Beteado por Gaby, mi reina muchas gracias, sabes que sin ti no podría hacer nada, te quiero3
A Bella inmediatamente se le nubló la vista y sintió que su respiración cada vez era más dificultosa, no daba crédito a lo que estaba viendo.
Sin saber cómo reaccionar optó por la forma más sencilla; huir.
En silencio salió del baño, ellos estaban tan concentrados que ni se percataron de la presencia de ella. Salió y una vez fuera del despacho corrió al elevador.
Ella tenía la duda sobre si Edward estaba con alguna amante, pensarlo no era tan doloroso como vivirlo, no sabía qué hacer.
Una vez fuera no pudo contener las lágrimas y empezó a llorar, quería que eso fuera una pesadilla, que no fuera verdad, que Edward no le estuviera siendo infiel.
La primera opción que le llegó a la mente fue abandonarlo, de todas formas ella era joven, podría rehacer su vida fácilmente, pero no, era tan masoquista que no quería dejarlo, al parecer había perdido la dignidad.
Empezó a caminar sin un rumbo fijo; con lágrimas amargas corriendo por su rostro, con el corazón desgarrado. No entendía por qué Edward le había sido infiel, es cierto que ella no tenía ese cuerpo de infarto como el de Tanya pero Bella lo amaba, hacía lo que fuera por él.
Se sentía que ya se moría, que la vida ya no tenía sentido, estaba decepcionada; porque no creía a Edward capaz de eso, dolida porque ella lo amaba, él era su vida, ella estaba dispuesta a hacer lo que él le pidiera.
La vida ya no tiene sentido; solo eso pensaba Bella, quería morirse y no sabía qué hacer con lo que acababa de ver.
Sin tener en claro lo que haría se dirigió a su casa, una vez dentro de ella se tumbó al suelo, gritos desgarradores salían de su garganta, gritaba y las lágrimas cada vez se hacían más abundantes. Cuando sintió que habían pasado horas, se levantó y fue a ducharse, tenía un plan, ella no era juguete de nadie, merecía ser respetada y amada.
Una vez duchada y cambiada se acostó a ver televisión, se sentía como la mierda, pero tenía que hacer como si no sabía nada. Escuchó la puerta de la entrada cerrarse, su respiración se aceleró pero rápidamente intentó relajarse; él no tenía que notarla diferente.
Entró a la habitación y la observó, ella no hizo nada, no sonrió ni nada, solo lo miró y regresó la mirada al televisor, Edward se fue directamente al baño. Bella escuchó que se estaba duchando y respiró más tranquila, sabía que con él cerca no podría estar mucho tiempo haciéndose la fuerte.
Edward salió duchado y con una toalla al rededor de su cintura, llegó al armario y se quitó la toalla, Bella inmediatamente volteó a ver a otro lado; le daba asco verlo desnudo después de semejante show que estaba haciendo con Tanya.
Sintió la mirada de él fijamente en ella, se puso nerviosa pero trató de disimularlo.
Edward se acercó lentamente a la cama, se acostó y empezó a acariciarle la pantorrilla; Bella se tensó inmediatamente y le apartó la mano, el insistió y le empezó a tocar los muslos y besarle el cuello
—Edward, no—susurró Bella con lágrimas en los ojos, le dolía rechazarlo pero no iba a ser estúpida
Él inmediatamente se detuvo y la miró con furia en los ojos, examinándola
—¿Por qué no? —preguntó con la voz contenida.
—Estoy indispuesta —continuó ella con la voz más fuerte, queriendo parecer segura.
Edward solo la observó y se sentó en la cama.
—¿Ya me tienes la comida preparada? —Preguntó viéndola con rabia, Bella sabía que estaba enojado porque lo había rechazado, pero ella no iba a caer en su juego.
—¿Eres sordo o qué? —Contestó Bella con la mirada fría, estaba furiosa, él no tenía derecho a tratarla como si fuera su sirvienta— Te dije que estoy indispuesta ¿no sabes el significado de eso?
Edward no contestó, solo la observó con más rabia que antes. Él solo se levanto de la cama y se dirigió al estudio, prefería estar trabajando que soportándole el mal humor a Bella.
Cuando Bella despertó a la mañana siguiente eran las diez de la mañana, seguramente Edward ya se había ido a trabajar, era un adicto, o ya entendía por qué razón le gustaba tanto el trabajo.
Se despertó con un dolor de cabeza muy fuerte; de tanto llorar seguramente. Intentó que su día fuera normal, tratar de olvidar un poco lo que había visto, aunque era imposible.
Preparó su desayuno y al terminar de comer se alistó para salir, tenía que demostrarle a Edward que ella podía divertirse sin él.
Llamó a Riley y charló un rato con él, no le contó lo que había visto, si le contaba seguramente Riley iría a matar a Edward, además que eran problemas de matrimonio, nadie tenía que enterarse.
Salió dispuesta a hacer un cambio—para su propio bien— Así Edward se enteraría de lo que se perdió
Cuando llegó al salón de belleza se sentía con otros ánimos, más segura de sí misma y más confiada.
Entró y rápidamente la recibió una mujer Rubia y de ojos claros, muy bonita
—¡Hola! —le saludó alegremente la rubia
—Hola—contestó tímidamente Bella— Necesito un cambio de look—murmuró
—¡Vienes al sitio indicado! —Chilló— Por cierto, mucho gusto, soy Emma —continuó.
—Un placer Emma, yo soy Bella
—Bueno, Bella, empezaremos con tu transformación. —Dijo alegremente Emma
Bella pasó casi todo el día en el salón, quería cambiar su estilo, por uno que la hiciera ver más bonita.
—Bella, hemos finalizado. —Dijo Emma poniéndose frente a ella, lentamente Emma volteó a Bella para que quedara frente al espejo.
Bella se sorprendió con lo que miró, era tan distinta a como llegó unas horas antes. Su cabello largo y sin gracia mejoró, se lo cortaron un poco y se lo alisaron completamente, le cortaron un poco de enfrente, tirándole ese pelo del lado izquierdo, quedándole un perfecto flequillo. Le depilaron las cejas y se las dejaron hermosas.
Su cara se veía mejor; la maquillaron un poco, para que su rostro le agarrara un color suave pero bonito, sin quitarle la belleza natural.
Le hicieron manicure y pedicure y también le decoraron las uñas, ahora solo faltaba el atuendo.
Salió del salón de belleza e intercambió número con Emma, ella prometió llamarla, se miraba que era una buena chica.
Llegó al centro comercial y empezó a probarse ropa, vestidos y faldas cortas especialmente, no quería verse como una cualquiera, pero quería verse sexy, y lo conseguiría.
Bella nunca había sido interesada pero dadas las circunstancias tenía que comprar muchísimo, de todas formas Edward ganaba miles diarios, con un día que trabajara para satisfacerle los caprichos a ella no habría problema.
Salió del centro comercial pasadas las nueve de la noche, Edward no la había llamado, seguramente estaba con su amante.
Bella intentó que eso no le afectara pero era imposible, sentía como se le desgarraba el corazón lenta y dolorosamente.
Como no tenía prisa en llegar se fue a cenar ella sola, de todas formas no había nacido acompañada para necesitar a alguien para hacer todo.
Comió despacio, saboreando la comida, tratando de pensar en cosas lindas, como todas las veces que había estado divirtiéndose con Riley, aunque ella no lo admitiera sentía una atracción por él.
Cuando sus pensamientos iban por otro rumbo decidió dar por finalizada su cena.
No tenía ánimos de llegar y ver a Edward así que mejor se fue a caminar un rato por el parque, veía la gente caminar, las parejas enamoradas se veían felices, como una pareja perfecta.
Sin saber cómo empezó a llorar, ella quería que Edward fuera cariñoso con ella, que la amara, que la hiciera sentir mujer y amada. Saber que alguien la amaba y valoraba. Pero no, Edward no la valoraba y mucho menos la amaba.
Se sentó en el columpio del parque y empezó a balancearse, tenía el rostro bañado en lágrimas, no aguantaba el dolor en su pecho, quería dejar de sufrir.
—¿Por qué lloras hermosa? ¿No te han dicho que las princesas nunca lloran? —Preguntó una voz masculina que desconocía
Bella levantó el rostro e inmediatamente quedó sorprendida al ver quién le estaba hablando.
—Emmett —Susurró perpleja
Sé que está corto pero no podía hacerlo más largo xD lo prometido es deuda, 2 semanas3 espero que les haya gustado y lo que piensen déjenlo en un rr3
nos leemos en dos semanas :D