Amnesia.

Capitulo 14: Te recuerdo.

El agua casi congelada del lago resulto un tanto dolorosa para el chico cuando este se lanzo al agua pues cuando su cuerpo estuvo flotando entre el liquido todo su cuerpo sintió como si mil cuchillas lo atravesaran. Sintiendo que los miembros de su cuerpo perdían la movilidad Finn comenzó a mirar a todos lados en su intento por encontrar a Marceline, donde sea que estuviera. La desesperación lo invadió cuando no vio nada, no iba a aguantar mucho tiempo sin respirar ni mucho menos en agua con tan baja temperatura, su piel de humano no soportaría más de cinco minutos estando ahí, y ni siquiera sabía si soportaría no respirar en todo ese tiempo. Rápidamente el muchacho miro hacia abajo, y justo ahí el terror lleno sus ojos.

En el fondo del lago estaba Marceline peleando contra lo que quedaba del Lich, quien ahora no era más que un pobre diablo sin la mitad del rostro, un brazo perdido y las ropas quemadas. Este tipo a pesar de estar medio mutilado al parecer estaba dispuesto a conseguir lo que quería, y si no era así entonces lo último que podría hacer antes de morir era matar a Marceline por haberlo "traicionado" e impedido que sus planes rindieran frutos. Ahora ambos estaban peleando en el fondo del infernal lago congelado corriendo un riesgo mayor de morir, aunque lo dudaba un poco del Lich. Si una explosión no pudo matarlo, mucho menos agua helada.

De repente Finn vio aterrado como el sujeto agarraba a Marceline del cuello y, desafiando la presión del agua, la acostaba en el fondo presionándole con fuerza mientras que de sus ropas quemadas sacaba lo que parecía ser una estaca de madera. La vampiresa miro horrorizada la punta del objeto que sostenía el Lich en la mano, el arma mejor conocida del mundo que podía matar a los vampiros. Ante la clara idea de morir, Abadeer comenzó a moverse desesperada en el agua dejando escapar burbujas de aire de sus labios medio cerrados. Y sin poder contenerse más al ver esa escena Finn se arriesgo a nadar hasta el fondo sintiendo como la pata de Jake se alargaba cuanto más iba acercándose a su destino. Maldijo no poder ir más rápido, pues antes de llegar a la mitad el Lich ya estaba bajando la estaca directamente al corazón de Marceline y el de Finn se detuvo cuando vio que faltaban unos escasos cinco centímetros para que la vida de la Reina de los Vampiros acabara en el fondo de un lago.

Lamentablemente Finn llego tarde.

Para cuando el chico estaba a mitad del camino, la punta de la estaca en la mano del Lich había sido enterrada en el pecho de Marceline provocando que esta gritara liberando varias burbujas de aire al mismo tiempo en que se movía desesperada en el suelo intentando remover la mano del Lich para que el terrible dolor que provocaba la estaca también desapareciera, sin embargo la cosa solo empeoro, pues cuando intento hacer para atrás la mano del Lich este solo empujo más la estaca provocando más dolor en la vampiresa. El corazón de Finn dejo de latir por un momento cuando vio esa escena, el agua fría que le recorría el cuerpo se hizo un tanto más fría y al chico se le olvido que no tenía que respirar, por lo que de su boca, junto con un grito de angustia, también salieron varias burbujas de aire.

-¡MARCELINE!- Grito el humano en medio del agua.

En cuanto grito Finn de repente sintió como algo lo jalaba hacia atrás apartándolo de la escena en el fondo del lago donde, lo último que vio fue el único ojo que le quedaba al Lich mirándolo desde el fondo del lago. Unos instantes después Finn sintió el aire frio de la superficie congelándole de nuevo todo el cuerpo y después sintió como la pata enrollada en su cintura desaparecía seguido de un pequeño impacto contra algo frio que lo hizo volver a la realidad encontrándose con la cara preocupada de su hermano.

-Ay, viejo, que susto me pegaste. Creí que te habías ahogado o…

-¿Jake? ¡Jake, ¿pero qué hiciste?!- Decía el joven, claramente alterado- ¿¡Porque me sacaste, tienes idea de lo que acabas de hacer!?

-Lo siento, pero como no sentí que te estabas moviendo pensé que te estabas ahogando.

-¡Viejo, no tienes la menor idea de lo que acabas de hacer! ¡Tengo que regresar, tengo que regresar!

-¡Momentito, jovencito!- Dijo Jake enrollando su pata en el pie del chico antes de que volviera a lanzarse al agua- Entiendo que quieras ayudarla, pero tampoco quiero que te me mueras ahí abajo.

-¡Pero tengo que regresar, Jake! ¡Es urgente!

-¡Te vas a morir si vuelves, entiéndelo, ni tu ni yo hemos nadado en aguas con temperaturas tan bajas!

-¡Es que no lo entiendes! El Lich y Marceline estaban peleando en el fondo del lago cuando yo entre, quise ayudarla pero entonces el Lich saco una estaca y…- Finn hizo una pausa conteniendo las ganas de llorar al recordar la escena en el fondo del lago. Jake estaba temiéndose lo peor

-¿Qué ocurrió, Finn, que viste?

-Marcy…- Logro decir el joven- El Lich la atravesó con una estaca de madera… Marceline se está muriendo.

Jake no supo que decir cuando se entero de eso, ahora entendía por qué tanta desesperación por regresar al agua helada, pero al parecer su hermano ya se había hecho la idea de que para entonces la Reina de los Vampiros ya debía estar muerta y en vez de aprovechar el momento para lanzarse de nuevo al agua Finn puso su frente en el hielo jalándose con fuerza las orejas de su gorro ante la desesperación. Jake no supo si su hermano estaba llorando o simplemente estaba tan frustrado que ya no le parecía una opción entrar de nuevo al lago para hacer lo que –y lo aceptaba- por culpa de Jake, no pudo hacer. Sin embargo, en medio de todo el silencio el perro se dio cuenta de que el muchacho estaba llorando.

-Lo siento mucho, Finn- Intento consolarlo- Viejo, perdóname, de haber sabido lo que estaba pasando no te hubiera sacado. No sabía que Marcy estaba a punto de morir.

-Querrás decir que ya murió- Dijo una voz que hizo que los sollozos del humano se convirtieran en gruñidos.

A pesar de no tener la mitad de la cara, un brazo y sus ropas quemadas era el mismo monstruo que logro matar a la Reina de los Vampiros.

Nuevamente el Lich estaba de regreso.

-Esperaba más de Marceline Abadeer, pero al parecer todo lo que dicen sobre los vampiros es verdad: todos son un fraude. Y lo gracioso de todo es que siendo tan fuertes, tan poderosos, puedan ser eliminados con algo tan insignificante- Lanzo la estaca al costado de Finn, quien se sentó en el hielo tomando el objeto con manos temblorosas- Parece que el fraude se mata con otro fraude, ¿no creen?

-Voy a matarte…- Susurro Finn, quien presionaba la estaca entre su mano. Sus mechones rubios le cubrían los ojos evitando que el Lich pudiera ver su enojo y ganas de matarlo con la sola mirada- Voy a matarte… Mataste a Marceline y ahora yo… ¡VOY A MATARTE, LICH!

-Finn, hermano, cálmate un poco, no puedes enfrentarlo en este estado porque lo más probable es que también te mate si atacas a lo tonto.

-¡Eso no me importa, este sujeto mato a mi mejor amiga y ahora yo voy a matarlo a él! Y esta vez me asegurare de que por ningún motivo regreses a Ooo- Hablo, desenvainando la espada de su mochila apuntándole al Lich.

-No te comprometas- Dijo Jake.

-De acuerdo, Finn el humano, si quieres morir vengando la muerte de la Reina de los Vampiros yo no tengo porque negártelo. Después de todo es lo mínimo que puedes hacer al no haberla salvado de su muerte súbita.

-¡CALLATE!- Grito Finn, quien no lo soporto más y se levanto del hielo corriendo directamente hacía el Lich aun chorreando agua por todos lados.

Sabiendo que estaba en desventaja lo primero que al Lich se le ocurrió hacer fue lanzar varias llamas verdes por todos lados con el único brazo que le quedaba en su intento por hacer que Finn callera al agua o bloquearle el camino para atacarlo de repente y así matarlo, pero al parecer el que le faltara un ojo afecto un poco su puntería ya que las llamas verdes a penas si le pasaban de roce a Finn, quien no paraba a de correr a pesar del grado en el que peligraba. Con sus poderes mentales logro que un muro de hielo se levantara frente al héroe bloqueándole así el camino, sin embargo, el Lich se sorprendió cuando de repente volvió a aparecer el humano montado en lo que parecía ser una mano amarilla gigante. La pared de hielo, por otra parte, de pronto se partió en pedazos por otra mano como la anterior y un par de los enormes pedazos de hielo salieron volando directamente hacía él logrando golpearlo y despedazándose en el impacto. Y para cuando el sujeto quiso levantarse sintió como algo se incrustaba en su espalda y luego salía para después ser levantado por la misma mano gigante amarilla que destruyo su pared de hielo. Ahí se dio cuenta de que se trataban de las manos del perro mágico de Finn, quien iba acercándose en el aire montado todavía en la agrandada mano de Jake, quien se aseguraba de estrujarlo con fuerza entre sus peludos dedos.

-No sé qué carajos hare contigo, pero te prometo que te encerrare por toda la eternidad en una prisión de ámbar en el Dulce Reino, y si eso no funciona voy a matarte cueste lo que cueste no importa si muero- Le escupió Finn en la cara, amenazándolo con la punta de su espada.

-Muy valiente, Finn el humano. Pero hagas lo que hagas, incluso si me matas, en tu consciencia siempre estará atormentándote la muerte de una amiga a la que no pudiste salvar- Contraataco Lich, riéndose de la desgracia del joven- Si me matas al menos moriré sabiendo que pude hacerte un daño que te dejara marcado el resto de tu vida, y espera a que se entere Hunson Abadeer– La endemoniada risa del Lich lleno todo el lago-; la Nocheosfera entera se vendrá encima de ti como un ejército de abejas asesinas.

-¡YA CALLATE, LICH!- Grito, levantando su espada para luego bajarla teniendo en mente acabar con lo que quedaba del rostro deforme del tipo. Y cuando el arma ya estaba a punto de impactar el Lich de repente desapareció y el filo se incrusto en uno de los dedos de Jake, quien soltó un grito y dejo caer a Finn cuando hizo que sus manos regresaran a su tamaño normal para revisar el daño.

Debido a la alta distancia en la que se encontraba Finn cuando estaba en la pata de Jake, cuando el joven impacto en el hielo este no resistió y se deshizo, lo que provoco que Finn volviera a sumergirse en la infernal agua congelada del lago. Una vez más el muchacho se sintió inmóvil en medio del frio y adolorido por el golpe que se dio antes de entrar al agua y después. Entonces haciendo esfuerzo por ignorar cualquier sensación de dolor Finn asomo su cabeza por encima del agua respirando una enorme bocanada de aire –el cual no lo ayudo mucho, pues solo hizo que la temperatura de su cuerpo bajara más- para luego nadar hasta una orilla de la superficie de hielo recargándose en esta, temblando con los dientes tiritando de frio y los ojos cerrados al no soportar el aire helado de invierno, incluso el humo helado que salía de su boca se hacía presente con cualquier salida de aire.

-¡Finn!- Grito a lo lejos Jake, quien iba acercándose corriendo a donde su hermano.

-¡Silencio, perro!- Exclamo el Lich lanzándole una llama verde a Jake, quien termino estrellando su barbilla en el hielo con algo que parecía ser una cuerda luminosa que le tenía atrapados los brazos y pies.

-J-Jake…- Murmuro Finn viendo como su hermano estaba inconsciente, atado con lo que acababa de lanzarle el Lich.

-Es lo que se ha predicho, Finn el humano. Es lo que está escrito y así debe de ser narrado, y es así como la vida de todas las criaturas también debe de seguir el ritmo que debe llevar en esta tierra. La muerte llega de improvisto y siempre de la manera que menos se espera, no importa cuánto hayas vivido ni quien seas. Todo el mundo va a tener una sola cosa en común: la muerte.

-¿Qué estás diciendo?

-Marceline, por ejemplo, vivió más de mil años y fue durante mucho tiempo la Reina de los Vampiros, una chica que sufrió en una guerra y sobrevivió como si el destino la hubiera escogido a ella y solo a ella para conservar los recuerdos de un mundo sumido en la desgracia de la guerra… Sin embargo, ella ahora se está disolviendo en el fondo de este lago entre un millón de mentes, recuerdos y vidas pasadas luego de que en cierta forma, logre matarla… ¡A estas alturas ella no sabe quién es en ese camino que nosotros conocemos como el final de la vida! Su alma esta a por llegar al Mundo de los Muertos donde se encontrara con La Muerte, y todo el mundo sabe que una vez que llegas a esas tierras tu alma estará atrapado por lo siglos de los siglos…

Finn estaba perplejo ante las palabras del Lich. Estaba claro que le gustaba manipular las mentes de los demás de diferentes maneras, y lo único que hacía en ese momento era hacer que Finn permaneciera en el agua hasta que sus piernas no pudieran responder a causa del frio.

-Entonces, ¿qué sucederá…? A estas alturas, ella ya no está en ninguna parte… No está viva, pero tampoco está muerta. Su cuerpo no ha desaparecido como lo es común en los vampiros en el momento de morir, y eso se debe a que ella también era mitad demonio... En pocas palabras, a estas alturas Marceline Abadeer… ahora no es más que un recipiente carente de existencia.

Finn gruño cuando escucho esas palabras salir de la boca del sujeto.

-¡Larga vida a la Reina!- Exclamo, acabando por fin con la paciencia del muchacho.

Con un grito, el humano se levanto del agua volviendo a empuñar su espada olvidándose de que unos momentos atrás se estaba congelando. Ahora ardía de coraje y solo podría calmarse cuando viera al Lich suplicando por piedad y arrepintiéndose de haber matado a la Reina de los Vampiros. Sabía que por culpa del Lich miles de vidas se habían perdido, pero ahora que había matado a una persona tan importante para él Finn se aseguraría de que esas desgracias no se repitieran en otras personas el mismo dolor que él sentía.

….

Mientras tanto, en el fondo del lago el cuerpo sin vida de Marceline Abadeer permanecía inmóvil en el agua fría mientras en la superficie se libraba una colosal batalla entre Finn y el Lich. En su pecho aun se podía ver el enorme agujero que la estaca había dejado cuando quien la mato estuvo convencido de que estaba oficialmente muerta. Su cuerpo no se había hecho polvo como era costumbre de los vampiros cuando morían gracias a que era vampiro y demonio al mismo tiempo, por lo que en cierto modo era, tal y como lo que le dijo el Lich a Finn, solo un recipiente carente de existencia, sin vida, abandonado en el fondo de un lago congelado. Todo se había acabado para ella en esos momentos, pero antes de morir por lo menos lo hizo sabiendo que hizo un intento por proteger a sus amigos y de pedirle perdón a Finn por algo que ella misma sabía que pasaría.

Su alma en esos momentos estaba viajando al Mundo de los Muertos, y estaba a punto de llegar…

Marceline se inclino de golpe hacía adelante con un grito tomando una enorme bocanada de aire, respirando aceleradamente y mirando a todos lados como si estuviera buscando algo, pero al parecer nada de lo que estaba a su alrededor pareció haberle preocupado o asustado, solo intrigado.

-¿En donde…? ¿Dónde estoy?- Se pregunto mientras daba otra vuelta alrededor del lugar.

A su alrededor había unas especies de montañas luminosas, un rio, árboles secos, cráneos de animales y al mirar hacia abajo se dio cuenta de que estaba sentada en lo que muchos conocían como un jardín zen, que era prácticamente un jardín de arena que se rastrillaba formando ciertas figuras, y definitivamente a quien sea que le perteneciera ese jardín no le gustaría que estuviera ahí. En fin, de igual modo podía volver a ser rastrillado o ella misma podía rastrillarlo en el caso de que el dueño no quisiera hacerlo. Se levanto de la arena sacudiéndose las ropas y empezó a llamar a los chicos.

-¿Finn?- Llamo a la nada haciendo eco en el paisaje- ¡Finn!... ¿¡Pulgoso!?... ¿En donde están todos?

Al no recibir respuesta Marceline se atrevió a caminar entre la arena en dirección al rio dejando un camino de huellas que estropeaban las figuras rastrilladas en el suelo. Se arrodillo en la orilla para hacer el intento de mirar su reflejo en el agua, aunque sabía que sería un intento en vano al ser de naturaleza vampírica, sin embargo se sorprendió cuando de repente en al agua apareció su rostro reflejado en el agua. Le pareció muy raro porque hasta donde sabía los vampiros no podían ver su propio reflejo por quien sabe cuántas cosas, sin embargo no le tomo mucha importancia y unió sus dos manos introduciéndolas en el rio para luego sacarlas con una buena cantidad de agua entre sus manos. Por alguna razón su garganta se sentía seca y le vendría bien una buena tomada de agua, pero cuando sus labios estaban a punto de tocarla, una voz la interrumpió.

-Si bebes de esa agua te aseguro que en verdad no recordaras ni como caminar.

-¿Eh?... ¡Ah, si eres el granjero mal nutrido que vi el otro día en la enfermería del castillo! Oye, viejo, no es que me moleste pero aun no han pasado los diez días que dijiste que nos darías.

-Sí, de eso estoy consciente.

-Como sea- Dijo dejando caer el agua de sus manos para luego ponerse en pie-, ¿vas a decirme que es este lugar tan extraño o qué?

-¿Es en serio, no tienes idea de en donde estas?- Pregunto anonadado la Muerte- Cualquier triste alma sabría en donde está.

-¿Tengo que repetírselo a todo el mundo? ¡Tengo amnesia, papi, entiéndelo! Un poco de ayuda no me vendría nada mal.

-Escucha, Marceline, no sé como vayas a reaccionar con esto pero hace exactamente veinticinco minutos estabas peleando contra la mayor amenaza de la Tierra de Ooo conocida como el Lich- Marceline escuchaba atentamente-,… una pelea en la cual tu perdiste.

Los ojos de la vampiresa se abrieron como platos cuando escucho eso.

-¿Qué yo qué?

-Perdiste. El Lich te gano… Estas muerta, Marceline.

Las palabras de la Muerte le cayeron como balde de agua fría a la vampiresa, quien al no creérselo y mero por reflejo llevo su mano lentamente hacia arriba y toco su pecho llevándose la no muy grata sorpresa de que ahí había un pequeño agujero, justo en la zona donde se encontraba su corazón, y únicamente eso fue lo que necesito para saber que la Muerte no estaba mintiéndole. Pero si estaba muerta, eso significaba que su alma aun pertenecía al Mundo de los Muertos, que el Lich seguía en pie, que Finn probablemente también moriría y que toda la Tierra de Ooo terminaría sumida en las garras del Lich…. Y todo por su culpa.

-Muerte, tengo que regresar a Ooo- Dijo de golpe.

-Eso no será posible. Las leyes de la vida son claras, y yo solo sigo sus órdenes llevándome las almas que encuentran el final de su camino.

-¡A mí me importan un carajo las leyes de la vida! Yo tengo que regresar a Ooo a salvar a mis amigos.

-Eh dicho que no es posible.

-¡Oh, por favor! Mira, no sé si tengas rencores conmigo por algo por algo que te hice en el pasado, pero olvidémonos una sola vez de esos desastres y hagámonos un favor, ¿te parece?

-Yo no eh tenido la culpa de que hayas muerto, y tampoco te perdonare por todas las almas que le arrebataste al Mundo de los Muertos.

-Viejo, por favor, te conseguiré almas nuevas si dejas que regrese a patearle el trasero al Lich.

-Si te regreso a la vida solo para eso debes de tener en cuenta de que tu intento será en vano. Ser la Muerte tiene sus ventajas, ¿sabes? También soy capaz de ver el futuro, y veo en el futuro en el que te concedo lo que pides que las cosas no te saldrán como esperabas.

-¡Ay, esto no puede ser!- Exclamo Marceline casi arrancándose el cabello por la desesperación. Ya un poco más calmada, la joven se sentó a la sombra del árbol seco del jardín y siguió hablando-: Mi amnesia me ha causado demasiados problemas en solo cuatro días, ¿sabes?... Cuando desperté no reconocía a nadie y creo que estaba asustada. Pensé que Finn y los chicos querían hacerme algo, pero ellos solo estaban preocupados por mí,… y yo eche todo a perder… Nunca espere que pasara. Es mi culpa que el Lich este a un paso de que la Tierra de Ooo sea suya, que Finn y los demás posiblemente mueran, e incluso soy la culpable de mi propia muerte. Estoy segura de que quien hable de mi en algún futuro, si es que llega a haberlo, pensaran que el nombre de Marceline Abadeer perteneció a la traidora más grande que el mundo o el Universo hayan conocido- Con la manga de su saco se limpio unas lagrimas que amenazaban con salir- Ya no te insistiré más, Muerte… Creo que eh aprendido la lección.

-¿Pero qué demonios estás diciendo, niña?- Pregunto de golpe- ¿De qué lección estás hablando? Jamás dije que tenías que aprender una lección, solo eres tú lamentándote de algo que pasó y no puedes borrar regresando a tu vida.

La joven bajo la mirada a sus pies, avergonzada de sí misma.

La Muerte tenía razón, ya nada se podía hacer para borrar su error.

-Pero, viéndolo en otro sentido, aun te quedan algunos días del tiempo que te di para que recuperaras tu memoria.

-¿Y eso qué? De nada sirve ahora.

-Sí, eso lo sé, solo quería que supieras que lo más preciado en el mundo para cualquier persona son sus recuerdos, y cada recuerdo tiene un valor lo bastante aproximado al de una vida, casi parecido.

-Genial, ahora me estás hablando con acertijos.

-Lo que intento hacer que entiendas, Marceline, es que quiero que hagamos un intercambio- Los ojos de la vampiresa se posaron impresionados sobre los de la Muerte- Si tanto deseas arreglar tu error, esta es tu oportunidad… Dame uno, uno solo de tus más preciados recuerdos, y los errores que cometiste en estos días no serán más que polvo en tu mente y en la de tus conocidos.

-Como se que no es otro de tus trucos baratos.

-Soy la Muerte. No engaño, ni me gusta ser engañado.

Marceline lo medito un rato. Solo debía entregarle uno solo de los pocos recuerdos que tenía y le quedaban de sus días con amnesia pero… ¿Cuál?

Entonces un rayo de luz ilumino su cabeza.

-Ya sé que recuerdos quiero darte- Dijo Marceline.

Pidiéndole a la Muerte que se acercara, Marceline puso su boca en la oreja del cráneo del amo y señor de los muertos susurrándole algo que le hizo sonreír.

-Eso aumenta la oferta. Muy bien, Marceline, ¿qué quieres a cambio de eso?

-Uno, que le patees el trasero al Lich porque es obvio que nadie puede contra este saco de mierda.

-Muy bien.

-Dos, quiero que la Tierra de Ooo jamás vuelva a saber nada del Lich por el resto de la eternidad. Enciérralo en algo o mándalo a un pozo sin fondo, que se yo.

-Entendido. ¿Y tu última petición?

-Mi última petición…- Repitio ella pensando muy bien en lo que pediría. Era su última petición y tenía que ser inteligente- Mi última petición es que me dejes volver al mundo de los vivos con mi memoria intacta a excepción de esos cuatro recuerdos que te dije que eliminarías más todo lo que está pasando ahora.

Una sonrisa se formo en el rostro de la Muerte.

-Es un trato, entonces.

Y dicho eso, su cráneo se sacudió varias veces y una luz blanca ilumino toda la escena.

….

En el lago las cosas se estaban poniendo feas para el joven humano.

Varias veces Finn había sido lanzado al agua al igual que el Lich, pero por más que el héroe lo golpeara, lanzara al mar o lo atravesara con su espada el Lich seguía de pie y atacando. A los ojos de Finn su enemigo numeró uno se había vuelto más fuerte en todo el tiempo que estuvo desaparecido en la otra dimensión con el gran Prismo, tal vez aprendiendo nuevas técnicas al no tener nada que hacer en esa dimensión desconocida, y vaya que le había funcionado porque Finn no tenía ni idea de donde estaba sacando la fuerza de voluntad para seguir de pie con tanto daño. Había sido lanzado tantas veces al agua que podía jurar que ya le había pegado una neumonía nivel infierno, sus dedos estaban tan helados que apenas le era posible tomar el mango de la espada sin que toda el arma temblara junto con su cuerpo, en donde claramente se podían ver unas cuantas heridas graves y moretones.

Ahora Finn y el Lich permanecían a una larga distancia el uno del otro con la diferencia de cansancio claramente notable, pues Finn estaba encorvado y respiraba agitadamente, pero por el otro lado, el único daño que el Lich tenía era el daño que provoco en él la explosión del cañón de la Dulce Princesa, pero aparte de eso nada. El chico aun seguía errabundo por lo que le hicieron a Marceline y se había dispuesto a no dejar de pelear hasta que lograra vengar su muerte, cosa que no le estaba funcionando del todo bien al chico, quien parecía que en cualquier momento caería al hielo y el Lich conseguiría hacer lo que desde un principio tuvo planeado hacer.

-Ríndete ya, humano. Sabes que no tienes oportunidad contra mí por más que intentes convencerte de que si.

-No… Marceline, ella…

-Ella ya está muerta. Además no le encuentro ningún sentido a que sigas peleando por eso, digo… después de todo fue ella quien se lo busco. Ella fue la única culpable de que ahora este enterrada en el fondo del lago al haber cometido el error de aceptar mi oferta.

-¡Eso es porque la engañaste!- Bramó Finn- ¡Le mentiste para que tus planes funcionaran, porque la amenazaste con matarnos y porque ella no tuvo otra opción más que aceptar! Ella era una persona noble, no te atrevas a culparla de nada.

-Niega todo lo que quieras, chamaco perro, pero negándolo no conseguirás que la verdad se haga mentira ¿Y porque decir que era una persona noble si tarde o temprano ella y el Señor de la Oscuridad tomarían esta tierra como suya?

-Créeme que eso no iba a pasar de ningún modo- Dijo alguien detrás de ambos. En cuanto volteo, el Lich abrió asombrado el único ojo que le quedaba cuando vio a quien estaba parado en su presencia, a diferencia de Finn, quien solo se preguntaba que hacía la Muerte en esos momentos.

¿Vendría por él?... No, ese sujeto sería incapaz de presentarse para llevarse su alma en persona.

A menos que…

-Lich- Dijo sin quitarle la mirada de encima.

-Muerte- Dijo de igual forma- ¿Qué estás haciendo aquí, no tienes un jardín de arena que decorar?- Agrego riéndose a carcajadas, pero la Muerte ni se inmuto.

-Seré breve, Lich, no me gusta que desobedezcan mis órdenes, mucho menos alguien como tú. Se me está ofreciendo una jugosa oferta a cambio de llevarme tú alma al Mundo de los Muertos y asegurarme de que no vuelvas a salir jamás. Y cuando digo que es una jugosa oferta, es porque en verdad la quiero.

El Lich soltó un par de carcajadas más.

-Parece que el mundo se ha vuelto loco. La Muerte se toma la molestia de venir al mundo de los vivos para decirme que se llevara mi alma- Se rió entre dientes- Pero que buen sentido del humor tienes. Pero ya, ¿quién fue el ingrato que te convenció de semejante estupidez?

-Alguien que te tiene cierto rencor. Tal vez la conozcas, de hecho estuvo aquí hace como media hora… Marceline Abadeer,… ¿la recuerdas?

La mención de su vampiresa hizo que Finn se interesara más en la conversación. Eso significaba que había hablando con la Muerte en el Mundo de los Muertos para derrotar al Lich enviando a uno de los seres más poderosos que existían en el Universo. Pero dijo que fue una oferta, ¿qué clase de oferta?

-¡Ah, sí, la hija de Hunson Abadeer! Ay, Muerte, no puedo creer que esa niña te haya convencido de venir a hacer esto.

-Yo tampoco. Pero me conviene hacerlo- Seguido de decir eso llevo una mano a su bolsa de piel, la cual al abrirse libero algo que parecían ser lamentos de almas. Introdujo su mano en la fantasmagórica bolsa y un segundo después una gran cuchilla de metal arqueada se asomo por encima seguido de un enorme mango de madera negro con punta de plata; era el arma que caracterizaba a la Muerte, la oz.

-No me digas que quieres pelear conmigo- No se escucho nada. La decisión era clara- Como quieras. Luego terminaremos lo que empezamos, héroe de pacotilla... ¡Muy bien, Muerte, estoy listo para…!

Ni tiempo tuvo el Lich de reaccionar cuando de repente sintió un fuerte golpe en el estomago que hizo que retrocediera unos cuatro metros a distancia de su nuevo oponente, el cual permanecía con el codo todavía en alto. Impresionado de la velocidad del sujeto, el Lich no pudo evitar enojarse ante ese descuido tan idiota de su parte y lo primero que se le vino a la mente fue levantar en el aire dos pedazos del hielo que él y Finn habían destruido durante su batalla y mandarlos directamente a atacar a la Muerte, quien con una sola tronada de dedos hizo que el hielo se derritiera cuando de la nada una llamarada de fuego los aprisiono. El Lich entonces volvió a atacar, esta vez transportándose en un parpadeo frente a los ojos del otro con su puño cerrado envuelto en llamas verdes el cual lanzo contra el rostro de la Muerte, quien antes de ser golpeado por el Lich se agacho para luego patear el único brazo que le quedaba al sujeto, quien lanzo un grito de dolor cuando su brazo sufrió ese impacto dándole oportunidad a la Muerte de patearlo en lo que quedaba de su quijada mandándolo a volar varios metros sobre el nivel del suelo. Ahí la Muerte vio su oportunidad de mandar al Lich al Mundo de los Muertos, pero antes de hacerlo vio algo que le llamo mucho la atención.

El cuerpo del sujeto estaba suspendido en el aire con las piernas cruzadas y el ojo cerrado, como si estuviera meditando y, al mismo tiempo hablando haciéndole ver a la Muerte que estaba intentando conjurar algo. Fue entonces que de repente el hielo en el que estaba parado aprisionaba sus pies sin dejar de subir hasta alcanzar su cintura, pero aun así sin detenerse. Logro liberarse rompiendo el hielo con su oz, pero al dar otro paso el hielo volvió a aprisionarle los pies provocando el fastidio del amo del Mundo de los Muertos, y claro, él también sabía jugar el mismo juego del Lich. Era la mismísima Muerte después de todo, no había poder ni alma que él no pudiera obtener aun así tuviera que pelear por toda la eternidad.

Le dio un par de giros a la oz y antes de quedar completamente atrapado en el hielo que seguía subiendo por su cuerpo, hizo que la punta del mango de su arma en el hielo haciendo que un resplandor rojo viajara en hilera hacia el frente e ir hacia arriba una vez que el resplandor estuvo debajo del Lich causando en este un gran impacto que lo hizo desconcentrarse liberando a la Muerte, cayendo de nuevo al hielo que, a causa de su agrietamiento, no soporto el peso del Lich y este término hundiéndose en el agua helada. Sin embargo, del agujero que acababa de ser creado se levanto un enorme chorro de agua empapando tanto a Finn como a la Muerte con el agua congelada.

-Ay, no de nuevo- Comento Finn cuando volvió a ser empapado.

-¡Ya fue suficiente, Muerte!- Bramó el Lich saliendo del agua- No soportare un segundo más de este juego de niños, así que regresa a la mazmorra de muertos vivientes del que dices decirte gobernante.

-Pues de aquí no me voy hasta cumplir con mi parte del trato. Tu alma se irá conmigo al Mundo de los Muertos lo quieras o no.

Harto de todo eso, el Lich no lo pensó dos veces antes de comenzar a lanzar bolas de fuego verde por todos lados, pero la velocidad de la Muerte lo supero por mucho y, cuando menos lo pensó, tenía el pie del Señor de la Tierra de los Muertos en su cuello y la punta de su oz peligrosamente cerca de su cuello. Hizo un intento por levantarse, pero la Muerte fue más lista y uso el mismo movimiento que él utilizo unos momentos atrás para inmovilizarlo con hielo, pero a diferencia de lo que el Lich hizo, su atacante se aseguro de cubrir por completo su brazo y sus dos piernas.

Ahora si el Lich estaba atrapado.

-Eso fue fácil- Dijo la Muerte preparado para cortarle el cuello al sujeto, sin embargo este mismo lo interrumpió con un grito.

-¡ESPERA!- El filo de la hoja quedo a escasos centímetros de lo que quedaba de su cuello- Muerte, escucha, tú y yo tenemos un gran poder. Me equivoque al subestimarte, tienes una poder sobrenatural, eres la Muerte, y en mi opinión personal, mucho más poderoso que Hunson Abadeer o cualquiera que se atreva a desafiarte. Podemos tomar a Ooo en nuestras manos y ser los jefes supremos, tu obtendrías todas las almas que quisieras y yo disfrutaría ver todo el continente arrastrándose a nuestros pies, pidiendo piedad, rogándonos porque no los matemos… ¿Qué dices? ¿Aceptas?

El amo de los muertos pareció considerarlo un momento, lo dicho sonaba tentador y no lo negaba. Sus botas café siguieron posadas en el cuello del Lich durante unos momentos en los cuales considero la oferta, y Finn que había logrado escuchar un poco de la conversación estaba preocupado por lo que estaba a punto de pasar. Ese lunático seguramente tenía una trampa tendida al igual que lo hizo con Marceline porque Finn sabía de sobra que alguien como el Señor de los Muertos no era capaz de negarse a algo que tuviera que ver con la posibilidad de obtener las almas que quisiera, y si eso llegaba a hacerse las cosas irían de mal en peor.

Pero de un momento a otro, todo cambio,

-No, gracias.

-¡Espera,… ¿qué?!

-Charlaremos después.

Entonces le corto el cuello.

Al momento en que la cabeza del Lich fue separada de su cuerpo todo se convirtió en un humo negruzco que se elevo por el aire lentamente y debido a esto la masa de energía que rodeo a Jake durante todo ese tiempo desapareció, permitiéndole al perro moverse, algo confundido y preguntándose qué había pasado. Y para procurar que no se volviera a saber nada de ese tipo en lo que restaba de la eternidad el Señor de los Muertos saco un frasco de su bolsa de piel café, y en el momento en que lo destapo los restos del Lich automáticamente se introdujeron en el frasco. Una vez cerrado, el interior de este comenzó resplandecer con una luz verde que constantemente parpadeaba mientras las cenizas del alma del Lich revoloteaban en el cristal intentando encontrar una manera de salir. Tomándole poca importancia La Muerte abrió su bolsa una vez más dejando caer el frasco y aprovechando también de meter su oz, la cual –sorpresivamente- entro sin ningún problema, a excepción de que al final la cuchilla no podía entrar, pero de igual modo lograron hacerlo.

-Bueno, mi trabajo aquí termino- Concluyo la Muerte como si nada de interés hubiera pasado.

-¡Oye, espera!- Exclamo Finn acercándose en dirección al tipo del sombrero, quien pacientemente se volteo.

-¿Qué quieres ahora, Finn? ¿Volviste a matar la planta de la Dulce Princesa otra vez?

-No, quiero saber que va a pasar con el Lich ahora que lo mataste.

-Mira, en primer lugar no tengo idea de que voy a hacer con el alma de este pobre diablo. En segunda, no lo mate, simplemente lo encerré en un frasquito sin chiste por… digamos… hasta el fin de sus días.

-Sigue vivo, entonces- La Muerte asintió- ¡Pero es el Lich, y tú eres la Muerte! Debes deshacerte de él, nunca se sabe cuándo o como pueda regresar, ¡ese sujeto es imparable! Casi destruye el Dulce Reino, por poco me mata a mí y a Jake, estuvo a un pelo de gato de conseguir destruir la vida y…- Hizo un breve pausa al recordar lo que estaba a punto de decir. Lo había olvidado y ahora al recordarlo le dolía mucho más-… y también mato a mi mejor amiga.

-¿Hablas de Marceline?- Finn asintió- Curiosamente fue ella quien me dijo que viniera a darle una patada en el trasero al Lich. No sé como lo hace, pero logro volver a convencerme.

-¿Hablaste con ella? ¿Cómo esta? ¿Está bien, sufrió mucho cuando la mataron? ¿Dejo algún mensaje?- Preguntaba un desesperado Finn.

-No lo sé. Pregúntale a ella- Dijo señalando un punto detrás de Finn.

El muchacho volteo a donde señalaba el dedo de la Muerte encontrándose con la escena más rara e impresionante que en su vida pudo haber visto. Justo en esos momentos de uno de los agujeros que se habían hecho en el lago una mano de mujer emergía del agua, luego otra igual a la primera se apoyó en la orilla. Finn no le quitaba los ojos de encima a esa escena. No, no podía ser lo que él creía. Sería lo mejor que le hubiera pasado en la vida si lo fuera. Empezó dando pasos chicos a donde tenía lugar lo ocurrido con los ojos fijos en el agujero del hielo y, cuando menos lo pensó, del agua primero emergió una larga cabellera negra y, junto con ella el cuerpo de alguien que se dejo caer en el hielo frio mientras chorreaba agua por todos lados. Finn acelero un poco el paso sin poder creerse lo que estaba viendo, ni siquiera creía que fuera verdad, pero cuando la persona que había salido del fondo del agua se dio la vuelta mirando al cielo, y él se dio cuenta de que en efecto se trataba de su –hasta donde él creía- fallecida amiga Marceline Abadeer.

Sin poder creérselo, el muchacho se detuvo en seco unos instantes para comprobar que no se trataba de un espejismo o alucinación, y al comprobar que no lo era, fue acercándose a paso más acelerado al frente.

-¿Marceline?... ¿Marcy?- Repetía el anonadado chico, quien una vez convencido de que se trataba de su queridísima vampiresa, no dudo en correr hacía ella- No puede ser… ¡Marceline! ¡Marceline!... ¡Marceline!

Cuando escucho su nombre al principio la chica se sintió confundida, pero cuando vio quien venía corriendo en medio del hielo hacía ella no pudo evitar sonreír levemente.

-Hola, Fi...-Ni tiempo tuvo de terminar su frase cuando de repente el chico se le fue encima en un gran abrazo tomando de sorpresa a la joven. Estuvo a punto de preguntar el porqué de ese gesto cuando se percato de que el muchacho estaba… ¿llorando? Si, Finn estaba llorando pero… ¿Por qué?

-¿Por qué lloras, Finn?- Le pregunto. Y él entre lágrimas le respondió:

-Es que estoy tan feliz de verte, Marcy- Decía abrazando con más fuerza a la vampiresa- Creí que jamás te volvería ver. No sabes lo mucho que me preocupe.

-No entiendo ¿Qué fue lo que paso?

Finn se separo de ella un poco mientras secaba sus lágrimas y al mismo tiempo preguntaba.

-¿No recuerdas nada?

-Lo último que recuerdo fue que tú, yo y tu perro pulguiento estábamos peleando con un Golem de nieve en una montaña buscando una flor de quien sabe que para la princesita nerd.

-¿Qué dices?- Dijo el muchacho completamente asombrado por lo que Marceline acababa de decir.

¡Pero si eso había pasado hace días!

-Sí, nada más que no me acuerdo de haberme hundido en el fondo de un lago ¿Me caí o algo parecido?

-¿Qué esta…? ¡Oye, Muerte…!- Finn estaba a punto de exigir una explicación para eso, pero para cuando volteo, la Muerte había desaparecido de la nada dejando a Finn con la duda de lo que estaba pasando. Entonces recordó que, antes de todo eso, había mencionado que había hecho un jugoso trato con Marceline, lo que podría explicar la razón de que ella estuviera ahí en esos momentos.

-¿Pasa algo, Finn?- Pregunto ella al ver la cara de sorpresa del humano, quien todavía confundido volteo a verla- ¿Finn? Oye, ya me estas preocupando, humano.

El muchacho solo se le quedo mirando un largo rato mientras por su cabeza pasaban un montón de teorías de porque, de un instante a otro, Marceline había olvidado los cuatro días en los que intento recuperar su memoria a causa de un golpe en la cabeza que la dejo con un estado grave de amnesia y regresado a el mismo día en que ocurrió el accidente, pero al parecer ella no recordaba que se había caído de la montaña. Y eso significaba que, muy probablemente, todos sus recuerdos por fin habían vuelto a su memoria a excepción de los últimos cuatro días en los que había olvidado todo.

Con cuidado el chico coloco una de sus manos en el rostro de Marceline haciendo que esta diera un pequeño salto para atrás al sentir el tacto de aun fría piel del chico con su rostro todavía más frio de lo habitual. Justo en ese momento ella quiso decir algo, pero fue callada cuando de repente Finn estampo sus labios contra los suyos en lo que al parecer era un beso.

Al principio Marceline se sintió confundida, asombrada e impresionada por lo que Finn estaba haciendo. La estaba besando, a ella, a la Reina de los Vampiros, a su mejor amiga, y ella estaba tan impresionada que ni siquiera sabía que hacer porque siempre que había pensado en un beso con Finn y ella imaginaba que sería ella quien diera el primer paso, no el tímido aventurero rubio de ojos azules que muchas veces subestimo, y solo en broma, pero al parecer las cosas habían dado un giro inesperado. La cabeza de Marceline era un torbellino, pero un segundo después dejo que todo pasara y se relajo, correspondiéndole el beso al humano.

Le gustaba, de verdad les estaba gustando ese beso. Ni Finn ni Marceline alguna vez llegaron a imaginarse que algo como eso llegaría a pasar entre ellos porque, durante mucho tiempo su relación fue de amistad, nunca llego a nada más hasta que Finn empezó a tener sentimientos por la vampiresa, quien no negaba que el héroe también estaba empezando a gustarle desde que cumplió los dieciocho años, misma edad que ella tenía en apariencia física. Pero en resumen, lo que los dos sentían con ese beso era lo que desde hace tiempo habían estado esperando, mucho antes del accidente y después de este. Finn, sin embargo, jamás se imagino que besar a la Reina de los Vampiros se sintiera tan bien, algo que nunca había sentido al besar a la Dulce Princesa o a la Princesa Flama. Podría decir que ese era el primer beso "normal" que había tenido. Miles de sensaciones nuevas lo atacaron en esos momentos, pero entre ese montón de nuevas sensaciones y sentimientos una cosa le había quedado a los dos, una sola palabra resumía sus sentimientos, su preocupación, su cariño hacía el otro:

Amor.

-Marceline… Me gustas. Me gustas mucho- Dijo el chico una vez que ambos se separaron.

-Tú también me gustas mucho, Finn.

-¿D-de veras?- Ella asintió sonriéndole ligeramente- No sabes lo feliz que me hace escuchar eso, Marcy.

-Este… ¿Estoy interrumpiendo algo?- Escucharon la voz de Jake detrás de ellos, lo cual provoco que ambos abrieran los ojos como platos y sus mejillas tomaran un rubor rojo cuando se dieron cuenta de que el extrañado perro había visto toda la escena.

-¡Jake! Hola, viejo, creí que todavía seguías inconsciente por lo del rayo del Lich.

-No, no estoy inconsciente y… ¡Wow!- Exclamo el can cuando se percato de que Marceline estaba ahí y no en el fondo del lago muriéndose como había dicho Finn- Marcy… ¿qué no estabas muerta?

-¿Perdón?

-¡Hablaremos de eso después! Jake, llama a la Dulce Princesa, que vaya a la Casa del Árbol para que vea a Marceline. Hay muchas cosas que explicarle.

-Como tu digas,… picaron- Dijo el can subiendo y bajando las cejas, provocando un sonrojo en Finn. Después de eso Jake no lo dejaría en paz en todo el santo día.

Pero como fuera, de una u otra forma, había valido la pena.

….

Luego de haber llegado a la casa Finn se encargo de ir por un par de sabanas mientras Marceline se sentaba frente a la chimenea para calmar el frio provocado por haber estado largo rato en la infernal agua helada del lago, también se había tomado la molestia de servirle una taza de té caliente para liberarse de todas las barbaridades que habían pasado en los últimos días. El humano no podría estar más feliz sabiendo que su querida vampiresa ahora estaba de vuelta con ellos, un poco confundida por haber aparecido de la nada en el fondo del lago, según ella, pero al fin al cabo estaba ahí con él, a su lado.

Finn sufrió mucho cuando la vio en el fondo del agua muriéndose con la estaca clavada en el corazón, y casi le dieron ganas de matar a Jake cometido semejante estupidez, pero toda la furia que sintió hacía su hermano desapareció en el acto cuando la vio salir de la helada agua, temblando de frio y subiéndose a la superficie para apartarse de la tan helada agua.

Pero en fin, no podría estar más feliz de verla viva.

-Marceline- Le llamo. Ella se volteo, todavía con su taza de té en manos.

-¿Si?

-¿En serio no recuerdas nada de todo lo que ha pasado?

-No. Y créeme que no me voy a molestar en ir a averiguarlo- Dijo para después darle un sorbo más a su taza de glorioso té caliente.

-¿Segura? Podría ser importante o interesante.

-Por el momento no me importa ni me interesa nada de lo que me haya pasado, lo único que quiero es relajarme y disfrutar de la temporada de invierno antes de que la condenada primavera llegue.

-Ay, Marcy… ¡Ven aquí!- Exclamo el chico, atrayendo suavemente a la vampiresa par después besarla tiernamente en los labios, gesto que ella correspondió- Te amo, Marceline.

-Y yo a ti, Finn. Y yo a ti.

En verdad le preocupaba poco saber porque despertó en el fondo de un lago congelado, únicamente quería olvidarse de cualquier preocupación que se le viniera a la cabeza. Quería disfrutar de ese momento a solas con Finn, de esa maravillosa sensación de estar el uno al lado del otro sin nada que pudiera molestarlos. Finn, por su parte, estaba un poco angustiado por lo que le había pasado a la Marceline con amnesia con la que paso los últimos cuatro días, ¿Qué le habrían pasado a esos recuerdos? Seguramente no lo sabría hasta dentro de un tiempo, pero por el momento tenía que disfrutar estar a su lado. Al lado de su reina, Marceline Abadeer.

Y la Muerte, por su parte, estaba satisfecha mirando uno de los tesoros más preciados de una persona multiplicados por cuatro. No fueron solo recuerdos los que se le dieron, fueron los días de una vida, que a diferencia de un solo recuerdo, contenían muchos, cientos de ellos, de poca importancia pero recuerdos al fin y al cabo.

Cuatro burbujas flotantes que contenían los cuatro peores días que la Reina de los Vampiros en toda su eternidad hubiera vivido, porque Marceline Abadeer no solo le entrego cuatro días cualquiera. Tenía que admitir que la chica resulto lo suficientemente inteligente para que su negociación con la Muerte pudiera valer la pena, pues a cambio de regresarla a la vida e impedir que el Lich regresara a la Tierra de Ooo resguardándolo en su bolsa sin fondo –de la que sin duda encontraría la manera de salir- ella le entrego los cuatro días en los que la atormento el peor trastorno que alguien pudiera experimentar en su vida, una no-enfermedad que desde hace tiempo el mundo conocía como amnesia.

Fin.

¡Se acabo, mis queridísimos amigos de la red!

Uff, definitivamente este es el capitulo más largo que eh escrito en toda mi vida, ya no siento mis dedos de tanto que eh escrito y en verdad me duelen, ¡pero todo porque ustedes tengan algo que hacer en esos días de aburrimiento! Claro, si no es que mis historias les aburren más de lo que a mi me aburre esperar en una fila para acompañar a mi madre al banco… En fin.

Este fue el final definitivo de mi fic Amnesia. Y si tienen algun hermano, amigo, primo, vagabundo conocido, asesino a suelto, científico loco, o abuelo o abuela que les guste leer fanfics de Hora de Aventura, porfavorcito –no es obligatorio, eh, no tienen que hacerlo si no quieren- invítenlos a leer este fic de trece capítulos que escribi con todo el amor del mundo para ustedes, mis adoradísimos fans. Lo que si les pido con todo el ruego del mundo es que dejen un Review donde me digan que les pareció el capitulo y la historia en su totalidad, y algo de consuelo también porque ya se me acabaron las vacaciones y el lunes entro a la escuela.

-Grito de mujer histérica- ¡NOOOOOOOOOOOO!

Es horrible, lo sé, parece que estas en una cuenta regresiva para el maldito fin del mundo que nunca llego el muy desgraciado. Pero ya ni modo.

Y si alguien quisiera dejar un Review en este capitulo, no lo se…alguien que este leyendo esto, pues en verdad me gustaría… alguien que este detrás de esa pantakka de cumpuadora… Pero si ya llevas tiempo leyendo mis historias, quieres dejar un comentario, pero el maldito Universo te impide hacerlo, podras hacerlo ¡en tres simples pasos! ¡ESCUCHA! Paso uno: escribe cualquier nombre en el rectángulo largototote que esta arriba del otro rectángulo más grande. Paso dos: escríbeme lo que quieras, y si es lo mucho que me odias, trata de no ser tan duro . Paso tres; una vez que hagas los dos puntos anteriores, dale click en Post Review y tu comentario será bienvenido.

¡Redoble de tambores, por favor!

¡Llego la hora de los últimos agradecimientos de este fic! Quisiera agradecer de todo corazón a todos los que me mandaron comentarios en el capitulo anterior y en los otros doce capítulos anteriores, pero como ya se me esta agotando el tiempo, mandare saludos a los del capitulo anterior que son:

Trasgo. Artifexdiaz, VioletStreat, Paqs, Poopyy, Alecita122, Blubbyzt (Hey, thank you very much for you Review), Desconocida, Gabyah y Vale-182426, por sus inspirantes Reviews en el capitulo anterios. De veras, chicos, ustedes son mi inspiración. Los amo.

¡Un abrazo psicológico y feliz cumpleaños a todos los que cumplan años el día de hoy! Nos veremos en mi próxima historia, que sinceramente no se cuando estará ya que no se me ha ocurrido nada… Ñe, ya se me vendrá algo a la cabeza. Nos vemos. Adios.

Riux, Chaitooo.

P.D- ¿Del uno al diez, que tan buena escritoria soy, chicos? Sean sinceros, por favor.