This sick attraction
Disclaimer: Ni Supernatural ni sus personajes me pertenecen. Yo solo me divierto un poco con ellos :)
Advertencia: Wincest. Rated M por temática adulta. Angst
Notas: Hola chicos! Perdón por la demora! Pero me quede algo bloqueada con esta historia :/ Muchas gracias por todos sus comentarios, me alegra muchísimo que les haya gustado hasta ahora, y espero que les guste este capítulo, a pesar de que tiene muchísimo angst :)
La noche es oscura, nublada. La luna no ha salido y las estrellas están cubiertas por una densa capa de de cúmulos de agua condensada. La oscuridad es profunda, el silencio es infinito. El viento sopla suave, levantando ligeramente las hojas secas del suelo. A la distancia un búho ulula, un lobo aúlla, un río canta; en la quietud de la habitación un corazón late, el murmullo de una vieja canción de cuna retumba y la cadencia de una tenue respiración estremece. El corazón de Dean se desangra, una herida abierta y palpitante en la mitad. Sollozos incontrolables escapan a través de sus manos colocadas encima de su rostro. Estúpido, fui un estúpido. La mano firme y dura de su padre aprieta su hombro, palabras rasposas y tajantes sacuden su mente.
- Ya está bien, Dean. Vete a dormir. Él estará bien, tú necesitas reponer fuerzas, mañana será un largo día.
Dean niega ferviente y siente como la presión en su hombro se intensifica, acercándose a la línea que separa del dolor. Desobediencia a una orden directa, el pensamiento lo pone tenso, no recuerda la última vez que desobedeció a una orden de su padre, la última vez quizá hubieron golpes o tal vez palabras con el filo de un cuchillo, es difícil decirlo cuando ha pasado tanto tiempo desde ello.
- No lo voy a dejar, papá. No así. Esperare hasta que Sammy despierte, solo ahí me iré a dormir.
Sabe que su voz tiene un filo que raya en lo peligroso, sabe que su voz es firme y concluyente. No hay discusión, no hay segundos pensamientos. Habrá castigo más adelante, lo sabe por el modo en que el agarre en sus músculos se aleja de repente y en el sonido que las pesadas botas de cuero de su padre hacen al chocar contra el suelo. Habrá castigo pero no le importa, en este momento nada es más importante que su pálido hermano pequeño descansando en la horrible cama de la habitación del hotel.
Sammy está lívido, los cortes en su rostro y brazos han cicatrizado un poco con el tiempo, sin embargo la piel aún está roja en los bordes. Su rostro está perlado con sudor y Dean le pasa un trapo remojado en agua. La fiebre ha disminuido gracias a las compresas y Dean se siente aliviado de que su respiración ya no sea tan forzada como antes.
Estúpido, fui un estúpido. La culpa le come por completo, se lo traga vivo y no lucha con las oleadas de dolor y desesperación que emanan desde lo profundo de sus huesos. No lucha porque se lo merece, merece cada gota de agonizante del dolor, cada espasmo y latigazo sobre su mente y cuerpo. Estúpido.
- Lo siento, Sammy. Dios, lo siento tanto.
La voz se le quiebra, nuevas lágrimas recorren los caminos que otras dejaron, Dean sabe que su cara es un desorden de humedad y ojos rojos y no le importa, no quiere forzarse a que lo haga, no cuando estuvo tan cerca de perder a la única persona por la que vale la pena vivir.
Los eventos de hace dos noches aún siguen frescos en su cabeza, su cerebro repitiéndolos una y otra y otra vez, y con cada segundo que pasa se siente más enfermo, la bilis luchando por escapar de su estómago. Fue su culpa el que Sam casi muriera, su culpa que haya resultado gravemente herido y Dean se aborrece por eso, se odia y es un sentimiento voraz, intenso, malditamente profundo.
Todo comenzó dos noches atrás, llevaban en la ciudad poco más de dos semanas y el maldito desgraciado que cazabanresultó más escurridizo de lo que estaban acostumbrados. Papá había salido al próximo pueblo en busca de más noticias y Dean pensó que sería buena idea ir al bar a desahogar el stress en alcohol. Llegaron juntos y a mitad de la noche se perdieron de vista.
Dean odia no saber dónde está Sammy, no ser capaz de echarle un ojo encima le mata lentamente, y sin embargo esa noche decidió que no le importaba, necesitaba tomarse un descanso. Un descanso de esa desagradable obsesión que tenía con su hermano pequeño, de esa enferma necesidad de tocarlo, de sentirlo vivo en su piel. Dean necesitaba un descanso y que mejor lugar para hacerlo que en los brazos de alguna rubia – o era morena? – de largas piernas y enormes pechos.
El alcohol le nublaba la mente, las piernas le pesaban y la desesperación lo quemaba vivo. Quizá, de haber sido otro momento, él hubiera podido luchar con la urgencia de destrozar todo y reclamar lo que es suyo, quizás de no haber bebido tanto, Dean hubiera podido luchar con las ansias de quitar las garras de esa pelirroja de su hermano pequeño y chocar sus bocas hasta el punto del dolor. Pero Dean no está en sus cabales esa noche, y no reaccionó hasta después que el puño de su hermano chocó con su mandíbula y el sabor metálico de la sangre le tocó la lengua.
- ¿Por qué lo hiciste, Dean? ¡Porqué lo hiciste de nuevo, Dean!
Sammy estaba llorando, pequeñas gotitas de agua salada brotando de sus ojos. El miedo y la confusión llenando sus ojos. Y Dios, Dean se sintió como un fenómeno, la mirada de Sam, la desesperación en ella le hizo sentir como un enfermo, otra vez.
- Sammy…
- ¿Por qué, Dean? ¿Qué está mal contigo? ¿Qué diablos te sucede?
- Sammy… - Dean lo intentó otra vez, su mano estirada para buscar el calor de su hermano.
- No! No me toques, no ahora… Por favor, no me toques.
Sam salió corriendo, desesperado por poner distancia entre su maldito enfermo hermano mayor y él, y Dean no tuvo fuerzas para seguirlo, solo se dejó caer en el frío piso y abrazado a sí mismo lloró y gritó con angustia. Cuando volvió al hotel habían pasado más de 3 horas, esperaba que Sam se hubiera ido a dormir para así por lo menos no tener que lidiar con las preguntas y la incomodidad hasta el día siguiente, pero cuando abrió la puerta no halló nada más que vacío.
- ¿Sammy? ¡Sam!
El corazón se partió en su pecho, intento relajarse y pensar con claridad, evaluar sus opciones y no actuar de golpe, sin embargo sabía que algo estaba mal. Sammy no había vuelto al hotel y algo estaba mal, jodidamente mal. Buscó por horas, en todas partes. Preguntó y preguntó y nadie pudo decirle nada, hasta que casi al amanecer lo encontró… Golpeado y sangrante, sucio y herido, y el maldito bastardo al que venían cazando hace más de dos semanas encima suyo, cortando con sus sucias garras la piel se su hermano. Dean no recuerda muy bien lo que ocurrió ese momento y cuando volvió en sí, él y Sammy se hallaban de nuevo en el hotel, su padre estaba allí también, acabando de vendarle la herida abierta en la pierna. Desde entonces Sammy no ha despertado y Dean siente cada vez más y más culpa devorándole desde adentro.
- Lo siento, Sammy… Lo siento tanto. Si te recuperas prometo que seré el hermano que debería haber sido, prometo que no te volveré a tocar nunca más, prometo que haré que estos asquerosos sentimientos se vayan. Lo prometo Sammy, solo… Solo despierta, por favor.