Disclamier:Twilight y sus personajes pertenecen Stephenie Meyer y su Editorial. La historia que leerán a continuación me pertenece.
CAPITULO SIN BETEAR
CAPITULO 2
EL GUARDIAN
Siempre te he acompañado. Mi querida niña, soy parte de ti, de tu sonrisa de tus penas y también tus logros, tus juegos, y también de tus primeros pasos. He crecido contigo, cuando la pena te ha embargado, ahí estoy para consolarte. Confía en mí, cuéntame tus penas y alegrías soy parte de ti y ahora vivo para ti. Ahora después que el tiempo ha pasado sin remedio, piensas que te he abandonado. No es así, sigo a tu lado en esta vida y también en la que está por venir. Soy tu guardián, tu celador y tu más grande amigo ahora y siempre, mi querida niña, estaré a tu lado...
Había estado en un reposo sereno, no sabía cuanto tiempo estuve en ese estado, pero sentía que ya era tiempo de despertar.
Lo ultimo que recordaba era a ese espantoso auto acercarse a mi, el desbarranque de mi vehículo para luego nada, el miedo me paralizaba y la oscuridad donde estaba me hacia tener pánico a que no pudiera salir nunca.
Lo único que me reconfortaba y que me hacia sentir que aun estaba viva era, ese cálido toque en mis manos, que me hacia querer abrir los ojos pero por mas que quería mis ojos no se habrían.
El mismo olor a fresias, que había percibido aquella mañana en que Edward se había presentado en mi departamento y él mismo que se había inundado eh impregnado en todas las cosas de mi hogar, lo había percibido en este mismo lugar, haciéndome acordar de él, me hacia tanta falta, lo necesitaba tanto, que dolía y mucho.
De repente sentí la necesidad urgente de abrir mis ojos y como si nada, mi globo ocular comenzó a moverse y mis parpados comenzaron lentamente a abrirse. Algo o alguien me tomaban de la mano, y a lo lejos oía una voz media chillona pero agradable.
Abrí mis ojos y un farol lumínico hizo que los volviera a cerrar.
—¡Isabella, despertaste! —y mis ojos se abrieron para no cerrarse mas, no podía enfocar la vista en un punto fijo, pero una cabellera oscura llamo mi atención.
—Emmett, ¿eres tú? —no podía ser, él estaba en Inglaterra que rayos hacia aquí.
—No linda, soy Kellan Lutz, claro que soy Emmett —me dijo medio burlón.
—¿Que haces aquí? —quise saber porque estaba aquí, él debía estar estudiando.
—Bueno… la policía encontró mi número entre tus cosas y ya que no tienes familiares aquí, me avisaron y aquí me tienes, déjame decirte que me has dado un susto de muerte cuando me dijeron que tuviste un accidente y que habían tenido que inducirte un coma… —¿Había estado en coma? Dios pude haber muerto— me tome el primer avión y aquí me tienes —me dijo, pero aun no caía en lo que me había dicho… yo había estado en coma, mi vida había estado en peligro y yo no había vuelto a ver a mi amor.
—Ten-tengo sed… —pude balbucear, pero mi voz salió rasposa, sentía mi boca y garganta seca necesitaba urgente algo liquido—¿cuanto tiempo me tuvieron en coma? —quise saber, será que alguien aviso en mi universidad, estaba realmente perdida, este año seguro que lo tenia perdido, desde que había terminado mi relación con Edward había dejado de lado mis estudios, no tenia ánimos para nada, pero con esto definitivamente había perdido mi año.
—Uhmm… un mes —admitió y si, definitivamente este año lo tenia perdido.
—Rayos… perdí todo un mes de la universidad, de seguro tengo el año perdido —me dije mas para mi que para el.
Emmett me dio un baso de agua y note como me miraba de una forma inquisidora como queriendo preguntarme algo, pero no se atrevía.
—Bella… —Emmett fue interrumpido por unos golpes en la puerta, un medico y una enfermera entraban vestidos ambos de blanco.
—Buenos días… soy el doctor Brown, ¿Como te sientes Isabella? —Comenzó hablando el doctor— no vine antes porque no quería que te sintieras atosigada, llevas un mes inconsciente y necesitas descansar, pero antes necesito saber si todo esta bien —me dijo el doctor, pero en ese momento me había percatado de algo.
A los pies de mi camilla había un gran arreglo de fresias, puestas en un jarrón blanco. Fresias, ese mismo aroma que inundaba mi hogar cuando él estaba a mi lado, ahora ese mismo olor inundaba esta habitación de hospital, ese era el olor tan característico que sentía cuando estuve inconsciente. Seria que Emmett me había traído esas flores, o… o seria… no claro que no, él de seguro ni enterado estaba de mi accidente, seguro era Emmett el que me las había traído, pero aun así me quise sacar las dudas.
—Emmett tu… ¿tu has traído esas flores? —pregunte sin quitar la mirada de ese bello ramo, y sin escuchar lo que decía el doctor.
—De eso mismo quería hablarte… —él y el doctor cruzaron miradas y este ultimo asintió, a una pregunta silenciosa que mi hermano parecía estar dando— las enfermeras dicen que en la madrugada alguien entra y te deja un ramo de fresias, pero nunca lo pudieron agarrar… —lo corte, necesitaba saber si ese alguien que me visitaba en las madrugadas era mi Edward ¿Seria él, el dueño de ese toque tan tibio que sentía en mis días de oscuridad?
—¿Alguien alguna ves ha visto a esa persona? —pregunte mirando a la enfermera y al doctor, que me miraban expectantes.
—Si, hay una enfermera, la mas antigua de todas, pero ella no quiso hablar del tema, solo dijo… —se quedo cayada como buscando las palabras que usaría…dios esta mujer quería matarme— ¡Que ese hombre era tan hermoso como un ángel! —Dios mío… era él, era mi amor y dueño de mi alma, era mi Edward… mi ángel.
—Quiero hablar con esa enfermera, necesito hablar con ella… —decía mientras me levantaba. Enseguida Emmett y el doctor no tardaron en impedírmelo.
—No Isabella… no es el momento, ahora solo tienes que descansar, acabas de despertar de un coma, después hablaras con ella… te lo prometo —lo mire a los ojos y pude ver que decía la verdad.
Me tranquilice, acomodándome en la cama, pero aun con esa inquietud en mi interior, de saber que Edward había estado a mi lado. Como no me había dado cuenta, mi corazón siempre reaccionaba ante sus caricias aunque inconscientemente creo que lo había hecho, porque sus caricias me mantenían viva.
El había estado a mi lado, no me había abandonado del todo, aunque yo se lo había pedido, pero le agradecía que no se haya marchado después de todo este tiempo, y que aun siguiera cuidándome. Lagrimas silenciosas salían de mis ojos, cuando de la nada me había venido a la mente el recuerdo de aquella noche. Yo lo había lastimado de la peor forma, y él seguía ahí junto a mí, para mí…
Lo necesitaba tanto, tanto que dolía.
Luego de que el medico me hizo unos chequeos de rutina, había decidido que en uno o dos días me daría el alta, ya que el estar en coma me había ayudado a recuperarme por completo.
Emmett me miraba, con una mirada inquisidora desde donde estaba al pie de la camilla, las preguntas pugnaban por salir de su boca pero yo no estaba de ánimos para contarle nada o por lo menos no por ahora.
Emmett era mi hermano, no de sangre pero si mi hermano ante la ley, mis padres lo habían adoptado cuando él era un niño de apenas dos años de edad. Cuando creían que no podían tener hijos, según mamá, apenas lo habían visto junto a papá, se habían enamorado de un par de ojos color cielo, así que no lo pensaron mucho y lo adoptaron, pero luego de tres meses mamá había quedado embarazada de mí. Nunca se habían arrepentido de haberlo adoptado es mas siempre decían que sin él nuestra familia siempre estaría incompleta.
—Bella…—dijo muy cautelosamente Emmett.
—Quieres saber, si conozco al hombre que me visita en las noches —le pregunte, lo que él quería saber pero no se animaba… sabia muy bien que esa seria su pregunta.
—Si. —conocía a mi hermano como la palma de mi mano.
—Si… si lo conozco, él… él era mi amigo —solas sin que las llame, comenzaron a salir las lagrimas cuando hablaba o pensaba en él, mi hermano noto que estaba llorando y se acerco hasta estar sentado junto a mi.
—Quieres contarme quien es él… —me pregunto, acariciando mi brazo, en verdad no era tan mala idea, después de todo necesitaba hablar con alguien.
Emmett limpio el camino de lagrimas que se habían formado en mi rostro y me sonrió, dándome animo, quería contarle, necesitaba desahogarme con alguien y así lo hice, me acomode y comencé contándole desde el principio.
Le conté como lo había conocido, aquella noche en la carretera, como lo había llevado a mi departamento, claro que obvie muchas cosas que eran mejor no contarle. Él me escuchaba con asombro en sus facciones, estaba claro que todo lo que le relataba le había sorprendido, ya que yo nunca había estado con una persona como lo había hecho con mi Edward.
Le confesé que me había enamorado de la peor forma, tan mal que llegaba hasta dolerme no tenerlo conmigo, pero que era tan necesario que él estuviera alejado de mi, que ya no había vuelta atrás a mi decisión, así que como había llegado el amor rápido como un rayo, de la misma forma se había ido y todo gracias a mí.
Emmett no tenía intención de interrumpirme ya que estaba sumergido en mi historia.
Le conté también que clase de persona era Edward, como era conmigo, como me cuidaba y se preocupaba de mi sin decir nada, y lo principal, que él también se había enamorado de mi, como me daba paz cuando la necesitaba, y me llenaba de armonía en mis días de desesperación, él realmente me hacia olvidar de todo lo malo.
—Entonces… ¿Porque lo dejaste? —me pregunto sin que yo supiera que decirle, era obvio que no le podía decir las razones verdaderas, pero algo tenia que decirle.
—Es difícil de explicar, pero lo que si te puedo decir es que lo amo con todo mi corazón y… y que daría cualquier cosa por… por volver a verlo —lo último lo decía en sollozos agudos y fuertes, necesitaba llorar, y dejar salir todo. El no estaba a mi lado y dolía, dolía como puñaladas en el medio de mi pecho.
Necesitaba a alguien con quien desahogarme y mi hermano era esa persona, solo él me entendería sin preguntarme nada, porque sabía que mi amor era verdadero.
Tenia mis manos en mi rostro, tapando todo mi dolor dejándolo salir frente a mi hermano, él acariciaba mi hombro y me decía que todo estaría bien…
—Tienes que ponerte bien, si quieres salir de este hospital —me decía acariciando mi ante brazo— cuando salgas… si quieres te puedo ayudar a buscarlo y así arreglar las cosas, ya veras que todo estará bien… ya no llores… te acuerdas como te decía de pequeña… ¡Las princesas hermosas no lloran, sonríen! —una risa se escapo entre sollozos.
—No ara falta que lo busque… él… él seguro que vendrá esta noche, como todas las noches —él frunció su ceño, pero no dijo nada…
Así estuvimos un rato largo hasta que le pedí que se vaya a mi departamento, él necesitaba descansar, había estado todo este mes durmiendo en una camilla que estaba junto a mí.
Junto un par de cosas, que tenia que llevar a mi depto. A regañadientes se fue, diciendo que no me quería dejar sola, y menos esta noche que estaba despierta, le dije que todo estaría bien, y que descansara lo que no pudo en este mes, me beso la frente y acaricio mis mejillas.
—Nos vemos mañana… —se acerco a la puerta y de ahí me dijo— por favor tu también descansa y me llamas cualquier cosa, no importa la hora… ¡me escuchaste! —wow, se estaba tomando muy enserio el papel de hermano protector, sabia que estaba preocupado por las visitas de Edward, pero era de esperarse, él no lo conocía como yo. Me dio una mirada de advertencia y se fue.
Estaba nerviosa, no sabia si hoy después de todo este tiempo lo volvería a ver. Trate de sentarme en la camilla, tenia las piernas adormecidas así que atine a pararme sostenida del borde de la cama y camine solo unos pasos para estirar mis extremidades. Volví a sentarme en la camilla, y apreté el botón que estaba a un costado de mi cama, para llamar a una enfermera, un minuto después entraba una chica vestida de blanco a mi habitación.
—Señorita… ¿como se encuentra? —me dijo la muchacha, era una enfermera muy joven, seguramente tendría mi misma edad, era muy bonita, me inspiraba confianza algo raro en mi.
—Bien gracias… necesito darme un baño —le dije avergonzada, con mi cabeza gacha— y no tengo quien me ayude usted podría… —no me dejo terminar, que ya estaba a mi lado.
—Claro, faltaba mas… —me sonrió y yo le sonreí agradecida por ser tan gentil.
Ya en el baño, me desvistió ya que yo estaba aun un poco torpe, a causa de los sedantes que seguía teniendo en mi organismo.
La enfermera me dijo que se llamaba Rosalie y que tenia veintidós años recién cumplidos, estuvimos hablando de cosas vánales.
Eso me hizo pensar mucho en Edward. Sabia que él venia en las noches, y eso hacia que mi culpa creciera aun mas, estaba llegando a pensar que me había precipitado en la decisión que había tomado, ósea no había día que no me arrepintiera haberlo alejado de mi lado, pero después de haber despertado, esa necesidad de verlo, de estar con él, de abrazarlo, de besarlo se acrecentaba cada vez mas.
Después del baño, Rosalie me había dejado recostada en la camilla, me reviso los signos vitales, y se retiro alegando que debía pasar por otras habitaciones a revisar a otros pacientes. Le agradecí enormemente la ayuda que me había dado bañándome. Había algo en ella que me inspiraba seguridad y seguramente algo bueno saldría de nosotras– le voy a pedir su número celular, para estar en contacto con ella –me dije mentalmente cuando la vi salir.
Estuve un momento acostada y de nuevo una ola de nerviosismo se había apoderado de mí, haciendo que mis manos transpiraran mucho.
Trate de tranquilizarme y estar relajada, necesitaba descansar de pronto mis ojos empezaron a pesarme hasta cerrarlos y quedarme profundamente dormida.
Entre sueño sentía como una suave brisa acariciaba mi rostro, abrí los ojos lentamente, aun con un poco de pereza, y repuse mi vista de donde provenía esa brisa tan cálida. La ventana de mi habitación estaba abierta, no recordaba que alguien la haya abierto, o por lo menos no en mi presencia. Ya era de noche, no sabia exactamente que hora era, pero de seguro era ya de madrugada, porque al agudizar mi oído, no pude escuchaba nada en los pasillos del hospital.
Me levante con un poco de dificultad, y me acerque a cerrar la ventana, tome el cerrojo y solo lo apoye sin dejar del todo cerrada la ventana, cuando quise darme vuelta un aroma exquisito inundo mis fosas nasales… dios mío… era ese aroma tan delicioso y característico que me hacia perder la noción del tiempo. Eran fresias, ese olor era de mis fresias.
—Hola… —esa voz… esa voz yo la conocía, dios mío, era él, tenia que ser él, estas no eran horas para hacer visitas, aparte era de noche… tenia que ser él. Pero no podía darme vuelta, sentía miedo, miedo de que al darme vuelta él se esfumara.
—Bella… ¿No te vas a dar vuelta? —me incito a darme vuelta, pero mis pies parecían estar clavados, no podía moverme, de pronto todo comenzaba a tornarse borroso, hasta tambalearme sobre mi costado.
Unos brazos me rodearon por la cintura, dándome estabilidad. Estaba mareada, y sentía un leve dolor en mi cabeza.
—Ven siéntate aquí… no debiste levantarte tan pronto, recién sales de un coma —¿Me estaba retando? A mi no me importaba, solo quería escucharlo, solo quería escuchar su voz.
—Es-estoy bien…—no sabia que decirle, tenia tantas cosas que hablar, tenia que pedirle perdón, perdón por haberlo dejado del modo que lo había hecho, perdón por haberlo hecho sufrir, perdón por haberlo alejado de su naturaleza, perdón por haberle quitado su pureza, pero principalmente, tenia que pedirle perdón por haberle cortado sus alas y así no poder regresar a su lugar de pertenencia. Tenía tanto porque pedirle perdón…
—Yo… —intente decir, pero él me cayó poniendo un dedo en mis labios.
—No digas nada, no hace falta… —¿Que no hacia falta?— en realidad yo tengo que agradecerte, por haberme dado todo este tiempo y demostrarme que eres la persona que yo necesito… a la que amo, yo no tome como que me dejabas, mas bien fue un tiempo en el que pude solucionar muchas cosas —esas palabras hicieron que mi corazón se acelerara a mas no poder. Levante mi vista y tontamente quede perdida en esos ojos que parecían mas oscuros que lo normal, su mirada estaba triste, pero con un brillo especial, que solo se lo había visto la noche que nos habíamos entregado el uno al otro.
Acomodo mi cabello detrás de mi oreja y me acaricio mi mejilla, mis ojos rápidamente se llenaron de ese líquido salino que tantas veces había derramado.
—No… por favor, mi amor no llores… mírame —me decía, pero yo lejos de hacerle caso, seguía con mi mirada gacha. Tomo mi cara con ambas manos y jure por dios que sentí su aliento golpeando mis labios.
—Bella… mi vida… por favor, ya no puedo vivir ni un día más lejos de ti… —ya no podía aguantar mas, haber estado todo este tiempo lejos de él, hacia que mi corazón se secara y muriera día a día. Sabía que todo era mi culpa, que él allá sufrido por alejarlo de mí, pero era por su bien, nunca iba a poder perdonarme el haberlo alejado de su naturaleza, pero de algo estaba segura… y era que yo tampoco podía estar un día más lejos de él.
—Perdóname mi amor… por favor perdóname por haberte alejado de mi, por haberte lastimado… yo, nunca me lo perdonare… —esto ultimo lo decía en un susurro, mi voz se quebraba y el dolor de todo este tiempo no se hizo esperar, lagrimas de dolor, pena, alegría, y amor salían como cataratas, mientras dolorosos sollozos golpeaban mi pecho.
—Perdóname tu, por no haber estado cuando tuviste tu accidente, yo debía protegerte y no lo hice —me decía con la voz acongojada, me partía el alma verlo tan mal, quería golpearme por seguir hiriéndolo, pero aun así deje que continuara…
—No te das una idea como estuve todo este tiempo, el dolor me consumía, no era culpa ni mucho menos, verte tan indefensa, tan silenciosa, sin esa alegría que me regalabas siempre y sin ese amor que me mostrabas con solo una mirada, pero que ya no estaban, verte en el estado en que estabas hacia que perdiera la cabeza como nunca antes, y aunque venia todas las noches y te traía tus flores… —me decía mientras me mostraba un ramo de fresias, esboce una tímida sonrisa y tome el ramo de fresias, pero no lo deje continuar y hable.
—Lo se… podía sentirte —dije y le di una triste sonrisa.
—Tu… ¿Tu sabias que te visitaba? ¿Como? —pregunto con curiosidad.
—Podía sentir tus caricias, aunque estaba inconsciente, podía sentirte y me hacia muy bien, sentir que tu estabas a mi lado, me daba fuerza para no dejarme vencer por la oscuridad donde estaba —mi vos salía entrecortada, pero no me importaba, el debía de saber la fuerza que me mandaba mediante sus caricias.
Levanto mi rostro y con su pulgar acariciaba mi labio inferior, ya no lloraba, y el dolor que antes sentía en mi pecho iba desapareciendo de a poco.
—Te extrañe —me dijo con reverencia.
—Y yo a ti… pero… —me corto.
—Shhh amor… esta noche no habrá peros, para nosotros —y sin mas tomo posesión de mis labios con un pequeño beso tímido, que de apoco se fue transformando en un beso salvaje, pasional y hasta desesperado, por ambas partes, nos besábamos como si de ese simple acto dependiera nuestras vidas.
Tomo el ramo de fresias de mis manos sin cortar el beso, y lo apoyo sobre la mesita de noche que estaba junto a mi camilla.
Nos separamos solo un momento y me sonrió de esa forma que tanto amaba, yo por mi parte le devolví la sonrisa. Nos volvimos a besar, el beso era desenfrenado y muy necesitado, estaba esa desesperación y anhelo que sentíamos, sus manos empezaron a acariciar mis muslos y a levantar de a poco mi camisolín, quedo todo levantado que hasta se podían ver mis bragas, esto hizo que un furioso sonrojo apareciera en mis mejillas, Edward acaricio mi rostro y me beso, sonriendo sobre mis labios.
Le desabotone la camisa blanca que llevaba y me quede petrificada al apreciar su perfecto pecho marcado, lo acaricie con adoración, sus hombros, sus pectorales, sus abdominales, su ombligo, pero mis manos no se detuvieron ahí, sino que siguieron descendiendo. Un jadeo salió de sus labios, me miro y en sus ojos vi deseo, deseo por mi, él me deseaba, como yo a él.
Me quito el camisolín y me acomodo muy delicadamente en la camilla, acaricio mis pechos amoldando sus manos a ellos, haciéndome gemir por el placer que eso me daba, arquee mi espalda y eso pareció excitarlo mucho mas, ya que después de eso ya no sentía sus manos sobre mis pechos, ahora su boca era la que me daba ese placer, su lengua jugaba con mi pezón duro y erecto por su aliento. El se arrodillo y se quito sus pantalones arrastrando sus bóxers de paso, quedando toda su virilidad a mi vista. Se recostó sobre mí soportando su peso sobre sus codos. No podía creer lo que estaba apunto de hacer, pero no me importaba en lo absoluto, a estas horas no debía de estar nadie en el hospital, y las enfermeras de seguro dormían.
—Te amo Bella… te necesito mi amor, te necesito ahora… —me dijo, dándome pequeños besos por todo mi rostro.
—Yo también te amo, y también te necesito… hazme tuya mi amor, y nunca más te alejes de mi… —ya no pude mas y se lo pude decir. Lo necesitaba conmigo, era el acto más egoísta que pude haber hecho en toda mi vida, pero no me importaba, lo necesitaba simplemente para seguir viviendo, porque sin él, yo no existía.
—Ni toda la guardia celestial, me podría volver a separar de ti… ¡ya no mas! —sonreímos ambos por lo que había dicho, ya que él era un guardián, mi guardián.
Me tomo, y me volvió a hacer suya como la primera vez, promesas de amor me hacia entre jadeos y gemidos. Me llevo hasta los cielos y me trajo de vuelta, como solo él sabia hacerlo.
Así pasamos toda la noche, hasta que unos tímidos rayos de claridad comenzaron a filtrarse por la ventana.
No me quería separar de él, no ahora que lo había recuperado, pero tenia que hacerlo en menos de una hora empezaban las primeras rondas matinales, y no lo podían ver aquí y menos en esta situación.
Dios, como me costaba separarme de él. Me removí un poco incomoda, y él pareció notarlo.
—Mi amor ¿Estas bien? —dijo acariciando mi espalda desnuda.
—No. —dije bruscamente.
—Te duele algo, quieres que llame a una enfermera —dijo ya con tono de preocupación.
—No, no me duele nada… es solo que ya es hora de que te vayas, en un rato van a empezar las rondas y… —dije. Sentí sus brazos que me apretaban un poco más.
—¿Y tú quieres que me vaya? —pregunto medio burlón.
—Ese es el problema… que no quiero que te vayas, no ahora —soltó una carcajada, que retumbo por toda la habitación, le tape la boca con una mano y le pedí que no se riera tan alto.
—Lo siento… mi vida, lo se y yo tampoco quiero irme, pero es necesario, aparte ahora que tu ya despertaste, puedo venir de día… —volvió a reírse, pero esta vez mas despacio y me dijo— de noche las enfermeras de turno se asustaban mucho, decían que a ti te rondaba un fantasma —otra ves risas…
Miraba como se vestía con su ropa, dejándome aun más atontada de lo que me había dejado. Su perfecto cuerpo no le hacia justicia a mi memoria… dios, lo estaba necesitando en este mismo instante, pero debía controlarme, aun no me recuperaba de la noche tan especial que me había hecho pasar, en esta simple sala de hospital… creo que se me había cumplido una de mis tantas fantasías…
Estaba tan absorta en mis pensamientos, que no me di cuenta en que momento se me acerco y me dio un beso…
—Mi amor… ya me voy… por favor no me hagas eso —entre frase, acariciaba su labio inferior con la punta de mi lengua. Sabia que eso lo excitaba, y si, estaba jugando sucio, pero juro que lo necesitaba.
—Hagamos una cosa… tu me dejas ir y yo te prometo que esta noche vuelvo devuelta… obvio que aparte de esta tarde, digamos que la noche seria un bonus strack… que te parece —dijo acariciando mi cabello desordenado.
—¿Me prometes que esta noches vendrás… aparte de esta tarde? —asintió con una sonrisa.
—Te lo prometo… y será igual o mejor que la anterior —me decía la verdad, sus ojos me lo decían, pude ver esa llama de pasión que tanto lo caracterizaba, esta noche me esperaba una linda noche…
Él se había ido, me había vuelto a dejar, pero ahora tenia la esperanza de que pronto lo vería.
Estaba cansada, y como no estarlo, aun no podía creer lo que había hecho, pero había valido la pena, y no me arrepiento ahora sabia que él nunca se había alejado del todo de mi lado y eso hacia que mi amor se acrecentara aun más.
Él volvería en la tarde, y la pasaríamos junto, se lo presentaría a Emmett y estaría todo bien. O eso esperaba.
Aun no tenía ni idea de cómo lo tomaría mi hermano, él sabía muy bien la historia o parte de ella, pero esperaba que no sea nada malo su encuentro y se llevaran bien.
Me quede dormida recordando la noche con mi Edward… dios… él era jodidamente hermoso y era mío… mío. Yo debí de haber hecho algo muy bueno, para merecerlo.
No se cuanto tiempo había dormido, escuchaba y sentía algo en movimiento junto a mi, pero no quería abrir los ojos, podía escuchar claramente lo que hablaban. Emmett había llegado temprano y hablaba con alguien que no pude reconocer.
Comencé a abrir los ojos lentamente y él se apresuro a acercarse junto a mi, tenia su ceño levemente fruncido.
—Buen día nena ¿Cómo amaneciste? —dijo medio preocupado.
—Buen día Emmett… amanecí más que bien, perfecta diría yo —estaba feliz, y una sonrisa se apresuro a salir de mis labios.
—Y se puede saber a que se debe ese buen humor —dijo.
—Bueno pues… se podría decir que tuve una buena noche… —
—No quiero imaginármelo —dijo rodando los ojos. Bien ahora venia la peor parte.
—Emmett… —me acomode en mi camilla y hable – me gustaría… que… que esta tarde conozcas a alguien —dije refiriéndome a mi ángel.
—¿A quien? —
—Bueno cuando llegue el momento lo conocerás —
—¿Y porque no ahora? —
—Primero porque no esta aquí, y segundo porque quiero que lo conozcas en persona. Punto. —dije queriendo cortar ya la conversación.
—Ok… uhmm… Bella… que es ese olor, tan dulce, es embriagante —yo no olía nada raro, solo había olor a fresias.
—¿Qué olor? Yo solo huelo el olor de las flores… —dije inhalando ese olor.
—Bueno es ese el olor que percibo… pero es mucho mas concentrado… no se… es raro —dijo pensativo.
—Yo… bueno… supongo que si ¿no te agrada? —
— Si…creo que es la única habitación en todo el hospital que esta impregnada de este olor —dijo y reímos. Si supiera…
El día transcurrió lento y tortuoso, lo extrañaba demasiado, necesitaba verlo. Rosalie la enfermera de la que me había hecho amiga, me había traído el desayuno. Se quedo hablando un momento conmigo mientras mi hermano se había ido a buscar un café, él pobre no había pegado un ojo en toda la noche.
Rosalie me pregunto como había pasado la noche, yo le dije que bien, y en ese momento me sonroje como un tomate; ella me dio una mirada cómplice para luego ayudarme a bañar…
Luego de terminar mí baño me acomodo en mi camilla y se despidió alegando que aun tenía cosas que hacer.
Acomode mi cabeza sobre la almohada y lentamente volvía a dormirme, y así fue como pase el resto de la mañana.
Me removí incomoda, sentía mis piernas entumecidas, así que decidí levantarme de la camilla. Mala decisión había sido. Apenas puse los pies en el piso mi cabeza dio vueltas, sabias que me iba a caer así que solo cerré los ojos esperando el tremendo golpe…
Sentí un par de brazos fuertes impidiendo que cayera al piso. Al principio creí que podía ser Emmett, pero no, mi hermano no tenía esa contextura física así que sin más abrí los ojos y ahí estaba el dueño de mi corazón, de mis ojos, mi hombre.
—¿A donde crees que vas? —dijo sonriendo de esa forma que hacia que se me saliera todo el aire de mis pulmones.
—Yo… yo solo quería estirar un poco mis piernas, pero tuve un mareo y…—no pude seguir hablando.
—Bella… mi amor no deberías levantarte —dijo con su ceño levemente fruncido
—Estoy bien, y ahora mucho mejor —lo bese con un beso sumamente pasional. Quise profundizar el beso pero escuche como alguien se aclaraba la voz.
Gire mi cuerpo para ver quien era, y vi a Emmett con su ceño fruncido y cruzado de brazos.
—Esta es la persona que querías presentarme ¿no es así? —dijo ¿enojado?
—Si… ehh… hermanito el es Edward… mi… —no pude terminar la frase, ya que aun no sabia que éramos Edward y yo, porque formalmente aun no éramos nada. Pero como siempre él me sorprendió, me dio una tímida sonrisa y hablo.
—Su novio, es un placer conocerte, Bella me había hablado mucho de ti —dijo mientras me dejaba en la camilla, y extendiéndole la mano.
—Si claro… me imagino que tu mas que nadie debe saber que Isabella acaba de despertar de un coma y necesita descanso, no a alguien que la perturbe… —había dejado a Edward con la mano extendida, estaba siendo muy grosero, y no sabia porque. Yo ya le había contado que era Edward para mi, no se porque actuaba de ese modo— y tu porque no me dijiste que tenias novio… Isabella… —dijo volviendo su atención hacía mi, no lo deje continuar…
—Emmett, que es lo que te pasa… yo te conté quien era Edward y como fueron que pasaron las cosas… porque actúas así… —lo último lo dije en un sollozo, sentí la mano tensa de Edward en mi hombro y como me daba un beso en la coronilla de mi cabeza, sabia que no le gustaba verme llorar pero no podía evitarlo. Solo quería que Emmett conozca a mi amor y pudiera darse cuenta de la gran persona que es…
—Nena… por favor no llores, no es mi intención ponerte así… yo —suspiro y se encogió de hombros—, lo siento, es que cuando los vi, no se… solo quiero protegerte —dijo mi hermano acercándose y tomándome la mano.
—Hermanito puedes protegerme de el mundo entero si quieres, pero no de él, de él menos que nadie, él jamás me haría daño y te juro que lo se… por favor Emmett —rogué para que lo aceptara, aunque si me daban a elegir, dolorosamente siempre seria mi ángel…
—Lo se, y perdóname sabes que soy un celoso empedernido… —se dirijo hacía mi amorcito y le dijo.
—Discúlpame, no se que me paso —le extendió la mano, y le esbozo una gran sonrisa de camarería… Emmett era genial.
—Te entiendo yo estaría igual, pero solo quiero que sepas que amo a tu hermana con toda mis fuerzas, y que jamás la lastimaría…—dijo con un tono solemne y firme.
—lo se, Bella me lo confirmo… —dijo y volvió su mirada mi.
—Y ahora… Bella te tengo una sorpresa… los médicos me dijeron que en un par de horas te darán el alta depende de cómo salgan tus estudios—dijo mi hermano y yo no pude mas que saltar de la alegría a sus brazos, parecía una niña pequeña pero no me importaba estaba feliz.
La tarde paso sin ningún otro inconveniente, Emmett y Edward parecían llevarse realmente bien. Emmett parecía querer dar la impresión de ser una persona seria, pero yo sabia que no era así, lejos estaba él de ser serio, él en mi familia era la persona mas chistosa de todos, pero lo entendía sabia que lo hacia por protegerme, para dar la impresión de que yo no estaba sola.
Alrededor de las seis de la tarde los médicos revisaron los estudios que me habían hecho y gracias a dios todo había dado bien. Con medicación por dos semanas y el alta en mis manos una hora después iba camino a mi departamento.
Sabía que junto a Edward nada volvería a ser triste en mi vida.
Un mes después
—Emmett… ¡Por el amor de dios, apúrate! —grite muy fuerte.
—¡Ya casi estoy, solo un momento! —me grito desde la segunda planta de la casa de mis padres. El había insistido en que nos mudáramos por un tiempo ahí para poder estar con migo, en realidad lo hacia para poder vigilarme. Pero la próxima semana ya me mudaría a mi departamento, era extenuante tener a dos hombres detrás de mí a toda hora, cuando no era Emmett, era Edward y viceversa. Solo con uno me bastaba, y prefería que ese sea mi Edward.
Estábamos por ir a festejar mi recuperación y salida del hospital. Ya se que es un poco tarde, pero desde la ves que me habían dado de alta mi hermano y mi recientemente novio parecieron haberse confabulado para no dejarme hacer nada, decían que aun no estaba del todo recuperada y que aun estaba convaleciente, cuando me dijeron eso, quise reírme en la cara de Edward, poco le había importado mi recuperación esa noche que habíamos hecho el amor en el hospital. Así que habíamos decidido que en cuando este realmente recuperada podríamos salir a festejar.
Íbamos a ir todos a un pub donde había karaoke, el lugar lo había elegido Emmett alegando que seria divertido, y me gustaba esa idea, el único que no estaba convencido era mi novio. Decía que él no cantaría ni por todo el oro del mundo, que porque cantaba muy mal y que justo a él no le habían dado el don del canto.
Pero había querido ir igual diciendo que no me dejaría sola en ningún momento, y se lo agradecí, porque si él decidía no ir, yo no iba a ningún lado.
En eso, Emmett apareció enfundado en unos pantalones de vestir color azul oscuro y una camisa celeste y en los pies llevaba un par de zapatos color marrón oscuro, lucia muy bien para solo ir a un pub, pero luego recordé que iban mis amigas de la universidad y Rosalie, la enfermera que conocí cuando estuve internada.
Roberto… bueno hoy tendría que estar con mis ojos puesto encima de él. Literalmente me robaba el aire y me dejaba sin habla, simplemente me deslumbraba.
Iba vestido con unos pantalones y camisa color negro, tenia las mangas de la camisa arremangada hasta el codo y los dos primeros botones desprendidos dándole un aire casual, sus zapatos eran del mismo color que su vestimenta… dios, era perfecto, lo amaba y lo deseaba mas que nunca.
Desde que habíamos salido del hospital no habíamos podido intimar, porque decía que mi hermano estaba en casa y que le debía respeto, claro que eso ni él se lo creía, ya que cuando mi hermano se iba sus caricias siempre iban dirigidas hacia la parte sur de mi cuerpo… pero yo quería mas y hoy seria la noche.
Yo iba vestida con un hermoso vestido blanco que me llegaba hasta las rodillas y que se anudaba en mi cuello y mis zapatos eran unas simples bailarinas color blancas con algo de brillito, pero que a diferencia de las comunes estas tenían un poco de taco. Había alisado mi cabello y este había quedado mas largo. Mi maquillaje era sutil solo algo de polvo iluminador en mis parpados un poco de brillo en mis labios, no me había puesto mascara en mis pestañas porque ya de por si estas eran muy oscuras y espesas.
Salimos todos y Rosalie nos estaba esperando fuera de mi edificio ella se había ofrecido para llevarnos ya que mi auto aun no salía del taller, y tanto Edward como Emmett no tenían. Pero cabe destacar que mi amorcito estaba pensando y buscando un auto que según el estuviera adecuado a mis necesidades, yo no lo creía prudente ya que yo tenia el mío, pero él era tan testarudo que cuando se ponía en esos planes, lo dejaba solo lo dejaba pasar.
El lugar era hermoso, se llamaba Iguana, era muy grande para ser solo un pub. En la entrada y recepción nos recibían dos mujeres y dos hombres, eran los acomodadores del lugar, y ellos vestían de color rojo. Las mujeres con un diminuto vestido rojo y tacones negros y los hombres de camisa rojo oscuro y pantalones de vestir negro. Era un lugar bastante bohemio.
Una de esas señoritas miraba tan descaradamente a mi ángel, que me dieron granas de sacarle la espina dorsal por la boca. Pero para mi grata suerte también estaban los hombres, y a uno parecía gustarle bastante los adornos que tenia la parte delantera de mi vestido; Edward pareció darse cuenta y sin darme tiempo a nada tomo mi mano me acerco a su lado, envolvió sus brazos alrededor de mi cintura y me dio un beso que para el lugar donde estábamos me había parecido un poco fuerte, pero fue mas que eso; a mi con ese solo acto me encendió a mas no poder.
—Oigan… podrían dejar eso para mas tarde, los acomodadores nos avisaron que ya tenemos nuestras mesas… —dijo mi hermano. No tuve vergüenza ni nada, parecía que el estar cerca de mi amorcito me desinhibía totalmente.
En total éramos ocho personas las que habíamos ido, mi ángel y yo, Rosalie y mi hermanito, que parecían llevarse muy bien por lo que veía. Y mis amigas de la universidad Alice y Aleja que ambas estaban con sus respectivas parejas, esta noche era perfecta nada podía faltarme tenia a las personas que mas quería, había recuperado a mi hermano, tenia a mis mejores amigas y había ganado una y estaba feliz por eso.
La estábamos pasando muy bien, nos reíamos con las ocurrencias de mi hermano, parecía que había traído devuelta su lado chistoso ya que no paraba de hacer chistes.
Todos habíamos pasado por el karaoke, bueno no todos. Edward todavía no había querido subir al escenario, pero de todas formas no quise decirle nada.
Estaba tan sumida en mis pensamientos que cuando me gire a buscarlo, para mi sorpresa no estaba, lo buscaba con la vista por el lugar pero no lo veía, debía estar en el baño, pero…
—Atención por favor… ehh ¡se escucha!… —todos miramos al escenario y quedamos estupefactos con lo que vimos. Edward estaba parado en medio del imponente escenario.
—Ehh… bueno esta canción quiero dedicársela a una persona. La que sin pensar y darme cuenta, le entregue mi corazón. La mujer de mi vida y el amor de mi existencia… Isabella bebe, esto es para ti… —y comenzó a cantar…
Es poco decir, que eres mi luz, mi cielo
Mi otra mitad.
Es poco decir, que daría la vida,
Por tu amor y aun más.
Ya no me alcanzan las palabras no,
Para explicarte lo que siento yo,
Y todo lo que vas causando en mí.
No podía creer lo que mis oídos escuchaban, Edward estaba cantando la canción más hermosa que jamás haya escuchado. Todo lo que me estaba cantando, hacia que mi corazón se llenara de amor a más no poder… Dios, ese era mi hombre…
Lo blanco y negro se vuelve color,
Y todo es dulce cuando esta es tu vos y si nace de ti.
Te voy a amar y hacerte sentir,
Que cada día yo te vuelvo a elegir.
Porque me das tu amor sin medir,
Quiero vivir la vida entera junto a ti…
Lo mismo podría decir yo de él. No había día en que él no me haga feliz con tan solo una sonrisa de su parte, y si, encantada estaba de pasar toda mi vida entera junto a él… lo amaba, lo amo y lo voy a amar siempre…
Es poco decir, que soy quien te cuida,
Como ángel Guardián.
Es poco decir, que en un beso tuyo,
Siempre encuentro mi paz.
Ya no me alcanzan las palabras no,
Para explicarte lo que siento yo,
Y todo lo que vas causando en mí.
Lo blanco y negro se vuelve color,
Y todo es dulce si sale de ti…
Mis ojos se habían nublado de lágrimas sin derramar, la canción que estaba cantando era perfecta para nuestro amor, muy significativa.
Jamás creí que él se animara a cantar delante de tanta gente y hacer esa muestra de amor, aunque muy significativa y cursi para algunos, para mi era sumamente grande e importante.
Siguió cantando lo que quedaba de la canción siempre sin dejar de mirarme, perdiéndonos el uno en los ojos del otro demostrándonos todo el amor que ambos nos teníamos. De mis ojos ya salían cataratas de lágrimas. No me pude contener mas las ganas y salí corriendo hacía el escenario, él dio un paso para atrás del micrófono y yo me lance a sus brazos.
—¿Te gusto amor?... Espero que si, porque es todo lo que siento por ti, y de verdad no te das una idea de lo que te amo… —sin dejar que responda junto nuestras bocas en un beso de amor, pero cargado de pasión y deseo.
Nos alejamos por falta de aire y por muchos silbidos y aplausos, que venían por parte de la gente. Juntamos nuestras frentes y él con toda la ternura del alma acaricio mi mejilla…
—¿Sabes?... me encanto la canción, era perfecta y de ahora en mas será nuestra canción… —le di un casto beso, nos tomamos de la mano y nos bajamos del escenario.
—Edward —dije parándolo en seco, y poniendo mis manos en su pecho.
—Dime —dijo en un tono preocupado, lo bese con pasión, desenfreno y amor. Lo necesitaba urgente, necesitaba hacerle el amor y que él me lo hiciera a mí.
—Te… te deseo amor, te deseo y te necesito… —dije jadeante, él me sonrió con sus labio pegados a los míos y dijo…
—Vámonos… y demuéstrame cuanto me amas tu…—sin mas le sonreí y le tome la mano arrastrándolo hasta donde estaban todos.
Nos dirigimos donde estaban nuestros amigos y nos disculpamos con ellos alegando que Edward tenia una urgencia y que no se preocuparan, que afuera nos tomaríamos un taxi.
Mi hermano, quería, pero no podía ocultar la sonrisa que le bailaba en los labios, me había dado cuenta como miraba a Rosalie y de seguro estaba feliz por que se tendrían que ir solos en el auto, así que solo por eso, no dijo nada. Nos despedimos y tomados de la mano apurados, nos fuimos a mi departamento, o eso creía yo.
Roberto le había dado una dirección al chofer del taxi y cuando yo le había preguntado a donde íbamos solo me dijo que ya era hora de que conociera, el que seria pronto nuestro hogar… ¿Que demonios dijo?
No pude más que quedarme cayada ante tal declaración. Todo el viaje lo hicimos en un silencio sepulcral pero agradable, simplemente todo lo que hacíamos era agradable.
El taxi se paro en una calle no muy transitada, el pavimento era de un empedrado negro, las casas eran de un estilo colonial pero con una toque moderno.
Cuando salimos del auto, esperamos que se alejara, para luego sin más tomarme por la cintura. Yo rodee su cuello con mis brazos y nos volvimos a besar pero esta vez no era un beso de pasión, si no más bien era amor… solo eso, amor.
Sin darme cuenta, me tomo de las caderas y me dio la vuelta, pegando mi espalda a su pecho. Yo sin querer o mas bien queriendo frote mi trasero con su ya evidente erección, ganándome un gemido de su parte.
—Este… este es mi hogar, yo se que la casona es antigua…pero la podemos remodelar juntos y a tu gusto —me decía mientras me besaba la parte de atrás del cuello.
—¿Qué? Amor es… perfecta, me encanta… —me di la vuelta y lo bese. Estaba jodidamente excitada por sus muestras de amor.
Solté su cabello y deje que mis manos bajaran por su pecho hasta el borde de su camisa, haciendo que el soltara pequeños gemidos; metí mis manos dentro de su camisa y masajeé sus perfectos abdominales, aun no podía creer que el hombre que tenia frente a mi, fuera mío. Ya no aguantaba más.
—Vamos adentro… y enséñame tu habitación, estoy segura que debe ser el mejor ambiente de esta casa… —y sin más me tomo en brazos y me adentro en la casa.
Para ser sincera no pude apreciar mucho la casa, ni por fuera ni por dentro, ya que apenas entramos, me desprendió de mi vestido dejándome solo en bragas ya que sostén no llevaba y haciendo la necesidad de ambos aun mas urgente.
No sabia como habíamos llegado a la habitación, solo se que cuando me deposito en una mullida cama, se apresuro a posicionarse sobre mi, yo no me quejaba porque el estaba siendo un tanto duro; estaba tan o mas necesitada que el.
El me estaba tomando haciéndome suya como nunca antes lo había echo, fuerte y duro.
—Isabella… sabes… sabes cuanto te amo… ¿verdad? —dijo entre gemidos, mientras me penetraba.
—Si… y no te das una idea la manera en que me lo demuestras —dije con la misma dificultad que él.
—Entonces… yo se que seguro no es como te lo esperabas, pero por favor bebe… ya no aguanto mas… ¡cásate con migo! —y sin mas dejo de moverse. Yo necesitaba llegar, sentía a mí bajo vientre palpitar a más no poder, solo se movía muy lentamente dentro de mí, pero le debía una respuesta. Él creía que yo necesitaba una cena a la luz de la velas y toda esa fanfarria para proponerme matrimonio, pero lo que él no sabía era que yo amaba la manera en la que me lo estaba pidiendo, así, él entre mis piernas y yo entre sus brazos.
—Si… si mi amor… si quiero casarme contigo… —y sin mas comenzó a moverse, aun mas rápido que antes haciéndonos llegar a ambos al clímax, como nunca antes.
Así, los dos jadeando, me acomodo a un lado suyo abrazándome y pegándome a su pecho, estiro su brazo hacía una mesita de noche que estaba junto a la hermosa cama y tomo una pequeña cajita negra de terciopelo.
Delante de mis ojos, besando mi cabeza, abrió la cajita y dentro había un precioso anillo dorado; tenia dos pequeñas alas que a la vez estas formaban un corazón, mientras que en el centro se apreciaba un… un rubí, dándole ese toque original. Literalmente yo me había quedado muda, no sabia que decirle, era hermoso.
—Si no te gusta lo podemos cambiar yo… —dijo
—¡NO! —dije sobresaltada. Le extendí la mano delante de su cara y él sonrió de manera satisfactoria. Tomo mi mano con delicadeza me coloco el anillo en el dedo anular de la mano derecha, beso mi dedo donde estaba el anillo y suspiro.
—Te amo, mi niña —dijo con adoración y con los ojos brillando de lagrimas.
—Y yo lo amo a usted… mi guardián. —nos besamos y con eso deje que el sueño se apoderara de mi y de él, pensando y recordando en la canción que el había cantado para mi en el pub. La canción decía que él me cuidaba como ángel guardián, y si. Ahora tenia la certeza que él siempre fue, es y seria… Mi Ángel Guardián.
Bueno esta fue la continuación de la primera parte de este fic. Cuando lo escribí siempre fue mi idea de que el personaje fuera un ángel como ya les había dicho la historia "el original" había sido pensado para regalárselo a una amiga muy querida y se que ella se merece a una ángel al lado suyo, compartiendo sus momentos, ella lo merece.
Pues bueno... espero que les haya gustado y por supuesto las invito a leer mi otro fic...
Nos estamos leyendo... se las quiere.
***Gis Cullen***