13º
Design Your Universe
Me desperté al día siguiente, desorientada y ofuscada por qué me sentía excepcionalmente cómoda. Tenía mi cabeza hundida contra el pecho de Rai mientras sus brazos se cerraban protectoramente alrededor de mi cintura. Me llenaba la frente de besos suaves y cálidos. Él ya estaba despierto. Los dulces recuerdos de anoche abordaron mi mente. Le pedí que se quedara esa noche conmigo. Podía irse si quería al día siguiente, empero, en esa noche tan difícil necesitaba su compañía. Cuando me acarició en busca de calor, me despertó de mi sueño ligero. No oí ni un ronquido en toda la noche. Rai me sonrió con dulzura. Sus ojos se clavaron en los míos, me encontré cautivada por sus ojos.
-Buenos días –susurró-. ¿Dormiste bien?
-Buenos días, nunca había dormido tan bien en toda mi vida –sonreí con franqueza-. ¿Qué hora es?
-Ah como las diez, quizá.
-¡¿Las diez?! ¡¿por qué no me avisaste?! –tiré las mantas encima de inmediato, poniéndome de pie lista para envestir mis armaduras. Le pedí a Raimundo que saliera de ahí e hiciera algo productivo como ayudarme. Él, sin dejar de sonreírme, se levantó a ayudarme. No sin antes de susurrar entre dientes: Sus deseos son órdenes, princesa. Nunca antes (como es lógico) había vestido una armadura. Esta, sin embargo, hecha para mí. No necesité en gran medida un cambio de ropa, la que tenía puesta era liviana y la suficiente para ponerme por encima mis trajes de combate. Era una armadura brillante plateada y roja con una capa del último color, era pesada, incluía un escudo y una funda especialmente para mi espada, creí que eso último no iba a hacerme necesario ya que la espada podía aparecer por invocación propia. Justo después de sentarme sobre la cama y ponerme mi calzado, para luego amarrar mi pelo en una cola de caballo. Las últimas palabras de Rai antes de irme era evitar que me maten. Reí con ironía. Justamente uno de los soldados entró para avisarme que las tropas ya estaban listas y me esperaban. Le dije que en un minuto iría con ellos. Cargué el mango de mi espada y lo enfundé. Preferí montar el carcaj por encima de mi hombro más tarde, y en su lugar enganché el escudo a mi antebrazo izquierdo. Luego salí al campo abierto. Allí estaba una infantería completa de los reinos entremezclados, otros montaban sobre los caballos. En mi caso me asignaron un caballo muy parecido a Blanca Nieves, ajusté la silla de montar y luego me monté sobre ella. Más atrás de mí estaban el general Guan y Clay.
Me di cuenta que no solo teníamos a nuestra disposición a soldados sino a trabajadores tanto del lado Neo Xiaolin como colonos y unos que trabajaban directamente para la Corte de Heylin (reconocí a Jermaine, el eslavo, a una milla de distancia). El tiempo es oro, tan solo desenfundé mi espada y la alcé como manera de captar la atención de las tropas y que era el momento tan esperado. Los que se quedaron salieron a desearnos buena suerte como mi querida amiga Keiko. Me di la media vuelta y como jefa de cabeza salimos en dirección contraria Neo Xiaolin, para ubicarnos en la Corte de Heylin debíamos seguir el este. Como nadie quiere encontrar un lugar tan feo no había un camino trazado. Debíamos guiarnos por el sol, pero cuando este se encontrara en su punto álgido no sabía cómo haríamos. Por lo menos el general Guan parecía saber lo que hacía. El camino a través de la Corte de Heylin nos condujo a un bosque tupido y tenebroso. Seguramente cruzándolo encontraríamos lo que buscábamos. A partir de aquí se encargó el general de dirigir las tropas. Luego de haber cruzado el bosque, la tropa se dividió en dos. Una pequeña, encabezada por Clay Bailey, que se dirigiría al sistema de alcantarillas de la Corte de Heylin. En la tropa de Neo Xiaolin ya empezábamos a usar la tecnología, las maneras de comunicarnos sería a través de un dispositivo. Pronto divisamos a lo lejos un enorme castillo situado encima de una montaña.
-¡Alto! –exclamé.
Aquí escondidos en el bosque sería la oportunidad perfecta para utilizar los muñecos para despistar a Heylin. Era muy sospechoso que no nos habían atacado, seguramente nos están esperando desde el interior de sus murallas para atacarnos cobardemente mientras ellos eran respaldados por los muros de acero si seguíamos avanzando. El general Guan coincidió conmigo.
-¿Entonces qué hacemos, princesa? –inquirió una voz entre las tropas. Raimundo estaba en el medio de los soldados, vestido como tal y enfundando su espada especial.
-Es hora de utilizar los espantapájaros y engañar a Heylin –le respondí como si nada.
Los soldados sacaron los muñecos de los vehículos y los pusieron en el suelo. Los muñecos estaban perfectamente elaborados, su indumentaria era la misma que los soldados y las armas parecían aún más reales. Los aldeanos habían hecho bien su trabajo. Los operaban por medio de un control remoto y los echaron a andar. Nos quedamos escondidos mientras esperábamos una reacción de parte de Heylin. Todo marchó con su aire más natural. Ya los muñecos estaban a medio camino de llegar a los muros. Y nada que pasaba. Este silencio era muy peligroso (¿será que Heylin nos habrá descubierto?). Clay nos comunicó que estaban saliendo de las tuberías. Todo estaba muy hediondo allá abajo. Uno de sus hombres se asomó a la boca de alcantarilla. Clay hizo un reconteo aproximado de cuantos hombres armados nos esperan.
Y como era de esperarse, Chase estaba armado hasta en los dientes. Un millón de hombres tras los muros con caballería incluida nos esperan, armados, con enormes máquinas cargadas al tope. Chase estaba al final de la muchedumbre, protegiendo las puertas del castillo. Divisaba de una atalaya cerca de la puerta, donde estaría la palanca para abrir la puerta. Y también veía unas catapultas. Bolas de algodón que ardían cegadoramente si les echaba un combustible llamado gasolina. En cualquier momento atacarían a los espantapájaros. El último reporte que irían a acercarse sigilosamente. D sopetón las bolas de fuego empezaron a salir volando sobre los aires. Era una liga de bolas que saltaban contra los muñecos. Cada vez eran más grandes. Siguieron y siguieron, esperamos que se detuvieran para nosotros salir. Heylin dejó de lanzar. Seguramente se le habían acabado. Debíamos aprovechar este chance para dar un paso al frente. Hicimos una seña a los hombres de atrás. Era el momento preciso.
Salimos corriendo en dirección al palacio bordeando los ángulos. Clay volvió a contactarse con nosotros, nos ordenó regresar ya que Heylin pernoctó de nuestro plan. Sin embargo, él nos avisó demasiado tarde ya que las bolas de fuego arremetieron contra nosotros. Pero no me detuve, las tropas se quedaron alerta porque esperaban las siguientes instrucciones, esas eran seguir con lo planeado. Algunos salieron despedidos en el aire con sus caballos. Varios fueron afectados en la lucha. Seguimos adelante y al frente. Ya las bolas de fuego cesaron. Los arqueros se asomaron en cada una de las torres en el castillo y una lluvia de flechas se nos vino encima. Nos protegimos cubriéndonos con nuestro escudo. Llegamos finalmente a la puerta. Estábamos más vulnerables frente los arqueros que nos siguieron atacando con una mayor facilidad.
-¡Princesa, tal vez deberíamos regresar!
-¡NI HABLAR GENERAL GUAN, LES DI MI PALABRA! –rugí. Estaba segura que Clay nos abriría las puertas. Seguimos resistiendo un poco más contra las flechas, contrarresté al disiparles de las mías, sabía que eso no era suficiente. Justamente las puertas se abrieron.
Penetramos en el interior del castillo y nos dispersamos alrededor del territorio. Me bajé del caballo e invocando mi espada repelé los ataques de los soldados que se me abalanzaban encima. No llegué a los extremos de asesinar a nadie tan solo los ponía fuera de combate con una herida poco profunda y exacta. Me di cuenta que Wuya estaba en el palco (más arriba de Chase), observándonos. Directamente del palacio salieron de los boquetes un chorro de pedazos de carbón que al unirse unos con otros generaban nuevos soldados que se sumaban a las tropas. Maldita sea, seguidamente los soldados en el interior de tanques de guerra nos atacaron liberando bandas de energías que causaban fuego. Me vi forzada a usar Enraiha para purificar las llamaradas y luego absorberlas. Esto debía de ser obra de Jack, supongo. Seguí avanzando a través del fuego con el peligro que me rostizara. Seguí corriendo hacia el palacio. Debía sacar del camino a Chase si quería entrar en los muros del castillo. Ahí estaba con su sonrisa cínica y las manos tras la espalda. A punto de alcanzarlo. Un soldado me aporreó contra una columna, las flechas rodaron por mi hombro y se desplomaron al piso, sacándome del camino. Reprimí un alarido. Golpeé su cabeza con el mango, dejándolo inconsciente.
-Me han dicho que eres un terrible bailarín, voy a ver si eso es cierto.
Empecé a luchar contra los soldados que se me venían encima. Alcancé el costado de uno de los que venía al frente. Recibí con un codazo a otro en el pecho, alcé la mano en donde empuñaba su espada y di otro codazo derribándolo. Esquivé el golpe de un tercero y giré sobre mí misma hiriéndole en la nuca. Repentinamente el hermano de Raimundo me saltó encima y me metió una energética patada, mi escudo no pudo resistirlo, él como yo salimos rebotando. Retrocedí hacia atrás donde unos hombres me sujetaron de los brazos.
-Me temo que hasta aquí llegó tu lucha por la libertad… –me dijo él acercándose-. Todavía tienes tiempo de arrodillarte e implorar misericordia antes de sufrir una dolorosa muerte, tal vez me conmueva y decida compensarte.
-¡Jamás!
-Entonces no tengo otra salida –Chase alzó su brazo. Cuando de repente un reactor escupió energía nuclear y devastó los escalones directo al palacio. Todos salimos rebotando contra el piso. Rápidamente alcé la vista y reconocí la aeronave de Jack, se abrió la puerta, y éste asomó su cabeza se quitó sus gafas y dijo en voz alta con desdén:
-Lo siento, Chasie, no te había visto... Yo mientras tanto iré a tener otros "accidentes" por allá… –dijo con voz cínica. Él me hizo una seña como dándome a entender que estaba de nuestro lado.
-Maldito traidor –masculló entre dientes Chase, aferrándose de un escalón roto para subir-. No vayan a pensar si creen que no tengo un próximo movimiento porque se equivocan –nos informó Chase con una sonrisa funesta. Se formó un poderoso tornado que crecía cada vez más alto al absorber las energías de unos pequeños torbellinos distribuidos por el campo.
Esto a su vez se conectan con el cielo, originando un enorme agujero que arrasa con todo en la tierra. Se abre una abertura en el suelo que libera paredes de fuego, surgen cadavéricos soldados que siguen las instrucciones de masacrar a nuestros hombres en una interminable y sangrienta batalla. Raimundo es forzado a luchar contra su hermano una vez más. Logra barrer el piso de una patada a dos esqueléticos soldados. Raimundo empuña su espada con más fuerza que antes y arremete contra él, Reinaldo logra impugnar cada espadazo con su pesada y enorme espada. No parecía tener intenciones de luchar. Solamente esquivaba cada golpe y cuando Raimundo se detenía, daba el primer golpe para propiciar una lucha entre ambos hermanos gemelos. El primer ataque Reinaldo obtuvo ventajas cuando pateó a su hermano lejos al entrecruzarse ambas espadas y se convirtió automáticamente en una lucha de resistencia. Raimundo rodó por el suelo, no se dejó someter. No había rodado muchos centímetros de donde tuvieron su último encuentro. Repeló el primer espadazo, obligándolo a agachase y luego clavó la espada en su pecho. Reinaldo pareció inmutarse, pero reaccionó al cabo de dos segundos metiéndole un cabezazo. Reinaldo se desenterró la espada, se vino sobre él lentamente girando ambas espadas. Raimundo se apresuró en desvainar otra espada que colgaba en su escudo. Descargó sus espadas sobre Raimundo, en una posición recta se protegió, traté de acercarme a Raimundo, empero, los soldados cadavéricos me cerraban el paso evitando que diera un paso al frente. Era fácil derribarlos con el Enraiha, pero como eran inmortales y cada vez venían en masa se complicaba la cuestión:
-Nego Orphyx Armis.
-¿En qué extraño lenguaje demoníaco balbuceas?
-Nego Orphyx Armis.
Raimundo lo empujó. Al mismo tiempo asestaron un golpe, la magnitud de sus fuerzas era tan parecida que el golpe se anuló al instante. Siguieron con el intercambio de espadazos. Hasta que finalmente Raimundo quedó tendido en el suelo, desarmado. Su hermano lo aplastó contra el piso, poniendo un pie sobre su cuello.
-Nego Orphyx Armis –susurró entre dientes Rai, su hermano alzó las espadas a punto de degollar a su hermano fulminantemente-. ¡Nego Orphyx Armis! -clamó. Clavó las espadas a los laterales de la cara de Rai, pocos centímetros faltaban para que tocaran su rostro. Los soldados encantados parecieron haberse detenido. Solo quedaban los vivos que ya eran su ejército propio y los que habían conquistados como los soldados artificiales y las criaturas mágicas. Los no muertos recobraron el sentido común.
-Un antiguo encantamiento para liberar a una persona sumida en un control sobrenatural en contra de su voluntad –aclaró su hermano mientras lo ayudaba a levantarse-. Pero no podía administrarlo a mí mismo –concluyó dándole su fiel espada.
-Siempre viviste encerrado en tu propio universo, ¿no es así?
Ambos hermanos se prepararon para enfrentarse frente a frente a su verdadero adversario al que resguardaba como buitre las puertas del palacio pero del mismo modo que tenía control sobre el ciclón lo tenía sobre los soldados y los desvaneció en un segundo. Raimundo vivió con mucho dolor una segunda pérdida de su hermano frente sus ojos. Chase sostenía una pelea contra el general Guan al que tenía todas las de perder mientras atesorara su destreza sobrenatural. Lo derribó causándole una contusión en su pierna. Esta pelea entre ambos ya se tornó personal entre Raimundo y Chase con el hermano gemelo del príncipe en medio de ambos. Chase lo sabía y sin adoptar una postura, decidió esperarlo. No quise interferir. Ya que el propio Raimundo no me lo permitiría. Así que me fui hacia donde estaba el general Guan y lo ayudé a reincorporarse. El general podía ponerse de pie con dificultad. Lo llevé a una segura más o menos segura, debía estar por lo menos en un vehículo. No podría seguir peleando estando malherido. Rai desenvainó su espada y se lanzó sobre él. Descargando su espada. Chase contaba con su propia espada (una espada con una hoja delgada y afilada) contrarrestó a la de Raimundo, éste siguió atacando. Chase esquivó a cada golpe y para cuando interfirió, envió en un viaje sin retorno. Raimundo se deslizó por el piso y trató de buscar a la mirada a su enemigo, Chase veía a toda velocidad hacia la retaguardia:
-¡Detrás de ti!
Fue demasiado tarde, Chase lo arremetió. Raimundo se estrelló contra un contrafuerte del castillo. Chase se reintegró de una corveta completa en el aire. Se lanzó al ataque. Recuperó su espada y retuvo el ataque antes que atravesara su cuello. Raimundo deslizó el filo, y lo empujó seguidamente. Chase dio un respingo hacia atrás. Intercambiaron espadazos que refulgieron en ondas y se explayaron por todo el territorio. Era impresionante como Rai era capaz de resistir contra todos esos golpazos que Chase le daba. Era una exhibición de las habilidades de ambos. Creo que ambos están en iguales condiciones. Eran contratistas.
-¿De dónde habrás sacado toda esa fuerza? Estarías enteramente muerto al tercer impacto.
-No pienso decírtelo.
Raimundo se zafó y saltó hacia atrás. Chase lo alcanzó consecutivamente. Esta vez no pudo sorprenderlo y se atacaron al mismo tiempo. Intercambiaron espadazos con las intenciones de derribar a su enemigo en partes que seguramente lo dejarían sin poder combatir como en el brazo con el cual manejaban su espada, pero los movimientos de ambos eran casi iguales. Uno podía predecir el movimiento del otro y ejecutar un ataque posteriormente. Chase dio un salto por encima de él cuando Raimundo descargó su espada abriendo una fisura con un viento cortante. Chase atacó enviando un chorro de energía a través de su anillo. Raimundo salió rápidamente hacia tierra segura, casi resbalaba. Chase sobrevolaba por los aires con la ayuda del anillo que concentraba todos sus poderes y envió un ataque por detrás. Raimundo se resguardó creando un poderoso torbellino a su entorno que actuó en su defensa. Chase siguió volando hacia el cielo de una patada en el aire. Raimundo decidió seguirlo. Los perdí de vista en un segundo. Vi dos luces chocar una contra la otra debatiéndose en permanecer en el aire. Una de las luces venía hacia la tierra fulminantemente.
Crucé los dedos con la esperanza que se tratara de Chase. Pero me equivoqué, Raimundo, sin embargo, metió una espada dentro de una de las torres para evitar caer estrepitosamente contra el suelo. Rai tomó una segunda espada de su escudo, desenterró la espada de la torre cuando el caballero negro cortó a la mitad la torre y esta empezó a desmoronarse en miles de pedazos que iban no solo en contra de Rai sino de las tropas de cualquier bando. Rai rebanaba a la mitad las piezas de la torre matriz. A cada rebanada iba subiendo cada vez más alto para encontrarse cara a cara con Chase, sus espadas se cruzaron. Ambos descendieron mientras seguían en su lucha y cortaban todo a su paso con sus espadas, y rotaban por cada una de las piezas que precipitaban estrepitosamente contra el suelo, no me atreví a carbonizar los trozos por temor que eso afectara a inocentes. Raimundo terminó en el suelo, cayó de rodillas, se llevó una mano a su pecho tratando de respirar. Seguramente sus células se debilitaban a razón de la metamorfosis. Chase no le dio ni chance de respirar y lo sorprendió con un golpe. Trató de resistir y contraatacó débilmente. Chase lo derribó con un leve golpe. Rai se reintegra de un salto, Chase lo ataca inmediatamente. Rai se dobló hacia adelante. Le metió un codazo en la espalda y un rodillazo en el estómago, dejándolo sin aliento. No pude soportarlo y salí corriendo en su ayuda cuando Chase lo lanzó contra el suelo.
-¡No intervengas! Tú batalla es contra Wuya, debes reservar tus fuerzas –jadeó-. No voy a dejar que este payaso me gane… –Raimundo hizo uso de todo el poder de su contrato para invocar a todos los espíritus del elemento viento y controlarlos a su voluntad. Nuevamente sus ojos brillaron en un color azul celeste. Cogió ambas espadas y embistió contra Chase.
Cada golpe descargaba un golpe cada vez mayor, Chase no tuvo oportunidad de tocarlo en un principio. Estaba cediendo. Raimundo tomó un poco de impulso y se abalanzó desde arriba. Chase alzó la espada atravesando en el costado de Raimundo. Éste se quedó inerte y adolorido, trató de desenterrarla. Pero Chase tenía planificado su mejor truco, lo aventó al aire y seguidamente se propulsó a sí mismo. En el aire Chase lo empaló por los menos unas diez veces en que causó unos cortes profusos de sangre. Raimundo se desplomó duramente. Con su último esfuerzo Raimundo se incorporó. Estaba herido en varias zonas del cuerpo: en su pecho, en sus extremidades, en el rostro. Su cabello se empapó de sangre. Nadaba en su propio charco de sangre. Levantó la vista, aún quería seguir dando la pelea.
-Eres muy persistente, me pregunto que será aquello que atesoras más. ¿Será la princesa?
-Eres tan ignorante y tan arrogante como para creer que exista algo que no sea importante –gruñó mi espadachín antes de ascender a las alturas y atacarlo. Raimundo invocó todas sus en un ataque final en el que usaba todas sus espadas enfundada en su escudo alrededor de Chase. Luego vuela a una velocidad más allá de la luz tomando cada una para dar golpes poderosos consecutivamente. Pasaba tan rápidamente que no pude distinguirlo a simple vista, solo veía a Chase sacudiéndose violentamente en el aire como si estuviera bailando.
Raimundo cayó apoyando su peso en una rodilla. Sus espadas se clavaron en su entorno. Él las atrajo hacia él. Se repuso y miró hacia arriba. Chase pareció no recibir los impactos pero estaba muy malherido.
-Ahora serás parte de la historia.
-Créeme yo no seré ningún recuerdo de la historia –sonrió maquiavélicamente aún luego de muerto. Su cuerpo explotó en el aire en miles de partículas de luz que se disolvieron. Rai cerró los ojos, luego los entreabrió y me miró de reojo. Tenía el camino despejado. Llegó la hora. La puerta estaba sola. Me apresuré y las crucé empujándolas. Había unas escaleras que se extendían al fondo conduciendo a una puerta. No tenía tiempo para interrupciones y abrí la puerta con el uso de mi Enraiha. Corrí por un pasillo, a lo largo divisé de una luz en aquel túnel sinfín. Solo para encontrarme con las escaleras en espiral. Subí rápidamente. Y llegué a un cuarto abovedado, se explayaba sobre mí una cúpula de cristal. Me dieron una cálida bienvenida unas velas que se encendieron por sí solas, los espejos dieron el efecto en que alumbraba hasta el más ángulo oscuro. Más adelante, había una figura esperándome.
Di tres pasos al frente. Wuya estaba en el centro de un círculo mágico trazado en púrpura. Su mirada se extravió en el punto más elevado de la cúpula. Parecía no haber notado mi presencia. Pero me equivocaba. Wuya se dio media vuelta y me dirigió una mirada. Apreté con fuerza el mango de la espada. Intercambiamos miradas sin decir ni una sola palabra. Y en ese preciso instante los soldados invadieron el santuario secreto de Wuya. Ella les echó un vistazo sin mucha importancia. Flexionó los músculos. Empezaron a llover pedazos de carbón, el grupo se resguardó escudándose de los ataques, unos de esos pedazos se clavaron en partes del cuerpo que los dejaron malheridos y otros muertos. Rebotaban contra el suelo y estos automáticamente regenerados en soldados que atacaron a los de mi tropa. La ventaja que tenían sobre ellos es que eran seres fantásticos inmortales, apenas la espada los atravesaba. La desenterraban y utilizaban en su contra. Lo que ocasionaban que se unieran al ejército de la malvada reina. Miré a Wuya, le lancé una mirada fulminante.
-Ven y venga a tu reino, princesa –siseó.
Me lancé contra Wuya desesperadamente. Ella me tomó de la espada aun ardiendo en fuego y me lanzó contra el piso. Rodé por el piso. Extendí la mano en busca de la espada. La tomé del mango y rápidamente se prendió en fuego. Me levanté torpemente. Lancé unas llamas. Ella las hizo desvanecer en un abrir y cerrar de ojos, absorbiéndolas al extender las dos manos. Estas se convirtieron en bolas de fuego, me las devolvió una por una. Ágilmente las esquivé. Y me abalancé atacándola. Wuya se quitó a tiempo y me aventó como si fuera un juguete. Me estrellé contra la pared. Me caí bocabajo. Tosí sangre. El flujo sanguíneo goteó mi boca. De repente, Wuya me jaló del cabello con fuerza y me obligó ver a mis soldados morir. Las criaturas arremetían contra los soldados, aventándolos desde las grandes alturas. A veces abandonaban su forma para atacar con mayor facilidad. Dejando a mis hombres sin poder defenderse. Entre los hombres que estaban en aquel grupo reconocí a Clay y a Rai. Sabía que Rai tendría más oportunidades que Clay, empero, no todos los hombres tenían la durabilidad, resistencia y agilidad sobrehumana de Raimundo.
-Míralos... míralos morir, ¿qué se siente ser responsable de un millón de muertos?, veo que no somos tan diferentes después de todo.
-¡Yo no me parezco nada a ti! –gruñí entre dientes, sin siquiera nombrarla Enraiha apareció en mis manos y la ataqué. Wuya rebotó. Seguí atacando. Wuya logró alcanzar mi muñeca, la dobló hacia mi espalda y me expuso al fuego ardiente. Intentó que mi espada atravesara mi propio cuerpo, se dibujó una línea roja que goteó de inmediato. Algunos de mis cabellos empezaron a achicharrarse. Me resistí a que me lanzara al fuego. La escupí en el ojo para zafármela de encima. Wuya me soltó, sobándose el ojo con fuerza. Golpeé de un codazo su torso. Wuya reculó. Lancé una fina llamarada en su contra. Wuya me contrarrestó con un chorro de luz oscura. Ambas energías colisionaron formando una esfera de energía blanca. No opuse resistencia. Me deslicé hacia atrás por efecto deletéreo del ataque de Wuya. Me agoté y salí volando por los aires. Me golpeé bocabajo contra el suelo.
-¡Tú no puedes vencerme, he vivido miles de vida donde he devastado a reinos completos y esto no va a terminar jamás, le daré la reina que se merece a este mundo asqueroso y vil! –se oyó un crujido. Wuya se me acercó. Oí sus pasos. Me pateó en las costillas.
Volteándome. Nunca antes la había visto armada, en esta ocasión llevaba un puñal que iba a atravesar mi corazón de un tajo. Apoyó un pie en mi pecho, deteniéndome. Y se inclinó sobre mí mortalmente. Antepuse el brazo para protegerme de su letal ataque. Ella trató de clavar la hija afilada.
-¡Enraiha!... –exclamé. Se escuchó un crujido. Wuya dio un respingo. Jadeé. El filo de mi espada atravesaba el costado de Wuya mortalmente. La miré a los ojos. No solté el arma hasta estar completamente segura que no podría hacerme ningún daño. La sangre se deslizó por la hoja de Enraiha y mis dedos, empapando mi traje y el suelo en tres gotas perfectas de sangre. Desenterré la espada de su costado. Wuya rodó por el suelo, gateó en un intento forzoso de ponerse de pie. Solamente logró arrinconarse y acurrucarse mientras exhalaba su último aliento. Su última mirada me la dirigió a mí. Me acerqué a ella. La respiración de la monarca comenzaba a entrecortarse, a ir más lenta, a detenerse. Wuya inclinó la cabeza. Convulsionó un poco. La vida desaparecía de sus ojos.
-Siento... frío –artículo los labios. La sangre corrió en un hilo por su mentón. Y murió. Su cabello perdió todo el color, su piel se adornó con millones de arrugas plegadas que dejaron su tez toda flácida. Las criaturas hechas con carbón se pulverizaron en miles de pedacitos. Supongo que allá afuera debía estar pasando lo mismo. Me arrodillé junto a Wuya. Ahora que estaba muerta se veía vulnerable. Más me abrumaba la sensación de que este era mi primer asesinato. No me sentía orgullosa. Aún cuando era una mala persona. Era una vida. Me abracé a mí misma. Rai se me acercó, apoyó su peso en una rodilla y él me estrechó los hombros. Sabía lo duro que debía estar pasando por lo que único que podía hacer era estar conmigo y consolarme. "Ya todo terminó", murmuró entre dientes. Me ayudó a levantarme. Nos acercamos al palco. Los soldados de Heylin bajaron sus armas y se resignaron ahora que sabía que su reina no estaba aquí, los que fueron creados con su magia se desintegraron instantáneamente y enseguida de admitir la derrota una lluvia pura cayó sobre nosotros. Lo que la magia de Wuya mancilló el castillo con la sangre de ambos bandos (Heylin y Xiaolin por así decirlo) fueron purificados por los efectos de esta lluvia, la sangre pareció haber sido absorbida por aquella agua sanadora que se llevó consigo este aire de magia negra y la sangre de los héroes caídos. Raimundo extendió la mano, capturando un poco de esta agua. Esta agua era diferente a las anteriores. Se veía como las demás, cristalina y pura, pero sus efectos sobre las personas difiere a lo anteriormente visto. Aun cuando sonara ridículo, esta agua me traía recuerdos sobre las personas que habían desaparecido físicamente, más sus presencias espirituales se manifestaban a través de esta lluvia pura: Omi, mis padres, el alto clérigo Fung, el padre de Clay... Me dejaba una sensación de bienestar, de alivio, como si me sacara las impurezas del cuerpo como el odio hacia Heylin y me curaba. Y ya sabía por qué. Ahora que Wuya se había ido. La tierra se sentía sanada. La corriente vital volvía poco a poco. Eso es, ¡la corriente vital! Raimundo se sentía en iguales condiciones, suspiró con profundidad. En ese preciso instante sus ojos brillaron en un resplandor verde esmeraldino por un segundo, refulgiendo. La marca que tenía del demonio brilló en azul y se disolvió en miles de partículas que se desvanecieron mientras viajaban en el aire. Raimundo se quedó mirando el firmamento.
-¿Te encuentras bien?
-De maravilla, no estoy acostumbrado a la sensación... de ser humano... otra vez –dijo él mirándome a los ojos. Lo abracé seguidamente. El agua también parecía purificar el poder de Wuya que ejercía sobre sus soldados. Algunas familias que permanecían escondidas en sus casas esperando que pasara el episodio de guerra, los niños fueron los primeritos en caminar bajo la lluvia e igualmente los primeros en celebrar el fin de esta guerra (corriendo bajo la lluvia) y el comienzo de los nuevos tiempos.
Tres meses después
Se siente un ambiente diferente. La tierra ha sido sanada. La vegetación volvió a crecer formando una espesa capa verde que cubre los campos. Los cinco reinos se han recuperado. En la Dinastía Pyronia, estamos en víspera de la coronación de la princesa Kimiko como la legítima reina del reino. Durante estos tres meses hemos trabajado duro para alzar de nuevo a mi pueblo y resurgir de las cenizas que Heylin pisoteó. En tan solo tres meses con trabajo, esfuerzo, predimetación y la participación de todos volvimos a ser una gran nación como la que solía recordar cuando apenas era una niña. Estaba en mis aposentos, mis doncellas me ayudaban a vestirme y a peinarme. Vestía un bonito vestido de seda dorada muy clara en tejido bizarro de color marfil y blanco se ceñía hasta la cintura dejando caer el ancho brial, adornado con finos detalles blancos estampados en el traje. El vestido era de manga larga al final en los puños estaba decorado con un pelaje blanco, incluía un cuello alto por atrás. Tenía el pelo recogido en un moño. Estaba maquillada para la ocasión. Contaba con unos largos zarcillos hechos de diamantes. Me miré en el espejo de pared. Me veía muy diferente en comparación con otros vestidos que anteriormente me había puesto, era la primera vez que me veía vestida como una princesa y dentro de muy poco: Como una reina.
-Estás hermosísima, Kimiko… –me dijo Keiko, su vestido no variaba mucho porque seguía siendo mi dama de compañía-. Serás una magnífica reina a la que tus súbitos recordarán con mucho cariño y... ¿Qué te pasa, querida? ¿No estás feliz con ser reina?
-No es eso, Keiko, es un asunto personal. Antes creía que sería feliz si Heylin se fuera, si recuperaba mi identidad y mis derechos sobre el trono, pero descubrí que "quería" eso más no lo necesitaba y lo que necesito está a punto de partir.
-¿Hablas de tu espadachín, verdad? ¿Se va hoy?
-Realmente él se había quedado conmigo porque yo se lo pedí, pero no puedo retenerlo más conmigo. Se va por barco hoy mismo. No sé qué hacer Keiko, aún lo amo no quiero dejarlo ir –sollocé. Keiko me pidió que me sentara y me tranquilizara o las lágrimas escurrirían mi maquillaje-. Por él sería yo capaz de renunciar a mi corona, volverme a poner mis fachas de campesina, aprender a cocinar decentemente y todas esas cosas si eso significa que podré estar con él.
-Kimiko, cálmate, o las horas que pasé maquillándote fueron en vano. Escúchame, si tú lo amas tanto como para renunciar tus derechos al trono y reinventar la vida que tanto has odiado para ser feliz, pues hazlo, sea cual sea tu decisión yo siempre seré tu amiga y te voy a apoyar en cualquier decisión que tomes.
-¿Lo decís de verdad?
-De verdad...
-Entonces –me sequé mis lágrimas con el dorso de la mano-. Fue bonito verte una vez más, si Dios lo quiere nos volveremos a reencontrar, a partir de ahora te dejo en libertad, ya no quiero que sigas siendo mi dama de compañía. Sé feliz con la vida que has escogido, yo ya sé qué hacer con la mía... -Keiko me sonrió con ternura. La abracé con fuerza una vez más.
Salí acompañada de algunas sirvientas y bajamos las escaleras. Ya era la hora de ir a la sala del trono. Cuando bajábamos las escaleras. Me reencontré frente a frente con Raimundo. Él vestía igual que siempre, no había cambiado. Me miró a los ojos profundamente, me sonrió. Miró a la nueva mujer a la que había visto crecer a lo largo del tiempo y le gustó el cambio. Él me hizo una caravana.
-No tienes que...
-Permíteme hacerlo, su alteza. Dentro de poco será la reina, debo ser respetuoso –me quedé callada.
-Por favor, vayan adelantándose, quiero que nos dejen a solas. Es una orden –las mujeres asintieron con la cabeza y se marcharon. Apenas desaparecieron en la esquina. Y quedamos completamente solos. Corrí a sus brazos y lo abracé. Raimundo se mantuvo inerte, pero él luego me reconfortó en sus brazos. No entiendo como pude haber vivido estos tres meses sin una caricia, un abrazo o un beso. Nos separamos al mismo tiempo.
-Se ve hermosa, su majestad.
-Gracias.
-Ya no seguiré interrumpiendo su ceremonia, su alteza, no seré un estorbo en su vida. Mi barco está saliendo ahora mismo. La dejo en buenas manos sé que usted será una magnífica reina... –asintió con la cabeza y comenzó a caminar lejos de mí.
-¿Por qué no reclamas tu reino? Así serías el príncipe del Palacio de los Eolos, te podría ir a visitar y quizá luego... –me acerqué a él, Raimundo me puso un dedo sobre mis labios con sutileza adivinando mis intenciones.
-Es que no lo entiendes, princesa, no se trata de mí o de ti. Es que yo no me siento que nací para esto, no quiero regresar, me gusta mi vida, ser despreocupado como una brisa y libre a dónde quiera y cuando quiera. Mis reglas.
-Iré contigo.
-No puedes hacerlo, tienes un reino que te necesita. Ellos no podrán arreglárselas cómo, tienes que estar tú como su reina liderándolos. Yo solo te estorbaría. Es mejor, por el bien de todos, dejar de pensar en nosotros y ver que no somos los únicos seres en el mundo –me dijo, tomó mi rostro entre sus manos y con un pulgar trazó círculos en mi mejilla, llevé una mano a la suya y acaricié el dorso de su mano.
-No quiero estar en un reino en el que no estás tú, no quiero la corona si no estás conmigo. Te amo, Raimundo.
-Y yo a ti –Raimundo apoyó una mano en mi hombro y besó mi frente dulcemente-. Hasta para siempre, Kimiko -luego se marchó. Extendí la mano, pero ya era demasiado tarde. Uno de los sirvientes se me acercó. Era el momento de la coronación.
Me llevaron a la cámara real. Una habitación con ornamentos que se extendían desde las columnas colgando como banderas de mi nación. La sala estaba llena por conocidos (como el general Guan con su pata coja todavía, el capitán Clay y a su lado lo acompañaba una mujer menudo parecida a él de la que deduje que podría ser su hermana menor de la que él me había contado, Jermaine quien ahora después de abolir su esclavitud era un ciudadano como cualquier otro y Jack quien ahora luego de alcanzar su sueño ya podría ser ingeniero industrial y podría ser bienvenido en cualquier parte) y desconocidos. Todos me sonreían cuando cruzaba la sala. Al fondo me esperaba el clérigo que me coronaría como la legítima reina. Había un trono en el medio. Me sentaron en él. Creo que estaba más concentrada en las caras, escudriñando entre todas ellas en vez de lo que me decía el sacerdote. Cuando ya sacudí la cabeza el sacerdote se había saltado la introducción y todo ese protocolo:
-En el nombre de todo lo justo y lo bueno en estas tierras, te corono a ti, Kimiko Tohomiko. Reina de la Dinastía Pyronia... –puso sobre mi cabeza una corona que anteriormente había pertenecido a mí madre. Me levanté seguidamente que me acostumbré a llevar el peso de la corona encima de mi cabeza. Era una hermosa corona de oro adornada con gemas preciosas que refulgían contra la luz del fuego o una lámpara. Apenas barrí con la mirada a todos mis súbitos y todos empezaron a aclamarme como su reina. Quise decir algunas palabras:
-Muchas gracias a todos por darme su apoyo en este día que es tan importante para mí y del que si no me hubiera ayudado ninguno de ustedes esta corona nunca la tendría puesta. Este triunfo se los doy a ustedes, mi querido pueblo... –me embargo, esto es un privilegio que no puedo aceptar –los aplausos cesaron y vinieron las murmuraciones-, así es como oyen, no puedo ser su reina y rechazo esta corona –me quité la corona de la cabeza, todos estaban estupefactos de este evento nunca antes visto en la historia de la realeza en todo el mundo-. ¿Algunos de ustedes saben lo que es una democracia? Alguien muy sabio me dijo un día que el régimen democrático: donde el poder está determinado por el pueblo, todas las personas tienen oportunidades de gobernar, no sólo en uno. Todos éramos tratados por igual. Cada quien era dueño de su propio destino. Entonces no entendía eso... Ahora sí.
-¿Qué? –inquirió Guan al fondo.
-Quiero decirles que a partir la hora la línea de generaciones que ha trascendido por años en la familia Tohomiko está rota empezando por mí, quiero que ahora seamos reconocidos como una gran nación libre y feliz –baje los pequeños escalones y me acerqué al general Guan, todavía estupefacto como el resto de mis amigos-. Es mi decisión señor Guan, pero antes de hacer alguna cosa más necesito contar con usted...
En el puerto las gaviotas habían regresado a canturrear junto a las olas tranquilas. El barco se disponía para partir. Ya solo restaban cinco segundos para abandonar el muelle. Ya todos los pasajeros subieron por la rampa. Solo faltaba uno que no dejaba de mirar el hermoso palacio de la Dinastía de Pyronia. Sonrió:
-Hasta para siempre, hermosa –dijo con dulzura, luego se echó al hombro su escudo y subió al barco. Los marineros subieron el ancla una vez que patearon lejos la rampa. Comenzaron a alejarse lentamente. Raimundo apoyó los codos del barco y se entretuvo mirar las olas en las que se estremecían unas contra otras. Había olvidado la sensación de cómo era sentirse solo.
-¿Le importa si le hago compañía?
-No claro que... ¡¿Kimiko, qué haces aquí?!
-¿No ves? Elijo mi propio destino –me reí, Raimundo arqueó una ceja-. Decidí renunciar a la corona –digo con voz mucho más seria-, a todos mis derechos sobre el trono para ser una simple plebeya que no atesora más nada que los valores que le han inculcado.
-¿Y qué pasó con tu reino, la Dinastía Pyronia?
-Dirás ex reino, ahora ya son libres de elegir a quien quiere como nuevo gobernante todo ahora depende que el general Guan y el capitán Clay de que así sea porque fue mi último deseo antes de desearme un feliz viaje, pero no puedo ser yo porque lo he decidido.
-¿Lo has decidido? ¿renunciaste a ser la reina de la Dinastía Pyronia por mí?
-Así es, como te he dicho anteriormente no quiero ser reina de ningún reino si tú no estás en él. Mi destino será en el que tú quieras y a donde vayas, estaré ahí para ti... –sonreí, Rai no había cambiado para nada su expresión-. Parece que no estás muy feliz de verme.
-¿Qué? ¡Oh no! No pienses eso, todo lo contrario, estoy encantado de que una ex reina sea mi compañera en este viaje... –me dijo cambiando su expresión a una sonriente.
-Me alegra que pienses así, ¿y dime, espadachín, a dónde piensas ir esta vez?
-He pensado que quizá quisiera volver a visitar las tundras de la Fortaleza de Hidrogenia, he oído de un lugarcito en el que hay un tesoro inimaginable al otro lado cruzando por una aureola boreal. No obstante, primero debemos pasar por la Torre de Geonova, adentrarnos en la humedad de la selva luego hacer frente la aldea de los pigmeos, cruzar el laberinto del minotauro, encontrar la cascada de hielo, atravesar mar abierto y recorrer todo el polo norte en busca de esa fantasía que probablemente no exista y los sabios nos han estado mintiendo por años. Va a ser un viaje largo, este es buen momento para regresar si aún lo deseas.
-Descuida –me eché a reír-. Yo te protejo de cualquier peligro.
-Te amo –articuló los labios sin decir una palabra. Le sonreí de oreja a oreja. Era la primera vez que lo decía. De sus labios sonaba especial. Nos separamos e hicimos una reverencia. Luego nos tomamos de las manos. Él me cerró uno de sus brazos alrededor de mi cintura y otra mano la llevó tras mi nuca. Colgué mis brazos en torno sus hombros. Me atrajo hacia la cubierta. Me dio la vuelta en broma. Raimundo me siguió en mis movimientos y dio un paso adelante y con habilidad me hizo girar inmersamente. Casi instantáneamente me hizo girar en posición vertical. Me eché a reír a cada movimiento, disfrutando de cada sensación. Nos quedamos así, aislados de la civilización. Me encontraba en un mundo perfecto con el hombre perfecto frente de mí, perdiéndome en su intensa mirada. Sus ojos brillaban más en la noche. Él era perfecto. Una imagen divina. Su cuerpo, su pelo castaño azotado por el viento y sus maravillosos ojos. Tal vez no era el típico final de los cuentos de hadas porque técnicamente no terminamos en casados (ambos coincidíamos que no estábamos preparados para contraer nupcias, aunque tengo la fe de que algún día lo estaríamos), pero estaba feliz. En la primera pausa de nuestra danza, me aparté y besé sus labios. Oh sí. Ambos sentíamos que era el final perfecto.
Y vivieron felices para siempre…
FIN
A/N: Qué hermoso final, de pana. Estoy orgullosa. Antes de escribir esto, lo volví a leer mientras escuchaba Far Away de Nickelback. Originalmente había pensado cómo final que Kimiko aceptara ser la reina de la Dinastía Pyronia, Raimundo al principio se aleja porque ella es una reina, la misma razón que ustedes vieron. Sin embargo, va a buscarlo en la ceremonia y le pide que se quede con ella. Lo convence. Él toma su lugar como legítimo rey. Y se casa con ella. Fin de la historia. Pero antes de escribirlo, me dije que esto era contradecir todo lo que yo decía. Quería algo nuevo, inesperado, un final distante a los que lectores pensarían. Y salió este. No sabía cuál poner porque los dos me gustaban y no quería preguntarle a nadie, quería decidirlo (casi siempre que estoy entre dos me bloqueo y pido a otro que seleccione por mí). Este me pareció lejos de la realidad que Disney nos hizo creer por años: La felicidad es estar con la persona que quieres, no necesariamente involucra el vínculo conyugal. Además, están muy jovencitos, déjenlos que vivan contentos su noviazgo. El final me recuerda un poco al de Anastasia y Simbad mezclados, pero me gustó. Para hacer la batalla creo que me vi como tres películas: Blancanienes y la leyenda del Cazador, Final Fantasy VII: Advent Children y Wonder Woman. Fue muy inspirador. La batalla entre Chase y Raimundo fue épica. Raimundo vs. Chase (protagonista masculino vs. Antagonista masculino) y Kimiko vs. Wuya (protagonista femenina vs. Antagonista femenina). Los primeros obviamente resultaron victoriosos. La de Raimundito me gustó más. La hice larga (típico de mis batallas) ya que ésta era la última. Y la curación de Raimundo fue mágica y para algo sirvió la muerte de Omi.
-Invocador de lluvias.
La canción de Épica allá arriba mi favorita junto a Living a Lie. A ver Mia, continúa con la entrevista:
-¿Algún día pretendes escribir un fic sin ser Xiaolin Showdown?
-Jamás. Ni aunque me lo haga jurar mi madre o cualquier mentecato. Nunca, todos mis fics serán de esa serie, seguiré con mi ovación hacia Xiaolin Showdown hasta que me muera. Lo juro.
-¿Desde hace cuánto llevas alabando esta serie?
Desde hace cuatro años. Día y noche pienso en esa serie, no entiendo como salgo bien en mis vainas si únicamente pienso en eso, pregúntale a mi cerebro.
-Menuda droga, ¿qué ha sido lo más estúpido que te han dicho?
Uf, hay tantas cosas estúpidas que me han dicho. La que nunca se me va a olvidar es una en la que fui a una fiesta (qué porquería de fiesta, cómo odio las fiestas) y toda la comida empaquetada, yo de muy inteligente, me senté y no hice nada. No hablé con nadie (la gente que va a fiestas nunca tiene mis gustos y no soy buena socializando). Miraba a mí alrededor aburrida. Bostezaba (ni siquiera había musiquita, el Dj llegó tarde y seguramente podría un reggaetón que me sacaría la bestia que llevo dentro). En el fondo me insulté a mí misma por no traer algo entretenido. En eso se me acercó una mujer que me preguntó por qué no comía nada. Yo no dije nada y negué. Entonces me preguntó si yo era anoréxica... La quería matar, la quería golpear con un palo en la cabeza, la quería asfixiar, me dio de todo. Al final me salí de esa porquería y me alegro porque me llegó el rumor de que por ahí estaban fumando dr...
-¿Qué querías ser antes de decir escritora?
Maestra, pero siempre se me quedaban viendo y me decían: No, te vendría mejor de modelo. Me chocaba cuando me decían eso. Yo sé que puedo serlo y que algún día Osmel Sousa me iba a llamar...
-Pa' el Miss Venezuela.
Correcto, pero me choca porque las vidas de modelo son una porquería. Todo termina en tragedia. Una carrera maldita para mí gusto. Yo sé que nunca en la vida voy a tener problemas con dieta y esas cosas.
-Hemos notado que tienes un mal carácter y que explotas a cualquier minuto que se te diga algo que no te gusta, ¿una cosa que no toleras?
Quizá sí, a veces no soporto a las personas que tienen una ortografía horrorosa: Ola, keridos hamigos. Se lo puedo perdonar a un niñito (no un niño grande). Pero nunca a alguien contemporáneo a mí o mayor. Una vaina así y cuando reviso su edad: 20, 21, 22... Me traumo, pues que no sé si lo hacen para llamar la atención o porque nunca estudiaron. Señores, ya es oficial que con esto de las redes sociales y celulares estamos dañando el lenguaje y hablando es peor, pero al menos intenten hacerlo lo mejor posible, ¿no? Yo detesto muchas cosas. Pero a pesar de que soy así, me gusta mi carácter arisco, aunque no debería, me resisto a cambiar.
-¿Cuándo piensas publicar tus fics originales?
Quiero terminar con mis dos proyectos para irme de aquí y ponerme a trabajar, tengo que vivir de algo, pero estaré deambulando por FF a leer cualquier buena historia de XS.
-¿Te haces la fácil o la difícil?
La difícil.
-¿Algún piropo qué te han hecho y te recuerdas?
"Tú eres una reina de las nieves, preciosa, te llevaré al Polo Norte y te construiré un castillo". Bueno hay que admitir que se esforzó el muy desgraciado, me gusta que me adulen (sé que lo hacen para joderme, pero como no me insultan, le sigo el juego) y luego los pongo en su lugar. "Estúpido, no quiero que me lleves para ningún lado, ¿qué quieres? ¿qué me de una neumonía? Yo odio el frío, madura chico, vete para allá", ese fue mi pensamiento. Tan solo me le quedé mirando con los brazos cruzados, y apliqué la ley del hielo.
-¿Algo qué no se te de bien?
Hablar cosas de chicas. Ropa, maquillaje, chicos... Esas vainas no son lo mío (de broma me gusta el rosa). No soy muy femenina. Odio cuando me hablan de esos temas. En primer puesto pues que me aburren y segundo la pregunta misma.
-¿Para cuándo Los Juegos del Destino?
Interesante pregunta, en el momento que lean esto estaré escribiendo por el capítulo catorce o trece (me tardo porque quiero asegurarme que quede bien, sé la idea, sin embargo, hay cabos sueltos y no sé cómo desarrollarla para que quede bien, y aparte que he estado distraída jugando a que yo era un agente secreto), pero no subiré el fic hasta que esté escribiendo el capítulo veinte y pico, quiero asegurarme de no editar nada y no quiero quedarme estancada a mitad de fic.
-¿Y qué pasa con Xiaolin Showdown: The Ultimate Challenge?
Tres palabras: Agosto o Septiembre. Espérenlo en Agosto. Julio puro Los Juegos del Destino y acabar con estos dos proyectos que tengo actualmente.
-Y eso fue todo, deseando de corazón que les haya gustado el gran final de este fic. Esto no hubiera sido posible sin su apoyo ya que gracias a ustedes me motivo a seguir. ¡Hasta otro fic! Se les quiere mucho y recuerden, estad atento al gran estreno de:
Los Juegos del Destino