Disclaimer: Los personajes pertenecen a Cassandra Clare. Todo lo demás, es fruto de mi mente traviesa.
Este es mi segundo fic y mi primer crossover. Espero que os guste.
Jem esperaba pacientemente sentado en el peldaño de las escaleras del Instituto. De vez en cuando observaba a Tessa, que estaba concentrada en su tarea. Will no paraba de revolotear y de preguntar:
–¿Y cuánto queda?
–Menos que antes, Will –respondió Tessa por quinta vez.
–Ya, pero… ¿cuánto crees que será?
–Will… –Jem le hizo la típica mirada de: No sigas, William Herondale.
–¡Está bien, está bien! –Will alzó las manos para excusarse y se sentó junto a Jem.
Pasaron dos minutos que a Will le parecieron una auténtica eternidad. Se levantó.
–¿Adónde vas, Will? –le preguntó su parabatai.
–Voy a comprar tres billetes para el próximo vapor para Nueva York. Seguro que llegamos de ese modo antes.
–Will, ¿no te das cuenta de que así le impides concentrarse, con lo que, tardará todavía más?
–No todo el mundo posee la misma paciencia que tú, Jem.
Tessa, ajena a esta discusión, sonrió y dijo:
–¡Eureka!
–¿Y bien, Arquímedes? ¿Ya has descubierto la densidad? –preguntó Will sarcástico.
Se giró y observó a Tessa.
–Oh vaya, parece que eso es un portal.
–Pues claro que es un portal –dijo Tessa con los brazos en jarras–. Aunque si lo prefieres, ve a coger el vapor.
–Es tentador, la verdad. ¿Cuánto se tarda en barco? Habrá muchas mujeres, que, sin duda, no podrán resistirse a mis encantos. Podría ponerme morado allí…
–Will –Jem lo tomó del brazo–. ¿Te has decidido ya, vienes con nosotros o tomas el barco y, para cuando llegues, ya habremos vuelto?
Will fingió pensárselo.
–De acuerdo, iré. Pero sólo porque sé que me necesitaréis.
–Como si sirviera para algo tenerte pululando… –murmuró Tessa.
–Señorita Gray, la he oído –Will le ofreció una sonrisa torcida–. Entonces, ¿a qué esperamos?
Tessa se mordió el labio. Aquello parecía un portal bien hecho, sin duda, pero aun así, estaba nerviosa. Jem, que lo advirtió, se acercó a ella y le ofreció su brazo. Ella lo tomó, con gusto, y ambos compartieron una sonrisa cómplice.
–Adelante –dijo Jem–. Confiamos en ti, Tessa.
Se colocaron en frente del portal.
–Eso dilo por ti. Yo no las tengo todas conmigo –dijo Will.
A pesar de esto, los tres dieron un paso al frente al mismo tiempo.
Lo primero que vieron al cruzar el portal, fue un callejón oscuro y sucio. Los tres permanecieron callados por un tiempo, asimilando el cambio de lugar.
–Sin duda es preciosa tu ciudad, Tessa –dijo Will con sarcasmo mientras arrugaba la nariz.
–Toda Nueva York no es así, William. Yo os traje a un lugar apartado, ¿o es que deberíamos haber irrumpido en medio de la ciudad?
–¿Se supone que estamos cerca del Instituto, no? –preguntó Jem.
–Por lo que averiguamos, sí. No tenemos que caminar mucho.
–Bueno, pues propongo que, en primer lugar, acudamos al Instituto.
–Estoy de acuerdo con Jem. Las maletas pesan.
–Yo también podría llevar alguna… –se ofreció Jem.
–De ninguna manera, tú ya llevas a Tessa, que ya es lo suficientemente pesada.
–¡Will! –Tessa se giró hacia él y Will le sacó la lengua.
–¿Hacia dónde vamos, jefa?
–Debemos torcer hacia la izquierda.
Caminaron hasta el principio del callejón, donde comenzaron a ver la luz. Bien, calculamos bien. Estamos de día, pensó Tessa, pagada de sí misma. Al fin y al cabo no era tan complicado abrir un portal. Vieron unos edificios de ladrillos sucios, típicos de Nueva York. Aunque a Tessa le sorprendió su altura. Al torcer la calle, hubo algo que les sorprendió a los tres todavía más. Se encontraban en una avenida asfaltada (y no adoquinada), con gente caminando a los lados vistiendo un vestuario muy diferente al suyo, y había una serie de ¿Carruajes? Al menos parecían servir para lo mismo, pues se desplazaban e iba gente dentro.
–Vale, esto lo digo en serio. ¿Es así Nueva York? –preguntó Will con los ojos y la boca muy abiertos–. Porque no comprendo nada.
–Yo… Nueva York no es así. Al menos no la última vez que vine.
–Quizás sea obra de un extraño hechicero…
–Busquemos el Instituto, allí nos podrán explicar la situación.
Una vez más, Tessa y Will estaban de acuerdo con Jem.
Siguieron el mapa que habían trazado, pero tardaron mucho más de lo esperado. Para empezar, no paraba de cruzarse gente extraña con ellos, por lo que decidieron ponerse un glamour para mejorar la situación. Y en segundo lugar, aquellos carruajes no paraban de circular a alta velocidad. Había, además, diferencias con respecto al mapa que tenían pero, aproximadamente una hora después, llegaron a lo que a todas vistas era el Instituto de Nueva York.
–Grande, imponente y bello –dijo Will–, es tan parecido a mí.
Jem y Tessa no pudieron contenerse la risa.
Se acercaron más y tocaron a la campana de entrada.
–¿Nos esperarán, no?
–Claro que sí, Tessa. Respondieron que nos recibirían con los brazos abiertos –Jem le ofreció una sonrisa. Sabía que Tessa estaba inquieta, tenía miedo que aquellos cazadores no fueran tan amables como Charlotte y Henry.
Pero pasaron los minutos, y nadie abría. Will volvió a tocar la campana, varias veces.
Cuando ya habían decidido desistir, escucharon una voz:
–¡Ya voy, ya voy! –Oyeron decir gritando, desde el interior–. ¿A qué idiota se le ocurre tocar a la campana cuando está el timbre?
Y la puerta de madera se abrió.
¿Merece algún review? :)