Another, en su versión original pertenece al escritor Kadokawa Shoten. La adaptación al manga y al anime son obras de Kiyohara Hiro y P.A Works respectivamente. Ergo, ningún personaje es de mi autoría.


Si pαrα ti existo, es todo lo que importα.

Hermana, no importa que en mi extraño grupo me ignoren, si tú estás conmigo ya es suficiente. Siempre fui una solitaria, pero nunca me he sentido sola y ahora que te tengo a mi lado, siento que estoy completa. Al fin.

Cada segundo que paso a tu lado es un tesoro invaluable; no exagero cuando te lo digo, aunque puede que no lo demuestre.

¡Kami! Este ojo siempre me ha traído un mal presagio. ¿Por qué hermana tienes el color de la muerte? Temo por ti. Yo te protegeré. Pase lo que pase; no dejaré que mi otra mitad se vaya de nuevo.

*

¡Pero que susto me has dado! Mi corazón late desbocado. Creí que te perdía. Creí que ese maldito juego me dejaría sin ti. Pero no. Solo fue una broma. Ríes a carcajadas ante mi cara de susto; consideras que soy una sobreprotectora, que no hay nada de qué preocuparse… Pero hermana, tú no sabes que la inquietante sombra de la muerte te pisa los talones. Tengo miedo, hermana, mucho miedo de perderte.

Caminamos juntas por las calles. Todavía sigues riendo por lo que ha pasado en el parque y me has logrado sonsacar una sonrisa; ya es hora de separarnos, yo voy a mi casa y tú a la tuya. Giro para darte una sonrisa de despedida y entonces… veo cómo, en cámara lenta, caes al suelo, desmayada. ¡Dioses! Realmente el color que veía en ti era el de la muerte. ¡Por favor hermana, resiste!

No puedo creer que sigas sonriendo a pesar de todo. El médico que ha dicho que la quimioterapia tiene sus efectos, que tu enfermedad es grave. Muero de preocupación por dentro. He hablado con el médico y me dijo que como somos gemelas, con un trasplante medular puedes salvarte. No me importa darte toda mi médula, mi sangre. Mi corazón si es preciso. Si eso es lo que tengo que hacer, entonces hermana, eso haré. Tenlo en mente.

Cuando te lo digo, me sonríes y me agradeces. Dices en tono despreocupado que siempre habrá tiempo para nosotras. Recuerdas la muñeca que habías visto en mi casa y me la pides, yo te prometo que te la traeré en mi próxima visita. Antes se salir giro a mirarte. Me sonríes y te sonrío. Marcho a casa, dispuesta a volver al amanecer con aquella muñeca para ti.

*

No, hermana, por favor no me dejes, yo te quiero. Eres la única que realmente me entiende; la única que no ve en mí a una chica rara. ¡Por favor, no te quedes en silencio! ¡No! ¡Hermana, no!

Oigo un sonido seco al otro lado de la línea. Lo comprendo todo. Te has ido. Hermana, te has ido para siempre. Siento que mi corazón se pulveriza y que el viento barre lo que queda de él. Ya no hay nada que hacer. De nuevo la soledad. Nuevamente incompleta. Y, esta vez, es para siempre.

Jamás podré borrar de mi memoria tus palabras de despedida y el ruido seco del teléfono cayendo al suelo, indicándome tu partida. ¿Por qué no he podido ayudarte? ¿Por qué tras tu sonrisa ocultabas ese secreto? Ahora lo único que me queda es vivir sin mi otra mitad, sin ti. Y lo último que puedo hacer por ti es entregarte aquella muñeca que tanto habías deseado.

Camino por las calles como una autómata. Ya nada importa. La muñeca rubia cuelga de mi mano mientras se ladea suavemente. Ella esta tan muerta como tú.

En el ascensor del hospital encuentro a un chico. Él me mira extrañado, pero a mí no me importa. Estoy demasiado hundida en mi pena como para conocer las penas de los demás.

La puerta del ascensor se abre; antes de salir, él se anima hacerme una pregunta y yo, sin detenerme, ni mirar atrás le respondo:

—Mei, Misaki Mei.

*—

Todavía te recuerdo, hermana. Han pasado ya unos meses y en mi clase han sucedido cosas extrañas. Pero lo más extraño, sin duda, es mi amistad con Kōichi Sakakibara. Él no me ignora a pesar de mis rarezas. Dejó de lado las reglas de la clase para ser mi amigo, desde entonces la maldición ha reaparecido. A veces me pregunto si la maldición realmente existe, o si soy yo quien la carga sobre los hombros. Desde que te fuiste ya nada ha sido igual, pero, a pesar de todo, la compañía de Sakakibara-kun me reconforta. Compartimos nuestra soledad y la hacemos más llevadera. Los demás chicos de la clase optaron por ignorarnos por completo a ambos.

—Bienvenido al club —le dije un día, con un atisbo de sorna, intentando que se aleje de mí, pero no tuve éxito. Es un chico terco y en el fondo, se lo agradezco.

*—

No entiendo qué es lo que me sucede, pero claro está que las cosas entre Sakakibara-kun y yo, ya se han trascendido de la barrera de la amistad. Cada vez que le veo siento que mi pecho se regocija. No lo entiendo, pero quizás con tu ayuda y la del tiempo lo pueda hacer.

—*—

Siento el mismo temor que al comienzo del año; la maldición no ha cesado. ¿Por qué? Si ahora somos dos los alumnos que no existimos. Tengo la leve sospecha de que el extra no es un alumno, sino alguien cercano a la clase. No hay día en el que no piense que Sakakibara-kun puede ser el siguiente. Y eso me aterra. La maldición ya me ha arrebatado a mi otra mitad, ya me ha alejado de ti. Tengo miedo que ahora me aleje de él.

Tal vez, solo tal vez, sea verdad que estoy enamorada de él; junto a él puedo sonreír y él me entiende a pesar de mi silencio. También él ha perdido a alguien importante en su vida. Hermana, para él no soy invisible. Hermana, para él existo y eso es todo lo que importa.

Siento que poco a poco puedo volver a ser feliz como cuando tú estabas a mi lado. Puede, en el fondo, que nunca te has ido del todo.

Gracias por escucharme, hermana

Misaki Mei abrió los ojos y miró al cielo. El incienso que había colocado en la tumba de su hermana ya se había extinguido; aún así, su aroma a sándalo se mezclaba con el de las rosas que le había llevado. Se levantó e inclinó su cabeza a modo de despedida y salió del cementerio antes que el cielo, amenazante, comience a echar las primeras gotas de lluvia.

Cuando estaba por salir vio a una persona… Su aura tenía el indiscutible color de la muerte. Misaki Mei tragó saliva…

—¿Reiko-sensei?

.

.

.

.


—¿Se merece un review?


Bitácorα de Jαz: Mei es muy cerrada, puede que solo se abra completamente frente a su hermana. Por eso, esto es una especie de monólogo en donde Misaki visita la tumba de su hermana y le hable, recordemos que en la cultura japonesa es común que se mantenga una conversación con el ser querido que ya no está.

Mei siempre utiliza su parche en la escuela porque, teme saber quién es el extra. Recién al final de la serie ella recuerda que vio a Reiko ser asesinada, por lo que puedo entender que cuando ella se vio el color de la muerte en Reiko, no lo recordaba.

En parte me basé en el OVA, quedé helada cuando vi a su hermana gemela con tamaña enfermedad y morir mientras hablaba con Misaki, entendí por qué ella detesta los teléfonos y me dio un escalofrío.


Editαdo el 26 de septiembre de 2014, viernes.

¡Jajohecha pevê!