NO ESTA NOCHE
N/T: Hola gracias por pasarse a leer esta fanfic que no me pertenece pero que amablemente me permitió traducir su autora Mrs-Imp. Estoy incursionando en el mundo de Canción de Hielo y Fuego y tenía que traducir esta historia al habla hispana al darme cuenta que no existe casi ningún fic en español acerca de la pareja de Tyrion y Sansa. Es una de mis parejas favoritas así que tengo algunos proyectos en mente. Por el momento espero disfruten de esta historia porque a mí me encanto leerla y mas traducirla.
¡Muchas Gracias!
N/A: POR FAVOR TOMAR EN CUENTA: ¡Disculpas por los errores gramaticales, di lo mejor pero el inglés no es mi lengua nativa!
¡Por favor sean gentiles!
¡Gracias a Catiepie182002 por la inspiración y la ayuda!
Sansa vio la enorme carroza real salir de la Fortaleza Roja desde la ventana. Una delgada capa de nieve invernal cubría el paisaje. El invierno se acercaba, al fin.
Joffrey, Margaery y media corte marchaban hacia Altojardín, para asistir a la boda de Willas Tyrell. Posiblemente estarían fuera de la ciudad aproximadamente un mes.
Sansa amaba las ceremonias de bodas (¡eran tan románticas, después de todo!) pero esta vez estaba feliz de tener una excusa para quedarse en Desembarco del Rey. Tyrion, su esposo, el Consejero de la Moneda, tenía que quedarse en la ciudad para resolver algunos problemas con el Banco Braavosi, y ella aprovecho la oportunidad de estar lejos de Joffrey tanto como podía.
Ya que se estaba haciendo insistente.
Ella pensó que su matrimonio la pondría libre de sus indeseadas atenciones, pero se había equivocado.
Él tenía miedo Margaery. Bueno, quizás no miedo de Margaery misma, pero sí de su familia. Los Tyrells estaban por todas partes: Loras estaba en la Guardia Real pero parecía preocuparse más por el bienestar de la reina que de la seguridad del rey. Ella tenía sus doncellas, sus informantes, incluso sus soldados. Joffrey no podía meterse con ella.
Así pues, recurría a Sansa, la pobre Sansa, la hija de un traidor, quien no tenía ninguna influencia, ni hombres, ni pajaritos que le susurraran secretos en la corte. No tenía protección.
Cierto, ella tenía a su esposo: su presencia era aun efectiva manteniendo alejado a Joffrey de ella. El joven rey tenía miedo de Lord Tywin también; pero ambos hombres estaban ocupados gobernando el país, imponiendo impuestos, librando una guerra. Ella no los veía a diario.
Margaery en realidad no la dejo unirse al grupo de primos de Altojardín como lo había hecho cuando pensaban que se casaría con Willas, sin embargo era lo suficientemente amable para invitarla a sus habitaciones de vez en cuando.
Pero aun así, la mayor parte del tiempo, estaba sola.
-Sé que aun eres doncella- Joffrey le había susurrado el día anterior. Ella se estremeció cuando sus labios gruesos como gusanos tocaron su oreja. Incluso su aliento era repugnante. –Creo que tendré que atender esto yo mismo, cuando vuelva de Altojardin.-
Le entro el pánico: no podía dejar que eso pasara. Prefería darle su virginidad al Perro (quien huyo de la ciudad durante la Batalla del Aguasnegras), o a Ser Dontos (que desapareció el día de la boda de Joffrey), o incluso al chico Luna. ¡Cualquiera menos Joffrey!
Se paseo por la habitación, nerviosa, como un león (¿o un lobo?) enjaulado. Tenía que encontrar una solución antes que Joffrey regresara.
Sansa sabía que tenía solo una opción: su señor esposo, Tyrion Lannister. El Gnomo.
Se estremeció ante la sola idea.
Recordó su noche de bodas: el estaba nervioso, incluso asustado, dolido ante su rechazo. Y feo, ¡tan feo!
Sansa se había acostumbrado más o menos a su rostro lleno de cicatrices, su ceño brutal y sus ojos dispares; después de todo ella no podía evitar verlo todo el tiempo. Pero pensar en sus piernas retorcidas bajo sus calzones, su cuerpo desproporcionado y en especial su miembro viril repugnante aun le hacían sentir nauseas.
Pero no tenía muchas opciones. El era aun el mal menor, comparado con Joffrey: ella no podía soportar la idea de convertirse en la amante del rey, y perder la poca dignidad y respeto que le quedaba en la corte.
Además, el Gnomo probablemente podría ser más gentil; no la lastimaría, al menos no a propósito y a lo mejor él lo haría rápido.
Cualquiera menos Joffrey, pensó de nuevo, histéricamente.
Esa noche, decidió esperar por él despierta.
En realidad no había hablado con su esposo por varios meses.
Tyrion pasaba todo su tiempo visitando cobradores de impuestos y banqueros, enterrado en su solar o en las bóvedas de la corona, tratando de hacer el balance del presupuesto de la corona. Ella sabía que él estaba pasando momentos difíciles reemplazando a Meñique, quien parecía hacer aparecer dinero de la nada. Pero Petyr Baelish había pedido prestado millones de dragones y ahora los acreedores estaban empezando a demandar los pagos de vuelta. El Gnomo se rompía la enorme cabeza tratando de encontrar dinero. Un Lannister siempre paga sus deudas, o eso decían.
Él trato de llegar a conocerla mejor, durante los primeros meses de su matrimonio: insistía en cenar juntos y trataba de hacerla hablar sobre su día, pero Sansa se sentía demasiado miserable y deprimida. No quería tener nada que ver con él.
Ahora se sentía menos desesperada, pues su esposo y ella habían descubierto que era más fácil no hablar.
Iban a los banquetes juntos y estaba a su lado en alguna que otra ocasión formal. Pero aparte de eso, rara vez se encontraban. Habían aprendido a evitarse el uno al otro, deslizándose a través de sus habitaciones compartidas como en una danza ridícula.
El acudía a la cama solo muy tarde en la noche, cuando Sansa ya estaba durmiendo y la dejaba muy temprano en la mañana. Cuando se despertaba, solo las almohadas arrugadas a su lado daban testimonio de su presencia.
Algunas veces, era fácil olvidar que ellos estaban casados en absoluto.
Lo espero por lo que le pareció horas interminables, cada vez más y más nerviosa conforme pasaba el tiempo.
Su doncella, Brella, la había ayudado a bañarse y a cepillarle el pelo. Sansa deseaba poder contarle su angustia secreta, pero no confiaba en nadie. Además, Brella no era muy habladora. Sansa recordaba a su otra doncella, Shae, quien era más ingeniosa, pero se había casado con un caballero, Ser Tallad, el año pasado y dejo de servirle.
Qué si él se rehusaba, pensó. No, él no podría nunca rehusar reclamar sus derechos. Probablemente no tenía muchas alternativas, horrible como era. Estaba más preocupada por el actual paso que daría de hecho.
El gnomo entro al cuarto casi dos horas después de la medianoche, cuando estaba medio pensando que no vendría en absoluto: abrió la puerta muy despacio, llevando sus botas en sus manos, cuidando de hacer el menor ruido posible. Sansa estaba en la cama, leyendo un libro en el que no podía concentrarse.
Pareció sorprendido cuando vio las velas encendidas.
-Oh.- dijo el –estas despierta.-
-Si.- respondió Sansa, poniendo el libro a un lado. Quería añadir algo más, pero no sabía que, así que simplemente se quedo mirándolo.
Él se cambió de ropa por unas de dormir. Sus movimientos eran rígidos y Sansa se dio cuenta que probablemente se sentía cohibido al desvestirse en su presencia. Seguía mirándolo, preguntándose cómo podría introducirse en el tema.
"Mi querido esposo, ¿te importaría tomar mi virginidad esta noche? ¿Rápido, por favor? Después podemos volver a ignorarnos el uno al otro. Gracias". No sonaba muy propio de una dama.
-¿Puedo ayudarte, Sansa?- pregunto finalmente, sonando perplejo. Sansa noto que ella había estado mirándolo todo el tiempo.
-No, mi señor…quiero decir, si en realidad. Si puede.- tartamudeo, bajando la vista.
El anadeo cruzando la habitación y se subió a la cama. Por qué si quiera no puede caminar correctamente, pensó Sansa, sintiéndose aun más miserable.
-Estoy a tu servicio, entonces.- dijo él, y la miro con curiosidad, esperando su petición.
Sansa respiro hondo:- Joffrey dijo que todos saben que aun soy doncella y eso no puede continuar, dice que él lo hará pero yo no quiero pero es el Rey y está loco y yo no sé qué hacer así que pienso que podríamos hacerlo antes que él vuelva de la boda porque estamos casados y tendremos que hacerlo tarde o temprano y dijiste que podríamos esperar y esperamos así que creo que podría ser esta noche.- hizo una pausa- con su permiso, mi señor.-
Tyrion parpadeo y la miro con incredulidad. La falta de nariz y la boca abierta le daban un aspecto como de pez, pensó Sansa.
-¿Qué…?- dijo finalmente.
¿No se suponía que él era el inteligente? ¿Por qué tenía que hacerlo mucho más difícil de lo que ya era?
-Necesito que tomes mi virginidad- repitió.
-Sí, lo entendí, pero ¿qué tiene que ver esto con mi sobrino?- ella noto un tono de ira en su voz.
Sintió las lagrimas picándole detrás de los ojos: -Joffrey, él…él dijo que lo haría…está loco, ¿sabes?- le espeto de una vez, arrepintiéndose de inmediato.
-Sé lo que es él- el asintió.
Sansa recordó la boda de Joffrey. El joven rey destruyo el regalo de bodas de su esposo, burlándose de él en frente de toda la corte. Pensó que Tyrion podría hacer algo estúpido, como abofetear a su sobrino o tratarlo como un niño tonto como hacía antes, pero por esa vez su esposo controlo sus acciones y su lengua. Sin embargo ella no olvidaba lo que vio en sus ojos esa vez.
-Joffrey es un lunático- dijo Tyrion- pero no debes tener miedo de él. El no puede lastimarte. Le hare…-
-No. No, no lo harás.- corto ella – ¡Es el Rey! El no tiene miedo de nadie, ¡incluso de vuestro padre! ¡Solía tenerlo pero ya no más! Y no podemos dejar la ciudad, no puedo ir lejos y…no estaré a salvo hasta que este hecho.-.
Las lágrimas ya corrían por su rostro.
Su esposo no dijo nada. Ella no pudo leer sus ojos de dos tonalidades.
-Mi señor- continuo Sansa- no será…como la última vez. Lo intentare, lo prometo. Hare lo que hay que hacer para llegar hasta el final. Cualquier cosa para escapar de Joffrey, incluso…-
El no trato de ocultar su amargura: -¿Incluso yo? Porque, debes estar realmente desesperada.-
Sansa no lo miro a los ojos. No podía negarlo.
Tyrion sacudió la cabeza, pero hablo mas gentilmente esta vez: -Esto es…no es la forma como debe ser. No es algo que se supone tengas que soportar, debes quererlo…
-Pero yo quiero…-
-No solo racionalmente, como tu mejor opción. Debes desearlo. Tanto con tu cuerpo como con tu mente.-
Se quedaron en silencio por un rato. Sansa no sabía que decir. Todas las cortesías que había aprendido no servían en esta situación.
-Vamos a la cama- dijo el finalmente. Apagaron las velas y se metieron bajo las sabanas.
Sansa cerró los ojos, pero entonces sintió los brazos de Tyrion abrazándola, haciéndola girar hacia él.
Él lo va hacer, pensó frenéticamente. Sabía que tendría que estar feliz al haberlo convencido, pero solo se sentía aterrorizada.
La abrazo con más fuerza, sus cejas casi se tocaban.
-Estas temblando- él se dio cuenta, y empezó a acariciar su brazo y su espalda. Sansa estaba demasiado nerviosa para moverse, así que se quedo ahí, rígida como una tabla.
-Relájate, mi señora- dijo después de un momento –no voy a tomar tu virginidad esta noche.-
-Oh.- ella debía probablemente protestar, pero estaba demasiado aliviada.
Continúo acariciando su espalda, sus brazos y su cabello. No estaba acostumbrada a estar tan cerca de Tyrion.
Era mejor en la oscuridad. "En la oscuridad, soy el Caballero de las Flores" recordó lo que le dijo.
Él es tan pequeño, pensó. Podía sentir sus pies contra sus rodillas. Era más o menos de la altura de Bran, la última vez que lo vio, cuando dejo Invernalia.
Bran había sido siempre su hermano favorito. Ella recordaba abrazarlo, cuando era pequeño, consolarlo después de una pesadilla. Su cabello olía tan bien, como leche y galletas de mantequilla.
Tyrion olía bien también, tenía que admitirlo. Como todas las personas en la corte, él se bañaba muy seguido (especialmente en comparación con los hombres del Norte, quienes no podían desperdiciar una gota de agua caliente en invierno), así que siempre tenía un aroma muy limpio. Ella respiro y olio jabón, tinta, brisa de mar y pan recién horneado.
No tenía mucho contacto humano desde Jeyne Poole, que había sido enviada lejos: Margaery y sus primas la abrazaban y besaban en las mejillas todo el tiempo, pero Sansa siempre mantenía las distancias.
No entendía porque Tyrion quería estar cerca de ella, si no iba a hacer nada, pero no importaba.
Pronto, se sumió en el sueño.
La mañana siguiente, Sansa despertó sola, como siempre.
Tomo su desayuno para luego dar un paseo por las murallas de la Fortaleza Roja. El castillo estaba tan vacio, pero disfrutaba caminar en los patios sin temor a encontrarse con Joffrey.
Después fue al Septo y rezo. Lo hacía por costumbre, ahora. Cuando su padre fue asesinado y Robb estaba en guerra contra los Lannister, solía rezar por su victoria, y por la seguridad de su familia.
Años habían pasado desde entonces, y sus oraciones nunca fueron contestadas.
No sabía por qué orar más. Quería que Stannis ganara, porque era enemigo de Joffrey y el enemigo de tu enemigo es tu amigo. Pero ella estaba casada con un Lannister ahora y no estaba segura que a Stannis le importaría la diferencia entre ella y ellos.
Oyó rumores acerca de una reina extrajera que poseía dragones, pero sonaban mas como leyendas que hechos reales. Sansa a menudo fantaseaba con Joffrey siendo quemado vivo y siendo devorado por un dragón. Le gustaba la idea.
De todas formas, aun le gustaba ir al Septo: había algo extrañamente reconfortante en el incienso, las repetidas oraciones, las canciones. Era fácil bloquear todas las ideas su mente, y dejar que los cantos ocuparan sus actuales pensamientos.
No regreso a sus aposentos hasta la noche y se sorprendió al casi chocar con Podrick, el escudero de Tyrion, quien llevaba un plato de cordero en costra de hierbas en una mano, y un gran plato de lo que parecía pasteles en la otra.
-Mi Lady. Sansa. Lady Sansa. Lady Lannister.- la saludo, mirando algún punto entre sus pies.
-Es bueno verte, Podrick. Te has puesto muy alto.- dijo ella, cortésmente.
Era verdad: desde la última vez que lo vio, había crecido al menos medio pie. Tenía casi 6 pies de altura, pero era todavía muy flaco y extremadamente tímido.
-¿Esta mi señor esposo cenando en el solar esta noche?- pregunto.
Podrick asintió:- No. Quiero decir, si. En el solar. Esperando. Por usted. Quiero decir, por usted mi señora.-
Eso fue inesperado: ellos usualmente tomaban sus comidas por separado, a menos que hubiera algún evento que demandara la presencia de ambos. Recordaba las noches largas e incomodas de los primeros días de su matrimonio. Había una razón para que ellos pararan de infligirse eso a sí mismos.
Sansa entro en el solar, y encontró al Gnomo sentado en la mesa, leyendo un grueso rollo de pergamino, y luciendo preocupado.
Levanto la mirada cuando la oyó y se levanto de la silla.
-Pensé que podríamos cenar juntos esta noche- dijo, sonando vacilante- para hablar.-
-Es una encantadora idea, mi señor esposo- contesto Sansa, como se esperaba de ella.
En realidad, ella no pensaba que fuera una buena idea en absoluto. Preferiría tener algo de fruta, pan y queso para comer ella sola antes de pasar la noche leyendo una novela.
Tyrion la miro tranquilo a pesar de todo, así que se sentaron y empezaron a comer.
-¿Cómo estuvo tu día?- el pregunto.
Oh no, pensó Sansa, aquí vamos de nuevo. Se lamento a medias haber hablado con él la noche anterior. No quería que fuera su amigo; estaba perfectamente satisfecha con la forma en que habían establecido su hogar. La indiferencia era perfecta para ella.
-Estuvo bien, mi señor- respondió ella- Muy tranquilo.-
Un silencio incomodo lo siguió.
-¿Consiguió encontrar una solución al problema del banco, mi señor?- se obligo a decir.
Tyrion sacudió la cabeza:- No, en realidad no. Necesitamos prestarnos más dinero, pero no podemos pedir más impuestos a la población. El invierno ha llegado, no va a haber cultivos por un tiempo. El comercio está también en juego, porque las tormentas están bloqueando los barcos en los puertos. Y ahora también el banco de Braavos está presionando a la corona a pagar las deudas.-
Sansa nunca había sido muy buena con los números y figuras; Arya era mucho más proclive a esos aspectos prácticos de la administración de un hogar, recordó con una punzada de culpa. No pensaba en su hermana tanto como debería.
Pero esto, sí que podía entender.
-Perdone, mi señor pero…los Lannister son la más rica de las casas en los Siete Reinos. Seguramente, vuestro padre podría prestarle la cantidad de dinero que necesita la corona…- objeto.
Tyrion rio entre dientes con amargura:- Bueno, si, precisamente fue eso lo que pensaba también. Resulta que el honorable lord Tywin es en realidad mi más fiero acreedor. Presto a Meñique una fortuna durante el verano, y ahora con el invierno lo quiere de vuelta, con intereses.- trago un sorbo de vino.
-La verdad es, que quiere hacerme fallar. Quiere mostrar a todos que ha estado en lo cierto acerca de mí. Ha estado tratando de buscar una oportunidad para deshacerse de mí desde el principio.-
Sansa hizo una pausa para ordenar sus pensamientos por un momento. El desprecio de Lord Tywin por su hijo menor era imposible de ignorar. No hacia un gran esfuerzo por ocultarlo, la verdad.
Cersei ciertamente odiaba a Tyrion, y Joffrey…bueno, ella a menudo tenía la impresión que tío y sobrino podrían fácilmente matarse uno al otro, si tuvieran la oportunidad.
Sansa sabía que Tyrion era un Lannister. Uno de sus captores. Ella sabía que no podía confiar en él.
Pero, ahora, creía que él era un prisionero casi tanto como ella. Recordó la forma en que fue tratado en el banquete de bodas de Joffrey, obligado a actuar como copero del Rey, ante las risas de la corte entera.
No estuvo particularmente impresionada en ese momento (estaba esperando escapar con Ser Dontos, lo cual no sucedió de hecho), perdida en su propia miseria para preocuparse por alguien más.
Él se veía…solitario. Se dio cuenta que había pasado la mayor parte del tiempo solo.
Excepto Ser Bronn y Podrick, quienes estaban a su servicio así que en realidad no contaban, y Varys, quien se aseguraba de mantener contacto con todos, rara vez lo vio con amigo alguno.
En los banquetes, Sansa y Tyrion se sentaban en una esquina, y simplemente intercambiaban con los otros invitados las cortesías necesarias. Evitado incluso por su esposa, pensó con culpabilidad.
Eso la hizo sentirse un poco mas predispuesta a él.
La comida fue buena, después de todo. Sansa realmente nunca había conversado con Tyrion antes, y ella noto que podía ser muy interesante. Después de años escuchando los chismes monótonos de la Fortaleza Roja, era como respirar aire fresco. Tenía un don para explicar temas complicados de manera correcta, y Sansa lo encontró fascinante.
El no piensa que sea estúpida, se dio cuenta. Cersei y Joffrey le habían dicho cuan tonta era tantas veces que empezaba a creerlo.
Descubrió que tenían intereses en común. Ella había leído todas la novelas que había encontrado en la Fortaleza Roja, y él…aparentemente había leído todas las historias de las que había oído hablar. Y parecía verlos desde una perspectiva diferente de la que ella pensaba.
-Yo creo que Florian era un poco pavoroso.- dijo él, provocando su indignación.
-¿Cómo puedes decir eso?- protesto- Es uno de los cuentos mas románticos que fueron jamás contados.
Tyrion sonrió ante su indignación:- He estado en Poza de la Doncella, y te aseguro: no puedes pasar solo porque si por ese estanque. Tienes que ir allí con un propósito. Me pregunto cuántas doncellas el habrá espiado ahí. Quizás era una costumbre suya. ¡Muy pavoroso!-
Sansa se rio:- No te creo.-
El teatralmente puso sus manos sobre su corazón:- ¡Lo juro, por mi honor de Lannister! Y si alguna vez ves a un tonto espiándote, deberías llamar rápido a los guardias antes de que arranque a tocar su…arpa.-
-¿Supongo que no te gustan los cuentos románticos, entonces?- pregunto.
No dijo nada por un momento:- Supongo que sí, yo solo…pienso que el amor debe ser…no sé. Más mutuo, creo.-
Sansa no sabía que decir.
Él miro por la ventana:- Deberíamos ir a la cama. Ya paso la hora de la luna.-
No se había dado cuenta de lo tarde que era.
Sansa se desvistió nerviosamente, sin mirar a Tyrion. Temblando por el aire frio del cuarto.
Apuesto que él lo hará esta noche. Pensó. Nada lo detenía. Ella incluso mostro que podía ser lo suficientemente amable en su presencia. ¿Qué más podía pedir?
Tyrion subió a la cama y apago la vela. Entonces la abrazo de nuevo, al igual que la noche anterior.
Está a punto de hacerlo, medito. Podía sentir su corazón golpeando en su garganta. No estaba tan asustada como la noche anterior, pero aun se sentía extremadamente nerviosa.
-¿Cómo cuánto nieva en Invernalia?- pregunto él, deslizando sus dedos a través de su pelo.
Sansa creyó por un momento que había oído mal:- ¿Disculpe, mi señor?
El suspiro:- Mi nombre es Tyrion, por favor. Puedes llamarme por mi nombre, al menos cuando estamos en la cama.-
Ella asintió.
-Te he preguntado acerca de Invernalia. Recuerdo que era un imponente castillo. Me pregunto cómo podría verse ahora, bajo la nieve.-
Sansa estaba confundida: la septa Mordane le decía todo acerca de la unión de un hombre con su esposa, y estaba bastante segura que eso no involucraba mucha conversación. ¿Qué es lo que quería?
-Solíamos tener nieve, algunas veces, también durante el verano.- dijo de todos modos –Me despertaba en la mañana, y mirar por la ventana y encontrar todas las torres cubiertas de blanco. Era bastante hermoso.-
Había evitado cuidadosamente pensar en Invernalia durante esos años. Era demasiado doloroso. Quería bloquear todos los pensamientos de hogar de su mente, de lo contrario podría estallar en lagrimas. Pero ahora se encontró con que no le importaba. Era un recuerdo reconfortante.
-Debe de ser muy frio-. Su mano frotaba su hombro ahora. Hubiera sido una sensación agradable, si no estuviera tan nerviosa.
-Oh no. Hay agua caliente en las paredes. En realidad es más cálido que aquí.-
Pudo sentir su ceño fruncido:- ¿Agua en las paredes? ¿Cómo es eso posible?-
Sansa trato de recordar. Nunca había estado muy interesada en el funcionamiento del sistema de calefacción, con tal que sus habitaciones estuvieran calientes.
-Creo que hay un estanque de agua caliente en los cimientos.-
-¿De dónde viene el agua caliente? ¿Se calienta con fuego?
-No, viene del suelo, es agua termal.-
No sabía si él estaba realmente interesado en las tuberías de Invernalia o si solo quería hacerla hablar para aliviar su tensión.
Tyrion la beso en la frente, luego en las mejillas, y luego suavemente en los labios. Sansa se congelo. Era la primera vez que ellos se besaban después de la ceremonia de bodas.
-Buenas noches, Sansa-
No supo que contestar por un momento.
-¿Pero…no vamos…?- objeto, sintiéndose confundida.
Su marido bostezo:- No esta noche. Duerme un poco ahora, ¿bueno?
Ella escucho su respiración siendo cada vez más y más regular, hasta que estuvo definitivamente dormido.
Su corazón dejo de golpear tanto, y yacio en la cama escuchando los sonidos de la noche.
El aire en la habitación era frio, y se sentía bien estar bajo las mantas. Comenzó a apreciar la sensación de calidez, y seguridad.
El cuerpo de Tyrion era pequeño pero parecía producir una cantidad de calor, y Sansa se encontró apegándose más cerca de él. Era cálido y olía a limpio.
¿Cómo era posible que alguien tan feo se sintiera tan bien al estar a su lado?
Casi dos semanas pasaron. Sin Joffrey, Cersei y toda su horrible familia, la Fortaleza Roja era actualmente un buen lugar para estar en el. Estaba lleno de cuartos, corredores, puentes cubiertos, patios ocultos, jardines.
Siempre había sido cuidadosa al evitar caminos desconocidos (siempre temiendo poder encontrarse con el rey o uno de sus hombres que podrían llevarla de vuelta a sus habitaciones), pero ahora sentía curiosidad.
Sabía que era vigilada (allí habían siempre sirvientes y doncellas rondando, y los Dioses sabían cuantos eran pajaritos de Varys) pero aun así era una sensación liberadora.
Tyrion siempre estaba ocupado durante el día, pero ellos siempre se encontraban para cenar: las veladas no eran nada malas como solían ser. De hecho ella estaba empezando a esperar ese momento todo el día.
Quería preguntar en las cocinas por platos específicos y escoger vestidos que la hicieran ver más bonita.
No le importaba estar sola, pero era bueno tener alguien con quien hablar, también. Y Tyrion era divertido, culto, interesante.
Pero no quería tomar su virginidad. Él la besaba en las mejillas y los labios y la abrazaba cada noche, pero nada más.
Cada noche la dejaba con una sensación de alivio mezclado con expectativa frustrada, y eso la hacía sentirse aun más confusa.
"No esta noche" continuaba diciendo. Pero entonces, ¿cuándo?
¿No soy lo suficientemente bonita? Se ponía a pensar, considerando su reflejo frente al espejo.
¿Por qué ella se tenía que preocupar? ¡Él era tan feo, que debería estar más que contento con una esposa tan hermosa!
Pero de nuevo, quizá no fuera tan horroroso después de todo. Cierto, el era pequeño y caminaba de una forma graciosa, y sus facciones parecían un poco aplastadas, y luego estaba la horrible cicatriz…pero a veces, solo de vez en cuando, Sansa se encontraba fascinada por la forma en que la luz de la vela se reflejaba en su cabello.
En realidad tenía un hermoso cabello: más suave que el oro, abundante, suave como la seda. Sabía eso porque paso sus dedos a través de él un par de noches atrás…no pudiendo resistirse.
Además, tenía una voz rica y baja. Era gracioso como esa voz varonil podía venir de un hombre de su tamaño. Y también sus ojos, se dijo en un segundo pensamiento…
¿Sansa, qué pasa contigo? ¡Es el Gnomo! ¡El hombre más feo de los Siete Reinos!
Quería gritar. Nada tenía sentido ya.
Ni siquiera me besa apropiadamente, pensó, con fastidio y un toque de tristeza.
Parte de ella se sentía incomoda con la idea (¡Es el Gnomo!), pero también quería saber que se sentía.
Jeyne le conto todo acerca de su primer beso. Se había besado con un escudero, un hombre de los Baratheon, durante su viaje a Desembarco del Rey. Ella le conto la extraña sensación con la lengua del hombre y que era raro al principio, porque sus narices se chocaban.
Al menos no tendría ese problema con Tyrion. Solo una semana antes ese pensamiento la habría hecho sentir miserable, pero ahora de alguna manera la hizo reír en su lugar.
De repente, un siniestro pensamiento cruzo su mente: tal vez el no podía cumplir sus deberes maritales en absoluto. Estaba todo deformado, incluso sus piernas no funcionaban correctamente, así que quizá lo que había entre ellas entonces tendría problemas también.
Ella recordó que en su noche de bodas él se veía definitivamente…capaz, pero había pasado mucho tiempo desde eso. ¿Quién sabia…?
Todavía podría tener su beso, decidió. Un beso real.
Esa noche, bebió una par mas de copas de vino al que estaba acostumbrada, sintiéndose audaz y un poco maliciosa.
Cuando Tyrion le dio el beso de buenas noches, ella coloco una mano detrás de su cabeza y sostuvo su cara cerca a la de ella, sintiendo su barba contra su mentón. Entonces abrió su boca contra la suya y con vacilación humedeció sus labios, sintiendo la cicatriz donde una parte de su labio había sido cortado. No estaba segura de que se suponía debía hacer a continuación y espero que el sí.
Él se detuvo por un momento y Sansa entro en pánico: ¿que si él nunca había besado a alguien, tampoco? ¿Que si él no sabía que hacer a continuación? ¡Quien podría besar al Gnomo, es tan horrible!
Pero entonces ella sintió su lengua deslizándose dentro de su boca: en una danza con la suya y sabia tan dulce… Su propia lengua estaba rígida al principio, pero después de un rato ella se relajo y empezó a disfrutar el beso.
Sansa se sonrojo y se sintió mareada. Tyrion inesperadamente era un buen besador: bueno, en realidad ella no tenía mucha base para comparar, pero se sentía tan bien… Instintivamente presiono su cuerpo contra el de él y sintió una presión inconfundible contra su vientre.
¡Si puede!
La revelación la hizo sentir parte asustada y parte excitada.
Tyrion la empujo suavemente sobre su espalda y luego desplazo su peso sobre ella. No era muy pesado, en realidad.
Sucederá esta noche, estaba segura. Tal vez no iba a ser tan malo, después de todo.
Tyrion la beso en el cuello y cerca de las orejas, enviando escalofríos que recorrían su espalda, y la sostuvo más cerca.
Sus movimientos eran más urgentes ahora: ella podía sentir su corazón latiendo más fuerte que el de ella, mientras su mano trazaba una línea desde su cuello a sus brazos y cogió un de sus pechos, apretando más que acariciando.
Sansa dejo escapar un grito ahogado y Tyrion se alejó rápidamente.
-Lo siento- murmuro, sonando sin aliento.
-No. No. Está bien, mi s…Tyrion- respondió ella, no sabiendo si era solo por cortesía o si era realmente sincera.
Su toque nunca había sido otra cosa que inocente antes y el cambio repentino la había sorprendido…pero no había sido del todo desagradable, tampoco.
El no dijo nada, y Sansa comenzó a lamentar su reacción.
-¿Vas a tomar mi virginidad ahora?- dijo finalmente.
Tyrion sonó sorprendido:- No. No esta noche.-
Sansa no sabía si eran buenas noticias o no.
-¿Podemos besarnos un poco mas de todos modos?- le pregunto.
No podía verlo en la oscuridad de la habitación, pero había una sonrisa en su voz.
-Como mi señora ordene.-
Más tarde, cuando estaba a punto de dormirse, pensó que le gustaría decirle a Jeyne sobre su primer beso, pero no sabía nada de ella por años, desde que el Rey la enviara lejos.
Entonces se dio cuenta que no había pensado en Joffrey durante días.
N/T: Gracias a los buenos consejos y llamadas de atención de algunas lectoras he editado los capítulos corrigiendo ciertas faltas de ortografía. Un tirón de orejas para mí y mi pereza al escribir. ¡ouch! En lo posterior evitare hacerlo y espero mejorar con el tiempo. ¡Lección aprendida! ¡Se los agradezco mucho!