If I were a boy… I mean, a girl

A-YO!
BadassBunny is back! Pero esta vez con un twoshot de -man, hehe
Esto se me ocurrió mientras estaba haciendo la cena, así que no esperéis mucho de una idea que se me ocurrió mientras cocinaba huevos revueltos con hamburguesas XD

Disclaimer: -man y todos sus personajes son de la gran (y cruel T.T) Katsura Hoshino, si fuese mío Alma no habría muerto (porque, ¿quién si no iba a ser el padrino de los hijos de Allen y Yuu-chan?), el 14º no sería parte de Allen y Lenalee no sería una llorona sino una loca fangirl n.n

Advertencia: ¡Chicos en versión femenina! (no, no os diré quién XD''), personajes tal vez un poco OC, el precioso y educativo vocabulario de Yuu-chan y la aparición de uno de mis tantos OC, hihi~

Summary: Porque los de la Sección Científica están muy locos e inventan cosas raras, Lavi tiene complejo de suicida y ¡todos están en el ajo!

-¡Terminado~!- exclamó Johnny, saliendo repentinamente de entre una montaña de papeles y potecitos llenos de líquidos de colores, sobresaltando a los demás zombi… digo, científicos que por allí dormita… ¡trabajaban! Eso, trabajaban como podían debido al estrés y la falta de horas de sueño.

-¡¿En serio?! ¡Trae para aquí!- gritó Didi, sacando la cabeza de entre otro cúmulo de potingues y documentos similar al del de cabello rizado, cogiendo el pequeño frasco de color rosáceo de entre las manos de Johny, acercándoselo a la nariz para olerlo levemente antes de examinarlo con ojo crítico, literalmente. –Hmmm… sí, parece que ya está acabado~ ¡por fin!- vitoreó el hombre mientras daba saltitos junto al resto del equipo de creación de aquel… bicho.

-¡Que alguien vaya a avisar a Lavi!- ordenó Reever a un hombre con una interrogante en la cara, el cual asintió efusivamente con la cabeza antes de salir escopeteado de la Sección Científica y subir hasta la biblioteca para avisar al pelirrojo, el cual casi voló con Ozduchi Kozduchi escaleras abajo hasta el laboratorio de los freak… científicos, sí, científicos.

-¡¿Dónde está?! ¡Quiero verlo!- gritó el de ojos verdes nada más entrar en la estancia, captando la atención del resto de los allí presentes, quienes lo recibieron entre exclamaciones de júbilo y alegría antes de pasarle el frasquito de líquido rosa. -¡Wow! ¿Y funcionará?- preguntó, repentinamente reticente a utilizar aquello contra su… ¿amigo? ¿compañero? Bueno, contra Yuu.

-Oye, monada, ¿estás poniendo en duda nuestras habilidades?- musitó Bonnaire, acercándose peligrosamente al muchacho del parche.

-¿De… desde cuándo formas parte de la Sección Científica, Bonnaire?- preguntó casi en un susurro el pelirrojo, más que asustado.

-Desde nunca, querido. Pero aquí está mi amorcito~-canturreó el ¿hombre? ¿mujer?... Bonnaire, saltando, literalmente, sobre Reever quien intentó evadir el abrazo de oso de Bonnaire pero, obviamente, fue en vano, haciendo que todos los presentes compadeciesen profundamente al pobre australiano.

-Entonces, que yo me entere, ¿tengo que llevárselo a Jerry y que él se lo ponga en el soba a Yuu?- preguntó el pelirrojo con una sonrisilla traviesa en el rostro, gesto que estaba calcado en la cara de todos los demás.

-¡Exactamente! Como se nota que eres el futuro Bookman- afirmó Dapp desde alguna parte del tumulto de gente.

-Y ahora… ¡en marcha, que empiece la acción!- exclamó Johnny, empujando al junior hacia la puerta. Una vez se hubo marchado el pelirrojo, todos sacaron sombreritos de fiesta, cava y matasuegras de sepadiosdonde y comenzaron su celebración porque ¡ya era hora de que los científicos se vengasen del abusón, maleducado y borde japonés!

Por otro lado, Lavi estaba más que emocionado. ¡Aquella prometía ser la broma del siglo! Que digo del siglo, ¡del milenio! Y el pelirrojo estaba que no cabía en sí mismo de la ansiedad para que se llevara a cabo cuanto antes mejor, después de todo la suerte estaba de su lado, pues Kanda acababa de llegar de una misión y era bien conocida por todos la típica rutina del samurái después de una misión: reportar la misión, ducha, meditación durante media hora y ¡comer! Y, ¿quién hacía la comida? ¡Jerry, por supuesto! Y él era el encargado de hacer que Kanda se comiera, bebiera o lo que sea el genial invento de los de la Sección Científica. Lavi nunca que creyó que aquella panda de pirados pudieran hacer algún invento de real utilidad, ¡pero allí estaba! Entre sus manos, ni más ni menos.

Cuando el junior llegó a la cafetería se dirigió directamente hasta la ventanilla de Jerry, para darle el frasquito. El hombre de cabello liliáceo con una malévola sonrisilla en el rostro, dándole un siniestro aspecto de mafioso, traficante de drogas o algo así, poniéndole el bello de punta al pelirrojo. El indio hizo entrega del frasquito a una muchacha pelirroja que estaba tras de él, sorprendiendo a Lavi, ya que esperaba que fuese el propio Jerry quien llevase a cabo la operación, ¡no Leila! Aunque tampoco le importaba que la guapa hija del General Cross estuviera metida en el ajo, ¡más cosas que tenían en común! Así que, con el permiso del cocinero, entró en su lugar de trabajo para acercarse a charlar con la de ojos castaños.

-No sabía que tú también estabas metido en esto- susurró el junior mientras observaba como la muchacha procedía a hacer la parta para los fideos con el potingue rosa en lugar de con agua.

-Bueno, nadie quiere perderse la oportunidad de fastidiar al engreído ése. Y yo sigo diciendo que es gay, ya lo verás- afirmó la muchacha como el que dice que la Tierra gira alrededor del Sol.

-Bueno, no sé si eso es cierto, pero la verdad es que yo pensé lo mismo cuando conocí a Yuu, hehe- musitó Lavi con una sonrisilla divertida a la par que ayudaba a Leila a amasar la pasta para el soba del japonés.

Estaban a punto de acabar de preparar los fideos para el nipón cuando, repentinamente, Jerry los empujó a ambos pelirrojos y los escondió bajo la mesa en la que habían estado cocinando. El indio se ganó una mirada de reproche e interrogación por parte de ambos jóvenes, respondiendo con un leve gesto de su cabeza que señalaba hacia la ventanilla donde Kanda esperaba "pacientemente", porque no sé si esa palabra puede usarse en una frase junto al nipón, a que el cocinero le sirviese su típico soba.

Cinco minutos más tarde, el japonés se encontraba sentado en una de las tantas mesas del comedor dispuesto a comenzar con su tan merecida cena. El primer bocado fue como tocar el cielo con la yema de los dedos, glorioso como mínimo. Más de una semana sin poder degustar el delicioso soba de Jerry se habían convertido en un suplicio para el moreno y ahora parecía que iba a llegar al orgasmo sólo con un bocado.
Se acabó el soba y entregó la bandeja a Jerry sin notar nada raro, ni siquiera se percató del leve color rosáceo que tenía la pasta, por lo que el plan había ido a las mil maravillas ¡yupi!

Mientras el japonés se dirigía a su habitación comenzó a notar como su estómago hacía ruidos raros, aunque no le dio importancia ya que, después de todo, por fin se había podido pegar un fabuloso festín de el soba de Jerry, así que supuso que aquellos ruidos no eran nada más que la satisfacción de su organismo. Gran error.
Repentinamente el sopor comenzó a llegar al nipón a la par que su temperatura corporal comenzaba a aumentar a oleadas industriales, empezando a alarmar al moreno, mas antes de que pudiese siquiera cambiar su rumbo para dirigirse a la enfermería cayó al suelo a peso muerto, causando un sonoro ruido debido al fuerte impacto. Allen, quien se dirigía a la cafetería para poder cenar después de pasarse la tarde entrenando con el pesado de Link, el cual por fin lo había dejado libre pues tenía que ir a la biblioteca a reportar noséqué con Levellier, oyó el ruido y se dirigió al origen de éste, encontrando el cuerpo de una menuda muchacha desplomada en el frío suelo del pasillo y vistiendo el uniforme de Kanda, ¡incluso llevaba a Muguen a cuestas! Por lo que, preocupado, se acercó a la muchacha para cercionarse de que estaba bien, dentro de lo que cabe. Grande fue su sorpresa cuando cogió a la muchacha y le dio la vuelta al ver el sorprendente parecido que guardaba con el malhumorado samurái, tal vez eran familia… aunque eso era algo posible si tenemos en cuenta que Kanda era algo así como un experimento de la Rama Asiática y Americana… aunque, oye, todo podía ser.
Con delicadeza, palmeó la suave cara de la muchacha para que despertase. Y, sorprendentemente, lo consiguió.

-¿Estás bien?- preguntó el albino preocupado al ver que la muchacha abría los ojos con algo de dificultad, enfocando la oscura mirada en Allen, empujándolo al instante al darse cuenta de que se encontraba entre sus brazos, un leve pero notable sonrojo maquillando sus pálidas mejillas -Que mona, es tímida- pensó, enternecido, el inglés con una amable sonrisa en el rostro.

-¿Se puede saber que coño te hace tanta gracia, Moyashi?- y ¡puf! Así es como el hechizo y la simpatía se rompió. ¿Moyashi? ¡¿Moyashi?! ¿¡Cómo se atrevía a llamarle Moyashi cuando estaba seguro de que le sacaba por lo menos una cabeza de altura?! Indignado se levantó del suelo, mirando a la joven maleducada con el ceño fruncido.

-Disculpe, señorita, pero ése no es modo de hablar a un desconocido- le reprochó con los brazos cruzados, cual padre enfadado. Ganándose una mirada por parte de la muchacha que quería decir "me estás vacilando, ¿verdad?"

-¡¿A quién coño llamas "señorita", Moyashi?! ¡Y ya quisiera yo no conocerte! La de dolores de cabeza que me habría ahorrado, comenzando por el incidente con Alestina. Ch'- musitó Kanda mientras también se ponía de pie, percatándose en ese momento de que era considerablemente más bajo que el albino, pero ¿desde cuándo? La última vez eran de la misma altura, estaba seguro. ¡¿Por qué ahora el Moyashi le sacaba más de una cabeza de altura?!

-Disculpa, ¿cómo dices? Ese incidente lo tuve con Kanda, pequeña- afirmó titubeante y confundido el pobre Allen, quien comenzaba a tener una migraña.

-¿¡Y yo quién soy, bakka Moyashi!? ¡¿Un Komurin?!- exclamó el moreno, haciendo que el cerebro de Allen hiciese "¡click!" y que se diese cuenta de quien era realmente "la preciosa muchacha" frente a él.

-¿Ka… Kanda?- preguntó totalmente incrédulo haciendo que el susodicho lo mirase con cara de "¡muy bien! Ahora vamos a aprender cuánto con 2+2". -¿Qué te ha pasado?- interrogó el albino señalando su cuerpo con un dedo, haciendo que el nipón mirase hacia abajo y descubriese que dos bultos en su pecho no le dejaban verse los pies. Le llevo un rato, y algo de palpe, descubrir que eran senos, y que eran suyos. La expresión de puro horror que se plasmó en la cara de Kanda fue totalmente épica, e incluso parecía que se iba a poner a llorar, poniendo a Allen más que nervioso.

-¡¿Pero qué mierda es esto?!- gritó la… el japonés con la voz cuatro octavas más agudas de lo normal, teniendo en cuenta que ahora tenía voz de mujer, haciendo que al albino casi le reventasen los tímpanos y que Timcanpy, quien revoloteaba por allí, casi le explotasen los circuitos y cayese al suelo medio muerto.

-Vamos, relájate, Kanda. No es para tanto- trató de consolarlo el inglés, aunque, obviamente y tratándose del moreno, fue en vano.

-¿¡Qué me tranquilice?! ¡Tengo tetas! ¡¿Cómo me voy a tranquilizar, Moyashi?!- continuó gritando al borde del colapso el joven samurái. Allen suspiró audiblemente, masajeándose las sienes.

-¿Y qué quieres hacer? ¿Vamos a la Sección Científica o a la enfermería para ver que pueden hacer?- ofreció al albino, intentando reunir la poca paciencia que le quedaba. El nipón realmente lo exasperaba.

-¿¡Pero tú eres tonto?! ¡No pienso dejar que esa panda de fracasados me vea así!- parecía que la idea casi asqueaba al nipón, lo cual solo mosqueaba aún más al albino, pues aquella "panda de fracasados", como los había llamado el moreno, eran sus compañeros y amigos, eran lo más cercano que Allen había tenido a una familia después de Mana, así que no le hacía mucha gracia que Kanda hablase de ellos como si fuesen escoria, aunque en parte entendía al samurái, pues gente como ellos eran los que lo habían creado o convertido o lo que sea en un Segundo Exorcista.

-¡¿Y entonces qué demonios quieres hacer?!- gritó Allen para no pegarle un puñetazo a Kanda, ya que a pesar de saber quién era, le era imposible, siendo el gentleman que era, pegarle a una menuda y hermosa joven como la que tenía delante… por mucho que su lenguaje y su mentalidad fuesen la de un capullo integral como lo era Yuu.

-¡Escóndeme!- ordenó el nipón con toda seguridad, dejando al inglés casi K.O. ¿qué hiciese qué? No por nada pero, ¿se había dado cuenta el japonés de que, actualmente, le estaba pidiendo ayuda a Allen? Por su parte, Kanda pareció darse cuenta del debate interior que estaba teniendo el albino, por lo que decidió ayudar a su pobre cerebro a atar cabos y se explicó como es debido: -Estoy seguro de que todo esto es cosa del conejo idiota, y podría apostar a Mugen que ahora mismo está esperando frente a mi puerta para verme llegar convertido en… esto- musitó lo último casi con desprecio, señalándose los prominentes senos- y lo último que haré será aparecer por allí para que ese desgraciado me vea- finalizó su explicación con el dedo índice de su mano derecha alzado, como si fuese un maestro de parvulario -¡Y ahora, ayúdame!- volvió a ordenar para el desagrado de Allen, quien no pudo hacer otra cosa que suspirar hastiado y obedecer. ¡¿Qué clase de caballero inglés sería si dejase sola a una bella dama en apuros?! Por muy Yuu Kanda que fuese, en aquellos momentos era una pobre damisela desvalida, aunque llevase a Mugen consigo…

Y hasta aquí llegó~

¿Qué os parece? ¿Debería continuar? ¿O mejor lo abandono y me dedico a otra cosa? Como por ejemplo, suicidarme con un pelador de patatas

Porfavosvivodevuestrosreviews!

BadassBunny~