¡Hola a todas!
Siento haber tardado tanto en actualizar esta historia, pero ''El príncipe durmiente de las serpientes'' abarca prácticamente todo el tiempo del que dispongo para escribir. De todas formas, quiero que sepáis que esta historia no la he abandonado ni mucho menos e iré subiendo capítulos a medida que pueda :)
En esta ocasión, no he podido contestar los reviews pero quiero que sepáis que los he leído todos y que os lo agradezco mucho ^^
MUCHAS GRACIAS A: BereLestrange, Alesz, Shirmione Malfoy, Cleoru Misumi, merylune, mariapotter2002, Caroone, Emma Felton, KUBL, Sam Wallflower, Guest, LucyTheMarauder, Connie1, BlueJoy, Dann Minashiro, Gabi Malfoy, LylyanneBlack, BlackDreamQueen, CoposdeHielo, Jeenny Molko, Katherine Miskov, MagicisFidem, Rhyannon Eltanin, nameeee, AMY, OrtigaLuna, AniiMalfoy y joy.
Y ahora...os dejo con la lectura :) ¡Espero que os guste!
Draco no había conseguido cerrar los ojos en toda la noche. Entre el calor agobiante que hacía en su habitación y la conversación que había tenido con el jodido ''chico solitario'', estaba de un humor de perros. Había decidido bajar al salón para tumbarse en el sofá y había abierto una de las ventanas para ver si así era capaz de conciliar el sueño, pero no había forma. Aunque lo intentase le venía una y otra vez a la mente la conversación que había tenido con ese retrasado. Obviamente era alguien que conocía, pero desde que estaba atrapado en esa maldita pesadilla, sólo había visto a Potter y compañía. Evidentemente, Crabbe y Goyle no podían ser. ¿Sería la comadreja? No, no… ¿entonces? ¿Theo? Por Circe iba a volverse loco. Presentía que algo se le escapaba y no dejaba de dar vueltas en el incómodo sofá. ¿Y si ese loco le contaba a Granger que a él le gustaba? ¡Estaría perdido!
Cuando quiso darse cuenta, había amanecido. Notaba que tenía la boca pastosa y los ojos hinchados por el cansancio. Fantástico, encima iba a tener ojeras todo el puto día.
— ¿Qué demonios haces ahí?— Hermione, que se acababa de levantar, había bajado las escaleras completamente adormilada y solamente llevaba puesta la ropa interior. Le extrañaba que su hermano estuviese despierto tan temprano. No solía madrugar.
Draco se incorporó rápidamente.
— ¿Qué pasa, Granger? ¿Acaso no puedo dormir aquí?— espetó intentando desviar la mirada de su cuerpo medio desnudo.
— No, no es eso, es que…bueno da igual— bostezó y se encogió de hombros — ¿Has desayunado ya?
— No.
— ¿Quieres que te prepare algo? ¿Te apetecen tortitas?
Draco sonrió para sí mismo. Que Granger le preparase el desayuno no era algo usual pero él no solía comer ese tipo de bazofias y tampoco quería ser muy amable. Ella no debía sospechar y menos ahora que podía enterarse en cualquier momento de su confesión a ese retrasado.
— Déjalo. Desayunaré algo de fruta— repuso cogiendo la camisa desgastada que había dejado sobre una silla y cuando se la puso, fue a la cocina. El señor y señora Granger seguían durmiendo y el desayuno transcurrió en silencio. Draco se sentía muy nervioso. ¡Joder! ¡Tampoco era necesario estar tan paranoico! Seguramente ella no se enteraría pero... cabía la posibilidad.
— Oye Draco— dijo de pronto Hermione al ver que mordía una manzana como un troglodita sin modales.
— Qué.
— Hmm… ahora cuando terminemos de desayunar, ¿puedes dejarme tu ordenador?
Draco se puso tenso.
— Para qué— masculló casi atragantándose con la manzana.
— Porque quiero hablar con Blaise. Se ha comprado un ordenador— comentó bajando un poco el rostro avergonzada.
Malfoy abrió mucho los ojos. ¿Y si Blaise era el imbécil solitario? Un momento, no. ''El chico solitario'' dijo que quería acercarse más a Granger porque al parecer no hablaban mucho. Vamos, que era un palurdo. Al ver su mirada suplicante no pudo negarse y chasqueó la lengua enfadado. Le jodía que ella hablase de Blaise. ¿Por qué no terminaban su relación o lo que fuese que tuviesen de una vez? ¿No se suponía que Blaise se aburría en seguida de las tías? Menuda mierda.
— Sólo diez minutos, Granger— dijo a regañadientes. No sabía siquiera cómo había sido capaz de ceder.
Hermione enarcó una ceja.
— No seas estúpido, Draco. Eso es muy poco tiempo. Media hora— Malfoy se sonrojó al ver que ella sonreía. ¡No iba a conseguir que cambiase de opinión, joder!
Repentinamente, el timbre de la puerta sonó dejando a Draco con la palabra en la boca. Hermione no lo dudó, salió corriendo de la cocina y subió a toda prisa las escaleras.
— ¡Abre tú! ¡Yo voy a usar el ordenador!
Draco gruñó furioso. ¡Maldita sabelotodo! De todas formas, ¿quién sería a esas horas? Estaba claro que Crabbe y Goyle no porque dormían como osos en plena hibernación. ¿Entonces? Decidió ir a ver quién era para salir de dudas y cuando bajó el manillar y abrió la puerta, no supo si gritar, reír o llorar.
Narcissa Malfoy.
— ¡Madre!— exclamó eufórico deseando abrazarla pero tuvo que contenerse al ver que su aspecto era jodidamente raro. Su peinado no había cambiado en absoluto pero llevaba puesto un vestido rosa.
Un puto vestido rosa de lo más ridículo.
Y sostenía un maletín de color negro. ¿Qué llevaría ahí? Quizás en la pesadilla su madre era una psicópata y pretendía poner una bomba en la casa de Granger. Si era así, se lo agradecería. Quizá conseguía despertar de una maldita vez.
— Ohh cariño lo siento mucho, pero yo no soy tu madre.
Draco no supo qué decir. Mejor que se explicase o abriese el maletín y sacase de una vez el puto explosivo.
Su madre le ofreció una tarjeta.
— Soy distribuidora Avon.
Malfoy abrió mucho los ojos, sin entender nada. ¿Qué coño era eso de Avon? Las evidencias de que tarde o temprano perdería el juicio eran cada vez más numerosas.
— Veo que tienes el cabello despeinado y las puntas algo abiertas.
Draco bufó y se cruzó de brazos, apoyándose contra el dintel de la puerta de la entrada.
— Normal. Acabo de levantarme.
Ella soltó una falsa risita. Ese cliente parecía antipático pero sobre todo difícil de convencer. Aún así, tenía que intentar venderle lo que fuera.
— Ahh, he de añadir que también tienes muchas ojeras— comentó acercándose para inspeccionarle pero Draco no se movió. Al fin y al cabo era su madre, aunque ella no lo supiese— ¿Sabes? Creo que voy a hacerte una demostración gratis. Necesitas tratamiento…y con urgencia.
Draco se extrañó. ¿Tratamiento? Como no fuese psicológico... Cuando quiso darse cuenta, su madre ya había entrado en la casa con todo el descaro del mundo.
Narcissa, tranquilamente, se sentó en el sofá, colocó el maletín sobre la mesita del café y lo abrió dejando a la vista unos frascos con potingues muy extraños.
— ¿A qué esperas? Ven y siéntate a mi lado— le exigió al rubio dando palmaditas en el sofá. Iba a tener que recurrir a todas sus dotes de vendedora para que le comprase algo. Aún así, le preocupaba el hecho de que el chico parecía tener una piel muy delicada y pálida, y no sabía si sus productos iban a sentarle bien.
Malfoy resopló. Se sentía intranquilo. Intranquilo de que Granger estuviese arriba usando el ordenador. Esperaba que no estuviese hablando con ''el imbécil solitario''. Se acercó al sofá malhumorado y su madre se levantó haciendo un ademán para que se tumbase. Cuanto más miraba ese vestido rosa, más arcadas sentía. ¡Por Salazar Slytherin, parecía Umbridge!
Sin decir nada, se recostó y vio que Narcissa comenzaba a abrir algunos botes que olían raro. ¿Qué narices sería eso? ¿Quizá iba a darle un masaje?
— Será mejor que cierres los ojos, cariño.
Draco asintió, bajó los párpados y notó un alivio repentino. Después de todo, no había dormido en horas y estaba cansado. Necesitaba relajarse. Para su sorpresa, notó algo frío en la frente y soltó un gemido.
— Verás qué bonita vas a tener la piel después del tratamiento— Narcissa le esparció el potingue por las mejillas, el mentón, la barbilla; hasta que dejó todo su rostro cubierto de una crema azul muy perfumada.
— ¿Cuánto tiempo tengo que estar con esta bazofia?— musitó Draco entre dientes haciendo un gran esfuerzo para poder hablar. Joder, ¿por qué esa cosa estaba poniéndose cada vez más rígida?
— ¡No, no, no! No hables, tú sólo relájate. Te la dejaré un rato, mientras tanto te arreglaré el cabello— la distribuidora Avon sacó un espray del maletín y un cepillo— ¿Puedes incorporarte un poco?
Draco asintió con los ojos cerrados, poco a poco fue incorporándose hasta quedar sentado y de pronto escuchó el sonido del espray y notó algo húmedo y refrescante cayéndole en el cabello. ¿Qué sería? Era agradable y olía bien.
Narcissa empezó a darle un masaje en el cuero cabelludo y pasó el cepillo por su pelo para que quedase lo más brillante y sedoso posible.
Malfoy llevaba un rato notando las delicadas manos de su madre masajeándole el cabello. Estaba relajándose mucho, tanto que prácticamente iba a quedarse dormido, pero en ese momento un grito hizo que abriese los ojos de par en par. Miró a Narcissa y vio que se cubría la cara con las manos, horrorizada. ¿Qué coño le pasaba?
— Ehh, creo, c-creo que me he equivocado de crema y de espray— tartamudeó comenzando a recoger rápidamente los utensilios y a guardarlos dentro del maletín con manos temblorosas— ¡Será mejor que me marche! ¡Había olvidado que tengo una c-cita muy importante! ¡A-adiós!
Malfoy se levantó como un resorte del sofá para impedir que se largase pero ya era demasiado tarde. Ella había salido por la puerta como una exhalación y corría calle abajo como si la persiguiese un ejército de dementores. Joder, para un rato que podía pasar con su madre... No entendía lo que había sucedido ni por qué se había largado tan repentinamente pero la cara le dolía de lo rígida que la tenía. Lo mejor era ir al cuarto de baño a lavársela. Atravesó el pasillo y escuchó unas carcajadas provenientes de la planta de arriba. Era Granger. Estupendo… a saber qué cojones estaba hablando con Blaise. Luego subiría para apagar el ordenador, y de paso, tirarlo por la ventana. Así no lo usaría más. Entró en el cuarto de baño desganado, se acercó al lavabo, abrió al grifo y alzó la vista para observarse en el espejo. Tenía curiosidad por saber qué era lo que su madre le había puesto en la cara.
Hermione por su parte, no dejaba de reírse hablando con Neville Longbottom. Blaise por desgracia no se había conectado, pero desde que habían terminado las clases en Hogwarts no había vuelto a saber nada de Neville y le hizo ilusión que también se hubiese comprado un ordenador. Ahora podría hablar con él más a menudo. Además, quería invitarle a la celebración del día veinte de agosto porque estaba a la vuelta de la esquina. En ese momento, escuchó un grito ensordecedor proveniente de la planta baja.
DRACO.
Rápidamente salió de la habitación, encontrándose en el pasillo con sus padres que al parecer se habían despertado asustados, y bajó las escaleras saltando los escalones de dos en dos. Cuando llegó al salón vio que allí no había nadie. Un momento, alguien había tocado al timbre y ella había dejado a cargo a su hermano. ¡Quizás había entrado un ladrón! ¡Ohh maldita sea! Buscó por toda la casa a Draco y escuchó unos sollozos que provenían del cuarto de baño. Se acercó al ver que la puerta estaba abierta y cuando entró, ahogó un grito.
Draco tenía toda la cara de un azul intenso y parecía que había metido los dedos en un enchufe porque su pelo estaba… ni siquiera se podía describir con palabras.
— ¡Por Merlín, Draco! ¡Pareces un pitufo! ¡Qué demonios te ha pasado! — Hermione intentó aplacarle el pelo pero estaba completamente duro y rígido, como si le hubiesen echado una tonelada de laca encima.
Draco se había sentado en el suelo, en un rincón del cuarto de baño totalmente traumatizado, meciéndose y murmurando:— AVON, AVON, AVON...
Hermione apretó los dientes. ¡Así que había sido esa loca! No era la primera vez que iba a su casa, solo que siempre abría ella la puerta y la echaba inmediatamente, pero esa vez… ¡Oh! ¡Por qué había sido tan estúpida como para haber dejado a su hermano solo ante el peligro! ¿Ahora qué iba a hacer? Tenía una poción alisadora guardada en su baúl, pero no pensaba usarla. Estaba reservada para cuando viese a Blaise el veinte de agosto. No podía malgastarla. Lo mejor era llevar a Draco a la peluquería. Allí se encargarían de su pelo y de su rostro.
— ¿Has probado a lavarte la cara?— preguntó preocupada.
— No Granger, pero mi madre me ha dicho que esta sucia crema se quita fácilmente. Lo que realmente me preocupa es el pelo.
Hermione lo miró extrañada. ¿Su madre? Ya estaba delirando de nuevo…aunque bueno, con lo que le había pasado, era normal.
Draco se acercó al lavabo, puso las manos bajo el grifo, inclinó un poco la cabeza hacia abajo y comenzó a frotarse enérgicamente las mejillas, la frente y todo el rostro. Intentó abrir un poco los ojos y vio que el potingue azul chorreaba, desapareciendo por el desagüe. Buena señal, buena señal. Tenía que continuar lavándose, así que se frotó con más fuerza hasta que el agua volvió a ser transparente y luego buscó a ciegas la toalla para secarse la cara.
Hermione seguía allí plantada y no pudo evitar soltar una carcajada.
— ¿Qué mierda te pasa ahora?— espetó apartándose la toalla de la cara y arrojándola sobre la tapa del inodoro.
Hermione se rió pero al escuchar que sus padres los llamaban desde el pasillo, cerró la puerta rápidamente.
— Mírate al espejo anda.
El rubio frunció el ceño sin entender qué ocurría y cuando vio su reflejo en el cristal, volvió a gritar, llevándose las manos a las mejillas, como Macaulay Culkin en Solo en Casa. El tono de la piel de su rostro se había vuelto moreno.
Jodidamente moreno.
Mucho más moreno que el resto de su cuerpo. Incluso se podía apreciar la marca en su cuello con claridad.
— ¡Mierda!— graznó frotándose con la esperanza de que ese color se desvaneciese, pero no. Estaba tostado como un conguito— ¡Granger, tienes que ayudarme! ¡Ahora!
Entre el color de su rostro y su pelo con efecto electrocutado, parecía un bicho raro recién fugado de un laboratorio de investigación.
Hermione tuvo que limpiarse las lágrimas de tanto reírse.
— Ve a vestirte. No te preocupes, vamos a ir a la peluquería— a Hermione le habían hablado de un peluquero muy bueno que también se encargaba de hacer tratamientos faciales. Seguramente podría arreglar ese estropicio.
Al cabo de un rato, cuando ella se hubo puesto uno de sus vestidos de verano, entró en la habitación de Draco y abrió mucho los ojos al ver las pintas que llevaba. Se había puesto… ¿la camisa hawaiana?
— ¡Qué miras!— aulló Malfoy abrochándose los botones. Sólo faltaba que Granger se cachondease. Aunque cualquiera en su sano juicio lo hubiera hecho. Si ese percance le hubiese ocurrido a San Potter o la comadreja, él no se hubiera contenido, desde luego— ¡Era la única camisa que quedaba limpia! Venga, vamos rápido a donde sea, que quiero que me arreglen esta mierda de una vez.
Hermione asintió y tuvo que morderse la lengua para no volver a reírse. Su hermano parecía un muñeco diabólico.
Draco buscó una gorra por la habitación pero cuando intentó ponérsela fue inútil. Su puto pelo estaba estático. Hastiado, supiró y decidió que lo mejor era no entretenerse más. Bajó las escaleras y él y Granger salieron de la casa.
Los señores Granger, al parecer, ya habían desayunado y se habían marchado a la clínica, así que no vieron a su hijo con ese aspecto tan ridículo.
Draco lo pasó realmente mal durante el trayecto a la peluquería. Jamás había sentido tanta vergüenza y por una maldita vez en su vida deseaba no ser el centro de atención. Quería que lo ignorasen por completo y que nadie lo mirase, algo que desde luego no sucedía. La gente se reía sin parar, era inevitable. Algunos chicos murmuraban:— ''¿de qué va disfrazado ese muchacho? Si aún no es Halloween... '' y otros comentaban:— Será mejor que no nos acerquemos mucho. Parece peligroso.
Draco se cubría el rostro abochornado. Por suerte, la peluquería no estaba muy lejos y no tuvo que pasar mucho rato expuesto a las miradas ajenas, pero aún así le pareció una eternidad. Cuando Granger se detuvo frente a la puerta de la peluquería, él miró el letrero que había sobre el escaparate con escepticismo.
¡BIENVENIDOS AL SALÓN DE PELUQUERÍA LOOK-HART!
Al rubio no le dio muy buena espina aquel lugar. No sabía por qué pero tenía una sensación extraña. Al ver que Granger entraba, la siguió desconfiado. Al menos en el interior la temperatura no era tan insoportable.
Hermione se sentó en el sofá de la sala de espera pero antes de que Draco pudiese preguntarle, apareció un peluquero un tanto afeminado, contoneando las caderas de forma amanerada. Llevaba un delantal rosa e iba peinado con un tupé. Su cabello era rubio y su sonrisa deslumbrante… U-N-M-O-M-E-N-T-O.
— ¡Ohh, qué horror! ¡Ejem, bienvenido a la peluquería Look-hart!— Draco abrió la boca, atónito al ver a Gilderoy Lockhart. ¡Por Circe! ¿Ese loco iba a ser el encargado de deshacer su problema?
Fue a dar media vuelta pero Hermione, que permanecía sentada en el sofá leyendo una revista, lo miró con mala cara.
— Venga Draco, no seas idiota. Gilderoy hace su trabajo de maravilla.
— Lo dudo mucho, Granger— sabía que era un farsante. Seguro que tampoco sabía peinar e iba de míster peluquero número uno.
Lockhart hizo un ademán para que el rubio se sentase en uno de los sillones frente a un gran espejo. Luego apoyó las palmas de las manos sobre sus hombros.
— Verás que guapo vas a quedar. Casi tan guapo como yo— dijo soltando una risita engreída.
Draco tembló al notar su tacto. Qué asco por Circe. Como ese loco intentase meterle mano no dudaría en marcharse de allí inmediatamente.
Gilderoy comenzó a esparcir una crema blanca sobre su rostro y le puso dos rodajas de pepinillos sobre los ojos. Ese chico poseía un cutis perfecto. Toda su piel era blanca, tersa y suave. ¿Por qué demonios su rostro estaba tan negro? Estaba claro que se había echado una crema bronceadora artificial. Debía arreglar ese desastre. Cuando terminó comenzó a limpiarle la crema con un poco de agua, le quitó las rodajas y luego le secó muy despacio con una toalla.
— Mírate. Ahora puedes sentirte orgulloso. Tu piel es casi tan perfecta como la mía— rió pasándose una mano por el tupé.
Draco suspiró alviado al ver que su rostro había vuelto a la normalidad. Después de todo, ese farsante no hacía mal su trabajo pero... aún así seguía teniendo el pelo hecho una mierda.
— Continúe— le instó al percatarse de que se dispersaba y comenzaba a pavonearse por la peluquería.
Gilderoy asintió molesto ante el comentario de su cliente y comenzó a echarle un espray especial para cabellos encrespados. Aunque en ese momento se le ocurrió una idea mejor, dejó el espray sobre el carrito donde tenía todos los utensilios de peluquería y rebuscó por los tintes y botellas de agua oxigenada hasta dar con lo que quería.
Draco notó algo frío cayéndole sobre el cuero cabelludo y cerró los ojos. Por fin iba a deshacerse del pelo electrificado. Por fin...
Al cabo de largo rato, Lockhart se dio por satisfecho.
— Et voilá. Perfecto, aunque… no tanto como mi cabello. Qué le vamos a hacer— Gilderoy dejó los utensilios sobre el carrito y giró un poco el sillón para que el rubio se mirase al espejo y viese el magnífico trabajo que había hecho, pero Draco gritó, horrorizado.
Su pelo no era liso, no. Tenía unos perfectos tirabuzones rubios que hacían que pareciese una muñeca de porcelana.
— ¡Pero qué mierda me has hecho, retrasado! – gritó levantando la mano para pegarle un puñetazo. Hermione se aproximó rápidamente y lo sujetó.
— Ohh, pensé que así estarías más guapo— comentó Gilderoy— Además, no dijiste cómo querías el pelo. No tengo la culpa de que tú no hayas sido más específico. Yo sólo hago mi trabajo, y de una forma magnífica por cierto— añadió con suficiencia.
Hermione rodó los ojos al ver que el estúpido peluquero había metido la pata y cogió a Draco de la mano. Iban a tener que correr otra vez, porque desde luego ella no pensaba pagar a ese farsante. No entendía por qué demonios le había hecho una permanente a su hermano. Maldita sea, parecía la versión masculina de ricitos de oro.
— ¡Draco, corre!— dijo tirando de él, sin pensárselo. Gilderoy, muy enfadado, los siguió pero al ver que en su peluquería entraban dos cachas musculosos, se olvidó de todo y se quedó allí, haciendo poses y esbozando irresistibles sonrisas al estilo Colgate Total.
Al cabo de un rato, Hermione y Draco llegaron a casa, entraron y cerraron la puerta rápidamente.
— ¿Qué voy a hacer ahora?— Draco no dejaba de estirarse los rizos pero los dichosos tirabuzones volvían a encogerse.
Hermione suspiró molesta.
— Espérame en el cuarto de baño. Voy a mi habitación— iba a tener que recurrir a la poción alisadora. ¿Por qué su hermano siempre acababa fastidiándole sus planes con Blaise de una forma u otra? Estaba harta.
Cuando entró en su dormitorio buscó en el baúl el frasco de poción alisadora. Si le daba a Draco esa poción, su cabello no volvería a rizarse porque era liso, pero ella ya no dispondría de reservas. Maldita sea.
Volvió a bajar a la planta baja y entró en el cuarto de baño. Draco estaba sentado sobre la tapa del inodoro, impaciente. Al ver lo que llevaba la chica en la mano abrió mucho los ojos.
— Granger, ¡¿has tenido eso todo este maldito tiempo y me has hecho pasar por este infierno?!
Hermione apretó los labios.
— Ehh, es que acabo de recordar que me quedaba un frasco— repuso acercándose a él para darle la poción. Aún así cogió un poco de crema suavizante para el pelo, se colocó entre sus piernas y comenzó a ponérsela por todo el cabello.
Draco casi se atragantó con la poción al sentir su proximidad. Llevaba un vestido muy corto y sus piernas estaban algo morenas por el sol. Joder, y su piel parecía tan suave… tenía que tocarla.
— ¿Qué estás haciendo?— Hermione se sorprendió al notar que él deslizaba las manos por uno de sus muslos.
— Me aburro, Granger. Además, tienes una mancha— no sabía qué excusa poner— Algo tendré que hacer mientras tú me pones esa porquería.
Hermione bufó y comenzó a apartarle mechones de la raíz para asegurarse de que la crema le cubriese toda la cabeza.
— Esta porquería que te estoy poniendo es lo que va a hacer que no parezcas una estúpida muñeca de cuento.
— ¿Has hablado con Blaise? – preguntó Malfoy de repente. Estaba intrigado y sentía demasiada curiosidad.
— No— Hermione suspiró entristecida— No se ha conectado, pero… sí he hablado con Neville. Además, le he contado lo del veinte de agosto.
Draco se extrañó. ¿Longbottom? ¿Veinte de agosto?
— ¿Qué pasa el día veinte? Eso es… pasado mañana, ¿no?
Hermione lo miró de hito en hito.
— Draco, no puedo creer que lo hayas olvidado— como su hermano la observaba sin entender nada, suspiró armándose de paciencia— El fin de semana en la cabaña del lago, a las afueras. Así podré celebrar mi cumpleaños antes de volver a Hogwarts. ¿Ya te has olvidado de que vamos todos los años? Además, papá y mamá no vienen este año y podremos estar solos. Vendrán Blaise, Fred, George, Ron, Ginny, Neville…
Malfoy no escuchó nada más. ¿Un fin de semana solos? Pero iría Blaise… ¡Ohh mierda! ¿Y si intentaba follársela? ¡No podía permitirlo! Instintivamente se aferró a su pierna. No quería soltarla. Joder, ¿por qué tenía que soñar que era su hermana?
— Draco, ya está— sonrió apartándose— Vuelves a tener el pelo como siempre.
El rubio se levantó, se miró al espejo y suspiró aliviado al ver que había vuelto a la normalidad. Gracias a Circe.
— Deberías ir preparando una mochila con toda lo quieres llevarte. No te olvides del bañador— comentó Hermione acercándose a la puerta del cuarto de baño— Por cierto, gracias por dejarme usar el ordenador. No he hablado con Blaise, pero al menos he tenido noticias de Neville. Hacía tiempo que no sabía nada de él.
Draco entornó los ojos. Qué raro, ¿desde cuándo el tonto de Longbottom usaba un ordenador? Era un cacharro demasiado complejo para él.
— ¿Sabes qué me ha dicho, Draco? — dijo arrebolada, llevándose una mano a la mejilla— Que se ha comprado el ordenador sólo para hablar conmigo. No sé, creo que le gusto y eso que sabe que estoy con Blaise pero…
El rubio se quedó rígido por un momento. ¿Que se había comprado el ordenador sólo para hablar con ella? Eso le resultaba familiar. Pero no, ni de coña. ¡¿O sí?!
— ¿Qué nombre tenía Longbottom en el chat, Granger? — preguntó algo alarmado. Aún así no tenía de qué preocuparse. Estaba sufriendo enajenación mental. Era imposible que fuese él.
Hermione se mantuvo dubitativa durante unos instantes.
— No me acuerdo del todo realmente… hmm, algo de chico solitario creo. No sé.
Draco se congeló.
Mierda.
La escrutó en silencio y vio que ella sonreía. Lo que quería decir que Longbottom no le habría contado nada por el momento pero… ¡Joder! ¡Si ese tonto iba a la cabaña del lago era probable que abriese la bocaza!
¡¿Qué cojones iba a hacer ahora?!
¡Madre mía, en el lío que está metido Draco! Ahora va a tener que pasar un fin de semana con ese grupo tan peculiar xDD ¿Malfoy conseguirá alejar a Blaise de Hermione? ¿Neville lo contará todo? ¿Ginny conseguirá violar a Draco? ¿Los gemelos harán alguna travesura? Uff, veremos a ver xDD
¡Qué pesadilla más estresante para Draco! xDD Bueno quiero que sepáis que falta poquito para que Malfoy despierte :P OMG, ya estoy nerviosa y todo jajajaja
Este capítulo os lo dedico a TODAS: BereLestrange, Alesz, Shirmione Malfoy, Cleoru Misumi, merylune, mariapotter2002, Caroone, Emma Felton, KUBL, Sam Wallflower, Guest, LucyTheMarauder, Connie1, BlueJoy, Dann Minashiro, Gabi Malfoy, LylyanneBlack, BlackDreamQueen, CoposdeHielo, Jeenny Molko, Katherine Miskov, MagicisFidem, Rhyannon Eltanin, nameeee, AMY, OrtigaLuna, AniiMalfoy y joy.
PREGUNTA PARA EL SIGUIENTE CAPÍTULO: ¿Qué va a pasar? (Sólo podéis elegir tres opciones):
A) Draco aprenderá a nadar.
B) Hermione llorará.
C) ''Una persona muy extraña'' aparecerá.
D) Draco y Hermione se comerán accidentalmente unas setas alucinógenas.
E) No habrá camas suficientes para todos.
¡Espero que os haya gustado! ¡Que paséis un feliz domingo! ^^ ¡Hasta la próxima, tyna fest!