¡Lo se! no deberia estar aqui publicando algo nuevo hasta no tener los otros dos finalizados, pero no lo pude evitar, ademas que ya mero se me acaban los otros.

Esta historia de amor esta basada vagamente (no totalmente) en la vida de Taku Mayumura.

80 historias para ti.

Advertencia: Drama y situaciones tristes peor tambien situaciones muy dulces. quizas, demasiado cursi

Rated: T

Pareja: Arthur x Kiku . Uso de nombres humanos.

Modalidad: AU, ambientado en Scarborough.

Resumen: Una cuestión del destino oscurece el mundo de Arthur y Kiku, pero Arthur deberá encontrar la forma de ayudar a quien mas quiere, a salir adelante. Una historia tierna, llena de amor y mucha motivación.


Capitulo I

Arthur colgó el teléfono y el silencio casi sepulcral inundó el recinto, ni siquiera su respiración podía oírse, quizás, simplemente por el hecho de que la estaba conteniendo. Las palabras retumbaban en su cabeza como un eco de infinita tragedia y su mente con su prodigiosa imaginación y agudeza que maldijo en ese momento, le pintaban un escenario de lo peor. El hombre viró sobre sus pasos que ahora, a comparación de los firmes pasos del Arthur de hacía 20 minutos, eran pasos ahora, tenues, endebles, como quien se ha olvidado de caminar, y así puso un pie detrás de otro asimilando la terrible noticia, sin querer comprenderla, sin querer creerla, sin siquiera hacer el intento.

No tomó el auto, ni siquiera pudo darse el tiempo de tomar las llaves y lo único que hizo, casi de manera mecánica, fue alzar el brazo para llamar la atención de un taxi y al entrar dijo las palabras mas extrañas que saliesen de su boca, como si fueran ajenas, como si alguien mas las hubiera dicho y ni siquiera su voz sonó como a él, era una voz ronca, quebrada y marchita.

"Al Hospital que se encuentra sobre la avenida...******"


A-c-c-i-d-e-n-t-e.

Arthur sintió aquella palabra hundirse en su pecho con uñas y dientes desgarrándole completamente, se curvó sobre el asiento de la sala de espera a medida que se oían en el fondo los ecos de las enfermeras llamando a los médicos, movimiento ajetreado de un lado a otro y sin embargo para él, el tiempo parecía haberse detenido en el punto mas cruel, hundiéndolo mas en la desesperación, en la incertidumbre, en la ignorancia; sin saber el resultado de lo que estaba pasando, de la exactitud de los hechos y sobre todo: el cómo estaba Kiku, aquella era de facto, el factor más importante de la presencia de Arthur en aquel recinto, pero el tiempo era cruel, dolorosamente cruel y por el contrario, él malevo reloj sobre la pared, tardó mas en permitir a sus manecillas dar la vuelta completa hacia otra hora, otra hora en la que Arthur no sabría nada.

Un pesado suspiró salió desde lo mas fondo de la humanidad que él era, y por mas que escapó de su alma, aquel suspiro no consiguió en absoluto liberar el peso sobre el pecho del joven expectante, cerró los ojos escuchando apenas el golpeteo de las gotas contra el cristal, se abrazó a si mismo en su eterna desesperación.

"No puede estar pasando esto"

Un par de horas después Arthur se encontró hablando –por fin – con el médico especialista, sus palabras, que para oídos de Arthur eran balbuceos sobre lo que había sucedido, por mucho que deseara saber , había una cuestión mucho mas importante que el mundo.

"¡y ¿Cómo está el?!" preguntó en un tono mas allá de lo desesperado, mas de lo que incluso él mismo se permitía, pero Arthur no estaba para aparentar absolutamente nada, el mundo se le estaba yendo de las manos, estaba con el temor de perder todo lo que para él significaba Kiku.

Más que la vida misma.

Las palabras del especialista fueron medianamente reconfortantes, su vida no estaba en peligro de facto, sin embargo había un pequeño detalle que el hombre se detenía a decir.

Pero Arthur no es un hombre de paciencia y las ahora bien formadas lagrimas en sus ojos comenzaron a derramarse "¿¡Pero qué!?"

Entonces, las palabras que formó el medico con su garganta, retumbaron aún mas en los oídos del joven. "Es posible que no vuelva a caminar….Incluso con terapia…le tomará años siquiera ponerse de pie"

Entonces, todo se volvió oscuro.


Arthur tenía muchas emociones encontradas, primero, dolor, rabia, miedo, impotencia y no podía negarlo; un poco de alivio por que, Kiku estaba con vida.

Sin embargo al dirigir a la mirada hacia el chico se percató, que de facto, la realidad le pesaba demasiado, aún tenía los cardenales en brazos e inclusive en el rostro, Arthur maldijo por lo bajo a fin de evitar hacer sentir peor a aquel chico.

Arthur solía decir que odiaba muchas cosas, era casi como un pasatiempo, odiaba el té de mala calidad, las galletas muy dulces, el ruido de la ciudad, el viento demasiado molesto por que arruinaba su jardín, los aspersores que ahogaban sus plantas, etc… Y sin embargo en aquel momento, experimentó un odio mayor a cualquier palabrería.

Para retomar los hechos, bastaba asimilar que si Kiku, su Kiku, se encontraba en aquella penosa situación, había sido causa de un descuido provocado por el alcohol, claro, pero ni siquiera había sido su novio quien había tomado, y eso, eso era lo peor de todo. Todo por culpa de un idiota tomado e irresponsable, así pues, el accidente que causó aquel idiota, no solo había llevado a Kiku a una silla de ruedas…por un tiempo – Arthur reacio a decir "por siempre"- sino que había llevado al umbral de la muerte a una de las chicas que iban con él rumbo al trabajo.

Aquél odio que Arthur sintió, le hervía la sangre al punto tal de querer descabezar al tipo, golpearlo hasta la muerte, arrastrarlo agonizando… Mil y un cosas más, pero Arthur no podía siquiera centrarse en tanto odio, tenía alguien a quien cuidar, a Su Kiku, así que después de que le diesen el alta, ambos se dirigieron después de unos días de internado en hospital, a casa.

Por fin, por fin.

Arthur empujó la silla de ruedas escuchando un triste y largo suspiro por parte de Kiku y todos los pensamientos que llegaron a su cabeza le herían uno tras otro, no quería verlo así en lo mas mínimo, pero sabía, sabía que tenía que intentar lo imposible por el bien de aquel quien era el bien llamado amor de su vida.

La vida que hasta ese momento habían tenido, había sido una vida tranquila y pacifica, después de un par de años saliendo, por común acuerdo decidieron vivir juntos en la parte norte de la localidad de Scarborough, Arthur ya bien de años atrás se había ganado renombre como un joven prodigio de la política critica y gozaba de tener el privilegiado honor de escribir en la columna de opinión de política todos los lunes en un periódico de circulación nacional, mas allá, también gozaba de que sus artículos aparecieran publicados en revistas importantes de temática en el país, además que varios de sus títulos, libros, habían sido publicados también.

Aunque Arthur lo que más disfrutaba era escribir novelas, de acción y misterio, aquellas donde el lector se mete tanto en la lectura que genuinamente se va sorprendiendo con los giros de la trama. Arthur era un escritor con suficiente renombre en el mundo.

Kiku por su parte era reportero de la sección cultural de un periódico local, así mismo sus artículos breves sobre cultura y otras cosas aparecían-también- en publicaciones bimestrales. Ambos se habían conocido por medio del primer editor de Arthur quien a breve manera se lo presentó en un coctel del periódico local, al primer minuto, la conexión fue inmediata, y claro, empezaron a trabajar en conjunto, para empezar con una entrevista de parte de Kiku hacia Arthur y Arthur lo invitó a colaborar con él en un libro sobre la educación y el trabajo, claro está, no fue el único libro en el que trabajaron en conjunto. Inclusive, Kiku llegaba a escribir reseñas en los libros de su novio, y se auto declaró su fan número uno sin que nadie en el mundo pudiera rebatírselo.

La vida en su pequeña y confortable casa era dulce, tranquila y perfecta por decir lo mínimo o al menos a los ojos de Arthur quien, adoraba las pequeñas habitaciones de su hogar, su estudio, la cocina, la sala , el comedor, su recamara …el jardín.

Y los montones de libros acomodados en diversas repisas sobre las paredes, todos y cada uno de ellos apreciados por uno o el otro. Una vida adorable y tranquila que de pronto se veía sometida a semejante crueldad.

Ahora todo sería distinto…

Arthur regresó de sus pensamientos cuando escuchó la suave voz de Kiku, "Mmh" fue lo primero que salió de boca de Kiku aquella mañana "Puedo llevar la silla yo, impulsándome con mis manos"

"No, yo te llevo, no te puedes lastimar las manos, además… necesitas recuperarte"

Kiku suspiró "Arthur…sabes que puedo llevar la silla, te causaré muchos problemas de ahora en adelante y…" de repente se quedó callado "…Estoy asumiendo que estarás ahí…"

"Estaré ahí Kiku, por favor, no te atrevas a pensar de otra forma, sabes que estaré ahí…además, debemos aprovechar que dentro de todo, tenemos esta ventaja que me permite trabajar desde casa…y así podré cuidarte durante tu recuperación"

"…Arthur…yo…" Intentó responder, Kiku sabia lo casi nulas que eran las oportunidades de que volviera a caminar, sentía, que no pasaría mucho tiempo antes de que aquella esperanza en el corazón de Arthur se desvaneciese, después de todo, habían oído al médico, 1/100 las posibilidades de que volviese a caminar, pero no se atrevió, no se atrevería jamás, o por el tiempo que aquella esperanza durará, no intentaría contradecir a Arthur. "…gracias" dijo levemente mientras la puerta de su hogar se asomaba a la cercanía.

Cuando se encontraron en el interior de su casita ambos miraron alrededor pensando en las adaptaciones venideras que la casita tendría que sufrir para poder ser un lugar habitable y que permitiese el libre paso de la silla de ruedas.

El impulso que siguió y que hizo a Arthur arrodillarse frente a Kiku, se describe de una sola manera, abrazando sus rodillas, sus piernas, recargando la faz en el regazo.

Amor.

"Superaremos esto en todas las formas posibles, y estaré ¿ahí me oyes Kiku? Volverás a caminar y te ayudaré" le comentó poniéndose de pie y besando su frente "Superaremos esto, lo haremos, lo harás por que eres fuerte y eres tu"

En aquel momento ninguno de los dos pudo evitar dejar caer las lágrimas que resbalaban por sus rostros dejando una estela de surcos salinos sobre la piel. Pero estaba bien, por que incluso las cosas más duras, siempre demuestran los límites de las personas. O eso pensaba Kiku, quien en ese momento, sonrió mas pacíficamente agradecido de que, de todas las personas en el mundo, se había enamorado de Arthur.

No podría estar mas orgulloso de sus propios sentimientos y al oírlo, sintió todas las fuerzas de su ser regresar, poco a poco y lo intentaría, trataría cada día de ir contra el terrible pronostico con tal de lograrlo, por él mismo y por Arthur y por cada pequeña habitación de la casita que ambos habían construido como su hogar.


"¿Recuerdas aquella historia que llevo meses escribiendo?" Arthur preguntó en un momento de ocio que ambos compartían, Kiku leía una revista cuando alzo la vista hacia Arthur y le sonrió. Habían pasado dos días desde que regresaran a casa y desde entonces todo cuando Kiku podía ser, obviamente, era solo ser ayudado a ser cambiado y arreglado entre otras cosas, y sinceramente, mas allá de lo penoso de su situación, todo le estaba pesando, pues él jamás hubiese imaginado que terminaría siendo tan útil como una roca. Para colmo no podría empezar sus ejercicios de rehabilitación sino hasta pasadas dos semanas. Era desesperante.

"¿Aquella donde creen que hay un soplón en la organización y encuentran al presidente muerto en el desván?" Kiku respondió recordando la más reciente novela de su novio, y sonrió. Amaba esa novela.

"¡Esa misma! Acabo de terminar el capitulo final, ¿Cómo ves?" Arthur respondió a la par que Kiku extendía sus brazos.

"Pues…no puedo ver si no me pones el manuscrito en las manos" dijo con ironía logrando que Arthur sonriera y entonces puso un grupo de hojas de papel impresas con el reciente capitulo. Kiku sonrió.

"Bien, ahora, leeré y dado que es un autor que me gusta mucho, suplicaré que no me interrumpas" soltó con regodeo y Arthur rio levemente poniéndose de pie besando la frente de Kiku.

"De acuerdo, iré a preparar algo de té y saldré a comprar unas pastas, ¿Quieres algo en especifico?"

"¿Qué me recomiendas con esta lectura?"

"Lo inesperado" Arthur respondió ganando otra risa por parte de Kiku.

"Esta bien entonces, sorpréndeme" Dicho eso, se metió en su lectura y Arthur sonrió antes de salir.

Para cuando regresó – en un tiempo realmente breve- lo hizo entrando a la habitación con una taza de leche caliente y dejando derretir una cucharada de crema de avellana dentro. Volteó a ver a Kiku quien seguía sumergido en la lectura, entonces Arthur tomó asiento junto a él en la cama esperando por la critica de su fan número uno. Kiku soltó una que otra risa durante la lectura y varios jadeos de sorpresa. Al terminar bajó lentamente las hojas.

"¿Y Bien?" preguntó el autor del ancho capitulo a la expectativa de la opinión. Kiku le miró con sorpresa agitando sus manos en excitación.

"¡No me esperaba eso!... ¿¡Quien hubiera imaginado!? ¡OH! ¡Y todas esas escenas! Me reí mucho cuando Neil pensó que se trataba de Edward, pero ahora que lo pienso bien… la verdad estaba detrás del primer capitulo, si, ¡ahí y en el séptimo están casi todas las pistas!"

Arthur rio fascinado con las reacciones del otro.

"¡Ha sido excelente! Es una pena que ya se terminó "dijo levemente "Me gusta mucho leer lo que escribes, es algo fascinante y maravilloso ¿sabes?" Arthur no pudo disimular un sonrojo que cruzó su faz acentuándose en sus mejillas y que Kiku pudo apreciar encantado.

Si Arthur podía hacer a Kiku que olvidase, al menos por un momento los pesares de la situación que se cernía sobre sus hombros, lo intentaría. Fuese lo que fuese, y desde que habían llegado a casa, Kiku no había presentado una mezcla de emociones y excitación como la que había mostrado ese día, fue entonces que Arthur dio con la idea directamente.

Algo hizo clic en su interior.

Cada día, hasta el momento en que Kiku volviera a caminar, Arthur escribiría un pequeño cuento, una historia sencilla para que Kiku pudiera leerla, siempre serían diferentes y así Kiku tendría algo que esperar siempre, al final del día.

Y entonces tendría mas motivación para salir adelante, abrir los ojos al día siguiente, continuar con la rutina de ejercicios, continuar, continuar…

Aquel pensamiento no era –en absoluto- arrogante por que, si había algo que era certero entre los dos era que jamás dudaban de las palabras del otro, del amor del otro. Y si Arthur decía que estaría con Kiku siempre, a su lado, ayudándole. Kiku lo creía sin cuestionarle. Y si Kiku decía que amaba leer a Arthur, eso era cierto. Era parte del madurar juntos y aceptarse el uno al otro.

Y En efecto cuando Arthur comunicó aquella idea a Kiku mientras le ponía la taza de la ahora tibia leche con avellana en las manos, el chico de ojos pequeños y rasgados le sonrió felizmente.

"¿De manera que además de cuidarme, pretendes ocuparte escribiendo para mi?, ¿Qué he hecho para merecer tal gracia?" respondió sonriendo dando dos sorbos ligeros a su leche y disfrutando el sabor en su boca. Una total sorpresa de hecho, Arthur siempre encontraba cómo sorprenderle en la más insospechada situación.

"¿Te gusta la idea entonces?"

Kiku asintió levemente. "pero no tienes que gastarte día a día…"

Aunque claro, eso era decisión de Arthur y él ya había decidido, por todos los bienes, hacerlo día tras día sin importar la situación.

Arthur le sonrió levemente y besó las manos de Kiku. "Me temo que es mi idea amor, y yo se lo que hago con mi mente" le dijo riendo en voz baja y el otro también rio levemente.

Aquel era el comienzo de un largo recorrido en sus vidas.


Fin del capitulo I

¡Gracias por tomarse la molestia de leer! ahora correre a escribir los capitulos de lo demás.