Disclaimer: Saint Seiya no me pertenece, todos los derechos están reservados por Masami Kurumada y la TOEI.
El Dolor del Destino
Me encuentro en la sala papal frente a la única persona a la que le debo mi lealtad, la persona por la que daría mi vida sin dudarlo, aquella que amo más que a nadie… más que como una diosa.
Adoro estar en su presencia, ser capaz de observar su infinita belleza y sentir su cálido cosmos lleno de amor envolverme, ese amor de mujer, que no es por ser egocéntrico, que sé que sólo me dedica a mí…
Sé que no está bien pues ella es Athena, una diosa, y para variar: virgen. Si ya el amar a una deidad más allá de eso estaba prohibido y era considerado un crimen, el desear a una entidad divina tan pura como ella era un delito mucho mayor…
Más eso no me importa, pues no estoy buscando nada más allá de eso… Con tal de estar a su lado es más que suficiente, pues mi amor por ella a pesar de poseer dichos deseos, va mucho más allá de cualquier deseo carnal…
Pero hoy la noto extraña, no es la misma de siempre… Su cosmos me lo dice, más sin embargo su rostro fue el primero en hablar. Intenté acercarme a ella durante los días pasados, pero ella no me lo permitió; a pesar de haberle dicho hace poco que la amaba más que como una diosa, y saber que ella me correspondía, hoy eso no parecía haber ocurrido.
— Saori, ¿qué ocurre? —le pregunto finalmente, hincándome, buscando que al hacerlo ella volteara a verme, pero no lo hace.
Deja salir un pesado suspiro y me responde— Seiya, antes que nada… quiero agradecerte por todo lo que has hecho como caballero, por la Tierra, por mi… —comienza a decirme—. Realmente no hay forma de pagarte todo aquello que has hecho. De verdad, muchas gracias…
Un poco confundido ante lo que me está diciendo, le respondo mientras afianzo el agarre del casco de la armadura de Sagitario, la cual había sido restaurada gracias a la sangre de Athena— No tienes que agradecer nada Saori… Soy un caballero, y como tal mi deber es velar por el bienestar de esta nuestra Tierra, pero por sobre todo por ti… —esto último lo digo con el corazón latiéndome a mil por hora, cada vez que le hago este tipo de confesiones, todo mi ser comienza a temblar y siendo que en cualquier momento mi vida terminará debido al infarto que puede sufrir mi pequeño y latiente amigo.
Espero su respuesta con paciencia, aunque eso suene raro dado que yo no soy el mejor ejemplo de dicha virtud, más el estar a su lado me ha hecho madurar mucho, y he empezado a hacer cosas que antes en mi niñez no podía hacer debido a mi terquedad y rebeldía.
De nueva cuenta la escucho soltar otro pesado suspiro. No entiendo, ¿qué le pasa? Está muy extraña el día de hoy…
— Sao-…
— A pesar de todo lo que has hecho —comienza, no importándole haberme interrumpido. Su voz se escucha muy fría, pero a la vez siento como si le costara hablar—, a pesar de todo aquello… Seiya… —finalmente se gira para darme la cara y me sorprendo al ver su mirada—. Caballero, a partir del día de hoy, quedas liberado de tus labores como el caballero Seiya de Pegaso. Es por ello, que debes marcharte del santuario inmediatamente.
Un silencio sepulcral se apropia del lugar… No puedo creer lo que estoy oyendo… ¡Esto, esto no puede ser posible!
— Pe-Pero, ¿qué dices Saori?
— Te ordeno que me tengas más respeto, antiguo caballero de pegaso —me ordena con frialdad mientas toma asiento. Mi corazón me duele, ¿qué le sucede? ¿Por qué está actuando así? —. Te prohíbo que me llames por ese nombre en mi presencia.
Me levanto presuroso ante tales palabras. Mis oídos no creen lo que escuchan y mi vista no concibe lo que veo. Esta no es la Saori con la que conviví después de mi regreso de Grecia, no es por la que luché todo este tiempo…
No es de quien me enamoré…
— ¿Por qué…?
— ¿Preguntas por qué te estoy relevando de tus labores como caballero? —me pregunta con frialdad—. Qué pregunta. Seiya, deberías estar agradecido de que te esté liberando de tus labores. Si no mal recuerdo, anteriormente no deseabas ni ser un caballero, sólo querías buscar a tu hermana —me dice—. Ahora que la has encontrado no hay motivos para que sigas aquí. Es por eso que lo mejor será que te vayas.
— ¡Eso no es cierto! —le digo con molestia, acercándome un poco más a ella—. ¡Sabes muy bien que eso fue antes, Saori!
— ¡No me levantes la voz Seiya! —me dice, siento su cosmos arder en ese momento, lo cual me hace retroceder un poco al inicio, pero después eso no me importa y vuelvo a avanzar hacia ella.
Camino unos cuantos pasos más y estoy casi al pie de los escalones.
— Esas no son razones suficientes como para que me pidas que me vaya —le digo, modulando mi voz, no quería volver a gritarle.
— Es una lástima, no hay más qué explicar. Te irás de aquí Seiya, es una orden.
— No quiero —te respondo tajante.
— Esto no es de querer o no, es una orden Seiya. Si realmente lo que dijiste es cierto y que ahora si gustabas de ser un caballero y velabas por mí que soy tu diosa, entonces obedecerás —me dice, levantándose y dándose la vuelta de nueva cuenta.
No, esta vez no me evadirá.
Suelto mi casco y me acerco a ella para tomarla del brazo con fuerza y hacerla girar hacia a mí. La sorpresa en sus ojos no me sorprende, ya que seguramente estoy cometiendo otro crimen que será añadido a la lista negra por estar poniéndome al tú por tú con mi diosa, pero eso no me importa…
— ¿Qué crees que estás haciendo? —me pregunta, volviendo a mirarme con aquella gélida mirada—. Te ordeno que me sueltes.
— No te obedecía de niño cuando me ordenabas jugar contigo, no creas que ahora será diferente… —le digo con molestia.
Saori hace el intento de soltarse de mi agarre, pero para desgracia suya, mi fuerza es mucho mayor que la suya. Eso se lo demuestro en el momento en que tiro de su brazo y la pego a mí, envolviéndola en un fuerte abrazo.
El silencio vuelve a reinar en la sala, siento el ambiente muy pesado. Afianzo más el agarre y vuelvo a hablar
— ¿Por qué me quieres alejar de tu lado…? —le pregunto, sintiendo mi voz quebrarse de a poco. Espero durante algunos segundos, incluso puedo decir que por minutos, su respuesta, pero esta nunca llega, por lo que decido seguir hablando—. No me hagas esto Saori… Sabes que mi vida es ser un caballero, pero por sobre todo… que mi vida te pertenece, y que sin ti no soy nada…
Mi voz me estaba traicionando, era evidente el dolor que esto me producía. A decir verdad no me importaba tanto ser un caballero, tan sólo no quería que me alejara de ella de nuevo, mi corazón no podría soportar tanta tristeza de nuevo.
Siento un leve movimiento de sus brazos, como si fuera a corresponder el abrazo en el que la tengo presa…
Pero lo único que hace es alejarme de ella, primero que con suavidad, más después con brusquedad…
— Exacto, tu vida me pertenece… —comienza a decirme mientras vuelve a girarse y darme la espalda, tomándose los brazos—. Y porque me pertenece es que puedo hacer lo que quiera con ella, y lo que deseo hacer ahora con ésta es alejarla de la mía… ¿Lo has entendido ya?
Sus palabras me han dado un golpe infinito en el pecho, logrando que varias lágrimas cayeran de mis ojos. Qué gran diferencia la actitud de hace unos días cuando le hice saber mis sentimientos a ahora, que literalmente está echando todo por la borda… ¿Qué le pasó a la Saori que siempre protegí?
¿Dónde está mi Saori…?
— Entiendo que me quieras lejos… Pero lo que no comprendo es el verdadero motivo Saori, quiero decir… Diosa Athena —le digo, intentando controlar el temblor que mi voz tenía debido al leve llanto que no podía detener. Bajé la vista, no podía seguir viéndola…
— No te debo ninguna explicación —me dice, maldición… ni eso puedo llegar a obtener—. Pero creo que la mereces a final de cuentas… —me dice con el mismo tono frío de voz, aunque logro distinguir un poco de calma, aquel que siempre solía usar—. Seiya, la razón por la que te estoy echando del santuario es la siguiente…
Camino con lentitud fuera de la sala papal, buscando no alejarme del lugar tan rápido a pesar de que Saori me lo haya ordenado. Lagrimas corrían por mi mejillas sin cesar, no puedo detenerlas, pues estas representan el dolor que está sintiendo mi alma y mi corazón al alejarme del ser que más amo, amé y amaré en todas las vidas que tenga que vivir…
Maldita fuera la hora en la que tuviera que enamorarme de ella…
Más lo peor es… que no me importaría volverlo a hacer, a pesar de saber que nuestro destino es sufrir por este amor que es imposible, que es prohibido, por toda la eternidad…
Me giró hacia la cámara del patriarca por última vez, y recuerdo las palabras que Saori me dio como motivo de su decisión.
Zeus te detesta porque le has robado el amor de su hija… Así que por tu bien, es mejor que te alejes de ella… para siempre…
Me quedo observando el lugar por unos segundos más antes de volver a retomar mi caminar y alejarme poco a poco de la recamara del patriarca. Mientras lo hago, un fuerte rencor comienza a florecer en mi corazón hacia el dios más grande del Olimpo, el gran Zeus…
Ese dios… sabía que en algún momento nos daría problemas, pero jamás pensé que fuera tan celoso con su hija. Definitivamente debí poner más atención en las clases que me dio Marín sobre mitología griega, de haber sabido… no habría sido un golpe tan duro el conocer la razón del por qué Saori me aleja de ella…
— Te lo juro Zeus, algún día llegaré a ti, y cuando lo haga… me encargaré de dejar mi huella en tu rostro, por toda la eternidad… Romperé la cadena del destino que por tu culpa ella y yo debemos sufrir era tras era…
Suki: Y bueno, aquí dejo un pequeño one-shot de una leve idea que se me ocurrió hace poco. De hecho esto es un reto que propuse en un grupo de facebook con otras autoras y pues vamos a ver qué tal les queda a ellas y si deciden subirlo. Si lo hacen yo sé que les quedará de maravilla. En fin… Sueños Deseados tendrá su actualización pronto. ¡Espérenlo con esmero!
.
.
.
Suki90, presentó.
Y tú, ¿has sentido el poder del cosmos?