CONFIAR

Habían pasado cinco días desde que regresó a la vida de Rachel, cuatro de los cuales se había dedicado en cada momento que tenia libre a cuidar de su hija, y se había dado cuenta de algo realmente importante; su hija era un bebé feliz.

Eran muchas mas las veces que sonreía por cosas que a veces solo significaban mirar a sus mamas o sus tías, que las veces que estaba seria, y si la había juzgado mal por llorar tanto al pedir por su comida, eso fue solo el primer día, ya que los días siguientes notó lo tranquila que era realmente. Incluso cuando hacia algo mal, su hija solo la miraba como diciéndole "Tu puedes mamá, inténtalo de nuevo", con una paciencia que ninguna otra persona había tenido con ella, excepto Rachel.

Saber que Emeli había sacado de ella solo el color de los ojos, la piel clara y el cabello casi rubio, la había reconfortado más de lo que hubiese querido admitir.

Si pensó antes que Rachel había completado su vida, Em la había desbordado, pero de felicidad.

"I am learning to get dressed
I'm learning what to do!
This is how I put on my shirt
This is how I pull on my pants
This is how I pull up my socks
This is how I slip on my shoes"

Las canciones que se había aprendido para Em habían sido un éxito. Emeli la miraba embobadisima al tiempo que balbuceaba o reía cuando la escuchaba silbar al terminar cada frase de la canción.

No podía evitar reír de felicidad con ella cuando escuchaba a su bebe reír con ella, haciendo que la canción le saliera un poco mas torpe de lo que debería ser.

Era la primera vez que cuidaba de Em ella sola, y la verdad no había sido tan aterrador como ella creía, excepto cuando Rachel había desaparecido por la puerta y unos minutos después, Em había notado que su madre ya no estaba, entonces se largó a llorar como si se le fuera la vida en ello.

Ya le habían advertido que eso era algo que ocurría todos los días, así que trató de controlarse y hacer olvidar a su pequeña que su madre ya no estaba ahí.

Así es como se le había ocurrido buscar en la laptop de Santana canciones para bebes mientras Em miraba los dibujos de la mañana en la mecedora, y había descubierto un mundo desconocido para ella hasta entonces.

El mundo de los bebes.

Parecía que los padres habían creado un mundo paralelo en la internet grabando a sus hijos riendo, gritando, diciendo que si, diciendo que no, haciendo pucheros, no haciendo nada en absoluto…

Amaba a su hija y le gustaba disfrutar de todo lo que esta hacia, todo le parecía emocionante, pero no pensaba compartirlo con todo el mundo.

"I am learning to get dressed
I'm learning what to do!
This is how I put on my blouse

This is how I pull on my skirt
This is how I pull up my socks
This is how I slip on my shoes"

Terminó de vestir a Em, que luego de un baño estaba más relajada que nunca, y se fue con ella al sofá mientras esta seguía balbuceando feliz. La dejó sobre la mecedora mientras iba en busca de un biberón y lo dejaba en el agua que había estado calentando.

Eran casi las dos de la tarde y en una hora y media se iba a trabajar, pero Rachel llegaba a las dos y le había dicho que se quedase a comer con ella, así que tenía tiempo para hacer dormir a Emeli.

Eran las dos y quince minutos cuando escuchó el sonido de las llaves y vio la puerta abrirse con mucha lentitud. Se había acostumbrado a que las chicas hicieran eso, dado que Em podía tomar una siesta en cualquier momento del día y nadie quería despertarla.

Vio a Rachel traspasar la puerta y esta le sonrió al instante.

La morena bajó la mirada hacia los brazos de Quinn y al notar que Em estaba durmiendo plácidamente, soltó un suspiro de alivio.

-No creíste que lo iba a lograr – Susurró Quinn en broma a Rachel al ver la reacción de esta.

Rachel volteó los ojos con diversión – Claro que si, solo pensé que te iba a dar mas trabajo, pero sabía que podías hacerlo.

Quinn se cohibió ante la sinceridad que vio en sus ojos – No fue nada difícil, es mas tranquila de lo que yo creí.

-Lo es, lo bueno es que te ha visto desde hace cinco días. Mientras mas tiempo pases con ella mas se va a acostumbrar a que seas tu quien la cuide – Rachel se acercó y se agachó lo suficiente para dejar un suave beso sobre la cabecita de Em – Hola cielo – le susurró bajito aun sabiendo que la bebe no iba a escucharla.

-Hola – susurró Quinn ganándose un leve empujón en el brazo que la hizo reír.

-Pasé por algo de comida a un chino que queda aquí cerca, espero que no te moleste – le dijo a Quinn mientras caminaba hacia las bolsas que había dejado a un lado de la puerta, bolsas que Quinn había pasado por alto hasta ese momento.

-Amo la comida china – dijo Quinn con toda seriedad que pudo.

-Lo se – Rachel le sonrió en complicidad – Lo recuerdo muy bien, también amas el helado de chocolate, las nueces, los waffles…

-Oh… Los waffles – gimió Quinn – Como extraño los waffles.

-No seas tan dura contigo misma, incluso yo como waffles una vez al mes – admitió Rachel casi avergonzada por decirlo en voz alta.

-Es que no puedo parar si los como una vez, es como pedirle a un niño que deje de comer el chocolate que tiene en la mano, es imposible – Rachel rió levemente negando con la cabeza, aunque le daba totalmente la razón a la rubia.

-Y una vez mas ya sabemos de donde lo sacó Em – Dijo Rachel acercándose con las cajitas blancas que contenían comida china. Las dejó sobre la mesa de centro y ayudó a Quinn con Em, tomándola en sus brazos y diciéndole sin palabras que la iba a dejar en su cuna.

Quinn se quedó en el salón mirando lo que había dentro de las cajas y casi gime en voz alta al sentir el aroma de las mismas. Tuvo que controlarse para no comenzar a comer sin Rachel y se sonrojó cuando se dio cuenta de que realmente Em era una versión pequeña de Rachel pero con el mismo amor que ella sentía por la comida.

-Listo – Escuchó decir a Rachel mientras llegaba con un monitor en la mano y lo dejaba en la mesita para sentarse al lado de Quinn – Te traje carne en salsa de ostras – le señaló Rachel la misma caja que ella había estado oliendo – con arroz chaufa, sin huevo.

Quinn sonrió de placer. Rachel seguía recordando cada uno de sus gustos.

-Gracias Rach – le dijo con sinceridad – No se como aun recuerdas todas las cosas que me gustan.

-Pasamos mucho tiempo juntas Quinn, además, tuve mucho tiempo para pensar estando embarazada – se encogió de hombros Rachel mientras probaba sus verduras – Se me hacia inevitable volver una y otra vez a… todo lo que vivim… v-vivíamos… todos – tartamudeó incomoda evitando mirar a Quinn a los ojos.

Quinn que no la quería torturar con eso, aunque ella también paso por un periodo en el que volvía atrás en el tiempo y hacia memoria de cada momento que paso con Rachel, hablarlo en voz alta aun sacaba a la luz cosas de las que no habían tenido tiempo de hablar.

-Lo sé, estábamos demasiado juntos, compartiendo demasiadas cosas... – dijo Quinn – No es que no me haya gustado vivirlo… pero – Rachel la miró atentamente para escuchar lo que iba a decir a continuación – Amo mi apartamento, me gusta vivir así, sin tener que hacer una fila para ducharme o tener que cocinar para once personas, dormir con frio, escuchar ruidos de otros por la noche… Es un alivio haber dejado todo eso de lado ¿sabes?

Rachel asintió dándole la razón – No se realmente en que pensábamos… Mis padres no me educaron para robar dinero – negó la morena – Cuando nació Em… me prometí no volver a pensar siquiera alguna vez en hacerlo.

-También yo, Rach – le aseguró Quinn, casi había perdido el apetito al recordarse de esa manera –Nunca mas – le dijo negando con la cabeza – Por muy mal que vayan las cosas, te prometo que nunca volveremos a hacerlo.

Rachel se le quedó mirando mientras la veía comer con calma. Adoraba esta nueva Quinn que le decía cosas con tanta seguridad que no dejaba lugar a dudas. Y si era realmente sincera, la antigua Quinn no hubiese cumplido con los requisitos para entrar nuevamente en su vida, ni como amiga ni como algo más.

En cambio, esta nueva Quinn…

-Te creo – Le susurró la morena aun mirándola con un brillo en los ojos.

Quinn levantó a vista de su plato y asintió conforme.

Ambas habían dejado de lado la mitad de lo que quedaba de la comida, había demasiado en que pensar luego de esa conversación.

Se mantuvieron en silencio por todo un minuto, ambas perdidas en sus pensamientos, hasta que Quinn lo rompió.

-Estaba pensando… - Empezó Quinn haciendo a Rachel mirarla al instante – Quizás… no necesitas seguir trabajando Rach – Rachel abrió los ojos como platos escuchando a Quinn, que casi se arrepiente de haber sacado la conversación luego de ver la mirada que le dirigía la morena – P-pienso que… que con lo que yo gano podría cubrir los gastos de Em tranquilamente, y no se cuanto cuesta tu academia, pero seguro que si consigo cantar en un bar los viernes y sábados podría también cubrir eso…

-No vas a hacer eso Quinn – dijo rápidamente Rachel – No puedo dejar que hagas tal cosa. Entiendo totalmente que quieras hacerlo por Em, porque al fin y al cabo es tu hija también, pero yo… yo…

-Tu…

Rachel suspiró con pesar – Yo solo soy tu amiga…

Eso cayó sobre Quinn como un balde de agua fría, y lo odió desde el momento en que salió de los labios de Rachel.

-Tengo mis propias responsabilidades – Le dijo con mas suavidad a la rubia al ver la cara que había puesto– Y no puedo dejar de hacerme cargo de Em porque tu quieras cubrir todos sus gastos… Ella esta incluida en mi plan de salud… En mis seguros de vida… Y todas esas cosas las puedo tener solo cuando me hacen un contrato de trabajo – Le explicó a Quinn poniendo una mano en su brazo.

Quinn seguía con la vista fija en el suelo. Le seguía doliendo mas de lo que debería, pero no era ya una adolescente, lo que le decía Rachel era realmente importante y ella iba a estar a la altura de la conversación.

-Yo también tengo plan de salud… y un seguro de vida – le dijo Quinn sin voltear a mirarla – Bueno… aun no, pero dentro de un mes los voy a tener.

Rachel frunció el ceño confundida - ¿Cómo… te los dieron sin un trabajo? – Se golpeó mentalmente al ver de nuevo la mirada ofendida que le lanzó Quinn – Cielo… me refiero a un trabajo sin contrato…

-Claro que tengo un contrato, pero no es el mismo que el tuyo – Dijo Quinn sin poder esconder su molestia – No solo porque trabajes para alguien en un lindo lugar, TU trabajo es mas real que el mío.

-Quinn… no quise decir eso, solo me refería al contrato – Le explicó tratando de tranquilizar a la rubia - Lo siento, ¿si? – Se movió más cerca de Quinn en el sofá para mover su mano ahora al cabello de Quinn y regalarle una caricia.

Se le hacia tan normal hacer ese gesto que sentía que no había pasado ni un día desde la ultima vez que se vieron en el almacén.

En Quinn había significado un deja vu que la llevó a cerrar los ojos de inmediato. Ni siquiera recordaba porque se había molestado en primer lugar y lo único que podía sentir era la mano de Rachel pasando de lo alto de su cabeza hasta su cuello y de vuelta, desordenando su cabello de una manera tan agradable que comenzó a respirar con más calma al cabo de unos segundos.

Era totalmente débil al tacto de Rachel, siempre lo había sido y ese mismo día había descubierto que ni un año podía hacer una diferencia para ella si de Rachel se trataba.

Abrió los ojos y se encontró con la mirada penetrante de Rachel sobre ella.

-Olvida lo que dije, no quise hacerte sentir mal… - le aseguró Rachel en un susurro tan bajo que apenas pudo escucharla. La vio suspirar sin dejar de mover su mano sobre su cabello con una lentitud abrumadora – Se que quieres cuidar de nosotras Quinn, pero aun es muy pronto para tomar este tipo de decisiones. Recuerda que hace cinco días volviste a nuestras vidas.

-Como si hubiesen pasado diez años… - soltó Quinn con el mismo tono bajo en la voz – Querría cuidar de ustedes aunque hubiesen pasado cinco días, después de diez años sin verlas. Eso no cambia el hecho de que Em sea mi hija y tu… mi amiga – Casi dolía mas decirlo ella misma – Voy a cuidar de ambas mientras pueda.

Rachel suspiró con cansancio y dejo caer la mano que acariciaba a Quinn.

-Lo siento, Quinn… solo… No vamos a discutir de esto ahora.

-Entonces vengan a vivir conmigo – dijo Quinn rápidamente.

-¡¿Qué?! – Rachel casi rió histérica al ver que Quinn parecía hablar en serio.

-Eso… Que vengan conmigo.

-Estas loca – negó divertida Rachel.

-Rach…

-No, Quinn, esto es lo segundo que no vamos a discutir, ni ahora, ni luego – Sentenció Rachel levantándose del sofá para retirar la comida de la mesa.

-Pero Rach… - rogó Quinn sin levantarse y mirándola moverse a su alrededor – Puedo venir todas las mañanas, pero no te podre ver mas de una hora al día, como ahora…

-Quinn… no vamos a discutir– le dijo Rachel mirándola desde la cocina con un gesto serio – Y no insistas, por favor. ¿No podemos simplemente disfrutar de todo esto? – Quinn se le quedó mirando con la barbilla apoyada en el respaldar del sofá – No nos vemos hace mas de un año y es la segunda vez que discutimos.

Quinn lo pensó unos segundos. Era totalmente cierto, estaban en un buen momento, juntas o no, tenían una hija de la que cuidar y amar. Por mucho que quisiera ver durante más tiempo a Rachel, no había justificación suficiente para insistir, ella podía estar todos los días con su hija, y Rachel… Rachel solo era su amiga.

Aun así dolía.

-Está bien – dijo simplemente Quinn. Miro la hora en el reloj que había colgado en la cocina y se dio cuenta de que eran casi las tres – Pero… piénsalo, lo del trabajo. Ya sabes que tengo un plan de salud, es bueno, y puedo incluirlas el mes que viene a ambas – No le iba a decir a Rachel que tendría que pagar mas dinero por hacerlo, si lo decía perdería toda oportunidad de convencerla – Creo que las tres seriamos mas felices si tu dejas tu trabajo y dedicas ese tiempo a Emeli, sobretodo Em – le sonrió tratando de aligerar el ambiente.

Rachel no le sonrió de vuelta, pero si hizo una mueca que Quinn sabia que significaba que lo estaba considerando ya.

La rubia se levantó del sofá – Debo irme, me voy a despedir de Em.

Rachel asintió sin mas, perdida en su mundo mientras Quinn se encaminaba a la habitación de esta, donde estaba también la cuna de Em, que estaba plácidamente durmiendo con sus extremidades tan abiertas que parecía una pequeña estrella de mar. Quinn sonrió ante esto y se acercó para dejar una leve caricia en la mejilla de su bebe.

No podía creer que ella había hecho algo tan bello. Nunca se iba a aburrir de mirarla.

Dejó un beso en la mejilla que había acariciado y contempló con orgullo como esta sonreía en sueños – Adiós bebé – Le dijo en un susurro.

Salió del cuarto y fue a buscar su guitarra y el taburete que había dejado en la entrada del apartamento, se volteo para mirar por ultima vez a Rachel – ¿Nos vemos mañana? – Rachel se había quedado en la misma posición donde la había dejado, parecía tan pérdida que casi tuvo el impulso de quedarse y seguir hablando con ella, pero sabía que la morena necesitaba tiempo para meditarlo, por lo que no forzó más la situación y prefirió despedirse.

-Claro… si – Dijo Rachel saliendo de su trance – ¿Vienes a la misma hora?

-Nueve y treinta – le recordó Quinn, a lo que Rachel asintió – Bueno… nos vemos Rachel.

-Adiós, Quinn – le dijo Rachel sin acercarse a la rubia, pero mirándola intensamente.

-Adiós – Se despidió una vez más y salió por la puerta.

Al otro lado de la puerta el ambiente se volvió mas pesado. Era siempre igual desde se habían despedido de ella en el parque hace cinco días.

Ellas se alejaban y a ella le costaba respirar.


-¡¿Qué?! – Exclamó Santana esa noche después de la tranquila cena que compartieron las tres chicas en el apartamento.

Estaban sentadas en los sofás que estaban en el salón bebiendo vino mientras hablaban, hasta que Rachel les comentó la conversación que había tenido con Quinn

Rachel a su lado veía a Britt con la misma expresión de asombro que mostraba la latina.

-Pues… eso. Quiere que viva con ella – les comentó.

-Pero, Rach – comenzó Britt – Sabes que es demasiado pronto, ¿no? Es decir, acaban de volver a verse hace cinco días… y Em apenas la esta conociendo. Es verdad que la cuida muy bien, pero… sigue siendo una extraña en su vida.

-Lo se, lo se – aseguró Rachel dándole la razón – No he dicho que aceptaba la idea, de hecho me parece casi ridículo el hecho de que lo considere justo ahora…

-Totalmente – coincidió Santana - Vive hace poco más de un mes en un apartamento y ya cree que tiene todo bajo control. Debes decirle que no, Rachel, que se olvide de esa idea porque no es seguro ¿me escuchas? ¡Esta loca!... ¡loca! Ni siquiera sabia como hacer un cheque para pagar el alquiler, ella misma me lo dijo…

-¡Santana! – la detuvo Rachel - ¿No escuchaste nada de lo que dije? Acabo de decir que no lo haré… No dejare mi trabajo y no me iré a vivir con ella, no puedo exponer a Emeli… Seguridad es lo que mas necesitamos en este momento.

Santana suspiró de alivio y se dio cuenta de algo que quizás había pasado por alto – Espera… ¿Dejar tu trabajo? – Le preguntó a Rachel, la cual asintió con algo de duda – Esa no es tan mala idea.

Rachel la miró asombrada – ¡Es una pésima idea!

-No, no lo es…

-Si que lo es…

-No…

-Que si, Santana, no voy a dejar mi trabajo – Refutó Rach con enfado.

-En realidad no es tan mala idea – Intervino Britt haciendo que Santana sonriera victoriosa – Hace meses que no descansas como se debe, Rach – le explicó a su amiga ignorando las miradas de Santana – ¿Recuerdas lo que te sucedió hace un mes… eso que casi te hace perder un mes de clases?

-Solo pasó una vez – Respondió Rach avergonzada.

Había estado haciendo horas extras en la cafetería donde trabajaba, justo después de haber pasado tres horas en una clase de danza que le había dejado un dolor en la muñeca que tendría que haber cuidado durante una semana. Fue tal el dolor mientras trabajaba que dejó caer una bandeja llena de copas de vidrio y le habían tenido que descontar todo de su sueldo. Al final las horas extra habían sido totalmente en vano, aunque el accidente había causado que no siguiera haciendo un esfuerzo extra y eso la había salvado de una tendinitis que hubiese tardado en recuperar. Palabras del propio Will.

-Lo sé, Rach – le dijo con cariño Britt – Pero no queremos que pase de nuevo, no queremos que te sobre exijas para tener que tener mas dinero, y si estuviese en nuestras manos cubriríamos todo para ti y para Em, pero tengo dos trabajos y demasiadas clases… San tiene dos trabajos y poco tiempo libre. Creo que es momento de aceptar que la ayuda de Quinn nos va a aliviar a todas. Yo estaría más tranquila sabiendo que Em te tiene a su lado más tiempo del que puedes pasar con ella ahora mismo.

-También estaría mas tranquila Rach – le aseguró Santana recuperando la seriedad que sabia que requería la conversación – Se que Quinn planeaba cubrir los gastos de Em de todas maneras, pero el tiempo que te queda libre si dejas ese trabajo te vendría realmente bien. Puedes dejar las clases en la noche y tomarlas por la mañana, mientras Quinn cuida a Em…

-No creo que a Quinn le agrade esa idea – Dijo Rachel mirando algún punto en la pared – Quiere que pase mas tiempo con ella y Em – Suspiró – Estoy segura de que ama pasar tiempo con Em, estoy segura de que ama a su hija… pero lo que quiere realmente es tener mas tiempo conmigo.

Santana y Britt se miraron de reojo sin comprender la reacción de Rachel.

-Espera… - Dijo Santana frunciendo el ceño - ¿Por qué siento que no quieres lo mismo?

-No es eso… - Rachel tragó fuerte antes de responder – Solo no se si es el momento. No quiero pensar en eso hasta que sepa que va a estar presente no solo ahora, sino en un año, dos… en toda la infancia de Em.

-Rach… Quinn no se iría de nuevo – dijo Britt – De hecho, nunca lo hizo.

-He hablado con Quinn sobre estas cosas Rach – Le dijo Santana – Créeme cuando te digo que volvió para quedarse.

Rachel la miró atentamente – También sabemos lo volátil que puede ser Quinn, hay cosas que simplemente no cambian y hasta que no esté segura…

-Bueno, eso es algo que solo puedes responderte con el tiempo – la interrumpió Santana – Puedes estudiar en el momento del día que quieras, es tu tiempo… tu decides – Britt asintió a su lado de acuerdo – Lo importante aquí es que vas a dejar ese trabajo y Em va a tener a una de sus mamis mas tiempo para ella – terminó Santana con una sonrisa.

-Yo no he dicho que lo haría.

Santana la miró con una sonrisa burlona – Creo que nos conocemos mejor que eso…