Al fin! el último capi, el capi que desde el principio estuvo planeado para ser publicado el 21 de Julio. Y es por eso mismo, que dejamos descansar a Gold de tanto hablar, para que sea Chris quien le dé su regalo de cumpleaños.

Disfrútenlo~


CAPITULO 10: El viaje (epílogo)

Un beso en la mejilla y la promesa de una llamada a mi pokégear. Así es como Gold, el chico de cabello oscuro y ojos dorados, se había despedido con rumbo a su hogar, en Pueblo Primavera.

Habían pasado diez días desde aquella tarde. ¿Qué había pasado con él? ¿Por qué no me llamaba? Por más que intentaba no mortificarme con eso, la duda me invadía y carcomía el alma.

El profesor Elm había vuelto de Kanto hacía un par de días y el trabajo en el laboratorio era bastante, pero no era suficiente como para sacarme de la mente al chico de goggles. De tanto en tanto revisaba mi pokégear, con la esperanza de encontrar un mensaje o una llamada perdida de él, pero nunca había nada.

Hasta de todo, volví a mi casa. Las primeras estrellas de la noche comenzaban a verse en el cielo y aún hacía algo de calor. Después de cenar en compañía de mi madre subí a mi habitación a descansar.

Cada día me era más difícil poner mi mente en blanco estando en ese lugar. Los recuerdos de Gold dormido sobre su sleeping bag con piernas y brazos regados por todo el piso no hacían más que sacarme sonrisas bobaliconas y eso me irritaba. Meterme bajo las cobijas de mi cama era aún menos efectivo, puesto que desde esa noche tenía la urgencia de abrazar algo... y el recuerdo de la comodidad de su pecho hacía a mis mejillas arder.

Me abracé con fuerza a mi almohada intentando pensar en todo menos él, pero simplemente era algo ridículo, no podía sacarlo de mi mente por más que lo intentase.

En mis manos sostuve mi pokégear, mirándolo por última vez en el día, sabiendo que no había habido llamada alguna de su parte. Dejé el aparato sobre mi mesa de noche, dispuesta a dejar que el cansancio se encargara de mí. Pero sucedió lo impensable ¡mi pokégear estaba sonando! Por un instante creí que eran ideas mías, pero mi cordura volvió al mando de mi cuerpo y tomé el aparato con mis manos, para leer en pantalla el nombre de cuatro letras que más me gustaba y por el que había estado esperando todo éstos días.

"Gold"

–¡Chris! –saludó enérgico –¿te desperté? –preguntó apenado, quizá por culpa de mi voz somnolienta.

–No –respondí. Él dio un suspiro aliviado y yo sentí una sonrisa en mi rostro.

–Menos mal, creí que estarías dormida a ésta hora. –Una urgencia de regañarlo me invadió, pero decidí dejarlo continuar –Lamento no haberte llamado antes, pero tuve que hacer unas cuántas cosas y me tomaron más tiempo del que pensé.

–¿Y no pudiste llamarme en 10 días? –pregunté escéptica.

–Ah, ya sé... –se quejó –pero había mucho que decir...

Y no mintió. Estuvimos platicando por horas, literalmente, hasta que él detuvo la conversación cerca de las 3 de la mañana. No sentía ninguna clase de cansancio, tanto así que al inicio creí que era una broma. Pero finalmente cortamos la llamada con la promesa de que "me sorprendería".

Tardé un poco en conciliar el sueño pensando en esa posible sorpresa, pero el cansancio era demasiado en cuanto terminamos la llamada y no supe nada hasta la mañana siguiente.

Esa mañana, me dirigí al laboratorio del profesor Elm, que me recibió con una extraña noticia "tienes el día libre". Un tanto extraño siendo que el trabajo en ese lugar no paraba, pero no quise desaprovechar esa oportunidad. El día estaba soleado y me apeteció ir por un helado. Desde la ocasión en la que me vi acompañada de Gold y Silver no había comido uno y hoy parecía un buen momento. Cuando me entregaron mi barquillo me dirigí a una banca bajo la sombra de un árbol a comer mi postre.

–¿Zarzamora con chocolate y chispas? –me preguntó un joven de cabello oscuro que caminaba hacia mí.

–¿Gold? –pregunté sorprendida –¿Qué haces aquí?

–¿Sorpresa? –dijo haciendo una especie de ademán con las manos, como si estuviese anunciando el evento del año.

–¿Ésta ea la sorpresa? –él asintió.

–Y ya que hoy no tienes nada que hacer y ya tienes tu cono de helado, andando –dijo mientras me tomaba de la muñeca y me ponía de pie, arrastrándome. ¿Cómo sabía él que yo tenía el día libre?

Caminábamos con dirección a mi casa cuando le dio una lenguetada a mi helado, y a pesar de que lo regañaba él continuaba haciéndolo de tanto en tanto diciendo que si él no me ayudaba a terminarmelo el sol lo terminaría por derretir.

–Chris, ¿tus labios saben a chocolate?

–¡¿Eh?!

–¿O saben a zarzamora?

La forma en la que hacía esas preguntas me exasperaba ¿qué clase de preguntas eran esas?

–No lo sé –respondí a secas.

–Algún día lo averiguaré –dijo muy seguro de sí ¿qué rayos pretendía con esos comentarios?

–¡Gold! –grité indignada.

–Bueno, ahora pareces una cereza. –¿perdón? –Ese tono te queda bien, hace que el azul de tus ojos resalte aún más.

¿Por qué me decía esas cosas tan raras? ¿Que pretendía con esos cumplidos? ¿Por qué a mí? No pude decir más cuando en eso llegamos a mi casa.

–Ve por tus cosas –dijo –yo iré a saludar a tu madre.

Nunca supe que tanto iba a necesitar para el famoso viaje, así que empaqué lo necesario para cualquier lugar extraño al que éste loco se le ocurriera llevarme.

Caminamos hacia el norte hasta llegar a un bosque, luego dejamos de caminar por los caminos y sendas que estaban marcados y nos adentramos en la parte más profunda del bosque. Aunque no me daba buena espina, quería confiar en que Gold nos estuviera guiando por un buen camino y no que el muy torpe se hubiese perdido.

De pronto llegamos a un claro, nos detuvimos y Gold me mostró un hermoso lago cuyo borde estaba enmarcado de hermosas flores silvestres de múltiples colores.

–¿Qué te parece? –preguntó con esa radiante sonrisa que me dejaba sin defensa alguna.

–Es muy bonito –logré decir y los ojos brillaron...

¿Por qué me tenía que fijar en esa clase de detalles? Comenzamos a instalarnos y Gold fue en busca de unas cuántas bayas para poder alimentarnos mientras que yo me quedaba sentada bajo la sombra de un árbol a esperarlo observando el paisaje. El lugar era muy hermoso y me transmitía una sensación de paz y tranquilidad, que irónicamente era lo opuesto a Gold, con él todo eran aventuras y adrenalina. No se veían rastros de civilización por ninguna parte y de vez en cuando uno que otro pokémon se acercaba al lago a beber agua. Luego de un rato, él volvió junto a sus pokémon con muchas bayas diferentes y unos cuántos frutos también. Colocamos todo en un lugar seguro mientras nuestros pokémon y nosotros comíamos parte de lo recolectado.

Al poco rato, ambos estábamos buscando nubes en el cielo.

–¿Te gustó el lugar? –me preguntó mientras yo buscaba la nube con forma de totodile que él me había dicho estaba hacia el este.

–Sí, y mucho –respondí automáticamente mientras seguía buscando la dichosa nube.

–Podemos venir aquí todas las veces que quieras. –me dijo y me giré a verlo un tanto extrañada.

–¿Cada cuándo vienes aquí?

–Cada que quiero alejarme de todos y de todo, yo no necesito irme a una montaña inalcanzable cubierta de nieve para eso –La obvia referencia a nuestro senpai Red me causó mucha gracia. Acomodó sus brazos detrás de su nuca, a manera de almohada, y continuó. –Eres la primera persona a quien traigo a éste lugar.

–¿Eh? –él sonrió.

–Vamos a nadar –dijo mientras se ponía de pie.

–¡Pero no traje mi traje de baño!

–¿Y?

–¿Cómo te atreves a hacer esa pregunta?

–Yo tampoco traje –respondió muy quitado de la pena.

–¿Qué?

No necesité de mucho para darme cuenta de lo que pretendía. Puesto que se quitó su ropa quedándose sólo con sus bermudas amarillas y se lanzó al agua. Pero la cosa no termino ahí, no señor. El "genio" tuvo la grandiosa idea de cargarme sobre su hombro, cual costal de papas, y quitarme mis zapatos y sandalias antes de arrojarme al agua fría del lago.

–Eres un tonto –le dije mientras lo salpicaba con el agua.

Él no sintió nada, cortesía de sus goggles, pero igual respondió el ataque. ¿Por qué siempre tenía que terminar así con él? Peleando como niños pequeños, y lo peor de todo, es que disfrutaba pelear así con él. Era divertido y revitalizante. Y comenzaba a odiarlo por eso.

Estando dentro del lago, incluso organizamos una carrera de ida y vuelta a todo lo largo del lago. Y aunque el muy tramposo había salido primero para sacarme ventaja, le terminé ganando. Gold en el agua era un equivalente a un Magikarp fuera de ésta.

El ruidoso e inoportuno estomago de Gold comenzó a quejarse como era su costumbre. Así que ambos salimos del agua y nos sentamos bajo los rayos del sol para secarnos antes de ir por algo de comidan. Volví mi vista hacia él, viendo su cuerpo semi-desnudo. No era precisamente la primera vez que lo veía así, la del baño había sido muy ilustrativa, pero no podía evitar el ver el cómo las gotas de agua de su cabello oscuro y brillante caían y resbalaban sobre ese perfecto y cómodo pecho... ¡Chris en qué estás pensando!

–Chris, ¿estás bien? –me llamó sacándome de mis pensamientos.

–Sí, claro –respondí con naturalidad.

–Tienes la cara roja –¿mi cara estaba roja? ¡que pena! –creí que te estabas resfriando.

–Claro que no – su mirada preocupada se cambió a una que no podía ser descrita más que como una mirada traviesa y pervertida.

–Oh, valla... –el aire pronto se volví algo denso para mí, puesto que me costaba respirar conforme él se acercaba más y más a mí.

Su voz grave me hacía temblar las rodillas e intentaba huir de ésta situación haciéndome para atrás, pero no lo conseguí. Él se siguió acercando, acortando la distancia entre nuestros cuerpos hasta que finalmente terminé recostada sobre el pasto y bajo la sombra de su cuerpo, mientras que él tenía ambas manos apoyadas a la altura de mis hombros. No había forma de escapar.

Sentía su respiración en mi rostro bastante agitada con ésta situación, al igual que la mía. El aire se me iba, hacía calor y mi corazón latía como si no hubiera un mañana. Sus finos labios se abrieron un poco y su cabello aún escurría un poco de agua por su rostro. Se veía tan apetecible que todos mis miedos se juntaron en ese momento. Abrí mi boca con ligereza y cerré los ojos. Sentí sus labios sobre los míos y sentí un choque de sensaciones viajar por todo mi cuerpo. Sentí como si saboreara el postre más exquisito del mundo, la alegría de pasar el tiempo con mis amigos, la comodidad en la que siempre me encontraba cada que me envolvía con sus brazos y el recuerdo de sus brazos rodeando mi cintura mientras besaba mi cuello.

Siempre me había preguntado cómo sería mi primer beso. Había imaginado cientos, quizá miles de posibilidades, pero el estar debajo de Gold junto a un lago en medio de un bosque completamente deshabitado jamás estuvo entre ellas. Siempre me consideré una inexperta en el tema de los besos, puesto que jamás había besado a alguien, pero pareciera que estaba destinada a éste en específico. Mis manos rápidamente se deslizaron sobre los hombros de Gold para rodear su cuello y sujetarme a su cabello oscuro, con el cual jugaba gustosa mientras dejaba que él guiara el beso con maestría y ternura.

Durante el beso nos separábamos ligeramente para tomar bocanadas de aire, que eran interrumpidas por su lengua, que exploraba despacio y a detalle el interior de mi boca, ¿qué hacía que me fuera imposible el separarme de él? Quizá eran todos esos sentimientos retenidos durante tanto tiempo, el deseo de saber que pasaría una vez que ya no hubiera ninguna alternativa para escapar y finalmente todo se tuviera que consagrar en la unión de nuestros labios en lugar de verse frustrado con un simple beso en la mejilla o en la comisura de éstos.

¿Por qué Gold, siendo Gold, nunca ante me había besado como hasta ahora? Agitados, ambos nos separamos. Observé a Gold, con las mejillas rojas, la respiración agitada y la boca entre abierta que no era más que una invitación para besarlo de nuevo. Yo también estaba agitada, sentía mi pecho subir y bajar constantemente mientas recobraba el aliento. Me perdí en sus ojos, esos grandes y dorados ojos con los que no dejaba de soñar desde el momento en que había aceptado que estaba enamorada de él, y eso ya era demasiado decir.

Esbozó una sonrisa. Esa sonrisa con la que una chica, aún en completa sanidad mental, no podría evitar sonrojarse. Esa estúpida sonrisa con la que me convencía de hacer alguna locura, la que fuera. Esa sonrisa, era la que más amaba de él.

Sus ojos brillaron con un chispazo y se acercó a besar mi frente, con ternura. Con la ternura que sólo él podía proveer, esa ternura con la que se entregaba en todo su instinto paternal cuando sostenía un huevo con la esperanza de verlo eclosionar.

Cuando separó sus labio de mi frente, movió un poco mi flequillo antes de sentarse a un lado de donde yo me encontraba tendida. Me tomé unos instantes para procesar todo lo que había sucedido en aquel lugar, y desde el rabillo de mi ojo pude notar cómo él sonreía discretamente mientras miraba hacia el cielo.

Me senté a su lado y recargué mi cabeza sobre su hombro. No hacían falta palabras en ese momento.

Antes de que nos diéramos cuenta, estaba atardeciendo. El cielo se teñía de naranjas, dorados y escarlatas que no hacían más que sacarme sonrisas bobaliconas mientras recordaba la textura de los labios de Gold. Preparamos la fogata con la que pasaríamos la noche, y justo cuando creí que cenaríamos lo mismo que habíamos comido, Gold me sorprendió con muchos paquetes de malvaviscos y salchichas que nos pusimos a asar al calor de la fogata.

Después de terminar casi con todo, nuestros pokémon volvieron a sus pokébolas para dormir. Gold y yo teníamos nuestro propios sleeping bag, así que dormiríamos cerca, pero no necesariamente juntos. Toda una pena considerando mi debilidad por recostarme sobre su pecho mientras él me rodeaba con sus manos.

–¿Estás dormida? –me peguntó.

–Aún no. No puedo dormir –admití.

–Yo tampoco... ¿te gustó el lugar?

–Es hermoso –respondí.

–Las estrellas se ven preciosas –añadió.

–Sí, en la ciudad no se pueden ver así.

–Aunque hay una que siempre se ve genial.

–¿La estrella polar? –pregunté.

–No...

–¿No te estarás refiriendo a Venus, o sí? –él se rió ante mi comentario.

–No –me giré para verlo, y me encontré con sus ojos traviesos.

–¿Entonces cuál? –sonrió ampliamente antes de responder, como si esa fuese la pregunta que estuviese esperando.

–Tú.

El color subió a mis mejillas en un instante y desvié la mirada hacia el cielo. No quería que con la luz de la luna él pudiera notar mi vergonzoso sonrojo. Intentaba tranquilizarme cuando su sonrisa traviesa y sus hipnotizantes ojos dorados me impidieron seguir admirando la bóveda celeste. Volví a desviar mi mirada, ahora hacia un costado. Gold me tomó por los hombros y me ayudó a incorporarme. Ambos estábamos sentados bajo la luz de la luna observándonos en silencio. Había tanto que quería decirle, pero mi boca simplemente no cooperaba ante mi necesidad de hablar. Mordí mi labio inferior sin saber cómo actuar. Gold me tomó por la barbilla levantando mi rostro para que nuestras miradas de encontraran una vez más.

–Chris... me gustas, siempre me haz gustado.

El color inundó mis mejillas y sentí a mi corazón latir con tanta fuerza que incluso podría lastimar al alguien. ¿De verdad Gold me estaba diciendo eso o sólo era un producto de mi imaginación? Sin darme cuenta, desvié mi mirada. Una parte de mí se aferraba a que ésto no era más que una fantasía. Las manos de Gold dejaron mi barbilla y se posaron sobre mis hombros. Me volví para encontrarme con unos ojos dorados que ya no brillaban como hacía unos momentos, algo los había apagado e intentaba ocultarlos detrás de ese flequillo tan inconfundible.

–No... no hace falta que respondas –dijo y yo abrí mis ojos sorprendida y aterrada –sólo quería que lo supieras –selló sus palabras con un beso en mi frente.

Ahí lo comprendí todo. No estaba soñando, no lo estaba imaginando. Todo eso era tan real como el beso de ésta tarde. Todos éstos deseos, noches en vela y risas en su compañía. Sentía demasiadas cosas, no las podría enumerar ni con una semana de trabajo y sólo acerté a decir...

–Te amo.

Sus labios dejaron mi frente y me miró extrañado. La determinación en mi voz se reflejó en alegría absoluta en sus ojos, devolviéndoles el brillo que los caracterizaba. Ese golpe de entusiasmo le dibujó una enorme y hermosa sonrisa , que me hizo feliz de igual manera. Era tal aquel desbordamiento de emociones que Gold sólo atinó a abalanzarse sobre mí y a robarme, no solo las palabras de la boca, si no también todo eso que siempre le había querido decir.


Ta-dah~

Y bien, éste es el final de el fic terminado más largo de mi vida. *Ale se siente patéticamente orgullosa por eso*. Valió la pena el esfuerzo casi sobre humano que hice para terminarlo a tiempo (sigue siendo domingo en una parte de México), todo sea por un digno cumpleaños de Gold.

Desde un inicio el fic estuvo contemplado a ser publicado cada domingo con la idea de que el último capi se subiera el Domingo 21 de Julio, cumpleaños de mi dexholder favorito. Pero tuve más contratiempos de los que hubiera imaginado y bueno, me desvelé varias noches para poder terminarlo casi a tiempo.

Espero que les haya agradado, que se hayan reído, que no los haya empalagado al punto de convertirlos en diabéticos y sobre todo que lo hayan disfrutado tanto como yo al escribirlo.

Les agradezco a todos por los reviews, follows y favs :3 Les juro que eso me alentaba mucho a seguir con éste proyecto (porque odio pasar mis fics de cuadernos a texto en la compu).

De momento les cuento que estoy trabajando en un proyecto en conjunto con una amiga muy querida y divertida, ya luego se enterarán de ese proyecto (todo a su tiempo). Mientras tanto, descansaré lo que me resta de las vacaciones (2 semanas) y aprovecharé para terminar un par de fics que tengo incompletos (ambershipping y mangaquestshipping) para comenzar a traer algo cuando regrese a la escuela.

Y para terminar, Feliz cumpleaños Gold~

Estúpido y sensual dexholder de ojos dorados, tú tienes la culpa de todo~ ¿por qué tu cumpleaños tiene que caer en periodo vacacional? Te odio y te amo por eso... como sea. Sigue siendo un maldito pervertido que acosa a Crystal y más te vale que aparezcas en sagas futuras del manga o nunca te perdonaré el que hayas nalgueado a Blue-senpai.

That's all. Aleprettycat fuera!