-COLE-

El día que Grace volvió en forma humana a la casa, después de suministrarle la meningitis siendo loba, fue el día en el que se dio por firmado que yo había encontrado una cura temporal a nuestra licantropía. Bueno, no encontrado, si no confirmado. La que lo encontró había sido Isabel, hace ya bastante tiempo atrás. La cosa es que tuve que irme por todo el fin de semana del refugio, para dejarle espacio a la "feliz pareja". Me fui en el Volkswagen de Sam a Duluth a matar el tiempo. Me incliné a ver una película al cine, aunque creo que es bastante aburrido mirar una sin tener nadie con quién comentarla. Era una de zombies come cerebros de jóvenes de instituto que los combatían con bates de béisbol y taladros de segunda mano. Digno de ver, si hubiese tenido mejor presupuesto. Isabel se hubiera reído de cuán patéticos se veían los actores con sus caras y expresiones de falso horror.

Me sorprendió escuchar Break my face en los créditos del final, junto a los nombres de directores y guionistas. Aunque escuchar NARKOTIKA después de tanto tiempo no me evoca ningún sentimiento, ni siquiera nostalgia. Está en el olvido. Más nostalgia me causaba que Isabel estuviese tan lejos. Vale, después de que la llamé cuando me creía muerto, la llamo todos los días. La diferencia es que ahora me contesta el teléfono. Lo malo, es que con dos llamadas, se me acaba el saldo del mes. No puedo evitarlo, sin Isabel ya no es divertido este lugar. Aunque nunca ha sido particularmente divertido. He comenzado a asistir a una universidad aquí en Duluth, estudiando biogenética. No es que me enseñen nada que yo ya no sepa, pero con un título puedo empezar a trabajar en un laboratorio de verdad, lo que me da dos beneficios o más: poder experimentar con equipos más avanzados, después de todo para algo está la tecnología. Y así encontrar una respuesta más concreta sobre nuestra condición lobuna. También puedo ayudar Sam a pagar las cuentas de luz, agua y…bueno, todo lo que no cubre su saldo de bibliotecario. Grace tiene una beca en una universidad aquí también, aunque está estudiando pedagogía en ciencias matemáticas. No quiere nada del otro mundo, si estudia para ser profesora. Me ha dicho que si puede aguantarme a mí, puede aguantar a cualquier niño problemático.

Ja, ja. Muy graciosa.

De aquí a unos cinco años, vamos a repartir los gastos en tres, lo que nos deja con bastante dinero libre. Anoche hablé con Isabel por skype, y me ha dicho que está estudiando medicina en una prestigiosa universidad de California del este. Era bastante obvio. También me ha recomendado afeitarme, ya que parezco "un neandertal de la época de las cavernas". Genial, sigue siendo igual de sutil que siempre para sus comentarios. La verdad es que últimamente me he dedicado tanto a mis experimentos que con suerte me ducho. Tengo barba de vago y pelo hasta los hombros. Y el tarado de Sam me ve todos los días y no me dice una mierda sobre mi cuidado personal.

Con estas cosas en mente, salí del cine a comprar una afeitadora. Y shampoo. Y una colonia. Y un cepillo de dientes. Vale, si, soy un asco desde que Isabel se fue.

Por suerte, con esta pinta nadie reconoce a Cole St. Clair el alma de NARKOTIKA. Me devolví al Volkswagen y puse la música a todo volumen. Últimamente, estaba escuchando rock clásico de los ochenta. Me salí hacia un hotel decente mientras escuchaba Rocket Queen de los Guns n´ Roses. A los quince los idolatraba, hoy aún me gustan. En la carátula del CD venía una foto de los integrantes de la banda. Me los conocía de memoria: Izzy, Duff, Steven, Slash y Axl. Ese tipo tenía una pinta en la fotografía que me pareció imitable. Vale, no me iba a teñir el pelo de rojo, pero podía mantener el largo, pegarme una afeitada y volvería a ser igual de irresistible que siempre.

Exactamente eso fue lo que hice, y el lunes, cuando volví a casa, parecía un homo sapiens, y no un neandertal. Como diría Isabel.

-GRACE-

Ya no me sentía tan insegura como antes, ahora tengo la certeza de que soy humana. O por lo menos durante un buen tiempo. Quince años es bastante tiempo. Apenas divisé a Sam a través del bosque, corrí hacia él. Había encontrado unas ropas en la cabaña de Beck que debieron ser de Shelby, y que a mi me sirvieron para no aparecer frente a Sam y Cole desnuda. Cole se fue por ahí durante todo el fin de semana, supongo que lo ponía un tanto incómodo convivir con una pareja reencontrada durante las recientes cuarenta y ocho horas. Mejor. Porque tenía toda la razón en sentirse así: con Sam vimos películas, fuimos al claro, cocinamos, leímos, nos acostamos…. De todo hicimos. Llamé a Rachel para ver cómo le iba, y me dijo que había vuelto de Noruega, por lo que apenas tenga tiempo iré a visitarla. La nueva casa era espaciosa y Sam se las había arreglado para llenarla de vida: era cálida y acogedora, con pinta de cabaña, muchas alfombras y sillones. Nuestra habitación ahora tenía una cama de dos plazas y un televisor. Y para variar, miles y miles de grullas de papel pegadas al techo.

Estaba tomando té frente al televisor, en los nervudos brazos de Sam, cuando llegó Cole. Se veía mucho mejor cuidado: se había afeitado, duchado, llevaba el pelo largo pero peinado, se veía más humano.

-Buenos días, St. Clair-dije a modo de saludo.

-Lo mismo digo, Brisbane.

-¿El auto, Cole?-preguntó Sam. Cole le tiró las llaves a modo de respuesta.

-En el estacionamiento. Dioses, aquí hace un frío que pela-se estremeció-. Podrían prender la calefacción de vez en cuando.

La verdad es que no nos hemos dado ni cuenta. Con el calor que creamos nosotros mismos es más que suficiente. Lo que él no sabe, es que hemos estado hablando con Isabel mientras él no estaba. Pidió que la transfirieran a esta zona, donde faltan médicos experimentados. Por dos años será la asistente del doctor Philipps, un viejo que lleva años de médico general en el hospital local de Mercy Falls. Pero es sorpresa. Para Cole, claro. Le hemos dicho que se quedase aquí.

-Cole ¿Cuándo es tu cumpleaños?-inquirió Sam.

-No te molestes en darme un regalo, Ringo. Con mi perfección basta.

Cole, siempre Cole. No iba a dejar de ser ególatra.

-Pero es en una semana, si te interesa-prosiguió.

-¿Tan pronto?-pregunté con fingida preocupación. Ya lo sabía-. ¿Y no nos dijiste nada?

Se rió fuerte y sarcásticamente. Como burlándose.

-¿Acaso mami me va a llevar a Play Land? ¿Papi nos va a acompañar?-dijo señalando a Sam.

Vale, además de que Cole era inmaduro, nosotros éramos la pareja de la casa al fin y al cabo. Así que lo nuestro era una familia. La manada se había acortado, después de la matanza, pero los lobos que quedaban y nosotros, constituíamos la familia de los lobos de Mercy Falls. Y Cole se dedicaba a hacer experimentos con su cuerpo y, si tenía suficiente éxito, también con los lobos que rondaban por aquí. A Sam le baja ataque cuando ve a Cole meterle una aguja debajo del pelaje a Ulrik lobo, o a Paul lobo…cualquiera. Y cuando no ocupaba el cerebro, Cole se dedica a hacer payasadas. Y si se aburre, habla con Isabel, y juntos se quejan de cuán patético es el mundo y cosas como esas. Convivir con alguien así es un arte. Por eso estoy estudiando pedagogía.

-Sí Cole.-contestó Sam-. A Play Land y luego a algún restaurante. El que tú quieras.

-Sam, el único regalo que me encantaría que me dieras, es que dejes de recitar poesía victoriana sólo por ese día. Te lo agradecería desde el fondo de mi alma.

-Vale.

-Genial.

Cole subió a su cuarto y yo le guiñé un ojo a Sam.

-Bien hecho, pupilo mío. Tal parece que ya casi sabes mentir bien-le dije-. No te pusiste nervioso ni nada, te felicito.

-Muchas gracias, es un honor saber que voy mejorando en tu materia ¿Crees que se dio cuenta?

-Para nada ¿Quieres hacer algo ahora?

-Estaría bien que le dejásemos la casa a Cole por un momento, es lo justo. Te invito a cenar. No creo que hoy la queme ni nada parecido. Se le ve exhausto.

-Suena bien. Voy por mi abrigo.