La habitación estaba en un completo silencio.

Lo que Alexander había anticipado que sucedería tras sus palabras no sucedió. Esperaba que Allen reaccionara negativamente y arremetiera física o verbalmente en su contra. Era lo más lógico, y algo que sabía que merecía. Más sin embargo eso no sucedió, Allen estaba quieto en su lugar, sin emitir sonido alguno.

Su expresión era indescifrable. No había enojo, furia, tristeza...no había nada. Estaba ahí, con una mirada vacía y fuera de sí.

-¡Allen! - Tras un largo tiempo en silencio Neah habló.

En ese momento las emociones de Allen eran abrumadoras. Ira...felicidad...confusión, aquellas emociones emergían vertiginosamente, mezclándose y volviendo los pensamientos de Allen un completo caos.

Al compartir de cierta manera el mismo cuerpo, Neah podía percibir fácilmente los pensamientos y emociones que Allen experimentaba.

Y precisamente por esa razón debía calmarlo de alguna manera.

Aquello era peligroso.

El balance que se había mantenido entre la conciencia de Allen y la suya estaba rompiéndose. Desde un principio sabía que eso podría suceder. Si no hacía nada, la consciencia de Allen sería engullida y reemplazada por las memorias Noé.

Y Allen dejaría de existir.

-Lo lamento- Sin decir nada más, Neah actuó.

La temperatura alrededor de Allen comenzó a descender abruptamente, envolviendo rápidamente aquella pequeña habitación. Alexander amplió los ojos mientras observaba lo que sucedía, siendo rápidamente abrumado por la tensión que de la nada invadía ese lugar.

Inconscientemente sus piernas se movieron solas, dando pasos vacilantes hacia atrás, retrocediendo. La presión que velozmente oprimía su pecho lentamente empezó a paralizarlo. Aquella terrible sensación crecía, tornándose aterradora.

Un sudor frío descendió de la frente de Alexander, quien no parecía controlar sus acciones en esos momentos.

Nunca había experimentado algo de aquella magnitud.

Cada vez que Neah adoptaba la forma Noé aquello sucedía, el aire a su alrededor se enrarecía y lo que le rodeaba parecía distorsionarse velozmente a su alrededor.

Pero aquello ...era distinto.

Lo que sentía en ese instante era mucho más fuerte.

Lo que se encontraba cerca de Allen comenzó a distorsionarse, mientras una fina capa oscura emergía de su cuerpo, rodeándolo. Aquella sombra se movió sin dificultad, alejándose de Allen y concentrándose a su lado, tomando la forma de una pequeña esfera.

Ésta creció, cambiando de forma y volviéndose aún más sólida.

La forma amorfa que mantuvo durante breves segundos fue reemplazada por una silueta humana, que poco a poco adquirió facciones y se volvió tangible.

Neah lo había hecho. Había vuelto a crear un cuerpo temporal.

Aunque sabía que no debía tomar esa forma fuera del Arca no le importó. En ese momento ese peligro no le era relevante. Con su cuerpo ya completado Neah se acercó a Allen, apartando a su vez con la mano a Alexander, quién no dijo ni hizo nada para evitarlo.

Sin mediar palabra Neah se paró frente a Allen, y tomó su rostro entre sus manos. Los ojos de Allen parecían estar viéndolo, pero sabía que no era así, su cuerpo estaba ahí, pero su consciencia no.

—¡Allen! —el llamado de Neah no pareció tener algún efecto en él. No lo estaba escuchando.

Sin mediar palabra Neah se paró frente a Allen, y lo abrazó.

Ante ese contacto el cuerpo de Allen se estremeció, durante un par de minutos no pareció haber cambio alguno. Pero, lentamente Allen pareció ser consciente de lo que le rodeaba.

Ambos permanecieron de esa manera durante más tiempo, hasta que Allen deshizo aquel abrazo. Con lentitud levantó sus brazos y extendió sus manos hacia Neah, enterrando finalmente sus dedos en su abrigo.

Dudoso, cerró en puño sus temblorosas manos, mientras recargaba su cabeza sobre el pecho del contrario.

—Yo...—la voz de Allen era temblorosa, dudando, y aún sin asimilar por completo lo dicho por Alexander —Todo este tiempo...

Neah posó su mano sobre la cabeza de Allen y despeinó su cabello.

— Sé que debes estar confundido. Así cómo tú fuiste capaz de ver mis recuerdos yo puedo ver con claridad los tuyos, sé cómo te sentiste de pequeño ante la soledad y todo lo que tuviste que pasar para llegar hasta aquí por tí mismo.

Con una cálida sonrisa Neah alejó su mano de Allen, y se posicionó a su lado.

En cuanto su mirada se encontró la de Alexander su expresión se endureció.

—Alexander- sin apartarse de Allen, Neah miró a Alexander. Su mirada era intimidante, y aquel brillo peligroso en sus ojos le transmitía un mensaje claro:

" ¡Habla, ahora!"

Alexander agachó la cabeza y desvío la mirada. Jamás espero recibir tal hostilidad por parte de Neah.

Conocía esa expresión y aquella mirada. Eran las mismas que había mantenido en su rostro cuando protegía a Mana. Cuando luchó contra los Noes de ese entonces...mientras los asesinaba.

-Hace 16 años, mi inocencia me reveló varios hechos venideros. Un futuro totalmente caótico, lleno de muerte y desesperanza. Un futuro posible en el que la familia Noé fue el bando vencedor, y en el que la inocencia fue completamente destruida.

En aquel momento no sabía qué hacer, era el único que conocía el posible desenlace de esta guerra y de la humanidad. No había nadie a quien pudiese confiar esa información.

-Intenté muchas veces encontrar una forma de impedir que ese futuro llegará a cumplirse. Pero no encontré ninguna hasta hace dieciséis años.

Alexander fijó su mirada en Neah.

- Hace dieciséis años mi inocencia me mostró otro futuro. Una nueva opción que podría cambiar el rumbo de esta guerra y la victoria de los exorcistas por sobre el Conde.

Con pasos lentos, Alexander caminó hacia Allen y Neah. El Noé no despegó su mirada de él mientras avanzaba.

Aun cuando su cuerpo dolía a cada movimiento que hacía, Alexander se acercó con dificultad, extendiendo su mano y tocando el hombro de Allen.

Confundido Allen se alejó un poco de Neah y viró hacia Alexander.

Formando una sonrisa melancólica, Alexander extendió sus brazos hacia el rostro de Allen y con suavidad posó sus manos sobre él.

- Lo que me mostró el espejo en ese momento fuiste tú,Allen-

Las miradas de ambos se cruzaron, y la expresión de Allen cambió.

De forma lenta, Allen agarró la muñeca de Alexander y alejó su mano de su rostro.

- ¿Fuiste tú? - la voz de Allen temblaba- ¿La razón por la que estuve sólo cuando era pequeño... fuiste tú?

Alexander desvío la mirada.

— Si— sin mirar a Allen se dirigió lentamente a la ventana, posando sus dedos en ella. — En ese entonces no medí las consecuencias de mis actos, fui una persona egoísta que no pensó en el dolor y sufrimiento que traerían mis decisiones.

Un ligero brillo comenzó a emanar del espejo, iluminando poco a poco la habitación.

Alexander sabía lo que significaba, más sin embargo lo ignoró y prosiguió.

—Durante años viajé de ciudad en ciudad buscándote. Al principio pensé que a quien debía buscar era un joven, cómo me había mostrado el espejo en ese entonces.

Alexander hizo una pausa.

—Jamás esperé que quién estaba buscando sólo fuese un niño pequeño.

Con pasos lentos, Alexander caminó hacia el escritorio y se sentó apoyando su cabeza en el respaldó de su silla. Neah y Allen se miraron entre si por breves segundo, antes de acercarse lentamente donde Alexander.

—En ese entonces yo me resguardaba en una pequeña ciudad al oeste de Inglaterra. Era una ciudad aislada, con poca población y un escondite perfecto para evitar a los Akuma que me perseguían — Alexander tomó el espejo entre sus manos. La luz que antes emanaba fue desvaneciéndose poco a poco hasta desaparecer — Una noche, la calma en ese pequeño lugar fue rota. Un gran incendio surgió en los límites de la ciudad y comenzó a extenderse rápidamente a las edificaciones cercanas, llegando hasta el centro de la ciudad.

—Era un completo caos, las personas corrían desesperadas intentando abandonar la ciudad y salvar su vida. Solo un pequeño grupo de personas se reunieron en la búsqueda de personas que se quedaron atrapadas en sus hogares. Formé parte de ese grupo, y ayudé a los que estaban a mi alcance… — la expresión de Alexander se ensombreció — Fue entonces cuando me encontré con tu madre.

Un extraño sentimiento invadió a Allen. Hasta hace unas horas creía que sus padres le habían abandonado…que debido a su inocencia lo habían dejado a su suerte. El saber que eso no había sido así le era difícil de asimilar.

—Ella corría como podía por las calles, cubriendo su cuerpo con una manta e intentando huir del fuego. — extendió su mano y tomó una pequeña caja que estaba sobre el escritorio. Con las manos temblorosas abrió la caja y la puso frente a Allen.

Allen observó el contenido de la caja, con clara confusión dibujada en su rostro.

En cuanto vio lo que contenía, amplió los ojos sorprendido.

Sin poder articular palabra, Allen acercó su mano a la caja y tocó lo que contenía con sus dedos.

—Esto es…—con cuidado Allen sacó lo que estaba en la caja. Eran unos guantes diminutos, parecidos a los guantes que acostumbraba usar de niño. Apenas su dedo meñique abarcaba el largo de ellos, claramente eran guantes de bebé.

—Esos son los guantes que llevabas en ese momento. — Alexander observó con atención a Allen, mientras este acuñaba ambos guantes entre sus manos — Lo que tu madre protegía esa noche eras tú. Intentaba protegerte a ti y a otro niño, qué podría ser tu hermano.

—Tu madre, y el grupo que estábamos ayudando abandonamos la ciudad junto con otras personas que habían sido rescatadas. Todos huimos, aquella ciudad había sido arrasada, ya no quedaba más que destrucción y cenizas.

Los habitantes de lo que había sido esa ciudad se reunieron e intentaron hacer refugios improvisados, en los que pudieran pasar la noche y mantenerse a salvo.

— Mientras dormíamos, mi inocencia comenzó a vibrar, y brillar como hace un momento lo ha hecho — Con un delicado movimiento, Alexander acarició la superficie del espejo— Y, como si las inocencias se estuviesen llamando , tanto el espejo y tu brazo izquierdo emanaron una ligera luz. La luz característica de la inocencia.

—Cuando supe que eras quien había estado buscando, no lo pensé. Mientras tu madre estaba dormida, te separé de ella y te cargué en mis brazos. Al hacerlo, el futuro volvió a cambiar, pero, esta vez…..

—Este presente es el que fue mostrado. — Una voz ajena a la de Alexander se escuchó a sus espaldas. Allen viró rápidamente hacia la puerta de la habitación, reconociendo aquella voz.

—¿Maestro?— Allen preguntó, sin poder esconder su expresión de sorpresa. No esperaba verlo tan pronto, al menos no fuera del campo de batalla.

—Veo que no has cambiado nada, Cross Marian. Sigues teniendo la mala costumbre de entrar sin permiso y escuchar conversaciones ajenas— A Alexander no pareció sorprenderle la presencia del General en su hogar.

—No soy el tipo de persona que cambia por las opiniones de la gente, ya lo sabes. Me importa poco lo que piensen y pienses de mí. — Cross respondió sin interés, acercando su cigarrillo a sus labios. Timcanpy, que había desaparecido en cuanto Alexander se presentó ante Neah, entró volando a la habitación pasando de largo al general y dirigiéndose hacia Allen.

Allen guardó los guantes en el abrigo que portaba y extendió sus manos hacía Timcanpy. El Golem no tardó en posarse en sus palmas, dando pequeños saltos.

Neah no dijo nada. Miró a Cross, quien también mantuvo sus ojos fijos en él.

Allen observó confundido a su Maestro. La tensión que había entre él y Neah era palpable. No sabía exactamente como fue que se conocieron y la razón por la que el general había sido alguien de confianza para Neah.

Pero la promesa que habían hecho le había dejado en claro que ambos eran bastante cercanos, lo suficiente como para que Neah confiara en él y que Cross mantuviera la promesa que había hecho antes de que muriera.

—Fuiste quien lo sacó de la Orden Oscura ¿No es así? — Cross Marian cuestionó, quitando su cigarrillo de sus labios. Con pasos seguros, se acercó caminando hacia él, manteniendo su completa atención en el Noé.

—No te equivocas, fui yo quien lo sacó de ese lugar, — Neah se acercó a Cross, imitándolo. — Dudo que estés aquí para capturarlo y llevarlo de vuelta a la Orden. No eres el tipo de persona que sigue órdenes, siempre actúas de manera independiente.

—No puedo negarlo. Me conoces muy bien— una leve sonrisa por parte de Cross fue visible para todos — Debo admitir que me sorprende el tú de ahora. Hace treinta y cinco años eras alguien completamente diferente, una persona despiadada y desinteresada en personas ajenas a tus seres queridos.

Neah frunció el ceño, recordando ese tiempo. Cuando Cross, Mana y él se conocieron.

—Yo escojo a mis aliados. No sólo porque los genes Noé estuviesen activos en mí iba a estar de acuerdo con las decisiones del Conde y de las acciones de los demás apóstoles — Neah viró hacia Alexander, para finalmente volver su mirada a Cross — Desde un principio el decimocuarto Noé no debía existir. Una de las razones por las que traicioné a la familia fue esa, yo no estaba bajo el control del Conde desde el principio, tenía mis propios objetivos y libre albedrio, algo que los demás Noé no tienen.

Allen miró a Neah, desconcertado.

—¿Control? — Allen cuestionó al Noé— ¿A qué te refieres?

Neah dejó escapar un suspiro. Conociendo lo complicado y enredado que podría ser la respuesta para el menor.

—La familia Noé existe con el propósito de respaldar, proteger y acatar las decisiones y acciones del Conde Milenario. Por más retorcidos o insignificantes que sean sus decisiones, el clan Noé debe obedecerlos, sus genes se lo dictan. — Neah desvió su mirada hacia la inocencia de Allen. — Originalmente la familia Noé estaba conformada por trece Noés, el Conde Milenario y doce apóstoles. Jamás, durante los siete mil años que la familia Noé lleva existiendo había surgido un décimo cuarto apóstol.

Cross ignorando la atenta mirada de Alexander, se acercó a su discípulo.

—La existencia de Neah en la familia Noé es incluso un misterio para ellos. Todos los apóstoles, a excepción de Neah , están ligados directamente a las órdenes del Conde, no pueden negarse — Cross tiró su cigarrillo al piso, apagándolo con su bota — Al ser un Noé que originalmente no debía de existir entre los apóstoles, Neah no tiene esa limitación.

—Todos los Noés comparten el odio y rencor hacía la inocencia, pero él puede controlarlo y evitar que lo consuma. Sin el control en el que están atrapados los demás apóstoles, probablemente ellos podrían convivir con personas normales y exorcistas sin el deseo de matarlos.

Tras sus palabras, Allen recordó lo que Neah le había dicho:

"La única manera en la que podremos obtener ventaja sobre el Conde, es poniendo a los demás Noés en su contra. Debemos encontrar una manera de dividirlos. El Conde no podrá solo contra los exorcistas y Noés si luchan juntos"

Ahora comprendía lo que Neah planeaba hacer. Luchando ambos bandos juntos era posible su victoria, el Conde Milenario estaría en gran desventaja y ni siquiera los Akuma podrían hacer algo contra los demás Noé.

Serían una combinación devastadora.

Como leyéndole la mente, Alexander respondió a su conclusión.

—Lograr que los demás miembros de la familia Noé rompan el vínculo con el Conde, sería realmente un milagro. — Alexander entrelazó sus dedos y se recargó en el escritorio. Acercando sus manos a su rostro y manteniendo una expresión seria. — Neah lo intentó varias veces, más sin embargo no encontró la manera de liberar a los apóstoles de ese tiempo. Asesinarlos fue la única forma en la que el poder del conde se vio reducida, pero no fue suficiente.

—Quizá ahora, que tanto tú y Neah han establecido una alianza, sea posible lograrlo. — Alexander dirigió su mirada a los guantes que Allen había portado años atrás.

—En verdad, me arrepiento de haberte condenado a vivir una infancia llena de dolor y soledad. Si no hubiese pensado de aquella forma tan egoísta, quizá en estos momentos estarías con tu familia, habrías tenido un destino diferente.

Allen no pudo evitar mirarlo con cierto rencor.

Lo que había hecho no solo le había afectado a él, sino también a su familia. La familia que en esos momentos podría estar buscándolo, o que lo buscó tras ese incidente sin descanso.

Lo que había hecho jamás podría perdonárselo.

Pero…

Aunque se sentía molesto por las acciones que Alexander había tomado para evitar ese futuro. El resultado de ello no lo odiaba.

Si Alexander no lo hubiera separado de su familia, jamás hubiera conocido a Mana y no se abría unido a la Orden Oscura. Probablemente, viviría en la ignorancia y no conocería la verdadera función de su brazo izquierdo.

Quizá…jamás hubiese sabido sobre la existencia de la inocencia.

El haber conocido a las personas de la Orden, sus amigos y compañeros, no lo consideraba un error. Sin la injerencia de Alexander, no los habría conocido, ni habría compartido momentos felices con cada uno de ellos.

El resultado de aquel día no había sido del todo malo.

Sin decir nada, Allen extendió sus manos hacia las de Alexander y deshizo su agarre. Ante su acción, Alexander le miró sorprendido.

Lentamente, Allen bajó las manos de Alexander hacía el espejo, finalmente, posándolas sobre la superficie de este.. Sin apartar sus manos de las suyas, Allen habló.

—Lo que hiciste no puedo perdonártelo, al menos, no ahora — Sin que Alexander lo esperase, Allen le dedicó una sonrisa cálida — Pero, tus acciones me permitieron conocer a personas importantes para mí. A Mana, las personas de la Orden…a Neah e incluso al tramposo y pervertido de mi Maestro.

Ante sus palabras, Cross pareció fulminarlo con la mirada, más no negó nada de lo dicho por su discípulo.

—No me arrepiento de vivir en este presente— las manos de Allen se separaron de las de Alexander en un movimiento suave. En los ojos de Alexander se apreció un ligero brillo, un sentimiento de felicidad y esperanza.

Con un gesto de agradecimiento en su, Alexander sonrió.

—Durante todos estos años he conocido el paradero actual de tu madre. Sabía que en cuanto supieras la verdad tratarías de buscarle, por lo que ahora te ayudaré a llegar ella, a tu verdadera familia — Alexander dirigió su mano a un cajón de su escritorio y de el sacó una pequeña libreta y lo que parecía ser un mapa. — En este mapa está marcada la ciudad en la que actualmente se encuentra. Tendrás que dirigirte allí si deseas encontrarla.

Alexander tomó el espejo y junto con el libro y el mapa, se los extendió a Allen.

—Aún hay mucho que debes saber, más sin embargo no me queda mucho tiempo para decírtelo. — Dando un último vistazo a su inocencia, Alexander se incorporó de su asiento y entornó su mirada en Cross y Neah. — La familia Noé ya sabe que regresaste, y no tardarán en venir aquí en tu búsqueda con la intención de matarte.

La expresión tranquila de Neah se vio remplazada por una temible seriedad.

—La respuesta a tus dudas están escritas en este libro. Tómalo junto con la inocencia y huyan en el Arca, no tienen mucho tiempo — Dudoso Allen tomó entre sus manos lo que Alexander le entregaba.

La sorprendente tranquilidad que demostraba Alexander no pasó desapercibida para Neah.

Aquella tranquilidad y esa sensación de paz…solo podía significar una cosa.

—Estás próximo a morir — las palabras de Neah salieron de sus labios en un tono bajo, pero lo suficientemente claro como para que Allen lo escuchara.

Sin poder evitarlo un escalofrío recorrió el cuerpo de Allen en cuanto sus palabras llegaron a sus oídos.

Con una extrema calma, Alexander asintió.

—He evitado el castigo de Dios durante mucho tiempo. Traicioné a la inocencia, y de forma cobarde evadí la muerte hasta ahora, poco a poco me convertí en un caído— Allen viró hacía Alexander rápidamente, sin poder articular palabra alguna.

Los recuerdos de la batalla con Suman regresaron velozmente a él, recordándole el terrible final que traía consigo la traición a la inocencia.

—Durante casi diez años le he dado información a la familia Noé sobre el futuro de esta guerra santa. Si no lo hubiese hecho, me habrían asesinado sin dudarlo hace mucho tiempo, pero, no podía permitirme morir hasta que me reencontrara nuevamente con Neah. Conocía perfectamente el desenlace que tendría, pero eso no me importó ni me importa ahora.

—Mi castigo es diferente al que sufrió el exorcista Suman Dark. La inocencia lentamente ha consumido mi fuerza vital, y en cualquier momento esta puede tomar lo poco que me queda — Alexander miró hacía Allen — Desapareceré pronto, quizá solo sea cuestión de horas o un par de días, pero para ese entonces deben estar lejos. Fuera de su alcance hasta que cuenten con más aliados.

Neah, que había escuchado atentamente cada palabra de Alexander convocó una puerta del Arca dentro de esa habitación. Cross lo observó, manteniéndose callado.

Ambos deducían lo que estaba próximo a suceder. Ellos debían salir de allí rápido, aunque eso significara para Neah dejar atrás a la persona que alguna vez consideró su padre…

Por más que le doliera admitirlo, Alexander tenía razón, debían irse antes de que fuese demasiado tarde.

Cross en un movimiento fugaz tomo el brazo derecho de su aprendiz y le hizo retroceder. Sin entender las acciones de su maestro, Allen intentó preguntar la razón del porque le había alejado se esa manera, pero Neah no le permitió hacerlo.

Tanto Cross y Neah le tomaron de un brazo cada uno y le hicieron caminar en dirección de la puerta del Arca. Sin permitirle decir una palabra, ambos le dieron un pequeño empujón, obligándolo a entrar al Arca.

En cuanto Allen desapareció entre la luz blanca de aquella puerta, Neah volteó hacía Alexander, que aún con su cuerpo débil se acercó a ellos. En un profundo silencio, Alexander abrazó a Neah, sabiendo que esa sería la última vez que se verían.

Neah se mantuvo callado, mientras correspondía ese último abrazo.

Desde pequeño, Neah lo consideró una figura paterna. No podía decir con certeza en que momento empezó a considerarlo de esa manera, más, sin embargo, aún en ese momento lo veía de esa manera.

El no poder hacer nada por él le abatía, recordándole una y otra vez que tarde o temprano, las persona que se relacionaban con él terminaban heridas.

Alexander, sabiendo que Neah se estaba culpando por lo que estaba próximo a suceder, lentamente se alejó de Neah, deshaciendo el abrazo.

Con suavidad posó su mano sobre su hombro, y con una sonrisa sincera enmarcada en su rostro, habló.

—Debes ir con él chico, él te necesita. Nadie más puede comprender las dificultades y el dolor que le traerá su destino. Solo tú, quien sabes mejor que nadie lo terrible que esta guerra puede llegar a ser, puedes ayudarle.

Con una simple mirada Alexander le indicó a Cross que se adelantará. Esté manteniendo una expresión seria lo hizo sin protestar, adentrándose en la misma puerta por la que su aprendiz había ingresado anteriormente.

Estando solo Neah y Alexander en esa habitación, el mayor metió su mano en su largo abrigo y sacó un pequeño medallón. Que rápidamente Neah reconoció.

—Esto te pertenece — Tras dejar el medallón en las manos de Neah, Alexander con las pocas fuerzas que le quedaban empujó a Neah a la puerta del Arca. Sorprendido, Neah intentó evitar atravesar la puerta, sin éxito.

Su cuerpo rápidamente atravesó el acceso al Arca que él mismo había creado.

Lo último que la luz de le permitió ver antes de abandonar aquella habitación fue la expresión tranquila de Alexander.

Y aquella sonrisa que mantenía en su rostro, mientras lentamente su cuerpo comenzaba a desmoronarse…

Y se desvanecía.

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