Clasificación: K
Notas del autor: Holaaaaaaaaaaaaaa! Pues esta es una historia que a decir verdad en un principio iba a ser un relato corto de una páginas, pero creo que me emocioné demasiado y me quedó en unas 9 páginas, por lo que voy a dividirlo en tres capítulos para que así les quedé más cómodo a la vista! Antes que nada quería decir que esta historia la escribí para dedicarsela a mi amiga Daeksong, mi fuente de apoyo e inspiración, sobre todo la escribí porque quería darle apoyo y mucha fuerza, y decirle que valoro mucho su amistad y agradecerle por todo. Un besazo! espero que les guste!
Advertencias: Hago una pequeña alusión al Yaoi, pero en último capítulo y tan sólo es un esbozo o una alusión que se refleja en una frase que no tiene que ver en la relación de Yue y Sakura, sólo sentí que debía avisar :D
Capitulo I- Insomnio
No es que fuese culpa de aquella pacífica noche, y mucho menos lo era de la tranquila pero intensa jornada que se desdibujaba con cada lóbrega pincelada celeste. Simplemente era uno de esos días, sí, de esos en que por más que sus hermosos y genuinos ojos de un intenso esmeralda se cerraran hasta fruncirse, no lograba sumergir su mente en el mundo de los sueños. Tan sencillo y fútil como aquello; y no es que ella no estuviera por la labor, sino que podía. ¡No podía! Tampoco resultaba ser a causa de que ninguna inquietud la mortificará, mas ahora que al fin había conseguido transformar una por una todas las cartas, ya nada perturbaba sus noches. ¿O sí? Se llevó un dedo a los labios, aunque quizá podría quejarse de la apresurada y más bien desventurada partida de Syaoran, pero aquel desafortunado hecho no parecía atormentarle, por lo menos no más de lo acostumbrado. Sí, era un hecho que quería volver a verlo, abrazarlo de nuevo y quizá... Quizá hacer esas cosas que los novios hacen, no obstante obviando ese pequeño detalle no se sentía especialmente ansiosa o angustiada por ello, pues después de todo Syaoran le había prometido que volvería cuanto antes y por el momento, no hallaba razón por la cual anularía su palabra.
No, definitivamente no era ese hecho el que hacía desvelarse noche tras noche a la dulce y cándida Sakura. La aludida lanzó un suspiro apesadumbrado, ¿Por qué? ¿Por qué no podía dormir? Si bien, por si sola la mera tarea de madrugar cada mañana ya le resultaba harto difícil, no quería imaginar lo imposible que sería con aquel insomnio despegar los parpados al día siguiente. ¿Por qué? ¿Por qué tenía el deber de lidiar con aquel latoso insomnio! ¡Qué rabia! Maldijo para sus adentros, pues si ya era insufrible el sentirse tan extenuada aún lo era más no poder conciliar el sueño.
― ¡Kero-chan! ¡Kero-chan! ¡Despierta! ― Lo zarandeó levemente, pero aquello no resultaba ser más que un intento vano. ― ¡Kero-chan! No puedo dormir. ― Los ojos de Sakura se iluminaron con energías renovadas cuando varios tantos de palabras surgieron de los diminutos labios de su guardián, no obstante toda esperanza se esfumó como la espuma al comprobar que tan sólo estaba murmurando en sueños. ― ¡Sí! ¡Eso! ¡Quédate durmiendo! ― bufó ella mientras se cruzaba de brazos y erguía su cabeza en un gesto de lo más infantil. Aquello no era justo, no podía serlo, pues desde que la paz había llegado a la vida de Sakura Kinomoto, una colegiala de los más común, aunque quizá no tanto, aquel al que apodaba cariñosamente como Kero-chan, no había pasado más que a ser un peluche parlante cuya única función era devorar todo tipo de dulces e irritar de sobremanera a Sakura. Y para más inri, a pesar de que lo único que le había pedido a cambio de su vida plena de placeres era que le hiciese compañía en su insomnio, aquello no había sucedido ni una sola noche. ¡NI UNA! En ese preciso instante una extraña ansiedad comenzó a someter a la niñita siendo así que no podía cesar de dar vueltas en su cama y patalear. Estaba inquieta, muy inquieta, tanto que a duras penas permanecía tumbada sobre la cama, fue por ello que en un acto de locura pensó:
¡Se acabó! ¡me marchó! ¿A dónde? ¡No sé! ¡Pero me voy!
Siquiera se molestó en cambiarse de ropa, puesto que, de alguna forma, sentía que no podía permanecer allí ni un instante más o de lo contrario comenzaría a tirarse de los cabellos cual desquiciada y frustrada maníaca.
Y la verdad, es que con la llave colgada al cuello y las cartas Sakura en mano, no le resultó difícil improvisar una fuga. Al fin y al cabo esta no era la primera vez que hacía algo así, claro está que en las otras ocasiones estaba justificada por la urgencia de capturar las cartas Clow; sí, tan sólo usaría la carta The Fly y The Mirror por si las moscas, puesto que no le interesaba en lo más mínimo que tanto Keroberos como su "querido" hermanito Touya descubrieran su paradero, por lo menos no en esa ocasión.
Sin saber muy bien porque, sus titubeantes pasos le condujeron a aquella casa que creía conocer demasiado bien de lo que le gustaría, pero... ¿Por qué? ¿Por qué sus pasos le habían llevado nuevamente a la morada de Yukito? ¿Por qué seguía recurriendo a aquel lugar todas y cada una de sus noches de insomnio? Antes de ser consciente de la repercusión de sus acciones, ya se encontraba frente al umbral de aquella propiedad ajena y con el dedo apunto de presionar el timbre. Pero no lo hizo, y la razón por la que no ejecutó dicha acción fue porque pensó;
¿Estará Yukito-san durmiendo?
A pesar de que Yukito no era, ni por asomo, la primera persona que había acudido a sus pensamientos, si fue la razón por la que estuvo a un paso de girar sobre sus talones. Y lo habría hecho, lo habría hecho de no ser porque sorpresivamente le pareció vislumbrar luz en el que parecía ser el cuarto del susodicho. ¡Está despierto! Exclamó aliviada la voz de sus pensamientos, sin embargo fue reprendida por un sentimiento de culpabilidad; no estaba bien, definitivamente no podía estarlo, acudir a la casa de Yukito sólo para reclamar ver a alguien que no era él... Sin embargo, el anhelo de Sakura fue más intenso que cualquier otro remordimiento, pues mejor era arrepentirse de haber hecho cuanto querías que de no hacerlo, o eso pensó ella.
Ding, Dong.
Incluso la misma Sakura se sobresaltó al escuchar el sonido del timbre, ¡Ay madre! ¡Lo había hecho! ¡Lo había hecho! Sus dientes comenzaron a rechinar mientras las manos le temblaban y daba vueltas sobre si misma cuando menos, inquieta. Sentimiento que creció en su interior con cada instante que se sucedía sin respuesta alguna. ¿Por qué tardaba tanto? ¿Qué estaría haciendo? ¿Sería que no quería verla? O... ¿Quizá en realidad estaba durmiendo? Definitivamente la espera la estaba devorando nervio a nervio, y así fue, hasta que por fin aquella maldita puerta se decidió por ser abierta.
― ¡Sakura-chan! ¡Pero que grata sorpresa! ― Sonrió Yukito tan gentil como de costumbre. ― ¿Qué estás haciendo a estas horas de la mañana aquí? ― A pesar de que le hubiese gustado, no pronunció palabra alguna al contemplar el aspecto que presentaba Sakura, el sólo hecho de que permaneciese en pijama ya era muy revelador.
― ¡B-Buenas noches Yukito-san! ― Empezó a jugar con sus dedos casi por necesidad, ella no quería hacer eso, no, no quería usar y engañar a Yukito de aquella forma, pero si no quería hacerlo, ¿Por qué lo estaba haciendo? ― ¿Te he despertado?
― ¿Eh? ¡No! ¡Qué va! ¡No podía dormir así que estaba haciendo deberes atrasados! ― Exclamó de forma despreocupada. ― ¿Quieres pasar? ― Y por defecto se hizo a un lado para dar paso a Sakura.
― ¡Lo siento si te he interrumpido! ― Quiso que su disculpa sonase lo más sincera posible, aunque verdaderamente lo era, pero la frecuencia en la que su voz se reprodujo fue quizá unas octavas más aguda de lo necesario, demasiado chillona.
― La verdad es que pensaba dejarlo ya y comer un poco... ― Se rascó la nuca algo avergonzado. ― ¿Quieres que te traiga algo a ti también?
Sakura enarcó una ceja, ¿Comer? ¿A esas horas de la madrugada? ¿Era eso saludable? No, definitivamente algo no iba demasiado bien con Yukito...
― No gracias, ya he cenado. ― Dijo demasiado nerviosa, cosa que no enmendó al captar la mirada de Yukito que claramente decía "Yo también he cenado". ― ¡Ah! ¡Eh! ¡No es que esté diciendo que no esta bien comer cuando uno tiene hambre! ¡Sino lo contrario pienso que comer mucho denota salud! ― Repitió su tonta excusa de siempre por lo que su acompañante no pudo evitar reír para luego cambiar su semblante por uno más serio y decir:
― ¿Tú sabes de los déjà vu? ― Se llevó una mano a la cara en forma de 'C' como quien revela un secreto.
― ¿Dé-dé-déjà vu? ― Comenzó a temblar presa del pánico. ― ¿Por... por qué piensas eso? ― Consiguió hilar.
― Bueno, es sólo que siento que no es la primera vez que vienes a mi casa a estas horas de la mañana. ― Se lleva un dedo al labio con aire ausente. ― De hecho, es como si hubiese estado pasando esto mismo últimamente.
― ¡¿Oeeeeeeeee?! ― Colocó las manos sobre su rostro totalmente desmoralizada. ¡Maldición! ¿Qué podía hacer? ¡Yukito se estaba dando cuenta! Aunque no le culpaba de ello, y lo cierto es que le sabía mal por él pero... ¿Qué pensaría si le contaba lo que de verdad venía a hacer muchas de esas noches? ¿La miraría de la misma forma? ¿Pensaría que definitivamente estaba chiflada? Aunque de todas formas acabaría por darse cuenta de que algo no iba precisamente demasiado bien, mas aunque él fuese ingenuo un rato, no era tonto ni ciego, a pesar de que llevase gafas y fuese un poco despistado...
De pronto, una risa, que terminó por desconcertar a la pobre de Sakura, salió de los labios del compañero de su hermano.
― ¡Eso explicaría por qué últimamente estoy tan cansado!
― ¡Oeee! ― Al borde del ataque de nervios no pudo más que profesar las palabras clave ― ¡Yue-san regresa a tu forma original!
Dicho y hecho, pues de la nada surgió un círculo mágico así como dos inmensas alas blancas envolvieron el cuerpo de aquel que era denominado Yukito, que ya no era él, sino otro...
De todo aquel embrollo se manifestó una hermosa criatura de deslumbrante resplandor, un ángel... Yue, el otro ser de Yukito, dos partes de una sola mitad, la cara oculta tras el lado de la moneda. Aquel ser, por su parte, dirigió una mirada de expectación hacía su ama, bueno, digamos que toda la expectación que podía reflejar a base de su carencia emocional.
― Yue-san, quiero volar. ― Una frase tan sencilla y tan banal como aquella, pero sin duda alguna cargada de dobles intenciones. Yue, de lo contrario, decidió estudiarla de arriba abajo sin disimulo alguno y más bien abstraído, hasta que se decantó por asentir en un gesto leve pero preciso. Sin nada que expresar, ya que él no era hombre de muchas palabras, Yue se inclinó sobre si para rodear a Sakura con sus gélidos, y sin duda alguna, protectores brazos.
Como si de un resorte se tratase, las mejillas de la muchacha se encendieron de puro pavor. Aunque le gustaba aquello, las miles de sensaciones que le producían los brazos de su guardián con el más mínimo roce; Yue, aquel que la estrechaba contra si con tanta gentileza y dulzura, que pareciese que verdaderamente ella resultase ser el mayor de sus tesoros, la forma en la que cuidaba cada detalle con tal de que no recibiese ni la más leve contusión la hacía sentirse valorada, necesitada. Ella, por su lado, con tal de facilitar la tarea, rodeó con los brazos el cuello de Yue; su piel, su cabello eran tan suaves...Su olor, su olor era...
De los labios de Sakura salió un gritito cuando sintió el sólo roce de su mejilla contra la ajena.
Pero... ¿Qué está haciendo?
Aquella misma pregunta invadió los pensamientos de Sakura justo antes de recibir una oleada de nuevas sensaciones que la dejó completamente extenuada... ¿Por qué? ¿Por qué su cuerpo actuaba de aquella manera si no era la primera vez que sucedía algo así? ¿La estaba...? ¿...La estaba Yue abrazando?