CATORCEAVO METICHE: LA VERDAD
EDWARD
Después de pensar y pensar lo decidí. Aproveché que Jane quiso tomar un baño de tina y mamá le ofreció el jacuzzi de su habitación. Tuve cuidado en fingirme ocupado clasificando los álbumes de música para que Jane no sospechara nada.
A hurtadillas entré en la habitación de huéspedes que mamá le acondicionó. Pero no usé la puerta pues estaba con llave. Usé la ventana. Era mi casa y nadie la conocía como yo.
No fue difícil encontrar su laptop en una de sus maletas. Me fijé en cada cosa que había en la habitación. Parecía que ella dejaba todo en posiciones raras para comprobar que nadie toque sus cosas. Ya me había fijado eso antes. Jane parecía tener delirio de persecución.
Abrí con cuidado su computadora portátil pero traía clave. Estuve intentando dos veces antes de apagarla y volverla a encender. Probé muchos nombres y fechas. Nada me daba acceso.
Pero al lado de su almohada aparecía una libreta. Dejé la computadora y tomé aquel cuaderno espiralado. Tenía un lazo rojo que lo asegurada, con cuidado lo des hice.
Hojeé las primeras páginas atento a cualquier cosa que pudiera encontrar. Parecía anotaciones sin sentido, frases, pensamientos. Aunque nada agradables. "Parece que alguien más quiere hacer mi trabajo", "Esto le dolerá un poco pero es necesario", "Los Volturi no damos segundas oportunidades… a nadie"
¿Qué clase de persona era Jane? Busqué al final de la libreta para encontrar algunas anotaciones que me dejaron pasmado. "Hundir hasta el fondo su patética y miserable existencia. Y cuando esto suceda ya no quedará en pie una rival", "Le pedí que se quitara de mi camino y no escuchó. Ahora sufrirá como no se imagina", "Torturar es mi arte, no sigas haciendo que me enoje pequeño gnomo". Solté aquella libreta como si quemara.
¿Qué clase de mente retorcida tenía mi novia? No fue esa la imagen que mostró ante mí. Conmigo Jane siempre actuó como una niña que necesitaba ayuda. No un ser lleno de odio. Esto no estaba bien. Me asustaba pensar que había traído al corazón de mi familia, a alguien que podía lastimarlos. Debía detener esto cuanto antes pero no sabía el modo.
Cerré la libreta tal y cómo la encontré y decidí llevarme su laptop. Había alguien que podía ayudarme en esto y lo necesitaba con urgencia.
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—Edward ¿Qué haces aquí?— preguntó Jasper cuando llamé a su departamento.
—Necesito tu ayuda con urgencia— pedí. Se hizo a un lado para dejarme pasar pero noté que estaba algo abochornado. Recogió algunas cosas de su sofá y se fue a guardarlas. Juraría que una de las prendas era un suéter de mi hermana. Mejor no pienso en eso, ahora lo importante era que Jasper me ayude con mi problema.
—¿En qué puedo ayudarte?
—Tengo esto— le mostré el aparato. –Es la portátil de mi novia. Quiero saber si es la loca psicópata que dice Alice.
Le demoró sólo veinte minutos a Jasper romper la clave e ingresar. En el momento que abrió el facebook el corazón se me subió a la garganta. "Isabella Marie Swan. Cuenta bloqueada" decía el título. ¿Cómo es que el facebook de Bella se abrió en la computadora de Jane?
—Mira esto— Jasper me alcanzó un archivo en físico. Apenas lo abrí, lo volví a cerrar. ¿Era mi imaginación o había una foto de Bella desnuda? –Son las publicaciones del último mes en el face hackeado de Bella. Alguien le robó su cuenta y publicó todo tipo de obscenidades. Ahora sabemos quién fue. El IP que rastreé era de Seattle. Era de tu novia— dijo sin tomar en cuenta la impresión que esto me causaba.
—¿Ha sido Jane?— pregunté más por inercia. Aún no me lo podía creer.
—Deberías considerar alejarte de alguien como esa mujercita. Échale un vistazo a ese álbum para que veas de lo que es capaz. Me alegro que Alice esté durmiendo con Bella.
Con renuencia hojeé aquel archivo. No pude terminar de mirarlo, era claro que la persona que había hecho esto no estaba bien de la cabeza. Parecía que se había ensañado con Bella para hacerle miserable la vida. Entendí las palabras que encontré en su libreta "Hundir hasta el fondo su patética y miserable existencia. Y cuando esto suceda ya no quedará en pie una rival" esas palabras eran para Bella. Y las siguientes para mi hermana.
¡Debía detener eso cuanto antes!
—¿Ya terminaste? Necesito devolver la computadora— pedí.
—Dame unos minutos, necesito liberar a los demás desgraciados que tu novia anda torturando, no sólo hackeó a Bella. Tiene al menos diez personas a las que les robó las cuentas. A esto se dedica Jane, al robo de información. Pero es lógico dado que su familia de Italia es conocida por el tráfico de información y el espionaje— parecía que Jasper sabía mucho más que yo acerca de la familia de Jane. Me sentía avergonzado. Tantas veces que Alice me lo dijo y no le creí.
Mi teléfono empezó a vibrar. Era Jane. Contesté al instante sin saber muy bien que decir.
—¿Si?
—Edward ¿dónde estás? Tus padres están preparando la mesa, ya vamos a cenar.
—Discúlpame, voy para allá. Salí a visitar a un amigo que no veo hace tiempo.
—¿Amigo?— preguntó cambiando su tono de voz.
—Sí. Un amigo de la escuela, ya voy. En este instante me despido y salgo, no estoy lejos. Dile a mamá que no se detenga llego en cinco minutos— intenté sonreír para que fuera más creíble todo.
—La vas a tener difícil con ella. No le puedes decir a una miembro de la mafia italiana que no la quieres más. Necesitas ayuda— me sonrió Jasper.
—¿Qué tipo de ayuda?— pregunté.
—Del tipo que sólo tu hermano puede darte— me sonrió.
—¿Emmett?— pregunté. Mi hermano hacía meses que vivía con su novia en Port Ángeles, sólo venía a casa para fiestas y cumpleaños. No creo que deba involucrarlo en este asunto.
—Sí. Él y su novia son psicólogos. Los necesitas pero sé que eres muy testarudo para llamarlos, déjalo de mi cuenta. Todo sea por espantar a ese pequeño demonio que tienes en tu casa. No voy a exponer a mi Alice a esa mujercita. Yo sí se cuidar bien lo que tengo— hizo una mueca despreciativa y me entregó la portátil.
¿Qué me había querido decir con eso de que él si sabía cuidar lo que tenía?
—Si te refieres a Bella…—comencé. Él sonrió de lado sin mirarme.
—Tú nunca has tenido a Bella porque no tienes el valor— me dijo. ¿Qué sabía Jasper de lo que yo sentía? ¿Cree que porque es el novio de su mejor amiga sabe de Bella más que yo?
Bella es la criatura más hermosa que yo conozco. Sé que es dulce, inteligente y un poco cobarde. Que tampoco sabe luchar por lo que quiere. Y en eso nos parecemos bastante.
—De Bella prefiero no hablar…
—Como diría Alice. Allí va el caracol— soltó una carcajada. ¿Me estaba insultando?
—Me estas ofendiendo injustamente ¡Y ni siquiera sé si llamarme caracol es una ofensa!— grité confundido.
—Para Alice lo es. Caracol, lento y baboso… y cuando tiene miedo se esconde en su caparazón.
—No me escondo. Fue Bella la que me dejó muy claro que no le importo un rábano. Ella siempre ha sido tan cobarde como yo…
—Nunca le aclaraste nada. Ustedes siempre suponen las cosas. Tú supusiste que no le importas porque no te defendió cuando su madre te trapeó. Y ella supuso que Renée se disculparía por ello. Pero lo que no sabes Edward, y yo me acabo de enterar esta tarde, es que James amenazó a Bella con un arma aquel día— me miró como si fuese una especie de Dios y yo tuviera que arrojarme sus pies. La misma sonrisa de satisfacción que ponía Alice cuando llevaba la razón. Bueno he de reconocer que esto es nuevo y me saltaré su vanidad para preguntar.
—¿Arma?
—Bella no te defendió porque James tenía un cuchillo con el que pensaba atravesarte. ¿Lo captas? ¿No verdad? Y fue mejor así, al menos sólo tuviste una visita corta a la delegación en lugar de una estadía permanente en el cementerio.
¿Eso era cierto? ¿Bella no me defendió porque James amenazó con matarme?
¡Oh Dios que tonto he sido!
Tomé la portatil de Jane y me fui a casa. La escondí entre mis prendas para entrar. Afortunadamente era pequeña. Me disculpé y con la excusa de cambiarme de ropa fui directo a devolver la máquina a su lugar. Por suerte pude ver que en su absoluto orden Jane no había echado en falta su laptop.
—Es una cocinera excelente— alabó Jane a mamá.
—Gracias— contestó Esme sin mucho entusiasmo. Mi madre parecía distraída, quizás echaba de menos a mi hermana.
Después de comer miramos una película, agradecí eso porque no sabía cómo entablar la conversación con Jane ni por donde comenzar. No presté atención al dvd, en mi mente repasaba una y otra vez aquellos insultos e infamias que Jane había publicado en el facebook de Bella y todas la correspondencia que enviaba a su nombre a sus amigos y profesores. ¿Qué sería lo que estaría planeando hacerle a mi hermana? Y yo de tonto que no le creí una palabra cuando me lo dijo. No cabía duda que Alice conocía mejor a las personas que yo.
Al parecer la película era muy romántica. Papá acariciaba el cabello de mamá y Jane se recostó en mi hombro. Pero ahora su contacto me espantaba.
Al terminar el filme, fui a dejar a Jane en su habitación, intenté darle un beso en la mejilla pero ella me tomó de la camisa.
—¿No quieres entrar?— dijo antes de jalarme hacia dentro y cerrar la puerta. No había contado con esto. Le tenía un especial cariño a Jane, a la que yo creía que era Jane pero aún no estaba en mis planes intimar con ella. Ahora menos que nunca.
Sus labios no eran dulces como usualmente los sentía. Ahora parecía que iba a comerme vivo. Intenté en vano zafarme pero la pequeña tenía bastante fuerza. Opté por no moverme a fin de que al no sentir oposición ni apoyo se calmara.
—Duerme conmigo Edward— pidió. Tragué saliva. Jamás podría hacer eso con un pequeño demonio como Jane. ¿Pero de qué forma decirle que no sin que se sintiera ofendida?
—No sé si pueda…— intenté improvisar.
—¿Eres virgen?— preguntó mordiendo mi oreja. Casi grito del dolor.
—No— mentí. –Pero nunca lo he hecho con una mujer— sus ojos se agrandaron y me soltó inmediatamente.
—¿A qué te refieres?— preguntó asustada.
—Eres mi primera novia, yo sé que puedo cambiar por ti— intenté abrazarla pero no me aceptó. Tuve que hacer uso de todo mi autocontrol para no reír.
—¿Me estás diciendo que eres gay pero que intentas usarme para cambiar? ¿O es que te da vergüenza aceptar lo que eres y me estas usando de pantalla con tu familia?
—¡No! En realidad quiero cambiar— me senté lo más lejos que pude de ella para que no viera mi rostro o podría descubrir que le miento.
—Uno no cambia esas cosas Edward. Pensar que invertí tanto tiempo y energía contigo. ¿Cómo pude ser tan idiota?— empezó a murmurar para sí misma, partes en español y algunas en italiano. Al menos creo que me había salvado de sus bajos instintos.
—Lo siento— dije suspirando.
—Tus padres deben saberlo— dijo mirándome furiosa.
—¿Qué? ¡No por favor!— grité. Ok eso me salió demasiado femenino. Estaba seguro que con eso la convencía.
—Claro que deben saberlo pero no te apures. Te dejaré en libertad para decírselo. Me voy mañana creo que es mejor para los dos.
—¿Tan pronto?
—Después del almuerzo. Llamaré ahora para que me reserven un pasaje. Vete por favor— pidió simulando que le dolía la cabeza.
Salí cabizbajo fingiendo tristeza. Apenas cerró su puerta me fui directo a la habitación de mis padres a contarles lo sucedido. Carlisle me interrumpió varias veces sin embargo mamá no decía nada.
—No puedo creer todo lo que me dices de Jane. Yo mismo quise hablar con Alice para reprenderla por su comportamiento.
—Yo si le creo a Edward— dijo mamá.
—¿Qué sabes de Jane mamá?— pregunté acercándome a ella.
—Esa niña no está bien de la cabeza. Tiene actitudes extrañas. Vocifera blasfemias en latín, habla sola… insiste en saber cosas que uno no quiere decirle…
—¿Cómo qué?— pregunté asustado.
—Me ha estado preguntado cosas de Bella. Desde que la conocí. Yo le dije el nombre de sus padres, cuando nació, que estudiaba. Pensé que tú le habías hablado de ella y por eso Jane preguntaba porque se sentía insegura. No porque quisiera hacerle daño. Y ayer me sorprendí tanto. Jane estaba tan ensimismada leyendo un correo en su celular y por eso dejó que la leche se derramara.
—Sería algo importante— dijo papá.
—Extraño. Porque repetía las mismas palabras que esa tarde Alice me había pedido traducir. Una serie de insultos tontos en italiano. No dije nada porque no estaba segura pero ahora que me confirmas que Jane suplantó las cuentas de Bella todo tiene sentido— suspiró mamá.
—Y ahora no sé cómo hacer para encararla. Se va a ir mañana después del mediodía.
—¿Se va?— por primera vez mamá sonreía.
—Sí. Intentó seducirme hace un rato pero le insinué que era gay…— papá soltó una carcajada.
—Ay mi cielo, en qué cosas te metes— me reprendió mamá.
—No se me ocurrió nada mejor. Lo siento.
—Ve a descansar, ya se nos ocurrirá algo para desenmascarar a esa pequeña diablilla— papá estaba pensando.
Me fui a la cama aunque no tenía sueño. Creo que me quedé dormido en algún momento pero desperté asustado al escuchar la voz de Bella que me llamaba. Sin pensar en lo que hacía, tomé mis llaves y salí sin hacer ruido. Subí a mi auto que afortunadamente estaba en la parte exterior de la cochera y manejé sin rumbo. Bueno, debo confesar que siempre he tenido el mismo rumbo cuando pensaba que solamente daba vueltas en Forks. La casa de Bella. No era la primera vez que pasaba por su calle con la esperanza de verla. Lo hago desde que saqué mi licencia de conducir.
Era mi costumbre pasar lentamente mirando su ventana, seguir conduciendo hasta llegar al final del camino. Y retornar. Varias veces.
En la última vez que hacia el ritual, regresé más despacio que de costumbre y me sorprendí de encontrar una figura junto al árbol de la entrada de la casa de los Swan.
Detuve el auto en el mismo momento en que distinguí que aquella persona envuelta en un cobertor era Bella.
Con el corazón acelerado bajé los cristales del auto para verla mejor. Estaba tan cerca. Y me sonreía. Mejor que todas las veces que me imaginé verla en su puerta o en su balcón.
—¿Quieres venir?— pregunté. Antes que pudiera reaccionar se había subido al auto y me miraba nerviosa.
Por nuestro bien arranqué para alejarnos de la gente y del mundo. No necesitábamos más metiches en nuestras vidas, de esos ya habíamos tenido suficientes durante todos los años que intentamos acercarnos.
Nuevamente conduje hasta el final del camino, descendí para ayudarle a bajar. Tomé su mano y sin decir nada caminamos un trecho hacia el bosque. Yo sabía que más o menos a cien metros de allí se abría un claro en el bosque. Lejos del ruido de la carretera.
Al llegar me giré hacia ella para intentar iniciar una conversación que no sabía por dónde debía comenzar. Si en el pasado, presente o futuro. Que la he amado desde que tengo memoria. Que la amo ahora a pesar del tiempo trascurrido y de la gente que se ha interpuesto entre nosotros o del futuro donde quiero que ella esté.
Antes de poder siquiera articular una palabra o acomodar mis pensamientos sentí sus cálidos labios contra los míos. Y me olvidé de pensar.
Pobre Edward casi se lo come Jane. ¿Qué pasará ahora? Por fin estarán juntos? ¿Cómo sacarán a Jane de sus vidas? Lo sabremos en el siguiente y último capítulo.
Gracias por leer
PATITO