Este es un two-short de mi propia imaginación, casi todos los personajes nombrados son obra de JKR aunque con una personalidad mas pervertida.

ADVERTENCIA: Este relato estará plagado de LENGUAGE ADULTO, PERVERCIONES, ACCIONES DIABOLICAS, SEXUALES, CON PASIONES, DESEOS Y LUJURIA pegados a cada palabra…

SE ACONSEJA:

Leerlo en un día de frio.

Ser mayor de 18, o mínimo, 16.

También, para las chicas más "hot" que tengan un rubio a su lado.


Seductor Seducido

por Athenea-Eris


Había pisado un chicle, se le creó una pasta desagradable en la suela del zapato y estaba empapada porque olvido el paraguas, ese era el aspecto de Hermione Granger cuando llego al ministerio. Otro lunes en su rutina como directora del Departamento de Leyes Mágicas, aunque hoy se tenía que reunir con el ministro, el director de Relaciones Exteriores, y con esas fachas, ninguno de los dos la tomaría en serio. Subió al ascensor, sacudiéndose un poco el agua, haciendo hechizos caloríficos y mirando su reflejo en el espejo, todo mientras esperaba que las puertas se cerraran.

Una mano se metió entre ambas, parando su recorrido, para poder meter el cuerpo al que pertenecían dentro del pequeño cubículo, el dueño del miembro era, nada más y nada menos que el director de RE (Relaciones Exteriores), Draco Malfoy. Su antigua némesis había conseguido ese puesto hacia un año, haciendo una tregua con Hermione, "por el bien de nuestra convivencia mutua en el trabajo", habían sido sus palabras. No se hablaban, solo intercambiaban las más cortas expresiones de acuerdo mutuos y nada más, pero ese día, Hermione presentaría el bosquejo de una ley contra las exportaciones de pociones peligrosas, un comercio que traía grandes ganancias con Bulgaria, entre otros países.

-Granger –Dijo el atractivo mago, con los años el atractivo de Malfoy se había agrandado, tanto como su ego. Ese pelo rubio un poco más largo de lo que dictaban las nuevas modas entre los magos, una altura envidiable en su metro noventa y seis, un cuerpo tonificado por el ejercicio del Quiddich comunitario (Harry lo había encontrado varias veces en la asociación, dejando atrás los antiguos rencores, ambos se habían hecho amigos) y esos impresionantes ojos grises, completaban un paquete que representaba todo sueño húmedo femenino.

-Malfoy.

-¿Se te callo un balde de agua encima? –La sorna estaba gravada en cada una de las palabras de esa pregunta, por eso los pelos de Hermione se pusieron de punta, mas de lo que su pelo se estaba poniendo ahora. Cada vez que se le mojaba, ella tenía que colocarse una crema especial anti Freez, pero claro, esa mañana no lo traía consigo porque había salido corriendo luego de una nueva pelea con Ronald.

-No es de tu incumbencia, Malfoy, metete en tus sucios asuntos –El matiz cortante de la voz de Hermione era palpable, hizo que el aire se pudiera cortar con un cuchillo dentro del pequeño cuchitril. Ella rogaba en silencio que los pisos pasaran rápido, no le gustaba sentir esa extraña expectación cerca del mujeriego de Malfoy.

-¿Mis asuntos son sucios, Leona? –Puso una mano contra la pared en la que Hermione se apoyaba, cerrándola entre su cuerpo y el metal-. ¿No serás tú la sucia? ¿Te da satisfacción la comadreja? ¿O recurres a tus "manos mágicas" en el trabajo?

Solo una vez, nada mas, Hermione vio una imagen del miembro frondoso de un hombre lobo y la lujuria la invadió, hacían cinco años que estaba con Ron, tres desde que era sexualmente activa pero nunca había tenido un orgasmo por penetración, los pocos y a escondidas fueron resultado de cortos minutos de masturbación en baños. Tampoco tenía experiencia, solo Ron había sido su único amante, pero parecía que el sexo no era para ella, no sentía ninguna de las sensaciones que sentían sus amigas con sus prometidos o maridos. Por eso, una sola vez había corrido en dirección al baño de mujeres y se acaricio el clítoris con desesperación, imaginando como ese miembro invadiría su intimidad con impulsos animales, fuertemente hasta hacerla llegar al cielo. Salió del baño con las mejillas sonrojadas y la respiración entrecortada, grito su clímax sin parar en pensar quien podía estar escuchando, en su interior estaba la esperanza de que no hubiera nadie pero al salir se encontró con Malfoy apostado en el marco de la puerta, fumando un cigarrillo y con una sonrisa del gato de Alicia en el país de las maravillas, satisfecho de su inteligencia.

Hacían meses de ese suceso y ninguno de los dos había tocado el tema, a pesar de los temores de Hermione, hasta hoy.

-No… No sé de qué hablas –El nerviosismo de Hermione hacia que su respiración se agitara y las palabras le salieran cortadas, para el profundo deleite de Malfoy, quien se inclino hasta rozar su oreja con esos labios tan serpentinos y pecaminosos.

-Oh, sí lo sabes, Hermione, esos gemidos que salían desde el cubículo del baño de mujeres ese día, eran de una mujer reprimida y fogosa –Uno de los dientes de Draco rozaron su lóbulo izquierdo, enviando vergonzosos estremecimientos por todo su cuerpo hacia ese lugar entre sus muslos-. Y yo quiero algo de ti, solo para callarme la boca.

-¿Qué quieres, Malfoy? –Hermione estaba dispuesta a todo con tal de que nadie supiera ese secreto tan vergonzoso.

-Liberar a la leona.

O casi todo. Eso definitivamente no.

Pero justo en ese momento, Draco Malfoy bajo sus labios de mujeriego hacia la torre de marfil tostado que era el cuello de Hermione, y con demasiada pericia conquistadora, mordió suavemente sobre la vena, provocando que las piernas de la chica se volvieran de goma. Solo que, de pronto, cuando la castaña estaba desfallecida contra la pared y la serpiente atacaría en cualquier momento, las puertas del ascensor se abrieron con una ráfaga de aire frio, que llevo la razón de nuevo a sus cerebros.

-Mierda –Susurro Malfoy cuando la situación se enfrió levemente.

-Suéltame, maldito.

-Mira, leona, toca lo que haces en mi desde esa tarde –Y tomando la mano derecha de la castaña, la apretó contra su erección, provocando un gemido desde ambas bocas. La autoestima de Ron, por los cielos desde la última guerra, bajaría considerablemente al saber que Malfoy era enorme.

Los ojos de Hermione se agrandaron e inmediatamente miles de imágenes aparecieron en su mente: cuerpos enredados, gotas de sudor, ese miembro hundido hasta lo más profundo de su intimidad, penetrándola con fiereza mientras besaba con esos labios tan fríos la punta de sus pezones. Esos pensamientos hicieron que las mejillas de Hermione se sonrojaran, su respiración se agitara y se mordiera el labio inferior con fuerza.

De pronto, noto como las pupilas de Draco se oscurecían y se agrandaban llenas de… ¿Deseo?

El pánico penetro en el sistema nervioso de Hermione, quien tomando impulso le pego una cachetada que resonó en el pasillo. Horrorizada, quedo anonadada por lo que había hecho, aunque no más que Malfoy, a quien se le estaba empezando a aparecer una marca en su mejilla: clara, mostraba los cinco dedos de una pequeña pero fuerte mano.

-Perdón…

Pero era demasiado tarde, colérico, Draco Malfoy salió del ascensor como si su tía Bellatrix estuviera viva y persiguiéndolo, sin querer escuchar nada. El arrepentimiento lleno el corazón de la castaña, quien miro alejarse al que había hecho que su ropa interior se mojara, claro que no por el agua.

Unas horas después, seca y presentable, Hermione Granger entro con dignidad en la oficina del nuevo ministro, James Baker, un estadounidense de unos cincuenta años, que se encontraba ya reunido con Malfoy. Esté aun llevaba una leve marca rojiza sin forma, a juego con la mirada de resentimiento que tenían sus ojos grises, ambas hicieron estremecer a Hermione hasta el alma, llena de temor.

-Buenos días, señor ministro, Malfoy –Susurro apenada.

-Buenos días, señorita Granger –Respondió con su voz coqueta el Ministro aunque del saludo de Malfoy no hubo seña, ella fue y se sentó a su lado, en la silla que le correspondía frente a su superior-. ¿Cuál era la propuesta que quiere hacernos?

-En mi departamento hemos estado pensando seria mente en que a pesar de que la exportación de pociones es una gran parte de nuestra economía…

-No solo una gran parte, Granger, es nuestro 75% de nuestras exportaciones –Corto Draco con brusquedad, estaba clara la enemistad en cada una de sus palabras, además, que uso el tono que alguien usaría cuando habla con un niño.

-Lo sé, he visto las estadísticas, genio –Las palabras sarcásticas salieron de la boca de Hermione muy imprevistamente, presa de la rabia de que la trataran como nena de kínder.

-Entonces, ¿Por qué coño me estás haciendo perder mi precioso tiempo? ¡Vale mucho más que el tuyo, muggle sucia! –El lenguaje era cada vez mas brusco, los ojos de ambos demostraban las ganas de matar al otro, mientras el ministro veía el intercambio con un poco de aburrimiento y sosiego; la palabra sangre sucia no había sido usada desde la guerra, aunque eso no impedía que Malfoy buscara nuevas expresiones ofensivas hacia Hermione.

-¿Muggle sucia? ¿Se te acabaron las palabras, hurón saltarín? ¡Puede que las hayas perdido en el salto!

-¿Igual que tu perdiste la inteligencia cuando te acostaste con un energúmeno? ¿Qué se siente estar al lado de un ser sin masa cerebral?

-¡Ronald si tiene cerebro!

-¡Pero no los huevos para manejarte! ¡Si fueras mi mujer: casa e hijos!

-¡Gracias a Merlín, entonces!

-¡Ya quisieras tener un hombre como yo, come libros! ¡Apuesto a que los únicos especímenes masculinos que valgan la pena son los que has leído!

-¡Como si me importara la opinión de un cobarde que se esconde tras las faldas de su mami mientras todos los demás arriesgábamos nuestro pellejo, maldito mortifago! –Cuando Hermione termino de decir estas palabras y vio la inmensidad del daño que le causaron a Draco, quiso disculparse pero él, desquiciado, salió casi corriendo por segunda vez en el día, escapando de ella.

-¡Señorita Granger! ¿Cómo pudo decirle semejante atrocidad? –La empezó a reprender el ministro unos minutos luego del shock.

-Lo sé, perdone ministro por esta situación, Malfoy y yo nunca nos hemos llevado bien.

-Me parece, que mas allá de los prejuicios de la sangre que tengan cada uno –Hermione estuvo a punto de replicar, pero el ministro levanto la mano en señal de silencio-. Si, ambos. Creo que ambos tienen caracteres muy parecidos, en el tiempo que llevo trabajando con ustedes he encontrado muchas coincidencias en su forma de pensar e, inclusive, de ver la vida.

-Eso es imposible.

-No, no lo es. Dicen que las almas gemelas son las menos pensadas, no aquel por quien sentimos afecto, si no aquella persona que nos representa un reto.

-Usted está equivocado, con todo respeto.

-¿Lo cree? La conozco lo suficiente como para confiarle algo: la conozco hace cuatro años, la he visto con su novio, y puedo asegurarle que nunca la vi así con él.

-Claro que no, con Ron nunca…

-Hoy estaba tan apasionada, fuera de su eje, mientras que con Ronald la he visto tener la misma pose fría que usa en el trabajo, frente a un escritorio. Piénselo, y vaya, discúlpese con ese joven.

En ese instante, un deja bu la sorprendió: cada pelea con Malfoy a través de los años la había llenado de emociones contradictorias, peleaba con ganas sobre sus puntos, defendiendo sus ideales, pero eso no cambiaba nada, ella era Hermione Granger, la novia de Ronald Weasley.

Camino por los pasillos en busca de cualquier indicio de Draco Malfoy, sin embargo, por más que lo busco no lo encontraba. Siguió caminando y caminando por los recovecos de Relaciones Publicas, todo hasta que oyó una conversación susurrada dentro de uno de los baños.

-Sara tiene tanta suerte –Un suspiro se escucho desde la secretaria de la mano derecha de Educación Mágica, Sara Hudson.

-¿Por qué, Eva? –Pregunto Mónica, la cartera del edificio desde que se habían sacado los memorándum.

-El señor Malfoy la fue a buscar, entro sin anunciarse y la invito a almorzar con él –El tono insinuante de Eva estaba claro, más que el agua. Una sensación de falta de aire lleno el pecho de Hermione cuando pensó en la rubia de piernas largas que era Sara, casi una súper modelo a comparación de ella y su cuerpo rechoncho, su cabellos enmarañado y su corta estatura.

Camino hacia su oficina en una nube, una gris de tormenta, aunque Malfoy no era nada de ella sentía una presión en su pecho que la dejaba sin aliento, menos mal que ese día la estaban esperando Ginny, Luna y Pansy para almorzar. Aunque más que nada para comenzar con los preparativos de la boda de Harry y Pansy.

Muchas cosas cambiaron en cinco años: Ginny había sido salvada por un mortifago enmascarado en la Guerra, uno que luego le pidió un prenda como signo de suerte (igual que los caballeros de la Edad Media) y le robo un apasionado beso, supuestamente solo había sido eso, aunque da la casualidad que cuando Hermione se cruzo con el "mortifago salvador", esté llevaba un corpiño rosado con ositos en el bolsillo de sus vaqueros. El mortifago de Ginny era, nada más y nada menos que Blaise Zabinni, el moreno que no desaprovecho oportunidad y con "un beso" le robo la novia al niño que vivió. Año después, cayo al registro civil mágico a casarse con la señora Weasley apuntándolo con la varita, habia embarazado a la pelirroja.

Harry afronto con mucha dignidad la ruptura, hasta que una noche, dos años después, vio a Theodore Nott pidiéndole matrimonio a Luna Lovegood y exploto, pidió unas vacaciones, yéndose a la casa de playa de los Zabinni's en Marbella. Da la casualidad que la playa privada estaba prestada también a otra slytherin, Pansy Parkinson. Esta se hospedaba en un departamento del centro pero tenía la playa privada para ella, al compartirla se lleno de furia y hubieron muchas, muchísimas discusiones.

La versión oficial: Harry se dio cuenta de que amaba a Pansy, salieron a cenar, fin. La versión que Pansy, borracha, les conto a las chicas era muy distinta: una tarde, Pansy estaba en la playa haciendo topless, Harry pasó cerca y le grito que se tapara, que por fin parecía la zorra que era. Enceguecida, Pansy se levanto sin recordar el top, quedando con todos sus pechos a la ávida vista del niño que vivió, quien por primera vez se quedo calladito, sin reacción alguna, excepto la que la desnuda detecto en los pantalones de playa. De pronto, ella le pego una cachetada por pervertido, Harry se enojo y le agarro las manos, pero eso hizo que sus pechos se rozaran y acabaron teniendo sexo desenfrenado en la playa.

De eso hacía un año, aunque luego de seis meses, Harry no pudo aguantar que todos le preguntaran a Pansy si estaba soltera que decidió cambiarle el nombre a Señora Potter. La única relación que estaba en la nada eran Hermione y Ronald, ella ya estaba arta de sus actitudes de niño grande cuando tenía veintitrés años de edad.

-¡Hermione! ¡Tengo el vestido perfecto para ti! –Anuncio Pansy en cuanto la vio, haciendo caso omiso a la mueca de desasosiego de Hermione. Ginny y Luna parecían no llegar aun.

-Dijiste que las damas de honor eligen sus vestidos, Pansy.

-¿No te llego aun mi carta? Con Harry decidimos cambiar los padrinos –Comento avergonzada.

-¿Ambos? –Ante el asentimiento temeroso de Pansy, Hermione puso mala cara-. ¿Qué dijo Ron?

-No irá a la boda, Hermy –Los ojos de la futura Potter se llenaron de lagrimas porque estaba claro que Harry estaría muy lastimado con esa actitud.

-Bueno, yo si iré –Obsequiándole una sonrisa, su subconsciente le decía que ya había llegado demasiado lejos con Ron, no era posible estar de novia con un hombre tan infantil y ridículo-. ¿Quiénes serán los padrinos?

-Harry quiso elegir a la madrina, tu.

-¿Yo?

-Y Draco –Respondió Pansy con una sonrisa agradecida y de disculpas.

-Asegúrate de tener un asiento para Sara –Dijo con sorna Hermione, un matiz de desprecio hacia la otra mujer hizo que Pansy levantara una ceja perfectamente torneada, después de todo, era una Slytherin.

-¿Sara? Draco no puede tener nada con ella porque hace algún tiempo… Bueno, esta algo obsesionado con otra mujer –Dejo caer Pansy, observando atentamente cada mínima expresión de la castaña.

-¿Quién? –Hermione se enderezo con interés en la silla.

-Te interesa Draco, Hermione, no intentes negarlo –Respondió la slytherin, en un tono que no admitía negaciones.

-Bueno… Puede ser… Yo estoy con Ronald, Pansy.

-¿Hace cuanto que no tenéis sexo?

-Tres meses, si es que no mas.

-¿Habláis? No se valen discusiones.

-Casi nunca.

-Siquiera, ¿En toda vuestra relación, tuvo un gesto extremadamente romántico?, por ejemplo cuando Theo le rompió la cabeza a ese ex Hufflepluff porque molestaba a Luna en el trabajo, o Zabinni poniéndole Fred al hijo de él y Ginny.

-¿Cuánta cuando me regalo un libro sobre los Chudley Cannons?

-No porque no te gusta el Quiddich.

-Entonces, nunca –La expresión de derrota estaba patente en el rostro de Hermione, su relación era una mera amistad en la que practicaban sexo pero ni siquiera era para satisfacer sus necesidades, solo por rutina.

-¿Cuántas veces te ha llevado a un orgasmo? –Esa pregunta fue bastante fuerte, por lo que las personas de las otras mesas cercanas miraron a Pansy con reproche por su lenguaje.

-¿Es necesario contestar?

-Sí, una relación se basa en dos partes: la física y la psicológica, si la física no satisface a ambos las peleas serán un tema de todos los días, lo que nos llevara a que se falten el respeto y se destruya la parte psicológica de ambos individuos patentes en la relación –El doctorado de Psicología muggle y mágica que tenia Pansy no era broma.

-Nunca he llegado sin intervención mía –Tras esas palabras la boca de la psicóloga se abrió con horror, observando como el rostro de Hermione se tornaba de un rojo profundo.

-¿Cómo aguantaste cinco años con eso? Yo en un mes lo tiro al diablo, Harry me satisface todos mis caprichos, por más locos que sean, y eso es decir algo porque cuando fuimos a conocer a sus tíos, encontré un libro indio muy interesante que se llama…

-¡No te atrevas a decirlo! Ya lo sé, solo cállate, no quiero tener pesadillas sobre Harry haciendo la posición del pato o lo que sea –Espantada Hermione se tapo los oídos con rapidez.

-Bueno, creo que me iré a ver a Harry al ministerio.

-Voy contigo tengo que volver a trabajar en un nuevo proyecto.

Caminaron hacia la entrada mágica hablando de cosas más superficiales, vestidos, nuevas modas, la boda, la luna de miel sorpresa, el futuro vestido de Hermione. Cosas de mujeres sin importancia pero que despejaron la cabeza de Hermione, aunque solo por unos instantes, ya que cuando las puertas del ascensor se abrieron se encontraron con…


CONTINUARA, SI DEJAN REVIEWS 3:)