Juegos y sentimientos.

Capitulo II:

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TK iba subiendo las escaleras del edificio en donde se encontraba el apartamento de los padres de Kari, el ascensor estaba dañado y tenía que subir varios pisos para llegar hasta este.

Un susto rondaba por sus adentros. Siempre iba a visitar a Kari y nunca había sentido ese sentimiento en su interior, lo atemorizaba y le gustaba a la vez. Kari siempre fue especial en su vida y nunca pasó por su mente la idea de que esta chica le gustara más que a una amiga de la infancia, pero, por algunos acontecimientos dados últimamente entre ambos, hicieron que naciera un nuevo sentimiento, se gustaban y excesivamente.

No pensó nunca en esa posibilidad, no porque Kari fuese fea. No, para nada. Kari era enormemente preciosa, linda, carismática, llena de simpatía y luz; como si un aura resplandeciente brillara sobre ella todo el tiempo. Esas características la hacían única, su sensibilidad por la vida y por la paz, pero, jamás y nunca llegó a imaginar que pudiera quererla de tal modo. Y no es que no sea digna de Takeru, sino que, su amistad era muy fuerte y no se veían con esos ojos, pero de un día para otro todo hizo: "Clic".

Subía pensando en lo ocurrido esa tarde, en sus celos contra Daisuke, en la pelea y su mal humor porque Kari prefirió a este sobre él. Nunca creyó que su día tan complicado terminaría en un cita propia de dos personas que se quieren.

Me gusta Kari. Pensaba mientras su línea de expresión se ensanchaba, producto de la sonrisa que marcaba sus finos labios.

Llegó hasta el comienzo del último tramo de escaleras, ya pronto vería a su amiga y tendrían esa cita que era muy ansiada por él; pero sus ojos azules se toparon con Sora y Tai.

Estos últimos, se contemplaban en un silencio tortuoso y que emanaba toda la zona que los rodeaba, el ambiente era tenso… se podía sentir, y podría ser fácilmente cortado por un cuchillo sin filo.

Tai tragaba con dificultad mientras aun sostenía del brazo a Sora, su mente estaba en blanco y el latir de su corazón se escuchaba cada vez más fuerte. Ya no sabía cómo terminar aquella acción que los había envuelto en ese momento incómodo. Sora se mantenía inmóvil, su vista se alternaba entre su codo, (en donde centímetros más arriba tenia Tai su agarre) y la vista del moreno; su quijada estaba suelta y le permitía respirar a través de su boca, pues, hace ya unos segundo que mantenía la respiración normal en una pausa prolongada.

—¿Tai, Sora? —habló Takaishi.

A pesar de ello, por cuestión de unos segundos más, tanto Tai como Sora, solo hicieron caso omiso al llamado de sus nombres. Sin embargo, al darse cuenta de que eran observados, ambos, dieron un respingo alejándose y eliminando el contacto visual y físico.

—¡TK! —Expresó Sora con nerviosismo, como si la hubiesen atrapado con las manos n la masa.

—¿Qué haces aquí? —Sorprendentemente Tai parecía más calmado, PARECÍA, pues, en su interior se estaba lidiando una batalla de mariposas, conejos y demás animales saltarines y revoloteadores que le causaban ciertas ganas de vomitar, no por asco, sino por no saber qué demonios le ocurría o por qué se sentía tan raro e incómodo.

—Vine a buscar a Kari. Saldremos a ver una película—TK pareció no darse cuenta de la actitud alterada del castaño y la pelirroja.

—Ya veo, ella está adentro, papá y mamá están en el apartamento también.

—Bueno, con el permiso de ambos iré por Kari —Sonrió y pasó entre los jóvenes, luego ya no se vio rastro de él.

El silencio volvió a reinar en el pasillo hacia las escaleras. Sora estaba cabizbaja mientras frotaba su mano derecha en su antebrazo izquierdo. Tai miraba en dirección contraria a su amiga, con las manos en los bolsillos y las mejillas rojas, no sabía por qué, pero la situación les resultaba muy frustrante y pesada.

—Creo… —Balbuceó Sora callando con premura.

Ante el sonido de la voz de su amiga, el cuerpo de Tai se cargó de reflejos y por inercia giró a verla y soltó sin pensar —Si… —En un intento ahogado de romper con el fastidioso silencio.

—Es muy tarde debo irme —. Habló de prisa, bajando los escalones y aun sin ver al moreno. Era como si intentara huir.

—T-Te acompaño —. Gritó el de piel bronceada.

—No, no te preocupes.

La voz, apenas audible, le indicó que la pelirroja había abandonado el piso y que aún seguía alejándose. Contempló hacia el final de las escaleras y su mente aun no procesaba pensamiento alguno.

Dio un pequeño tras pie y se apoyó contra la pared, cerró sus ojos y soltó un leve soplido, como si volvía a respirar luego de estar a punto de ahogarse.

¿Qué demonios fue eso?

(*)

Cerró la puerta tras de sí y afincó el cuerpo contra ella, dando leves golpes con su cabeza al madero de más de metro y medio, tenía los orbes apretados con fuerza; bufaba cosas, como reprendiéndose a sí mismo, al abrir sus marrones se dio cuenta de que tenía espectadores que lo miraban con claras muestras de saber qué le sucedía.

En el living estaban: El Sr. Susumu, la Sra. Yuuko, Kari y TK.

Su cara se llenó de un intenso ardor que le cubrió hasta las orejas. Sentía que estaba desnudo ante un público que quería lincharlo a preguntas.

—Hermano… —El tono de Kari tenía un poco interrogante y cargado de una mínima porción de lastima.

Estaba inmutado y en silencio. Analizando la situación en la que estaba.

—¿Sucedió algo con Sora hijo?

Fueron las palabras de Yuuko las que lo sacaron de sí y lo hizo adoptar una actitud de desquiciado; miraba para los lados, tal cual, un criminal que estaba delante de un policía, el cual, tenía todas las evidencias para meterlo tras las rejas.

—P-Pero, ¿Qué? ¿Q-Qué va a pasar con Sora? No pasa nada. M-Me iré a mi habitación, ¡no molesten!

Huyó. Kari miró a su madre y esta a su vez veía a Susumu… Luego el lugar estalló en risas llenas de ternura.

—Bueno, TK y yo nos vamos —. Anunció la castaña.

El Sr. Yagami respondió —Lo de siempre, no lleguen tarde, recuerda Takeru… te costó mucho llegar a tener nuestra confianza.

—S-Si, Lo que usted diga señor —. Estaba demás decir que se encontraba intimidado, ya sabía de donde Tai había sacado esa mirada de loco-celoso-sobreprotector.

—¡Papá! No seas malo —echó una sonrisilla y tomó a Takeru del brazo guiando a la salida—Ven, vámonos TK.

El rubio se despido -a penas-, ya que era arrastrado por su amiga. La puerta se abrió y luego se cerró, dejando solos en la habitación a Susumu y a Yuuko, que se miraron con afecto.

—La vida pasó tan aprisa —dijo Yuuko con la mano en el corazón y sentada en el brazo del mueble, junto a su esposo.

—Pero ni crea el rubiecito ese que se la dejaré tan fácil con mi hija.

Yuuko rodó los ojos y aún mantenía la mueca de una sonrisa que desapareció cuando se acercó a su marido y lo besó en la boca. Habían pasado años, pero aún se le notaba lo enamorados que estaban.

(*)

La puerta sonó, de tal forma, que parecía que quisiera despertar con el ruido a más de la mitad de las personas del edificio. La pelirroja estaba molesta sin razón; mascullaba cosas y caminó con velocidad hasta su habitación sin siquiera dar las buenas noches.

Toshiko, que estaba en la cocina, oyó el ruido y se preocupó, pues, cuando Sora llegaba con la rabia que la consumía, significaba solo una cosa: problemas, y muy serios.

(*)

Fueron al cine, pero para la película que querían ver ya no había función. Vieron si en las carteleras del cine había otro tráiler que les llamara la atención, pero ninguna lo hizo. Sus planes estaban por el suelo, la idea de pasar esa noche viendo una película ya no era opción.

TK propuso —Podemos ir al parque de diversiones.

Sinceramente le parecía mejor, tal vez, los dioses solo estaban ayudándolos. Podía ser que estando solos dentro de un cuarto oscuro, lleno de parejas y el amor flotando en el aire no les hubiese convenido. Nervios, presión, 'METIDAS DE PATA' eso pudo ocurrir. No era la primera vez que iban al cine, pero si en plan de cita, cita. Una de verdad.

—A mí me parece buena idea y no queda muy lejos de aquí —afirmó Kari.

Esa noche fue única y divertida, se subieron a varias atracciones, jugaron a varios juegos, que por cierto, Kari ganó un oso de peluche para TK, una especie de reto a un: "a que sí puedo meter el aro en la botella" que posteriormente ganó la castaña a quién le pareció más satisfactorio regalarle el peluche a su amigo.

—Has pasado mucho tiempo con Mimí, Miyako y Sora.

—¿Por qué lo dices? —Su voz tan baja, dulce e inocente iluminaba el lugar.

—Este tipo de cosas —Levantó el peluche que abrazaba, para indicarle de que hablaba—, me hubiese sido más creíble de una Yoley o una Sora. Por lo competitiva y ahmm… ¿Feminista?

Una risa suave se escuchó —TK, no seas bobo, ¿Acaso no te gustó mi regalo? Lo gané para ti —pestañeó de manera intermitente y coqueta, volvió a reír.

Siguieron recorriendo el parque. Entraron a la casa de los espejos, en donde TK se perdió; luego fueron a los carros chocones, a las sillas voladoras, el carrusel. Fácilmente pudieron hacer un video de amor, en donde se apreciaría en una tonada romántica lo divertido de cada juego, de cada paseo. Sin darse cuenta se tomaban de las manos y no se soltaban hasta que se percataban que habían permanecido así por mucho tiempo y era ahí cuando el rubor en sus mejillas volvía, con cierto brillo en sus ojs.

Entre risas y diversión, decidieron sentarse un rato en una banca, comer un poco del algodón de azúcar y hablar un rato de cosas cotidianas.

—Mejor que una salida al cine —.Comentó TK.

—¿Entonces nunca disfrutaste de nuestras noches de cine? —dijo fingiendo estar ofendida.

—¡No, no, para nada Kari! —movía sus manos desesperadamente mientras corregía sus palabras.

Kari, como en toda esa noche, rió —Era una broma TK —Estiró sus pies que sobre salían de la banca y se abrazó por el frio de la noche, parecía que llovería—. Es una noche diferente y me gusta.

—A mí también, más porque estoy junto a ti.

Se sonrojaron a más no poder, pero pronto se echaron a reír. Sus vidas juntas se resumía en risas y alegrías, bueno y ahora los evidentes rubores.

Pronto quisieron subir a la gran rueda del parque, estaban haciendo fila para entrar a una de las cabinas y observar desde lo alto de aquel aparato a Odaiba, iluminada por las luces de los faros y edificios a Odaiba serena y en paz, una Odaiba que solo era posible vislumbrar cuando el sol caía y era la luna quien reinaba.

TK estaba decidido a confesar lo que sentía al estar en lo más alto y recóndito de esa enorme rueda, esa que giraba con lentitud, permitiéndoles a los locos enamorados unos minutos a solas. Y él, era uno de esos locos.

(*)

—Hija te he dicho que abras la puerta, cariño ¿Qué te sucedió?

—¡Lárgate mamá, no quiero hablar de esto contigo!

Toshiko aun aguardaba a que su hija cambiara de opinión, Sora podía decir lo que le diera la gana: que era una molestia, entrometida, chismosa y pare de contar; pero ella era su madre, y estaba preocupada de lo que la pudo haber puesto tan molesta.

El teléfono sonó, haciéndola salir de su vigilia ante la entrada al cuarto de su hija. Con claros signos de preocupación se apuró a ir a atender, ver quién era y qué quería y luego ir a convencer a su retoño embravecido.

—Hola, habla Toshiko, ¿En qué puedo ayudarle?

Hola señora, ¿Sora ya llegó a su casa?

—Disculpa… ¿Quién es?

Lo lamento Señora Takenouchi, es Tai, llamaba porque estaba preocupado. Sora no quiso que la acompañara, ya hace mucho que se marchó y no me ha avisado si llegó o no a su casa ¿Está ahí?

—Sí, llegó hace mucho ¿Quieres hablar con ella?

La voz del otro lado del teléfono se volvió temblorosa y agitada —¡No, no…! Bueno, ¿Ella quiere hablar conmigo? No, mejor no diga nada, ni diga que la llamé, solo, solo quería saber si estaba bien. Hasta luego señora Toshiko.

—¡Tai!

¿Si?

—¿Sabes por qué Sora llegó molesta a casa? —Tai no contestó, permaneció callado. Toshiko interpreto su silencio como una señal de que algo ocurrió entre ellos dos—. No importa. Hasta luego joven.

Volvió al pasillo, quiso volver a insistir, pero prefirió seguir hasta su habitación. En ese momento, en el que pasaba al frente de la alcoba de Sora, para entrar en la suya, la puerta de esta se abrió, dejando ver a una pelirroja melancólica.

—¿Era Tai?

Toshiko asintió y tan pronto lo hizo, sintió los brazos de su hija rodearle las caderas.

—No me puede gustar mamá… no puede… —Y esa fue su rabia, le daba rabia pensar que había cultivado sentimientos de amor hacia Tai y ahora estaban floreciendo. Eso la molestaba de sobremanera, no quería sentir aquello, se negaba rotundamente en aceptarlo.

Y entonces, la mujer de pelo castaño oscuro unió ambas reacciones, de ambos chicos y armó su propia versión de los hechos, no sabía mucho sobre detalles, pero Toshiko entendía lo suficiente, se trataba de un asunto de amor.

(*)

Se encontraban en lo más alto de la rueda del parque de diversiones. Estaban tan alto que casi podían tocar las estrellas y no era por el juego en donde estaban, no, no era por ello, era por esas miradas que mantenían, era por ese destello de aquellos ojos carmesí: profundos, llenos de sueños y de vida. En el caso contrario, era por esa sensación de perderse dentro de los ojos azules de Takeru, su interior temblaba y "Ay de ella si decidiera lanzarse dentro de esos ojos azules, tan profundos como el mar y no llevase consigo salvavidas alguno para no ahogarse dentro de ellos"

Porque si, le daba mucho miedo perderse en el mar de sensaciones que sus ojos causaban en ella.

Se podía ver la gran ciudad adornada por las luces, se podía contemplar la costa que convertía a Odaiba en una hermosa isla artificial. A pesar de las luces del lugar el cielo se veía resplandeciente, sin duda, todo el mundo estaba actuando para que esa noche fuera perfecta.

TK tragaba pesado, pensó mil y una maneras para declarársele a Kari, a pesar de no haberlo planeado, en su mente creía que ese era el momento y esa era la oportunidad que esperaba desde hace mucho.

Quiso acercarse y decirle en palabras: Me gustas. Pero, en vez de ello una sonrisa se le adelantó.

¿Cómo pudo suceder?

Simple, tan simple como respirar, como saber que al verla su corazón se enfadará y latirá fuerte, gritará una y mil veces: Estas enamorado. Tan simple como saber interpretar ese latir, tan simple como saber que los músculos de tu rostro se moverán y harán una sonrisa por el sentimiento tan puro y bello que crece en tu interior. Era simple, sonreía como un bobo, porque eso era, un bobo enamorado y en esos momentos lleno de temor.

No solo daría una declaración de amor, sino que, seria para su amiga de la infancia.

—Kari —Se escuchó un poco débil aquel nombramiento, carraspeó y luego volvió a decir— Kari, deseo hablar contigo.

—Sí, dime ¿Qué sucede TK?

—Hay algo que deseo decirte, desde hace mucho yo…

(*)

Toshiko le acariciaba el cabello corto, pasaba su mano con mucho cariño y de manera consoladora. Sora estaba abrazada a las piernas de su madre, la cual, estaba sentada sobre la cama de su hija. Sora le contó lo que ese día había pasado, Tai, como nunca, había sido muy franco de acuerdo a como se sentía y ella no fue la excepción; también dijo lo que sentía, también le comentó que añoraba sus días de preadolescencia, cuando se reunían y la pasaban de maravilla. Nunca pensó que las palabras de Tai tenían otro significado oculto y mucho menos sus propias palabras, es decir, ella también había aceptado que lo extrañaba y que por él había cambiado, POR ÉL.

—… y no puede ser mamá, cuando yo le dije que lo extrañaba, NUNCA, nunca quise dar a entender que sentía algo más que amistad. Pero en el pasillo, fui yo quién corto distancia y deseó ese beso ¡¿Por qué?! Si yo no quiero quererlo mamá, no como algo más.

—No sé qué quieres que te diga, Sora.

—Qué todo estará bien y que nada cambiará.

—¿Y si el cambio es lo que hará que todo esté bien?

Sora no contestó, solo se abrazó aún más a los muslos de su madre. Ella no quería decirle que no podía darse el lujo de perder a su mejor amigo.

—¿por qué no quieres decirme lo que realmente deseas?

—P-por... —Se detuvo y comenzó a pensar. ¿Verdaderos deseos? no, no tengo 'verdaderos deseos' o sea, sí, deseo que todo esté bien, pero no tengo otros deseos ocultos ¿O sí? Pues bueno, esta noche cuando se acercó y quiso besarme, juro, que si no es porque estaba sentada hubiese perdido el equilibrio y caído al suelo, por la flaqueza de mis piernas en esos segundos ¿Eso sería un: 'Verdaderos deseos'? ¿De verdad quería besarlo? —No, no tengo… —Sora se levantó y afincó sus manos sobre el blando colchón, miró a su madre a los ojos y decidió que era hora de ser sincera— Sabes que se me es difícil decir lo que siento, que para que nuestra relación funcionara tuvimos que pasar años intentando comprendernos y eso que eres mi mamá. Por eso yo… yo no quiero ser la responsable de que todo salga mal, de que no sepa manejar estos nuevos sentí… ¡No! —Su terquedad volvió— Yo no siento nada por Tai, es solo mi amigo ¡Tú me estas confundiendo!

—¿Y en qué me beneficiaria confundirte? —Rió con elocuencia.

—¡NO LO SÉ! —Se levantó y empezó a dar pasos de un lugar a otro, exasperada por estar a punto de revelar sus sentimientos, los cuales, se negaba a tener.

Toshiko se levantó, la tomó por las mejillas y besó su frente con tanta calma que parecía una burla para Sora —Si el caso de Tai se parecerá al nuestro, vale la pena arriesgarse. Nunca te dejaste vencer y juntas luchamos por ser sinceras y comunicarnos mejor, ahora somos más abiertas y nos entendemos. Pero, desde hace mucho, eso es lo que sucede con Tai, lo sabes, pues él es tu confidente y el cofre en donde guardas tus más profundos secretos. Hasta he llegado a sentir un poco de envidia, su conexión es más fuerte de lo eres capaz de ver.

Las palabras de su madre estaban cargadas de verdad, ella lo sabía, pero no podía aceptarlo, por muy gratos que sean esos sentimientos, ella no podía aceptarlos, no con Tai.

—Sora, puedes cerrar los ojos a las cosas que no quieres ver, pero no puedes cerrar tu corazón a las cosas que no quieres sentir—. Finalizó Toshiko saliendo de la habitación.

Sora estaba ida de este mundo, las palabras de su madre hacían eco en su interior. Era cierto, podía gritar un millón de veces que no sentía nada, pero eso sería mentirse a sí misma. Lo quería y deseó un millón de veces haber concluido con ese beso.

(*)

Lo miraba esperando que este fuera el momento, esperando que Davis tuviese razón y que TK la quisiera. Era tan enigmático, ¿Por qué TK no podía decir lo que sentía de una vez? ¿Por qué dar tanta vuelta al asunto? Ella lo quería, él igual. Aun así ella no podía echarle la culpa,pues, en ese momento ella estaba petrificada del miedo.

Sus sentidos reaccionaron a la vez, posiblemente los rodeos llegarían al fin. Esta era la final de una parte de sus vidas.

Sus manos sudaban y sentía las gotas frías de su traspiración bajar por su cuello. Kari estaba nerviosa, pero no tanto como lo estaba el hombre que en ese momento tenía la palabra.

—Kari yo…

—Sí, te escucho Takeru.

Todo lo que había pensado, todo lo que quiso decirle se le había ido dela mente, un formateo a sus pensamientos. Se llenó de ansiedad y gemía incomodo por no poder decir las palabras que con sumo cuidado había elegido para ese momento.

Cerró sus ojos, ya desesperado, tomo mucho aire y sus palabras salieron rápidas y abruptas —Tú me gustas…

Mantenía sus orbes cerrados, el silencio era incomodo, no se escuchaba ni el respirar de sus cuerpos. Fácilmente un alfiler pudo caer y ser escuchado.

¡Tum, tum… tum, tum…!

Era el corazón de la joven, que bombeaba más fuerte, mantenía la respiración, estaba impresionada. Todo este tiempo estuvo esperando esta declaración. De un tiempo hasta la fecha soñó con esas palabras, no tan abruptas, pero eran aun así perfectas.

Entonces… ¿Por qué demonios su cuerpo no se movía o reaccionaba? Estaba pálida y sudaba helado, su transpiración se extendió y ahora eran sus axilas las que se empañaban por el sudor.

Como pudo logró mover una mano y la colocó en la de Takeru.

El joven abrió sus ojos luego del silencio prolongado y el toque de sus manos. La miró sorprendido y con el rostro ardiéndole.

Al divisar a la castaña de pelo corto, un lindo y peculiar sonrosar pintaba sus mejillas, rió con ternura ante la cara tímida de su amiga y eso lo llenó de fuerzas y recordó sus palabras.

—Kari, me gustas, he buscado las palabras exactas para decírtelo, pero creo que en este mundo no existen, no hay nada con qué compararte ni nada que describa lo que siento, si esto no fuese tan fuerte como para pensar que mi pecho estallará, entonces no lo hubiese dicho. Yo… yo no sabía si arriesgarme o no, si decirte lo que siento. Pero es algo que no puedo callar.

Descendían de la parte alta del juego, era hora e bajar de las nubes y tocar tierra firme.

Kari no reaccionaba, hace varios minutos Takeru había concluido con su confesión de amor.

La mano de la de ojos claros, se apretaba con la de TK, este comenzó a reducir el espacio entre ambos, pensando que un beso sellaría todo.

Todo ocurría en cámara súper lenta para la menor de los Yagami, no podía respirar, sentía el pecho trancado y todo esto le parecía irreal, era hasta extraño ver como TK se acercaba a ella para besarla.

Los finos labios del chico llegaron hasta los de ella y los rozó a penas, pero las manos de Kari lo empujaron y lo alejó de ella.

—NO —Gritó, quitando la cara y mirando a otro sitio.

Esa fue la peor humillación que pudo haber vivido el rubio. Su mundo cayó en picada.

(*)

El moreno se movía de un lugar a otro dentro de su alcoba, estaba sentado sobre la silla que hacia juego con su escritorio, una silla de oficina, de esas que tienen ruedas; tomaba impulso y se iba de un sitio a otro. Hablaba por teléfono.

—Es obvio Izzy, eres mi amigo, debes de ayudarme.

—…

—No, me gustaría ser más preciso, pero ni yo sé que me pasó, creo que fue un impulso, no más.

—…

—¡¿QUÉ?! No, yo no lo empecé, bueno sí, pero no planeaba concluir con aquel juego, solo quería molestarla.

—…

—¿Qué cómo me sentí? Tu qué crees genio, es mi amiga, es obvio que me estremecí, pero porque no sabía que pasaba. Cuando me di cuenta de lo que pudo ocurrir, di un millón de gracias porque no pasó.

—…

—No, Sora no es fea, pero tampoco la veo como una chica "besable", tú sabes…

En ese momento entro Yuuko, preguntó si iba a salir a cenar, a lo que el moreno se limitó en echarla con un movimiento de su mano y decir "Hablo por teléfono" Yuuko se dio vuelta y se marchó.

—¿En que estábamos?

—…

—Maldita sea Kou, eres un degenerado —Echó a reír—. No, en serio, espero que solo sea un momento de confusión o que solo estuviera jugando conmigo, como yo con ella.

—…

—¡Eres un sordo, enano! Te lo dije, no me parece fea, pero no creo que me guste de esa manera.

—…

—¿Su sonrisa?¿Qué tiene que ver "qué me parece su sonrisa"?

—…

—Bueno, si me gusta cuando sonríe y parece que su rostro se ilumina al igual que el resto del lugar. No entiendo a dónde quieres llegar.

—…

—¿Qué cómo me ve? Esa pregunta es tan estúpida ¡Me ve con los ojos, imbécil!

—…

—¡Ah! Ok, ya entendí. No lo sé, normal… creo ¿A que va todo esto?

—…

—Ok, eres un tonto, pero te contestaré, ¿lo que siento cuando nos miramos? Se siente diferente, pero no s que la amo por eso, es que cuando nuestras miradas se encuentran es como un clic, que conlleva a una pequeña carga eléctrica que inunda todo mi sistema nervioso.

—…

—¡Eres un maldito Kou! —Su rostro se volvió de un fuerte rojo por el comentario de su amigo.

—…

—¿AH? No, no es una confesión de amor, es que… Con ella todo es diferente, me siento liberado, me siento como yo. No pretendo ocultar mi ser, ella lo sabe yo lo sé. Es como si viviéramos una vida ajena y cuando nos juntamos vivimos la nuestra. Es difícil de explicar…

—…

—Ok, ok, lo intentaré, intentaré explicártelo mejor. Es como un fuego que quema en mi pecho, que no se puede apagar pero se siente bien, es como mirar el cielo en una noche estrellada, pues, se siente que no puede ser mejor y más hermoso de ver. Pero Sora no me gusta, me gusta es Catherine ¿recuerdas? la chica con la que estoy saliendo.

—…

—Sí, la del intercambio de Francia, salidos desde hace una semana, aun no somos novios.

—…

—Porque no me he decidido a decirle que seamos novios… Eres TAN chismoso.

—…

—¿OH, y dices ser mi amigo! Mejor me voy, debo ir a comer… Y una cosa Catherine es solo mi amiga, ¡Es Sora quién me gusta! —Culminó la llamada.

Sus pupilas se dilataron a más no poder, tenía la mirada fija en un punto hacia la nada. Estaba con el corazón a mil por hora. Sí, él mismo se escuchó decir lo que dijo, lo admitió inconscientemente, le gustaba Sora ¡Le gustaba Sora! Y entonces solo hubo una cosa por hacer:

—¡MALDITA SEA, KOUSHIRO! —Pegar un grito al cielo y culpar a su amigo el pelirrojo.

~~~.*.~~~

El fin de semana pasó volando, en el transcurso de esos dos días libres Sora y Tai no se vieron o hablaron, lo mismo pasó con Kari y TK.

En la residencia Yagami, Tai parecía más despistado que nunca, su cuerpo estaba en casa, pero su mente en otro lugar. En cambio, Kari, ella estaba un poco apagada, sin esas risas que alegraban el apartamento, intentaba disimularla, pero no podía dejar de parecer una falsa cuando sonreía. Sin embargo, ambos castaños decidieron que no era hora de permanecer tristes, Tai se enfocó en sus prácticas de fútbol y Kari en los ensayos para su recital.

(*)

Era un lunes en la mañana, y Sora estaba aterrorizada por encontrarse con su amigo. Mimí estaba a su lado e intentaba hacerla entrar en razón.

—Ok Sora, ya sabes lo que sientes ¿Qué harás?

—¿Que, qué haré? —Se preguntó a sí misma muy confundida.

—Tai te quiso besar, tú a él. Ya han pasado dos días desde eso, tuviste todo el fin de semana para pensarlo amiga.

Sora pareció cavilar un momento, estaba relajada, intentando no demostrar sus más feos demonios: la histeria y frustración—. Mimí, ¿crees que soy una de esas chicas de las que da el primer paso?

—Sí, si lo eres. Eres fuerte y decidida Sora.

—Yo no lo creo.

—Mira, lo que harás será ir a donde está Tai y decirle: "Tai, tenemos que hablar, me gustas y mucho" es fácil.

—Sí, fácil si vienes de venus y eres la descendiente de afrodita. Como tú caso, nadie te diría que no, eres hermosa y yo…

—Que ingeniosa y me alaga tu comentario, pero estas equivocada y si eres tonta Sora, eres hermosa, por lo menos Tai lo cree así.

—Ok, dímelo ahora ¿qué sabes?

—Nada —En realidad sabía mucho, su novio Koushiro había hablado con ella y luego de una larga charla, el de ojos negros, le terminó diciendo todo lo que Tai le dijo—, mi Kou habló con él anoche, pero no le dijo nada que no sepamos. Escucha, Yo sé que podrás. Tai es muy distraído, si tú no lo haces nada pasará, él no dará el primer paso, lo sabes.

Y en eso tenía mucha razón, Tai era despistado y muchas veces demasiado espontaneo, no planeaba las cosas y siempre eso le traía consecuencias, buenas o malas.

Tal vez todo será raro y confuso ¿Sería mejor ignorar lo que siente o decir la verdad y arriesgarse a ser más que amigos?

—¿Crees que debo hacerlo? ¿Y si me rechaza?

—Estuvo a punto de besarte, te ibas y te detuvo con claras intenciones de que te quedaras y continuar con lo que él vecino tuyo interrumpió ¿Tú crees que te rechace? ¡No, nunca amiga!

—Tal vez solo fue un impulso.

—¡Cállate y ve! Anda, ve a verlo. Se de lo que hablo, yo soy muy buena en estas cosas.

La castaña extrovertida empujó a Sora, que no parecía muy convencida de hacer lo que su amiga le decía. Esta se detuvo y giró a verla con los ojos de: "por favor no me hagas esto" imploraba con la mirada, pero Mimí estaba convencida de que hablar y confesar todo era lo correcto.

Tomó una fuerte bocanada de aire y caminó con mucha pena por sí misma y su pronto suicidio social/amistoso con Tai.

Dio vueltas por una esquina del pasillo de los casilleros. Se puso a pensar ¿En dónde estaría Tai a estas horas de la mañana? Tenían examen dentro de una hora, lo más probable es que esté al frente del aula de matemática con Koushiro estudiando a último minuto.

(*)

Tai discutía con Koushiro y Yamato, lo que comenzó con una clase de matemáticas exprés, terminó en una discusión por la llamada de este al pelirrojo el viernes pasado. Estaba tan distraído que no captaba lo que Koushiro le decía sobre las curvas, punto de intersección o las gráficas para hallar el punto A o B. Por esa razón el de ojos negros tuvo que llamarle la atención, esto hizo que cayeran en la conversación que Tai quiso evitar durante todo el fin de semana.

—Pero si esa anoche lo dijiste, te gusta Sora, no le veo el problema —. Dijo Izumi ya cansado del comportamiento de su amigo.

—Tiene razón, no veo cual es el drama estado. Sora es una gran chica—.Yamato habló.

—Es que no es eso, está bien, lo admitiré me gusta, me gusta mucho Sora, pero Catherine también me gusta.

El rubio bufó y luego insultó a su castaño amigo —Eres un idiota Tai, no reconocerías el amor ni que lo tuvieses en frente.

—Kou… —Buscó clemencia, sus ojos tenían un brillo peculiar y enternecedor, cualquiera que lo viera caería a sus pies por tal mirada.

—Estoy de acuerdo con Yama— Maldición, se dijo Tai en su interior— te urge acomodar tus pensamientos, si te gusta o no Sora debes de averiguarlo y rápido, porque por lo que me dijiste esa anoche, ella siente algo por ti, después de todo te quiso besar ¿no?

—Juh, no es necesario ir tan cerca, si miras bien el pasado de estos dos, te darás cuenta de que está cargado de momentos Tai y Sora.

—Pero eso no quiere decir… Diablos —masculló—. Ambas me gustan, pero si elijo a Sora, temo que no resulte y nuestra amistad acabe. No soy de ponerme a pensar y no sé qué hacer…

—Eso lo sabemos —Se burló Yamato.

—ja, ja —Tai se expresó en una falsa sonrisa.

—Hagamos algo Tai. Te ayudaré con un viejo truco que mi padre solía implementar en estos casos. Es un método poco ortodoxo, pero ayuda en la mayoría de los casos, solo debes vaciar tu mente y contestar a una serie de preguntas con lo primero que te venga a la cabeza ¿De acuerdo?

—ok Kou.

—¿Chocolate o mantecado?

—Chocolate

—¿Beisbol o Fútbol?

—Fútbol.

—¿Ramen o sushi?

—Sushi

—¿Real Madrid o Barcelona?

—Barcelona

—¿Sora o Catherine?

—Catherine.

El rubio y él pelirrojo se quedaron sin habla por la revelación, hasta podían jurar que su mandíbula inferior caía al suelo, al hacer este ejercicio pensaron que sería Sora la elegida. Después de todo las demás respuestas fueron acertadas: le gustaba el chocolate, el fútbol, el club Barcelona, ¿Pero Catherine? Hasta él mismo se sorprendió de su respuesta. Quedó paralizado y hasta asustado, tenía muchas dudas y se sintió un poco vacío al darse cuenta de sus verdaderos sentimientos, tal vez, porque no quería lastimar a su amiga.

—Está decidido —dijo anonadado e inseguro de sus palabras, las cuales eran débiles, pero, poco a poco tomó energía y rió con decisión— le diré a Catherine que sea mi novia.

Sora estaba a unos pasos cerca de ellos y escuchó la última frase de Tai, afortunadamente, no fue vista por los chicos. La pelirroja retrocedió y se marchó del lugar triste, pues ella iba decidida a confesar sus nuevos sentimientos.

(*)

Su fin de semana no fue con exactitud el mejor, es más fue por mucho uno de los peores. Cada vez que cerraba los ojos, TK se imaginaba la reacción de Kari.

Estaban en clases de Deporte, las chicas hacían gimnasia y los chicos jugaban un partido basquetbol. Todo hubiese salido como en un día normal, de no ser por el mal humor de Takeru.

Davis, el joven lleno de energía, inmaduro y optimista se acercó hasta el rubio para saludar. Él no sabía de su problema con Kari ni tampoco sabía del genio del chico de ojos azules. Para el pelo morado solo era un día común y corriente, en donde echar bromas y reír era lo normal para él, eso y ser un completo fanfarrón. Que Kari haya elegido a Takeru no significaría que la competencia con su Takaishi se acabaría.

Se acercó hasta este y giró el balón de Básquet en su mano.

—Mira TK, apuesto a que hoy no podrás ganarme ¿Que dices un mano a mano?

—¡No estoy de humor Davis!

—Vamos TK, solo un juego.

—¡Davis! Ya te dije que no estoy de humor.

Entonces, el chico de actitud explosiva comenzó a vociferar —¡Si, tienes miedo TK!

Ok, era un reto.

EL rubio volteó y lo miró, de un manotazo le quitó el balón de las manos y rió con satisfacción.

—De acuerdo. Tú lo pediste así.

Todos se pararon alrededor de la cancha, el juego Takeru Vs. Daisuke estaba por empezar.

Kari y el resto de las niñas también eran espectadoras. Solo que a diferencia de las demás, la morena se sentía extraña… Seguro porque a penas y lograba ver a TK desde el mal entendido.

Sí, un muy mal entendido, pues, el pánico abarcó cada centímetro de su piel, aquel día fue el peor para sentirse así. Ella más que nadie quería besar los finos labios de su amigo, convertirse en su novia y estar de su mano en las caminatas por el pasillo ese lunes, pero por ese sentimiento de miedo no pudo y cayó en el juego sucio de sus temores. Su timidez hizo estragos en la relación que mantenía con Takeru, quiso disculparse esa noche, al día siguiente y al siguiente, pero TK no la dejó.

Era, o pudo ser su primer beso, su primer novio. Pero lo arruinó. Su vida no era como los cuentos de hadas, cuando la chica tímida termina besando a su príncipe azul porque siempre lo amó. Era obvio que no demostraban el miedo y la timidez de chicas, verdaderamente, timidez y ese fue su caso, eso pudo más que él deseo.

El silbato del profesor dio inicio al juego. TK rebotaba el balón contra el piso y permanecía de pie y firme en su lugar. Sus ojos se movían analizando sus posibilidades de pasar a Davis que era un deportista innato, jugaba fútbol y otros deportes, aunque en no todos era bueno, desgraciadamente en el básquet si lo era.

Caminaba rebotando el balón, Motomiya lo aguardaba con ansias, en la posición de defensa: Mantenía el centro de gravedad bajo, es decir, tenía baja la cadera y flexionaba las piernas, sus brazos semi-estirados y algo separados del torso y la espalda erguida, con la vista al frente, mirando al atacante. Todos sus sentidos estaban al pendiente de cada paso que daba el rubio.

Tk adoptó la posición de ataque y corrió; dribló hasta llegar a Davis que no lo dejaba pasar, moviéndose y adelantándose a cada movimiento dado por su agresor. El rechinido de los tenis contra el piso de madera se escuchaba. El de pelo morado se apegaba al cuerpo de TK no dejándolo avanzar.

Parecía que el control lo ganaba Davis pero TK lanzó el balón hacia su lado izquierdo picándolo contra la cancha, esto hizo que Davis se descolocara y perdiera la concentración; en un movimiento rápido el cuerpo del rubio giró en compas por su pie izquierdo, no perdió el tiempo y corrió tomando el balón en sus manos.

En un rápido desplazamiento driblando el balón ,avanzó hasta llegar cerca de la canasta. Dio un paso largo, el que le permitió entrar en la zona restringida y con el segundo un saltó, un salto vertical que le permitió depositar el balón dentro del aro.

¡Magnifico doble paso!

Algunas chicas enamoradas lanzaron sus aplausos y sus porras. Otras, que aunque no lo parezca, apoyaban por las mismas razones a Davis lanzaron unos "awww" de decepción. Los chicos permanecían neutros, aunque se sabía que muchos estaban apostando en contra del fanfarrón de Davis o en contra del niño lindo y perfecto Takaishi.

Las posiciones cambiaron, era el turno de Davis en atacar.

En eso se basaba el juego, en anotar o impedir anotar, en tales casos siempre se turnan el balón, el primero en anotar diez puntos era el ganador. El marcador iba 2-0 a favor de Takeru y con Daisuke atacando.

Takaishi adoptaba la posición de defensa, Motomiya la ofensiva. Una risa jactanciosa salió de parte del chico de piel más oscura. Corrió driblando el balón como un rayo, se frenó al llegar al frente de TK, giró y dio un paso hacia un lado para luego concluirlo con un maravilloso saltó y un tiro a cesta.

Estaba en zona de tiro de tres.

2-3 ganaba Davis.

Ambos jugadores continuaron jugando y al final iba era el turno del de pelos morados.

Pasaba el balón entre sus piernas, picándolo contra el piso, TK no lo dejaba moverse.

Sus cuerpos estaban sudados y en el caso de TK cansado. Para Motomiya esto era calentar a penas, esto debido a su condición de deportista y por resultado a los juegos de fútbol.

El cuerpo del chico era resbaladizo debido a la transpiración, Davis intentaba superar la marca sin cometer una falta pero no lo lograba. Estaba de espalda en contra del rubio que mantenía su postura defensiva y sus brazos abiertos con los cuales –sin cometer falta- impedía el movimiento de Motomiya. Sin embargo, en medio del cansancio físico y el sudor de sus cuerpos, el futbolista pudo deslizarse y correr hasta llegar al aro y hacer una clavada, la cual, le daba la victoria.

Las chicas se le sumaban al lado al engreído chico que no paraba de alardear. Las enamoradas aprovechaban para echarle halagos que a Davis no le molestaba recibir o escuchar. Esto de estar "soltero" era bueno, porque cuando le echaba los piropos a Kari no prestaba atención a nadie, era fiel incluso sin ser novio de la castaña, por eso consideraba estar soltero. A pesar de no ser un chico listo notó que algo le ocurría a su amigo. Dejó a su club de enamoradas y se acercó a TK.

—Hey —soltó.

—Felicidades Davis.

El de cabello morado extendió su mano y dijo —No, por poco ganas, así que buen juego.

TK rió y aceptó el agarre de manos. Se contemplaba y se decían todo sin decir nada.

—Sabes una cosa… no mereces que te tienda la mano, eres un cobarde.

—¿De qué hablas?

—De Kari, no se le nota feliz, y sea lo que sea espero lo arregles o te moleré a golpes.

—¿Por qué insinúas que soy yo el que la hirió, no sería al revés?

—¿Y eso qué? ella es la chica, ella es la que tendrá siempre la razón, así que el culpable serás tú. Mira, no me importa lo que pasó, ve y arréglalo.

—Esto te alegrará, le dije lo que sentía y me rechazó.

—¿Y eso qué? ¿Sabes cuantas veces lo hizo conmigo…? no respondas. El hecho es que, si vale la pena hay que intentarlo una y otra vez.

—Tú te rendiste.

—No es que quisiera, pero ella ya había elegido por mí. Escucha rubio, déjate el orgullo y ve y habla con ella. Es la última vez que te lo digo, y ahora si me permites iré a conseguir un número de teléfono de aquella chica —Señaló a una pelinegra de cabello corto y tímida— debo volver a ruedo —. Echó a reír y palmeó la espalda de TK que miraba a Kari.

¿Davis tendrá razón?

(*)

Como lo había prometido, esa tarde Sora estaba en la cancha de fútbol. Había descargado toda la desilusión con Mimí, la cual, no creía en las palabras de su amiga. Era claro que ellos dos se gustaban, ¿Por qué Tai diría que estaría con Catherine en vez de con su mejor amiga? Había gato encerrado.

—¡Sora! —Llamó Ken

—Hola Ken.

—¿Buscas a Tai?

—De hecho, estoy aquí para ayudar a realizar jugadas en el equipo.

—Es cierto, oí que solías jugar —Sora asintió— Disculpa mi atrevimiento pero… ¿Por qué dejaste el juego?

—Ya sabes: crecimiento, pubertad, no encajaba en el equipo femenino. Esas cosas te hacen dejar el juego.

Ken pudo percibir la tristeza en los ojos de Sora, a pesar de sonreír, no parecía tener ni las ganas ni el ánimo de hacerlo. No preguntaría, no era propio de él, pero tampoco quería dejarla con ese feo sentimiento ¿Pero que podía hacer? —¿Juegas aún?

—¡Oh Dios no! —Se echó a reír—. Hace un millón de años que no pateo un balón.

—No hay nadie en la cancha de fútbol y no habrá nadie hasta dentro de media hora ¿Quieres jugar?

Tenía mucho tiempo que no escuchaba esa pregunta. Extrañamente, aunque no conocía al joven, este le inspiraba confianza, sonrió ante el sentimiento de calidez y el regocijo de aquella invitación. Asintió en respuesta a la pregunta de Ken.

(*)

Tai había citado a Catherine, se verían en la cafetería de la escuela media hora antes de su práctica de fútbol, por ende, estaba con el uniforme y esperaba en una mesa del lugar. No esperó mucho, pues su cita había llegado, luego de los saludos de cortesía, la chica de cabello rubio preguntó:

—¿Querías verme Tai?

—Si Catherine, escucha. Sabes que hemos estado saliendo y bueno… yo, ya sabes… me preguntaba si tú…

—¿Quieres saber si quiero ser tu novia?

—ufff ¡Sí! no fue tan difícil preguntar.

La joven rió —No lo sé Tai, son solo unos meses de habernos conocido y solo una semana que llevamos saliendo, no creo que mis padres estén de acuerdo con que tenga novio.

—Pero tú me gustas, yo solo…

—Tú también me gustas, ¿sabes qué? Déjame pensarlo un poco ¿Me darías unos días?

Esperar unos días no sería problema.

(*)

Todos se habían ido, ya era tarde y las clases de educación física habían llegado a su fin. Pero un rubio, flaco y de ojos azules estaba haciendo canastas, solitario y en medio de la gran cancha.

—Pensé que te habías ido —Era Kari que entraba al lugar.

—Estoy drenando un poco de energía ¿no deberías estar en tu ensayo?

—Creo que llegaré un poco tarde.

TK quiso disculparse por cómo estaba cuando. Antes que nada eran amigos y no podía perder una amistad de años por un segundo de estupidez.

El balón estaba en el suelo y Kari lo tomó y lo lanzó a la canasta, el esférico bailo alrededor del aro y luego salió fallando el tiro. Estaba un poco nerviosa y no sabía cómo empezar sus disculpas.

—Fue casi un tiro perfecto, faltó solo que entrara.

Era incomodo, pero por algo debían comenzar. Kari se empujó a hablar primero, debía ir al grano.

—TK, ¿podemos hablar?

Él asintió e indicó que debían sentarse en las gradas. Cuando tomaron asiento la palabra la tomó la morena.

—Sé que te hice sentir incomodo…

—No necesitamos hablar de esto.

—No, no lo entiendes, déjame hablar por favor. Yo no quise comportarme así, es que tenía miedo, se sintió raro sentir tus labios sobre los míos —se sonrojó al decir esto último— sabes que nunca he tenido novio, y nunca se me habían declarado así, tuve nervios, y miedo.

—Te comprendo pero…

—No hay nada que desee más que regresar el tiempo y comportarme mejor. Pero eso no sucederá y ahora tú me odias —Sus ojos comenzaban a llenarse de lágrimas y sus palabras eran arrastradas y frágiles —. TK, yo lo lamento.

—Escúchame Kari, no hay que pedir perdón…

—Sí, si hay TK, me comporté como una niña tonta —.Decía entre sollozos.

—Es normal sentir miedo, yo lo sentí también, la diferencia es que yo estaba ya preparado para ello y tal vez tu no. Mírame —Susurró. Levantó el mentón de la joven que se encontraba cabizbaja— Yo te quiero más que una amiga y estoy dispuesto a esperar por ti, si eso quieres, pero si decides que no seamos nada más, lo comprenderé y volvernos a ser como antes.

—Ese es el problema.

—¿Cuál?

—Que no quiero volver a lo que éramos antes, —Estaba decidida a no callar, aunque su timidez la envolvía en ese momento diría lo que sentía—: yo… te quiero TK.

—Yo también te quiero Kari —susurró abrazándola y ella se dejó querer a través de ese agarre.

(*)

Una pelirroja corría con el esférico en sus pies, parecía feliz y emocionada con esta simplicidad. Movía sus piernas en dirección a un arco, pero un chico de cabello oscuro la esperaba dispuesto a quitarle el esférico. Con la parte externa de su pie derecho lanzó el balón hacia la misma dirección de su pie y ella en un mohín pretendió seguirlo, pero a diferencia de lo que pudo parecer permaneció en el mismo lugar con la diferencia de que atrajo el balón una vez más hacia ella.

Ken se sintió un poco engañado, pero el tiempo que tenía jugando al deporte le permitía sobreponerse a estas jugadas. Es decir, aún estaba en frente de esta con intención de no dejarla marcar.

Era una chica atlética, jugaba tenis, aun así había perdido condición en su técnica del fútbol. Se sentía un poco frustrada, en un pasado pudo haber vencido a Ken, ahora no podía sacudirse su marca. Eso era lo malo de ser una exjugadora del juego.

—No, —Se dijo así misma—, no existen ex jugadores del fútbol, uno nunca deja de jugar o querer al deporte. Debe haber una manera.

—No quiero presumir, pero… es turno de que el balón llegue a mis pies.

—¿A sí? —decía entre cada respiración— Entonces no presumas de algo que no sucederá.

Cogió un impulso y pasó entre las piernas de Ichijouji el esférico, Sora rodeo el cuerpo del chico y pasó la marca. La jugada no acabó allí, pues, Ken era veloz y ella sabía que la seguiría, por eso tomó todo el impulso posible y aceleró la carreara. Se puso en posición y envió el balón a la arquería, justo antes de la línea de meta.

—¡GOL! —Pegó un grito al cielo y saltó elevando sus manos.

Ken iba a decir algo, pero el pequeño aplauso proveniente del lateral derecho lo hizo girar su vista. Al ver de quién se trataba sonrió y se fue al otro extremo de la cancha.

—Sabía que aun tenías el toque—. Era la voz de Tai.

El moreno había visto todo el pequeño encuentro entre su amiga y su delantero. La vio sonreír y ser esa chica que siempre fue al jugar al fútbol: Feliz, llena de vida y hermosa. Era hermosa cuando corría, cuando transpiraba y movía el baló. Cuando era ella y el mundo no importaba; ese momento en que no podía ocultar su sonrisa por lo feliz que estaba. Eso a él lo hacía actuar de la misma forma, sonreír sin motivos y sin poder ocultarlo.

—¿Lo ves? El tenis me ha dado fortaleza y mayor destreza —Respondió alegremente y aun jadeando.

Pero el momento concluyó y volvió a ponerse tenso y raro. La incomodidad por lo de la noche del viernes volvía. Y evitaban verse directo a los ojos.

—Escucha Sora…

—No tiene que ser extraño Tai, casi nos besamos, pero no sucedió no podemos perder la amistad por algo que no ocurrió.

—¿Estas bien?

—Por supuesto, somos amigos, siempre lo seremos, no importa qué ¿no?

¿Eso era lo que quería Tai, quedar como amigos? ¿Cómo podían quedar como amigos? Eso no era posible, no viéndola así, en todo su esplendor. Además, como si en la amistad cupieran los besos que Tai quería darle en ese momento.

—Tai—. Era Davis que iba de prisa hacia el moreno.

—Davis, ¿Qué sucede?

—El director te envió esto.

—¿Una nota? —Estaba sorprendido, que él recordara no había hecho nada malo. La abrió y la leyó— Se ha cancelado la práctica, al parecer habrá una tormenta y quieren que todos se vayan a casa ¡Escuchen muchachos, vayan a sus casas, la práctica se cancela!

Todos entre barullos y quejas se fueron retirando de la cancha de fútbol.

—Lamento haberte hecho venir para nada.

—No te preocupes, pero debo irme.

—Sora… —pareció dudar— eh… ¿quieres jugar un poco al fútbol?

~~~.*.~~~

Se dejaron caer en la grama del lugar, estaban cansados y sin duda había sido el mejor juego de sus vidas, fue como volver en una máquina del tiempo hacia el pasado y disfrutar de esos viejos tiempos que estaban cargados de mucha alegría y regocijo.

Entre jadeos y sonrisas se contemplaban. El cuerpo de la pelirroja no se movía y su pecho subía y bajaba en aquel basto intento de poder volver a controlar su respiración. Su mano estaba dejada en la grama de la cancha, a pocos centímetros estaba la de Tai. El moreno giró su vista y vio tendida a su amiga, él estaba en la misma situación que su Sora, pero con la sonrisa más grande y espontanea del mundo.

—Prométeme… —Dijo ella para luego encontrase con el rostro de Tai— que siempre, a pesar de todo, siempre seremos grandes amigos.

—No es necesario prometerlo, nunca dejaré que salgas de mi vida.

—Tai —Se quejó.

—Lo prometo.

Se sonrieron y el castaño abrió su mano para esperar y atrapar la de la pelirroja. Se dieron un apretón de mano y se miraban diciéndose todo, sin necesidad de decir nada. Un lenguaje que solo comprendían ellos dos.

Hay palabras que no dicen nada y silencios que lo dicen todo.

Sus cuerpos y almas estaban en una paz absoluta, sin soltar la mano de su amiga, Tai se levantó quedando aun acostado en el suelo, se apoyaba de su codo. Quiso decirle algo más, que olvido desde el instante que la vio reír.

Y solo hay una sonrisa en particular... de la que el moreno no sabría decir, si es la línea de sus labios o su comisura, si es el blanco que asoma, o su brillo perlado, pero cuando sus ojos alumbran, su corazón danza entre nubes, y ese era el caso. Se volvió a sentir como esa noche cuando estuvieron a punto de besarse, solo que esta vez no dudaba en lo que hacía y tampoco se quedó paralizado. Simplemente se dejó llevar.

Su mirada se ensombreció y su sonrisa desapareció, se iba acercando cada vez más a Sora, y esta mordía su labio inferior expectante y a la espera de aquel ósculo.

Una gota del cielo gris cayó en la mejilla de la joven que ni se inmutó por ello. Estaba agitada y su corazón temblaba al igual que el resto de su cuerpo y sentidos. En su rostro ya no había diversión alguna. A medida que el espacio se reducía ella iba cerrando sus orbes y perdiéndose a .

Sus labios se rozaron. El primer contacto de sus finas bocas fue corto y dulce, sediento y vicioso. Sintieron el gozo de su alma. Apenas y fue una pequeña fricción de sus labios, pero fue suficiente para liberar un jadeo ahogado. Segundo después, volvieron a unir sus bocas, su labio se apoyó sobre los labios de Sora con ternura y suavidad. Esta vez fue un poco más largo que la vez anterior.

Un simple beso, pudo poner a oscura dos universos al mismo tiempo, liberando sentimientos reprimidos y alborozando sus sentidos

El beso fue tan casto. Se separaron y se miraron sorprendido por lo que había pasado, una risa nerviosa se asomó y luego de convirtió en una de emoción, sus labios se ensanchaban más y dejaban mostrar sus dientes, después comenzó a sonar aún más. Miles de gotas que caían del cielo y empapaban sus cuerpos.

—Siempre has amado las tormentas —. Dijo Tai retirando un mechón del pelo que estaba pegado en la frente sudorosa de Sora.

Una voz familiar llamó la atención de ambos chicos. Una rubia debajo de un paraguas se dejaba ver cerca de las gradas.

—¿Tai?

Tai se levantó del suelo y Sora lo imitó.

—¿Catherine, qué haces aquí? —Preguntó angustiado Tai, de pronto sintió que caía de las nubes y se pegaba con el frio y fuerte concreto del mundo.

—Vine a responder tu pregunta.

Tai giró su vista hasta Sora, parecía sorprendido y afligido. Sora observó como la cara de Tai fue girada despacio y como los labios de este eran besados por Catherine.

—¡Sí! —Soltó esta —. Sí quiero ser tu novia Tai, no hay mucho que pensar.

Los brazos de la rubia rodeaban el cuello del moreno que miraba atónico a Sora. Sora fingió una sonrisa y se giró para irse.

—¡Sora! —dijo la rubia.

—Hola, Catherine. Felicidades, ehhh… ahmmm… No te preocupes por mí, ya me voy… tengo besos por entregar, digo, trabajo, debo hacer muchos.

—¡Espera! —Apresuró a decir Tai alejándose de la francesa y soltando el agarre, para posteriormente tomar del brazo a Sora.

—¿Qué haces? —susurró la pelirroja.

Tai abrió la boca para decir algo, pero calló, miró hacia atrás y volvió a ver a la joven Takenouchi, repitiendo la intención de hablar pero sin nada que decir.

—Siempre amigos —fueron las palabras de Sora antes de soltarse y marcharse.

—Lo siento —expresó viéndola partir hacia adentro del vestuario de la cancha, el cual la llevaría a la salida más cercana del instituto.

—¿Tai sucede algo?

—Cath yo… —¿Cómo decirle que todo esto era un error? —necesito decirte algo.

(*)

—¡Sora, espera!

Cómo si no fuese suficiente sentirse tan humillada por exponerse ante su amigo que, claramente, la había abochornado, ahora era perseguida por él ¿Acaso no fue ya suficiente vergüenza por un día?

Ya habían saciado la sed de probar los labios de cada uno, ya había sido suficiente. Cometieron perjurio a su amistad, se arriesgaron y perdieron ¿Ahora qué? ¿Debía volver a ver como su beso era borrado por los labios de una exquisita francesa, perfecta y deseada por todos? La más dura realidad, era deseada incluso por él, por Tai.

—Por favor detente, necesito hablar contigo.

Debía rogarle y decirle que no se marchara, que no podía suponer que nada pasó, cuando lo cierto del caso es que todo pasó. Nunca se había sentido así por una chica, ese sentir tan excitante y tan cargado de realidad y fantasía ¿Cómo dejar ir a quién se quiere?

—¿Qué quieres Tai? —giró sobre sus pies para quedar al frente de su perseguidor.

—Que me escuches… las cosas no son lo que parecen.

—¿No le pediste a la francesa que fuera tu novia?

—No… Sí, bueno… no realmente.

—Escuché cuando le decías a Matt y a Izzy que le pedirías a Catherine ser tu novia, lo entiendo. Tai entiendo que fue un desliz lo que pasó hace unos minutos entre tú y yo… Hagamos como si nunca pasó.

—Es que tú no entiendes. Eso fue un error. Es culpa de Kou, él me dijo que no pensara y que respondiera sobre mi comida favorita y el beisbol… —Balbuceaba— Entonces me preguntó sobre elegir entre tú y ella, y yo no pensé bien y…

Sora prestaba atención a cada palabra, carente de sentido, de Tai. Mientras, este exclamaba y movía los brazos con energía, para recalcar cada punto, ante la confundida mirada de Sora, que no sabía a qué punto quería llegar el moreno con todas esas palabras vagas y sin sentido.

No era para menos, todo lo que podía ocurrir a través de ese beso estaba colgando de un hilo. Por eso el temor de que no le creyera ni una palabra, estaba en la obligación de arreglar y explicar todo, eso, sino la quería perder antes de tenerla.

La mano sigilosa de Sora tocó su hombro, haciendo su cuerpo estallar de mil formas, con solo ese toque.

—Tai… Tranquilo, todo está bien, tú eres el novio de Catherine y yo tú amiga ¿Recuerdas? Amigos por siempre.

—Sora, por favor… no, yo… —Susurraba implorando que lo dejara hablar, que lo escuchara y entendiera. Un tono lastimoso y patético, pero no le importaba parecer desesperado, lo estaba después de todo y, solo quería volver a ese momento en la grama de aquella cancha de juegos, en donde todo fue perfecto.

—Chao Tai, hablamos luego.

Volvió a dirigirse hacia el lugar en donde hace un rato se sintió en el limbo pero fue bajada tan rápido como subió, a la cancha, pues la salida por ese lugar estaba cerrada.

El aguacero había aumentado, caían torrentes de agua desde el cielo. Era cierto, estaba en el inicio de una pequeña tormenta. Lo menos que quería era quedar atrapada en aquel pasillo con Tai, así que lo mejor era salir de allí sin importar mojarse, aún más.

Estaba encorvada por el frio de la lluvia y por las gotas que rozaban su cara confundiéndose así con algunas lágrimas rebeldes que hicieron todo lo imposible por salir. Sus manos estaban al nivel de su pecho, cruzadas, sus labios delgados estaban de un color más oscuro de lo habitual por el frio, su pelo se pegaba a su cara y su ropa igual. Caminaba con apuro e iba en medio de la cancha cuando escuchó la voz de Tai gritar:

—¡TE QUIERO SORA! ¡Solo deseo estar contigo, con nadie más!

Se frenó de ipso facto, su cuerpo temblaba y no era por la lluvia. Esas palabras quemaron su pecho de una manera especial. No supo en que momento dejó de andar o estuvo pensando, pero cuando giró, esperando ver a Tai a metros de ella, se encontró con unos marrones que la miraban potentemente.

Tai mantenía a cabeza baja para poder mirar a los ojos de la chica pelirroja. Su cara no tenía ni la más mínima expresión, por rara vez, Tai estaba serio.

Se vio un resplandor blanco en el cielo, un pequeño destello de luz, segundos después un fuerte trueno sacudió la ciudad de Odaiba. Pero, eso no parecía molestar a los dos jóvenes bajo la lluvia que compartían miradas.

—Terminé con Catherine —Sora se sorprendió—. Le dije que todo había sido un error, que me disculpara pero que quería a alguien más y ese alguien eres tú Sora. Dime que puedo hacer para que me perdones y lo haré sin chistar ¿Qué quieres que haga para convencerte que me equivoqué y no escuché lo que mi corazón dictaba? Te prometo que sea lo que sea lo que tenga que hacer, lo haré.

Sora permaneció en silencio abrazándose a sí misma, no reaccionaba. El moreno colocó su palma abierta en la mejilla de Sora, atrapando toda la zona en su gran mano, con el dedo pulgar acarició. La pelirroja cerró sus orbes y suspiró sintiendo las caricias.

—No es necesario que digas nada… Solo asiente y así sabré que me perdonas, solo asiente y sabré que este es el final de un ciclo y el comienzo de otro mejor. Solo hazlo y tomaré el valor suficiente para besar tus labios, porque muero por hacerlo.

Takenouchi abrió sus ojos y echó una sonrisa de felicidad acompañada de ese movimiento de cabeza esperado por Tai, quién no dudó ni un segundo en besarla-otra vez- recuperando así el sabor de aquella carnosidad exquisita que eran esos labios, ahora fríos y pidiendo a gritos calor.

Él inclinó la cabeza para besarla, y ella levantó la boca automáticamente.

En el mismo momento en que sus labios se tocaron otra vez, lo sintieron como el primero, pero esta vez más fuerte más intenso. Como si un rayo cayera sobre sus cuerpos, provocando que una llamarada de fuego iniciara dentro y recorriera cada centímetro de sus venas.

Magia.

~Final~

Danzaba como nunca. Se sentía en el aire, en cada paso tocaba el cielo y acariciaba las nubes.

La pieza de la música le llegaba hasta los husos sintiéndola con cada parte de su ser.

¿Cómo no volar? ¿Cómo no sentirse libre? si así era exactamente como se sentía. Su alma y su cuerpo eran libres y su corazón no se quedaba atrás. Había vencido las gruesas cadenas de la amistad y de su timidez y ahora era libre y podía amar y dejarse amar, sin miedos a qué pudiera ocurrir.

Al mirar en cada giro hacia el público no podía evitar no sonreír. Su madre y su padre se deleitaban con su baile; su hermano y ahora, su cuñada estaban tomados de la mano perdiéndose en las sensaciones que le hacía sentir ella. Algo curioso, porque a veces parecían más pendientes en acariciar sus labios que en el propio recital. Eso no importaba, lo que importaba era verlo a él sentado y no perdiendo de vista cada salto, giro o movimiento que daba. Eso la hacía volar de infinitas maneras.

Al final del baile, de los aplausos y vitoreo del público, Kari se dirigió hacia tras del escenario.

Aun envuelta en la adrenalina y emociones, lo vio ir hacia ella.

—TK —Su voz estaba envuelta en alegrías.

—Kari, ¡Estuviste maravillosa!

Un rubor se apoderó de su rostro y aún más cuando vio el pequeño ramo de flores rojas que su novio tenía en manos.

—Son para ti, Kari.

—TK, no tenías porque…

—Te lo dije ¿no? Soy un loco romántico y es lo menos que puedo hacer a la persona que adorna el mundo con su brillante sonrisa.

Se sentía tan tonta y pequeña antes las palabras tan lindas de Takeru. —Gracias… Estaba pensando que esto lo podíamos celebrar, un cena quizá.

Era una grandiosa idea, bueno, eso pudo ser una grandiosa idea de no ser porque a medida que los labios de la castaña se movían, él se perdían en el pensamiento y en la interrogante de: ¿cómo podría tocar esos labios o fundirse en ellos?

—TK, ¿me escuchas?

—Sí, solo qué, tu mirada me distrae, la dulzura de tu mirada distante hace que mis palabras se llenen de amor para que tu sonrías y me enamores cada vez más.

—Ayyy TK. Eres tan lindo. —Se lanzó a los brazos de su novio y lo contempló con felicidad.

—En realidad, —se sinceró— solo estoy citando a un autor y eso no era en lo que pensaba.

—¿no?

—Pensaba que tal vez tus labios sean tan o más dulce que tu propia mirada.

—¿Si? —Takeru asintió— Entonces, ¿por qué no los pruebas y así lo descubres?

Los ojos abiertos hasta un punto humanamente imposible y la mandíbula desencajada de TK, mostraban claramente su asombro al escuchar esas palabras.

—¿No huiras de mí?

—Aunque quisiera no podría.

Exhaló una sonrisa y se inclinó, lo que causó la reacción de parte de la morena que esta vez no pensó, solo cerró sus ojos y esperó ese beso que le robaría así la inocencia y la convertirían, legalmente, en una adolescente enamorada y feliz.

Un mundo de colores se dibujó alrededor, los labios secos y delgados de Takeru tocaron los suyos y ella correspondió aquel ósculo. Ni el salto más alto en el escenario se podía igualar a la altura en que en ese momento se encontraba, pues, ahora estaba tocando las estrellas.

Encendieron un mundo a través de sus labios.

Se separaron por un momento y se vieron a los ojos esperando poder continuar con aquella sensación tan placentera y deliciosa.

—Kari eres…

—Shhh, mejor me besas otra vez y me dices entre labios todo lo que me quieres.

—Eres la mejor.

Y me besó. Fue el tipo de beso del que nunca podría hablar en voz alta con mis amigos. Fue el tipo de beso que me hizo saber que nunca había sido tan feliz en toda mi vida.

Suelen ser sus labios, el mejor lugar para ser feliz…

~Fin~

Takari95, espero lo hayas disfrutado y te guste.

Gracias por leer.

En el fic, se hacen citas de algunos autores reconocidos y de otros que tal vez no lo son. En ningún momento he querido mostrar que soy dueña de dichas frases.