Disclaimer: Hetalia pertenece a la mente prodigiosa del asombroso y sensualón Hidekaz Himaruya, y a no ser que Iggy me hechice, nunca seré él (T-T) por lo tanto Hetalia y sus personajes no son de mi propiedad, solo la historia y algún que otro OC que meta aquí.
Advertencia: Los nombres humanos que usaré en este fic son los de María Amalea Vargas (Sicilia, OC mía), Gretchen Zwingli (Liechtenstein), Victoria Oukhira (Seychelles) y Vladimir Moldoveanu (Rumanía) Ah, y Universo Alterno.
Sobre el Fic: Antes de leer, diré que éste, aunque no pueda parecerlo a simple vista no es un fic corriente. Es una crítica social a través de los personajes de Hetalia, habla sobre el sufrimiento y la denigración humana, el maltrato, las drogas, el acoso, la muerte y también sobre el amor y la amistad, siempre desde un punto de vista realista. Si esperas encontrar aquí un fic hiper mega azucarado lo siento, este no es tu fic.
~Capítulo 1: Héroes solitarios~
Bachillerato en España, Preparatoria en latinoamerica ¿Qué más daba el nombre? Significaba lo mismo después de todo. Y en la academia W, la cosa no era muy distinta después de todo. Sea como fuere, Preparatoria o Bachillerato, cada alumno tenía en su mente una clara definición de aquel sitio por el que tendrían que pasar, para adentrarse en otra nueva y, quizás emocionante, etapa de su vida: Para unos, es el lugar donde se preparan para entrar a la universidad. Para otros, significan los últimos tres años para abandonar el mundo de los insoportables estudios, los profesores, los deberes…
Pero para Gretchen Zwingli, era un infierno hormonal donde la quemarían, la atravesarían con un palo, y después, si tenían compasión, la enterrarían viva en un foso sin fondo.
Y si, para Gretchen Zwingli, aquel era un pensamiento bastante positivo.
A paso lento, temblando, y aferrándose a las asas de su mochila rosa chillón, Gretchen avanzó hacia la entrada de su nueva escuela, viendo a todas aquellas personas saludarse, abrazarse y mostrar otras señales de afecto. Ella no tenía a nadie a quien saludar o abrazar, no había nadie a quien conociese. Todas sus amigas y amigos habían ido a preparatorias distintas, y ya estarían en su segundo año, estudiando a fondo para el último año, donde prepararían los exámenes para pasar la selectividad. Para Gretchen, sin embargo, sería su primer año en la preparatoria. Temía profundamente el meter la pata en su primer día de clases, que el profesor preguntase algo y ella no pudiese saberlo y responder, que la gente se riera de ella…Bueno, era de esperar que ella no se acordase de nada. Después de todo, había repetido curso y se había pasado casi el último año encerrada en su casa, y cuando no estaba en ella, se la pasaba trabajando en la pastelería de su hermano Vash, horneando pasteles, sin salir de la cocina. Casi dos años sin pisar una escuela…
No es que sufriese de agorafobia ni mucho menos, simplemente, no tenía confianza en sí misma como para comenzar una conversación con alguien, o hacer amistades. Bueno, antes si, pero en aquella etapa de su vida, no le quedaba nada de eso.
Hasta hace unas semanas, ni se le hubiera pasado por la cabeza el volver a ese infernal centro educativo que devoraba hasta el mínimo ápice de su inocente y delicada alma.
Al menos, no hasta que vio que oyó…Eso.
¡No, no y no! ¡No iba a recordarlo, por mucho que le doliese! Su querido hermano ya había dejado muy bien claro lo que pensaba de ella, y no le iba a dar el gusto de seguir pensando lo mismo. Iba a estudiar, iba a sacarse una carrera, iba a tener un trabajo de lujo, iba…
Dios, iba a morir.
Un timbre escandalosamente fuerte, sonó a la entrada de la academia W, haciendo que el alumnado que aún quedaba en la puerta se agolpase para entrar dentro. Gretchen, entró la última, caminando cual robot, pues, las piernas no le respondían. El guardia de la entrada le dedicó una mirada de extrañeza y cerró la puerta detrás de ella. ¡Ah! Juventud, tan raros y hormonados…
Una vez el edificio se hubo cerrado, un chico rubio salió de detrás del árbol en el que llevaba escondido más de media hora. Frunció el ceño y una sonrisa torcida se formó en su rostro. Sus ojos verdes, fijos en el edificio, brillaban de preocupación.
-Gretchen, hermana, recuerda que esto lo hago por tu bien-Se dijo por lo bajo, quedándose unos instantes frente a la misma academia en la que, ocho años atrás, pasó sus días estudiando para cumplir su sueño de introducirse en el mundo de la repostería.
El chico dio media vuelta y, dando zancazos, se dirigió hacia su humilde pastelería, rezando para que a su hermana pequeña no le volviese otro ataque de pánico y se encerrase en su habitación por otro año más.
Gretchen caminaba por los pasillos del instituto esquivando a los cientos de alumnos que por allí corrían, saltaban y brincaban como cabras en el monte. Se escondió tras una taquilla y sacó un papelillo blanco, en el que se nombraban las aulas en las que tendría sus clases. Su hermano se había encargado de organizarle la agenda para facilitarle su estancia en su nueva academia, cosa que en parte agradecía. Sin embargo aquello era una nimiedad comparado con lo que tendría que enfrentar ella sola.
Miró el papel, buscando con la mirada el aula 12º. Tenía historia, y a primera hora…Su día no podía irle peor.
Al final acabó encontrando el aula al otro lado del pasillo, después de quince minutos buscando por los recovecos del pasillo, y la interminable cola de alumnos que se apresuraba para entrar a sus aulas.
El aula 12º estaba cerrada, mal asunto, eso significaba que su clase había empezado. Tendría un retraso…¡Y el primer día!. Se planteó retroceder, huir de casa, y ganarse la vida de pastelera ambulante. Ya iría a la universidad…Dentro de ocho o nueve vidas.
Su huida fue frustrada al chocar con el chico que tenía detrás. Era alto (Bueno, todo el mundo suele ser más alto que ella) de piel morena, tenía el pelo castaño claro y los ojos rojos, del color de la sangre. Del cuello le colgaba lo que parecía ser un amuleto de madera artesanal, y luego se fijó en su cabeza, en la que llevaba puesto un bombín verde pistacho, que le daba un toque distinguido y ridículo.
-Oh, e-e-eh….L-Lo siento, n-no te h-había visto…-Demonios, llevaba tanto tiempo sin hablar con nadie que no fuera su hermano o Elizabeta que ya había olvidado como dirigirse a otra persona, a parte del "¿Con glaseado?" o "¿Son 2,50?" las pocas palabras que cruzaba con los clientes que iban a la pastelería de su hermano.
-No pasa nada-El chico le dedicó una sonrisa amable a Gretchen-¿Tienes clase en esta aula?
El cerebro de Gretchen colapsó. Ya no sabía que decir, un gato invisible se había comido su lengua, como también se había tragado todo el amor propio que había reunido semanas antes para internarse en la escuela.
Optó por usar las típicas coletillas que había oído en la tele, para proseguir con la conversación.
-Q-Qué…Qué buen día hace.
-¿Perdón?-El moreno no entendía a qué había venido eso. Gretchen estaba a punto de explotar. Literalmente.
-P-Pronto habrá lluvia.
-¿No acabas de decir qué hace buen tiempo?
-L-La… política va en decadencia.
-¿Eh?-El chico se percató del tembleque de la chica y antes de poder ofrecerle ayuda, un vaso de agua o un remedio curativo de los nativos de su tierra la puerta del aula 12º se abrió de golpe.
Un hombre alto y delgado, vestido con ropa elegante y extraña que, seguramente hubiera estado de moda en el siglo xviii, abrió la puerta con una mueca de desagrado. Sus ojos violetas, entrecerrados, los miraban con desaprobación, mientras ladeaba la cabeza de un lado a otro, haciendo mover el rizo que tenía encima de la cabellera.
-Buenos días jovencitos. Espero que hayan disfrutado de una fructífera conversación-Dijo con un tono sarcástico- Pero me temo que esto es historia, y aquí, no se habla de otra cosa a no ser que esté relacionada con la Segunda Guerra Mundial.
Los arrastró dentro del aula mientras veinte caras los miraban con detenimiento. Seguro que se están riendo de mi por dentro en este instante…. Pensó Gretchen para sus adentros, temblando como una hoja. Se sentó en el primer sitio que encontró, sin molestarse en mirar a su compañero de al lado, a quien no tenía intención de conocer. El moreno que conoció antes, se sentó tres filas más atrás.
-Muy bien, díganme sus nombres para anotarles un retraso en su ficha de clase-El hombre del rizo, el cual parecía ser el profesor de historia, agarró una libreta color añil y con un bolígrafo rojo, apuntó en la dirección del chico del bombín.
- Vladimir Moldoveanu, profesor-Contestó el moreno del bombín, ahora llamado Vladimir.
El profesor fijó su mirada en la rubia que había acompañado a Vladimir. Gretchen tembló aún más, y se planteó seriamente esconderse debajo de la mesa.
-G-G-Gretchen…Gretchen Zwingli…-Contestó con un hilillo de voz. Su profesor, que había estado mirándola con aires de superioridad, notó como sus pupilas se dilataban y dejó ver en su rostro un gesto notablemente sorprendido, que ocultó tras su libreta.
-¿Zwingli?-Repitió el hombre, tratando de no atragantarse con sus propias palabras.
-S-Si…
Pasaron varios segundos en un silencio incómodo. Los alumnos miraban al profesor, aparentemente, apuntando cosas en su libreta. Este, sin embargo, cavilaba algo que escapaba de la mente de todos.
El profesor aclaró su garganta y procedió a dar su clase.
-Buenos días. Mi nombre es Roderich Edelstein, y seré vuestro profesor de historia este año-Paseó su mirada por toda la clase para detenerse de nuevo sobre Gretchen, de apellido Zwingli-Bien, alguien conoce las causas que provocaron la Segunda Guerra Mundial, o mejor dicho ¿Cuál es el concepto que tenéis de la Segunda Guerra Mundial?
-Fue una guerra mundial segunda, después de la primera-Dijo un chico moreno, con una máscara blanca que cubría la mitad de su rostro. Todo rieron ante la gracia menos el profesor Edelstein, quién lo miraba con una mueca de desaprobación.
-¿Vamos a empezar igual este año? Señorito Adnan-Preguntó su profesor, temeroso de ver repetir a su alumno otro año más.
-¡Era una broma señor Edelstein! Ahora soy un hombre nuevo, se lo juro por las delicias turcas.
El profesor Edelstein suspiró, volviendo a dirigirse a su clase.
-¿Alguien lo sabe?
Gretchen ocultó su cabeza con las manos, acongojada. ¡La iban a coger a ella, se iban a reir a ella por no saberlo y ella tendría que emigrar a algún lugar lejano donde nadie la conociera…como la Antártida! ¡O Groenlandia! ¡O el Océano Atlántico! Los peces no deberían de hablar alemán.
Justo cuando creyó ver el boli rojo de su profesor apuntar sobre su cabeza, una mano se alzó firme y rápida como un rayo para llamar la atención de Edelstein.
La mano provenía de una chica, de pelo corto y castaño oscuro, un rizo enorme sobresalía de su oreja izquierda. Su rostro era tapado por unas enormes gafas de culo de vaso, pero que dejaba ver su sonrisa, alegre y entusiasta.
-Adelante, señorita Vargas-El profesor indicó a la castaña que hablase.
-La Segunda Guerra Mundial fue un conflicto militar global comprendido entre las fechas 1939 y 1945, en las que participaron las principales potencias occidentales y orientales. La causa principal fue el descontento alemán, debido a que se sintió humillado en el tratado de Versalles, que se firmó en 1919, después de la Primera Guerra Mundial. Después de que Hitler ganase las elecciones, proclamó el Tercer Reich, y se decidió a conquistar territorios con el pretexto de que en esos territorios habitaban alemanes. Cuando invadió Polonia, Francia e Inglaterra le declararon la guerra, y ese fue el inicio de la Segunda Guerra Mundial.
-Muy bien dicho señorita Vargas, no lo podría haber dicho mejor-Le felicitó el señor Edelstein, mientras algunos alumnos miraban socarrones al futuro ojito derecho del profesor.
La chica se volvió a sentar en su asiento sin percatarse de las miradas que la observaban o de las que simplemente pasaba, mientras Gretchen seguía ocupada en intentar ocultar su cabeza. Si estaba al lado de aquella empollona tendría serios problemas. Lo único que tenía que hacer, era ignorarla durante las clases y mientras menos le dirigiese la palabra, mejor.
Si se hacía amiga de ella, estaría muerta, se dijo Gretchen a si misma mientras el profesor explicaba con palabras técnicas e incomprensibles, las causas y consecuencias que la Primera y Segunda guerra Mundial aportaron al planeta.
Las clases se hicieron lentas y tortuosas, demasiado lentas y tortuosas. Gretchen tuvo que hacer un enorme esfuerzo en mantener la compostura y prestar atención en clase, pero el miedo la paralizaba por completo. Por suerte, ninguno de sus profesores le preguntó nada. Después de historia, tuvo matemáticas con el profesor Berwald Oxenstierna, un hombre serio donde los haya, al que no se le entiende al hablar. ¿Cómo iba a entender su asignatura si no entendía al profesor? Por no hablar del profesor de biología, Heracles Karpusi …No es que a este no se le entendiera, ese no era su problema, pero hablaba con tal parsimonia que en media hora, su clase había caído en brazos de Morfeo de inmediato (Salvo su compañera de pupitre, Amalea Vargas) ¡A saber qué problemas orales tendría el profesor de lengua!
Y así transcurrieron las dos últimas horas hasta la bendita y maldita hora del recreo. Bendita para los alumnos, maldita para Gretchen porque tendría que ir al comedor, colocarse tras una fila de comensales esperando a rellenar sus bandejas con su sano –Horrible- desayuno, sentarse en una mesa y tener que…que….que…Socializar.
¡Por el amor de Dios! ¿Por qué su hermano no le pegaba un tiro directamente con la escopeta que siempre guardaba en la alacena?
Hinchó los pulmones de aire, se armó de valor, agarró su mochila rosa con firmeza, y cruzó el enorme portón que le llevaba al comedor.
Era enorme, gigante y…Enorme. ¿He dicho ya enorme? ¡Pues era enorme! ¡Gigante! Y…Enorme. Ni su piso ni la pastelería de su hermano juntos eran tan grandes como aquel salón. La verdad, siendo claros, la academia W era una prestigiosa academia en la que se habían formado científicos, políticos, profesores universitarios, escritores…Toda la crème de la crème, vamos. Tenía piscina olímpica, cancha de tenis, fútbol, baloncesto un salón enorme de actos que, aún no había visto (Pero que según su hermano era impresionante) y muchas otras infraestructuras caras acordes a un colegio tan prestigioso como aquel.
La rubia paseó la mirada por toda la sala. Divisó a mucha gente comiendo, riendo, divirtiéndose en general. Vio a Amalea Vargas, sentada con un chico de rasgos similares a ella. Tenía un rizo como el de ella, pero al lado izquierdo, su rostro sonreía dulcemente mientras no paraba de decir "Ve" o algo así. La chica leía un libro gordo mientras el otro se la pasaba jugando con la carne de sus espaguetis. Vio a un chico rubio rodeado de chicas bastante maquilladas, pegadas a él como lapas, bajo las miradas recelosas de los varones. Luego vio a Vladimir, hablando con un chico de ojos verdes y cejas gruesas mientras comían algo verde y pegajoso.
Gretchen suspiró, y se decidió a internarse una vez más en la jungla hormonal que era la preparatoria.
Después de haberse puesto a la cola de la comida y haber llenado su bandeja con una bandeja de "cereales" qué más bien parecían hormigas agonizando entre leche, una manzana y un zumo, y tras haber estado tartamudeándole a la cocinera, se sentía lista para…para…para…Socializar.
Justo cuando avanzó un paso, las luces se apagaron de repente, provocando el estupor del alumnado. Gretchen tembló aún más, parecía gelatina en lata, y una grave y potente voz (Aún más potente en ese momento pues, sonaba a través de un megáfono) sonó por todo el comedor, haciéndole dar un respingo a la chica.
-¡Bieeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeenvenidos estudiantes de la academia W!-La potente voz recitó esto de manera cantarina y feliz-¡Un año más tengo el placer de recibiros con mi maravillosa y hermosa voz en este nuevo año lleno de alegrías, penas, estudios y toda una nueva etapa para los estudiantes nuevos!
Una luz fluorescente cayó sobre una mesa vacía, siendo el único punto iluminado entre tanta oscuridad. De esa luz, apareció, de una voltereta gigantesca desde el techo, un señor vestido con traje y corbata. Sus ojos era marrones brillante, y en su sonrisa se apreciaba una enorme seguridad. Le recordaba a alguien…
-¡Buenoooooooooos díaaaas niños! Para los que sean de primer año y no sepan sobre mi me presento: Mi nombre es Roma Vargas, y soy el director de la academia W, la más prestigiosa del país-Agarró el megáfono y se dispuso a gritar con más fuerza-¡He venido aquí, lo más discreto posible, para desearos buena suerte a todos, niños! ¡Y recordad! ¡SONREÍD! ¡Eso es todo!-Y dicho esto, una cuerda bajó hasta su dirección, se ató la cintura con ella, y el señor Roma Vargas abandonó la sala como llegó. Las luces se encendieron y, tras unos instantes de murmullos y estupefacción, todo volvió a la normalidad.
Gretchen, aún alucinada después de aquel espectáculo anterior (Y demasiado extravagante a su ver) avanzó unos pasos sin darse cuenta, cavilando sobre como poder convencer a su hermano de que tenía una enfermedad terminal y no podría volver a la academia W, hasta que chocó contra algo…O alguien.
Gretchen hizo malabares para evitar que su comida cayese al suelo también intentando no volver a chocar con aquella persona. Se quedó mirando a la rubia con una sonrisa alegre e infantil que lejos de causar confianza, hacía justo lo contrario.
Era alguien alto, demasiado alto. Un poste de teléfono. Tenía el pelo grisáceo, los ojos grandes y morados, y llevaba una bufanda blanca enroscada al cuello. Lo peor de aquel tipo es que emanaba un aura oscura capaz de atemorizar al mismo diablo.
-…A…e…o…-Fue lo único que fue capaz de articular Gretchen a modo de disculpa. Si una persona amable como lo había sido Vladimir era capaz de provocarle un ataque, aquel tipo era capaz de hacer que su ser explotase como una bomba de relojería.
-No me recites las vocales, pequeña-Dijo el chico de los ojos violetas, con una sonrisa amenazante en los labios. Gretchen se percató de que el chico no estaba solo, había cuatro chicos y dos chicas con ellos, mirándola fijamente-Apártate ¿Da?
Gretchen estaba paralizada del miedo, no sabía que era el "da" ese o porque ese tipo daba tanto repelús. Solo quería irse a casa y esconderse bajo su cama hasta que la raza humana se extinguiese una vez un meteorito impactase contra la tierra. Los siete personajes se le quedaron mirando hasta que una mano agarró a gretchen, haciéndola retroceder y chocar contra alguien. Aquellas personas miraron de soslayo a la rubia y se marcharon sin decir una palabra.
-Pero ¿Tú estás bien de la azotea, chica?-Dijo con voz dulce la persona que la había agarrado-Esos tipos son peligrosos, me han informado. No te acerques a ellos.
Gretchen se giró para ver a quien pertenecía aquella voz. Era una chica de pelo largo castaño oscuro, recogido en unas coletas atadas con lazos rojos. Su tez era morena, y sus ojos eran del mismo color castaño que su piel. Vestía un vestido azul con alguna palabra en francés, idioma el cual no conocía.
-¿Q-Q-Quién…Eres?-Para su sorpresa, Gretchen fue capaz de articular palabra.
-Mi nombre es Victoria, ¡Encantada! Soy de primer año, y no me imaginaba lo increíble que iba a resultar esta academia ¿No crees?-La risueña Victoria echó una ojeada por el lugar, con una sonrisa en el rostro-¿Tú también eres de primer año?-Gretchen asintió- ¡Genial! Entonces, quizás nos toque en alguna clase juntas.
Un estruendoso timbre puso fin al recreo, haciendo que todo el alumnado se levantase de sus mesas con pesadez. Los recreos se les hacían demasiado cortos comparados con las clases. Sin embargo, para Gretchen Zwingli, aquel timbre era un canto celestial.
La llamada Victoria se despidió con un gesto y una sonrisa y se marchó sola del comedor. Le extrañó no haberla visto rodeada de amigos dado aquel carácter simpático y afable que tenía. Bueno, quizás fuera porque era su primer día, como el de ella, y no le había dado tiempo de hacer amistades. ¿Podría esto significar el comienzo de una bonita amistad? Si eso fuera así ¡Su hermano tendría que tragarse sus palabras! No volvería a decirle que le había decepcionado nunca más.
Gretchen se dirigió más aliviada hacia la salida del comedor, dispuesta a acabar las tres últimas horas de clase.
Pero aquel alivio le duraría bien poco…
Ya finalizadas las clases, Gretchen, sintió como la presión de su corazón iba disminuyendo poco a poco. Pronto estaría en casa, a salvo de las burlas de la gente, de las miradas despectivas, de las hormonas revolucionadas… ¡Solo de oírlo le daban ganas de llorar de alegría!
El problema era que, al día siguiente, tendría que volver a la academia de sus pesadillas.
Suspiró, resignada, y comenzó a caminar hacia la salida, donde seguramente su hermano Vash, estaría espiándola desde el árbol donde seis horas antes estaba escondido. ¿Acaso creía que era tonta? Bueno si, quizás algo despistada ¡Pero es que él no sabía esconderse!
Paró en seco al ver delante de ella a los mismos tipos del recreo, mirándola de nuevo fijamente. Dos de ellos con malicia, los otros cuatro con pesar y tristeza. El más alto, la miraba con un deje infantil y burlón que ocultaba otras intenciones más siniestras…
Se acercaron a ella y ella, paralizada por el miedo, no pudo retroceder.
-Volvemos a vernos, pequeña-Gretchen solo alcanzó a asentir con nerviosismo. El hombre alto, el que parecía el líder del grupito, le sonrió- ¿Cómo te llamas? Yo me llamo Ivan Braginski, y soy el futuro líder de esta escuela…
¿Líder de la escuela? ¿De qué diablos estaba hablando?
-G-G-G-Gre-Gretchen…-Susurró en un hilillo de voz.
-¿Gretchen? ¡Qué nombre tan bonito, da!-Sonrió infantilmente-¿Sabes? Me has caído bien, por eso…Me gustaría invitarte a un lugar muuuy divertido.
Esto no les gustaba. Tenía que salir de allí ya. Ya. ¡YA!.
Pero no podía, estaba paralizada hasta las puntas de los dedos de los pies.
Ivan se acercó aún más a la chica y, cuando estaba a punto de tomarla del brazo, se armó de valor y…
Echó a correr.
Gretchen se sintió por dos minisegundos a salvo, pero no fue así. Ivan ladeó la cabeza en dirección a la rubia haciendo que dos de sus acompañantes la siguieran, un chico y una chica. La chica vestía un vestido largo de color negro con unas botas blancas. Sus ojos eran azul añil oscuro profundo, penetrantes y siniestros. El otro era un chico que…También le sonaba mucho. Tenía el pelo castaño claro y un rizo que le sobresalía de la oreja izquierda. Sus ojos eran color castaño y su piel almendrada. Ambos personajes corrían dando zancazos detrás de Gretchen a quien se le estaban acabando las fuerzas.
Esta, chocó contra alguien mientras huía de los que serían sus futuros agresores.
-¡Ay! ¡Oye, ten más cuidado!-Amalea Vargas intentaba zafarse del cuerpo menudo de Gretchen, quien estaba encima de ella- Espera ¿Tú no eres Gretchen, mi compañera en historia?
La rubia oyó los pasos acelerados de sus perseguidores a través del pasillo, a punto de alcanzarla, atraparla, golpearla, insultarla…Ya lo estaba viendo.
Su hermano lamentaría un millón de vidas el haberle obligado a asistir a aquella academia.
-¡E-E-Están aquíííí!-Gretchen gritó con voz chillona y entró en estado de pánico total.
-¡Está allí!-Gritó la voz femenina.
Amalea ayudó a Gretchen a levantarse y se la llevó corriendo, tomando varios caminos al azar para huir de aquellos tipos. La rubia aún en su estado de shock, no entendía porque aquella chica con la que no había cruzado una palabra, ni una mirada la estaba ayudando. Y eso que horas atrás se había prometido a sí misma no involucrarse con aquella persona. Ahora se sentía fatal…Pero ya habría tiempo de derrumbarse moralmente.
Si es que salía con vida.
La condujo a través de los pasillos, escaleras y recovecos del edificio, hasta que llegaron a un pasillo oscuro, sin puertas, sin salida, únicamente poblado por taquillas azul oxidadas, dos veces más grandes de lo normal, que nadie usaba. Habían llegado a la ala norte de la academia W.
Las dos chicas sintieron que los pasos que las seguían se acercaban cada vez más deprisa, oían, incluso, su acelerada respiración. Ya estaban muy cerca. Pronto su sangre empaparía el suelo por haberse atrevido a "Desafiar" al tal Ivan y sus seguidores.
Se cogieron de las manos y retrocedieron un paso.
-Fue un placer haberte conocido por dos minutos-Dijo la castaña sonriendo con nerviosismo.
Gretchen solo consiguió asentir. El puñetero gato se había vuelto a comer su lengua.
Cuando pudieron apreciar las sombras de sus dos perseguidores, para su sorpresa, una de las enormes taquillas se abrió de pronto, haciendo ahogar un grito a Gretchen y Amalea. ¿¡Y encima fantasmas!? ¿¡Pero qué diablos de día era este qué estaba llevando!?
De la oxidada taquilla, apareció una mano de piel oscura, y luego un pie que llevaba puesto una manoletina blanca con un lacito rojo. Poco a poco fue saliendo el resto de su cuerpo, de lado, porque por esa taquilla no se podía entrar o salir de otra forma. El vestido azul y la sonrisa angelical de Victoria, calmaron un poco a Gretchen.
Las tres mosqueteras. Muertas, antes de crear lazos de amistad.
Pero Victoria no tenía esos planes. Oyó las voces cada vez más próximas de los perseguidores y la morena, les indicó con el dedo la entrada a la taquilla azul por la que había salido. ¿Entrar ahí? ¡Si hombre! ¡Con lo oscuro que tiene que estar ahí dentro!...
-¡Vamos, entrad!-La rubia miró al fondo del pasillo donde pronto fueron visibles las sombras de aquel dúo asesino-¡Rápido!
-¡Yo primer!-Gretchen, dejándose llevar por el miedo, entró a la taquilla como un rayo, seguida de Amalea y por último, de Victoria, que cerró la puerta tras de sí.
Las tres quedaron en silencio mientras oían las voces de sus perseguidores.
-¿Has visto a la niña esa?-Preguntó la mujer con una voz de ultratumba. Por lo que oyeron después, el chico pareció negar con la cabeza-Muy bien, informemos a mi hermano. Vayámonos de aquí.
Después de unos quince minutos de silencio, estando ya seguras de que nadie les oía, las chicas suspiraron de alivio.
-Menos mal…Creía que este iba a ser mi fin. Y yo no pienso morirme sin haber sacado matrícula de honor de todas mis asignaturas-Amalea hinchó los mofletes cual niño pequeño, con aires de superioridad.
-E-E-Es..Espera…-Gretchen intentó reunir el valor suficiente para poder hablar con aquellas desconocidas- ¿C-Cómo es qué cabemos las tres aquí metidas…? La taquilla es grande pero…
Aunque todo estuviese muy oscuro, Gretchen juraría que Victoria sonrió.
-Eso es porque ahora no estamos en la taquilla.
Y aunque no se pudiesen ver las caras, seguro que las de Amalea y Gretchen debían de ser caras de póker.
-Seguidme y os lo explicaré-Victoria se levantó, eso pudieron notarlo. ¿Cómo es posible que pudiese ponerse de pie en una taquilla, ella era más alta que esta. La morena encendió su móvil e iluminó los rostros de la castaña y la rubia para después iluminar todo el lugar.
Aquello no era una taquilla. No estaban dentro de una taquilla. Aquello era un pasillo. Un pasillo secreto.
-¿Cómo cojones…? cazzo ...-Susurró Amalea en…¿Italiano? Si, era italiano. Pensó Gretchen para sí mientras se levantaba junto con Amalea. Siguieron a Victoria que caminaba hacia delante, dejándose guiar por la luz que proyectaba su teléfono móvil sobre los baldosines del suelo. Aquellos baldosines tampoco pertenecían a suelo que había en el resto de la academia. Aquello era muy, muy extraño…
Victoria se paró e iluminó lo que parecía ser una puerta. Golpeó en ella tres golpes suaves, uno suerte, una palmada y le dio una patada. Gretchen y Amalea se miraron, confundidas, sin saber el porqué de esa acción tan…Musical. Victoria les giñó un ojo y les mostró una sonrisa confiada. La puerta se abrió de pronto, iluminando los rostros de las chicas con la luz cegadora del atardecer.
Las tres entraron por la puerta, a paso lento. La castaña y la rubia las últimas, algo impresionadas por el descubrimiento. Detrás de aquella taquilla había un pasillo secreto, el cual llevaba a una habitación. Esta no era muy grande, pero tampoco muy pequeña. Había una mesa, llena de libretas y libros, Una estantería con cajas, juguetes y más libros, una hornilla que tenía al fuego una tetera, una pequeña nevera portátil y…Un gran ventanal desde el cual se veía toda la parte norte de la ciudad.
En frente del ventanal, alguien las aguardaba.
-Hola Alfie, tengo nuevas miembros-Dijo Victoria con una sonrisa de confianza.
El supuesto Alfred se giró al verlas. Era alto (Todo el mundo era jodidamente alto en esta escuela) Tenía el pelo rubio, dorado, con un pequeño rizo (¡Todo el mundo tiene rizos en esta escuela!) en el centro de su cabellera. Sus ojos azul cian, brillaban detrás de las pequeñas gafas que llevaba puestas. Vestía con una chaqueta de aviador y unos pantalones color caqui. En las manos, sorprendentemente, llevaba el peluche de lo que parecía ser un extraterrestre.
-¡Hola chicas!-Exclamó con voz chillona-Si estáis aquí, es o porque Vicky os ha hablado de este sitio o… ¡Porque simplemente estabais huyendo! ¿Me equivoco?
Amalea y Gretchen se miraron con los ojos abiertos como platos. ¿Cómo podía ese tipo haber averiguado con solo un vistazo aquello?
-Huíamos de unos tipos extraños…Bueno, huía ella-Amalea señaló a la rubia- Yo ni me fijé en quienes eran, pero me señalaron a mí también al verme con ella, me dio mal rollito...Y huimos las dos. Hasta que llegamos por casualidad aquí y…La de las coletas nos salvó.
-Soy Victoria-Aclaró la de las coletas- Y si, Alfie, eran los seguidores de Ivan.
El rostro alegre de Alfred se borró por unos instantes. ¿Los seguidores de Ivan? ¿Qué pasaba con ese tipo para tenerle tanto miedo? A parte de esa aura maligna que…Bueno, eso para al menos Gretchen lo explicaba todo.
-Vaya…Esto es grave. Que hayan ido a por vosotras el primer día, eso sí es tener mala suerte-Alfred se apartó de la ventana para luego apoyar los brazos sobre la mesa, dejando a su peluche de alienígena a un lado- Ya no hay nada que hacer, a partir de ahora seréis mis protegidas.
¿Qué?
-¿Se puede saber de qué hablas, rubito?-Amalea Vargas demostró cumplir el canon italiano-siciliano de parecer una perteneciente a la mafia, plantándose delante de Alfred. Aunque no se pudieran ver sus ojos a través de las enormes gafas que llevaba, seguramente también serían amenazantes.
-Esa gente es muy peligrosa. Se hacen llamar "La nueva URSS" o Unión Soviética-Victoria sustituyó su sonrisa habitual por un semblante serio- Hay rumores de que planean hacerse con el control de la escuela por la fuerza…O eso dicen. La gente les tiene miedo y no suelen hablar o acercarse a ellos, siempre están buscando aliados para aumentar su poder. Ivan Braginski es un hombre muy peligroso. Y hoy, al haberos mandado seguir…Ha demostrado que os ha colocado en su lista negra.
Gretchen sintió que le iba a dar un ataque, esta vez sí que sí, esta vez sí que iba a morir de una taquicardia o lo que diablos fuera eso. No tuvo bastante con lo que pasó dos años atrás como para que ahora una especie de mafia rusa-comunista se le echase encima.
Gretchen sintió que las piernas le fallaban, pero se mantuvo firme. Firme pero temblando.
-Pero no os preocupéis-Alfred les sonrió de oreja a oreja-¡A mí no puede hacerme daño! Vosotras seréis mis protegidas, yo me encargaré de que no os ponga una mano encima-Se golpeó el pecho, recordando con ese gesto a un héroe de acción- El año pasado me prometí a mí mismo detener a Ivan en su propósito. Por eso estoy en este lugar. Por eso estamos hoy aquí.
La rubia cerró los ojos y apretó las manos contra su pecho, reuniendo el valor para volver a hablar.
-Y…¿Y qué es este sitio?
Alfred sonrió.
-Este, amiga mía, es el lugar donde seremos libres de la presión social. Este lugar no es un club donde se hacen actividades sin importancia. Aquí se reunirán estrategias, ideales, pensamientos, para hacer de esta escuela un lugar mejor, un lugar sin sometimientos sociales. Aquí, los que fueron cobardes, a los que nadie valoró, a los que nadie escuchó…Se les brindará la oportunidad de ser héroes. De ser héroes del silencio.
Notitas: Holiwis~ ¿Qué tal people? Yo cansada, pues, llevo todo el día escribiendo y quería terminar el capítulo de mi nuevo fic Héroes del Silencio. La verdad es que tenía muchas ganas de empezar este fic, tiene la magia realista que a mí siempre me ha llamado mucho la atención. Además, quería ver cómo me quedaba una Liechtenstein tan cobarde como lo es Gretchen, aunque ya he dejado varias pistas en este cap para que más o menos sepáis por dónde van los tiros de ese pánico que tiene. También puse a Sicilia como la típica listilla con gafas gigantes ¡Y también quería dar algo más de protagonismo a algunas chicas de Hetalia! Yo amo el yaoi pero…No entiendo como alguna gente odia a todas las chicas hetalianas solo por el pretexto de que "eliminan" el yaoi :U (Sobretodo el odio que muchos procesan hacia Seychelles, cuando a mí me cae bien, y creedme, he jugado al Gakuen Hetalia) y buaano… Eso eh to' (?) Dadme vuestra opinión y dejadme un review o algo si os gustó y nos vemos la próxima semana, creo, porque ando de exámenes y espero poder escribir ;-;
Ja na!