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Epilogo.

Una mano infantil tiro de él mientras intentaba concentrarse en aquel demonio frente a él que rogaba una mínima protección para su pueblo. Ser el Señor del Norte, era un trabajo algo agotador, jamás imagino que Lumpy tuviera la seriedad necesaria como para realizar todo aquel trabajo de administración en su territorio.

Su pesada mirada esmeralda dejo de posarse sobre el demonio con cara de lobo, para posarla sobre el clon de sí mismo que aparentaba cuatro años de edad humana, que lo observaba con una expresión suplicante en su rostro, al instante entendió su punto.

Abriendo su amplia capa oscura, el pequeño demonio se poso en su regazo mientras se escondía entre las vestimentas oscuras soltando una picara risita ahogada por el torso de su padre que simplemente sonrió ladeadamente antes de contar mentalmente.

Solamente cinco segundos después, una de las puertas fue volada ferozmente por tres demonios molestos que avanzaban hacia la habitación escupiendo prácticamente fuego por los orificios de su nariz. Cubierto de un material gomoso y verde, profundamente apestoso por lo que él pudo detectar desde su lugar, Cuddles, Toothy y Nutty se abrieron paso hacia su lugar ignorando olímpicamente al demonio que junto con demás compañeros observaban la situación, sorprendidos. Al ver tantas figuras reconocidas en un solo lugar.

Ellos se habían convertido en leyendas muy a su pesar, luego de la derrota de Tigre. Héroes que habían evitado que el infierno sin duda sea dominado por demás criaturas provenientes de otras dimensiones. El equilibrio estaba intacto, lo cual debían mantenerlo de esa manera. Pero mucho más místicas y misteriosas eran aquellas cuatro diosas demoniacas que eran representadas en inmensas estatuas en cada territorio.

Ya sea en el territorio del Sur, donde su líder Cro-Marmot había esculpido a la perfección una hermosa princesa de hielo que cargaba un arco con una flecha en su espalda y observaba la ciudad principal con dulces ojos amorosos. O en el territorio del Este donde una temible guerrera con armadura y espadas a cada lado de su cuerpo, blandidas listas para atacar a cualquiera que se atreviera a atacar su territorio, vigilaba la ciudad desde lo alto de un precipicio con la misma mirada temeraria y valiente que una vez Lammy mostro en vida, sin duda alguna, Pop se había esforzado por conseguir aquel toque único. Como también, el Señor del Oeste, que todos los días dedicaba por lo menos una hora para observar aquella inmensa estatua en el precipicio en lo alto de la ciudad, donde las olas carmesí golpeaban con fuerza el borde sin atreverse a tocar a aquella elegante doncella que se paraba firmemente contemplando su antiguo territorio. No lo culpaba, él también pasaba su tiempo del día admirando a aquella estatua de rebeldes mechones de cabello que se encontraba a un lado de su castillo contemplando la ciudad junto con él.

Las cuatro diosas demoniacas, representadas como un mito, algo que fue demasiado irreal para existir en un mundo de maldad como el suyo. Había pasado más de un siglo, en contadas ocasiones él había visitado el mundo humano para buscarla sin embargo, no estaba ahí. Aquella sensación que sintió por primera vez al verla, no estaba allí.

—¡¿Acaso me estas escuchando, Flippy?!— su atención se volvió a posar sobre el rubio que para esta altura tenia la apariencia de un joven adulto, al igual que sus dos compañeros que al igual que él tenían una expresión seria y molesta en su rostro.

—La verdad…deje de prestarte atención luego de que mencionaste que un niño te venció olímpicamente en tu propio juego— bromeo ganándose como respuesta un gruñido por parte de él. Le alegraba en cierta parte tener nuevamente a ese Cuddles, y no a aquel que estuvo a punto de asesinarse a sí mismo al enterarse de que Giggles no estaba a su lado.

—¡Tu hijo nos está dando más de un dolor de cabeza, y nosotros no debemos ser tus jodidas niñeras!— Una mirada basto para que Toothy cerrara la boca rápidamente.

—Ustedes perdieron contra mí en el entrenamiento. Por lo que el trato era cuidarlo por todo lo que resta del siglo. Se joden por no entrenar como es debido, y en vez de eso irse a holgazanear al mundo humano, junto con el idiota de Splendid— Hablo roncamente, sintiendo como su hijo se reía bajo su capa ante aquello.

—¡Espera!— grito Nutty rudamente olfateando el aire como si fuera un depredador buscando a su presa— Ese mocoso esta en esta habitación…lo acabo de oír— Flippy tuvo que reprimir una risa leve al sentir como el cuerpo de su hijo se tensaba levemente y se aferraba más a su torso temeroso a ser descubierto.

—Debido a que me da algo de lastima y orgullo que mi propio hijo sea más inteligente que ustedes tres juntos, les diré que yo si fuera ustedes no lo buscaría en el ala C, habitación 7— Al instante, los tres demonios desaparecieron de su vista, corriendo hacia la otra punta del castillo, ocasionando que el pequeño saliera de su escondite observando hacia el pasillo riendo a toda garganta mientras se desplomaba en su regazo perezosamente.

—En verdad son tontos, papá— El mayor simplemente asintió sonriendo divertido al escucharlo nombrarlo de aquella manera. Jamás Flaker, lo había llamado "Padre" o "Señor", siempre lo había llamado como una cría de humano llamaría a su padre: "Papá" o "Papi". Flaky no solo le había heredado una amabilidad única, sino que también alguna que otra manía humana, no propia de un demonio como él.

Era un niño inteligente, una perfecta combinación de ambos padres en ese sentido, aunque físicamente fuera un clon en miniatura de él cuando niño. Tenía leves gestos que traían a su memoria a su madre.

—Que te parece si me esperas en el patio trasero, entrenaremos un poco si lo deseas. Te prometo que tus tíos no te harán nada mientras yo esté allí— Él asintió emocionado. Si algo amaba, el pequeño, era que le enseñaran técnicas de combate o pelear contra alguien superior a él.

Con eso lo vio partir rápidamente, emocionado. Escuchar su risa, hizo que el demonio sonriera con cierto cariño que por años su rostro de hombre joven, había mostrado únicamente por él, su hijo.

Volvió su atención al demonio que necesitaba su atención, sin poder evitar que en toda la conversación una melena rojiza seguida de una sonrisa que lo hacía estremecer, cubriera su mente.

A pesar de que ya había pasado un siglo, la seguía extrañando con la misma intensidad que un principio.

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El viento salado golpeo contra su rostro, alivianando un poco aquel ardor en su espalda que momentos atrás la hicieron quedar inconsciente entre los brazos de su amiga. Una sonrisa tibia cubrió sus labios carnosos ignorando el hecho de que sus lacios cabellos rojizos golpeaban como latigazos sobre su cara. Se sentía feliz.

Hacia horas que sus amigas se habían separado de ella para continuar con su camino. Renunciar a sus orígenes, había sido una decisión difícil, y mucho más lo fue arrancarse las alas, renunciar a ellas como lo que representaban. Renunciando a su Señor, al cielo, a su legado, a la cuna que las vio nacer, fue difícil. Pero ellas no pertenecían ahí, sus almas estaban encadenadas a la oscuridad.

Tanto ella como las demás, lo habían aceptado. No eren felices en ese lugar, donde la luz era lo que reinaba y la paz predominaba en el ambiente. Ellas jamás tendrían verdadera paz sino estaban al lado de los que amaban.

Les dolió sentir como sus almas lentamente y de una manera dolorosa comenzaban a teñirse de oscuridad, para luego sentir como la traición hacia su señor comenzaba a trasformar sus almas en almas, no humanas, sino demoniacas.

Eran demonios ahora, poseían el mismo poder, la misma alma sin aquella santidad adherida a ellas. Y como dignas demonios, debían estar en su lugar: El infierno.

Una sonrisa divertida se poso sobre sus labios al recordar como Lammy, se había despedido de ella con un leve:"Nos vemos". Antes de partir en la búsqueda de sus gemelos que por lo que ella había dicho se encontraban en un bar en Texas. Lo mismo había pasado con Petunia que partió hacia el infierno hacia donde Handy se encontraba. Giggles en cambio, simplemente decidió adelantarse a ella, dándole los ánimos suficientes como para volver a verlo nuevamente, cuando este lista.

Cerró sus ojos, concentrándose. Volver le sería difícil, pero no imposible. Basto únicamente unos segundos antes de que ella abriera sus ojos nuevamente y lo observara allí parado en aquel balcón observando hacia el paisaje muerto y rojizo frente a él.

Su espalda estaba mucho más amplia que lo que recordaba, pero sin duda era él. Su alma jamás le mentiría.

Corrió silenciosamente hacia él hasta que sus frágiles manos cubrieron su torso, mientras un tímido saludo escapaba de sus labios.

—Hola…—su cuerpo se tenso bajo su agarre. Y con lentitud lo vio girarse hacia ella completamente en shock. Su rostro se veía más maduro que antes, pero no por ello dejaba de tener un rostro que reencarnaba una belleza irreal.

Observo cómo sus labios comenzaban a temblar mientras sus parpados estaban abiertos de par a par. Ella poso su mano sobre su mejilla, disfrutando de aquella electricidad que corrió por su propio cuerpo al sentir la calidez que emanaba de él.

—Cumplí mi promesa…No te abandone— Susurro antes de sentir como él la abrazaba posesivamente, correspondiendo a su abrazo se permitió llorar con ganas contra su hombro.

Había traicionado al mismísimo Dios por ese amor. Y estaba más que orgullosa de su propia decisión, es más lo haría nuevamente si se le daba el caso.

Flippy le había dado la valentía que ella siempre necesito, aquel coraje para decidir por sí misma que era lo mejor para ella. Estar a su lado, era lo que la hacía feliz…No necesitaba la paz divina, si él no estaba allí con ella…Porque él mismo era la paz de su alma.

Se observaron por un momento, verde y rojo, nuevamente se encontraron en el tiempo. Pero con la diferencia de que ya ella no era una humana, ni él estaba obsesionado con remplazar el rojo por el azul, como la primera vez que se vieron. Sino que eran plenamente Rojo y Verde.

Se besaron con lentitud, un lento beso húmedo que dejo con ganas de más, pero con lo justo como para las palabras no sean necesarias. Flippy la abrazo, respirando aquel aroma a fresas que lo había guardado en su memoria por todos esos años.

—Nunca más te permitiré apartarte de mi lado. Eso te lo juro— dijo contra su rostro, haciendo que una sonrisa tierna fuera plenamente dedicada a él. Haciendo que sus piernas temblaran vulnerables.

—Ni yo quiero hacerlo.

—Flaky…—Llamo seriamente, observándola a sus ojos.—Te amo…

—Y yo a ti— dijo besándolo nuevamente. Sus besos eran un delirio que la hacía suspirar contra su boca, extasiada de paz.

La puerta se abrió revelando el cuerpo el infante que observaba en silencio a aquella mujer de espadas hacia él que besaba a su padre.

—¿Papá?— llamo con una timidez no muy propia de él. Al momento en que aquella mujer se giro hacia él, su pequeño corazón se estremeció golpeando con fuerza contra su diminuto pecho. Le era atrozmente familiar su rostro hermoso. Había soñado con esa mujer casi la mayoría de las noches, y ahora entendía que esos sueños en donde él se dormía entre los brazos de esa mujer hermosa que cantaba nanas dulces, no fueron productos de las historias que su padre le contaba sobre ella cada vez que observaba la estatua gigante de esa diosa, ella era real.

—Hijo…ella es tu madre…—No tardo en lanzarse hacia sus brazos, sonrojado, sintió como ella a su vez lo abrazaba con una fuerza cálida que lo hacía sentirse protegido. Ella era su madre, y era tal como su padre se la había retratado: Hermosa y cálida.


Decir que esta historia no me costo, es una burla hacia mí misma. Esta fue una de las historias con las cuales crecí como escritora a la vez que me hicieron disfrutarla en cada capítulo que escribía. Me hizo crecer, así como aprender cosas que jamás las hubiese conocido sino me animaban a seguirla.

Agradezco infinitamente, a aquellos que la siguieron desde un principio o que se unieron en el trascurso, a pesar de que su temática siempre fue del genero "Sobrenatural", he llegado a crear un mundo donde siempre me conectaba con él. Un paisaje mental, en donde los personajes, cada uno de ellos tomaban vida tanto en mi mente como entre las letras que comenzaban a armarse entre el pálido papel. Y que a pesar de eso, a pesar de que ese mundo propio que yo cree para descargar mis estados de humor y mi imaginación, ustedes lo aceptaron de una manera tan cálida que me hicieron emocionarme al compartir ese mundo con ustedes.

Sé que en un principio era una novata en esto, se puede notar en los primeros capítulos, pero agradezco mucho a las personas que me dieron consejos para avanzar, para seguir creciendo.

La escritura, así como la lectura, es algo mágico. Que te desconecta del mundo para trasportarte en un tiempo y lugar determinado, donde el autor te presenta una situación por la cual tú quedas maravillado, el autor comparte una parte de tu alma, esa parte de su alma es la que tú disfrutas de ver. Y espero que en este fic, ustedes hayas disfrutado conmigo esta historia.

Espero que les haya gustado el final, y nos leeremos nuevamente.

¡Muchas gracias por leer!