Celular 2.- vuelta de mano
Abrió los ojos antes que sonara el despertador, los rayos del sol iluminaban la habitación matrimonial recordándole que su retoño tendría el placer de nacer en primavera.
La vida era maravillosa.
Su vida era maravillosa.
Tenía, salud, trabajo, amor, y como si eso no bastara, su amada Kagome en pocos días lo convertiría en padre ¿Qué más podía pedir? Se acomodo de lado en la cama para observar a su mujer, ella dormía tranquila, con un beso en su frente dio por iniciado el día. Su vida sin duda era maravillosa.
Llego a la oficina temprano, prendió su computador, miro por la ventana y lo único que faltaba para que su día fuera perfecto, era molestarlo a él, dándole el último vistazo a la pantalla, decidió ir a buscarlo,
—Hola Inuyasha! —Saludo Rin al verlo entrar a la oficina de Sesshōmaru, curiosa de verlo ahí; pregunto — ¿Qué haces aquí, algún problema?
—Hola Rin—saludo distraído—, ¿y Sesshomaru?
—Lamento decirlo, pero hoy no vendrá—La joven vio extraño a Inuyasha—, pero cualquier problema yo puedo ayudarte… —, su amigo miraba como si Sesshōmaru estuviera escondido.
Bufo petulante por la nariz, ¿su hermano ahora se escondía de él?, ¿no aguantaba sus burlas? Tendría que acostumbrarse, gracias a él no murió solo y amargado—… ¿Por qué no vino? —preguntó esperando otra respuesta.
—Dijo que no vendría, nada más —Rin con tono desganado, recogió unos papeles del escritorio y salió de la oficina.
— ¿Y tenía algún compromiso, tal vez reunión? —no noto cuando se quedo solo, salió también de la oficina acercándose al escritorio de la asistente para seguir hablando.
—Nada, y tampoco me quiso contar... —Rin se veía seria y algo nerviosa, ¿sería que estaba preocupada?
—De seguro quiso hacerte un regalo —se le ocurrió—, debe andar de compras —La joven se mantuvo de espaldas, Inuyasha se coloco nervioso —Eres lo mejor que le ha pasado, enserio, estas por sobre el aumento del precio de las acciones y el crecimiento de nuestro mercado —Bromeo y con eso consiguió que la joven lo mirara —a su forma… él te ama… ¿por qué no lo haría…?
—Eres un buen amigo Inuyasha—y su semblante cambio—, ¿almorzamos juntos? —cambio el tema, nada ganaba con preocuparse.
—Claro... cuñada... —bromeó Inuyasha antes de llegar al ascensor y alcanzo a ver como la joven sonreía con las mejillas rojas.
Definitivamente era lo mejor que le había pasado a Sesshōmaru.
Llamó al ascensor, se subió, se bajo y poco antes de entrar a su oficina, su celular vibró.
«Rin…» fue su primer pensamiento.
De seguro había llegado Sesshōmaru y ella quería cancelar el almuerzo.
No lo permitiría, Sesshōmaru debía compartir, después de todo "él" la conoció primero y si no fuera por "él", no estarían juntos…
Desbloqueó el celular con la respuesta ingeniosa perfecta…
—Te vez muy alegre y atractivo hoy… —Pasmado, no había otra forma de definirlo.
Miro hacia todos lados, de seguro era una broma, en su piso; la única oficina era la de él, el resto eran cubículos, por ende mucha gente se movía a su alrededor, demasiados para saber de dónde podía venir el mensaje.
Los segundos se transformaban en minutos y la tolerancia era un atributo que él desconocía… ¿Quién demonios había enviado el mensaje?
¿Y si no era una broma?, tan solo una equivocación, un número hacia la diferencia entre destinatarios…decidió contestar.
—No sé quien seas, pero yo soy Inuyasha, de seguro te equivocaste —Respondió al mensaje, tenía que ser un error.
—Sé quién eres, te veo todos los días, pero soy muy tímida para decir esto en persona.
Los nervios lo invadieron, la sangre se agolpo en sus mejillas y sus oídos retumbaron con los estrepitosos latidos de su corazón…
—Rin...
Tres simples letras le robaron el alma, el pulso, y un par de años de vida, Sesshōmaru estaba tras él, noto su presencia por la sombra oscura que sobresalía por su cabeza, su voz sonaba ronca…roncamente asesina.
— Que si viste a Rin…
Parpadeando suavemente dejo entrar oxigeno a sus pulmones, Sesshōmaru no lo estaba acusando, estaba preguntando.
Los segundos pasaban y el mayor estaba por perder la paciencia, Inuyasha estaba más estúpido de lo normal.
—La vi hace poco; en tu oficina, recogía unos informes…—Intentando disimular su agonía, decidió dar la cara y quedar frente a él.
Aunque ver pánico en los ojos de su hermano, fue algo que disfruto, guardo silencio, observándolo detenidamente; vio el celular en su mano y como el menor intento esconderlo, no necesito más para sacar conclusiones.
—Ya te dije, la vi en tu oficina, pero almorzaremos juntos ¿le doy algún recado de tu parte? —intento disimular pero fue inútil, su hermano olía el miedo.
—….. —Regreso sobre sus pasos sin responder la pregunta, habían cosas más importantes que Inuyasha en esos momentos, debía encontrar a Rin antes de topársela en algún pasillo, para ella; él no estaba en el edificio y debía seguir así.
Cuidadoso de las esquinas detuvo su paso antes de terminar el pasillo, viendo hacia atrás de reojo, la reacción de Inuyasha lo intrigo, ¿Podría ser que él…?
Inuyasha volvió a revisar su celular no habían mas mensajes por el momento, respiro profundo y entro a su oficina para descansar del susto, en unas horas iría con su amiga, pero mientras debía decidir si contarle o no.
Por muy de sorpresa que lo tomo su hermano, se percato la pequeña bolsa que cargaba Sesshōmaru en su mano, él tenía razón con el regalo; eso lo alegro, pero ¿y qué hacer con lo otro?
La hora del almuerzo llegó, y corrió por las escaleras hasta el casino -necesitaba botar energías- en la fila de la caja encontró a Rin conversando con otras asistentes, a su llegada las mujeres se disiparon acelerando el pago y entrega de la comida, así Inuyasha y Rin se sentaron, sin embargo Inuyasha no aguanto.
—Rin, si yo te contara un secreto, ¿Lo guardarías? —La joven que iba a dar la primera mascada; se quedo mirándolo, bajo la comida de vuelta al plato y contesto.
—Yo te quiero Inuyasha; pero la verdad es que no, depende de la gravedad del secreto es lo que me toma contárselo a Kagome —cruzándose de brazos lo miro seria.
— ¡¿Creí que eras mi amiga?! —reclamo ante la falta de compañerismo.
—Lo soy, pero entre mujeres debemos apoyarnos y la tuya esta por dar a luz, por si lo olvidaste.
—Si insinúas que he hecho algo malo, olvídalo
—Entonces que puede ser tan… —el silencio cayó cuando Inuyasha puso frente a Rin los mensajes de su celular.
—Quien sea tiene muy mal gusto—bromeo la joven terminando de leer y dejando el celular de lado para comer.
—No es gracioso…—Tomo de nuevo el celular y releyó — y si es… ¿ella?— y Rin devolvió la comida intacta al plato.
— ¿Ella?— pregunto Rin — ¿No era que la habías olvido? Además ¿Por qué ella?
—No lo sé, solo lo pensé —contesto algo avergonzado
— Se lo que te sucede…—suspiro tomando un aire serio— Creo que estas algo superado con el momento que vives —Rin tomo su mano en manera de consuelo —Estas feliz con Kagome, serás papá, muchas cosas buenas te han pasado en este último tiempo…Inuyasha… "Ella" es solo producto de tu imaginación.
Y de un golpe Inuyasha le quito la mano a Rin —Amor platónico no es lo mismo que imaginario.
—Seamos honestos… Kikyo jamás se fijo o se fijara en ti, supéralo…
Eso hirió su orgullo.
—Solo digo que quizás me ha visto más maduro y se dio cuenta de lo que pudo tener…—fantaseo el hombre.
— ¿Seguimos hablando de Kikyo? —Pregunto Rin con sarcasmo—Inuyasha, ella existe para realizarse como profesional—intento convencerlo—, además—quedaba el último recurso —no le gustan los hombres como tu…
— ¿Como lo sabes?— reacciono de inmediato al sentirse ofendido.
—Supe que salía con un tipo llamado Naraku.
Y la desilusión lo invadió, intento componerse pero fue muy tarde, Rin se había dado cuenta.
Rin suspiro si no había otra forma, mas le valía a Inuyasha aprovecharla —Habla con ella…— propuso revisando su celular, viendo la hora.
— ¿Qué? —estaba confundido, ¿no le decía hace dos segundo que olvidara el tema?
—Pregúntale —apoyo los codos en la mesa y junto las manos—, no hay otra forma de salir de la duda y que cierres ese círculo… pero…—pauso sus palabras —…estaré atenta —amenazó— y si veo algo… por más mínimo que sea… —La pausa fue interminable para un espantado Inuyasha—…sabrás que Sesshōmaru es un niño de pecho al lado mío…
El mismo diablo se dejo ver tras el chocolate de aquellos dulces ojos.
— ¿Entendiste?—No pensó dos veces la respuesta, trago saliva y en silencio asintió.
—Creo que mi plato se enfrió, pediré que lo calienten… —Rin partió hacia una de las asistentes de la cocina y espero paciente que la joven volviera con su comida humeante.
Inuyasha se mantuvo en silencio pegado al respaldo de la silla, Rin daba miedo, si.
«Pero…
Y si…
Las dudas comenzaron a aglomerarse en su interior
Serás tú… ¿mi querida Kikyo?»
Deprimido y disminuido volvió del almuerzo, Rin había comido como si nada mientras que él sufría con cada bocado
«Me quiere, no me quiere...»
¿Por qué seguía dándole vueltas al asunto, donde estaba la felicidad de la mañana cuando la necesitaba? ¿Que había cambiado?
Su celular volvió a vibrar y su corazón dio un brinco, un nuevo mensaje se hacía presente frente a él… ¿lo leía o no lo leía?
—No estés pensando tonterías. Rin.
— ¡Mocosa del demonio! —Grito enojado, que susto le había provocado, que poca consideración, guardo el celular molesto, cuando un segundo mensaje vibro en su bolsillo. —Qué demonios quiere ahora…
—Inuyasha, tus ojos resplandecen cuando te apasionas...eso me enloquece...
De nuevo olvido como respirar…
— ¿Quién eres…?—Sus dedos teclearon más rápido que su cerebro procesará, su boca se frunció ansioso de una respuesta.
—Soy tu, soy yo, somos uno.
Lo apagó.
No quería seguir leyendo… no quería saber quién era…
Entro a su oficina, y cerró la puerta de golpe lanzando el celular a un lado, se sentó frente al escritorio empujando el mouse con el codo, y de inmediato apareció el fondo de pantalla del computador, su hijo se hizo visible de inmediato, causándole un sentimiento de culpa colosal. No podía permitirlo, Kikyo o cualquiera otra; no podía permitirlo, él amaba a Kagome y a su bebe.
Terminaría ese asunto ahí e inmediatamente.
Se paro en busca del celular y lo prendió, al encenderse comenzó a vibrar de tal forma que dé la impresión lo soltó, una llamada entrante y mil llamadas y mensajes de voz se acumulaban en su buzón ¿Qué demonios sucedía?
— ¡Inuyasha!—La voz de Kagome llego del otro lado de la puerta, sudo frio, su esposa había percibido sus malos pensamientos e iba a aplastarlo con su gran barriga…
Abrió la puerta temeroso, pero era un hombre y como tal asumiría su castigo…
— ¿Por qué apagaste el celular?—Kagome entro con cuidado pero sonrientemente ansiosa—, ¡no te imaginas lo que sucedió!
—…—completamente desconcertado tuvo miedo de preguntar pero cuando vio su sonrisa supo que no lo había descubierto — ¿Qué paso? —Pregunto con la sonrisa más rara que pudo.
— ¡Sesshōmaru le pidió matrimonio a Rin!—Kagome movía los brazos de felicidad y daba pequeños saltitos hasta que su vientre dolió y necesito sentarse.
— ¿Que hizo qué? —No entendió…
— ¡No es romántico!—Kagome no le dio importancia, ella también había quedado asombrada— La terraza del edificio la mando a convertir en un jardín lleno de plantas con flores, luego la cito ahí y se lo propuso… —sus ojos destellaban con cada palabra — no puedo creer que tanto romanticismo haya venido de Sesshomaru pero ¡sí! — La alegría desbordaba a la mujer y con ese mismo sentimiento acaricio con ternura su vientre—Rin te llamo mil veces para darte la noticia pero tu celular estaba apagado y como yo andaba cerca pase a ver si estabas bien…
Culpa.
La culpa lo invadió haciéndolo sentir la peor persona del mundo, su mujer lo amaba y estaba feliz, traería pronto su hijo al mundo y él… él jugaba como un adolecente con otra mujer…
—Perdóname Kagome… —fue lo único que pudo pronunciar antes que las lágrimas lo hicieran hipear
Con ambas manos Kagome se tapó la boca por la sorpresa —No puedo creer… —y ahí venia la recriminación que Inuyasha tanto temía— que quieras tanto a tu amiga, no te preocupes, Rin te perdonara por no haberle contestado…—rápidamente dio la media vuelta y dándole a espalda antes de salir de la oficina dijo— ellos están en este momento celebrando, si quieres ven con nosotros…
La brusca salida de Kagome fue extraña pero eso no era lo importante—En un momento voy, debo terminar algo urgente.
Dándole una sonrisa, Kagome se retiró…
Cayo al suelo sentado, era peor que las escorias más grande que había conocido, incluso Sesshomaru con lo "Sesshomaru que era", había tenido el más bellos de los detalles con su amada ¿y él?
Tomo nuevamente el celular y vio que tenía un par de mensajes nuevos.
—Inuyasha, sé que no lo entiendes, pero ha llegado el momento de que conozcas mis sentimientos.
En el siguiente decía.
—Inuyasha dame una oportunidad, somos el uno para el otro, solo que aún no te das cuenta.
—No quiero seguir viviendo sin ti.
Volvió a lanzar el celular y se dejó caer hacia atrás quedando acostado de espaldas en el suelo.
No engañaría a Kagome ni por todas las Kikyo del mundo… ¡eso era! Hablaría con la persona de los mensajes y le explicaría que él amaba a su mujer y a ninguna otra.
Si no aclaraba las cosas… y se enteraba Kagome… seria su fin.
Estaba decidido.
Tomo su celular y pensando muy bien las palabras; escribió.
—Juntémonos en un lugar privado para hablar. —envió.
Cruzándose de piernas, espero paciente una respuesta, los segundos se hicieron eternos esperando que el maldito celular vibrara.
Sin embargo, cuando el celular vibro en su mano, nervioso lo dejo caer y la pantalla se quebró…
— ¡No, No, No! — ¿acaso era su fin? — ¡Estúpido celular no te apagues…! por favor…
La pantalla se ilumino y también el rostro de Inuyasha, la respuesta había sido positiva.
—En 10 minutos, en las sala de reuniones del tercer piso.
¡Listo! Su suerte estaba echada, solo le quedaba hacer lo correcto.
Un minuto… ¡10 minutos! ¡No estaba listo!
No supo cómo, no supo cuando… pero llego a la sala.
Sus manos temblaban, su boca estaba seca y su conciencia lo carcomía.
¿Porque había caído…?
Siempre le había gustado Kikyo; desde la llegada de la mujer a la empresa, pero por su carácter serio y formal, no había tenido otra opción que amarla en silencio… pero… un día… llego Kagome a su vida, y todo cambio.
Él no quería engañar a su esposa, la amaba, más que a Kikyo, más que a su vida, con esa certeza en su pecho se sintió aliviado, él no haría algo que pudiera herir a su esposa… pero… ¿a que estaba dispuesta la otra mujer?
Los 10 minutos pasaron y el pomo de la puerta giro, el corazón d Inuyasha se detuvo.
Era la hora de la verdad
Inuyasha bonito… ahora eres ¡mío!
Un fuerte alarido recorrió el edificio y todos los trabajadores guardaron silencio para saber que no había sido un error, ¿estaba alguien siendo atacado?
—Porque sonríes… Sesshōmaru. —pregunto suspicaz Rin.
—…—la miro a los ojos, de frente y con tranquilidad —Tú me haces feliz…
El alarido desapareció y todos volvieron a lo suyo, nadie pregunto por él… nadie extraño a Inuyasha.
¿El fin?
¡No!
No es el fin, paralelamente es comenzó a escribir solo el epilogo, no les aseguro que este pronto, pero créanme, no quedara así…eso espero.
Buenas noches, las quiere, Yuki!