Título: Vistas.
Fandom: Mass Effect.
Personajes: Shepard.
Palabras: 620.
Advertencias: situado durante el arresto de Shepard, pre-ME3.
Notas: headcanon de mi Jane Shepard sobre su pasado en la Tierra, antes de unirse a las bandas.
A pesar de su arresto, Shepard disfrutaba de ciertas comodidades mientras se preparaba su juicio. No eran lujos innecesarios; se reducía a una sala privada de ejercicio donde al menos podía descargar rabia y adrenalina a partes iguales corriendo en una cinta, haciendo flexiones o levantando pesas. Le ayudaba a mantenerse en forma; sin embargo, ése no era el motivo principal por el que a Shepard le gustaba ese lugar. Nada más entrar en el pequeño gimnasio, un ventanal acristalado la recibía bañando la sala con toda la luz de la mañana. A través de ese cristal podía observar gran parte de Vancouver, bulliciosa y repleta de gente y transbordadores que pasaban entre los edificios nuevos y viejos. La mezcla del gris metálico y el verde le daba un aspecto de refugio, acompañado por el agua que bañaba la estrecha bahía a la que miraba el edificio de la Alianza. A veces, Shepard abría parte de la ventana y dejaba que la brisa y el sonido del agua se colasen en su cárcel de oro.
No fue hasta unas cuantas visitas después que Shepard empezó a recordar conforme sus ojos se clavaban en ciertos puntos de la ciudad. Mientras corría en la cinta las imágenes de su infancia acudían con más y más frecuencia a su mente. Hacía años que no pensaba en su vida antes de la Alianza, y muchos menos en cuando era una simple niña inquieta y rebelde de un orfanato de Vancouver. Shepard no recordaba nada más antes del orfanato y de la señora Fairfax, la anciana inglesa que había cuidado de ella y de otros tantos niños. Podía ver la calle estrecha y poco transitada donde se encontraba el lugar, tan alejado y distinto del aire de gran metrópolis que tenía la ciudad. Ni siquiera era un orfanato grande; tan sólo una casa antigua, del siglo XX, que la señora Fairfax se negaba a abandonar. Aquella mujer había dedicado su vida a los niños huérfanos por pura devoción, y había sido dura y cariñosa con todos ellos a partes iguales. Shepard tenía memorias agradables que dejaban paso poco a poco a otras más amargas, especialmente con su huida. A veces se preguntaba si había menospreciado todo lo que esa señora había hecho por ella; pero la jovencita Jane Shepard había sido bastante incorregible y terca, y eso le había pasado factura años después.
Con cierto sentimiento de culpabilidad, Shepard se preguntó si el orfanato seguiría abierto y si la señora Fairfax viviría aún. No había vuelto a Vancouver desde que escapó de allí, y su regreso con arresto incluido no le permitía salir y comprobarlo por sí misma. Le habría gustado pasar a saludar, si es que se acordaba de ella; darle las gracias, pedirle perdón por haber sido una niña tan difícil y por haberse escapado. Probablemente eso le había acarreado problemas, lo cual aumentó la sensación de culpa por lo que había hecho. No estaba en disposición de hacer nada, así que pensó que quizás enviar un mensaje privado por Extranet sería la mejor opción. La señora Fairfax era una mujer antigua más que anciana, anclada en un mundo donde la galaxia seguía siendo misteriosa; pero incluso ella tenía que haber cedido a la tecnología y tener una conexión a Extranet decente en lugar de Internet. Le pediría ayuda al teniente Vega, aunque sabía que cualquier cosa que escribiese pasaría por decenas de manos antes de ser entregado; ésa era su situación y haría mejor en tratar de lidiar con ello.
Con las imágenes lejanas de aquella casa, de los niños correteando y de la señora Fairfax leyéndoles en voz alta, Shepard continuó contemplando las vistas inmensas de Vancouver a través del ventanal.
-fin-