Capítulo 1: ¿Aceptas ser mi novia?
Brittany veía con tristeza como Sam prácticamente le estaba devorando la boca a Santana. Mentiría si dijera que no le afectaba en lo más mínimo, porque claro que le afectaba, le dolía ver como el amor de su vida estaba con otra persona por miedo al qué dirán.
Dejó de mirar el casillero de enfrente y dirigió su mirada a otro lado, fue ahí cuando se le ocurrió el mejor plan de toda su vida y para eso necesitaba a una persona en especial.
Necesitaba a una pequeña morena, que justamente estaba a unos 5 casilleros del suyo, tratando de disimular su disgusto al ver como Quinn y Finn pasaban tomados de la mano como la gran pareja que fingían ser. Todo el mundo podría pensar que su disgusto era debido a su enamoramiento del año pasado con Finn, pero Brittany sabía que Finn no tenía nada que ver y lo comprobó cuando la vista de Rachel, con nada de disimulo, quedó completamente perdida en el trasero de Quinn.
Rachel y Brittany tenían algo en común: estaban enamoradas de las chicas más imposibles de todo McKinley.
Para Brittany no había imposibles, tenía la leve sospecha de que Santana estaba completamente enamorada de ella desde que tenían 13 años.
Aún recordaba con algo de añoranza aquel día, su primer beso. Fue exactamente el día de su cumpleaños. Santana había llegado puntual y con un enorme peluche de pato en sus brazos. No se habían separado en ningún momento, a donde iba Brittany ahí estaba Santana, detrás de ella, en cada instante.
Hoy en día Brittany estaba completamente agradecida con ese niño, cuyo nombre no recordaba, por haberle tirado la soda encima. Santana le había gritado y ésta había huido de la escena antes de Santana lo terminara golpeando. Subieron a la habitación de Brittany para que se pudiera cambiar, lo que no se esperaban fue que al entrar Santana iba a tropezar, llevándose a la rubia con ella y así logrando que cayeran de lleno en el piso, dejando a Santana encima de Brittany.
Aún no recuerda quien fue la que inicio todo, quizá ella alzó un poco la cabeza, o tal vez Santana se inclino un poco. Lo importante era que se habían besado.
Por eso le dolía tanto ver que ahora Sam era el que se llevaba todos los besos y caricias de la latina. Él oía a diario un 'te quiero' de ella, él podía entrelazar sus manos con las de ella entre clases, él la llevaba a su casa, él se sentaba junto a ella a la hora del almuerzo y él recibía sus caricias por debajo de la mesa.
Constantemente se pregunta sí Santana realmente sentía algo por Sam, o era simplemente una excelente tapadera. No lo sabía, y quería creer que era la segunda opción.
Brittany tenía pretendientes, claro que los tenía. En primer lugar estaba Artie, que siempre le llevaba flores y le decía cosas bonitas. Artie era un buen amigo.
Estaba Rory, un irlandés que había llegado recientemente y que ahora vivía en su casa. Rory había tratado de ganar su corazón cumpliendo sus deseos, pero aquello no había sido suficiente.
Y bueno, había otros más y algunas chicas que también trataban de invitarla a salir. A veces aceptaba su invitaciones pensando que era Santana la que la invitaba a comer helado y caminar por el parque para terminar platicando de cosas triviales en la banca junto al estanque, pero ninguna de ellas era Santana.
Brittany volvió su vista hacia el casillero de la latina, con la esperanza de Sam ya se hubiera ido a sus entrenamientos. Sam seguía ahí, saboreando los dulces labios de Santana, labios que debían ser suyos.
Cerró los ojos y empezó a imaginar que era ella la que estaba con Santana.
Ella era la que tenía a la latina arrinconada en su casillero, posando delicadamente una mano sobre su cintura y la otra acariciaba con adoración su mejilla mientras besaba suavemente sus labios con sabor a cereza, jugando un poco con ella, pasando de vez en cuando su lengua sobre esos labios que tanto amaba para poder saborear mejor su dulce boca, poco a poco pedía permiso para que su lengua entrara y Santana aceptaba inmediatamente la invitación, sus lenguas se movían con ritmo, como si estuvieran danzando...
—Britt, ¿estás bien? —alguien interrumpía sus pensamientos.
— ¿Eh?
—Estás como pérdida —dijo la otra persona, y levantó su mano como si estuviera viendo su reloj—, desde hace más o menos 5 minutos.
Los cinco mejores minutos de mi vida, pensó Brittany.
— ¿Y Sam? —preguntó, tratando de evitar que sus pensamientos se apoderaran de ella nuevamente.
—Entrenamiento —respondió Santana, quien veía a Brittany fijamente—. ¿Estás segura de que estás bien?
—Sí, sí San. No te preocupes.
—Está bien. ¿Quieres que te lleve a tu casa?
—No, hoy no. Quedé con Rachie.
— ¿Con el hobbit? —susurró incrédula.
—No la llames así —respondió automáticamente—. Vamos a ir por un helado —desvió su mirada, Santana sabía cuando mentía y cuando no.
Santana la seguía viendo fijamente, sabía que estaba mintiendo.
—Mira, ahí viene —señaló—. ¡Rachie! —gritó, rogando internamente para que Rachel le pudiera seguir el juego.
—Hola, Britt, Santana —saludó, devolviéndole la sonrisa a Brittany.
—Hobbit —dijo molesta al ver las sonrisitas entre las otras dos—. Así que, ¿un helado? —comentó.
Brittany palideció, no esperaba que Santana se interesara por eso. Por lo mismo decidió hablar antes de que Rachel arruinara todo su plan.
—Sí, y ya se nos hace tarde —dijo agarrando la mano de Rachel—. Nos vemos San.
— ¿Vainilla? —preguntó Rachel, afortunadamente siguió el juego de la rubia.
Y eso mismo fue lo último que oyó Santana, viendo como las dos chicas caminaban hacia la salida, entre risas y algunos comentarios de los chicos que pasaban a su lado.
Ya no era un a sorpresa verlas juntas, por una extraña razón, que Santana desconocía, se habían vuelto muy cercanas en las últimas semanas.
El caso de Rachel era completamente diferente, nunca había tenido una relación cercana con Quinn, excepto el año pasado, cuando las dos peleaban por Finn, en realidad solo Quinn peleaba por él. Rachel sólo quería hacerle ver que el chico no era lo suficientemente bueno para ella.
Sí en la primera oportunidad que se le da va y la besa sin importarle su novia, ¿quién le hace eso a Quinn Fabray? Se preguntaba Rachel. Ella estaba segura que en el caso de que tuviera la más mínima oportunidad con la animadora, no iría y besaría a la primera persona que se lo permitiera. Rachel se veía incapaz de serle infiel a Quinn.
Claramente Rachel también pensaba que no había imposibles para ella. "Todo se consigue con perseverancia y esfuerzo", ese era su lema con Quinn. El único problema, era más bien que veía a Quinn como inalcanzable.
Su enamoramiento con Quinn había empezado un año atrás.
Había pasado una semana desde que habían comenzado las clases, y como era de esperarse, todos la odiaban. Aún no entendía como era posible que nadie entendiera que tenía sueños y metas que alcanzar. Claro, tal vez su forma de vestir tampoco ayudaba, pero, ¿qué tenía de malo tener su propio estilo? Ella amaba sus pequeñas faldas con rombos y sus suéteres de animales. Lo hacía. ¿No es que cada quién es libre de ser como quiera? Tal vez, pero en McKinley todo debía estar controlado, y sí eras diferente, eras tratado de la peor manera. Y eso lo aprendió justo al pasar una semana, cuando obtuvo su primer granizado, afortunadamente era de uva, el único sabor que le gustaba.
Poco le importaron las risas y estar cubierta de esa fría sustancia pegajosa que hacia que le ardieran los ojos. Lo único que le importo fue la bella vista que había tenido antes del incidente: Una hermosa rubia de profundos ojos avellana, vestida impecablemente con su uniforme de porrista.
Segundos después cayó en la cuenta de que tenía que limpiarse, o por lo menos sacar un poco de la sustancia pegajosa de su cuerpo.
Siempre sonreía ante el recuerdo, muchos pensarían que estaba loca, nadie en sus cinco sentidos sonreiría después de recibir un granizado. Rachel lo hacía porque detrás de todo aquello, siempre estaban esos ojos avellana que tanto la enloquecían.
Rachel estaba recordando todo eso cuando sus pensamientos se vieron interrumpidos por una brillante melena rubia. Y se perdió de nuevo: realmente deseaba poder pasar sus dedos por su sedoso cabello, jugar un poco con el mientras su mirada se posaba en la mirada de la otra, tratando de descifrar el secreto tras tan intensa mirada.
Entonces, se dio cuenta de que 'su' rubia iba acompañaba de aquel despreciable ser que no la sabía apreciar, que solo la utilizaba para mantener su estatus social dentro de la escuela.
Sus manos entrelazadas hizo que frunciera el ceño, ella era la que debería tener su mano entrelazada con la de Quinn. Nadie más, solo ella.
Vio como se alejaban y no pudo evitar mirar de más el perfecto trasero de la animadora.
Suspiró y desvió la mirada, sintiéndose internamente un poco tonta al creer que algún día tendría la oportunidad con la animadora.
Entonces volvió su vista hacia el casillero de la rubia, a unos cuantos metros de ella. Finn seguía tomando su mano, viéndola pero seguramente su mente divagando en cosas estúpidas, se le notaba en la cara, le importaba un bledo lo que la animadora decía con entusiasmo. Rachel negó y se golpeó internamente, sintiéndose un poco mal al ver como Finn callaba a la rubia con un torpe beso.
Sí, tal vez era algo masoquista el seguir viéndolos, sabiendo que sufría pero, le era completamente inevitable no enfocar su vista cuando Quinn estaba involucrada.
Rápidamente dejo sus libros en su casillero, quizá así se olvidaría un poco de lo ocurrido y podría salir de ahí. Afortunadamente era viernes, tendría todo un fin de semana para 'tratar' de alejar a Quinn de sus pensamientos, aunque estaba completamente segura de que eso, sí iba a ser imposible.
Cerró su casillero y vio a Brittany platicando con Santana. Fue ahí cuando se sintió un poco triste, ella y Brittany compartían el mal de amores. Ambas enamoradas de aquellas chicas que ni siquiera las notaban.
Brittany tiene algo de suerte, pensó. Por lo menos ella tenía una amistad con Santana, y de pronto pensó que tal vez eso era aún peor. El sentimiento debía ser todavía más doloroso al ver a tu amiga tan enamorada de su novio mientras tú te estás muriendo por ella. Y entonces agradeció por unos segundos el no ser amiga de Quinn.
Brittany y Rachel se habían hecho amigas hace unas semanas, cuando se encontró por casualidad con ella en el parque.
Rachel recordaba todo como si hubiese sido ayer. Había decidido ir a caminar un poco para despejar su mente, todo se le estaba amontonando: Glee, tareas, canciones, Quinn y Quinn y bueno, siempre estaba Quinn en sus pensamientos.
Iba caminando con la mirada en el piso, fue por eso que no notó como una rubia de ojos azules iba de la misma forma y el choque fue inevitable.
—Lo siento —se disculpó inmediatamente al sentir como su cuerpo se golpeaba contra otro. Levantó la vista y la vio, ahí estaba Brittany, la animadora que siempre estaba feliz, con los ojos llorosos e hinchados—. ¿Estás bien?
Aquella pregunta solo logró que la rubia se abalanzara contra ella en un fuerte abrazo, Rachel instintivamente rodeo sus brazos en la cintura de la chica, haciendo un esfuerzo increíble para no perder el equilibrio. Brittany sollozó unos minutos.
Esa tarde la pasaron en el parque, conociéndose un poco, y sobre todo Brittany le contó todo sobre Santana. Rachel prefirió no mencionar su situación con Quinn, al final de cuentas Brittany era una de sus mejores amigas y no quería que Quinn se enterara e hiciera de su vida un infierno.
Desde ese día decidieron pasar un tiempo juntas, sin saberlo ambas se ayudaban.
— ¡Rachie! —oyó como Brittany le gritaba.
—Hola, Britt, Santana —saludó y sonrió al ver la enorme sonrisa en el rostro de la rubia.
—Hobbit —sonrió internamente al oír el tono de desagrado de la latina, quien aún no entendía su tan repentina amistad y Rachel sospechaba que estaba algo celosa—. Así que, ¿un helado? —aquella pregunta la tomó por sorpresa.
Vio a Brittany quien había palidecido, iba a hablar pero la animadora se adelantó.
—Sí, y ya se nos hace tarde —entonces, Rachel entendió todo—. Nos vemos San.
— ¿Vainilla? —preguntó asegurándose que Santana la oyera.
—Sí, ya sabes que es mi favorito —comentó sonriente Brittany —, hoy le echaré chispitas de chocolate.
Y así ambas chicas salieron hacia el estacionamiento.
— ¿El tuyo o el mío? —preguntó Rachel.
—Me gusta más el tuyo —contestó, caminando hacia el auto de Rachel.
Un porsche amarillo bien lustrado las esperaba, no era una sorpresa para los demás estudiantes el automóvil que tenía la diva. Todos en Lima sabían que sus padres eran dueños de una de las más grandes empresas farmacéuticas del país.
Subieron y partieron rumbo a la heladería.
Ya en el lugar hicieron sus pedidos y optaron por sentarse en una de las mesas junto a la ventana.
Es ahora o nunca, pensó Brittany.
— ¿Rachie?
— ¿Sí?
— ¿Te gusta Quinn?
Oh, Dios mío, pensó Rachel. Palideció un poco, aunque en el fondo sabía que no era muy discreta y que Brittany siempre ponía mucha atención a todo lo que pasaba a su alrededor.
—Mira Rachie, no debes sentirte avergonzada —explicaba Brittany—, ahora eres como un bebé unicornio que recién llego al mundo. Aún no has visto las maravillas que existen a tu alrededor, pero tienes que crecer y madurar, y ahí sabrás que has dejado de tener miedo y estás lista para ser un unicornio grande.
— ¿Cómo?
—No debes tener miedo, Quinn también es como un unicornio bebé —dijo —, he visto como la miras y como tus ojitos brillan cuando la ves.
—No... No...
—Tengo una propuesta para ti —iba ir al grano.
—Britt, yo no... Quinn no...
—Tú y yo vamos a fingir que somos novias.
— ¿Qué? —Exclamó Rachel—. No, eso no Britt. ¿Por qué quieres hacer eso?
—Quinnie también siente algo por ti, lo noto en su mirada —trataba de convencerla—. Y sí nos ve juntas le darán celos y tratara de ir por ti, porque lo que Quinn quiere Quinn lo tiene —explicó—. Por favor, Rachie.
— ¿Y qué pasa con Santana?
—Sé que Sanny tiene miedo a admitir que siente algo, por eso saldremos juntas. Así se dará cuenta de que siente algo por mí.
—No creo que sea buena idea —comentó—. Sobre todo porque estoy segura que Santana tratará de matarme si tú y yo tenemos algo.
—De celos —dijo—, nosotras las mataremos de celos.
—Britt, no es...
—Anda, Rachie —suplicaba.
—Eso será aún peor para mí —le dijo—. Ya ves como le fue a Kurt y...
—Contigo será diferente —no iba a dejar que Rachel se negara—. Kurt no estaba saliendo con nadie, pero tú, tú estarás conmigo, nadie te hará nada.
—No es por ofenderte pero...
—Le pediré a San y a Quinnie que te protejan.
—Dudo que quieran ayudarme, Britt. Ellas me odian, y Santana lo hará más sí le pides eso —explicaba.
—Ellas no pueden decirme que no —Brittany no estaba dispuesta a recibir un no por respuesta—, y tú tienes a Puck, él siempre te ayuda.
—Me voy a arrepentir —susurró Rachel—. ¿Qué haríamos exactamente?
—Lo que hace una pareja: tomarnos de la mano, besarnos entre clases, ir a citas...
— ¿Be-besarnos? —Preguntó dudosa—Britt... yo nunca he besado a una chica, bueno sí, pero no fue un beso como tal, fue algo extraño.
—Podemos practicar este fin de semana en mi casa —dijo, viendo como Rachel estaba por ceder—. Entonces... ¿Aceptas ser mi novia?
Rachel se puso a repasar los pros y contras del plan de Brittany.
— ¿O no quieres ser tú la que esté al lado de Quinn en lugar de Finn?
Claro que quería, era lo que más quería. Pero debía admitir que le daba algo de miedo la reacción de Santana, y sabía que la latina sí sentía algo por Britt, estaba completamente segura de eso. Por eso mismo temía por su vida y esa era la mayor contra que tenía. Igual, ¿hay que arriesgarse, no? Todo sea por Quinn, pensó.
—Acepto.
Brittany saltó de su asiento y aplaudió antes de abrazar a Rachel. Podría funcionar o podrían irse olvidando de Santana y Quinn.
—Sólo hay que arreglar un pequeño detalle —dijo dejando confundida a Rachel—. Necesitas un cambio de look.
¡Hola!
Les traigo un nuevo fic, es algo que desde hace unos meses tenía en la cabeza tras leer un fic en inglés donde Santana y Rachel fingen salir para tener a Brittany y Quinn. En este caso, a mí en lo personal me encantan Rachel y Britt juntas en un plan así. Entonces, espero que les guste :) igual serán máximo 10 capítulos.
¡Saludos!