Tontos: Lienzo en blanco

Capítulo 6


Cada movimiento que hago me hace sentir perdida, sin dirección…


Ranma se movió, parecía que se encontraba en alguna especie de dimensión en donde se le era imposible ver nada pero, al mismo tiempo, podía sentir y oír todo. Era claro que su cuerpo no reaccionaba ante lo que él quería. Las manos, colgando a sus costados, parecían dos miembros ajenos a su anatomía pero, aún así, podía sentir el dolor que en ellas había gracias a heridas que no recordaba jamás haberse hecho… podía sentir el ardor en su tobillo.

¿Qué sucedía?, ¿qué le pasaba?

—No fue culpa de él, Yukino —gruñó una voz femenina en alguna parte de aquél espacio.

que no fue la culpa de ese chiquillo, Suzuki. Pero que fue la culpa de lo que él tiene en el interior.

—¿Vas a juzgar a un adolescente por la culpa de un hombre que ni él sabe que posee?

—Juzgaré sus acciones recientes, hermanita.

—Acciones que tú ocasionaste en su mayoría. Naoko no querría que-

—¡Naoko no hubiese querido muchas cosas, carajo! Pero son necesarias para que ella vuelva a aquí, con nosotros —le interrumpió la voz de Yukino según podía entender.

¿Qué hacían ellos aquí?, ¿qué era aquí exactamente?

—Cuando Akane despierte se decidirá lo demás —dictaminó el chico.

Ranma, sin poder evitarlo, volvió a la inconsciencia.


.

.

.

.

Soun se sintió mal por el repentino arrebato de su hija mejor y su prometido; cuando había comprometido —después de ambos chicos se hubiesen conocido— a Akane con Ranma sí esperó una vida nada aburrida, llena de peleas y reconciliaciones. Esperó una vida normal, lo más que podría existir en un ambiente como el de ellos, y deseó con fervor que todo saliera bien.

Él había sido un muchacho poco atractivo pero de buenas intenciones pese a su vida con su maestro Happosai. Él, que nunca esperó formar una familia como la que ahora posee, había logrado enamorar a una doncella de buen corazón y frágil carácter… Soun había experimentado una nueva etapa que había visto ya perdida por sus fechorías. Mizuki había sido como su nombre: una belleza tan resplandeciente como la luna. Ella, quien le dio el placer de tener ahora tres hermosas hijas.

Soun sabía que, a veces, para conseguir algo bueno en tu vida tenías que sufrir un poco pero jamás rendirte. Él era de la ideología de que un sueño, por más ilógico que éste sea, puede ser cumplido de alguna manera si realmente deseas eso y luchas por hacerlo realidad. Tal vez no ahora, tal vez no mañana ni dentro de un año, pero es un sueño que nacerá de los frutos de tu esfuerzo si realmente tienes la motivación para ello.

Y él luchó y lo consiguió: una familia con la que siempre soñó después de haber pasado la etapa de adolescencia. Por eso esperó, realmente esperó, que la relación entre su hija y el hijo de su amigo pudiese florecer… porque de alguna manera Soun se veía reflejado un poco en Ranma y Akane era una versión joven de la que alguna vez fue su amada Mizuki.

El padre de familia entendía, pues por más despistado e idiota que pudiese ser en algunas ocasiones, que algo había cambiado entre ellos dos. Que Ranma pasó de ser un chico con muchas prometidas a un joven que tenía enganchado a una de ellas, a su Akane. Podía, pues aunque los jóvenes no lo viesen así, entender que ellos dos se querían pero tenían miedo a sufrir.

Miedo, porque Akane no quería abandonar a Ranma por cuestiones naturales y abruptas como Mizuki los había dejado a ellos sin quererlo. Miedo, porque Ranma no quería ser esa parte de su padre que hizo que Nodoka deseara separarse de Genma. Miedo, porque ambos habían experimentado una separación a diferentes niveles y no querían eso para el otro.

"La falta de confianza iba destruyendo poco a poco a esta familia", pensó Soun.

—Tu turno, Tendo —le dijo Genma mientras movía otra ficha del tablero que había entre los dos.

—¡Hiciste trampa, Saotome! —gruñó Soun al ver que sus fichas habían sido cambiadas ligeramente de lugar.

—¡No me acuses de tramposo, tú, mal perdedor! —refutó Saotome.

Kasumi rió quedamente ante la actitud de los padres. Terminó de limpiar la taza de té que había roto y procedió a tirarla; escuchó como Nabiki volvía a bajar con una revista en sus manos y suspiró… hace tiempo que todo iba cambiando, de poco en poco, pero de manera visible.

Aunque intentara negarlo, Nabiki y Kuno estaban teniendo un acercamiento más profundo, tanto así como ella y el Dr. Tofu Ono lo iban haciendo. Tal vez, si lograban que su hermanita y Ranma hablaran correctamente, las cosas para ellos podrían cambiar también…

—¡Tendo! —se escuchó un grito lejano—. ¡Tendo! —la voz era más cercana. Kasumi dejó la basura en su lugar y limpió sus manos, encaminándose junto a Nabiki a donde su padre y tío.

Era Rinko, el joven aprendiz de un carpintero que vivía calles abajo. Al parecer había corrido en demasía puesto que su cara blanca ahora se encontraba en un intenso rojo con la respiración forzosa y varias gotas de sudor.

—¡Hola, Rinko! —saludó Genma.

—¿Qué te trae por aquí? —habló Soun entre divertido y preocupado—. ¿Por qué tan apurado?

El menor soltó un suspiró antes de recuperar aire y mirar a los cuatro miembros de aquella familia tan extraña pero agradable que había aprendido a querer. Sintió una opresión en su pecho y cerró un momento sus ojos antes de soltar la noticia.

—Ranma y Akane tuvieron un accidente y fueron llevados al hospital —el ambiente se tensó y antes de cualquiera pudiese reaccionar, Rinko siguió—. Akane perdió mucha sangre, el golpe en su cabeza fue más grave de lo que imaginaron.

Sólo pudo sentir una ligera briza a su costado cuando Tendo Soun pasó corriendo, descalzo, en busca de su hija y los tres miembros restantes iban tras él. Rinko cayó de rodillas un momento para recuperar la respiración.

Soun, mientras veía las calles de manera borrosa y su respiración se iba agitando junto al bombeo de su corazón, sólo pudo pensar que tal vez sus ruegos porque todo terminara bien no podrían ser cumplidos.

Y Kasumi no pudo evitar pensar que las cosas cambiarían, pero…

¿Para bien o para mal?


.

.

.

.

Yukino maldijo por lo bajo después de abandonar la habitación de Ranma junto a Suzuki, ambos caminaron apresuradamente hacia otro corredor, aquél que conectaba a la habitación de su pequeña Naoko. Caminó, con sus manos temblando, a donde se divisaba un gran ventanal y se asomó.

Ahí, en una pequeña cama, conectada a muchos cables y máquinas que no hacían más que estresarlo, con la cara más pálida de lo normal, sus brazos con algunos cortes, su labio hinchado con sangre seca pegada, su cabeza vendada y unos pequeños tubos de oxígeno en su nariz…

La caída no había sido tan mala, al menos no para alguien como él que era inmortal, aunque tal vez para un humano sí. Era complicado de entender.

El cuerpo de Akane había rodado escalaras abajo, chocado contra el pavimento y vuelto a rodar un poco más antes de chocar contra un poste. El problema no había sido ése, ella podría sobrevivir… lo chocante había sido la presencia de Kiyoshi. Aquél demonio que le había arrebatado a Naoko siglos atrás volvió aparecer y parecía provenir del chico de trenza… su aura había provocado un choque más y, lo que antes le había parecido un resbalón, ahora se le confirmaba como un acto pensado. Kiyoshi había —sin saber Yukino si fue a voluntad o no— arrojado su esencia maligna sobre Akane y eso había provocado que su caída fuese más fuerte.

El choque con el poste más la fuerza de presión que ejercía el cuerpo de Ranma habían provocado que la cabeza de Akane tuviese un impacto más severo.

Impacto que resultaba grave y había requerido intervención inmediata. Sabía que tendrían que operarla, no era idiota, pero necesitaban el consentimiento de un familiar.

Y él no era nada de eso. No ahora.

Escuchó los pasos apresurados por el corredor. Divisó a Soun y los demás llegar.

—Necesitan operarla, señor, realmente lo necesita —fue lo único que soltó él.

Vio la duda en los ojos de la familia entera pero sabía que preguntarían nada por ahora, no cuando la vida de Akane estaba en riesgo.

—Somos Suzuki y Yukino, amigos de su hija —presentó la muchacha de manera rápida.

Soun y los demás asintieron en reconocimiento antes de admirar la escena que Akane representaba.


.

.

.

.

Las cosas no siempre salen como uno las planea. Generalmente siempre viene la calma antes de la tempestad. La vida siempre da sorpresas, algunas buenas y otras malas. Quizá el destino siempre te da lo que menos imaginaste en el mejor o el peor de los momentos; todo el mundo medita acerca de sus deseos, de su futuro. A veces uno se pregunta lo que vendrá mañana, quizá la siguiente semana, o dónde estará parado el próximo año a la misma hora. Tal vez siquiera si llegarás a estarlo.

No sabes si estarás con las mismas personas, conocerás a más, te distanciarás de algunas cuántas. Simple y sencillamente no tienes conocimientos de ello, nadie lo tiene.

Lo que sabes, lo único y que siempre tendrás en mente, son los momentos que vives con ellos, los recuerdos. Esos pequeños o grandes fragmentos que guardas y rememoras a cualquier hora. Que te llenan el alma, que te reconfortan, te hacen sonreír inconscientemente. Esos momentos que traen sonrisas, anhelos.

Los recuerdos marcan, algunos duelen, te hacen suspirar, pero jamás se desvanecen. O quizá sí…

Algunas personas olvidan, no porque quieran, sino, porque no pueden evitarlo. Olvidan y recuerdan tiempo después, empero existen otras. Otras que bloqueando los recuerdos de su mente los vuelven cascarones, lienzos en blanco con pintores que ya no saben qué colores agregar porque lo han olvidado; desde sostener el pincel hasta el punto de atemorizarse al darse cuenta que ya ni saben lo que hacen ahí. Memorias que mueren en un rincón del abandono hasta desaparecer para siempre.

Cuando Akane despertó dos semanas después del accidente se comprobaron dos cosas…

—¡Akane! —chilló su padre mientras la abrazaba y comenzaba sollozar en el hombro de su hija menor—. Estaba tan preocupado, dormiste una semana completa pequeña floja —rió—. Cuando Ranma, Kasumi, Nabiki, Genma y los demás se enteren de que has despertado estarán muy felices. El chico ya no tratará de escabullirse de su habitación. ¡Pero eso sí, señorita! Tendré una buena charla con los dos, mira que ponerme en estas situaciones a mi edad es tan-

—¿Ranma, Nabiki? —susurró la chica sin comprender, interrumpiendo a su padre.

—Sí, Ranma y Nabiki —contestó Soun extrañado pero sin dejar de sonreír.

—¿Quiénes son ellos? —susurró ella.

Uno: Ella había perdido parte de su memoria.

—¿C-Cómo? —tartamudeó su padre. Levantó el mentón de su hija para que lo mirase—. Dime que es una mala broma, hija —rió sin emoción.

Ella negó levemente.

—Tal vez estés confundida, cariño —volvió a reír su padre soltando su mentón mientras extraía de sus ropajes una foto familiar que guardaba con recelo de los demás. Se sentó en la cama y señaló cada uno de los rostros al tiempo en el que decía su nombre—. Los recuerdas ahora, ¿no? A ellos —sonrió con suavidad sin poder evitar que sus manos temblasen.

—N-No… —susurró Akane con temor, dándose cuenta recién de algo y, antes de que Soun volviera hablar, ella soltó—. N-No puedo ver, papá.

Dos: Ella había perdido la vista.

Soun sintió, en aquél momento, como todo se venía abajo otra vez. Volvió a experimentar la sensación que tuvo al haber perdido a su Mizuki ya hace un tiempo atrás.

—¿Q-Qué? —fue todo lo que atinó a decir antes de desmayarse.


:

:

:

:

Sé que no tengo perdón de Dios :c pero lamento la demora. Sé que tardé demasiado pero no me gusta escribir si realmente no tengo bien planeadas las cosas; por lo cual borré muchas veces este capítulo, lo dejé con dos párrafos inicialmente y después lo retomé. Sé que es corto y no merece todo el tiempo tomado, pero prefiero algo pequeño bien pensando y hecho a algo extenso que sólo aburrirá. Tal vez más adelante pueda extender los capítulos, pero quiero que sepan que jamás dejo una historia sin continuar :c sólo que tardo mucho en escribirlas, como se pueden dar cuenta.

Por su atención y espera, gracias.

Fernandha's

21 de Marzo del 2015