La carroza fúnebre vacía

La Sala de las Luces Eternas nunca había estado tan llena. Y nunca de una variedad tan amplia de especies.

Lucie, Simon, Johnathan, Magnus, Alec y el resto de Señores llevaban una buena media hora discutiendo sobre la identidad del vampiro al que antes habían conocido como Ángelo. Cuando se decidió que era más seguro que se mantuviera su identidad en secreto, al menos de cara a los demás, acordaron que quizá era mejor que todo siguiera como hasta ese momento. Simon, cruzado de brazos en una esquina, no podía estar más de acuerdo.

También estaban Mario y Richard, ambos en silencio, escuchando. El cazador de sombras y Johnathan se habían saludado efusivamente cuando el vampiro le recibió en la entrada de la Ciudad. Simon, que conocía de buena fuente la profunda amistad que les unía, se preguntó si Mario estaría si quiera sorprendido por la revelación de la identidad de Johnathan. A juzgar por la calmada expresión de su rostro, supuso que la noticia no había causado un gran impacto. Richard, por otro lado, parecía no poder creer del todo lo que estaba pasando. Simon no habría sabido decir si era por la inusual reunión interracial que estaban teniendo en, probablemente, una de las salas más secretas de la tierra. Pensó en apiadarse de él y acompañarle en su sorpresa. Richard era tan solo un crío. A pesar de todo, y de que de verdad tuviera intenciones de dejar de lado las rivalidades absurdas, no podía evitar pecar de precavido. Haber permitido su presencia en el Concilio y en la Sala era una cosa. Otra era tenderle la mano personalmente.

Los otros Líderes no parecían ni tan contentos ni tan cómodos con la repentina diversidad en la Sala.

A Sansa no parecía gustarle que tanta gente extraña se hubiera enterado de la existencia de esa sala, o que estuvieran presentes durante un Concilio secreto. Tenía el ceño permanentemente fruncido y los labios presionados en una firme línea de disconformidad desde que había llegado. No obstante, gracias al Ángel, no había osado llevar la contraria a Johnathan en ese asunto. Jabari parecía simplemente aliviado de ver a Johnathan de vuelta y a salvo. El que hubieran un licántropo, un brujo y un buen puñado de Cazadores de Sombras allí no parecía perturbarle lo más mínimo. Gabriel no hacía más que remugar, igual que un crío con una pataleta, y eso estaba haciendo que Viktor y Simon le miraran de mala manera. El egipcio, sin embargo, parecía estar distraído con Altaïr. Demasiado como para empezar una pelea, lo que Simon no podía dejar de agradecer a cualquier deidad existente.

Y lo único que impedía que él mismo comenzara una discusión, era la mano de Lucie, firmemente aferrada a la suya. Los lentos círculos irregulares que su pulgar dibujaba en su palma eran, ciertamente, una buena distracción. Internamente, se preguntó cómo había podido soportar a alguien como Gabriel durante tanto tiempo sin sentir ni siquiera la más mínima tentación de arrancarle la cabeza solo para conseguir que cerrara el pico.

Iris y Sara parecían estar más que contentas de que las cosas hubieran vuelto a la normalidad, y estaban profundamente interesadas en la historia de Johnathan estaba contando. Al parecer, durante las ausencias de Simon, se habían interesado por saber del ataque de Demetri y por ayudar con sus propios recursos a las reparaciones y las gestiones tras la batalla. Sergio no le había informado de eso. Aunque no por ello estaba menos agradecido.

—Entonces, Demetri mató a Roberto y se hizo con el control de la manada. Y después... ¿Simon mató a Demetri? —preguntó Shang, apartando la vista de Johnathan un momento para dirigirla a Simon. Eso le descolocó un poco, sobre todo teniendo en cuenta que esa discusión ya tendría que haber estado convenientemente resuelta desde la última reunión.

Simon asintió, y ante la mirada condescendiente de Gabriel, Simon gruñó. Un sonido bajo, suave y tenso. El principio de una amenaza velada.

—Era una invasión de nuestro territorio. Nos atacaron. El derramamiento de sangre inocente que supuso su acto de guerra es justificación más que suficiente para mis actos. Perdimos a muchos en ese ataque.

—Lo sé. Iris y Sara trajeron nuevos reportes mientras estabas fuera. Solo quería asegurarme — Shang devolvió la mirada a Johnathan, y se sentó en su lugar, con las piernas cruzadas bajo el cuerpo —. Entonces nos enfrentamos a Cazadores de Sombras disidentes. No hay modo en que eso pueda ser bueno. Recuerdo la última vez que algo como eso pasó, y casi acaba destruyendo el mundo de las sombras.

—Olvidas que casi destruye el resto del mundo también. No es como si los demonios hubieran firmado la paz con los mundanos —recordó Jabari suavemente. El grueso collar de ópalo sobre su clavícula tintineó, y la vista de Simon se vio repentinamente atraída hacia el punto claro sobre la piel oscura —. Pero si algo como el Círculo se está alzando de nuevo, no me gustaría ser cómplice por omisión. Fallamos la primera vez. No más.

Johnathan asintió.

—Estoy de acuerdo contigo. Y es por eso que ahora que mi identidad se ha visto... violentamente comprometida, mi deber es viajar a Idris e informar a la Clave de todo lo que está pasando. A pesar de los Nuevos Acuerdos, la relación entre razas aún es frágil. Si esto llegara a oídos del Cónsul por fuentes menos confiables, no quiero imaginar lo que pasaría.

Simon parpadeó, dando un paso al frente y deslizando su mano fuera de la de Lucie, repentinamente conectado de nuevo a la conversación.

—Si revelas tu identidad a la Clave... Ellos no se lo van a tomar bien. Que Johnathan Cazador de Sombras resulte ser un subterráneo...

Amico, Simon tiene razón —concedió Mario, ante el resignado asentimiento de Magnus —. Los Nuevos Acuerdos se están moviendo con pies de plomo y manos delicadas. No deseo ofender a nadie, pero la Clave es aún un organismo de retrógadas narcisistas, y así va a seguir siendo hasta que las nuevas generaciones puedan asumir el mando. Una... información tan delicada como la tuya podría despertar reacciones muy extremas entre sus miembros, tanto por uno como por otro lado.

Simon miró a Johnathan, con una súplica en sus ojos. Podía entender que tuviera que adelantarse al movimiento del enemigo, pero sabía que no era el momento apropiado. Lo notaba visceralmente, en el tuétano. Algo malo iba a pasar si, tal y como estaban las cosas, la identidad de Johnathan salía a la luz. Por eso quienes fueran que le retuvieron estuvieron obtener una confesión de él. Sabían que eso removería los precarios cimientos sobre los que se sostenían las nuevas relaciones de los Cazadores de Sombras respecto a los subterráneos.

—No es que solo desatara un conflicto entre nefilim y subterráneos —apuntó Alec —. También es un problema interno. Desde Valentine y Sebastian y los Nuevos Acuerdos, ha habido... cambios. Hay facciones dentro de la Clave. Grupos extremistas que apoyan o condenan las políticas de igualdad y paz. Si las cosas se nos van de las manos, esto podría terminar en una guerra civil. Y no queremos otra.

—No. No, desde luego —Simon no podía estar más de acuerdo.

—Entonces... ¿Qué podemos hacer?

—No demasiado.

Magnus dio un paso al frente y caminó hasta el centro de la sala, saludando con una sonrisa artificial que Simon le había visto usar en sus fiestas. Sin el pelo engominado y las capas de lentejuelas, purpurina, maquillaje y joyería que solía llevar, parecía un autómata confuso. A pesar de todo, seguía pareciendo un gato, orgulloso y elegante, como si fuera el rey del mundo y todos le debieran pleitesía pero estuviera siendo generoso.

—Hola, qué tal. Menudos brazos, amigo —bromeó, pasando frente a Jabari, que se limitó a arquear una ceja y soltar un divertido respingo. Magnus giró sobre sus talones y dio una palmada —. Bien. Por lo que sabemos hasta ahora, Jonathan Cazador de Sombras está... todo lo vivo que puede estar un no-muerto... sin ofender... Y sabemos que eso a la Clave le va a hacer tanta gracia como a un gato que le des un baño. Y resulta que nosotros estamos justo en el medio — añadió, con sus fluidas gesticulaciones dignas de un teatro de Broadway — de todo este lío. Mi propuesta sería ocultarse y esperar a que se calme la tormenta antes de sacar la cabeza, pero resulta que Alexander tiene razón. Estamos a un paso de que se desate una guerra civil entre los nefilim, y ya sabemos que eso tiene daños colaterales que no nos benefician en absoluto a ninguno.

Viktor, que había estado acariciando las plumas de Altaïr, inclinó la cabeza a un lado y frunció los ojos.

— ¿Qué es lo que sugieres, entonces?

El águila imitó a su dueño y dio un chillido interesado, como si ella también esperara la respuesta.

Magnus alzó una mano y agitó un dedo en el aire, pensativo.

—Lo que propongo es... echar aceite.

Jabari frunció el ceño, confuso, y Viktor hizo una mueca.

— ¿Echar aceite?

— ¿Nunca se le ha quedado el dedo atascado en un anillo? Hay que echar un poco de aceite, e ir moviendo poco a poco hasta que... Bueno, pilláis la idea. Lo que digo es que tenemos que decirles a la Clave lo que está pasando, adelantarnos a los que encarcelaron a Jonathan, pero tenemos que hacerlo con delicadeza. No vale pedir una audiencia y simplemente presentarse allí con la exclusiva. No vamos a escribir un artículo para The Sun. Vamos a dejar caer la mayor bomba mediática de la historia del mundo de las sombras. Y estamos en la cuerda floja con esa bomba. No sé vosotros, pero a mi no me gustaría que la patata caliente me estallara en la cara.

—Trasladar a Jonathan hasta Alacante sin dar un buen motivo va a ser casi imposible. Además, nos estaríamos metiendo en la boca del lobo. No tenemos manera de saber quién está con nosotros o contra nosotros. Podrían asaltarle a medio camino, o llevarlo de vuelta al Gard. El mismo Cónsul puede estar metido en esto.

Viktor suspiró.

—Podríamos intentar colarnos, pero también podríamos quedarnos atrapados en el limbo del Portal... Tenemos que saltar a lo desconocido o...

La sala se quedó en silencio mientras Viktor hablaba, y el silencio quedó suspendido cuando éste se quedó callado, y estuvieron así un buen rato, hasta que Sansa dio un paso para separarse de la pared.

— ¿"O", qué? Estamos esperando, génio.

Viktor dejó que Altaïr se posara en su brazo hombro, clavando las uñas en el duro cuero del chaleco. Se llevó las manos unidas a la boca, pensativo, antes de señalar a Jonathan. Había un brillo extraño en sus ojos, algo que Simon no había visto nunca.

—Es evidente que no podemos llevar a Jonathan a Idris así como así. Cualquiera que sepa que estuvo en el Gard o que hubiera participado en ello estará al tanto de que sabemos lo que está pasando entre bambalinas, y tratará de detenernos a cualquier coste. Pero es improbable que sepan quienes fueron los que se lo llevaron de allí. Cuando fuimos a sacarlo, ninguno de los que estaban vigilando quedó con vida, y si hubiera quedado alguno, probablemente habría sido asesinado más tarde por haber fallado. Sé cómo trabajan estos grupos, tengo experiencia. Parecen muy organizados, pero no lo están. No hay más que ver cómo explicó el traidor del nefilim que atacó la ciudad de Simon para saberlo. Dijo que utilizaban máscaras y nombres de pila para las reuniones. Reuniones secretas. Los miembros no se conocen entre ellos. Únicamente podrían reconocerse por las voces, y eso nos deja un margen de error aceptable. Si... si camuflamos a Jonathan como un... escolta de un grupo de emisarios de otra colonia... podríamos entrar en Alacante sin mayor problema —sugirió. Jabari, Alec, Magnus y Mario parecían repentinamente receptivos al plan de Viktor. Shang, Iris y Sara tenían el ceño fruncido, buscando una brecha en el plan, tratando de pensar en cómo desmontarlo. Simon escuchaba con atención —. Los camuflajes que utilizó para convertirse en Ángelo... ¿Podrían volver a hacerse? Con otro rostro, otros detalles, por supuesto. No podemos volver a transformarlo en Ángelo.

Magnus se acarició la barbilla.

—No sería imposible... Me llevaría por lo menos un día o dos preparar las configuraciones del camuflaje y los detalles... No tiene que ser muy duradero, pero sí lo suficientemente convincente...

—Dos días es demasiado tiempo —señaló Shang.

—Es lo más rápido que puedo trabajar sin poner en peligro su seguridad —aseguró Magnus, sincero y práctico —. Aunque… Hay un hechizo, como un glamour más burdo. Es más fácil de trabajar que un camuflaje completo. Permite al que lo lleva adoptar la apariencia completa de otra persona.

— ¿Como un Eidolon?

Magnus asintió.

—Los brujos empezaron a trabajar desde hace siglos en formas de adoptar la forma de otras personas, la mayoría de veces para ocultar las marcas de brujos de demonios o de los nefilim. Huimos mucho —aclaró, encogiéndose de hombros —. Hay una bruja a la que conocí en Londres, allá por 1880, que podía cambiar de forma, convertirse en cualquiera. Estuvimos trabajando juntos muchos años, colaborando mientras le enseñaba magia... Desarrollamos un hechizo, una actualización del glamour. Lo añadí a libro de Lo Blanco por si algún día fuera necesario, y me parece que esta es la oportunidad de usarlo.

Johnathan, que había estado escuchando en silencio, cómo se planeaba la revelación de un secreto milenario y básicamente cómo se pasaban el testigo de su vida, pareció repentinamente interesado. Con su calma y sosiego habituales, miró a Magnus y a Viktor.

— ¿Supone algún riesgo?

Magnus se giró para mirarle, y parpadeó al ver la barba. No recordaba que hubiera estado ahí esa mañana, pero ninguno allí parecía haberle dado la mayor importancia, así que simplemente ignoró el detalle.

—No. No, es completamente inocuo. La única condición es que la distancia entre la persona de la que el glamour extrae la copia debe estar cerca del que la lleva mientras se... "cocina" el hechizo. Drena un poco de energía del modelo, pero nunca la suficiente como para ser fatal. Se pasan los efectos secundarios después de un poco de reposo.

Jonathan asintió, y dirigió su vista a Viktor.

— ¿En quién estás pensando, pulcino?

Viktor señaló a Simon con un gesto.

—Estaba pensando en los vampiros de Nueva York. Lewis tiene contactos en aquella ciudad, y están lo suficientemente fuera de esto como para que no resulte sospechoso que concierten una cita con la Clave —explicó —. Y aunque debería ser un plan lo suficientemente seguro como para que pudieras hacerlo solo, mejor no arriesgarnos. Podríamos asignarte una escolta pequeña. Dos o tres personas como mucho.

Simon no podía pensar que el Cónsul estuviera de parte de los nefilim que estaban orquestando aquella locura. Conocía a Evan Carstairs, no era un mal tipo. Pero si estaban tratando con un nuevo resurgimiento del Círculo, no podían dar nada por sentado. No podían confiar cuando tenían algo tan delicado entre manos como la identidad oculta del primer Cazador de Sombras. Sería jugar con fuego. Mejor pecar de precavidos. Mejor.

—No debería ser muy difícil convencer a Raphael de prestarte su identidad mientras viajas a Idris. Me debe un favor —dijo Simon, encogiéndose de hombros —. De todas formas, me parece mejor plan que entrar como un Panzer y que caiga quien caiga. Pero no puedo acompañar a Jonathan a Idris. El Cónsul me conoce. Si está metido en esto, sabrá que estoy al tanto. Soy un buen mentiroso, pero no tanto. Y Lucie tampoco puede ir. Nos vio en el juicio de Benedict. Alec, Magnus, a vosotros también —añadió, frunciendo el ceño —. Viktor, tú no eres muy conocido entre los Señores. Deberías acompañarle.

Viktor asintió.

—Aún nos sigue faltando gente en la comitiva. Y es obvio que el resto de Señores no puede aparecer en Idris de repente con el líder del clan de Nueva York. Despertaría demasiadas sospechas.

Lucie hizo un sonido con la garganta que hizo que todos se giraran para mirarla. Jonathan, que parecía ir dos pasos por delante de todo el mundo en ese plan de locos, sonrió.

—Creo que conozco a los candidatos perfectos para esa tarea.

Simon se la quedó mirando un momento, parpadeando, sin entender. Cuando Lucie le devolvió la mirada y arqueó las cejas, comprendió.

—Es cierto. Nosotros podemos ocuparnos de preparar la escolta, Viktor. Nos marcharemos inmediatamente a Nueva York para empezar a prepararlo todo. Y nos llevaremos a Jonathan para que Magnus empiece con el glamour. Mientras tanto... Deberían organizarse patrullas regulares por todas las Ciudades. Y Jabari, deberías ir a la Ciudad de Hueso. Busca al Hermano Amasa, dile que necesitamos que busque los informes de Benedict Thunderbolt y los envíe a Nueva York. Si dijo algo durante los interrogatorios, quiero saberlo. Si hizo algo en el juicio, quiero saberlo. Si sacaron algo de su mente mientras le quitaban el bloqueo, lo quiero — Jabari asintió, saludando a los presentes antes de desaparecer por el túnel que llevaba a su Sección —. Sansa, Gabriel, Iris, Sara, Shang, quiero a todos en alerta. No se nos puede pasar nada. Nada. Si alguien se entera de lo que vamos a hacer, estaremos perdidos en cuanto atravesemos el Portal. Mario, ¿puedo contar con tu apoyo desde el Instituto?

Mario asintió, con una mano en el hombro de Richard.

—Cuenta con nosotros, Simon. Estaremos esperando noticias.

Poco a poco, todos fueron abandonando la Sala, hasta que solo quedaron ellos. Alec tenía las manos en la cintura, y apretó los labios.

—Bueno... parece que tenemos trabajo que hacer. Deberíamos ponernos manos a la obra.

—Como siempre, amor mío, tienes más razón que un santo. Vamos allá. Rumbo a Nueva York. Hay Portales que abrir, hechizos que preparar y unas cuentas Leyes que infringir. Como los viejos tiempos —aplaudió Magnus, dirigiéndose efusivamente hacia uno de los agujeros, antes de girar sobre los talones — No es por aquí, ¿verdad?

Simón suspiró, meneando la cabeza, y señaló con el pulgar el túnel tras él.

—Por aquí, Gran Brujo de Brooklyn. No queremos que pases a ser el Gran Brujo del Túnel Cavernoso.


Bueno.

Ha sido un hiatus larguísimo. Lo sé.

No tengo excusa. Así que podéis matarme.

Y sé que no es un capítulo largo, para nada. De hecho, es bastante corto. NO OBSTANTE, me quedan dos semanas para terminar las clases de este año, lo que significa que tendré mucho más tiempo para escribir, y ahora que empieza la cosa buena, no voy a dejaros colgados.

Si a alguien hay que agradecerle mi resurgir de los abismos de Sherlock es a mi prometida Littlemacca, que ha estado atendiendo a las preguntas de la gente que se preguntaba si me había absorbido un agujero negro, o me había dado un chungo y había desaparecido. Y que me ha estado insistiendo de manera constante por whatsapp y por cualquier medio para que volviera, seduciéndome de nuevo hacia el fandom maravilloso de Cazadores de Sombras.

También es gracias a RonaldGarcia91, mi querido seguidor que se hizo notar poniéndose en contacto con Littlemacca y preguntando por mí. Querido, te tengo presente. Gracias por no olvidarte de mí.

Y básicamente es gracias a todos los que leísteis esta historia y estuvisteis ahí desde el principio. Nunca me olvidé de esta historia ni de vosotros. Simplemente llegaron otras cosas, y las musas se fueron de paseo. Perdí la inspiración, y no quería hacer algo mediocre y terminar con un final bajonero. Así que aquí estoy de nuevo, con grandes planes para el final de esta historia, y la firme intención de quedarme a terminarla como se merece. Como os merecéis que termine.

Sois estupendos, y si al recivir la alerta de una actualización, os habéis molestado en abrir el mensaje y leer, de llegar hasta aquí, también os doy las gracias, por seguir ahí y darme una segunda oportunidad que no merezco, solo por la larga espera en la que os he tenido.

Espero que el (ligero) cambio de estilo que la historia pueda sufrir no afecte a la lectura, y que las cosas que he aprendido de la vida en general estos dos años sirvan para que los personajes sean más creíbles, más vivos. Qué vergüenza, dos años es demasiado tiempo. De hecho, Littlemacca ya lo sabe, pero el título del capítulo tiene algo que ver con todo esto... y el que pille la referencia, supongo que se va a reír al menos un poco o va a querer asesinarme.

Resumiendo: Gracias.

He vuelto.

#MiraVive


He preparado un pequeño cast como plus para el capítulo... aunque solo para algunos personajes.

Dominic Rains — Viktor

Idris Elba — Jabari

Amy Adams —Sansa

Cloe Bennet — Iris

Hale Appleman — Johnathan Cazador de Sombras

Tadanobu Asano — Shang

Joseph Morgan — Richard

Rebecca Liddiard — Sara

Iain De Caestecker — Gabriel