Me puse mis moños y ¿Adivinen qué? retomaré el encuentro de Nagumo y Fuusuke hasta el próximo capítulo porque siempre no quiero entrar en dramas todavía y se me dio por regalarles un capítulo muy mono con la aparición del ex amor de Terumi, no le había puesto un pasado amoroso y creo que merecía uno, no estaba planeado pero uno se emociona y bleh, salen las cosas.

Ésto es AfuroAtsu señores~ amé escribirlo y sé que me amarán mucho como yo los amo a ustedes.

Disfrútenlo mucho.


I'll be with you

Capítulo 8

En un mundo donde el futuro no esté definido, el pasado existe. Incluso si está teñido de malentendidos y desilusiones, si las personas lo creen el pasado es su única verdad.

Tal vez todo sería diferente si no hubiera recibido esa llamada la noche de ayer, no pude dormir porque unos simples dos minutos de conversación me hicieron estremecer y darme cuenta de la realidad de las cosas. Una persona siempre tiene un pasado que tarde o temprano deberá enfrentar en un futuro, es parte de la vida, parte del presente. Todo influye… aunque duela demasiado en ciertas veces.

¿Por qué tenía que aparecer en un lapso de mi vida en donde por fin, después de años estoy completamente tranquilo? Si acaso el único hecho que termina por derrumbarme en la esquina de mi habitación es el estúpido sentimiento que he desarrollado por Fubuki Atsuya. Puedo asegurar que es un cariño inmenso, que cada vez se convierte en algo más fuerte que no sabría explicar con simple palabrería; si lo hiciera estaría mintiendo. A mi criterio, el amor no es un sentimiento que se pueda describir con un diálogo o un poema, sino con hechos como una caricia o una mirada.

¿Pero yo debería estar hablando sobre el amor? No me queda, simplemente. Porque en el pasado llegué a sentirlo a flor de piel y muy a pesar de eso… terminé desechándolo como si se tratara de un trapo añejado a la basura. Era mi deber si quería mantener mi moral y mi respeto en alto, aunque me trajo como consecuencia una tristeza que tuve que superar fuera del país un tiempo. Si él se iría, entonces yo también. Aunque él no me lo hubiera pedido lo hubiera hecho.

Después de todo, lo nuestro siempre fue complicado desde el principio.

Y como si se tratara de una golondrina volvió volando al mismo nido en donde le enseñaron a volar.

Esa voz del pasado resuena en mi mente como si hubiera pronunciado mi nombre hace un minuto cerca de mi oído; cuando en realidad la pantalla del teléfono registró esa llamada recibida el viernes a las 11:30pm, es decir, ayer en la noche cuando estaba escuchando música clásica mientras trabajaba en mi nueva novela.

Toda mi vida ha sido abrumadora desde que tengo memoria; las pesadillas constantes en las que veía mi figura destrozada, llena de escoriaciones en la mayor parte de mi cuerpo, equimosis casi al tono negruzco adornando mi ensangrentada piel. Casi podía darme cuenta en cada sueño del pesado dolor de mi cintura, lo mejor es que mis piernas no se sentían, sabía de algún modo que debajo de todo el vendaje había algo horrendo como carne viva desgarrada.

En fin, todos los sueños en que me veía fallecer lentamente, mi mala o buena suerte en cada cosa que hago, mi extraña conexión con un mundo que no conozco y personas de éste como lo es mi vida pasada, mi sentimiento de haber nacido solo para encontrarme con una persona de quien no tengo interés alguno. Todo influye en mi desgraciada persona… todo me da vueltas y me lleva en un camino infinito de giros infinitos en un mundo infinito de donde no podré salir jamás. A veces sentía que mi existencia era nula e insignificante, hasta que él apareció por primera vez en mi vida… no hablo de Fubuki Atsuya. Ese chico de quien hablo, su nombre es…

– ¡Deja de estar en las nubes y dedícame un poco de tu atención, estúpido! Carajo. –Esa voz agresiva es diferente a la que estaba recordando. El tono que utilizó para llamarme contrastaba mucho con su fiera mirada de cazador, esos orbes grises impredecibles. Nunca sabes qué está pasando por su mente ni mucho menos cuál será su siguiente movimiento… no sabes cuando va a disparar su rifle, ni cuando lo bajará. Es algo que me gusta de él, lo que se podría decir, me revuelve el estómago.

En verdad no me había dado cuenta que había divagado en mi mente mientras se supone, debía tocar mi parte de la canción. –Lo siento. –Me disculpé en seco. –Lo intentaré otra vez.

Coloqué de nuevo el violín bajo mi barbilla. Acto seguido comencé a tocar la pieza desde los tonos graves mientras Atsuya esperaba su turno para acompañarme con lo más difícil, las tediosas notas agudas que no salen si hay aunque sea un milímetro de mala inclinación con el frote. Cuatro cuerdas y la lucha contra el la y el mi. La canción, Aquarell de Secret Garden, era de lo más deprimente, pero en sí era una melodía repetitiva muy fácil de aprender. Cabe mencionar que llevo casi un mes en clases impartidas por el señor profesor Fubukicchi, quien no me tiene una pizca de paciencia pero he logrado casi terminar de aprender dicha melodía en un corto lapso de tiempo y eso, aunque él no me lo demuestre, es un gran avance para mi.

De algún modo al tocar tan sentimental pieza de música mis recuerdos más profundos aparecieron en mi mente como si se trataran de una vieja película. Sentí mi corazón vacío, mis manos temblaron repentinamente al igual que mis mejillas (provocando así la distorsión de las notas) mientras sentía de mis ojos resbalar un par de traicioneros ríos de ese acuoso líquido, molesto a mi parecer. Lágrimas. Odié por completo esa maldita necesidad de volver a ver a ese rostro familiar, aunque no sintiera nada por él yo debía explicarle ciertas cosas porque… seguramente me odia, y no me importaba ese hecho por él, sino por mi aunque suene de lo más egoísta. Me preocupa vivir con el remordimiento de consciencia. Y no estaré en paz ni con Atsuya hasta que todo termine.

Y entonces dejé de tocar, pelos de chicle soltó un gruñido de molestia por haber interrumpido mi parte sin avisar. No dije palabra alguna.

–Vale, fue mala idea citarte en sábado… ¡Pésima! –Refunfuñaba mientras guardaba su instrumento de mala gana. – Has estado distraído toda la mañana, ya deja de desvelarte leyendo estúpidos libros de historia o escribiendo sabrá el cielo qué cosas… ¿Estás llorando?

Como si se tratara del mero Apocalipsis, tomó mi rostro entre sus manos. Centró su mirada en la mía y me mostró su preocupación en su gesto facial, mi silencio no ayudaba para nada… no podía negar algo que estaba viendo con sus propios ojos. –No se si tomarte una foto o ponerme a llorar como un marica contigo. ¿Qué te pasa Afuro? Primero estás en todos los planetas menos en la Tierra y ahora esto.

–Yo… solo no me siento bien.

–Eso no me ayuda a saber qué diablos pasa por tu mente. –''No sigas'', pensé. Si comenzaba a hablar sobre mi pasado, seguramente me quebraría y eso nunca me lo iba a perdonar. No podía hacerlo y mucho menos frente a alguien como él. Además… no es que él sea de las personas que estarían para escucharte, eso aparentaba y no me cabía duda alguna. –No te quedes callado y dime qué es lo que tienes. –Musitó, ya molesto.

Me sentía tan inferior en estos momentos que mis palabras no se midieron, me había visto llorar como una niña… lo único que me faltaba para ahora sí parecer una mujer sentimental. Se supone que yo no quería ver a Atsuya triste alguna vez, como ese día en el que me contó su situación con Fubuki Shirou, el hermano que lo dejó solo en Tokio. La persona con quien debería, según mi conexión con mi otro yo, debería haber buscado desde el principio. Y mira, quien ha terminado por derrumbarse primero… yo mismo. Apreté mis puños, él no sabe nada. ¿Qué va a comprender? – ¿Y a ti desde cuándo te importa lo que me pase? No es tu jodido problema.

Observé como esas cejas fruncidas perdían fuerza, se arquearon de modo que la preocupación se manifestó en la expresión de tristeza que le provoqué. Si, soy tan desgraciado que mando al diablo inconscientemente a quien se preocupa por mí. –Idiota. –Mencionó, desganado. Bajó su mirada ahora oculta por su flequillo. –Desde siempre. ¿No te… habías dado cuenta? Estúpido…

A pesar de que esas palabras me causaron estremecimiento y me alegraron de cierto modo, no dije nada. Tan solo guardé mi violín en su respectivo estuche y me acerqué a la puerta de salida. Antes eché una mirada hacia aquella figura aún de pie en el mismo lugar. Quería disculparme, esa era mi intención, pero mi intento al parecer fue en vano. Me fui sin decir un simple ''lo siento''.

Tan pronto salí de su departamento, marqué ese número estando en el elevador. Si debía enfrentar el pasado para estar en paz entonces era el momento de hacerlo. Antes de intentar algo con Atsuya debo terminar lo que hace años no pude por mi cobardía.

¿Hola?

– Soy yo… lo estuve pensando… creo que sí, debemos vernos.

Vale… a las doce del mediodía. Lugar de siempre, si es que no has olvidado en donde se encuentra.

–Claro que no lo he hecho. Te veré ahí.

En menos del tiempo estimado ya me encontraba en aquella cafetería en la cual conocí hace cinco años a aquel mesero principiante que en el pasado me robó el corazón con solo una mirada. A eso me refería cuando pensé que el amor no se describía con palabras, él no necesitó decirme ''hola'' para conquistarme. Desde ese día dejó una espina clavada en mi pecho que se deterioraba con el paso del tiempo. Ese amor era prohibido por muchas razones, y yo lo sabía pero lo ignoraba por completo por la ceguera que ocasionaba el fuerte enamoramiento. Y más a la edad que tenía en ese entonces, mientras mis amigos hacían estupideces por estar ebrios, yo hacía estupideces por amor. Sin embargo, logré ponerme en el lugar de un padre de treinta y cinco años de edad, soltero, que ha criado a su hijo aún después de que su esposa lo dejara solo por irse con otro hombre, solo con el pequeño en brazos. Si yo fuera ese hombre entonces amaría a mi hijo por ser mi razón de vivir… y si alguien me dijera que amara a mi niño, alguien de sexo masculino con veintiún años de edad que bien podría ser su hermano mayor, arrastraría de los cabellos a mi pequeño de catorce años de edad a otro país quisiera o no. Bueno, prácticamente esa fue mi corta historia con Kishibe Taiga; una historia muy corta pero inolvidable.

Si pongo en el libreto los papeles que mencioné, yo era aquel hombre de veintiún años que amaba al niño de papi siete años menor. Y presentarme ante ese curioso señor fue un completo desastre porque, a parte de mencionarle la homosexualidad de su hijo, para colmo le dije que era su pareja. Su reacción no fue para nada grata y de alguna manera lo he comprendido a lo largo del tiempo, fueron unos cuantos años pero ahora lo sé. Fue estúpido pensar en luchar por un amor muy complicado.

Eso fue lo que nos terminó separando de repente.

Su padre me pidió de manera amable que dejara a su hijo, por su bien. No tenía otra opción más que acceder a su petición aunque en ese entonces me dolió en el alma peor que una cuchillada. Mi estrategia se unió a la del hombre, yo le dejaría una carta a Kishibe diciéndole que me iría al extranjero a estudiar. Así entonces el niño aceptaría irse de igual modo a estudiar su respectiva secundaria a Barcelona, su padre había hecho mil sacrificios por darle una educación excelente, pero por dichas razones, mi presencia en específico, no quería acceder.

Recibió esa carta y yo, no me fui de Japón hasta enterarme que partió en el vuelo 402 con destino a España junto a su padre. Así fueron las cosas. ¿Me fui al extranjero?... dos meses a Inglaterra, no pude quedarme allá, prefería mil veces mi sueño de entrar a la facultad de música de la Universidad de Tokio.

Así que… entonces la mentira se agravó porque nunca me fui, y hoy se enteraría de esto. Lo abandoné prácticamente, pero no porque quisiera, vuelvo a reiterar. No me extrañaría que me odiase en éstos momentos de su vida, o existía también la posibilidad de que haya pensado bien las cosas, después de todo ya debe ser un poco más maduro acorde a su edad… al igual que yo. Quiero pensar eso.

Algo que muchos no saben, solo fumo cuando estoy nervioso, llevo tres en menos de media hora y si sigo así me terminaré la caja completa que tenía guardada en mi cajón de curiosidades (que más bien es una colección de lapiceros de ciertos lugares del mundo) porque en verdad no me soporto ni yo mismo. No sé que diré ni mucho menos cómo se supone que deba comportarme con él.

Que yo recuerde, a él nunca le gustó el aroma a tabaco… lástima. Tendrá que soportarme todo el tiempo de nuestro encuentro en el área de fumadores. Di un sorbo a mi expresso cortado, mi favorito desde siempre en esa cafetería.

Observé mi reloj de mano, doce diez del mediodía; apagué mi cigarrillo en cuanto vi ese semblante tan desconocido y conocido a la vez ante mi vista entrando al establecimiento de un modo tranquilo. Aunque ya no era el mismo sentimiento de hace ya cinco años atrás, debo admitir que estoy ansioso por hablarle.

Sereno, sacó las manos que tenía ocultas en los bolsillos de su sudadera blanca. Arrastró la silla y se sentó frente a mí sin decir algo. Después de eso solo hubo silencio, uno muy incómodo que ni la música de ambientación pudo al menos, armonizar el momento. Hasta hace dos años me imaginé un encuentro con él en el aeropuerto principal, recibiéndolo entre mis brazos con cariño después de unos años. Pasó mucho tiempo, no logré olvidarlo por completo pero sí logré comprender que lo nuestro había muerto.

Suspiré profundamente, necesitaba iniciar yo la conversación o de lo contrario ninguno de los dos compartiría un diálogo. Me armé de valor y, después de meditar lo que iba a decir, hable. –Ha pasado un tiempo, Kishibe. –Levantó su mirada haciendo que nuestros ojos se encontraran y de inmediato recordé el momento en el que vi esos orbes por primera vez. No pude sostener esa tensión, me entretuve girando la cuchara en mi taza de café. – ¿Cómo has estado?

–Mejor de lo que te imaginas, Afuro. –Era duro enfrentar el pasado ¿En dónde habían quedado los días en los que éramos felices juntos? ''Taiga y Terumi-san''. De algún modo el pasado duele. – ¿Y tú?... ¿Ya no tienes pesadillas? Te vez regio, ya no tienes ojeras.

–Hasta hace poco tiempo, no –Le dediqué una pequeña sonrisa, melancólica hasta cierto punto. –se nota que tienes muy marcada esa faceta mía.

–Tuve que lidiar con eso un par de noches… pero bueno, creo que ni has de recordarlo. –Pude imaginar cualquier conducta suya nueva, como el hecho de que pidiera un café diferente al que solía beber: Frappé caramelizado, pero nunca que sacara un cigarrillo mentolado que ni siquiera yo tenía el valor para fumar. Ese acto me llevó de nuevo al presente. El tiempo ha pasado, Kishibe Taiga ya no es un niño, ni siquiera un mesero de ésta misma cafetería. A juzgar por su vestimenta tan casual y su enorme mochila… era estudiante. –Me enteré que volviste a jugar fútbol. ¿Tokio Gakuen no lions eh...? ¿Qué hiciste para ser delantero titular en menos de un año? –Preguntó.

–No es algo que deba mencionar, pero haré una excepción esta vez. No fue por mi propio mérito, si eso te preguntabas… influencias. –Suspiré. –Piensa lo que quieras, de todas formas no me interesa mucho el ámbito del fútbol a estas alturas de mi vida.

–Debe interesarte. –Sentenció, cosa que me provocó un gesto de extrañes. – ¿Qué no has visto el calendario de los amistosos? Comienzan el próximo mes, tu debut con la mejor universidad de la región. –Pareció molestarle mi comentario, encendió su tubo de nicotina que tenía apoyado entre su dedo índice y medio. Inhaló un poco de humo con esa esencia de mentol. Lo exhaló en un momento.

–No tengo mucho tiempo para el fútbol, también estoy obligatoriamente en música si no quiero recursar una materia. Apenas sé que nuestro primer encuentro será con Waseda Gakuen.

–Sí, exacto. –Sonrió de lado. No su gesto tierno de amabilidad absoluta, esa imagen juvenil de Kishibe se quedó en el pasado junto con el sentimiento. –Y no somos malos, creo que hasta podemos ganarles. –Casi escupí el café en su cara ¿Qué no estaba en el extranjero éste niño?

– ¿Estás en el equipo de Waseda? Bueno, debí imaginarlo. Entonces… tienes tiempo aquí. Pensé que solo venías de viaje, te hacía en Barcelona todavía.

–Terminando la carrera volveré a irme, no quería perderme el bello soccer japonés, ya después probaré el nivel español. Olé.

–Suena bien… me alegra que hayas aprovechado bien tu salida del país… tu padre debe estar muy orgulloso de ti.

Después de la conversación inicial hubo más silencio, que ambos moríamos por deshacer de una vez por todas y terminar con lo iniciado hace años. Si de algo me había dado cuenta, era de mi bruto sentimiento por el imbécil de Atsuya, de poco a poco me estaba consumiendo y siento que ya no puedo retenerlo más en mi corazón. Al final, Kariya Masaki tenía razón cuando decía que me estaba enamorando de ese estúpido pelos de chicle. Quiero callarlo hasta el día en que me entierren, pero no… no creo soportarlo, esto es fuerte. Más no puedo hacer nada si aún tengo algo pendiente con Taiga, algo tan grande como el hecho de que no terminé con él.

–Afuro, tú y yo sabemos que no venimos a hablar de lo que hemos hecho nuestros últimos años de vida –Bajó la mirada. –Afuro… ¿Por qué de repente te fuiste? ¿Crees que una carta fue suficiente para botarme sin que sufriera? Te llamé muchas veces. Te fuiste al extranjero pero nunca supe exactamente el lugar… –Su voz firme, la que mantenía desde que se sentó en frente de mi se estaba quebrando mediante me reclamaba mis errores. –De haber sabido… te hubiera ido a buscar.

–Estuve en Inglaterra… dos meses.

– ¡Dos meses! –Se exaltó, golpeó la mesa… y al ver que había llamado mucho la atención de toda la gente del lugar decidió tranquilizarse. Si yo fuera él… me hubiera golpeado en la cara hasta dejarme ensangrentado por tantas mentiras.

–Escucha… nunca te dije nada. Pero me alejé porque tu padre me lo pidió. –De sus ojos comenzaron a salir pequeñas lágrimas que con su misma manga limpiaba en cuanto brotaban. –Tú sabes que no ibas a aceptar irte a España si estabas conmigo… Kishibe, él quería que tu estudiaras allá y no iba a interponerme a las órdenes de alguien tan respetable como tu padre.

–Era mi decisión… no la de él.

–Tus decisiones eran las de él porque en esos momentos eras menor de edad. –Extendí mi mano y cubrí la suya que temblaba mucho por la terrible verdad que estaba soltando. –En nuestro momento, fuimos muy felices y te lo agradezco porque tengo muchas buenas memorias de los dos. Pero esto se terminó hace mucho, y nunca pude contactarte para decírtelo.

– ¿Para qué querías atormentarme? Tú no sabes cuánto sufrí por no tenerte cerca de mí. No sabes cuántas noches te lloré hasta que no me quedaron lágrimas para derramar.

–También lo hice… pero, entiende… es tu padre y quería lo mejor para ti. Dime algo. ¿Te arrepientes de haberte ido? Te vez excelente, tienes estudios, seguramente hablas dos o tres idiomas más…

–Cuatro…

– ¿Vez? Además, eras muy joven, ambos lo éramos y por ello teníamos muchos sueños imposibles ahora que lo pensamos. Kishibe, eres mi pasado, yo soy tu pasado… cerremos éste ciclo que debimos hacer concluido desde hace mucho. –Apreté su mano, él hizo lo mismo mientras meditaba mis palabras. –Gracias por todo…

Desvió su mirada hacia la ventana. Sus ojos parecían querer derramar más lágrimas pero, de un momento a otro esbozó una sonrisa sincera, cosa que me dejó atónito. –Sí… también fui feliz contigo. Éramos muy jóvenes en especial yo, y lamento haberte ocasionado problemas…

–No te disculpes.

–Respiró profundo después de soltar el humo de otra calada a su cigarrillo. –Vale, es el pasado que debe superarse. Lo que hayas hecho, y lo que yo haya hecho, ya no importa. Afuro… fuiste especial para mi, mi primer amor pero esto… ha terminado.

–Lo mismo digo –Sonreí. –Sé que no podremos ser amigos tan fácilmente pero podemos intentar…

–Ni lo digas. –Interrumpió, agravó su voz. Como lo pensé una ex pareja nunca podría volver a verse como una amistad. Era estúpido el solo pensarlo, entonces volvió a sonreír. –Seremos rivales, en la cancha. Apuesto a que puedo dribblearte cada que intentes cruzar nuestra línea.

–No me retes, sabes que perderás.

– ¿Aún esa idea? No eres Dios, ya grábatelo en la mente. –Rió. –Afuro, de todo corazón, quiero que seas feliz.

–Gracias… no sabes lo mejor que me siento al escuchar eso.

–Un nuevo amor ¿Eh? ¿Qué haces aquí? Ve por él.

Me hubiera sorprendido al menos un poco su poder de intuición si no lo conociera perfectamente bien, Taiga siempre sabía lo que me pasaba antes de decirle al menos una palabra clave. Tragué grueso. – ¿Y tú?

–Ya podré besar a mi chica sin acordarme de ti.

–Haré como si no escuché nada. –Me puse de pie después que él, nos encaramos por fin. Y es verdad ahora solo queda el presente. Me llegaba a la nariz, incluso Atsuya estaba más pequeño de estatura que él. Su cabello seguía igual, el mismo corte y su tono violeta original, su piel aperlada resaltaba con su vestimenta, sus ojos entre verde y azul mostraban determinación, sinceridad. –Creciste.

–Y tú… tú ya no creces.

–Acertado…

–Entonces nos vemos en Waseda, en un mes. Como rivales. ¿Vale? Saca todo lo que tienes, conmigo no debes de contenerte… te demostraré que el alumno ha superado al maestro.

–Cierto, yo te enseñé a jugar ¿Verdad? Veamos cuál es tu potencial. Pero será… dentro de un mes.

Asintió con la cabeza y entonces me fui tranquilo de ese lugar. Sé que el pasado duele y a veces te deja marcas que no se pueden borrar tan fácilmente, pero hablando la gente se entiende, y a veces luchar con los sentimientos no es tan malo, te trae buenas consecuencias y esos recuerdos malos se convierten en buenas memorias. Tal como mi relación con Kishibe Taiga, ahora recordaría con alegría los momentos de felicidad que tuve junto a ese niño de catorce años, trabajador y optimista a quien le enseñé mis mejores trucos de fútbol que aprendí en la preparatoria entre otras cosas. Estaría agradecido con él toda mi vida, porque me enseñó lo que era el verdadero amor, lo que es luchar por él y su significado, sentimiento al que volveré a abrirme en unos momentos.

Porque estoy decidido a decirle ''te quiero'' a la persona que amo.

Seremos muy iguales a tal grado de decir que los polos positivos se rechazan, puedo ser capaz de cambiar eso, su carácter de niño egocéntrico apesta, es grosero y siempre utiliza términos para referirse a mi persona que en verdad son demasiado molestos. Él es molesto, a veces siento que lo odio pero puedo decir con una sonrisa en mi rostro que lo quiero conmigo a pesar de eso. Sigo pensando que soy mejor que un Dios, y si lo soy… nada podrá impedirme estar con él.

Al diablo mi vida pasada, al diablo el deseo que no existe de conocer a Fubuki Shirou, lo siento Aphrodi pero él tiene ya su vida hecha en donde tiene a una persona a su lado. Es injusto que su hermanito esté solo en ésta vida, y yo también lo estoy. ¿Qué estoy esperando? Y si me rechaza qué bueno, porque yo hago muchas estupideces cuando quiero a alguien. Si me acepta ¡Qué bueno!

Da igual su respuesta, al menos haré el intento.

Mientras me decidía iba corriendo a su departamento. Antes que nada debería disculparme con él por la manera en que le hablé a mediodía, es lo único que me preocupa. Aunque si me pagaran por cada vez que Atsuya me hablaba de ese modo, sería millonario. El es un maldito tsundere, por lo tanto… es más sensible a los comentarios de un ''pacifista'' como yo.

Ya estando frente a su puerta se me borró todo el diálogo que se supone, ya tenía planeado. Entonces… ¿Qué debía decirle ahora? Sin embargo, cuando me di cuenta ya estaba tocando su puerta.

Me extrañó que no abriera después de las tres veces que estuve como un desesperado golpeando dicha puerta de madera. Pensé que estaría tomando una siesta o tocaba la guitarra en su estudio y si ese era el motivo por el que no me escuchaba, entonces opté por sacar mi teléfono celular para enviarle un mensaje y que saliera de una maldita vez o me arrepentiría de todo porque… estoy nervioso, muy nervioso.

– ¿Qué mierdas haces aquí? –Esa voz me sacó de mi lucha con la pantalla táctil del aparato. Casi se me cae y adiós teléfono. Antes de girarme a ver su rostro respiré lo más profundo que puse, sobé mis sienes y guardé mi móvil en el bolsillo de mi saco negro. –Te estoy hablando rubia.

Voltee a verlo, su rostro parecía aun molesto por lo de ésta tarde. Tenía sus enormes audífonos tipo DJ alrededor de su cuello, el volumen era monstruoso de esas cosas. ¿Por qué no estaba sordo si a diario tenía esas cosas puestas con música todo lo contrario a tranquila y relajante? Pero al fin, esa era una de sus características y así lo aceptaba. Era un músico después de todo, uno que soñaba con música y practicaba literatura, un excelente estudiante que sacará un libro en unos años… si ese cantante, Kamijo tenía las peores notas en la clase música en sus tiempos de escolar, entonces Atsuya tenía la oportunidad de escribir su historia como él quiere y publicarla como era su sueño. Su hermano la leería, todo el mundo la leería…

Sentí que sonreí como un tonto al ver su rostro directamente, y a juzgar por sus mejillas sonrosadas mi acercamiento le tomó por sorpresa. –Atsuya… yo…

–E-Estás muy cerca ¿Qué cojones te pasa?

No puedo responder a eso con palabras. Los hechos valen más que eso y así suelo expresarme, ahora me siento vivo gracias a la única cosa que me impedía abrirme por completo al sentimiento que tengo en el pecho. Se siente cálido ahí dentro, ojalá Atsuya pudiera experimentarlo también. Tomé una de sus manos mientras mis ojos se clavaban en esos ojos grises que tanto me gustaban… no eran los de Shirou, estos son los de Fubuki Atsuya, un chico peculiar que me volvía loco. Posé esa pálida palma en medio de mi pecho, con el fin de que al menos sintiera un poco ese ir y venir acelerado del corazón. Me miró extrañado, pero a la vez esos orbes brillaban como dos finos diamantes… –Te quiero.

Abrió los ojos con sorpresa, quiso decir algo pero lo único que hizo fue balbucear cosas sin sentido, ni siquiera se acercaban a palabras, solo sílabas sin vocales que provocaron que mi sonrisa se ensanchara. Al fin lo he dicho y me siento bien con que el lo supiera, tal vez esas palabras que me dijo antes eran ciertas. Yo le importaba y lo sabía aunque no me lo dijera.

Me acerqué poco a poco a acortar las distancias que aún separaban nuestros rostros, a medida que eso pasaba Atsuya entrecerró sus ojos como si estuviera esperando ese momento al igual que yo. Con una de mis manos lo tomé de la cintura para apegarlo a mi cuerpo y sin más, lo besé. Lo besé como si nunca hubiera besado a alguna persona antes. Mis labios buscaban rozar lo mejor posible esa boca temblorosa que al principio se resistía a seguirme el contacto, pero al final ambos disfrutamos de unos cuantos roces acompañados por los sentimientos que iban creciendo inconscientemente. Me di cuenta de dos cosas el día de hoy… que adoro a Fubuki Atsuya…

Si el oxígeno no fuera algo vital, me hubiera gustado dormir pegado a sus labios.

Él sonrió de un modo irreconocible, rodeó mi cuello con sus brazos. –… tú… imbécil. Tardaste mucho.

Y la segunda cosa, es que quiero ser parte de su historia. Que me dedique al menos un párrafo de todo su libro, o una sola nota de su música, con eso me conformo y seré feliz el resto de mi vida.

–Lo lamento… y perdóname si te hablé mal esta tarde… –Colocó su dedo índice sobre mis labios, haciendo que callara.

–Ya no importa… así te quiero, rubia estúpida. –Y sin más se paró de puntas y me regaló un corto beso, que fue suficiente para lograr que mis mejillas se tiñeran del tono de la granada. Correspondí encantado hasta que se separó y me abrazó con todas sus fuerzas, aferrándose a una parte de mi cuerpo que en esos momentos estaba muy sensible...

Comprendí que duele mucho hacerse un tatuaje en toda la espalda…

Y por último… que yo, Afuro Terumi… tengo un fetiche por los chicos menores que yo.


Escoriaciones y equimosis no son otra cosa diferente a raspones y moretones en el idioma del criminólogo.

¿Qué tal les pareció? En lo personal a mi me ha encantado éste capítulo.~

Mucho amor ahorita, así estarán un tiempo... y ya el próximo capítulo volverá Nagumo a narrar y el drama comenzará~ huehuehue.

Pd: La frase del principio del capítulo es de Orihara Izaya, de DRRR! La tengo muy presente y bien escrita en una super hojita a un lado de mi escritorio.

Gracias por leer.

R.