Finalmente el último capítulo, perdón por tardar tanto, sobrevivo a los parciales como puedo T^T

No soy dueño de Hetalia ni sus personajes, creare mi propio Hetalia con fanservice y yaoi explicito!

Empezó cuando Arthur despertó el día que su ciclo de celo término. Se encontró con un cuarto vacío y una cama fría. Sin siquiera mirar a su alrededor sabía que estaba solo, y que el Rey le había mentido. Suspirando, se dejó caer en la almohada escondiendo su cara esperando esconder también la vergüenza de haberle creído. Todas esas palabras y promesas después de aparearse y mientras esperaban que Alfred terminara de anudar habían significado mucho para él. Había tratado firmemente de no creerle, pero había terminado creyendo. Se habían vuelto todo para él. Una oportunidad de felicidad y amor de verdad ahora era-

"¡Buen día!" Arthur saltó de la sorpresa. Alfred entraba con una fuente llena de huevos, tostadas y tocino "¡Hice el desayuno!"

"¿Sigues aquí?"

Se sentó en el borde de la cama con el ceño fruncido "¿Por qué me iría?"

"Y..." sus ojos de clavaron en la comida "¿Me hiciste el desayuno?"

"Estoy fuera de practica ¡Pero al menos no queme nada!" y sonrió orgulloso, ignorando el dilema interno de su Reina. Dejó la bandeja frente al otro, que empezó a picotear la comida con su tenedor "Espero que te guste"

Murmuró un torpe "gracias" y probó su desayuno. Alfred se veía distinto. Más brillante, alto y fuerte. Tal vez era porque ahora llevaba ropas, y se dio cuenta que solo lo había visto dos días así, comparado con la semana entera que habían pasado completamente desnudos.

"Um…" empezó nervioso, Arthur lo miró "Puedes tener tu propio cuarto si quieres… o-o puedes quedarte en mis recamaras"

Dejo de masticar los huevos considerándolo. Alfred estaba siendo genuinamente sincero, y era horriblemente real. Deseo ser crédulo, creerle ingenuamente, queriendo nada más que todo eso fuese de verdad. Se preguntó a si mismo si podía.

"Mira, sé que es imposible que me creas con solo conocernos una semana, especialmente cuando la mayor parte del tiempo estuvimos apareándonos pero.." le sonrió tímidamente, haciéndolo atragantar con los huevos. "Si quieres podemos empezar ahora mismo. Los jardines son lindos, podríamos salir un poco después de estar tanto tiempo adentro. ¿Te gustaría ir a dar un paseo conmigo?"

Se aclaró la garganta "Suena bien, pero…"

"Oh no, probablemente quieras estar un tiempo a solas ¿huh?" y se levantó de la cama en pánico obvio "Una semana entera conmigo constantemente. ¿Qué pensaba? Perdón"

Empezó a irse, pero puso una mano sobre la del rey para detenerlo.

"Pensaba que deberíamos bañarnos primero" explicó. La sonrisa que el rey le dio se lo aseguró a la Reina.

Primero tomó sus propias recamaras. El Reino se dio cuenta del cambio, pero sorpresivamente no protestó. El Caballero Yao Wang estaba encantado de finalmente conocer a la Reina, no habían pasado mucho tiempo juntos en esos dos días. A pesar de ser Beta y no ser afectado por el celo, decidió que lo mejor sería no verse antes de que fuese reclamado por su Rey, para evitar dudas. Se llevaban bien, el Caballero había organizado todo durante esta semana, y gracias a él rápidamente fue coronado como la Reina de Picas.

Se mantuvieron firmes en las promesas que hicieron durante el ciclo. Alfred lo llevaba a caminar y lo visitaba en la biblioteca donde pasaba la mayoría del tiempo. Al no tener importancia política, tenía mucho tiempo libre. Estaba inquieto, y su tiempo con Alfred se volvió la luz de sus días.

Al principio estaba aterrado de ser sí mismo. Sus hermanos lo habían molestado constantemente por ser muy emocional, orgulloso, por enojarse fácilmente y no ser como los demás Omegas. Al crecer con tres Alfas lo habían hecho un hombre que no cedía en su "posición" y le habían dado una gran cantidad de fuerza interna. La mayoría de los Alfas se molestaban por eso y lo fastidiaban, así que terminó aislándose. Pero de alguna forma, Alfred se las arregló para traspasar la muralla que había construido. Viendo todo lo que podía, su enojo, su miedo y su romanticismo, todo sin esforzarse.

Tal vez él se rindió muy rápido. Eran pareja y no tenían opción, pero creía que si realmente tuviera un problema con Alfred, podría decírselo al Rey y este encontraría la solución donde no tuvieran que interactuar excepto para aparearse. Era realmente un hombre amable, y hacia que su corazón apretara dentro de su pecho.

Un mes después se encerró, y los sirvientes informaron al Rey. Fue a verlo, pero se encontró impedido de ver a su pareja, así que se conformó con hablarle a través de la puerta.

"Arthur, por favor, dime que es lo que pasa" pidió gentilmente, un grupo de sirvientes estaba reunido detrás de él en el pasillo, esperando ansiosos "¿Estas enfermo? ¿Estas lastimado? ¿Necesitas algo?"

"Por favor, basta" dijo finalmente, su voz débil y emocional "No soy bueno ni para ti ni para el Reino"

"Lo eres para mí. Eres mío y no voy a abandonarte" apoyó su cuerpo contra la puerta, como si con eso pudiera estar más cerca de Arthur "¿Sigues sin creerme?"

"yo… no estoy esperando" dijo débilmente.

"¿Huh? ¿Esperando que?" miró a los sirvientes por una respuesta. Ellos lo miraron solemnemente, incapaces de explicarle. Entonces una mujer puso su mano sobre su vientre y lo frotó.

Jadeó, captando el significado "Abre la puerta" pidió lenta y gentilmente.

"No puedo"

"Si puedes. Mi Omega me necesita"

"¿Todavía… me quieres?"

Se rió ligeramente. Arthur escuchó un click que no era audible para nadie excepto él, su corazón. Abrió la puerta y miró a Alfred, que le sonreía abiertamente. Sin dudar en su decisión de ser pareja de Arthur, sin enojo porque no había sido capaz de quedar embarazado.

Entonces, respiró violentamente y dijo "Te amo"

"Soy más pequeño que la mayoría de los Omegas" dijo "va a ser difícil dejarme preñado"

"Ese no es mi objetivo" respondió, su sonrisa y su cabello dorado iluminados por el sol a sus espaldas. Jugaba con el flequillo de Arthur mientras esperaba que terminara de anudar. "Mi objetivo es que seamos felices juntos, yo cuidándote a ti y al Reino, y tu sintiendo que puedes confiar en mi"

Agachó la cabeza para esconder sus ojos y las emociones que lo arrollaban. El Rey nunca lo dejaba mirar hacia otro lado por mucho tiempo. Puso un dedo debajo de la barbilla y lo hizo levantar la vista.

"Solo lo dices como el Rey…"murmuro recordándose no caer. No podía.

"No, lo digo como Alfred hablando con Arthur" y le besó la frente como una promesa sincera.

Amaba el jardín de rosas. Se encargaba de él, dejando de lado a los jardineros, encontrando un propósito en la vida cuidando las plantas para pasar el tiempo. Su vida se dividía entre estar a solo y estar con Alfred, cuando el rey estaba trabajando sentía que se hundía en el aburrimiento. Deseaba haber quedado preñado, al menos estaría ocupado preparándose para tener un hijo, pero incluso eso estaba lejos de su alcance.

No tardó mucho para que Alfred se uniera a él, e incluso tomaran el té en el césped rodeado de árboles y rosas. No era fanático del aire libre, pero era obviamente fanático de Arthur. El Omega estaba peleando una batalla perdida contra sí mismo y contra Alfred. El Rey nunca había sido como sus predecesores, y era honesto en su amor para su Reina.

Fue en el quinto mes de su "relación" cuando Alfred apareció en su puerta con un regalo, el primero que le había dado. Era una muñeca de madera de Arthur. Era hecha a mano y algo tosca, pero él le sonreía hasta mostrar sus encías, y supo que el Rey había puesto su corazón en hacerla. En compensación, le hizo un regalo hecho a mano, un suéter que tejió él mismo. Y así empezó la lluvia de regalos de Alfred.

El Caballero se había vuelto un buen consejero para Arthur cuando sentía que su corazón iba a saltar de su cuerpo y escapar de todo el estrés al que lo sometían. Con los regalos constantes, sentía que había alcanzado su límite. No quería tirarlos porque se preocupaba por cada uno, pero esto era ridículo. Dos semanas y estaba cubierto de flores, cuadros, ropas caras y libros.

"¡¿Qué significa todo esto?!" preguntó después de explicarle rápidamente la situación a Yao.

El simplemente se rió, yendo hacia el balcón bajo el sol de la tarde. "Solo es un Alfa tratando de reclamarte"

Se sonrojó "Pe-pero él ya…"

"No, no lo hiso" dijo el Caballero "Bueno, si físicamente, pero no emocionalmente. Lo creas o no, los Alfas pueden enamorarse de los Omegas y quieren cortejar a quien aman"

"Lo sé" escupió, pero Yao no parecía molesto "Solo que… es el Rey y todos sabemos que esto es parte de su deber…"

"El ya cumplió con su deber, técnicamente. Se ha apareado con su Reina. ¿Qué le queda para el resto de su vida? Es natural querer ser feliz, y parece ser feliz cuando está contigo. Incluso ya ha demostrado su afecto por ti"

"Si, pero…"

"¿Sigues sin creerle?" preguntó lentamente y Arthur negó con la cabeza "Bueno, por eso él trata de reclamarte. Quiere tu corazón más que tu cuerpo"

Se sentó ahí por mucho tiempo después de que el Caballero se fue, pensando en sus palabras. Se sentía confundido. Si Yao estaba en lo cierto, el Rey deseaba entregarse a su Reina en cuerpo y alma. Ellos eran jóvenes. ¿Podían ser capaces de tomar una decisión tan enorme?

Alfred apareció, bastante nervioso y se sentó en el largo asiento frente a Arthur. Se quedó frotándose la nuca cy mirando al suelo. Lo miró en silencio hasta que se dio cuenta que no tenía ningún regalo.

"¿Alfred…? ¿Viniste con las manos vacías?" era una broma, pero los ojos azules horrorizados le dijeron que el Rey no pensaba que fuese algo gracioso.

"¡¿Quieres uno?! Yao me paró antes de venir y me dijo que debía frenar un poco" se inclinó hacia adelante "¿Te estuve molestando? Perdón"

"¿Perdón?"

"Por todos los regalos. Te molestaron ¿no es así?"

Y entonces escucho una explosión en su pecho y sintió que se abría de una forma que no podía comprender. Todo vino avanzando desde su cabeza a sus pies, y volvió por su cuello hacia su cerebro, silenciando todo menos su corazón acelerado y su dolor en la sienes, forzándolo a decir lo que dijo y haciéndolo dejar de luchar. Fue una hermosa rendición.

Estaban frente al fuego una noche, Alfred había pedido que sus comidas se sirvieran en las recamaras del Rey así podían cenar a solas. Arthur estaba silencioso y quieto, a gusto con la conversación física que tenían, un ligero toque ahí, un sonrojo "accidental" y sonrisas cada vez más frecuentes. Entonces el rey se inclinó y presiono su rostro contra el cuello de Arthur.

"¿Podrías abrazarme? "Pidió.

Soltó una risita. "Eso no es algo que un Omega hace con su Alfa"

Pero aun así puso una mano en la cabeza de Alfred, deslizando los dedos por su cabello. Suspiró contra su cuello, apoyando más su peso sobre su Reina.

"No me importa" murmuró "Quiero que me abraces"

Se acostó sobre Arthur. Se rió suavemente mientras envolvía los brazos alrededor de los hombros de Alfred, separados por la diferencia de tamaño, y quedaron avergonzados e incomodos. Esa noche sintió que algo raro pasaba con su cuerpo, pero no podía llamarlo amor. No a eso.

Era tonto creer que se estaban enamorando gracias a que la pasión que habían sentido durante el ciclo quedó prendida levemente en Alfred. Le traía regalos y le mostraba afecto de formas que Arthur creía que eran de broma, una forma de llevarse bien. Era el Rey, y no debía actuar tan dulce con alguien que estaba debajo de él, sobretodo su Reina.

"Alfred, yo…"se sentó junto a él en la silla larga. El Rey lo miraba con sus enormes ojos curiosos "¿Eres siempre así…? Amable y…"

Resopló. "No, soy bastante rudo en las reuniones. ¿Viste que a veces Yao y yo no nos hablamos? Es porque peleamos sobre la responsabilidad fiscal del Gobierno y mi papá dejo una deuda bastante fea para el Reino y bla bla bla. Pero no quiero ser serio todo el tiempo. Siento como si pudiera relajarme contigo"

Arthur rastrillaba el cabello de su pareja, en un gesto de confianza. Alfred cerró los ojos y sonrió.

"Espero que puedas sentirte así conmigo" murmuró "Quiero que seas tú mismo"

"Eso es… todo lo que he hecho desde que mi celo termino…" su tono era bajo y muy diferente de cualquiera que había escuchado antes. Abrió los ojos para ver a su Reina. "Alfred… mi Rey…"

Se sentó sin sacar los ojos de los de su Omega "Arthur… ¿te… sientes bien?"

"Bastante bien" respondió, se inclinó y lo besó en la mejilla. "Tratas de cortejarme…"

Alfred tragó audiblemente ante eso, vio cómo su nuez de Adán subía y bajaba. "B-bueno, no creo que cortejara, solo quería gustarte, ¿sabes..? No estoy mintiendo"

"Eso es cortejar, querido" susurró "Y lo hiciste bien"

"¡¿E- en serio?!" sonaba demasiado emocionado para Arthur, pero lo dejo pasar "Así que, um, ¿podemos ir a una cita, una de verdad en algún momento? Sabes, puedo llevarte a dar una vuelta por la ciudad o algo"

Arthur se sentó, asombrado de las palabras inocentes. Pensaba que el Rey solo quería hacérselo, y para ser verdad, él también quería. Incluso fantaseó con la idea de hacerlo justo en el balcón. A pesar de lo mucho que quería su derrota no significaba que tendría intimidad con Alfred. Estaba muy nervioso en este momento, y una decisión rápida no ayudaría a disminuir su ansiedad sobre su decisión, y después de hacerlo, probablemente terminaría sintiéndose peor.

"Creo que me gustaría mucho" dijo Arthur.

Su segundo ciclo de celo estaba acercándose rápidamente. Se ocupó de preparar su nido en las Cámaras de la reina, llevando en secreto todos los regalos que Alfred le había dado, y quedándose lo más cerca de él posible.

Salieron en una de sus citas "de verdad", y notó hacia cuanto no dejaba los terrenos del castillo. Desde su coronación había salido una vez o dos, para comprar lana para el suéter que hizo a Alfred. Antes de ser Reina, estaba contantemente afuera. Amaba el viento en su cara y el sol en su cuerpo, a pesar de que nunca bronceó su piel pálida.

"Mi madre me llevaba a pasear todo el tiempo" comentó Alfred. Llevaba a Arthur de la mano mientras caminaban por la calle principal de la ciudad. Los gritos de sus ciudadanos llamando su atención para que les compren algo no llegaban. Solo estaban ellos dos.

Se detuvo en una florista y compró una rosa, se la dio a Alfred quien la tomó y elegantemente la puso en su cabello. Le sonrió a su Reina y volvió a tomarlo de la mano, entrelazando sus dedos. La gente hablo de eso por muchos días y disfruto del cambio en la Realeza.

Esperó que Alfred terminara su reunión. Podía escuchar voces gritando, pero la de Alfred parecía sobreponerse a la de los demás. Se quedó en su lugar, mirando ansiosamente la puerta bajo la mirada curiosa de los caballeros. Ellos eran Alfas, podían sentir el olor del celo de Arthur, que estaba a punto de empezar. Eso los hacia controlarlo muy cuidadosamente.

"S-su Majestad" empezó uno. Lo hizo saltar de miedo, pero se controló. Esos hombres juraron su vida en proteger a la Familia Real. No harían nada para poner en peligro a Arthur. "P-podemos llamar al Rey por usted. El rey puede ir a verlo en las Recamaras de la Reina"

"No, está bien. Quiero decírselo yo"

Un caballero cerca de la puerta la abrió con su pie. Los gritos se hicieron más fuertes antes de detenerse abruptamente. Con la puerta abierta, Alfred podía oler claramente a Arthur.

"Discúlpenme caballeros, creo que tengo asuntos importantes en otro lado. Mientras no estoy, el Caballero Yao se encarga del reino. Vuelvo en una semana"

La puerta se abrió, sorprendiendo a Arthur contra la pared. El rey lo miro con ojos abiertos "¡¿Por qué estás aquí?!"

"Q-quería decirte que estaba listo para ti"

Arthur despertó en su cama, sabía que nunca diría algo así, pero un hombre puede soñar ¿No es así? Y cuanto más cerca estaba su ciclo, más frecuentes se hacían esos sueños. Miro bajo las sabanas y no se sorprendió de que hubiese eyaculado. Podía decirles a los sirvientes que lo limpiaran después, pero seguía dándole un poco de vergüenza.

Había una preocupación en su subconsciente. ¿Qué pasaría si no podía producir un Heredero otra vez? ¿Sería rechazado como Reina? No dudaba de que Alfred quería que se quedara ¿Pero los demás? Nadie del Gobierno los presionaba, pero podían cambiar de opinión fácilmente. La política era muy volátil.

Escaneó los alrededores hasta encontrara a Alfred. El rey estaba afuera con una copa de café, leyendo. Por un momento Arthur no quiso molestarlo, se veía tan pacifico. Normalmente era bastante ruidoso y odioso, prefiriendo el ruido al silencio, pero ahora se veía diferente. No, no era diferente. Solo era otra faceta de él.

Aclarándose la garganta para llamar su atención, se acercó al Rey "Alfred… ¿Puedo pedirte algo"

"Seguro"

Esa tarde se encontraron en la privacidad de las Recamaras de Arthur. Había esperado ahí prácticamente todo el día, sin querer irse por temor de correr hacia Alfred. Si lo veía después de haberlo invitado a su habitación, iba a perder el valor.

El rey entró con una sonrisa enorme, solo había estado en ahí pocas veces. Notó lo maravilloso que se veía, agradeciendo que su celo próximo no hubiese afectado su cabeza tanto como temía.

"A-Alfred… ¿Vienes aquí?" se sentó en su cama, el rey lo miró curioso, pero se sentó sin dudarlo. "Um… Alfred… sé que últimamente has… estado muy ocupado con tu trabajo. Y, um, esperaba que pudiésemos pasar algo de tiempo juntos"

Alfred explotó. "¡Pensé que nunca lo pedirías! Te extrañé mucho y-"

Lo interrumpió con un beso. Puso su mano en el cuello de Alfred y sintió su pulso, primero se disparó, pero después tomo una velocidad más rápida. Sonriendo dentro del beso, abrió su boca y empujo dentro de la del otro. Era extraño que un Omega iniciara algo, pero a Arthur le gustaba, y por como Alfred respondía el beso de la misma forma, era obvio que a él también le gustaba.

Lo que era caliente, rápido e insuficiente durante el celo era lento, lleno de amor, maravilloso y completo ahora. Se recostó boca arriba, viendo como Alfred lo desvestía y lo contemplaba con ternura. Lo toco gentilmente, como si fuese precioso. Sabía que realmente era precioso para Alfred.

Había sido muy dominante durante el celo, acomodándolo a su gusto y embistiendo tan profundo que lo hiso gritar con lágrimas en los ojos. Pero se sentía insuficiente. Ellos se contuvieron. Estaban asustados. Se conocían apenas hacia dos días. Arthur ni siquiera le daba su verdadero olor a feromonas.

Ahora todo era diferente. Eran tan abiertos. Abrió sus piernas voluntariosamente y dejo que Alfred oliera su verdadero yo, denso e íntimo por el sexo. Descubrió que la gloria era el cuerpo de Arthur. Y Alfred no estaba tan tenso, cuidadoso y ansioso. Tocó donde quería, y donde sabía que a Arthur le gustaba.

No lo puso boca abajo y lo montó, lo hiso frente a frente, para poder verlo a los ojos. No se sentó y lo embistió, se inclinó sobre él, empujando sus caderas y moviéndose al unísono. Y Arthur lo mantuvo cerca aferrándose a su piel con sus uñas. Dejo marcas. Se reclamaron el uno al otro.

Continúo por mucho más de lo que duraba el apareamiento normal. En celo era una liberación rápida y un largo periodo de espera. Con sexo, era distinto. Era más largo, acumulándose hasta que se quebraba, Arthur creyó que iba a explotar bajo las emociones, el placer, todo de Alfred, y luego todo se liberó.

Cuando termino, continúo abrazándolo cerca. No lo besó y lo abrazó como un Alfa a un Omega, lo hiso como un amante a su enamorado. Arthur nunca conoció una paz y seguridad como esas.

Le beso la piel, disfrutando el sabor salado del sudor y sabiendo que Alfred también estaba feliz.

Cuatro semanas después, Arthur le anunció a Alfred que estaba esperando. Su segundo celo había producido lo que deseaban. Y ahora, sabía que podía criar a sus hijos con un amoroso Rey, pareja, y amante a su lado. No había temor a ser rechazado después del parto o ser reducido a un objeto para ser usado. Él era de Alfred y Alfred era de él.

Todo lo que tuvo que hacer era tratar de amar y ver qué pasaba.

Hoshiko2: Perdón por la tardanza. Esto era demasiado para mí. Si, perdón. La razón principal era porque quise escribir otra escena de sexo. Y como ven, la arruine. Mucho. El capítulo anterior fue un desafío para probarme si podía escribir ese tipo de cosas. Muchos lo disfrutaron, y me siento bien con el resto, pero algunos demostraron que no les gustaba. Sabiendo lo difícil que era para mi primera escena XXX, supuse que la segunda no me daría resultados peores.

La otra razón era porque estaba por escribir un tercer capítulo. Originalmente mostraría como el nacimiento de su hijo salía mal y casi muere por eso. Alfred se volvería distante de Arthur en su tercer ciclo, y otro Alfa casi se aparearía con el porque el olor del celo los volvía locos a todos en el castillo. Al final, Alfred recuperaría el juicio, se aparearía con Arthur y tendrían una hija, con menos dolor y peligro.

Pero no podía hacerlo, ya que era una casi violación y no estoy bien escribiendo y/o leyendo esas cosas, por eso perdí la motivación.

Dejando esto de lado, espero que lo hayan disfrutado y cumpliera con sus expectativas. Bueno, aquí esta! Gracias a todos!

Espero no ser la única que se traumo con el posible tercer capítulo O_O y perdón si todos los que querían cosas sucias fueron decepcionados ^^

Personalmente me gusto como quedo, o sea lo explicito queda muy bien cuando solo era pasión, la escena de este capítulo transmite mucho más amor ^^

No me linchen!