaba algunas preguntas sobre otros planetas, le daba ideas para algunos inventos y a veces, civilizadamente solían hablar de cualquier otro tema.

En definitiva, el joven Vegeta si tenía modales… solo que al parecer, con su Bulma no los demostraba… y de repente… todo calzo. Una sonrisa amplia se formo en su rostro, y mientras se metía una pastita de chocolate y crema a su boca, lo entendió. El Joven Vegeta era irritante con su hija… POR QUE NO QUERÍA QUE ELLA SE DIERA CUENTA DE ALGO… él la alejaba…. Deliberadamente. Del amor al odio había un solo paso… y eso de quien te quiere te aporrea… evidentemente no era una oda al maltrato físico, pero los hombres cuando se interesan en una muchacha... suelen molestarla, para no demostrar ese interés, que los hace comportase como idiotas.

Quizás… y solo quizás… un empujoncito no le haría mal a nadie. Con los años, las madres suelen ver cosas que los hijos, no pueden… o no quieren reconocer.

Bulma se seco la transpiración que corría por su frente. Llevaba un par de horas atornillando y soldando aquellos nuevos aparatos… solo para que fueran destruidos en menos de tres días, apostó.

Estiro su cuerpo flexible y tanteó una mesa a su costado, buscando un poco de jugo de frutilla que su madre, atenta le había preparado hace un rato. Sorbeteaba distraídamente el zumo, mientras miraba sus creaciones.

- Vegeta debe ser realmente fuerte para destruir estas cosas- murmuró.

-claro que lo es- respondió su madre. Apareciendo de la nada a su lado, con su eterna sonrisa y un aire distraído.

Bulma, asustada por escucharla, derramo el vaso sobre sus ropas. Soltó un par de maldiciones y la miró, con el cejo fruncido.

- me asustaste mamá- increpo molesta.

- cariño, no arrugues tu frente o te pondrás fea- respondió Bra, cantarina.- es mejor que te cambes de ropa, ya es cerca de la hora de cenar.

- si mama- dijo Bulma, obediente. Estaba cansada y una ducha no le caería mal.

Era un verano especialmente caluroso. Imaginaba a sus amigos entrenando… los conocía muy bien. Yamcha estaría en el desierto, con Puar… lo más probable… a estas alturas tampoco se extrañaría si estuviera en su casa con un par de tipejas… la idea no la enfureció ni la entristeció. Por fin cayó en cuenta que lo que él hiciera no le importaba nada.

Piccolo… se estremeció. Aun le costaba comprender como ese ser maligno, no solo ahora los ayudaba… si no que criaba al hijo de su enemigo número uno… es decir… Goku no era el mejor padre del planeta… Milk… bueno ella era muy sobre protectora y solo quería que el pequeño dejara de lado esa sangre del guerrero que corroía sus entrañas, buscando un buen combate, para convertirse en un científico, doctor o cualquier cosa con un gran título.

Pero el namekusei, lo entrenaba no solo físicamente. Le enseñaba a ser observador, y le enseñaba cosas que no se aprenden en el aula de clases. Estaba siendo, literalmente un padre… "padre es quien te cría…no quien te engendra…" suspiro.

Ten Shin Han y Chaos… los imaginaba en una cascada… entrenando y salvándose del calor.. El joven de tres ojos no era tonto, rió para sus adentros…

Y al final estaba él… el príncipe Sayajin… el hombre que había jurado que destruiría este planeta, que mataría a Goku, que los eliminaría a todos a la mas minina oportunidad… ahí estaba… preocupado de entrenar, para superar a Kakarotto, para convertirse en el Super Sayajin más poderoso, para restablecer su orgullo… su orgullo de príncipe herido.´

Pero Bulma pensaba que tal vez… no era todo tan así como él se encargaba de hacerlo ver.

Si hubiese querido matar a Goku, lo habría enfrentado el mismo día que ese joven del futuro había llegado.

Si quisiera destruir la tierra, lo habría hecho antes de que Goku llegara… y habría sido la excusa para provocarlo a pelear.

Ese hombre era complejo e inexpugnable.

Ella, con su exuberante belleza, solía ser capaz de sonsacar todas las intenciones de quien fuera. Pero Vegeta… Vegeta parecía ser muy distinto a cualquier clase de hombre… porque antes de ser un príncipe, y antes de ser un sayajin… era un macho… y que pedazo de ejemplar masculino….

-maldición- se dijo así misma. No podía evitarlo… desde que le había visto por televisión hace bastante tiempo atrás, la primera vez que él llego a la tierra… le había llamado la atención ese pequeño ser, con cola. Era más bien bajito… y se veía delicado y frágil al lado del enorme simio sin pelo que lo acompañaba. Pero su postura, su mirada y su sonrisa… dejaban ver que era maldad pura, orgullo e inteligencia. Imponía su ser donde quiera que fuera… y a quien quisiera.

Exudaba una clase, que jamás pensó en una raza guerrera… su altanería era increíble, su prepotencia exasperante y su orgullo era millones de veces más grande que él.

Sin embargo recordó la vez que lo tuvo frente a ella… en Namek.

Recordó el terror que le había inspirado… sus pesadillas con el… y los sueños no tan malos que había tenido. Que culpable se había sentido… él era, indirectamente, el culpable de la muerte de Yamcha… su entonces novio. Pero también fue el momento donde comenzó a cuestionar el sentido de aquella relación… cuando sueñas con alguien que no es tu novio muerto…

Y es que esa mirada orgullosa y vacía… no… sus ojos no eran vacíos. Eran profundos… demostraban la oscuridad del que ha visto y hecho atrocidades, que ha recorrido una vida llena de maltratos y cruentas batallas… no solo físicas. Sien embargó, aquella vez, cuando la había amenazado con matarla, para obtener la bola que ellos habían recuperado… supo… así de simple... solo supo que él jamás la mataría.

Podía sentir su aroma. No era como Goku, que apestaba a demonios cuando entrenaba. Era evidente, al menos ahora que lo tenía en casa, que el joven se preocupaba permanentemente de su presentación. Solía bañarse después de cada entrenamiento y antes de las comidas, se vestía bastante bien… aunque también aceptaba sin chistar los trajes que ella misma le pasaba, cuando después de alguna pelea, sentía la necesidad de hacerle ver que era ella quien había ganado. Y que mejor manera que vestirle como un muñeco, algo ridículo… y aun así se veía digno.

Odiaba admitirlo, pero lo mejor que había hecho en su vida, era haberse sobrepuesto al terror que le inspiraba en un comienzo, y decirle descaradamente "¿Y tu nombre pequeño?, ¿es Vegeta verdad?. ¿Por qué no vienes si no tienes un lugar a donde ir?, Te serviré mucha comida. Me imagino que comes como Goku, ¿o me equivoco? jajaja pero no permitiré que te enamores de mí aunque me encuentres muy atractiva"…. Había sido una invitación a estar en su hogar de forma indefinida.

Sonrió, ya en su habitación mientras se despojaba de sus ropas. Y, echando un vistazo a la cámara de gravedad ubicada en el patio, entro al baño, con muy buenos pensamientos.