Los personajes no son mios, solo los que yo agregue a la historia (:

Hey Arnold! © Craig Bartlett


Una calle de Manhattan

Hoy es un magnifico día de principios de invierno. Me había levantado un poco más tarde de lo habitual, todo indicaba que aun no me adaptaba al cambio de horario nuevamente, pero vaya que no era nada fácil 9 horas de diferencia.

Salí de la habitación en la que dormía temporalmente, en este pequeño pero cómodo apartamento. El suelo estaba helado pero mi terquedad me impedía calzarme y seguí mi rumbo hasta la cocina por un poco de café. La mañana esta fría y mis ojos se sentían tan pesados. No escuchaba ningún ruido, lo que me confirmaba que me encontraba sola en el lugar, cosa que ya era costumbre.

La nota sobre el gran mesón había despertado mi interés. Ya sabía yo de donde provenía debido a su habitualidad.

"Querida Helga, tuve que irme temprano, tengo una reunión importante, te veo luego cuando vengas, aunque no creo que sea necesario. Puedes quedarte a descansar ya que hemos trabajado duro últimamente. Besos. Lila"

Ella siempre tan desagradablemente amable. ¿Acaso no sabía que era un teléfono celular?

Deje la nota a un lado, tome mi café y unas donas que estaban en el refrigerador y me dirigí al sillón a echarme un rato.

Todo se oía tan silencioso ahí adentro que molestaba, así que encendí la radio por lo menos.

Y si, aunque resulte increíble, si. Si estaba viviendo con Lila, pero como ya lo había dicho era algo temporal. Y anqué suene bastante extraño, nos la llevábamos bien, podía sobrellevar toda esa perfección y amabilidad, y tampoco era que me costara sobrellevarlo. Mi estadía ahí no era nada personal, aunque desde los 15 años habíamos empezado a ser más cercanas, pero la verdadera razón era nuestro trabajo.

Yo, con mucho orgullo, podía decir que era una escritora reconocida desde hace ya varios años. Había estudiado en una de las mejores universidades de Paris. Oh Paris, mí querido Paris. Era ahí donde realmente vivía, nada más y nada menos.

Y la interrogante sigue pendiente: ¿Cómo había terminado viviendo, repito, temporalmente con Lila en New York? pues esa era la mejor y orgullosa parte de la historia.

Hace unos meses Lila me contacto, ella estaba trabajando en el prestigioso Majestic Theater en Broadway, quería e iba a hacer una presentación de uno de mis libros. Yo acepte algo dudosa aclaro, y aquí estoy, después de una larga espera para tantas negociaciones y permisos. Arduos meses de trabajo y trabajo, coreografías, vocalización, actuación y sin contar el dineral que nos ha tocado gastar en publicidad, aunque digo humildemente que no era tan necesario, sin embargo teníamos una buena base monetaria con que sostenernos. Realmente se esperaba mucho de este acto, ya que mi libro era…digamos, algo esperado para el público.

Mis libros… para mí eran fragmentos de memorias extraídas. Eran especiales porque solo podían ser escritos de sollozos pasados, oraciones enterradas, emociones perdidas y sentimiento que perdieron el color al paso de los años. Mis libros son escritos para Arnold. Pero después de haber pasado toda mi niñez dedicándole tantas hojas ¿qué era lo curioso? Pues de él solo me quedaba un nombre, un nombre que sabia escribir pero no recordaba el porqué.

Desde hace algunos años él había pasado a ser una persona más entre la multitud, una multitud que abatía con fuerza y que había apagado sus tantos murmullos con el tiempo dejando dibujada solo una línea recta.

Podía culpar a la costumbre de los años pero jamás logre escribir otra cosa que no fuera de él. Por eso mismo, podía decir que no le tenía mucho aprecio a mis libros, como había dicho, eran memorias extraídas. Cuando los recuerdos se trasformaban en palabras sentía que se quedaban en la hoja, y jamás volverían a salir. Tal vez, cuando haya olvidado cómo escribir su nombre, mis manos ya no sabrán que escribir, pero para eso aun faltaba y no quería pensar en un «pronto».

No habían cambiado muchas cosas con el tiempo, como que Pheobe y el cabeza de cepillo seguían juntos, y ella y yo continuábamos siendo las mejores amigas, aun en la distancia, y ahora que estoy aquí nos veíamos casi todo los días. Ella era una Neurocirujana. Cuando salía del trabajo pasábamos un rato las tres juntas.

A Geraldo… bueno, desde que llegue había tenido muy pocas veces de haberlo visto y eso si que era una buena noticia. Trabajaba como guardaespaldas de grandes empresarios.

Me gustaba molestar a Pheobe sobre el día que me regalaría un sobrino y como me reía cuando se ruborizaba. Ya teníamos 26 años y desde los 13 estaban saliendo, ya era hora ser madrina de alguna boda ¿no?

Por mi parte admito que si había cambiado un poco, o eso decían los demás. Podía admitir que era más autosuficiente, pero no me molestaba en lo absoluto serlo.

"Estas tan diferente, Helga…" Esa eran las palabras de Pheobe, a veces tenía que aguantarme sus sermones de cómo me había hecho más cerrada con ella. Yo no consideraba que era diferente, no con ella. Es solo que… no era necesario decir algunas cosas en ocasiones.

Seguramente esa era la misma razón por las cuales mis relaciones habían sido un completo caos. La vieja Helga enamorada y llena de ilusiones ridículas había sido encerrada en esos libros tan famosos, eso era una de las cosas que si sabía de mí, porque me seguía sintiendo relativamente igual, aunque los demás dijeran lo contrario.

Después que Arnold se fuera me había tocado enfrentar el mundo completamente sola, Pheobe se había ido a New York y Lila no era el apoyo que necesitaba, entonces solo quedaba yo, esa abertura en mi corazón y el miserable mundo en el que me había tocado nacer.


Iba camino hacia el salón de ensayo, ahí posiblemente encontraría a Lila.

Al llegar me di cuenta que ella no estaba ahí pero no solo eso, había notado que estaban ensayando una obra, una que no era la nuestra.

- Disculpe Srta., es un ensayo privado, no debería estar aquí.- se me acerco un joven obstruyéndome la vista.

Retrocedí unos pasos sin responder al joven y a lo lejos vi a Lila pasar por unos pasillos acompañada de otras personas.

-¡Lila! – la llame, necesitaba que me explicara todo lo que ocurría.

-Oh, Helga – se detuvo para hablar conmigo- se me había olvidado informarte algo, había desocupado el mes antes de la presentación, ya que la necesitaban para otras obras y porque pensé que sería muy injusto para todos mantenerlos ocupados en la época de Navidad. Discúlpame no haberte informado de eso desde un principio, parece que lo había pasado por alto. – dijo ella con esos gestos de arrepentimiento que matarían a cualquier corazón, menos el mío, que era tan inmune.

- O sea… ¿Un mes? ¡¿Estás loca, mujer?! Para ese tiempo a ellos ya se les habrá olvidado todo, y tendríamos que perder más tiempo y el teatro no nos dejara perder tiempo, ¿acaso no pensaste en esa posibilidad? – me estaba molestando un poco, su inocencia podía sacarme de quicio en algunos casos.

-Lo sé Helga, relájate un poco por favor.- me dijo dulcemente.

-No me digas que me relaje, sabes que detesto que me digan que me relaje.- eso me ponía más molesta aun, sin importar el hecho de la obra.- dime entonces ¿Cómo haremos?

- Todo saldrá bien, Helga. Solo tomemos esto como "pequeñas vacaciones".- me sonrió.

-Como quieras… -me estaba exasperando así que decidí dejar el tema a un lado y listo.

Después de algunos arreglos y informes, salimos del lugar, y como todo viernes por la noche nos encontraríamos con Pheobe y saldríamos a tomar un té o lo primero que se nos ocurra.


«Cecile. Escrita por Geraldine Pataki»

Esos eran uno de los tantos anuncios que leía en las calles.

Qué curioso, tanto que detestaba mi segundo nombre y ahora lo usaba para identificarme como la escritora que era. Ese era uno de mis mejores libros, la maravillosa historia de la Cecile farsante que se atrevía a tantas estupideces por amor.

- Helga, ¿te encuentras bien?-pregunto Lila quien me traía de mis pensamientos.

Ella estaba sentada frente a mí junto con Pheobe. Esta era una de las mejores cafeterías de la zona. A las 3 nos gustaban mucho los tés que vendían en el lugar, sin mencionar el ambiente y la vista de aquellas enormes ventanas.

-¿Sigues preocupado por lo de la Obra? – Pheobe se acomodaba los lentes.

- No, ya da igual… - en cierta parte si me preocupaba un poco aun.

- Te estaba preguntando sobre tus planes para víspera de navidad ¿tienes algunos planes?

- La verdad no, no tengo planes. No puedo volver a Paris hasta no presentar la obra. Si no hay problema me quedare contigo aquí en New York.- Sorbí mi té.

- Oh Helga, no estaré en New York. Viajare.-ella estaba muy apenada.

- Ahm ¿en serio?- observe a Pheobe - ¿Qué me dices tú, Pheps? ¿Aceptarías a una inquilina como yo? – le sonreí.

- Sabes que no tengo problemas y que la idea me encanta, pero… ya había decidido con Gerald tomar algunas vacaciones y viajar. –El remordimiento le pesaba, era muy notable.

Suspire. Ya me estaba entrando un poco de estrés.

Apoye mi cabeza a una de mis manos bajando la mirada.

- Pero puedes venir con nosotras, Helga. No hay ningún problema. –propuso enseguida a mi reacción.

- Y ¿A dónde irán? –subí mi mirada. Ellas se quedaron calladas.

- bueno, ambas… -Pheobe dudo unos segundos antes de continuar.- ambas regresaremos a Hillwood.

- ¿¡Que!? – Exclame mientras me acomodaba nuevamente a la silla.

- Si, Helga. Sé que no te agrada mucho la idea, pero es Navidad, y ambas queremos visitar a nuestras familias. –me intentaba convencer Lila.

- No. Vayan uds si quieren, no hay problema. Pero yo no volveré. Dije que jamás volvería a Hillwood y no soy persona que no cumpla sus palabras. – me cruce de brazos. Estaba más que decidida.

- Vamos, Helga. Es tiempo de compartir en familia. ¿Desde cuándo no ves a tus padres?

- ¿Eso qué importa? No volveré. Además, ellos me han ido a visitar, eso es suficiente.

- No queremos dejarte aquí sola.- rogo Lila.

- Nunca me ha molestado la soledad.- baje un poco el tono de mi voz, que ya empezaba a oírse altanero y voltee la vista a la ventana.

- Suficiente. Puedes dejar de esconderte, como una niña asustada, del pasado.- Dijo Pheobe cansada de la disputa. La observe, ella me miraba por encima de sus lentes. Eran de esas miradas de ella que había visto muy pocas veces en mi vida.

- No estoy huyendo de nada. – me defendí enseguida. Mire a Pheobe con firmeza.

- Entonces ¿a que le temes? –insistió.

- Ja, ¿soy persona de temerle a algo? – mi sarcasmo era tan notable, nada fuera de lo normal.

- Disculpa, no debía hacer la pregunta equivocada.- ¿Pheobe siendo sarcástica? ¿Qué mundo paralelo era este? - Dime, Helga ¿A quién le temes? – Hizo énfasis en el pronombre.

Yo quise responderle a la misma velocidad que le había respondido antes pero… no pude. Estaba segura de que se equivocaba… ¿estaba tan segura en realidad?

Y sin que yo lo hubiese pensado, mientras mi mirada estaba sobre la mesa, las palabras salieron de mi boca: no lo sé.

Continuara...


Espero que les haya gustado el primer cap, esta algo largo .-. no crei que fuera a salir tanto pero buej...

Como tengo pensado hacer cap + imagen en devianart me costara un poco subir, asi que el proximo cap tal vez sea para el Sabado (:

Pasense por devianart para que vean la imagen de este primer capitulo n_n el link esta en mi perfil. Besos.

God bless you!