Libro uno. Bella.

"El amor le concede a los demás el poder para destruirte"

Prefacio

¿Era posible sentir tanto dolor? ¿Cuándo iba a acabarse todo esto? Aunque creo que la pregunta apropiada era ¿cuántas cosas más debían pasar para que la muerte cayera en cuenta de que ya era mi hora? ¿Por qué se tardaba tanto?

Porque, si repaso mi vida, voy a encontrar más de una razón para dejar de existir. Principalmente, lo peor que podía haberme sucedido, había sucedido: perderlo a él. Era muy cobarde como para decir su nombre, le temía al dolor y al punzante vacío en mi pecho que se haría más profundo si lo nombraba.

Luego de esto, Phil y Rene, Charlie, Jacob. Todos lejos de mí. Si antes de su partida mi vida era miserable, ahora daba asco.

Me encontraba en aquel lugar, en donde aquella tarde él había decidido algo mejor que una simple humana, llorando bajo la lluvia esperando que el cielo se apiade de mí y me llevara hacia él.

Pero sin aviso previo, el cuadró cambió en un segundo.

Yo seguía ahí, cierto, pero cuatro figuras oscuras estaban en frente de mí.

Sus ojos rojos causaron un estremecimiento de mi parte. ¿Por qué se me hacían conocidos? ¿Dónde los había visto?

Con una sincronización perfecta los cuatro se quitaron las capas que cubrían sus bellos rostros, y al verlos, todo cobró sentido.

Carlisle. Vampiros. Italia. Leyes. Muerte. Vulturis.

-Mira qué tenemos aquí- dijo el de pelo rubio ceniza, casi blanco.

-Se ve apetitosa- dijo la rubia que parecía no pasar los dieciséis años, a quien no logré reconocer.

-Shh, tranquilos hermanos, démosle tiempo de asimilar las cosas- dijo el vampiro del centro, de cabello negro azabache que aparentaba ser el líder. Aro.

¿Asimilar qué? Yo sabía muchas cosas sobre ellos. Quizás demasiadas. O tal vez nada comparado con lo que en verdad eran.

De lo que sí estaba segura era de que aquellos pálidos, fuertes y mágicos seres estaban frente a mí, sedientos de sangre.

Él se había ido, y lo que amaba le siguió. Jacob estaba lejos, y ellos, listos para saciar su sed.

Quizás el cielo sí se apiadó de mí.

Sin saber de qué oculto lugar saqué coraje y les dije:

-Sé quiénes y qué son- ¿Qué más daba? Pronto acabaría todo.

Los cuatro vampiros compartieron una mirada en menos de un segundo, y luego Aro habló.

-Entonces dinos, querida, qué y quiénes somos.- su voz era suave, pero tenía un matiz de profundidad que te hacía dudar.

-Tú, eres Aro, y ellos, Cayo y Marco. Y son líderes de un mundo sobrenatural.

Inmediatamente la pequeña dio un paso hacia adelante dedicándome una sonrisa angelical. Ella solo me miraba, y no entendía por qué. Ya me estaba poniendo nerviosa.

Cinco segundos después, los tres vampiros que habían quedado un poco más atrás se miraron, ¿sorprendidos? Y la rubia estaba furiosa. ¿Qué les pasaba? ¿Por qué no me mataban y ya?

Aro se acercó hasta tocar mis mejillas con sus frías manos y me dijo:

-Y tú, querida, alguien con mucha suerte- ¿Suerte? ¿Y a este qué le pasaba? ¿Cómo yo iba a tener…

Todo tipo de pensamiento cesó en cuando sus filosos colmillos atravesaron mi piel. Todo tipo de dolor tomó lugar en mi cuerpo.