Prólogo

Integra despertó alarmada, no podía ver nada, estiró la mano en busca de sus lentes que usualmente dejaba en su mesita de noche; pero no tocaba nada, sólo aire. —Walter, Walter—. Llamó desesperada, sintió pánico repentino.

—Él ya no está aquí—. Le habló una voz conocida, se sintió ligeramente aliviada al escuchar la voz de sir Islands pero hubiera preferido la voz de Walter.

—¿Dónde estoy?, no veo nada.

—Estás en el campamento de sir Robert Walsh, los doctores te están atendiendo.

—¿Cuánto tiempo he estado aquí?

—Has estado dormida dos días, Seras te trajo aquí desmayada. ¿Recuerdas lo que pasó? ¿La guerra de Milenium?

Ah sí, es verdad, Walter me traicionó… se murió… y Alucard también—. Pensó, todos estaban muertos ahora que recordaba, pero luego recordó a alguien. —¿Dónde está Seras Victoria?

—Ella está bien, está dormida, todavía es de día.

—Entonces por qué no puedo ver nada—. Esa situación la desesperaba.

—Tienes una venda en los ojos, recibiste un disparo y perdiste un ojo, pero el doctor dice que debes permanecer así para que tu único ojo no reciba tanta presión y llegues a perder la vista por completo.

—¿Cuánto tiempo estaré así?

—Una semana hasta que te puedan quitar la venda, por ahora estás en una tienda con poca iluminación, una enfermera vendrá cada tanto a lavarte el ojo. No puedes moverte, debes tener reposo absoluto. Cuando el médico lo indique podrás viajar.

—Tengo muchas cosas que hacer… tengo que hacer un reporte, contratar soldados, matar a los ghouls que queden, ir a mi mansión, tengo que ver que tan dañada está y…

—Integra no debes estresarte, eso afectará tu vista, si quedas ciega no le podrás servir a nadie, ahora no puedes ocuparte de eso. Considera tu reposo como una orden directa de la reina, ella es la primera interesada en que te mejores, respecto a los ghouls, el ejército de Walsh se está encargando de ellos, el reporte puede esperar y tu mansión está en ruinas, tendrá que reconstruirse de nuevo.

—¿Se pudo salvar algo?—. Dijo con la esperanza de que mencionara el cuadro de su padre.

—¿De valor? No, los primeros tres pisos fueron destruidos casi por completo, sólo el piso subterráneo está intacto. Lo más dañado es tu oficina, el comedor, la biblioteca y los pasillos de dichas habitaciones—. Integra no necesitó más para saber que el cuadro se padre se había perdido. Sir Islands respiró profundo y luego volvió a hablar. —Integra dime algo, ¿Alucard murió finalmente?

—Podría decirse que sí, aunque no como tal; verá, Alucard absorbió accidentalmente la sangre de un extraño oficial enemigo llamado Schrödringer el cuál poseía la habilidad de estar en todos lados y en ninguno, pero cuando Alucard lo absorbió él desapareció a otra dimensión, a un plano imaginario según me explicó el mayor Montana.

—¿Y por eso dices que está muerto?

—Así es, yo no sé cómo traerlo a esta dimensión y dudo mucho que él pueda volver. Se ha esfumado.

—Entiendo, es mejor así, de todos modos si tu vampiro hubiese estado vivo te habríamos pedido que lo encerraras en las mazmorras hasta que llegue el siguiente heredero. Después de todo tienes a esa chica vampiresa. Alucard es un peligro y no debe de mantenerse activo por mucho tiempo, es como una medicina poderosa que se debe de tomar en pequeñas dosis.

Por primera vez se alegró de que no estuviera aquí, no le habría gustado tener que encerrar a Alucard a pesar de que lo haya amenazado varias veces con eso. —¿Encontraron su ataúd?

—Lo encontraron en el barco en el que llegó, ahora está bajo la custodia de la chica vampiresa en su tienda. Pero ese es otro asunto pendiente: ese ataúd debe ser incinerado.

—No, ese ataúd se conservará tal y como está, podría necesitarlo Seras para volverse más fuerte.

—Tendrá que discutirse en una reunión.

—De ninguna manera, ese ataúd es de mi sirviente y por tanto es mío, sólo yo decido que se hace con mis cosas—. Apretaba los puños con coraje.

—Está bien, no te alteres, recuerda que no debes estresarte.

Una enfermera entró para revisar a la paciente y sir Islands tuvo que salir. Odiaba que quisieran meterse en asuntos que sólo le concernían a ella, como si ella misma no pudiera tomar decisiones. En realidad el ataúd de Alucard no era para Seras, no le serviría de nada porque su ataúd en el fondo posee tierra Valaca y el de ella tiene tierra londinense pero ese era un detalle que los demás ignoraban al no ser tan expertos en el tema. No se desharía de ese ataúd nunca.

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En la noche llegó Seras, la saludó muy cordialmente y se sentó en una silla a un lado del catre donde descansaba la sir. —Me alegra que ya esté despierta ama, ¿cómo se encuentra?

—Estoy bien Seras, ¿Qué ha pasado mientras estaba dormida?

—Sólo he visto a soldados que van armados en convoyes a Londres, donde tuvo lugar la guerra, y a veces llegan con civiles heridos, supongo que van a matar los zombies que quedan o a rescatar sobrevivientes. Ellos no hablan conmigo para nada así que yo tengo que estar atenta.

—Entiendo.

Integra sintió que Seras se inclinaba acercándose a su oreja. —Ama, he escuchado a los soldados y a los señores murmurar que quieren destruir el ataúd de mi maestro, creen que es peligroso. Creen que mi maestro murió y piensan que si sigue su ataúd podría revivir de alguna manera.

—No los dejes acercarse Seras, debes cuidar bien ese atúd. ¿Sabes cómo lo trajeron?

—Vi que llegaban ocho soldados cargándolo e iban hacia la tienda de sir Walsh pero yo los intercepté diciendo que ese ataúd era propiedad de Hellsing y que por lo tanto debería estar en la tienda de usted. No me dejaron meterlo porque no cabía y la enfermera y el doctor no podían trabajar a gusto con el estorboso ataúd en medio y lo llevé a mi tienda.

—¿Te dijeron algo por haberlos interceptado?

—No, ninguno me ha dirigido la palabra para nada, no sé si es por miedo o desprecio, tal vez sólo sea desprecio en el caso de sir Islands porque pasa cerca de mí muy ufano con la cara en alto ignorándome por completo cuando yo lo saludo.

—No le des importancia así es él, menosprecia a todos los sirvientes y cualquier persona de rango menor; excepto con Walter porque lo conocía de toda la vida y era digno de la confianza de sir Islands y de mi padre… como sea hiciste bien en interceptar a esos soldados—. Recordó a Walter convertido en vampiro y optó por cambiar el tema, a pesar de que no se le veían los ojos Seras pudo percibir su tristeza.

—Sir Integra...—. No sabía que decirle para animarla. Recordó otra cosa importante y prefirió hablarle de eso. —Sir Integra, otra cosa que quiero decirle es que cuando la llevé cargando fuera del zepelín vi en el suelo una piedra con el sello de mi maestro, la quite y la envolví en su gabardina, pero ya la puse dentro del ataúd de mi maestro.

—¿Una piedra dices?

—Sí, es una baldosa de la calle, debe ser lo único que quedó de él después de que desapareciera. ¿Quiere que se la traiga?

—No hace falta, de todos modos no puedo ver nada. Guárdala bien y no dejes que nadie toque el ataúd de tu maestro.

—Sí mi ama.