Notas de la autora: Es la primera historia (no drabble) que publico en esta sección, no sé como me irá, ni sé si será de interés para ustedes... que realmente espero que lo sea. Esta historia es inspirada en la película Les Chansons D' Amour, es por ello el nombre de la historia. Espero les agradé y me regalen una opinión acerca de la historia. Gracias por tomarse su tiempo para leer.

Disclaimer: Los personajes de esta historia no me pertenecen, salvo algunos OC, los ya conocidos fueron y son propiedad de J. K. Rowling.

Advertencias: OoC, UA, Slash.


Chansons D' Amour

Prólogo.

Por primera vez, después de ocho largos años, visitaba la tumba de su querida esposa. Aquella mujer o complejo de mujer, ya que seguramente lo único que quedaba de ella era nada más que un simple esqueleto, si es que éste no se había convertido en polvo, la cual había sido la mejor esposa que había podido encontrar en su aburrida vida.

Se pasó su mano por aquellos cabellos rubios, que casi parecían de oro y soltó un suspiro. Lo bastante audible como para que llegará a los oídos de su hijo y éste lo volteará a ver con cierto toque de preocupación.

—Papá. —Draco volteó a ver aquel rostro tan parecido al suyo, miró el traje negro que llevaba, evitó una risa que iba a salir. Seguramente, si Astoria hubiera visto a su hijo vestido de esa forma habría soltado una risotada.

Aun podía recordar la cara de su querida esposa, cuando la habían llamado del colegio al que asistía Scorpius. Él en su momento estuvo furioso con su hijo, que en ese entonces tenía siete años. ¡Mirad que poner en aprietos a su querida madre por haber besado a otro chiquillo! ¡Qué vergüenza!

El apellido Malfoy era el más conocido en aquel gran país (por no decir en el mundo). No sólo por tener la mayor parte de las acciones de las grandes empresas de Francia, si no por ser dueños de las casas diseñadoras de moda más solicitadas y reconocidas a nivel internacional. Aunque también, no es que no se tuviera que preocupar del todo, tenía que ver los ingresos y procurar que sus negocios no se fueran a la quiebra total.

Ese era el plan que le habían inculcado desde pequeño, y Draco como buen esposo y padre que era, también quería que Scorpius tuviera éxito al igual que él. Pero ese día en que Astoria le había dicho: "creo que nuestro hijo es gay", sus nervios hicieron que perdiera el control; empezó a gritar como loco, pero después de ver la cara tranquila de su esposa había decidido dejar por la paz ese tema.

No es que tuviera algo en contra de los homosexuales. Claro que no, incluso él se atrevería a decir que algunos tíos estaban como para comérselos. El problema ahí, era que… él quería tener nietos. Sin mencionar que en la familia Malfoy, nunca se mencionó a algún pariente que resultara ser… del otro bando.

Sí, había rumores. Pero no pasaban de ser eso, simples y absurdos rumores. Draco juntó las palmas de sus manos y empezó a orar, mientras veía a Scorpius imitarlo. Aunque más que orar, empezaba a contarle las nuevas noticias a su querida Astoria.

"Mi amor… mi querida Astoria. He venido después de ocho años a verte, soy un insensible lo sé. Pero, dime… ¿a qué podía venir? Cuando te fuiste estuve llorando todas las noches encerrado en mi habitación, en nuestra habitación. Quería gritar, deseando que me escucharas cuanto te extrañaba. Pero no pude, el gritar no es digno de un Malfoy.

Tenías razón, nuestro hijo es gay. Seguramente te estás riendo de mí en este momento, ¿recuerdas cuantos psicólogos llevé a Malfoy manor para tratar de curar a Scorpius? Esos imbéciles no pudieron hacer nada, y sólo pedían dinero diciéndome que se recuperaría pronto. Él, ahora, me lo ha confesado. Esta vez no me descontrolé, traté de mantenerme en mis cinco sentidos. Traté de mantenerme cuerdo y lo único que pude decirle fue un 'tu madre ya me lo había dicho'.

En parte me alegro de que me lo haya contado, que me haya tenido confianza. El perderte fue un golpe muy duro para él, te amaba. Y yo también. Tal vez aun lo hago, pero… también hay tantas cosas que quisiera contarte. Seguramente ya lo has de saber, es decir, el sacerdote de la iglesia dice que todos los difuntos que suben al paraíso nos cuidan. O algo así. Yo… sabes que siempre hablo contigo, y nunca me ha gustado vacilar tanto; cuando me enteré que era gay te lo dije. Tal vez, no te vine a ver desde que enterramos tu frágil cuerpo en este llano lugar, infestado de familiares míos y tuyos; pero si de algo estoy seguro es que tú me escuchas a cada momento."

Draco paró sus pensamientos y cerró los ojos con suavidad. Tener que decirle eso a su esposa muerta, no estaba en sus planes.

"Me he enamorado querida Astoria. Me he enamorado de nuevo, Scorpius al principio pareció preocupado por ello; pero ya le aclaré que no tiene nada de qué preocuparse. Yo nunca me olvidaré de ti mi querida Astoria, porque no puedo comparar a la persona que me ha cautivado, contigo. Tú eres única, mi damisela. Única.

Al igual que ese extraño tipo que me sedujo. ¡Oh sí! Es un cabrón de ojos verdes, cuatro ojos. Pero, tiene un no sé qué… que me hace suspirar cada vez que lo veo. Él es una buena persona, mucho mejor que de los que me he… encontrado en el bar al que voy. Me gustan los hombres mi querida Astoria, no creo que te sientas asqueada por ello; siempre tuviste ese carácter tan raro en ti, que a veces ni yo te comprendía. Ya se lo he dicho a Scorpius, y mirad que me ha armado un embrollo. ¡Me ha reprochado tanto como puede! Y siempre pregunta por ti, que si te dejare de querer o cosas así. Ya le he dicho que tú, fuiste alguien muy especial para mí. Tú te fuiste en cuerpo, pero tu alma sigue aquí mi querida Astoria. Junto a mí. Como aquella persona especial que siempre fuiste.

Ahora, te pido un poco de comprensión. Me he enamorado como un chiquillo de quince años. Es ridículo. Aun así, no me arrepiento. Él vendrá a conocer a mi hijo, pensé que a Scorpius le molestaría. Pero se lo ha tomado muy bien, me ha dicho que está bien que necesité de su aprobación para salir con otra persona. Por el momento quiero que conserve esa idea, para evitar discusiones innecesarias; sin embargo, no he venido a contarte como me he enamorado de otro hombre, sólo he venido a pedirte que me des fuerza y paciencia. Él vendrá con sus hijos, oh sí, tiene tres hijos, y yo… yo apenas puedo con Scorpius. Dame confianza en que todo saldrá bien, porque si no… yo no sé qué es lo que pueda pasar. Lo amo.

¡Lo amo! Sería algo doloroso si algo sale mal y él termina herido, no quiero eso. Por ello, vengo aquí, a pedirte que me apoyes, querida. Sé que suena egoísta de mi parte, pero ya no puedo más. Ya no sé a quién más acudir."

—Papá. —volvió a llamarlo Scorpius, Draco abrió sus ojos y miró a Scorpius. Separó un poco sus manos para acariciarle el cabello y sonrió. Volvió a juntar sus manos, despidiéndose de su querida Astoria.


—Harry… Harry… ¡Harry!

— ¡Ron! —dijo Harry mirándolo desconcertado, no sabía desde cuanto tiempo lo había estado llamando su mejor amigo de la infancia. Tragó saliva y empezó a revolver varios papeles que tenía a la mano, como si buscara algo importante. Aunque Harry sabía que era una simple excusa por si le llegaba a preguntar su amigo la causa de su distracción.

— ¿Estás bien? Te noto distraído.

—Arpías.

— ¿Arpías? —preguntó Ron algo desconfiado de la actitud de su amigo. Harry asintió tan fuerte que pensó que un poco más y su cabeza caería al suelo; tomó un papel y lo puso frente a Ron, mientras éste se retiraba un poco más para leerlo.

—Pienso que alguien ha infestado a propósito la casa de la señora Rumsfeld.

—Pues no me parece extraño, la vieja es una loca.

— ¡Ron! —dijo Harry, viéndolo reprobatoriamente—. ¡La arpía casi le comió el brazo a su nieto!

— ¿Y? ¿Notaste cuando nos íbamos con el Departamento de Regulación y Control de Criaturas Mágicas? ¡El mocoso nos sacó la lengua y nos hizo una seña obscena!

—Sí, lo noté. Y después te tuve que estar tratando de animar por más de diez minutos, ya que si no, regresarías a la casa de la señora Rumsfeld y tú le quitarías el brazo al niño.

—Aun me quedan ganas. Pero… dejando eso de lado, pensé que ya había quedado cerrado ese asunto.

Harry se tensó por un momento, en realidad había olvidado que ese tema sólo lo había mencionado para evitar un gran interrogatorio de su ex cuñado. Oh sí, Harry Potter el-niño-que-vivió, contrajo matrimonio con Ginevra Weasley, hermana de su mejor amigo Ronald Weasley. Teniendo tres preciosos hijos con ella: James Sirius, Albus Severus y Lily Luna.

Tres hermosos hijos de los cuales no podía estar más orgulloso. Grande fue su sorpresa cuando, el único que quedó en Gryffindor fue James. Pero, bueno… eso no le sorprendía en absoluto.

James era igual que él, se precipitaba y no meditaba las cosas. Afrontaba todos sus problemas con coraje y valentía. Albus por su parte, era más astuto. Cuando la lechuza había llegado a su ventana, ese día en que discutía con Ginny por no prestarle atención en absoluto a Lily, se quedó en un shock absoluto al leer las primeras palabras de aquel trozo de papel que colgaba de la pata del ave: "Me han mandado a Slytherin…". Con eso tuvo suficiente para que Ginny lo culpara por todo un año entero por 'condenar' a su hijo a tal casa.

Y es que su ex esposa e incluso él mismo no habían tenido una buena relación con aquella casa. Siempre tan imponentes y elegantes. Aunque Harry los había considerado sumamente patéticos. Para él no eran más que unas replicas semi-delgadas de los Dursley, excepto por no ser muggles.

Muggle. Una palabra que ya se le hacía sencillo utilizar debido a su trabajo, pero que sin embargo le causaba una gran congoja.

—Muggle. —repitió Harry en voz baja, mientras se daba cuenta de que su amigo lo veía con el ceño fruncido y con esa extraña expresión que siempre ponía cuando le quería preguntar algo pero no se atrevía.

—Harry…

— ¡Jefe! —llegó un chico de cabello rubio, un poco más bajo que él y de ojos azules. Dennis Creevey. Con el cual hace más de siete meses se lo había follado duramente en un cubículo de los baños. Harry trató de borrar aquella pequeña sonrisa de alivio, que demostraba lo feliz que estaba, debido a que Creevey había interrumpido la plática.

— ¿Qué sucede, Creevey? —preguntó Harry, viéndolo seriamente, cuando uno de los aurores de su escuadrón se le acercaba con varios papeles en la mano significaban malas noticias. Siempre eran malas noticias.

A veces, Harry se preguntaba si no podían traer en la mano una invitación a alguna fiesta o unos boletos para tomar tanta cerveza de mantequilla como quisiera.

—Han vuelto atacar al señor Morrison.

— ¿De nuevo?

—Esta vez alguien le ha lanzado un densaugeo. Está histérico y no deja de pedir al ministerio que mande a algunos aurores a que se investigue el caso.

—Hmm… ¿primero un engorgio a su rata, después epoximise cuando estaba en el baño y ahora un densaugeo?

—Oh, y no te olvides la espongificación. Fue genial ver al viejo rebotar de un lado a otro.

—No es gracioso, Ron. —dijo Harry fingiendo un poco de molestia en su voz, aunque debía admitir que la mayoría de los casos que estaba tratando en esas ultimas semanas, no eran más que bromas de estudiantes o egresados, que les encantaba joderle la vida a los ancianos que se encontraban a su alrededor.

—Lo es, Harry.

Harry negó levemente con la cabeza, y miró de nuevo los papeles que le había dado Creevey, pronto pensó en la mejor solución. Mandar a un auror a hacer un par de preguntas por el vecindario en el que vivía el viejo, y asunto arreglado. No es que no se tomará enserio su trabajo de auror, al contrario, se lo tomaba bastante enserio como para desvelarse día y noche sólo para encontrar al culpable. Pero, en ese momento, en el que le llegaban cientos de peticiones absurdas del mundo mágico, deseaba que se lo tragase la tierra.

Desde la caída de Voldemort no había vuelto a ser el mismo. Ni él, ni nadie. Había perdido mucho, varios de sus amigos habían muerto en la lucha; sin embargo eso no lo había detenido para querer que su muerte no fuera en vano. Él ganó por ellos, por todo el mundo mágico. Aquel mundo mágico que ahora lo estaba acojonando, ya que no existía el día en que no llegase una carta diciéndole que alguien lo estaba amenazando de muerte, que fuera a investigar. Harry como buen Gryffindor que era, siempre había ido personalmente; pero la mayoría de las veces no hacía más que lamentarse y enojarse consigo mismo por haber ido a calmar una simple plaga de babosas carnívoras.

—Pronto serán vacaciones. —dijo Ron repentinamente, Harry lo observó y asintió al mismo tiempo. Volvió su vista a aquellos papeles que le parecían lo más interesante del mundo en ese momento. —Ginny volverá con su novio Franchesco o como se llame.

Una sonrisa se formó en el rostro de Harry cuando escuchó el tono de voz con el que había mencionado al mentado novio de Ginny.

—Lo sé. Me ha mandado una lechuza, para saber si podía ver a los chicos… se sorprenderá cuando Lily le cuente que la han enviado a Hufflepuff.

—Los Weasley rompiendo esa brecha de ir siempre en Gryffindor.

Harry soltó una risotada, asintiendo levemente.

—Le he dicho que se los dejaré la primera semana. Después serán todos míos, ya que…

— ¿Toda una semana? No creo que estén muy contentos, sé que es mi hermana pero…

—Es su madre, Ron. Y haga lo que haga, no puedo cambiar eso.

Desde aquella vez en que había llegado cansado del trabajo, y había encontrado a Ginny de piernas abiertas siendo complacida por un francés, él, Harry Potter pasó a ser "el-niño-que-vivió" al "Jefe de los aurores cornudo". Estaba en primera plana del diario El Profeta, sin mencionar que Rita Skeeter con sus tantos años de edad, seguía siendo una bobalicona de mierda.

—No lo digo por ella, si no por el "wi monchur".

Harry rió al oír la nueva palabra francesa inventada por Ron, su amigo siempre le sacaba una sonrisa cuando estaba de mal genio o preocupado, y el hablar con él acerca de cosas estúpidas es lo que más lo distraía del asunto que tenía pendiente con sus hijos. Paró suavemente su risa, y se sonrojó al oír de nuevo a Ron hablar.

—Ron…

—El francés es estúpido, pero la mayoría de las personas piensan que es bastante romántico. ¡Te imaginas cuando se lían!

—Ron…

—Seguramente, dicen cosas como cul, o follariu…

— ¡Ron!

Harry tragó saliva levemente, no es qué pensará defender a los franceses. Por supuesto que no. El problema era que, en ese momento el hombre con el que estaba saliendo, era precisamente un francés. Pero eso era lo menos preocupante.

Ron sabía perfectamente de su preferencia sexual, posiblemente era el único que sabía a parte de Hermione y de los tíos con los que se había acostado. Al principio pensó que perdería su amistad, pero a éstos no les incomodo para nada.

Bueno, Harry…—le había dicho Hermione—sí con ello eres feliz estamos bien. Ginny ya hizo su vida aparte, ahora te toca a ti ser feliz. Y si eres feliz con un… hombre, estamos bien con ello.

—Lo siento. —dijo Ron, provocando que la sonrisa que tenía en el rostro se le borrará.

No le gustaban para nada aquellas conversaciones, era genial al principio, porque todos se burlaban del perfecto Alcide Goodrich, y que a pesar de que a Harry no le gustaba para nada la idea de burlarse en ausencia de Goodrich, no ponía peros cuando se trataba de soltar una risa. Porque el tipo era gracioso, tenía una nariz graciosa, se parecía más o menos a la de un bowtruckle, y cuando hablaba siempre la fruncía como si oliese algo asqueroso.

Todo era genial, excepto por eso… porque siempre cuando terminaban las burlas, decían un "lo siento", como si después de dos años y medio aun sintiera algo de amor por Ginny.

—No te disculpes. —dijo Harry, desviando su mirada de nuevo a esos interesante papeles. Realmente lo de Ginny no le preocupaba en absoluto, sus hijos se sentían incómodos con ella cuando los venía a ver de París, trayéndoles recuerdos como si eso compensara esos casi tres años de ausencia. Pero él no podía hacer nada.

Era cierto que aun la amaban, era su madre. Aun así Harry podía darse el lujo de asegurar que a él lo querían el doble que a ella.

¿Por cuánto tiempo? No lo sabía. Tal vez por eso tenía miedo; miedo de perder a sus hijos cuando le dijera que él, su querido padre, jefe de los aurores, uno de los magos más respetados… se había enamorado. Pero no es que estuviera exagerando las cosas. Hubiera sido más fácil decirles a sus hijos: ¡Soy un jodido maricón enamorado de otro poderoso mago, espero que lo acepten!

Realmente se hubiera alegrado de decir eso, pero… llegar y decirles a sus hijos que se había enamorado de un magnate muggle francés, era lo peor que le podía pasar. No es que tuviera algo en contra de los muggles, por supuesto que no.

Los padres de su mejor amiga eran muggles, sus propios abuelos maternos fueron muggles. Harry se llevó una mano a su boca, cubriéndosela con desesperación; en realidad el que fuera muggle no le incomodaba en lo absoluto. Ese no era el problema, él lo sabía. El problema era que… la vida de sus hijos se había formado ahí en el mundo mágico, al contrario de él.

Harry sabía cómo lidiar con los muggles, no diría nada extraño y se sabría comportar. Pero ellos no, sin mencionar que estaba el grandísimo detalle de que su novio no sabía que él era un mago. ¡No! ¡Más que un mago! ¡Él era el puto héroe del mundo mágico!

Siendo publicado día tras día en el diario El Profeta, toda su vida de Harry era una noticia grandiosa. No le extrañaría encontrarse con un titular que dijera: "Harry Potter se ha comprado gafas nuevas, al parecer el jefe de los aurores está pensando en cambiar de estilo" o algo similar a ello.

Pero… ¿cómo decirle a él que era un mago? Seguramente se reiría en su cara y después se molestaría al pensar que estaba tratando de tomarle el pelo*.

—Vamos, ya deja eso. ¡Tomemos unos tragos después del trabajo! —dijo Ron repentinamente animado, Harry sonrió y asintió levemente, un par de copas lo ayudarían a pensar mejor o al menos a olvidarse de ese asunto.


Hasta aquí... ¿qué les pareció? Bien, espero les haya gustado. Gracias-de nuevo- por leer.

*Burlarse de él o jugarle una broma.

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